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LA TETA ASUSTADA

Drama
España - Perú
94 minutos
Año: 2008

Ficha técnica
Director CLAUDIA LLOSA
Guionista CLAUDIA LLOSA
Productor ANTONIO CHAVARRÍAS
JOSÉ MARÍA MORALES
CLAUDIA LLOSA
Música SELMA MUTAL
Fotografía NATASHA BRAIER
Montaje FRANK GUTIERREZ

Reparto
MAGALY SOLIER Fausta
SUSI SÁNCHEZ Aída
MARINO BALLÓN Tío Lúcido
EFRAÍN SOLÍS Noé

Un viaje del miedo a la libertad


Sinopsis
Fausta (Magaly Solier) padece La Teta Asustada, una rara enfermedad que se transmite por la leche materna de mujeres que fueron violadas durante la gestación y la lactancia en la época del terrorismo. Un terror atávico que se transmite de generación en generación y que Fausta sufre en forma de hemorragias nasales en momentos de crisis.

La joven, además, guarda un secreto que no quiere revelar hasta que la súbita muerte de su madre la obligará a encontrar una salida al laberinto, dentro y fuera de ella.


Argumento
La violencia cotidiana sufrida en la época del terrorismo en Ayacucho, hace que Perpetua, una mujer mayor que vive exiliada en Lima, le transmita a su hija Fausta, (Magaly Solier) lo que en los Andes llaman la enfermedad de la Teta Asustada.

Una extraña creencia, o más bien un mito de la serranía andina, sobre una enfermedad que cargan los hijos de las mujeres que fueron violadas y maltratadas durante sus meses de embarazo en la época del Sendero Luminoso. Se piensa que la leche materna de aquellas víctimas se infecta de terror y se traspasa a sus hijos llenándolos de un miedo atávico.

Tras este hecho traumático, Perpetua y Fausta sólo se comunican cantando. Fausta acusa la enfermedad en momentos de miedo y tensión extrema sangrando por la nariz y conviviendo con el temor latente a la violación.

La historia arranca cuando Perpetua muere y su hija Fausta quiere repatriar sus restos y enterrarla en su aldea natal.

Pero pronto se descubre que Fausta oculta algo más: lleva una patata metida en su vagina, que utiliza como tapón, por el propio temor a repetir la terrible experiencia vivida por su madre.

La Sra. Aída, compositora e intérprete de música, es la dueña y señora de "La casa de Arriba" donde Fausta es llamada a trabajar por las noches, con el objeto de ahorrar el dinero necesario para trasladar a su madre muerta. "La casa de Arriba", es una mansión atrapada en medio de un mercado popular de un barrio de la periferia de la capital. Fausta entrará en la vida de Aída a través del canto, al igual que con su madre. Allí también conocerá a Noé, el jardinero. El triángulo de relaciones dará un cambio radical en la manera como las dos mujeres afrontan la carga de su memoria, la vida que les llega y el sabor del desamor.


Personajes

Fausta
Fausta siente una atracción hacia lo oscuro y su tragedia se profundizará irónicamente con el deseo de eliminar su propia tragedia. Personifica el mal que uno puede ser capaz de hacerse con tal de no recordar. Representa el miedo y la negación, ya que ha reprimido todo recuerdo doloroso que, para ella, sería insoportable.

Tiene miedo, pero su miedo es para ella algo indescifrable. De aquí el pacto secreto consigo misma: la patata dentro de su vagina. Establece así un acuerdo con sus fuerzas ocultas para dominar sus recuerdos y reprimirlos. La patata se convierte en el tapón de su memoria. Pero las raíces pestilentes que salen a la luz sin su consentimiento, parece que nos digan que aquello traumático brota, a pesar de su represión. Y brota con rabia, con agresión, con un hedor que lo contamina todo. La extirpación de la patata de Fausta simularía la extirpación de su miedo. Pero como que su decisión no es voluntaria, ya que no procesa su recuerdo ni perdona, instaura su miedo más adentro. Tan solo podrá ganarla enfrentándose a su inconsciente.

Si partimos de que la "sangre" que brota del cuerpo de Fausta es la manifestación de la enfermedad de la "teta asustada", la marca del sufrimiento que cargan los hijos de las madres que han sido violadas, ésta apunta a un mal endémico, que se enquista a partir de la violencia. Por eso podemos hablar de dos aspectos que forman dos caras de la misma moneda: por un lado, es la sangre que simboliza el trauma, la maldad, lo oscuro y lo maléfico que sale a ensuciarlo todo. Pero también es la manifestación del "grito" que reclama una salida, que necesita ser escuchado. Y en esa ambigüedad radica su fuerza.

Fausta nos dice que no se trata de que las heridas se curen con el tiempo, sino de que se evidencien y se aclaren las circunstancias en las que se gestó el trauma. Es necesario, por tanto, revivirlo y después rehacerlo para reconciliarnos con nuestro pasado. Es la única forma de devolverle su dignidad ciudadana.

La señora Aída
De una personalidad compleja, fría, calculadora y manipuladora, es incapaz de amar. Ella es un hostaje de su propio ego, de su energía y sensualidad. Está extraviada dentro de si misma. Esclava de sus recuerdos y de un pasado lleno de desamor.

Aída tiene miedo a todo aquello que signifique un vínculo real. No es capaz de componer. Personifica la vanidad, yugo predilecto de su propia insatisfacción. Y su incapacidad para amar estará unida a su incapacidad por "ver": se mira pero no se ve. Tan solo puede verse en el espejo a través de su propio maquillaje; a través de su propia máscara. y a pesar de que crea que ha recuperado su rostro a través de Fausta, será una ilusión pasajera, ya que lleva la máscara tatuada en su propia piel.

Noé, el jardinero
Personaje ambiguo por excelencia. Es un ser simple, pero en su simplicidad está su grandeza. Tierno y reservado pero distante. Humilde pero con una sabiduría interna innata. Es capaz de soportarlo todo, pero, a la vez, es un incitador al goce.

Noé es misterioso, lo que le hace seductor. Lleva una vida prestada; desde la distancia y la discreción, comparte un estilo de vida diferente. Sus modales y maneras delatan su capacidad, inteligencia y cultura, lo que resulta una ironía: Noé tiene un trabajo humilde por voluntad propia.


Comentario
Notas de la directora

El laberinto
Minotauro: (...) Mira, sólo hay un medio para matar los monstruos: aceptarlos.

¿Por qué el laberinto? Porque la cultura, en cuyo seno el ser humano encuentra su hábitat, teje sus propias redes. Una cuna de telas de araña que nos acurruca presos, adormecidos, sin conciencia de que somos nosotros mismos quienes diseñamos su entrada y su salida o su cierre permanente.

En un Perú pluricultural, laberintos diferentes crean uno más fuerte y poderoso, que nos enreda y nos captura en una problemática no resuelta. ¿Ignorar el laberinto nos aleja de una posible cura? ¿Es posible entender el monstruo que todos llevamos dentro? ¿Quizás no somos todos héroes y monstruos en nuestro propio laberinto? ¿Somos minotauros en el laberinto de nuestra cultura? ¿La inconsciencia de nuestra propia ambivalencia es lo que nos mantiene en la represión y el dolor continuo?
"El laberinto no es el espacio del cierre, sino el espacio al que continuamente se retorna".

La importancia del canto
Aristóteles decía que "la voz es la señal del placer y del dolor". El canto funciona como un gran vehículo para expresarnos, para recrear nuestra memoria o nuestro olvido. Por eso el canto en quechua es una de las vías que los personajes encuentran como vehículo para su verdadera expresión. Las canciones en quechua son un grito del Perú olvidado que pocos entienden y que también va camino de la extinción, ya que cada vez se habla menos. Canciones "a capella" donde el dolor y las emociones, tanto las cotidianas como las ocultas, se expresan a través del canto, y no a través de la palabra hablada.

El diálogo y la lucha de formas de expresión profundas en peligro de desaparición toman importancia en la trama. Representan los abismos culturales entre Aída y Fausta. La incapacidad de comprensión o fusión entre ambas. La incapacidad de reconocer la diferencia cultural.


Claudia Llosa
Nacida en Lima, Perú. Licenciada en Ciencias de la Comunicación (U. de Lima). Realizó un Máster en Guión de Cine y Televisión en Madrid. Más tarde trabajó cuatro años como creativa en agencias de publicidad tanto en Perú como en Barcelona (Publicidad Causa y FCB Tapsa).

Llosa participó en la beca Sundance Screenwriters Lab con su primer guión de largometraje "Madeinusa", que más tarde ganó el Premio Coral al mejor guión originar en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana-Cuba y la beca de la Fundación Carolina en Madrid.

Hace seis años que reside en Barcelona.

El fenómeno de Madeinusa en Perú
Cuando Claudia Llosa escribió "Madeinusa", no pensaba que llegaría a ser el fenómeno en el que se ha convertido. Desde su inicio, este proyecto cinematográfico recibió el reconocimiento de los festivales de cine más exigentes, participando en más de 17 festivales y ganando más de 10 premios internacionales.

En Perú, "Madeinusa" se convirtió en la película más comentada del año 2006. A pesar de ser una ópera prima y no estar planteada en términos estrictamente comerciales, fue todo un éxito. Y en diferentes sentidos: hacía mucho tiempo que una película peruana no generaba tanto revuelo ni necesidad de ser comentada, estudiada, debatida, etc.

A la infinidad de artículos periodísticos, de cine y espectáculos, se sumaron las entrevistas y especiales de la televisión, las páginas del ciberespacio, los debates, las charlas y conferencias, los estudios serios de antropólogos y sociólogos con sus artículos extensos en revistas especializadas y, porqué no, las caricaturas de las páginas de amenidades que identificaban los protagonistas de la película con políticos actuales.

"Madeinusa" se convirtió en la excusa para comentar los temas más serios de problemática política nacional o de simple chismorreo en el mundo de la farándula. Políticos, intelectuales destacados, artistas plásticos, feministas reconocidas, personas vinculadas con los derechos humanos, cómicos, etc. se han servido de "Madeinusa" como punto de partida para formular sus propios proyectos.

Una película que se convirtió en una teoría, una nueva mirada sobre los Andes, tiene como mayor éxito el aprecio y reconocimiento de las comunidades andinas que participaron en su elaboración y actuaron en ella. La mirada del representado que, por primera vez, se siente más humanizado.
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