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Manual de un tacaño cartel reducidoManual de un tacaño(Radín!)
Dirigida por Fred Cavayé
¿Qué te parece la película?

Manual de un tacaño es la cuarta película del director francés Fred Cavayé ("Cruzando el límite", "Cuenta atrás"), que después de haber dedicado su carrera por completo al thriller, prueba por primera vez con la comedia y con un experto en el género: Dany Boon ("Bienvenidos al Norte", "Lolo, el hijo de mi novia"). El humorista se mete esta vez en la piel de un tacaño de manual, François Gautier, para mostrarnos el lado más irónico y divertido de una vida ruin y las consecuencias en su entorno social. Un personaje inspirado en el gran Louis de Funès y el popular Mr Bean de Rowan Atkinson.


La prensa ha dicho
"Curiosamente, Dany Boon hace un papel más oscuro de lo habitual en una comedia sin embargo hilarante" - 20 Minutes.

"He aquí el mensaje más bello de Radín!: cuando has dado hasta tu camisa todavía te queda el cuerpo para dar" - Libèration.

"Dany Boon encarna con facilidad este personaje colorido, esbozado con una sabrosa precisión" - Le Telegramme.

"Cuando la historia va ganando en emoción nos dejamos conmover por la sensibilidad de Dany Boon y sus dos compañeras de reparto" - Le Parisien.

"Una comedia deliciosa e irresistible plagada de hilarantes clichés. Una pequeña joya" - Worldzine.

"Dany Boon sobresale en la piel de un personaje desencajado física y psicológicamente" - RTL.


Entrevista con Fred Cavayé

P: Manual de un tacaño es tu cuarta película. Las tres anteriores, Cruzando el límite, Cuenta atrás y Mea culpa, eran unos thrillers muy sombríos. ¿Qué hizo que te atrevieras a hacer una comedia?

R: Creo que las cuatro películas tienen algo en común: todas son auténticas "películas de domingo por la noche". Son entretenidas y están destinadas al gran público: son películas hechas por el puro placer del cine; esa es mi única motivación como director. Es cierto que las tres primeras son muy distintas de Manual de un tacaño en cuanto a la forma, pero nunca me he dicho que no pudiera hacer una comedia. Es más, me parecía apasionante lanzarme a un género que no había hecho nunca. Simplemente, estaba esperando a que apareciera el tema adecuado...

Cuando Eric Jehelmann, el productor de Cruzando el límite, me habló de este proyecto -sin estar muy convencido de que pudiera interesarme-, me dije: "Esta es la historia que estabas esperando". Por lo que yo sabía, el tema no se había tratado de manera tan completa en ninguna película salvo, claro está, en El avaro, la adaptación que hizo Louis de Funès de la obra de Molière. Unos antecedentes nada desdeñables, ¿verdad?


P: Como espectador, ¿esta es la clase de películas que te gusta ver?

R: Sí, desde luego. Empecé con la fotografía y llegué al cine procedente del mundo del teatro, donde había hecho comedias sobre todo. De vuelta en mi tierra, Rennes, conocí a un actor que hacía un show en solitario que ya había presentado en París, en Le Point Virgule, antes de volver a la Bretaña, donde habíamos montado una especie de café teatro con cenas más espectáculo. Es gracioso, estuvimos a punto de contratar a Dany Boon, eso sí antes de que se convirtiera en una gran estrella. La comedia es un género que me encanta y, de hecho, mis primeras películas eran en cierto modo comedias... Cuando vine a París, tenía en la cabeza una idea que no era una comedia en absoluto y que, lógicamente, me llevó a rodar Cruzando el límite. Sin embargo, la gente que me conocía bien se sorprendió de que tomara esa dirección; pensaban que me inclinaría de forma natural por las comedias.


P: ¿Cómo adaptaste el guion de Manual de un tacaño y lo hiciste tuyo?

R: El guión original ya tenía todos los ingredientes de la historia y esos formidables mecanismos de la tacañería del personaje principal. Antes de aceptar definitivamente el proyecto, solo pedí permiso para escribirlo a mi manera y poder cambiar los diálogos y el argumento. Eric Jehelmann me dijo que sí y volví a mi casa en Bretaña sin saber sin encontraría la inspiración suficiente entre mis salidas a pescar. Un mes más tarde, le entregué el guion y le pareció fantástico.


P: ¿Ya tenías pensado que Dany Boon hiciera el personaje de François Gautier?

R: Antes he mencionado a Louis de Funès, él era mi referencia, un actor que, aunque haga de malo o indeseable, sigue manteniendo la capacidad de hacer reír al público. Por lo general, un tacaño no es alguien que suscite muchas simpatías... El nombre de Dany surgió enseguida porque tiene ese talento especial para gustar al público y pensé que sería interesante que interpretara ese papel. Eric le envió el guion un viernes, al día siguiente de mi vuelta de Bretaña. Dany lo leyó durante el fin de semana y el lunes nos llamó diciendo que quería hacer la película. Nos reunimos el martes y me contó que dados sus compromisos, teníamos que rodar en octubre. ¡Estábamos a 10 de julio! Dos días más tarde, empecé los trabajos de preproducción mientras seguía escribiendo...


P: ¿Esa urgencia obligada supuso una ventaja o un hándicap?

R: La verdad es que me hizo trabajar el doble o, al menos, muchísimo más que en mis películas anteriores. Teníamos que hacer todo lo posible para compensar la falta de tiempo. Eso me supuso estar nueve semanas dedicado a las tareas de preproducción sin un solo día libre, pero me encantó. Así que no puedo decir que fue un hándicap, y eso también se lo debo a Dany, porque descubrí a alguien con una extraordinaria capacidad de trabajo, y eso te lo dice ¡un adicto al trabajo! Dany siempre estaba al cien por cien; es una persona entusiasta, positiva, constructiva, divertida y muy pendiente de los demás. Eso compensaba con creces la falta de tiempo. Para mí, que nunca había hecho una comedia, encontrarme dirigiendo al campeón francés del género fue algo extraordinario.


P: Lo más interesante de Manual de un tacaño es que, al margen del tema central de la película, te las ingenias para hablarnos de temas más serios, como la paternidad, los sentimientos y la familia, que le dan al personaje interpretado por Dany Boon un lado inquietante y tierno. Y tenías que orientarle por ese camino también.

R: Por supuesto, pero lo describiría como un intercambio sincero y equitativo. Lo que más le gustaba a Dany del guion es cómo la historia, que es básicamente una comedia, da un giro hacia lo emotivo. Conocía mis otras películas y le gustaban, sobre todo, Cruzando el límite. Sabía que podía aportar su talento para la comedia y que la combinación de nuestros dos mundos sería positiva para la película. Eso es lo que a veces les falta a las comedias: la emoción resulta un poco artificial, y que conste que lo digo con total modestia. El guion de Manual de un tacaño, por el contrario, tenía un matiz de autenticidad que la interpretación de Dany no hizo más que reforzar.


P: Hablemos de tu forma de dirigir. En tus películas anteriores, nos has acostumbrado a historias de intriga y muy elegantes desde el punto de vista estético. Son dos principios que has aplicado también en Manual de un tacaño.

R: Cuando antes hablaba de que mis películas eran entretenidas, me refería también al ritmo. Aunque no había hecho ninguna comedia, sabía que la receta del éxito dependía fundamentalmente de eso. A menudo, lo que hace que un diálogo resulte gracioso es el silencio que hay antes o después y no necesariamente el chiste en sí. Lo que más me asusta en las películas es la famosa "barriga fofa". Por eso, intento que mis películas sean compactas y no muy largas, para que el público no se aburra, pero sin caer en una puesta en escena frenética. Me esforcé por aplicar ese principio en Manual de un tacaño y también intenté que la acción y la narración fueran las que determinaran la posición de la cámara, y no lo contrario.


P: He mencionado la elegancia, los decorados, las luces e incluso los trajes parecen haber sido diseñados hasta el más mínimo detalle.

R: Una de las primeras discusiones que tuve con Eric Jehelmann fue sobre el enfoque artístico de la película, que no dejaba de ser primordial aunque la película fuera una comedia. En Manual de un tacaño hasta el color de los cubos de basura combina con las persianas de la urbanización. Eso crea lo que denomino la "realidad + 1": estamos en el mundo real, pero hay algo que no encaja del todo... Esa urbanización de chalés pareados donde transcurre la historia es improbable y, sin embargo, existe, con sus chalés pareados y simétricos. Y ya que has mencionado el vestuario, te diré que nuestra diseñadora se quedó totalmente horrorizada cuando le dije que Dany tenía que vestir un solo traje, para reforzar aún más ese aire de tira cómica. Con toda modestia, en mi opinión, François Gautier es una mezcla de Tim Burton, Jacques Tati y Mr. Bean.


P: Por supuesto, tenemos que hablar de las dos actrices que acompañan a Dany Boon. Empecemos por Laurence Arné, que interpreta a Valérie, una chica tímida y enamorada que no tiene nada que ver con el tipo de personajes que le vemos interpretar, especialmente en la serie Filles d'aujourd'hui.

R: Laurence es una actriz increíble y para un director eso es lo más importante. Lo mejor es contratar solo a grandes actores, así pareces ¡un gran director! Ya hace tiempo que me había fijado en el trabajo de Laurence, especialmente en la serie de Canal+. En Manual de un tacaño, Laurence era la actriz perfecta para interpretar al personaje de una violoncelista muy sofisticada y con el pelo recogido en un moño. La idea de hacerle interpretar a alguien introvertido me interesaba mucho: por un lado, tenía que trabajar la faceta de la represión y, por otro, le daba la posibilidad de poner en práctica trucos irresistibles. Fue un enfoque que trabajamos juntos. Yo tenía una idea concreta de lo que quería, pero Laurence fue mucho más lejos, especialmente en la escena del sofá, donde pierde el control por primera vez.


P: Otro de los personajes fundamentales de Manual de un tacaño es Noémie Schmidt, a la que hemos visto trabajar en La estudiante y el señor Henri con Claude Brasseur, y también en Versalles, la serie de Canal+.

R: Y lo más sorprendente es que la gente que la haya visto en esa película o en esa serie no la van a reconocer. Hice un casting para el papel de Laura porque necesitaba una chica de 17 años y elegí a Noémie. Cuando vino, me confesó enseguida que tenía 25 años y me dijo que si yo lo hubiera sabido de antemano, no la habría seleccionado. Noémie es capaz de transmitir esa frescura, además de porque es una actriz excelente, porque tiene la profundidad de una chica de 25 años. Supo imprimirle espontaneidad al personaje además de algo más profundo y doloroso, algo oculto que descubrimos al final de la película. Pero lo más fantástico es que es capaz de interpretar ese secreto de forma que lo sintamos sin que seamos capaces de descubrir lo que es hasta el momento oportuno... Te invito a que veas la película otra vez y te darás cuenta.


P: Lo cual nos lleva a otra cosa en común con tus películas anteriores: el cuidado que pones en las expresiones faciales en Manual de un tacaño, incluso con los personajes secundarios y los extras.

R: Es cierto. Lo que más tenían que trabajar Laurence y también Dany y Noémie era la naturalidad. Todos tienen esa capacidad de no falsificar las emociones, de parecer siempre creíbles. Para mí, la comedia solo funciona cuando es sincera, incluso cuando interpretas situaciones cómicas increíbles. En la película, cuando Dany coge prestados unos zapatos que le vienen muy pequeños, lo interpreta de una forma muy exagerada, pero le creemos. Lo mismo se puede decir del personaje de la exmujer de François Gautier, que interpreta Karina Marimon, o de su banquero. Tengo que decir que el hecho de contar con Dany Boom en la película me dio total libertad para buscar actores con un talento extraordinario, pero menos demandados o famosos. Todos estos fantásticos actores me dijeron que se sentían muy felices de formar parte de un proyecto tan extraordinario como este... Por eso, en cada secuencia, cada uno de ellos aporta algo esencial a la película, independientemente de lo importante que sea el personaje.


P: Así que Manual de un tacaño es tu primera experiencia con la comedia. Es la película que querías hacer y pareces muy satisfecho con ella. ¿Esto influirá en la elección de tus próximas películas como director?

R: Sinceramente, espero hacer otra comedia algún día, pero también espero hacer más thrillers; en resumen, espero hacer más películas porque es lo que más me gusta hacer. De hecho, soy más espectador que director: voy a las películas pensando en las emociones que pueden despertar en mí, independientemente del género. Quiero aplicar ese principio a mi trabajo como director, aunque sé que no es lo habitual o que, incluso, no está bien visto en Francia. Me encantaría hacer una película del oeste, por ejemplo. De hecho, le he pedido a mi agente en Estados Unidos que me envíe algún proyecto de ese tipo si tiene alguna propuesta. También sueño con hacer una película sobre caballeros... Ahora mismo, estoy trabajando en una serie de seis capítulos de 52 minutos para Canal+ y Gaumont TV; es una historia sobre un asesino en serie. En cuanto al cine, normalmente la película que acabas de rodar es la que determina la siguiente. Cuando vuelva a pescar en Bretaña, seguro que me surgen ideas de lo próximo que quiero hacer... Para serte sincero, tengo en la cabeza hacer una película de "supervivencia" en la naturaleza y en medio de la nieve de Canadá. Así que, como dice François Gautier al final de Manual de un tacaño: "¡ya veremos!"


Entrevista con Dany Boon

P: ¿Sería justo decir que esta película no estaba inicialmente entre tus proyectos pero que, en cierto modo, terminó convirtiéndose en una necesidad para ti?

R: Sí, es cierto, no tenía previsto en absoluto hacer Manual de un tacaño... Había leído una primera versión basada en esa idea fantástica del guion pero, en mi opinión, no era redonda, le faltaba un poco más de profundidad. Entonces, Fred Cavayé se hizo cargo del proyecto y me envió una nueva versión que me gustó tanto que me dije: "¡No puedo dejarlo escapar!". Era complicado porque estaba comprometido con otros proyectos en ese momento, sobre todo, con mi propia película, Raid dingue, pero me las apañé para poder encajarlos todos.


P: ¿El hecho de que Fred Cavayé esté considerado (un poco torpemente hay que decir) como un "director de thrillers" supuso algún obstáculo? ¿Te preguntabas si sería capaz de pasar de ese género al de la comedia?

R: Tienes razón al decir "torpemente" porque yo no suelo colocar a la gente en categorías donde se supone que tienen que estar para siempre. Sin embargo, cuando le decía a la gente que iba a trabajar con Fred, ese era el comentario que me hacían... No creo que Fred sea un director de thrillers o un director de comedias, es simplemente un director. No hay ningún conflicto entre esos dos géneros; son los mismos técnicos, en el mismo equipo de rodaje, que sencillamente ruedan una película. Yo pensaba que Fred era un director excelente y me lo demostró nada más empezar a trabajar en la fase de preparación de la película, cuando hablamos del guion, de los personajes y de su visión de la historia. Sabía también que sus primeros cortos tenían un tono más de comedia, así que no tenía ninguna preocupación ni me daba miedo que no pudiera hacer una buena película. Él tampoco tenía ninguna preocupación en cuanto a mí, porque sabía que era su actor y que no iba a poner en duda sus decisiones como director. Si un director tiene personalidad y las ideas claras, le sigo completamente, aunque se equivoque, porque da lo mismo, todos nos hemos comprometido con su proyecto y estamos a muerte con él. Tengo que añadir que en la vida real, Fred es una persona muy divertida y tiene muchísima energía positiva.


P: Lo cierto es que cuando te vas introduciendo en la película, descubres que Manual de un tacaño no es solo una comedia. No quiero descubrir nada de la segunda parte de la película, pero la historia nos lleva a algo más complejo y emotivo.

R: Eso es precisamente lo que más me gustó de la versión del guion que hizo Fred: la dimensión humana de la historia y la emoción que despierta. Para mí, una buena comedia es una película que te hace reír, pero que también te emociona. El proyecto tenía esa dimensión: es una reflexión sobre lo que hay de humano en el personaje de François Gautier y sobre su tacañería, pero también sobre la sociedad en la que vive y la forma en que nosotros como individuos percibimos a los demás... ¿Qué significa ser generoso? ¿Por qué tenemos que dar? Todo eso me emocionó cuando leí el guion y me dejó impresionado cuando vi la película terminada y, especialmente, esa segunda parte, de la que, por supuesto, no vamos a decir nada.


P: Incluso va más allá de la emoción; en algunos momentos François Gautier es alguien bastante sombrío, podríamos decir que casi siniestro.

R: Sí, algunas veces es un poco crudo, pero eso es lo que pasa en la vida real y lo que hace que el público sienta la película como cercana a sus propias experiencias de la vida. Manual de un tacaño sigue el modelo de los cuentos de hadas: dentro de ellos, entre líneas, hay siempre un conflicto tremendamente dramático... Creo que esos son unos resortes muy beneficiosos para una comedia.


P: Eso se refleja en el enfoque estético de la película, en los decorados y en las luces.

R: Si, esos elementos refuerzan la historia. Antes hemos hablado del miedo; pues bien, la forma en que está decorada la casa de mi personaje es algo que asusta. Como es un tacaño, solo usa la luz del día o la de las farolas de la calle. Como es un tacaño, los muebles no han cambiado ni un ápice desde que murieron sus padres. A los productores les daba un poco de miedo esa faceta lúgubre, teniendo que cuenta que las comedias normalmente son muy coloridas. Pero, de pronto, pensé justo lo contrario, que era algo que reforzaba la idea de la película y me daba una especie de joyero cómodo donde actuar... Me gustaría resaltar el increíble y meticuloso trabajo de Laurent Dailland, el director de fotografía de Manual de un tacaño, que supo combinar sus conocimientos técnicos con la visión del mundo de Fred Cavayé.


P: Un departamento donde se ahorró mucho en la película fue el de vestuario porque te pasas casi toda la película con el mismo jersey de cuello alto y un traje de tweed.

R: Te olvidas de mi magnífica camiseta con el eslogan "¡Vivagel, claro!". Cuando Fred me dijo en un ensayo que era inútil plantearse otra ropa que no fuera ese traje infame, que era perfecto, le pregunté si estaba seguro, teniendo en cuenta que lo iba a llevar puesto durante tres meses. Al final, tenía razón: es un traje real, una segunda piel. Forma parte del todo, de la tacañería del personaje y de su filosofía de la vida, de la gente y de las cosas. El jersey de cuello alto le libra de coger catarros y de tener que gastar dinero en medicinas.


P: Hablemos un poco sobre la profesión de tu personaje, la de violinista. ¿Tuviste que aprender algunas lecciones básicas de cómo tocar un instrumento tan difícil?

R: Sí, claro, la posición de los dedos, a cogerlo, a afinarlo.... Tuve una excelente profesora, Sarah Nemtanu, la concertino de la Orquesta Nacional de Francia, que incluso consiguió que tocara... Yo estaba totalmente decidido a aprender a tocar notas reales en el instrumento y no simplemente a hacer que tocaba pasando el arco por las cuerdas. Me parecía algo importante, porque el talento de Gautier como violinista es algo que salva al personaje. Actúa como un imbécil en la vida cotidiana, pero es un virtuoso tocando el violín, aunque probablemente su roñosería le ha impedido ser un artista extraordinario. Por eso, quería que fuera creíble... El hecho de tocar la guitarra me ayudó, bueno, al menos a que no me sangraran los dedos después de una semana tocando. La verdad es que aprender esas cuatro nociones básicas del violín me costó bastante trabajo y también ¡dolor de oídos a mi familia! Sin embargo, me enganché... y sigo recibiendo clases de violín.


P: Volvamos a Fred Cavayé. Aparte del hecho inicial de que querías trabajar con él, ¿cómo le viste una vez en el plató teniendo en cuenta que tú eres también director?

R: Me encanta cuando un director me demuestra que sabe dónde quiere ir, dónde quiere llevarme... Fred no solo sabía dónde quería ir, sino que te lleva a ti también con una energía increíble. La verdad es que solo tiene un defecto: es de Bretaña. Y siendo del norte, me parece que se siente un poquito demasiado orgulloso de eso. Ahora en serio, leímos juntos el guion varias veces y eso hizo que nos compenetráramos mucho más a la hora de hacer la película. Por ejemplo, cuando hubo que seleccionar a la actriz para hacer el papel de mi hija, me ofrecí a participar en las pruebas de pantalla y darles las entradas a las candidatas. Lo normal, y por desgracia, es que el casting se haga por separado y cuando empieza el rodaje, no siempre funcionan las combinaciones de actores.


P: Así que Noémie Schmidt fue la actriz que sobresalió para hacer el papel de Laura.

R: Sí, todas las candidatas eran fantásticas, pero ella destacaba. Creo que está inmensa en las escenas sensibles. Es una actriz increíble, muy madura para su edad y tiene alma para la interpretación. Y otra de sus grandes cualidades es que es suiza, ¡como mi mujer!


P: Esto me recuerda que tenemos que hablar de la actriz que interpreta a tu prometida en Manual de un tacaño, Laurence Arné.

R: Por mencionar otra vez a mi mujer, Yaël, ella fue la que me habló de Laurence. Es una fan apasionada de los reportajes que Laurence hace para Canal+ y fue quien me la descubrió.

Nos conocimos en el festival de Alpe d'Huez y cuando Fred me habló de ella para hacer el personaje de Valérie, me puse eufórico. El papel de Laurence es estupendo. Me encanta esa faceta infantil que tiene y que da pie a muchas situaciones cómicas. Podríamos decir que probablemente ha tenido muchas decepciones con los hombres porque ha elegido mal, y encima se vuelve a equivocar ¡enamorándose de mí! Valérie ve el virtuoso de violín que hay en François y probablemente siente el dolor que hay en él y también su humanidad aunque está enterrada en lo más hondo.


P: Hay también un elemento en Manual de un tacaño que tiene similitud con tus películas: la cuidadosa selección de los personajes secundarios. Fred Cavayé no solo eligió a actores buenos, sino que descubrió también caras y personajes interesantes.

R: Es verdad, desde mi banquero a mi exmujer, pasando por todos mis vecinos. Fred ha hecho un trabajo extraordinario en lo que se refiere a la puesta en escena. Yo creo que en esta película, no hay papeles pequeños. Todos los personajes son importantes porque refuerzan la calidad de la historia al transformar la comedia en algo emotivo. Eso requería un reparto muy creíble... Por cierto, uno de los actores de Manual de un tacaño trabaja en mi película, Raid Dingue. Es Jacques Marchand, el señor mayor vecino de François, que en mi película interpreta a un jefe de departamento jubilado.


P: Así que vas a volver a actuar y a dirigir en Raid Dingue. ¿Cómo ves Manual de un tacaño desde el punto de vista de "solo" un actor?

R: La primera vez que vi la película no estaba terminada. Todavía no había pasado la fase de gradación de color ni la de mezclas y, sin embargo, me conquistaron el humor y la emoción de la historia. Sinceramente, pocas veces me he visto a mí mismo como en esa película... Es un personaje formidable, Fred hizo un gran trabajo de dirección conmigo y supo llevar el barco a buen puerto, por mencionar otra vez sus orígenes bretones. Rodar esta película al mismo tiempo que estaba haciendo el trabajo de preproducción de mi propia película me supuso mucho trabajo durante esos meses, pero estoy muy contento con los resultados. Fred me ofreció un papel nada frecuente, que me permite lucirme más que en mis propias películas. Me hace reír y me emociona cuando me dice: "Estoy deseando ir a los cines para oír reír a la gente, ¡es algo a lo que no estoy acostumbrado!". Me alegro por él por anticipado porque sé que va a oír muchas carcajadas.


Entrevista a Laurence Arné

P: Empecemos por el principio, es decir, por tu personaje. ¿Cómo describirías a Valérie?

R: Yo diría que es una mujer joven muy sensible que se ha encerrado un poco en sí misma y que utiliza la música como una evasión, para protegerse del mundo exterior al que le resulta muy difícil enfrentarse... Su carrera como violonchelista la ha instalado en una especie de burbuja y cuando Valérie va al conservatorio, paradójicamente, es la música la que hace que se libere y se atreva a hablar con la gente, que conozca a François Gautier y se enamore... Creo que hay algo encantador en todo esto: al final, vemos cómo da rienda suelta a sus emociones. Al principio, se enamora del talento de François, que toca el violín mejor que nadie y con una extraordinaria generosidad.


P: Generosidad que contrasta claramente con su tacañería patológica.

R: Sí, pero ya sabemos que el amor es ciego y Valérie no se da cuenta de lo que se oculta detrás. Está locamente enamorada, es demasiado tarde. Para mí, es una mujer y una niña al mismo tiempo, una persona íntegra que está totalmente volcada en su relación con François, incluso cuando éste le da algunas pistas pequeñas de lo tacaño que es... Probablemente, no tiene ninguna relación amorosa anterior que le sirva de referencia para hacerle ver que este hombre tiene un problema serio con el dinero. Esto es lo que suele pasar en nuestras primeras relaciones amorosas; queremos creer en el amor y perdonamos a nuestra pareja casi cualquier cosa... ¿Sabes? Conozco a varias Valéries en la vida real, que te dan la impresión de que viven en su propio mundo. Poder crear a este personaje tan poco frecuente me resultaba fascinante, porque tenía que evitar que pareciera imbécil, ya que eso le habría hecho un flaco servicio a la historia de amor.


P: Tú misma eres pianista. ¿Crees que la música te puede abrir a otras personas, pero también te puede alejar de la realidad de algún modo, como en la película?

R: Sí, desde luego y veo un poco de mí misma en Valérie. La música juega un papel muy importante en mi vida; dependiendo de la situación por la que estoy pasando, me reafirma, me protege... Puedo pasarme encerrada en una burbuja musical varios días pero, por otra parte, puede sacudirme y empujarme a la acción y a entablar contacto con la gente. Soy muy vulnerable cuando escucho música, es más, con frecuencia me alucina el impacto que me produce un músico o un grupo cuando estoy receptiva a su música al cien por cien, como si eso hubiera sido escrito para mí aunque no es así, en absoluto.

Esos momentos de intensa vibración son mágicos y Valérie experimenta uno de ellos cuando oye a François Gautier tocar el violín por primera vez. Se siente totalmente anulada. Además, el hecho de ser violoncelista la hace mucho más frágil porque cuando actúas tienes que ser una cuerda extremadamente sensible para que las otras vibren.


P: Es un personaje interesante porque es diferente de la clase de papeles que te han ofrecido hasta ahora tanto en el cine como en la televisión y el teatro; raras veces has interpretado a una mujer tímida, casi introvertida.

R: Ya había explorado ese registro en la película À coup sûr, de Delphine de Vigan, donde interpretaba a una especie de "jovencita perfecta" que de repente ve cómo todo su mundo se viene abajo... Desde que empecé a trabajar como actriz, he hecho con frecuencia personajes infantiles que me permiten exagerar hasta el extremo sin caer en la vulgaridad. Debo tener todo el aspecto de una niña-mujer.


P: Dime qué supone para una actriz conocer a Fred Cavayé y trabajar con él.

R: Fue Michael Laguens el que me seleccionó para la película; los dos nos dimos cuenta de lo interesante que sería hacer una Valérie muy sensible y tremendamente tímida, así que trabajamos esa faceta antes de presentárselo a Fred, que vio inmediatamente cómo cobraba vida el personaje... De repente, los mecanismos que rodean a François Gautier y su historia de amor funcionan, sin que ella parezca tonta. Fred es un director que sabe perfectamente lo que quiere y muy meticuloso con su trabajo. Es un gran escritor y, durante el rodaje, fue capaz de volver a escribir las escenas teniendo en cuenta nuestros comentarios... Además, me encanta el cuidado con el que seleccionó a esos personajes secundarios tan reales, que tienen una existencia real en la película, desde el padre de Dany a su banquero o al hombrecito mayor que le presta el coche... Fred tuvo el acierto de dar esos papeles a actores inesperados y se negó a seleccionar a los que parecían más obvios; para él, el guion fue siempre la prioridad, hasta el final. Como actriz a las órdenes del director, es un placer dejarte guiar por alguien firme como una roca. Te inspira confianza simplemente fijándote en sus películas anteriores, lo cual es un alivio, pero también un reto.

Lo que quiero decir es que Fred rueda muchas escenas en una toma muy, muy larga, así que tienes que mantener toda tu energía al máximo durante todo ese tiempo. Eso es mucho mejor que obligarte a buscar un sentimiento para interpretar una escena dividida en varias tomas o un pick-up... Veo mi trabajo en el plató como desde una altura increíble y tienes que saltar y esforzarte al máximo. A esto súmale Dany Boon, que tiene un instinto para la comedia como ningún otro.


P: ¿Cómo fue trabajar con él? ¿Os conocíais?

R: Habíamos tenido un breve encuentro en el festival de Alpe d'Huez. Por supuesto, sabía que Dany era un actor fabuloso, pero tengo que confesar que me impresionó; tiene una presencia increíble. Entiendo perfectamente que le quisieran para hacer Manual de un tacaño, porque tiene un lado humano tan increíble que se las ingenia para ser el cabrón más encantador de la película y no dejar de ser absolutamente entrañable. No es fácil que alguien tan tacaño sea capaz de inspirar empatía y, sin embargo, él lo consigue. Algunas veces, expresa todo el sufrimiento de su personaje con una sola mirada... En el plató, a menudo vivía intensamente una secuencia mientras la rodaba y después cuando iba a ver cómo había quedado, me sentía más emocionada todavía.

En esta película, compartimos un montón de cosas y gracias a él, aprendí lo que es la generosidad entre actores y a dejarme llevar.


P: Has mencionado la emoción de la película, que en parte se debe a la interpretación de Noémie Schmidt en el papel de Laura...

R: Yo diría incluso que ilumina la historia. En la escena del conservatorio, los personajes están todos encerrados en sus propias burbujas y, de repente, Noémie trae el mundo moderno. Es la única que hace que Dany tome contacto con la realidad... Lo hace increíblemente bien y gracias a eso la película da un giro totalmente imprevisto para el espectador. La comedia se vuelve más emotiva.


P: Volvamos a ti. ¿Sientes como si hubieras dado un salto adelante en tu carrera profesional haciendo Manual de un tacaño, en términos de expectativas de público y de la importancia del proyecto?

R: No sé muy bien cómo contestarte... Todas las películas nuevas que hago son importantes para mí aunque soy consciente de la importancia de este proyecto concreto. Me encantó trabajar con Fred y con Dany, a los que admiro muchísimo. Aparte de eso, no tengo mucha idea de todo lo que rodea una película, aunque percibo la expectación en torno a Manual de un tacaño. Siempre resulta arriesgado anticipar las reacciones del público a la hora de hacer planes profesionales. Prefiero centrarme en mi trabajo, en mis proyectos personales y en los próximos rodajes. En cuanto al resto, ¡ya veremos!


P: Si te he entendido bien, hasta ahora no has seguido ninguna estrategia a la hora de seleccionar tus trabajos como actriz.

R: Sí, la estrategia de mi corazón. O siento algo o no lo siento. Después, si la película tiene éxito o no, eso es otro tema, pero siempre he creído en mis proyectos al cien por cien. Me encanta la comedia, pero tiene que haber algo que me conmueva en la historia o en los personajes; tiene que ser profunda. Al margen del diálogo y de las escenas, lo que más me gusta es que hable de los seres humanos actuales en toda su complejidad. Sea como sea el personaje, siempre hay una psicología detrás de él. Me encanta experimentar ese sentimiento de que algo funciona y avanza, que no me he equivocado de dirección.

Lo más extraordinario de Manual de un tacaño es que parte de un concepto con posibilidades cómicas que se materializan, añadiéndoles profundidad y personas reales que sufren. Es una película muy divertida y emotiva.


Entrevista a Noémie Schmidt

P: Cuando leíste el guión, ¿qué pensaste del personaje de Laura?

R: Es una mujer joven que enseguida me emocionó. Laura ha vivido toda su vida sin un padre y eso la ha marcado, pero lo que me gustó es que no deja que se trasluzca. En eso consiste la ambivalencia total del personaje. No conoce a su padre pero lo idealiza, está convencida de que trabaja para causas humanitarias... Eso le da una meta en la vida: es socia de Greenpeace, quiere ayudar a los demás de forma generosa. Esto era una idea muy consistente como punto de partida. He intentado convertir a Laura en alguien dulce y positivo, a pesar del dolor de la ausencia inicial de su padre y su verdadera forma de ser cuando finalmente lo conoce.


P: Sin contar nada del argumento de la película, podríamos decir que Laura esconde un secreto que vamos descubriendo a medida que la película avanza. En tu interpretación te las arreglas para no revelar nada y, sin embargo, dejas traslucir ese secreto.

R: Exacto, a eso me refería cuando hablaba de la ambivalencia. Laura se mueve permanentemente en el terreno de lo que no se dice; esa clase de insinuación me interesa mucho en el cine. Me gustan los personajes misteriosos, que no son demasiado obvios; eso es, precisamente, lo que hace que Laura no sea exactamente un personaje cómico. Gracias a esta mujer joven y estimulante y a la confianza que tiene en su padre, la historia da un giro y cambia de registro. En el fondo, resulta muy humano sentir afecto por alguien como François Gautier, que no parece tener muchas cualidades al principio. Laura quiere ver que es caritativo y con la ayuda de Valérie, que interpreta Laurence Arné, le hará cambiar a fuerza de amabilidad y afecto... En lugar de condenar a su padre por ser tacaño, Laura intenta comprender el origen de ese defecto, que ve como una debilidad que intenta curar. Considera que su padre se ha vuelto un ser infeliz y se ha aislado, y eso la conmueve. Creo que esta visión del personaje es importante, porque un defecto suele ocultar un temor o una tristeza.


P: Retomando la idea de las palabras no dichas, he oído que no le dijiste a Fred Cavayé que no tenías exactamente los 17 años que requería el personaje.

R: Es cierto, y fue todo un reto convencer a Fred y a Dany de que podía interpretar a una chica de esa edad... Dany estaba en el casting y yo sentía que la corriente tenía que pasar entre nosotros desde el principio. Estaba un poco agobiada, pero Fred me tranquilizó enseguida. Es una persona sincera, generosa y entusiasta, así que era más una cuestión de que me conociera que una necesidad de convencerle de que podía interpretar a una mujer más joven. Enseguida nos pusimos a hablar del guion y de cómo veía al personaje.


P: Después de esos comienzos, ¿cómo describirías el día a día en el plató con Fred Cavayé?

R: Me encanta la energía que tiene, con la que sería capaz de mover montañas, y que me transmitió durante toda la película, especialmente en aquellos momentos en los que sentía dudas o estaba un poco baja de tono. En esos casos, Fred siempre tiene algo positivo para decirte, te levanta el ánimo haciéndote sentir que confía en ti. Fred es un director con el que puedes hablar; durante el rodaje está abierto a las sugerencias y eso te permite probar distintos enfoques del personaje. Además, es muy divertido y eso es algo muy importante cuando ruedas una comedia. Es un hombre al que le encanta divertirse, reír y contar chistes. Consiguió crear un ambiente muy agradable en el plató. Yo conocía a Fred por sus películas de suspense, como Cruzando el límite, y pensaba que era alguien con una visión del mundo más pesimista, casi tormentosa. ¡Nada más lejos de la realidad! Sin embargo, eso no le impidió introducir algunos elementos en Manual de un tacaño que no pertenecen exactamente a la comedia pura, como las luces, la dirección y el ritmo de la película...


P: Otro de los momentos importantes de la película es tu encuentro con Dany Boon, que interpreta a tu padre, François Gautier.

R: Dany tiene dos facetas. En primer lugar, es un auténtico monstruo de la comedia, un actor al que da gusto ver cómo actúa, cómo reacciona e improvisa en el plató. Creo que supo aportarle muchos matices a su personaje: el humor, por supuesto, pero también las rarezas y el dolor. Aprendí muchísimo observando a Dany... Pero aparte de que sea una máquina desde el punto de vista de la interpretación, me encantó la forma en que me trató. Me animaba, me ayudaba y me tranquilizaba cuando me angustiaba. Es una persona ingeniosa, sensible y observadora que consigue ser muy atento con los demás y seguir concentrado en su trabajo de interpretación. Y no solo conmigo, sino con todo el equipo, con los actores, con los técnicos... Dany siempre ha tenido una actitud generosa y comprensiva conmigo. Se acuerda de lo que se siente siendo un actor joven frente a una estrella con experiencia. Incluso, estoy convencida que le hace feliz preocuparse por los demás y estar pendiente de ellos. Es obvio que para interpretar a François Gautier tenía que construir el personaje... ¡Imagínate, se reía de mis bromas!


P: También estabas rodeada de otros compañeros de rodaje magníficos, como Laurence Arné.

R: Me encantó su trabajo en los reportajes para la serie Filles d'aujourd'hui de Canal+; es una actriz cómica increíble. El personaje de Valérie en el guion de Manual de un tacaño era inicialmente un personaje más discreto, más plano, y ella consiguió darle un aire más excéntrico, casi de caricatura, sin dejar de ser completamente creíble y tierno. Laurence también me impresionó muchísimo y creo que Dany y ella hacen una pareja cinematográfica que funciona perfectamente. Eso mismo sucede con todos los personajes; los "pequeños papeles" de la película son fantásticos. Me gustaría resaltar el increíble trabajo del director de reparto, que logró encontrar a esos actores tan sorprendentes.


P: Has tenido un año increíble: debutas con La estudiante y el señor Henri con Claude Brasseur, te embarcas en la serie Versalles interpretando el papel de la mujer del hermano del Rey Sol y ahora apareces en el reparto de la comedia del otoño con Dany Boon. ¡Ha habido comienzos mucho menos espectaculares!

R: Desde luego, y me siento muy contenta cuando veo esos logros, porque es mi profesión y me encanta poder trabajar con gente que tiene un talento enorme y es maravillosa. Cada uno de estos proyectos me ha enseñado muchas cosas... Lo que más me gusta es entrelazar los caminos. Trabajar en Versalles, donde tuve que estudiar historia y las costumbres reales de la corte, después de hacer La estudiante y el señor Henri, que fue mi debut en un papel protagonista junto a Claude Brasseur, y rodar ahora esta película con Fred me ha dado la oportunidad de perfeccionar mis dotes interpretativas y descubrir otro mundo dentro del cine: es una experiencia única que me reafirma en mis ganas de seguir explorando películas y papeles siempre diferentes.