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Ekipo Ja cartel reducidoEkipo JaDirigida por Juan Muñoz
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El Ekipo Ja, un grupo de gitanos cabales capitaneados por el gitano Juan de Dios, está en posesión, sin saberlo, de un sello sagrado capaz de hacer que se cumplan los deseos de aquel que lo posea. Y quien desea poseerlo por encima de todo es la Marquesa, una extraña millonaria que no duda en utilizar a un astuto traficante italiano de obras de arte, perseguido por la policía y asociado con la mafia rusa, para quitarle el sello a Juan de Dios. Pero ni la Marquesa, ni el italiano ni los rusos, ni siquiera la Policía española, conocen la capacidad de Juan de Dios y sus hombres para liar las cosas y, de paso, liarse a sí mismos.

Sinopsis larga (todos los detalles)
Comandados por Juan de Dios, gitano cabal, el Equipo Ja se dispone a vender a Benvenuto, un traficante italiano de obras de arte asociado con la mafia rusa, un antiguo relicario desaparecido en la Guerra Civil. Pero durante la negociación, Juan de Dios y sus hombres descubren con sorpresa que el relicario es mucho más valioso de lo que creían porque el cofre contiene en realidad el sello sagrado de San Aturio, capaz de conceder a quien lo posea los deseos que solicite; entre ellos, el don de la eterna juventud.

Enfadada por el regateo, Kalinka, jefa del comando ruso que trabaja para Benvenuto, se apodera del papa y amenaza con volarle la cabeza, mientras Juan de Dios, que reacciona inmediatamente, hace lo propio con el mismísimo Benvenuto y amenaza con descorcharle la sesera.

Finalmente, se produce un acuerdo: todo se decidirá a la carta más alta.

Tras el tenso juego, Juan de Dios consigue quedarse con el cofre, con el papa y con el chalet de Benvenuto. Molestos, los rusos de Kalinka desenfundan sus armas, pero un ardid de Vidalito, el informático del Equipo, logra salvar la situación.

Pero ni Benvenuto ni Kalinka son los verdaderos cerebros de la “operación San Aturio”. Quien los ha contratado para hacerse con el cofre es La Marquesa, una extraña millonaria convencida de que el sello le otorgará el don de la eterna juventud.

La Marquesa está siendo vigilada por Gamero y Pelayo, peculiares policías españoles que no tienen nada contra ella, pero que quieren atrapar a Benvenutto, al que persiguen desde hace años.

Juan de Dios y sus gitanos se disponen a tomar posesión del chalet que han ganado, situado cerca del de La Marquesa, cuando se encuentran con los rusos y con el italiano, dispuestos a recuperar el cofre. La aparición de los policías Gamero y Pelayo, que acuden al rescate, y de García y Marcos, vigilantes de la urbanización, provoca un intenso y divertido tiroteo. Benvenutto escapa dejando abandonados a los rusos, que se ven obligados a huir.

Pero las sorpresas no han terminado: la repentina aparición de Reyes, prima lejana de Juan de Dios, que viene acompañada de su hija María Isabel y del Richal y Soraya, hijos de Juan de Dios, despierta en el jefe del Equipo Ja un antiguo y dormido amor.

La escena del reencuentro no pasa desapercibida a Benvenutto, que realmente no había huido, sino que había permanecido oculto vigilando a los gitanos.

El Equipo Ja disfruta de su nuevo chalet, aunque Juan de Dios parece disfrutar más de la compañía de Reyes. Mientras los rusos se dirigen a casa de la Marquesa, Ruperta, la asistenta del chalet, convence a Juan de Dios para que regale el cofre a la Marquesa y haga así relaciones vecinales. Juan de Dios acepta, aunque regalándoselo a un buen precio.

En casa de la Marquesa, que continúa vigilada por Gamero y Pelayo, los rusos se disculpan ante la millonaria por no haber conseguido el cofre y echan la culpa a Benvenutto. Al salir, observan a Juan de Dios caminando a casa de la Marquesa con el cofre en la mano, y se esconden.

Juan de Dios y la Marquesa están en pleno regateo cuando aparecen los rusos, dispuestos a deshacerse de Juan de Dios y a quedarse con la reliquia. Aparecen entonces, haciéndose pasar por antenistas, Gamero y Pelayo. Justo cuando los rusos van a acabar con ellos, irrumpe providencialmente en la casa MANSIMINO, un simpático vecino de la urbanización que, acompañado de una multitud de personajes, invita a los nuevos vecinos a una fiesta de bienvenida y propone a Juan de Dios que elabore un número sorpresa.

La situación se ha salvado por los pelos, y Juan de Dios y los policías pueden salir de la casa.

Pero su rápida salida es observada por Benvenutto, que decide ir al chalet de Juan de Dios.

La fiesta en los jardines de Mansimino es esplendorosa. Están Kalinka y su lugarteniente, los policías disfrazados, el Equipo Ja, la Marquesa y su extraño mayordomo... Falta Benvenutto, que ha decidido ir a casa de Juan de Dios. Pero no es el único: una parte del comando ruso ha tenido la misma idea y se ha dirigido al chalet, donde los niños, acompañados por Cassiano, libran una dura batalla contra ellos.

Mientras tanto, la fiesta avanza y la relación entre Juan de Dios y Reyes parece que también. Todos se vigilan.

A pesar de pequeños inconvenientes, como que el papa cae de cabeza a la gran queimada, el número que Juan de Dios ha montado con sus hombres para la fiesta resulta espectacular. Inenarrable.

En el chalet El Pelotazo, la batalla termina. Cassiano y los niños han vencido a los rusos, pero entonces entran en escena Benvennutto y su chófer y les arrebatan el cofre.

Tras el espectacular número de los gitanos en la fiesta, y tras una corta pero intensa aventura del papa con Ruperta, en la que recupera el habla, aparecen en los jardines Cassiano, Richal y María Isabel e informan a Juan de Dios de que Benvenutto se ha llevado el cofre, pero de que no era el verdadero. El verdadero lo tiene el papa.

En su coche, Benvenutto abre el cofre y descubre el cambiazo. Cabreadísimo, pone rumbo a la fiesta.

En la fiesta, Kalinka y su lugarteniente arrebatan el cofre el papa; luego, Kalinka se lo arrebata a su lugarteniente y la Marquesa se lo arrebata a Kalinka, pero a la Marquesa se lo arrebata el Tío Matías, y al Tío Matías se lo arrebata Benvenutto; pero a Benvenutto se lo arrebata el mayordomo de la Marquesa y, al mayordomo, en un arrebato, se lo arrebata Juan de Dios.

Finalmente, el cofre volverá a su legítimo dueño, San Aturio, que, al parecer, tampoco ha querido perderse la fiesta y que, a pesar de todo su poder, le pide a Juan de Dios un favor muy particular.