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Cocalero cartel reducidoCocaleroDirigida por Alejandro Landes
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Selección Oficial Sundance Film Festival 2007.

Documental sobre la figura de Evo Morales Cocalero, dirigida por el ecuatoriano Alejandro Landes.

Cocalero es un retrato íntimo del indio aymara Evo durante su campaña electoral a lo largo y ancho del país hasta llegar a convertirse en el primer presidente indígena de Bolivia.

Visión del director
Lo que me atrajo fue la relevancia histórica de la improbable apuesta de Evo: convertirse en el primer presidente indígena de un país que más de 500 años después de la llegada de Colón continuaba viviendo en un auténtico apartheid. La historia personal de Evo parecía reflejar las complejidades de Bolivia y su lugar en el mundo. Bolivia me parecía una especie de campo de batalla regional: un país de tan solo nueve millones de habitantes, pero con gigantescas reservas de gas natural y miles de hectáreas de sembrados de coca.

Llegué a La Paz por primera vez la mañana del día uno de octubre de 2005, a ochenta días de las elecciones.

Inicialmente esperaba que la narración siguiera líneas raciales y étnicas, pero una vez que empecé a filmar, llegué a conocer la relación de Evo con los cocaleros, agricultores de coca altamente organizados en un sindicato. Este movimiento nace de la defensa de sus cultivos durante la violenta guerra norteamericana contra las drogas y es la raíz de la fuerza política de Evo.

Lo que emerge en Cocalero es una película centrada en dos protagonistas. Evo Morales y Leonilda Zurita. Mientras el retrato de Evo habla de la humanidad y las idiosincrasias que sustentan la lucha de un hombre por el poder, el rol de Leonilda como líder sindical cocalera da voz a la gente que lo lleva a ese lugar.

La película se filmo en estilo verité, con cámara en mano, sin iluminación artificial ni narración en off. La meta fue mostrar las diversas capas, matices y tonos de gris que coexisten en este escenario humano particular, pintando un cuadro vívido del fenómeno político y al mismo tiempo elevando una pregunta histórica.

Notas de producción
Oí hablar por primera vez de Evo Morales en el verano del 2002, cuando era pasante en The Miami Herald. Bolivia estaba paralizada por protestas callejeras en ese momento y el gobierno acusaba a Evo de instigador. Mi trabajo ese día consistió en ponerle en contacto con un periodista para una entrevista telefónica. Le localicé aquella noche ya muy tarde y el periodista tomó unas notas rápidas para el artículo del día siguiente. Nada memorable fue dicho o escrito ese día, pero hubo algo que llamó mi atención.

En Agosto de 2003, empecé a trabajar en el programa "Oppenheimer Presenta" y durante mi primera semana Bolivia volvió a ser noticia: el presidente Goni Sánchez de Lozada huía a Estados Unidos después de que su gobierno reprimiera nuevas protestas callejeras, dejando un saldo de varios muertos. Goni nuevamente señalaba a Evo como el causante del caos, acusándolo de liderar un golpe de estado.

Invitamos a Goni al programa y teníamos a Evo vía satélite. Recuerdo que me impactó el contraste dramático presente en el escenario de ambas caras de América Latina: una blanca, educada en Estados Unidos y firme creyente de las leyes del libre mercado. La otra: indígena, de un líder sindical sin educación formal que visceralmente denuncia el imperialismo norteamericano. Durante el programa, mi atención se focalizó en una bandera, clavada en la pared de detrás de Evo, tejida a mano, torcida y que azarosamente proclamaba "Evo Presidente".

Decidí hacer un film sobre Evo en Junio del 2005 cuando el presidente interino de Bolivia llamo a elecciones anticipadas. Las primeras encuestas daban a Evo el segundo lugar y yo me apresuré a disponer de medios para ir a filmar su campaña, sin saber aún como conseguiría acceso a ella.

Acompañado por Jorge Manrique Behrens, fotógrafo venezolano-español, y con el apoyo de una pequeña compañía de producción de Los Ángeles (Fall Line Films) llegue a Bolivia en octubre y pedí una entrevista con un miembro del equipo de comunicación de Evo. Ella creyó que no llegaríamos muy lejos con nuestra idea pero nos llevó a la oficina de Evo en el Congreso. Nos sentamos allí y esperamos horas y horas, mirando el enorme óleo de Evo y la bandera multicolor que adornaba el despacho.

Evo entró apresuradamente con varios papeles en la mano, en sus habituales vaqueros y cazadora azul y puso a toda la oficina inmediatamente en marcha. Yo le entregué nuestra propuesta por escrito, pero, antes de que pudiera terminar de contarle nuestro plan, nos dijo que nos reuniésemos con él al día siguiente a las 5 de la mañana en la puerta de las oficinas del MAS (Movimiento Al Socialismo). No hubo un encuentro formal, simplemente nos echó un vistazo rápido y nos dió un 'si' intuitivo. Un 'si' que debimos trabajar y negociar cada día a partir de aquel momento.

Al principio, éramos Evo, su leal chofer Javier, Jeannette, la inteligente secretaria y nosotros. La prensa internacional no había aparecido aún y nosotros seguíamos a Evo a remotos pueblos mineros, viéndole transformarse del hombre sentado en el asiento delantero del auto al orador enardecido, que elevando su índice derecho al cielo hacía promesas viscerales de algo mejor. Su retórica, una mezcla de anécdotas personales con slogans populares conseguía reunir una mezcla de fervientes seguidores, curiosos ocasionales y aquellos que nos decían fingiendo indiferencia que jamás se le permitiría a Evo ganar. Nada parecía concreto, había rumores de atentados contra Evo y la fecha de las elecciones cambiaba constantemente.

El escenario también era impactante. Nuestras andanzas por precarias rutas revelaban la belleza cruda e indómita de Bolivia. Con modestos fondos para la campaña, pero con una visión pragmática, Evo se acercaba tanto a remotas comunidades rurales como a votantes urbanos, convirtiendo la campaña en un intenso recorrido por todo el país.

Este escenario, tan diverso y contradictorio como su gente, reflejaba las tensiones del país. La conexión entre el paisaje y nuestros personajes se convirtió en un ingrediente importante de la narración.

Había adicionalmente un elemento iconográfico en el paisaje que cautivó mi atención: banderas cubanas, desteñidos retratos del Che, banderas wiphala, habitualmente utilizadas por las etnias de los Andes, de colores muy vivos, la imagen del subcomandante Marcos como salvapantallas del portátil del jefe de campaña, murales con imágenes de líderes indígenas revolucionarios como Bartolina Sissa y Tupak Katari. El entorno nos hablaba tanto de la situación política presente de Latinoamérica como de sus fantasmas.

Durante las primeras semanas, Evo parecía muy seguro de sí mismo, aun cuando las primeras encuestas lo ubicaban segundo, frente al ex-presidente Jorge 'Tuto' Quiroga, un ingeniero graduado con un MBA en Estados Unidos.

Continuamos filmando a Evo, disfrutando del acceso a la parte no pública de la campaña del MAS, hasta que una mañana fuimos acusados de ser agentes de la CIA. Sorprendentemente, no fuimos expulsados pero a partir de ese momento Evo se volvió más frío y evasivo con nosotros. Su gente hizo lo mismo. Era una acusación difícil de desmentir y mi doble nacionalidad y la de Jorge no ayudaban mucho.

Después de una serie de intentos fallidos para recuperar su confianza, nuestro equipo técnico local renunció. La etiqueta de la CIA nos estigmatizaba y perdimos un cámara y un técnico de sonido.

En ese momento Jorge y yo decidimos pasar más tiempo en el Chapare, la tupida jungla en el departamento de Cochabamba que es la sede del sindicato de cocaleros. Habíamos acompañado a Evo allí anteriormente, durante la reunión mensual del sindicato que él preside. En nuestra primera visita habíamos conocido a Leonilda Zurita, confidente de Evo y líder del sindicato de mujeres cocaleras. En cuanto llegamos al Chapare la llamamos y ella amablemente nos invitó a quedarnos en su casa, bien adentrada en las plantaciones de coca. Leonilda era además candidata del MAS a senadora suplente por Cochabamba. Ella nunca dudó de nuestras intenciones y la seguimos tanto a eventos de campaña y reuniones sindicales, como a sus tareas domésticas.

Leonilda fue una estupenda guía hacia el mundo de los cocaleros, hacia los miles de agricultores indígenas que viven del cultivo de la hoja de coca y que ahora fuertemente unidos intentaban frenar la erradicación forzosa. A través de ella pude conocer los fundamentos económicos de la producción de coca y el efecto palpable en la vida cotidiana boliviana de la política exterior estadounidense y su guerra contra el narcotráfico.

No hubo un momento ni una razón evidente por la cual Evo nos permitiera nuevamente acceso a su intimidad. Le pedimos presenciar algunos eventos y el no se opuso. Volvimos a acercarnos y nuestra relación mejoro notablemente y hasta nos invito a acompañarlo a la anti-cumbre en Argentina donde junto a Chávez y Maradona formaba parte de una protesta anti-Bush y el propuesto ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).

Aunque la presencia de Evo en Argentina causó mucha controversia en Bolivia, él continuaba arriba en las encuestas, aventajando al candidato conservador por pocos puntos, según encuestas oficiales. Su status como posible ganador y futuro presidente aymara atrajo a la prensa internacional que llegó a Bolivia y otorgó a Evo una presencia extraordinaria en los medios extranjeros. Lo que había empezado como una gira de pocos en un solo auto se convirtió en un convoy de treinta vehículos, una tropa que Evo llamaba los "paparazzi". Había mucho ruido pero también mucho para observar tras bambalinas.

Finalmente desembarcamos en Buenos Aires con 120 horas de material y armamos una coproducción: Bolivia/Argentina. Argentina es un país con una cultura cinematográfica talentosa y una sensibilidad apasionada por la situación de la vecina Bolivia. Durante la post-producción, la película fue reuniendo las colaboraciones entusiastas de una variedad de nacionalidades: argentina, cubana, colombiana, mexicana, brasileña, venezolana, boliviana, ecuatoriana, y norteamericana. Esto otorgó una identidad única y múltiple a la película: una perspectiva a la vez local y universal, que refleja la creciente conciencia colectiva de un continente.