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Mein führer cartel reducidoMein führerDirigida por Dani Levy
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Diciembre de 1944: la "guerra total" está tan bien como totalmente perdida. Goebbels, sin embargo, no está dispuesto a ser derrotado tan fácilmente. Durante el día del Año Nuevo, se supone que el Führer debe reactivar el espíritu de lucha del público con un discurso agresivo. El único problema es que el Führer no puede hacerlo. Enfermo y depresivo, evita el contacto con el pueblo. La única persona que ahora le puede ayudar es su antiguo profesor de interpretación, Adolfo Grünbaum… un judío.

Goebbels le traslada en secreto a él y a su familia del campo de concentración de Sachsenhausen y a la cancillería del Reich. El tiempo se agota - el Führer tiene sólo cinco días para volver a estar en plena forma…


Sinopsis larga
Es 25 de diciembre de 1944. Berlín está en ruinas. La guerra total parece estar totalmente perdida. El Ministro de Propaganda, el Doctor Joseph Goebbels (Sylvester Groth) sabe que el país necesita ánimos y él ya tiene una idea. El Führer (Helge Schneider) realizará el discurso de Año Nuevo apasionadamente agresivo delante de un mural de fondo que muestra a Berlín intacta.

Esto será difundido en el Show Semanal por todo el país y conseguirá movilizar otra vez a las masas para la guerra. El punto débil: Adolf Hitler es, actualmente, una sombra de su antigua "Grandeza". Desmoralizado y depresivo, se oculta en su oficina y evita cualquier contacto con el público. La única persona que todavía puede ayudarle es el actor judío Adolf Grünbaum (Ulrich Mühe), que había dado a Hitler clases de interpretación al principio de su carrera política.

Bormann: "¿Sería usted tan amable de dejarnos participar en su plan secreto, Sr. Reichminister? ¡¿No tenemos a los mejores actores y directores del mundo, que también resultan ser arios?! ¿Liebeneiner, Harlan, Rühmann, Minetti? ¿Por qué él entre todos?"

Goebbels: "Necesitamos a alguien que puede activar la mayor obsesión de nuestro Führer, que es su odio. ¿Por qué debería yo enviarle a alguien que le guste?"

Entonces, un asombrado Grünbaum es retirado del campo de concentración de Sachsenhausen y llevado a la cancillería del Reich. Antes de que Goebbels lo reciba y le explique su plan, Grünbaum es enviado a tomar una ducha y a comer un sandwich de queso y jamón. Grünbaum acepta el trabajo, pero con la condición que su esposa Elsa (Adriana Altaras) y sus hijos Adán, Judith, Jakob y Benny sean también retirados del campo de concentración y se les permita vivir con él bajo el mismo tejado. Goebbels acepta.

Grünbaum a su esposa: "Hitler está KO. Le he visto; está destrozado. No tengo un plan aún, pero déjame juguetear con la situación". Al principio de su "colaboración", Grünbaum se presenta con un chándal para Hitler y le recomienda que haga ejercicios de relajación. Durante el día Grünbaum trabaja con el Führer, mientras por la tarde su familia le fuerza a justificar su trabajo, ya que les cuesta aceptar que no use esta oportunidad para matar al Führer. Pero Grünbaum, con su sentido judío del humor, ve la empresa como un juego: "No le ayudo, solamente le hago de tutor".

Hay ya un incidente durante el primer día, cuando el Führer provoca repetidamente a su profesor: "¿Por qué no se defiende usted? ¿Por qué no se defiende el judío?" Grünbaum pierde el control y aporrea a Hitler, que se derrumba inconsciente sobre el suelo. Sobresaltado, Grünbaum cree que su destino está sellado. Pero cuando Hitler recobra el conocimiento, el acto violento de Grünbaum no tiene consecuencias. Lo que ninguno de ellos sabe es que sus acciones están siendo observadas por Goebbels, Speer (Stefan Kurt), Himmler (Ulrich Noethen) y Bormann (Udo Kroschwald) por un espejo de dirección única en la pared. Uno está particularmente preocupado sobre lo que el judío le hace al Führer: Albert Speer. Apenas puede mirar lo que está sucediendo.

Mientras tanto, Grünbaum comienza a aplicar psicoterapia, en el curso de la cual Hitler es conducido a su difícil niñez. Una oportunidad favorable surge cuando el Führer cierra sus ojos: Grünbaum agarra silenciosamente un pisapapeles de hierro y retira su brazo hacia atrás para golpear de muerte a Hitler. En aquel momento sin embargo, las memorias traumáticas hacen llorar a Hitler y por primera vez Grünbaum ve detrás del monstruo inhumano al humano lamentable, lo que le hace bajar el arma asesina. Durante el curso de su trabajo juntos, este efecto vaivén en el equilibrio de poder entre el "gran" Führer y el "insignificante" actor judío se repite una y otra vez, con la subsecuente montaña rusa emocional que deja sus marcas en la cara de Grünbaum.

Goebbels: "Cuando usted llegó de Sachsenhausen, tenía mejor cara".

Grünbaum: "Sí, sí, la vida de campo…".

Goebbels: "Es mejor que su reputación".

Grünbaum siente su creciente importancia y exige un precio mayor - la liberación de todos los prisioneros de Sachsenhausen. Goebbels está está fuera de si por este intento de extorsión y envía a Grünbaum y a su familia de nuevo al campo. Pero cuando Hitler rechaza un cambio de profesores y exige "a su" judío de vuelta, Goebbels se ve forzado a ceder. Devuelve a Grünbaum a la cancillería del Reich y pretende ceder a sus condiciones. Mientras tanto, Goebbels y Himmler planifican un intento de asesinato contra el débil Führer: una bomba será colocada bajo la tarima del escenario y Grünbaum será denunciado como el asesino.

Ahora las "sesiones" comienzan a intensificarse. Grünbaum indica a Hitler que se ponga a cuatro patas y ladre como un perro. Ninguna humillación es demasiado grande para Hitler, que cada vez expresa más abiertamente sus sentimientos íntimos y habla más sobre las humillaciones sufridas a manos de su padre. Fuera, sus seguidores parecen cada vez más preocupados sobre el curso de los acontecimientos, pero Goebbels les asegura que el Führer no está haciendo el ridículo si no todo lo contrario, está siendo educado con las reglas más modernas del arte del actor.

Himmler a Goebbels: "¿Tiene la situación bajo control, Sr. Reichsminister? ¿Me refiero también a la situación en cuanto a las emociones del Führer? ¿Y las emociones de los judíos? Usted conoce el poder de emociones". Hitler está encantado: "La eterna juventud es mía de nuevo. ¡El judío lo está haciendo muy bien!".

Albert Speer, que ha estado escuchando disimuladamente sobre Goebbels, pero sólo ha entendido una parte de la conversación, advierte a Hitler sobre el complot de presunto asesinato de Grünbaum cuando el Führer buscaba relajación durante un baño de espuma. Hitler al principio se muestra reacio a creerle, pero esa misma noche se enfrenta a Grünbaum. Aun y así, se permite ser rápidamente convencido de la absurdidad de la acusación. Su humor cambia rápidamente y pronto se encuentra gimiendo sus penas al pie de la cama de Grünbaum: "Estoy tan solo… el año nuevo… la situación internacional… tantas vidas perdidas…" Como un niño que ha tenido una pesadilla, Hitler se desplaza bajo las sábanas de Grünbaums, donde Elsa Grünbaum primero le canta una nana judía y luego más tarde, cuando se duerme, presiona una almohada firmemente contra su cara. Justo a tiempo, su marido la frena de asfixiarlo: "Harías exactamente lo que él hace… matarías a un ser humano indefenso", resuena la cortante acusación de Grünbaum.

La mañana siguiente supone el día trascendental del discurso de Hitler. Durante los últimos preparativos de la transmisión, la mitad del bigote de Hitler es afeitado por casualidad, lo cual le pone tan nervioso que pierde su voz por completo. Ahora Grünbaum, oculto bajo la tarima con un micrófono, realizará el efusivo discurso a las masas mientras el Führer sincroniza sus labios, hace gestos desesperados e imita con furia los movimientos desde la tarima.

Pasado algún tiempo, sin embargo, Grünbaum comienza a desviarse del texto del discurso escrito y practicado, y presenta una interpretación completamente diferente de la situación de Alemania, que, viniendo de los labios de Hitler, deja a la masa visiblemente asombrada