Cinemanía > Películas > La conspiración > Comentario
Destacado: Llega a las salas de cine 'Cazafantasmas: Imperio helado'
La conspiración cartel reducidoLa conspiración(The conspirator)
Dirigida por Robert Redford
¿Qué te parece la película?

LA CONSPIRACIÓN es un thriller que se basa en los hechos que marcaron para siempre la historia de los Estados Unidos.

Dirigida por Robert Redford, escrita por James D. Solomon y producida por The American Film Company en asociación con Wildwood Enterprises, la película cuenta con un reparto estelar encabezado por James McAvoy y Robin Wright en el que también destacan Kevin Kline, Evan Rachel Wood, Tom Wilkinson, Alexis Bledel, Danny Huston, Justin Long, Colm Meaney y James Badge Dale.


Un impactante atentado
LA CONSPIRACIÓN explora la reacción de todo un país frente a lo que, por aquel entonces, fue el crimen más horrible jamás perpetrado en la historia de los Estados Unidos: el asesinato del presidente Lincoln. "La película plasma los tenaces esfuerzos llevados a cabo por impedir que la fragmentación política del momento fuera a peor", explica el director Robert Redford. "El país estaba profundamente dividido, no solo entre el Norte y el Sur, sino incluso dentro del propio gobierno: se enfrentaban los partidarios de castigar con condenas y sanciones al derrotado Sur (medidas que generarían sufrimiento y rencor entre los confederados), y los moderados como Lincoln, que abogaban por una reconstrucción del país basada en la reconciliación".

El productor Brian Falk confiesa que, al igual que sus socios de la The American Film Company, quedó intrigado por los insensatos esfuerzos del magnicida Booth por "decapitar al gobierno federal. Es el tipo de historia que todos creen conocer pero que, en realidad, nadie conoce. Todos saben que Abraham Lincoln fue asesinado por un actor que se llamaba John Wilkes Booth. Pero lo que la gente ignora es la vasta y compleja conspiración que había detrás del asesinato".

LA CONSPIRACIÓN cuenta la historia de Mary Surratt, la única mujer presuntamente implicada en la conjura para matar a Abraham Lincoln. Los conspiradores, entre los que se halla el hijo de Mary, John, se reunieron en la pensión donde algunos de ellos se hospedaban. ¿Planearon el asesinato durante esas reuniones? ¿Estaba Mary al corriente de todo? Es más, ¿participó ella en la conspiración?

Hoy en día, el enigma perdura. James Solomon, guionista de LA CONSPIRACIÓN, tiene muy claro que la acusación la consideraba culpable. "No tengo la menor duda de que tanto el secretario de Guerra, Edwin Stanton, como el auditor general del Ejército, Joseph Holt, estaban convencidos de su culpabilidad; sin embargo, estoy igualmente seguro de que su abogado defensor, Frederick Aiken, la creía inocente. La verdad tiene que hallarse en alguna parte entre estos dos puntos de vista; eso es lo que me gusta pensar, porque la ambigüedad es la posición más verídica".

El director, Robert Redford profundiza: "La película no aborda una sola conspiración, sino varias. Está la del asesinato, desde luego, pero también existe una maquinación guiada por el oportunismo político". Stanton, secretario de Guerra y uno de los consejeros más cercanos a Lincoln, era muy poderoso en el gobierno de la época. Con el secretario de Estado Seward gravemente herido y los demás miembros del ejecutivo aturdidos y afligidos por el luto, Stanton encabezó la investigación del crimen y el procesamiento de los conspiradores.

Tal y como apunta Redford: "Todos eran conscientes de que la rendición que acababa de poner fin a la guerra representaba, en el mejor de los casos, una paz endeble. Y el atentado venía a amenazar directamente esa paz (...). Stanton se apresuró a afrontar esta amenaza buscando una solución inmediata, definitiva y catártica. Aquello lo llevó a tomar atajos: supo convencer a las cúpulas militar y judicial para que apoyaran su iniciativa". Los esfuerzos de Stanton culminaron en un expeditivo juicio militar y con una ejecución sumaria. A todas luces, Stanton pretendía vengar públicamente la muerte de Lincoln, consolidar la unión nacional y hacer que el país dejara atrás el trágico suceso.


Un trasfondo emocional
Como telón de fondo de esas conspiraciones y maquinaciones políticas se halla, según Solomon, un profundo componente emocional: la historia de una madre y su hijo. "Tenemos a una madre que se encuentra en una situación desesperada al encontrarse básicamente abandonada por su hijo. Entonces, otro joven irrumpe en su vida y se convierte en su hijo sustituto. Y mientras que el verdadero hijo no acude a su rescate, es el sustituto el que la defiende y lucha por ella hasta el final".

Ese hijo sustituto no es otro que Frederick Aiken, un condecorado héroe de guerra del bando unionista que da sus primeros pasos en su carrera de abogado. Si bien en un principio defiende a Mary Surratt a regañadientes, acaba luchando por ella con uñas y dientes, enfrentándose a un sistema empeñado en ejecutarla con los demás acusados.

"En LA CONSPIRACIÓN, el curso de los acontecimientos aviva, tanto en Mary como en Aiken, una lucha emocional que pondrá en tela de juicio sus respectivas ideas del sentido del deber, del honor y de la lealtad. Esta cautivadora historia relata cómo se enfrentan a estos dilemas", añade Redford.

Solomon ahonda en este sentido: "Es una historia sobre patriotismo, honestidad y lealtades enfrentadas". Aiken, leal a Lincoln y a la causa unionista por la que luchó con valentía como capitán, trabaja junto a Reverdy Johnson (Tom Wilkinson), un letrado y senador sureño que, como el resto de los confederados, se ve obligado a prestar un aborrecido juramento de lealtad al término de la guerra. Pese a todo, Aiken admira a su mentor, comprende cuál es su deber de abogado y logra superar el rechazo que le inspiraban en un principio los presuntos asesinos. Conforme ahonda en el caso de Mary, cuestiona cada vez más sus propias lealtades hasta el punto de ser objeto del rechazo de la comunidad y de sus más cercanos amigos. Encuentra la horma de su zapato en Mary, una madre que defiende con firmeza la lealtad a su familia y, quizás también, a la causa sureña.


Un argumento histórico
LA CONSPIRACIÓN es el primer largometraje producido por The American Film Company (TAFC). Joe Ricketts, fundador de la sociedad de corretaje Ameritrade y cuya familia es propietaria de la franquicia de béisbol de los Chicago Cubs, creó la productora en 2008 con el fin de realizar películas comprometidas y fieles a la historia de los Estados Unidos. "La vida real suele ser más fascinante aún que la ficción", destaca Ricketts.

Según Solomon, guionista de LA CONSPIRACIÓN, "si Joe Ricketts no hubiera creado The American Film Company, esta película nunca habría visto la luz". La productora no trata los relatos históricos como reliquias del pasado. "La TAFC es consciente de la tremenda relevancia de esas historias y de su influencia en el presente", añade Solomon.

Como recuerda Falk, "el guión de LA CONSPIRACIÓN estuvo mucho tiempo circulando por Hollywood. Alguien lo tuvo entre las manos y pensó que debíamos echarle un vistazo. Sinceramente, creo que se trata del mejor guión inédito que he leído nunca".

De hecho, Solomon empezó a documentarse y a escribir LA CONSPIRACIÓN en 1993. "Cuando empecé el guión hace 18 años, casi todos cuantos lo vieron se quedaron sorprendidos: desconocían que subyacía una gran conspiración bajo el asesinato de Lincoln, que se perpetraron varios atentados aquella misma noche, que hubo centenares de detenciones, que un tribunal militar juzgó a los presuntos asesinos, entre ellos una mujer procesada probablemente por los crímenes de su hijo. “Una historia fascinante”, me decían, “pero demasiado desvinculada del presente”. Después del 11 de septiembre, rara vez volví a oír esa opinión".

Era exactamente el tipo de historias para el que la TAFC fue creada. Webster Stone, el tercer miembro del equipo directivo de la TAFC, hace hincapié en que la productora, en sintonía con su intención de explorar diversas épocas, seguirá apostando por películas que abarquen un amplio abanico histórico. Como señala Falk, "la realidad supera la ficción no solo porque es más sorprendente sino también más interesante".


Un despegue rápido
Los productores tenían muy claro que necesitaban a un director muy especial para este proyecto. "Requería a un apasionado por la historia, y en concreto por la del país", comenta Falk. "La verdad es que albergábamos pocas esperanzas de interesar siquiera a un director de la talla de Robert Redford, pero él, viendo que era una historia interesante y conmovedora, la leyó y respondió con tanto entusiasmo que dio el empujón definitivo para llevar la película a la pantalla". De hecho, Redford solo tardó cuatro días en leer el guión y solicitar una reunión.

"The American Film Company acudió a mí por la experiencia que tengo en el tipo de cine que ellos querían hacer", explica Redford. Habiendo trabajado como actor en películas como Todos los hombres del presidente (All the President’s Men) y Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and The Sundance Kid), como director en El dilema (Quiz Show), o como productor en Diarios de motocicleta (The Motorcycle Diaries) y Acción civil (A Civil Action), Redford consideró a la TAFC un aliado natural. "La historia está repleta de grandes relatos que a menudo parecen hablarnos del presente". Y añade: "Es más, una vez te sumerges en un episodio determinado de la historia, descubres que la versión comúnmente aceptada no se corresponde siempre con la realidad. Suele haber otra historia oculta detrás de la que te contaron, detrás de la que crees conocer".

A principios del 2009, y con Redford a bordo, todos estaban impacientes por ponerse manos a la obra. Y pese a que ya corriera la primavera, Redford quería terminar la película antes de que acabase el año. Jeremiah Samuels se enteró del proyecto a finales del mes de julio; leyó el guión enseguida y no lo dudó a la hora de implicarse. "Estamos hablando de un material de tanta calidad que, pese al poco tiempo del que disponíamos, dije que me encantaría hacerlo". Samuels, productor ejecutivo, recuerda que Redford, en su despacho de Wildwood Entertainment, le pidió su opinión acerca de la viabilidad del programa. "Bob me preguntó: “¿Crees que podemos tener la película acabada para la fecha prevista?”, y yo le contesté que en principio sí, pero que no podíamos dar ningún paso en falso. Y desde aquel momento, ha sido una verdadera carrera a contrarreloj."

"Nadie en ese despacho vio ningún motivo para retrasar el proyecto", rememora Falk. "No teníamos el reparto completo cuando empezamos, pero estábamos dispuestos a jugárnosla un poco porque todo el mundo estaba realmente entusiasmado". Aun así, añade: "El mayor desafío fue rodar una película histórica en el corto plazo del que disponíamos y recrear un mundo que ya no existía".


El resurgir del pasado
Pese al poco margen de tiempo para los preparativos, el equipo estaba decidido a hacer una película tan fiel a la historia como fuera posible. El primer paso lo había dado James Solomon con un guión muy documentado. El hecho de que hubiera sido periodista antes de guionista aportaba un gran valor al proyecto. LA CONSPIRACIÓN fue su primer guión para el cine. "Procuro llevar a cabo una investigación y cobertura exhaustivas", explica Solomon. Quizás se empleó demasiado a fondo, comenta, ya que empezó a trabajar en el guión con la misma edad que Aiken y vio la película rodada cuando era un poco mayor que Mary. El extraordinario trabajo de documentación que llevó a cabo empezó con el estudio de las auténticas actas del juicio y de todo libro que pudo encontrar sobre el tema. Y dado que eran pocos los escritos que reflejaban los testimonios directos de Aiken o de Mary, Solomon llegó a leer varios diarios de la época para asimilar el tono en el que la gente se comunicaba y se expresaba.

La atención que Solomon prestó a los detalles fue reforzada por los historiadores que, a instancias de la TAFC, contrastaron los datos y ofrecieron su asesoramiento para la creación de los decorados. La profundidad de sus aportaciones asombró a Solomon: "Esto supera con creces todo lo que habría podido imaginar. Cuando escribes dos o tres renglones de un guión, después necesitas un ejército de personas extremadamente competentes y comprometidas para plasmarlo en imágenes". Impresionado, recuerda: "Salieron a la luz nuevos detalles conforme trabajábamos, como las dimensiones exactas de la celda de Mary, el atuendo que llevaba o la tela de su ropa; hasta tal punto llegó la investigación". Por su parte, Falk añade: "Cada departamento de la producción ha realizado un gran esfuerzo para garantizar que lo que se ve en pantalla sea el reflejo más fiel posible del Washington de 1865".

Fue necesario adaptar al estilo de 1865 cada elemento que apareciera en pantalla, apunta Samuels, confirmando el gran desafío que supuso disponer de un periodo de tiempo tan corto. Afortunadamente, había suficiente material gráfico de la época en el que basarse. La fotografía fue inventada justo antes de que estallara la Guerra de Secesión, con lo que fue posible documentar exhaustivamente tanto las imágenes de la guerra como las de los combatientes. "Utilizamos una gran cantidad de fotografías para recrear con fidelidad el aspecto que tenía la gente de entonces, cómo se comportaba y vestía; o qué aspecto tenían las fachadas y los interiores de los edificios", comenta Samuels. Estas fuentes, unidas a los documentos históricos vinculados a este capítulo de la historia, constituían un buen punto de partida.
Todos, incluidos la diseñadora de producción Kalina Ivanov, la diseñadora de vestuario Louise Frogley y el director de fotografía Newton Thomas Sigel, han trabajado codo con codo junto a Redford para crear un conjunto visual acorde con las referencias fotográficas de la época. En las primeras reuniones creativas, acordaron que la película mostrase una versión realista de Washington, no una romántica. En este sentido, Ivanov apunta: "Creo que el mayor peligro para una película histórica es que acabe pareciéndose a una pieza de museo. Una de las cosas que Redford y yo hablamos desde el principio fue cómo daríamos a la película un tono descarnado y realista". Así lo ve Redford: "Cuando pensaba en cómo íbamos a representar al Washington de 1865, me daba cuenta de la dificultad de retratarlo de forma realista. Quería reflejar el aspecto rural y poco desarrollado que presentaba por aquel entonces, y a la vez mostrar lo poco que las cosas habían cambiado".


El color adecuado
Para ellos, el tono de color y la gama cromática de la película eran fundamentales para situar la acción en su contexto histórico. La película arranca con la profusión de colores propia de la celebración del día de la victoria. "Había banderas por todos lados, todo estaba teñido de blanco, azul y rojo", cuenta Ivanov. Pero los posteriores atentados traen consigo los tonos complejos y suntuosos del Teatro Ford, del domicilio de Seward y del hotel donde Johnson se hospedaba. "Nuestra intención era mostrar esa abundante paleta antes de diluir progresivamente los colores", es decir, cuando la acción se traslada a la prisión, al tribunal y al patíbulo, escenarios donde prevalecen tonos mas sombríos.

Ivanov añade: "Tom Sigel y Bob tuvieron la idea de desaturar la película". Redford explica que, puesto que "la fotografía era relativamente reciente cuando se celebró el juicio, cosa que tuvimos en cuenta cuando Tom y yo hablamos de la textura, el color y la luminosidad que queríamos para la película. Examinamos el uso del color y de la luz en la obra de Vermeer y Rembrandt, y de ahí llegamos a barajar la opción del autocromo. Aunque no se inventó hasta principios del siglo XX, esa forma prematura de fotografía en color, con sus matices sutiles, su amplia gradación tonal y su luz tenue, nos remite al periodo en el que se basa la película". La placa autocroma, inventada por los hermanos Lumière, es un procedimiento de revelado fotográfico utilizado en los primeros tiempos de la fotografía. Consiste en añadir, o más bien sugerir, el color de la imagen mediante el uso de imágenes en blanco y negro y filtros de colores. A continuación, se combinan las distintas imágenes sobre una sola placa a partir de la cual se imprime la fotografía.

"No queríamos una película en blanco y negro ni en sepia. No queríamos el tipo de colores al que la gente está acostumbrada, ni contentarnos con el espectro de color completo Kodak de hoy en día", explica Sigel. "Lo que hemos conseguido es casi una combinación de blanco y negro y de color". Así pues, describe el proceso como la combinación de una saturación selecta de los colores y de una posterior desaturación. Por último, el director de fotografía dice: "Colaboré estrechamente con la diseñadora de producción y la de vestuario porque, al fin y al cabo, solo puedo trabajar sobre lo que está ya frente a la cámara".


Vestirse para la ocasión
Louise Frogley supo de inmediato lo que tenía que hacer para armonizar el diseño de vestuario con la gama de color de escenas como la festiva gala del Century Club, la celda claustrofóbica de Mary o la asfixiante sala del tribunal. Y con tan solo unas pocas semanas de preparación, "crear un vestuario nuevo era misión imposible", destaca. Richard Schoen, supervisor de vestuario, añade: "No íbamos a buscar las telas en las tiendas".

Debido a las limitaciones de tiempo y a que algunos de los protagonistas todavía no estaban seleccionados, el equipo encargado del vestuario tuvo que pertrechar antes a los extras. "¡Qué mal lo pasamos!", cuenta Frogley. "Tuvimos que pensar en cómo vestiríamos a los que aún no formaban parte del reparto." Y los que pudieron vestirse tenían que extremar precauciones. "A veces no se trataba tanto de vestir sino de zurcir", bromea Frogley. "Cada vez que Evan [Rachel Wood] se sentaba, su vestido se desgarraba un poco más." Aun así, explica que la apuesta por mezclar cosas recuperadas y otras de creación propia, prendas nuevas y viejas, restauradas o envejecidas fue todo un éxito: "Un trozo de esto, un trozo de aquello, mézclelo todo y conseguirá algo verdaderamente bonito". Frogley incluso llevaba siempre consigo una colección de botones de época, para dar en todo momento un toque especial y auténtico a cualquier prenda.

Ya fuera para rodar las escenas bélicas, los festejos de la victoria, el juicio o la ejecución, la producción contó con una ayuda inesperada. Schoen comenta que aproximadamente 50 miembros de asociaciones de recreación histórica se ofrecieron voluntarios para participar de extras. Llegaban vestidos con sus uniformes auténticos y sus accesorios: armas, cantimploras e incluso sacos de dormir. "Muchos tenían el uniforme de ambos bandos e interpretaban alternativamente a unionistas y a confederados", recuerda Schoen. "Nos sentíamos agradecidos cuando los veíamos llegar en coche por la mañana, ya vestidos y listos para trabajar."


Montar el escenario
Todo el equipo pudo apreciar la hospitalidad sureña al rodar en Savannah, en el estado de Georgia. Durante la Guerra de Secesión, el general Sherman asoló la ciudad de Atlanta pero no la de Savannah, que todavía conserva muchos elementos arquitectónicos de la época y por ello constituía una buena opción para la recreación del Washington del año 1865. Samuels explica: "No se ve en otro sitio una sucesión ininterrumpida de edificios de la época igual que la que hay aquí". Y Falk recalca: "La gente de Savannah es consciente de que el rodaje de una película conlleva sus inconvenientes pero también de que se trata de algo temporal, y la verdad es que se han portado fenomenal".

Allí encontraron todo lo necesario, incluso lugares de rodaje para las escenas de guerra; y el fortín Pulaski, que data de la época de la Guerra de Secesión, podía pasar perfectamente por el Arsenal, el centro penitenciario de Washington. Tan solo hubo que construir el decorado del Teatro Ford. "Savannah es un sitio precioso, con una inquieta comunidad artística", apunta Ivanov. "Nos han acogido con los brazos abiertos y se han volcado para ayudarnos."

En realidad, cuando llegó a Savannah, Ivanov se sintió algo desalentada al toparse con las palmeras y el musgo que colgaba de los árboles. "Pero entonces, bajé del coche y me puse a deambular por las calles, imaginándome que corría el año 1865. Me pregunté: ¿por qué lado de la calle andaría?, ¿qué aspecto tendría la ciudad? Y, de repente, empecé a darme cuenta de que Savannah era el escenario idóneo para la película." Ivanov añade que todos los miembros del equipo se quedaron encantados con el parecido que tenían esas calles con las del Washington de la época, una vez acondicionadas y repletas de carruajes y actores con ropa de época. "Incluso nos preocupamos por construir los reposapiés de los carruajes o los puestos para amarrar los caballos", recuerda.

El equipo hizo instalar farolas de gas a lo largo de las calles para completar el efecto. "En la película no hay más que lámparas de gas o de keroseno, o velas. Todo está en consonancia con el periodo histórico", cuenta Ivanov. Aquello significó otro desafío para Sigel: "Lo más complicado cuando haces una película ambientada en el año 1865 es que no hay excusas para iluminar las escenas: no existía la electricidad". Así recuerda la preparación para rodar una escena en la pequeña casa de Aiken: "Solo había cuatro o cinco lámparas de mesa funcionando con gas, y pedí que se apagaran las luces de producción para ver el resultado. No nos veíamos la cara a más de un metro de distancia".

La producción echó mano de varias mansiones históricas de la ciudad, un recurso "delicado", según Ivanov. "Tuvimos que andarnos con mucho cuidado para no causar destrozos. La colaboración con los dueños de las casas ha sido muy estrecha y mi equipo ha sido muy cuidadoso." La diseñadora de producción explica que el equipo traía consigo todas las telas y decoraciones del escenario. "Son interiores históricos, pero quería crear un tono propio que respetara la línea cromática que hemos establecido." Melissa Levander, la decoradora de plató, fue la responsable de rellenar los espacios que creaba Ivanov con muebles, lámparas, elementos ornamentales y demás objetos de la época, auténticos o reproducciones. Dado el poco tiempo disponible para los preparativos, ella también tuvo que ir a contrarreloj; por esa razón no se fue de Los Ángeles sin antes hacer cargar un par de camiones con objetos encontrados en casas de alquiler, de tal manera que hubiera "de sobras para elegir". Levander también alquiló material en los anticuarios de Savannah: "Mezclamos muebles de estilo imperial con modelos rústicos, toda una variedad de estilos, y muchas casas museo también albergaban piezas fantásticas que pudimos utilizar." Levander explica que Ivanov y ella se centraron en trabajar sobre el color, la textura y el tono histórico apropiado. "No queríamos que transmitiera ninguna sensación de modernidad."


Regreso al pasado
La documentación histórica que el actor James McAvoy llevó a cabo le permitió profundizar en los entresijos de LA CONSPIRACIÓN. "Me alegro de que James tuviera tanto interés por la historia. Creo que le permitió llegar mejor a su personaje", comenta Redford. McAvoy dedicó mucho tiempo a documentarse sobre Aiken, pero, para su decepción, apenas encontró nada. "No existe ningún retrato conocido, y toda la información disponible sobre él apenas rellenaría un párrafo", explica. Afortunadamente, a la hora de obtener respuestas sobre cualquier duda en cuanto a personajes o acontecimientos, los actores y el director pudieron contar con el asesoramiento de los historiadores fichados por The American Film Company.

McAvoy se enteró de que, en los cuatro años que pasó combatiendo por la causa unionista, "Aiken fue herido de bala en dos ocasiones y vio a muchos compañeros morir en el campo de batalla". Y cuando terminó esa larga guerra, "fue testigo de cómo otros intentaban desbaratar todo por lo que había luchado". McAvoy concluye diciendo que, al igual que Lincoln, Aiken consideraba que "de nada servía unificar la nación mientras el Norte no enterrara sus rencores".

Los allegados de Aiken no lo veían de la misma manera. Cuando Sarah (Alexis Bledel) aparece por primera vez en la película, durante las alegres celebraciones del fin de la guerra, "ella espera retomar su relación con Frederick Aiken en el punto donde la habían dejado", explica Bledel. Pero el atentado que se produce aquella misma noche lo trunca todo. Cuando Aiken acepta el caso, la sorpresa inicial de Sarah pronto da paso a la preocupación, a la decepción y, finalmente, a la indignación. "Sarah no puede comprender que Aiken actúe de ese modo", dice Bledel. "Por mucho que intentara entenderlo, y aunque lo amaba mucho, aquello la superó por completo. Choca frontalmente con la causa a la que ambos han dedicado su vida."

Robin Wright encarna a la fuerte y enigmática Mary Surratt, cuya verdadera implicación en la conjura ha sido objeto de debate durante mucho tiempo. Esto se debe, en gran parte, al estoicismo con el que defendió su inocencia sin aportar la menor declaración que apoyara la defensa. Su inquebrantable fe católica, su capacidad para aguantar sufrimientos y su determinación a toda prueba le confirieron un carácter de mártir. Wright comenta: "Mary Surratt era madre, viuda, católica, confederada y, a mi parecer, injustamente acusada de algún tipo de complicidad". Su proceder evoca el sacrificio supremo: "Es una víctima por voluntad propia. Las decisiones que tomas como madre trascienden cualquier cuestión sobre inocencia o culpabilidad."

A su lado, impotente y dividida entre la lealtad hacia su madre y hacia su hermano, se encuentra Anna Surratt, interpretada por Evan Rachel Wood, quien se siente remotamente ligada a esta historia porque cuando era pequeña su padre, "un apasionado por las conspiraciones", guardaba en el salón una réplica del arma de Booth. "Pese a que todos sabemos cómo acaba la historia, hay momentos en la película en los que conservas la esperanza de que Mary se salve. Pero, por mucho que desees que la exculpen y simpatices con su familia, sabes que el tribunal ya ha tomado su decisión antes incluso de que empiece el juicio", declara Wood.

El motor que mueve el tribunal es el secretario Guerra Edwin Stanton, al que Kevin Kline da vida en la pantalla. La Guerra de Secesión se prolongó durante todo el mandato de Lincoln, por lo que éste tuvo que apoyarse considerablemente en Stanton. Pasaron muchísimo tiempo trabajando juntos y llegaron a convertirse en amigos muy fieles. Perder a Lincoln al final de la guerra debió de suponer un terrible golpe para Stanton. "Una pérdida a nivel personal; una catástrofe a escala nacional", resume Kline. "Las expectativas creadas con la reunificación eran muy altas, y todo parecía posible. Y de repente, Stanton vio el mundo sacudirse a sus pies, al igual que la nación entera. Me imagino que sintió que su deber era salvaguardar la cohesión a toda costa."

Con agresividad y vehemencia, Stanton se hizo cargo de la situación en cuanto se enteró de que habían matado a Lincoln, apartando incluso a la primera dama del velatorio del presidente. Habría removido cielo y tierra para que se hiciera justicia por el asesinato de su amigo. Pero ¿de qué justicia hablamos? Kline sostiene que Stanton "deseaba que se hiciera justicia, pero sobre todo deseaba que todo acabase, que todos los conspiradores fueran enterrados, olvidados, borrados de la conciencia nacional. Y eso es precisamente lo que procuró hacer".

En el transcurso del juicio, Aiken y Surratt desarrollaron un respeto y un cariño mutuos. Según Wright, "al principio, él es unionista y ella confederada; ambos sienten un odio innato por las convicciones que mantiene el otro. Pero cuando van más allá descubren la humanidad que se halla detrás". Aiken se indigna por las privaciones, los sufrimientos, las sórdidas condiciones a las que ella se ve sometida en la cárcel del Arsenal. Paralelamente, ante el tribunal, él se siente impotente. Contra un sistema creado para condenarla, Aiken no puede hacer por cambiar el destino de su defendida.

"Después del juicio, Aiken no tardó en renunciar a la abogacía", cuenta McAvoy. "A mi entender, ese caso fue como una pequeña muerte dentro de él. Y su reconversión al periodismo, que le permitió denunciar todo aquello que no podía tolerar, me parece muy interesante." Murió joven, tras haber sido el primer director de noticias locales del The Washington Post.

Para McAvoy, Aiken "encarna al espíritu de la nación. Su dilema entre la integridad y la conciencia refleja la cuestión sobre la dirección que debe tomar el país. Los Estados Unidos se fundaron con un propósito: el deseo, la convicción, la pasión por garantizar a todos los ciudadanos sus libertades civiles. Por eso me pregunto: ¿se aferrará el país a esos principios fundamentales o sucumbirá a la sed de venganza?".