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El ladrón de palabras cartel reducidoEl ladrón de palabras(The words)
Dirigida por Brian Klugman, Lee Sternthal
¿Qué te parece la película?

EL LADRÓN DE PALABRAS, el debut cinematográfico de los guionistas y directores Brian Klugman y Lee Sternthal, nos embarca en un viaje desde el París de la posguerra hasta la Nueva York actual. Con un reparto de lujo formado por Bradley Cooper, Jeremy Irons, Dennis Quaid, Olivia Wilde, Zoë Saldana, Ben Barnes, Nora Arnezeder, Michael McKean, John Hannah, J. K. Simmons, Ron Rifkin y Željko Ivanek, EL LADRÓN DE PALABRAS es una perspicaz y provocativa exploración del precio del éxito, y a su vez un intrincado mosaico de historias dentro de otras historias, con reflexiones y repercusiones que se encadenan de una a otra.

Algunas historias terminan al salir del cine. Otras se quedan con el espectador para convertirse en objeto de reflexiones, debates e incluso discusiones a lo largo de los días y semanas siguientes. Las grandes historias tienen tal poder, y el público no tardará en darse cuenta de que, aunque la película termine, las palabras permanecen.


Encontrar las palabras
"Escribimos el primer borrador hace once años", recuerda el guionista y director Brian Klugman. Él y su colaborador, Lee Sternthal, estaban "trabajando en otra cosa. Recuerdo que estábamos en un atasco, hablando de Hemingway y de que perdió algunas historias. Y eso abrió la caja de Pandora... ¿qué pasaría si alguien encontrara esas historias?".

A partir de esa sugerente pregunta, Klugman y Sternthal empezaron a devanar una intrincada madeja de historias que se convertirían en EL LADRÓN DE PALABRAS. "El guión se escribió solo, no exagero", explica Sternthal. "No lo habíamos planeado. No intentábamos ser ingeniosos. No nos sentamos y dijimos: “Esto es lo que vamos a hacer”. Se desarrolló de forma natural".

Lo que se desarrolló fue la historia de un joven escritor en ciernes, Rory Jansen, que descubre una apasionante novela ambientada en París tras la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un borrador de autor desconocido cuyas páginas plantean al ambicioso aunque bienintencionado Rory un dilema moral sin ambivalencias. Tal y como lo describe Zoë Saldana, que interpreta a Dora, la incondicional esposa de Rory: "Él en realidad no busca la fama; sólo quiere ser especial. Aunque eso suene triste o cínico, las cosas son así. En lo más profundo, todos queremos ser especiales por algo. Eso fue lo que me atrajo de la historia, la cruda realidad de alguien que quiere hacer algo grande, da igual lo que sea. Porque, ¿hay algo peor que Dios te haya dado entusiasmo y pasión por algo para lo que no tienes talento?".

Casi sin ser consciente de ello, Rory transcribe el manuscrito, un acto más de devoción que de robo. "Me gusta la idea de que Rory quiera sentirlo salir de sus dedos", explica la actriz Olivia Wilde. "Transcribe el libro porque quiere sentirlo fluir a través de él, como un músico tocando una canción de su compositor favorito. No es que quiera apropiarse de algo que no es suyo, sólo quiere experimentar qué se siente cuando fluye a través de él, y eso es algo muy intenso".

Tras hacer pasar por suyo el libro y convertirse en un fenómeno literario, Rory se ve acosado por un personaje ambiguo, el anciano. Cuando al fin se conocen, la historia se despliega hacia delante y hacia atrás a medida que descubrimos la juventud del anciano en París, y el amor que le inspiró a escribir (y que luego le hizo perder) la historia que ahora Rory reivindica como suya. Mientras tanto, la historia da otro salto para revelarnos a otra figura igual de ambigua, la del aclamado novelista Clay Hammond. Hammond es, en realidad, el autor de la historia de Rory y del anciano, y la lectura pública de su nueva novela ante un público arrebatado enmarca la narración principal.

"Primero empezamos con la historia entre el anciano y Rory", explica Klugman. "Eso sucedió muy rápido, y el resto de los elementos empezaron a surgir para completarla. Sucedió por sí solo, y es interesante ver el resultado de esas elecciones y la forma en que encajan entre sí". Ante el doloroso dilema de reconocer el plagio o de seguir viviendo con el fraude, Rory toma una decisión que creará debates entre los espectadores a la salida del cine. Klugman continúa diciendo: "Lee y yo volvíamos una y otra vez a la idea de que si sales del cine pensando “Rory es una mala persona”, la película no ha conseguido su objetivo. Habríamos fallado como guionistas. Para mí, Rory es un personaje vulnerable, trágico. Me despierta compasión. Es un personaje muy narrable, alguien que choca una y otra vez con el muro de sus propias limitaciones, alguien que toma una decisión impetuosa siendo joven y que tiene que sufrir las consecuencias de adulto".

"Yo creo que toma la decisión más difícil", opina Jeremy Irons, que interpreta al anciano, "pero seguramente la correcta. Si es una decisión ética... no sabría decirlo".

Esta inusual historia intenta retar al público dejando abiertas preguntas de difícil respuesta, como: ¿Es justificable la elección de Rory? ¿Hasta qué punto dicha elección involucra a su autor, Clay Hammond? La película, como una obra de arte de múltiples facetas, revela tanto del espectador como de sí misma.


De palabra en palabra
"No te suele hacer ilusión que algo tarde diez años en producirse", reflexiona Lee Sternthal, "pero me alegro de haber madurado, porque ahora no se me escapa la menor parte de esta experiencia, incluido el reparto. No hay nada que dé por sentado".

Como muchos otros proyectos nacidos de la pasión, EL LADRÓN DE PALABRAS tardó un largo tiempo en gestarse. "Aunque parezca increíble", afirma la productora ejecutiva Laura Rister, "leí el guión y me reuní con Brian y Lee en 1999, o en el 2000, cuando trabajaba en la sede de Miramax Films en Nueva York. Por aquel entonces, el guión se llamaba The Unknown, y yo me contaba entre los varios fans que tenía el proyecto en Miramax. Brian y Lee eran unos guionistas jóvenes, Brian además era actor y cómico, por lo que estaban empezando a explorar ese nuevo camino. Varios años después, los otros productores del proyecto, Jim Young y Tatiana Kelly, se pusieron en contacto conmigo para hablar del guión".

Young y Kelly lo habían recibido a través de un amigo común de Klugman y Sternthal. "Tatiana y yo tuvimos una reacción muy visceral al leerlo", recuerda Young. "Ella lo leyó primero, y corrió a decirme: “Es lo mejor que he leído nunca. Tenemos que producir esta película”".

Laura Rister tuvo una reacción parecida. "En seguida pensé: “Ay, madre, ha vuelto. ¡Claro que quiero participar! ¡Claro que quiero colaborar!”".

En el ínterin, uno de los elementos clave, Bradley Cooper, se había convertido en una estrella en auge con célebres interpretaciones en proyectos como Resacón en Las Vegas (The Hangover) y Sin límites (Limitless), que lo habían convertido en uno de los actores más solicitados de Hollywood. Por suerte para Klugman y Sternthal, Cooper era un viejo amigo. "Conozco a Lee desde que teníamos diez años. Y a Bradley desde que yo tenía diez. Los dos estuvieron en mi bar mitzvah. ¿Cuántas oportunidades tienes de hacer una película o de trabajar con gente que conoces tan bien, a la que estás tan unida y que son tan buenos amigos tuyos? Creo que eso creó una energía muy familiar que se mantuvo a lo largo de todo el rodaje".

Aunque el papel de Rory se aleja de los personajes que han dado fama a Cooper, Klugman y Sternthal no dudaron en confiar a su amigo la tarea de protagonizar la película. "Bradley es un actor espectacular", afirma Klugman. "Me resulta raro que la gente piense en él como un cómico. Está claro que es muy gracioso, y un gran mimo, y que aporta esa faceta a muchos de sus trabajos, pero creo que la gente no sabe de lo que es capaz realmente. Lo que hace en esta película es impresionante. Lo conozco desde hace muchos años, y he visto todas esas facetas suyas, y sabía que encajaría con esta película de una forma muy auténtica".

Con Cooper en el reparto, el proyecto estaba en camino de convertirse en realidad, pero EL LADRÓN DE PALABRAS todavía debía enfrentarse a algunos obstáculos importantes para conseguir todo el apoyo necesario. "Al fin y al cabo es un drama", apunta Rister, "es una película independiente con unos creadores noveles. Tuvimos que esforzarnos mucho para encontrar a los actores perfectos". Ese proceso empezó con el que sería el eje del reparto: Jeremy Irons.

"Yo acababa de trabajar con Jeremy en una película llamada Margin Call", explica Rister. "Estuvo fantástico, y Lisa Wilson [productora ejecutiva] y yo habíamos estado comentándolo; ella me dijo: “¿Qué te parece Jeremy para este papel?” Lo cierto es que no habíamos pensado en él en un principio. Jeremy ronda los 60 años. No tiene 90, como requería el personaje. Así que le dije: “Bueno, yo trabajaría con Jeremy en lo que fuese, pero me pregunto si estará dispuesto a envejecer para el papel”".

Resultó que la admiración de la productora por el actor era mutuo. "Yo había trabajado con Laura en Margin Call", comenta Irons, "y había visto cómo cuidaba los detalles. Esta historia me ofrecía la oportunidad de interpretar un papel carismático, el de un nonagenario, que siempre es divertido. Además, Bradley Cooper ya estaba metido en el proyecto, y todo el mundo hablaba bien de él. Aunque no conocía de nada a los directores, sabía que habían escrito una historia inteligente y maravillosa, con personajes interesantes y bien narrada. Hay muchos factores que influyen a la hora de tomar una decisión así. Es como cuando tienes hambre, tienes delante varios tipos de comida, y piensas: “¡Quiero eso!”, pero al mismo tiempo no sabrías explicar muy bien por qué has tomado esa decisión. Es algo instintivo. Yo soy una persona bastante intuitiva, hago caso a la intuición; a veces acierto, a veces me equivoco, pero por lo general suele funcionarme. Simplemente me pareció que la película tenía buenas posibilidades".

El interés de Irons por la película resultó ser el elemento que le aportó su masa crítica, atrayendo a su vez a otros artistas, como los actores Dennis Quaid, Ben Barnes y Olivia Wilde, que nunca habían rodado con él. (Quaid dijo: “Estará Jeremy Irons. Y punto”.)

El resto de los actores principales llegaron enseguida, atraídos por el magnetismo del oscarizado actor, una joven estrella y una historia apasionante. Zoë Saldana se unió al proyecto para el papel de Dora, la mujer de Rory. Quaid firmó para el papel de Clay Hammond, y Wilde para el de Daniella, la coqueta y joven escritora que sonsaca a Clay toda la historia de Rory. Barnes y Nora Arnezeder se unieron al elenco con los papeles del joven y de Celia, los amantes cuyo romance en el París de posguerra mueve la historia. El reparto se completa con varios actores veteranos, como Ron Rifkin, John Hannah, Michael McKean y J. K. Simmons, en papeles de varios personajes del panorama literario de Nueva York.


Tomar la palabra
Con el reparto preparado, la película comenzó sus 25 días de rodaje en Montreal, Quebec, el 5 de junio de 2011. La pregunta clave al empezar la producción era: ¿cómo llevarían los directores noveles el reto de llevar el timón?

"Yo no me arriesgaría con cualquier guionista o director primerizo", afirma Rister. "Tienen que inspirarte confianza, y tú tienes que sentir que saben comunicarse con los actores. De hecho, ésa era una de las cosas en las que más me insistían los representantes de los actores. “¿Son primerizos y trabajan juntos? ¿Cómo van a entenderse con los actores? ¿Cómo van a transmitir su visión a los artistas?” Su inquietud era razonable, pues temían que lanzaran ideas contradictorias que confundieran a los actores".

Durante el proceso de escritura del guión, Klugman y Sternthal echaron mano del recurso más valioso de que disponían: su vínculo, construido a lo largo de toda una vida de amistad y trabajo en equipo. "Siendo un director novel", apunta Klugman, "es maravilloso tener a tu mejor y más viejo amigo sentado a tu lado como codirector y coguionista. Puedes repartirte las tareas. La gente me pregunta siempre: “¿Cómo es eso de dirigir?” Yo les contesto que es como tener a absolutamente todas las personas que has conocido en tu vida haciéndote preguntas a la vez. Todo son preguntas, y por eso es genial tener a alguien cerca con quien formes un equipo, alguien en quien confíes tácitamente".

Seguros de su trabajo en equipo, los jóvenes directores se ganaron rápidamente al reparto con su inagotable energía y conocimiento del proceso narrativo. "Brian y Lee tienen un aire muy jovial", dice Rister. "Lo ves cada día en el rodaje. El primer día, si mal no recuerdo, Brian dio un salto delante de mí, chocó las plantas de los pies en el aire, y dijo: “Así es como me siento”".

"Cuando ya estábamos aquí", recuerda Klugman, "a punto de empezar el rodaje, pusimos las fotos de los actores juntas en una pared, y mientras las veíamos pensábamos: “¿En serio? ¿Todos estos actores tan buenos van a hacer esta película?”. Me sentía privilegiado, afortunado, muy feliz".

"Su energía y su pasión son contagiosas", continúa diciendo Rister. "Lo ves en el equipo que les rodea. Todos disfrutan. Todos creen en lo que están haciendo, sienten que forman parte de algo especial. Y eso lo es todo".

Con Sternthal supervisando la acción desde la cámara, y con Klugman tomando la iniciativa a la hora de transmitir las ideas de ambos a los actores, el tándem creativo disipó cualquier duda que el reparto pudiera haber albergado sobre su capacidad para dirigir el rodaje.

"Son unos directores fabulosos", les alaba Ben Barnes. "Yo no sabía qué esperar de ellos. Había hablado con ellos una vez por teléfono antes de empezar el rodaje, luego los conocí y, al cabo de un día, me sentía como si los conociera de toda la vida. Saben exactamente la cantidad de información y orientación precisa que deben darte, pero también te dan suficiente libertad como intérprete. Creo que harán grandes cosas juntos".

Algunos actores, como Zoë Saldana, acogieron con entusiasmo la noticia de formar parte del debut cinematográfico de Klugman y Sternthal: "Hay algunos actores que se niegan a trabajar con directores noveles", declara. "Yo vengo de abajo, y creo que es importante recordar que ha habido gente que ha apostado por ti, cuando lo fácil habría sido hacerlo por alguien más asentado. Hubo gente que apostó por mí, y yo no puedo dejar de hacer lo mismo". La actriz considera que su fe se vio más que recompensada. "Sé que Brian y Lee no han dirigido antes, pero no es la sensación que tengo al salir del rodaje. Mi mente sabe que ésta es su primera película, pero no es así como lo siento. Siento como si fueran directores veteranos, como si hubieran nacido para esto".

Cualquier otra inquietud inicial acerca del doble rol de Klugman y Sternthal como guionistas y directores se disipó también. "Trabajar con directores que a la vez son guionistas puede resultar complicado", observa Irons. "Pero lo que a Lee y a Brian les interesa, y hacen bien en verlo así, es lo que pasa entre dos personajes: lo que pasa en una escena, no la forma exacta en que ellos la han escrito. Son muy libres en ese sentido. Saben lo que esperan de cada escena, y sus palabras son como un mapa para llegar hasta allí, pero están muy abiertos a sugerencias y cambios, a cualquier cosa. Son cualidades difíciles y exquisitas".

La opinión de Irons coincide con la de Wilde, que había actuado anteriormente con uno de los directores. "Yo maté a Brian", dice riendo. "En mi primer episodio de “House”, hace aproximadamente cinco años, Brian interpretaba a un paciente al que yo mataba. Supongo que es de justicia que ahora él me torture como actriz, después de que mi personaje le matara".

Respecto a trabajar con Klugman y Sternthal como guionistas y directores, Wilde añade: "Tienen mucha visión. Y también mucha sabiduría. Conocen el origen de cada idea y saben transmitirla con mucha profundidad. No hay nada más divertido para un actor que sentarse con un director a explorar ideas para cada parte de cada escena de una película. Si el director, además, es el guionista, entonces puedes recrearte en el origen de cada idea. Y eso me encanta".

La experiencia de Klugman como actor le dotó de una comprensión especial de lo que era necesario para que el rodaje resultara más agradable para los equipos artístico y técnico. "Como Brian también ha sido actor", observa la productora Tatiana Kelly, "supo hablar a los actores en su lenguaje, explicarles lo que más les interesaba desde el punto de vista interpretativo; creo que eso ayudó mucho. Sabía expresar quiénes eran los personajes y qué podían aportarles los actores".

"Normalmente Brian dirige el rodaje", apunta Irons, "y tiene una forma extraordinaria de entusiasmar a los demás (y no sólo a los actores), de mantener la ilusión y el buen ánimo. Eso es estupendo, porque en este trabajo hay mucha presión. Siempre andas mal de tiempo, corto de dinero, o no hace buen tiempo, o las cosas no van tan rápido como deberían. Hay muchas cosas que pueden desmoralizar a un director. Pero Brian es capaz de abstraerse de eso y ver todo lo bueno que se está consiguiendo. Eso es maravilloso. Hace que el trabajo sea muy agradable".

Sternthal se apresura a destacar las ventajas de crear un ambiente de trabajo positivo en el rodaje. "No sólo están los actores", explica. "También está el equipo técnico, y todos los demás. La gente de catering. La persona que conduce la furgoneta. A veces el que te lleva al rodaje te sugiere: “Oye, ¿sabes esa escena en que...?”, y tú piensas: “¡Vaya, es una idea genial!” Me encanta la colaboración. Es lo mejor de todo".

Michael Benaroya, productor y financiero de la película, observó esta misma dinámica: "Es ese tipo de película en la que todo el mundo siente que ha aportado algo. Todos trabajaron muy duro, desde el director de fotografía a los asistentes de dirección y los diseñadores de decorados".

Por su parte, Wilde bromea sobre el hecho de que ese espíritu de colaboración pudo ser producto de la necesidad. "Esta historia es tan compleja que necesitábamos dos directores. Porque con uno solo no habría tenido pies ni cabeza".

Si la ironía bienintencionada de Wilde molestó a los directores, lo disimularon muy bien. "Es fantástica", afirma Sternthal, claramente impresionado por la actriz. "Es fascinante. Tiene una mezcla perfecta entre inteligencia, belleza y seducción; tal y como ella la interpreta, resulta creíble que Daniella se codee tranquilamente con alguien como Clay Hammond. Es una mujer muy inteligente en la vida real, ¿por qué no iba a serlo en la pantalla? Y además es guapísima. Todos se enamoraron de ella. Tiene unos ojos que... madre mía. Es una especie de Helena de Troya".

Sternthal elogia de igual modo al compañero de Wilde en la pantalla. "Clay Hammond es un artista que ha vivido muchas experiencias diferentes", explica, "y puedes ver que ha llegado a un punto en su vida en el que ha hecho prácticamente todo lo que se puede hacer en este campo artístico. Creo que Dennis Quaid encaja con eso, porque tiene un talento extraordinario y es un artista con mucha profundidad. Además, supo captar muy bien a su personaje. Entendió perfectamente cuál era la situación de Clay. Es un actor increíble".

"Todas mis escenas son con Dennis Quaid", observa Wilde, "y me siento muy afortunada, porque es extraordinario. Creo que nunca lo he visto interpretar un papel como éste. Es muy inteligente y bromista; tiene una gran capacidad imaginativa y un aire como de científico loco muy interesante. Siempre parece estar anclado a sus personajes, por eso resulta creíble. Ahora mismo tengo la sensación de que Dennis Quaid es un escritor, porque me lo creo en el papel de Clay".

Wilde añade: "Clay y Daniella forman una pareja sexy... lo cual está muy bien, porque la película es bastante sexy en sí; explora estas tres parejas tan apasionadas e intensas, y aun así tan distintas. No suelen verse muchas películas así, a lo mejor hay un chico o una chica sexy, pero no ves tantas parejas sexys. Y son muy auténticas; parecen parejas reales".

De todas las parejas de la película, quizá la más complicada de interpretar haya sido la de Ben Barnes y Nora Arnezeder, que han tenido que reflejar la pasión de la historia de amor definitiva de la película con un diálogo mínimo. "Me pareció un reto muy interesante interpretar a un personaje que apenas habla", explica Barnes, "y curiosamente en una película que se titula EL LADRÓN DE PALABRAS. El joven y Celia tienen una relación de pareja con muchos matices emocionales, que se extiende a lo largo de 25 páginas, pero apenas tienen diálogo. Es como una versión hiperromántica e hiperrealista de lo que está pasando, casi como un sueño. Fue muy interesante descubrir cuánta emoción se puede transmitir sin palabras. Cuando estudias un papel, siempre están esos minutos en los que piensas: “Me gustaría llegar a ese punto”".

"Todo lo que diga sobre Ben es poco, como persona y como actor", declara Sternthal. "Muchos actores no habrían aceptado el papel, o se habrían dejado disuadir por sus representantes, porque había poco diálogo. Ben entendió el papel a la perfección, comprendió lo importante que era, que ese muchacho tira de toda la historia. Es una transformación de muchacho a hombre, y Ben lo vio, lo encarnó y lo vivió, y me sentí honrado por verlo atravesar aquellas experiencias en tan poco tiempo. Es muy carismático, y se entregó al cien por cien en este papel tan difícil".

El guionista y director se deshace en halagos hacia la compañera de Barnes, la luminosa Nora Arnezeder. "Su talento resulta inspirador. Está muy conectada con sus emociones, no la imagino haciendo algo que no sea auténtico. Es una actriz fabulosa, creo que va dar mucho que hablar, más que ahora. Es como la música. Se pasa el rato cantando, y, cuando pienso en ella, pienso en una música muy bonita, y en ella a un lado, cantándola. Para mí, ella es como una canción".

Para Arnezeder, al igual que para Barnes, la falta de diálogo fue un estimulante reto profesional. "Lo que me atrajo del papel", afirma, "era que no tenía mucho diálogo. Tienes que poner mucha emoción en las escenas cortas, y pensé que podría ser muy interesante. Es casi como estar en una película antigua, en una película muda. Sin palabras, todo emociones".

Según Klugman, encontrar a la actriz idónea para el papel de Celia fue complicado. "Fue un papel difícil de asignar", recuerda. "Celia tiene que ser la musa que influye en todos, tiene que ser muy hermosa e inspiradora. Por eso teníamos que encontrar a la actriz perfecta. Recuerdo que no habíamos asignado a nadie el papel, y yo estaba en el avión, viendo una cinta de Nora, y tardé como dos segundos en decir: “¡Sí!”, y Lee dijo: “Sí, es ella”. Lo supimos en seguida. Los dos, Ben y Nora, parecen sacados de otra época; tienen ese aire clásico. Están perfectos".

Pero si hubo una interpretación que sorprendió de verdad a los directores fue la de Zoë Saldana en el papel de Dora, la entregada esposa de Rory. "Fue mucho más allá de lo que estaba en el guión", reflexiona Sternthal. "No sabría describirlo. Aportó una pasión y una fuerza inesperadas al personaje. Originalmente, la película estaba centrada en Rory, pero no se podía negar lo que ella estaba aportando al papel. Creo que encontró una profundidad que nosotros, siendo hombres, pudimos haber pasado por alto en el guión, pero cuando ella la captó, nosotros nos dejamos llevar, porque era evidente que andaba bien encaminada".

"Cuando Bradley y Zoë se juntaron, la electricidad entre Rory y Dora se palpa en el ambiente; se convirtieron en una pareja muy apasionada", recuerda Klugman. "Era muy divertido verlos, tan juguetones. Pusieron todo su amor, y eso no hace más que aumentar la tragedia de la historia, cuando ves esa semilla tan oscura germinar en su relación y empezar a perjudicarla".

Jeremy Irons también tiene elogios para Cooper. "Con él es muy fácil. Trabajar con cualquier actor que sea bueno es fácil. Él es un actor inteligente. Tiene una gran inteligencia, una gran presencia, un gran carisma. Y, como todos los buenos actores, parece hacerlo sin esfuerzo. Eso facilita mucho el actuar con él. No hay nada más difícil que trabajar con actores que carecen de esas cualidades. Por eso digo que es fácil trabajar con él, es un placer". Irons añade: "Además, es un hombre muy agradable, y eso mejora las cosas, porque durante los rodajes hay mucho tiempo libre. Si te gusta estar con la gente con la que trabajas, eso es una ventaja añadida".

Sternthal tiene una opinión parecida respecto a la interpretación de su amigo: "Conozco a Brad desde hace mucho tiempo", reflexiona, "por eso quizá mi imagen de él no está tan condicionada por el tipo de películas que ha hecho. Para mí, Bradley es un verdadero actor. Es incapaz de trabajar en algo que no sea auténtico. Para mí, él es Rory Jansen. Tiene una formación impresionante, pero siempre al servicio de su intuición y de la autenticidad que da a su papel. Tiene profundidad, sentido del humor y humanidad a raudales, y eso justo lo que Rory Jansen necesitaba".

Respecto a la participación del propio Irons en la película, los creadores apenas dan crédito. "¿Cómo íbamos a soñar con un actor como Jeremy Irons interpretando las palabras que nosotros habíamos escrito?", se pregunta Sternthal. "Yo desde luego jamás lo imaginé, pero cuando lo tuvimos con nosotros fue fantástico. Ha aportado mucho de su cosecha al papel; se metió en la piel de su personaje hasta extremos que jamás habría esperado. Fue una gran experiencia ver cómo trabaja. Es muy profesional, pero también es un bromista, una cualidad muy apreciable cuando se trata de alguien con quien trabajas. Por eso fue un placer. Espero que, si alguien vuelve a confiar en nosotros para hacer una película, él esté dispuesto a trabajar de nuevo con nosotros".

"Todos pusieron mucho de su parte", resume el productor Michael Benaroya. "El público se va a llevar a casa unas grandes interpretaciones de unos grandes actores".


La última palabra
Durante el rodaje, el equipo tuvo que lidiar con los habituales retos de producción. "El tiempo y el dinero eran lo más complicado", explica Lee Sternthal. "Siempre te acaba faltando tiempo y dinero. Pero eso te obliga a ser muy creativo, a estar alerta, y eso es una bendición para todos, aunque sea difícil. Uno de los mayores regalos de hacer una película es que cada nuevo día es una sorpresa. A veces son sorpresas buenas, y a veces, malas. Unas veces hace mal tiempo. Otras veces falta luz. Otras veces un actor se da cuenta de un fallo en una escena que se te escapó al escribirla, y tienes que adaptarla y reescribirla sobre la marcha. Es un subidón de adrenalina".

A la hora de enfrentarse a esos retos, los creadores contaron con otro aliado clave, además del reparto: la ciudad de Montreal. Klugman explica que, para narrar correctamente la historia, hacía falta una abrumadora lista de localizaciones. "Necesitábamos el París de los años 40, la Nueva York y la Nueva Jersey de los años 60, necesitábamos trenes antiguos, la Nueva York actual, el París actual... Necesitábamos muchas cosas de Montreal, y allí lo encontramos todo".

La productora ejecutiva Laura Rister coincide: "Cuando trabajas en una película independiente, digamos que no saltas de alegría al pensar en rodar en París y en Nueva York, porque son dos ciudades muy caras. Por eso teníamos que ser creativos. Desde luego, hubo gente de Nueva York que intentó convencernos de que rodáramos allí. Pero cuando piensas en Montreal, te das cuenta de que es una ciudad fantástica para representar a Nueva York y a París. Tatiana Kelly, una de las productoras, había estudiado allí y conocía muy bien la ciudad. El resultado final es que conseguimos las localizaciones que necesitábamos, y a un equipo de primera con el que no podríamos estar más satisfechos. La ciudad ha sido muy simpática con nosotros".

El equipo espera la misma simpatía de los festivales en los que se exhibirá EL LADRÓN DE PALABRAS, y, en última instancia, del público en general. Ése podría ser el gran reto de la película, dada la competitividad en el mercado independiente y la sombra de las grandes producciones. Pero algunos actores creen que es precisamente la escasez de medios lo que hace mejor a la historia. "Con las películas de gran presupuesto hay que estar pensando en efectos especiales, grúas gigantes y cámaras en 3D", apunta Olivia Wilde. "No hay tanto tiempo para desmenuzar los personajes y profundizar en la historia. Lo que más me gusta de las películas independientes es que en ellas pesan más las interpretaciones, el guión y los personajes. Eso, en cierto modo, es un lujo. Evidentemente es más difícil, porque cuentas con muchos menos medios, pero sin duda obtienes más por la inversión y la energía. Lo que ha atraído a estos actores es el material. Ninguno de ellos va a hacerse rico con esta película".

Jeremy Irons coincide con Wilde. "El cine tiene sus modas", comenta con ironía, "y ahora la moda son los grandes efectos, el 3D, impactar al público. Yo soy de los que piensan que lo que atrae al público es una buena historia. Nada más. El resto son añadidos. Si haces una película con una buena historia y unas buenas interpretaciones, el público querrá ir a verla, aunque no esté en 3D, no tengamos grandes efectos, ni nos hayan pintado de azul".

Puede que esta película no sea un festival de efectos especiales, pero, en opinión de Wilde, el público tendrá "muchos ingredientes en una sola película. Es una película muy sexy. Es inteligente, fascinante y misteriosa, que además incita a la reflexión. Hoy en día hay pocas películas que tengan tanto que ofrecer, y espero que eso inspire a otros cineastas a arriesgarse a hacer películas como ésta. Creo que es un tipo de película que se abre camino sola".

En última instancia, la alquimia creativa que crea una experiencia cinematográfica (sobre todo una película como EL LADRÓN DE PALABRAS, con misterios tan seductores) es un proceso que los espectadores descubrirán por sí solos. "Recuerdo una vez que trabajé con Steven Soderbergh en una película", comenta Irons, "y que él dijo: “Estoy deseando estrenarla para que los críticos me cuenten de qué va”". Pero hasta los difíciles y turbadores interrogantes que plantea EL LADRÓN DE PALABRAS son el resultado de un intenso y minucioso trabajo.

"Es como un vino", reflexiona Irons. "Pones todo el cuidado posible con las uvas. Les quitas los insectos. Las recoges cuando crees que están en su punto, las prensas y las metes en una barrica, y luego cuidas el vino. Cuando está listo, lo embotellas. Y no sabes a ciencia cierta cuándo va a estar listo, pero tienes la corazonada de que va a ser un buen año. Las películas son un poco así".

Klugman, Sternthal, Cooper, Irons y sus colegas tienen la corazonada de que éste va a ser un buen año para EL LADRÓN DE PALABRAS.