Madronita Andreu nació en Barcelona a finales del siglo XIX, en una familia de industriales acomodados. Desde muy joven se sintió fascinada por los inventos y las máquinas y por eso se aficionó a la fotografía y luego al cine, que llegó a ser su gran pasión. Durante toda su vida se dedicó con tenacidad a filmar a su familia y a su entorno. Miraba el mundo (su mundo) a través de la cámara.
Hasta ahí, el caso no pasa de ser una rareza, el capricho de una señora excéntrica y perseverante. Sin embargo, esta mujer, descendiente de pintores, tenía talento. Sabía componer, sabía encuadrar y, sobre todo, tenía una visión justa de dónde se hallaba el interés o la emoción de cada escena.
Un instante en la vida ajena presenta una selección proveniente de las más de 900 bobinas de material en 16 mm. filmado por Madronita Andreu. En suma, se trata de una autobiografía en imágenes, quizá la primera en la historia del cine, que se extiende desde 1920 hasta la década de los setenta.
Su obra nos ofrece la oportunidad de asomarnos a un mundo privilegiado, generalmente inaccesible, que aquí se muestra con naturalidad, porque la persona que lo está filmando forma parte de él. Un antiguo colaborador de Madronita proporciona con sus comentarios el hilo conductor imprescindible para seguir las vicisitudes de la familia. A través de los años, de los nacimientos, las muertes, los viajes en una época convulsa, la vida cotidiana, los niños que crecen , los rostros que cambian... casi podemos contemplar físicamente el paso del tiempo, que se escapa sin remedio, por más que la cámara luche por retenerle en una batalla perdida de antemano.