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  Eternity  Dirigida por David Freyne
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Comedia romántica de ciencia ficción protagonizada por Miles Teller ('Whiplash', 'Top Gun'), Elisabeth Olsen ('Bruja Escarlata y visión') y Callum Turner (Animales fantásticos), y dirigida por David Freyne y coescrita por Freyne junto a Pat Cunnane. Completan el reparto John Early, Olga Merediz y Da'Vine Joy Randolph.

En Eternity, se desata un triángulo amoroso en el lugar más inesperado: el más allá. De este concepto fantasioso surge una comedia romántica audaz y conmovedora, un viaje a una encantadora visión pop de la existencia ultraterrenal y del valor que damos a una vida de amor y felicidad.

Cuando Larry Cutler (Miles Teller) fallece inesperadamente antes que su esposa Joan (Elizabeth Olsen), se sorprende al despertar en una caótica estación de paso, donde vendedores aterrorizados comercian con un sinfín de posibles vidas después de la muerte. Aquí, su coordinadora del más allá (Da'Vine Joy Randolph) le informa de que solo tiene una semana para enfrentarse al dilema definitivo: dónde y con quién va a pasar la eternidad. Cuando poco después llega Joan, su mujer, esta descubre que su primer amor, Luke (Callum Turner), ha estado esperando en el limbo durante 67 años para estar con ella. Joan se enfrenta a una elección imposible entre el hombre con el que ha pasado la vida y el hombre que le promete la vida que podría haber vivido.

La pregunta fundamental que subyace a la fantasía de Eternity es cuál sería, para cada uno de nosotros, el ingrediente que daría al dulce más allá su irresistible dulzura. Inspirado por las acertadas interpretaciones de un reparto principal irresistiblemente carismático, el director David Freyne construye una visión original, divertida y abiertamente romántica del más allá, que se convierte en un deslumbrante escenario visual de los sueños humanos en el que debe darse respuesta a la decisión más importante a la que uno se enfrentará jamás.

Las reglas que rigen en el más allá pronto quedan claras. Cada recién llegado aterriza, aturdido y confuso, en El Cruce, una combinación de gran estación de tren, centro de convenciones y hotel de mediados del siglo XX. Aparentando la edad que tenían en la etapa de mayor felicidad de su vida, los recién fallecidos se ven bombardeados con vallas publicitarias, anuncios y mercachifles que les ofrecen opciones para la eternidad: del Mundo Sin Hombres al Mundo Capitalista, del Mundo del Surf al Mundo de la Infantilización. La cosa es que después de elegir tu destino eterno, no hay vuelta atrás. Y si no eres capaz de elegir, debes aceptar un trabajo de servicios en El Cruce y vivir en un pequeño apartamento de mala muerte hasta que estés preparado para dar el salto.

Las visiones de los reinos celestiales de un tipo u otro han atraído desde hace mucho tiempo a cineastas ambiciosos, desde Ernst Lubitsch y Powell & Pressburger hasta Warren Beatty y Albert Brooks. En Eternity, Freyne se tomó muy en serio esta historia, haciendo un guiño en tono de broma a las numerosas películas que antes que esta habían fijado su atención en las alturas. Pero también empleó su personal y encantadoramente artesanal forma de hacer cine para crear una vida en el más allá que nos hace reflexionar sobre todo lo que anhelamos en este mundo. Porque en el centro de El Cruce hay un centro comercial que cubre todas las posibilidades y que ofrece a su clientela todas las obsesiones, los sueños imposibles y los finales felices que alguna vez han sido la ilusión de alguna persona. Está diseñado para que la gente entre y salga lo más rápidamente posible.

La laboriosa construcción de un mundo cuya única fuente de inspiración solo podía ser una imaginación desbordante llevó a Freyne al límite de su creatividad. Pero el punto en el que ancló la narración fue el enfoque, tierno y delicado como las nubes, con el que abordó a los personajes de la historia.

“Me ha fascinado trabajar con este lienzo gigante, construir la arquitectura de El Cruce y jugar con infinitas posibilidades para todas las eternidades”, dice Freyne. “Lo que nunca he perdido de vista es que mi objetivo principal era plasmar una celebración del amor en sus múltiples formas, observar cómo cambia nuestra idea del amor con el paso del tiempo y sumergir al público en la imposible elección de una mujer dividida entre dos hombres que, en diferentes momentos de su vida, lo fueron todo para ella. He tenido la oportunidad de decir todo lo que siempre he querido decir sobre el amor y la vida”.


Del Éter a la Black List
En 2022, el guion de Eternity escrito por Patrick Cunnane llegó a lo más alto de la famosa Black List de Hollywood, que recoge los guiones más apreciados que aún no han sido llevados a la pantalla. La visión de Cunnane sobre un fantasioso puesto fronterizo en el más allá que fuera un fiel reflejo de nuestros propios afanes terrenales resultó ser una lectura muy entretenida, que encerraba en su trama dos emotivas historias de amor enfrentadas entre sí. Sin embargo, esta elegante fábula romántica se enfrentaba a notorios obstáculos. Por un lado, era una historia poco común que necesitaba una visión omnicomprensiva para poder siquiera pensar en ponerla en marcha.

Para su sorpresa, a Freyne se le ocurrió esa visión de golpe, en un instante. El escritor y director irlandés había saltado a la fama con la aclamada comedia sobre la transición a la edad adulta Dating Amber. Pero nunca había abordado nada remotamente parecido a la escala de imaginación necesaria para Eternity. “Tuve una reacción instintiva y emocional ante la esencia de la historia, que me puso el cerebro a mil por hora”, recuerda Freyne.

A partir de ahí, la exuberancia se apoderó de todo. “Desde el inicio, tuve esta idea exhaustiva de El Cruce como centro burocrático brutalista que acogía una caótica expo-turismo de eternidades. Todo ello rodeado de telones de fondo pintados”, recuerda Freyne. “Se me ocurrían todo tipo de ideas... tenía todo desconcertantemente claro”.

Freyne continúa: “Lo imaginé como un entorno muy tenso, como una olla a presión, que hacía hincapié en lo angustioso de la imposible disyuntiva de Joan. Para mí, era fundamental que, por desgarradora que fuera la elección para Joan, realmente no hubiera respuesta correcta o incorrecta. No hay buenos ni malos. Me encanta la idea de que el público discuta si su decisión es o no la adecuada”.

Aunque escéptico ante el concepto, Freyne admite que la oportunidad de rodar la película parecía cosa del Destino, con mayúscula. “Toda mi vida he soñado con hacer comedias románticas al estilo de Lubitsch, Wilder y Sturges”, afirma. “Me encanta la época en la que la gente creía que las comedias románticas podían abordar cualquier tema, podían ser las películas más profundas, por muy almibaradas que fueran. Y ahí estaba mi oportunidad. Puede que Eternity esté ambientada en el más allá, pero lo que me importaba era que los personajes se vieran envueltos en conflictos que parecieran muy humanos y muy fieles a nuestras experiencias”.

Aun así, Freyne tenía sus dudas de que los productores Trevor y Tim White fuesen a confiarle una película de estas dimensiones a “un pequeño cineasta independiente irlandés”. A la hora de la verdad, los hermanos White quedaron tan fascinados por sus ideas que le cedieron con entusiasmo las riendas creativas. “Trevor, Tim y Pat fueron increíblemente amables al invitarme a participar como coguionista y director”, afirma Freyne. “Daba igual lo extrañas que fueran las ideas que aportaba o lo fundamentales que fueran los cambios, ellos me apoyaron con todas sus fuerzas, y eso me dio una confianza fuera de lo normal”.

Cuando Freyne terminó la reescritura del guion y se lanzó a la compleja fase de diseño, su confianza recibió un nuevo impulso al ver cómo reaccionaban los actores ante el guion. Miles Teller, aclamado por su trabajo en películas que van desde el intenso drama Whiplash hasta el éxito de taquilla Top Gun: Maverick, se sintió inspirado para cambiar de estilo y encarnar el esfuerzo sin artificios de Larry Cutler por reconquistar de nuevo a su esposa.

“Eternity ha sido uno de los guiones más divertidos que he leído en mi vida, y eso me emocionó”, recuerda Teller. “Llevaba tiempo sin hacer comedia y había olvidado lo liberador que puede resultar este género en su forma más creativa. Pero esta es una de esas comedias que también tiene escenas poéticas y hermosas que tratan sobre la vida, el amor y la pérdida, y para mí esa fue una combinación muy intensa”.

Elizabeth Olsen, galardonada por su trabajo en Martha Marcy May Marlene y conocida mundialmente como la superheroína de Marvel Bruja Escarlata, sintió cómo se aceleraba su propio corazón ante la imposible elección a la que se enfrentaba Joan.

“Este no es un triángulo amoroso cualquiera, porque Joan tiene que tomar una decisión sobre el amor que trasciende del marco normal del tiempo y las circunstancias terrenales”, indica Olsen. “Esta vez, su decisión es realmente para siempre, y ese aprieto me atrajo mucho. Y también me encantó que David quisiera llevar a estos personajes al mundo imaginario de mayor belleza que se ha creado en el cine”.

El potencial ilimitado para la creatividad también fue un aliciente para Callum Turner, el carismático joven protagonista de Los amos del aire, The Capture y la serie Animales fantásticos. “Eternity es una comedia visualmente impresionante y brillante cuyos personajes experimentan un carrusel de emociones”, dice Turner. “Este es el tipo de película que le gusta a todos, pero que todos dicen que ya nadie hace”.


Larry y Joan, y Joan y Luke
¿Qué importa más? ¿la electrizante tensión de la pasión juvenil sin límites o la inquebrantable devoción de décadas juntos? Esa es la disyuntiva a la que Joan Cutler tiene que enfrentarse al darse cuenta de que tanto su primer como su segundo marido desean pasar la eternidad con ella.

Para dar vida a las opciones de Joan, Freyne necesitaba actores que pudieran generar una complicada química a tres bandas, desbordada por las alegrías y las penas de la voluble llama del amor. Por eso lanzó su red para reunir el elenco mucho más allá de los sospechosos habituales. Para Larry y Joan, rompió las expectativas al contratar a dos estrellas que suelen aparecer en papeles dramáticos o de acción. Pero la habilidad de Teller y Olsen para personificar una relación con las bromas y burlas sin filtros que surgen de manera natural en una pareja casada desde hace mucho tiempo sorprendió incluso a Freyne.

“Me encanta que los actores hagan cosas que no esperamos. Lo que más me entusiasmó de Miles y Elizabeth es que todos les hemos visto hacer trabajos dramáticos increíbles, pero no sé si la gente sabía lo divertidos que pueden llegar a ser”, afirma Freyne. “Ambos son extraordinarios a la hora de equilibrar el ritmo cómico con las emociones reales. Sinceramente, no puedo hablar de ellos sin caer en arrebatos embarazosos. Creo que el público se va a quedar boquiabierto cuando vea su trabajo”.

Teller abordó el personaje de Larry como el de hombre normal y corriente, fiable, con el que es fácil identificarse, un padre de urbanización de buen carácter y un poco gruñón, más interesado en superar los obstáculos del día a día que en alcanzar las estrellas, lo que le convierte en un personaje que se siente un poco fuera de lugar al tener que enfrentarse a los complejos aspectos burocráticos de la eternidad. “Antes de fallecer, Larry era simplemente un hombre de familia normal y corriente que amaba a Joan; y eso es precisamente lo que me gustaba de él”, dice Teller. “Había dedicado toda la vida a esforzarse para que ella y sus hijos fueran felices; incluso ahora, en el más allá, eso es lo único que le motiva”.

La visión que Larry tiene de su propio matrimonio tiene en cuenta sus defectos y flaquezas, pero el vínculo sigue siendo profundo, quizás más profundo de lo que Larry jamás imaginó en sus días terrenales. Esta devoción sin aspavientos le recordó a Teller a una pareja que conoce bien: sus abuelos, que también han recorrido juntos un extraordinario periplo de seis décadas. “He pensado mucho en su relación y, antes de empezar la producción, me dediqué a observarlos, tratando de captar su dinámica”, explica Teller. “Y lo que puedo decir con certeza es que mi abuelo siempre estuvo dispuesto a sacrificarse por su esposa, algo hermoso que Larry también comparte”.

Olsen también contempló cómo sería compartir su mundo con el mismo hombre durante mucho más tiempo del que ella misma había vivido. “Miles y yo tuvimos muy presente la idea de que, en un matrimonio que ha durado 65 años, lo importante era plasmar la desenvoltura natural de su relación, lo compenetrados que están con la forma de pensar del otro”, dice Olsen.

Teller estaba impresionado por la facilidad con la que Olsen se había adaptado a ese papel. “Abandonó sin temor alguno su zona de confort”, dice Teller. “Al mismo tiempo, tenía un caudaloso manantial de emociones al que podía recurrir en cualquier momento. Su interpretación, y la película, están basadas en la capacidad que tenía Joan para amar”.

Olsen opinaba lo mismo de Teller, lo que dio lugar a una química contagiosa en la pantalla. “Miles es un actor extraordinario y tiene una dinámica física divertidísima; lo mejor era cuando sacaba a relucir la adorable torpeza bobalicona de Larry”, dice Olsen. “Nos lo pasamos bomba haciendo esta película”.

En la pantalla, la pareja tiene tan asumida la compañía del otro que, cuando Joan ve en el más allá a Luke, su primer amor perdido hace muchísimos años , se siente completamente descolocada por el torbellino de emociones y euforia que le provoca ese tardío reencuentro. Olsen nos muestra a Joan entrando en una especie de crisis postexistencial, al comparar la vida que ha tenido con todas las opciones que no ha explorado.

Sin embargo, a pesar de toda el vértigo y desconcierto que le provoca la presencia de Luke, Joan ama de verdad a Larry. “Puede que después de 65 años haya la consabida indiferencia ante el otro y los típicos gestos de incredulidad, pero hay muchas cosas que unen a Joan y Larry”, dice Olsen. “Creo que lo que más le gusta a Joan es que Larry siempre la apoya y la hace reír. A él le gusta ser cascarrabias, pero eso es parte de su encanto. Por mucho que a ella le guste llevarle la contraria cuando tiene un brote, encuentra entrañables sus pequeñas neurosis”.

Sus sentimientos por Luke, por otro lado, surgen de la avalancha de sensaciones que tiene al pensar en lo que podría haber pasado. “Con Luke, Joan siente el amor apasionado y embriagador de cuando todavía no se ha tenido que superar todos los grandes obstáculos a los que hay que enfrentarse cuando se comparte la vida con alguien”, dice Olsen. ‘Joan y Luke nunca se enfrentaron a esa situación, por lo que tiene una imagen absolutamente idealizada y romántica de Luke en su mente; y después de 67 años, Joan vuelve a experimentar las palpitaciones y la agitación del primer amor”.

Esa agitación es más que evidente para el desventurado Larry; está tan decidido a hacer lo que sea para que Joan sea feliz, que ver su alegría con Luke le hace reflexionar. ¿Debería Larry empeñarse en pasar la eternidad con su esposa si ella sigue loca de amor por otro? “El matrimonio de Joan y Larry ha pasado por muchas vicisitudes, y Larry lo sabe”, indica Teller. Pero cuando Larry realmente se para a pensar lo que sería la eternidad sin Joan, “se da cuenta de que lo que está en juego es trascendental para él”.

Cuando llegó el momento del tan esperado reencuentro de Joan con Luke, Freyne quería que tanto Olsen como Turner estuvieran efervescentes. Luke, un soldado que murió en combate en 1953, ha estado esperando el momento oportuno trabajando como camarero en El Cruce, escuchando entre copas las historias de los que pasaban por allí. Físicamente aún en la veintena y lleno de sueños por cumplir, Luke sigue siendo tan gallardo y galante como cuando cautivó a Joan en la década de 1950. Y tiene la intención de volver a hacerlo.

“Callum tiene ese carisma de galán de cine clásico, pero lo que más me sorprendió es cómo se aleja de esa imagen para mostrar el desconsuelo de este hombre atrapado en el tiempo”, dice Freyne. “En manos del intérprete equivocado, Luke sería simplemente el chico guapo. En cambio, Callum le dio a Luke la profundidad y las inseguridades que yo deseaba desesperadamente. Es muy importante que el amor de Luke y Joan no sea solo un amor juvenil. Eso sería hacerlo de menos. Fue real, intenso y, en última instancia, trágico. Callum hizo posible que eso se apreciara. Además, es él quien provoca algunas de las mayores carcajadas de la película”.

“Callum es tan encantador que podría tener química incluso con una piedra”, comenta Olsen. “Pero también es generoso y amable, y estaba absolutamente concentrado en recrear todo lo que un hombre podría sentir al reunirse con su amada, a la que no ha visto en 67 años”.

En el papel de Luke, Turner evoca tanto el nerviosismo como las dudas que se producen cuando alguien da rienda suelta a décadas de anhelos reprimidos. “Cuando llegó por primera vez a El Cruce tras morir en la Guerra de Corea, creo que Luke esperaba que Joan apareciera más pronto que tarde”, afirma Turner. “Pero un año se convirtió en dos, y dos en cuatro, y así sucesivamente, hasta que pasaron 67 años. Todo este tiempo se ha sentido atrapado por su añoranza de una persona a la que nunca llegó a conocer del todo. Pero, en un nivel más profundo, Luke siguió esperando a Joan como forma de evitar convertirse en la persona que podría llegar a ser.

Para Turner, improvisar con Teller y Olsen fue lo más emocionante del papel. “Miles está tan lleno de vida y ansía tanto probar cosas nuevas que hace que sientas que puedes interpretar las escenas con él sin miedo a que lo que intentes te estalle en la cara”, dice Turner. “Y Elizabeth es una de esas actrices que refleja en sus ojos todo lo que le está pasando. Con solo mirarla, se puede ver todo lo que Luke esperaba de su oportunidad de estar con Joan en el más allá”.


La Administración del más allá
Cuando Larry, y luego Joan, llegan a El Cruce son recibidos por los Coordinadores del Más Allá, sus guías personales para la transición de la materialidad terrenal a la eternidad sin agobios. Una especie de síntesis entre burócratas, agentes de viajes y coaches personales, estos coordinadores no son más que seres humanos con sus propias razones para no seguir adelante, lo que les involucra en las complejas decisiones de sus clientes.

Da'Vine Joy Randolph, ganadora de un Óscar y nominada a los premios Tony, interpreta a Anna, la asistente personal de Larry, que no puede evitar convertirse en su animadora. Randolph saltó a la fama gracias a una variadísima panoplia de papeles en diferentes obras, como la versión de Broadway de Ghost, la película Yo soy Dolemite y su premiada interpretación en Los que se quedan.

Randolph imaginaba a Anna como un espíritu libre que, en el más allá o en el más acá, dice exactamente lo que piensa sobre la vida y el amor. “Lleva mucho tiempo trabajando en El Cruce y, aunque le encanta ayudar a la gente a encontrar su camino en el más allá, tiene sus propios secretos”, dice Randolph. “Larry enciende una llama en su interior: cuanto más le conmueven las manifestaciones de amor de Larry, mejor comprende sus propios deseos”.

Una de las cosas que más atrajo a Randolph al proyecto de Eternity fue la oportunidad de colaborar tan estrechamente con Teller. “Nos lo pasamos genial descubriendo todas las formas en que Larry y Anna podían establecer una conexión genuina y sincera”, dice Randolph. Por su parte, Teller sostiene que las habilidades de Randolph como intérprete hicieron que su conexión en pantalla fuera más intensa “todos sabemos lo buena actriz dramática que es Da'Vine, pero en este papel es increíblemente divertida y conmovedora al mismo tiempo”, dice Teller.

Ryan, el colega de trabajo de Anna, que entra en contacto con Joan cuando ella llega a El Cruce, tras haber asesorado durante mucho tiempo a Luke, es lo contrario de Anna como coordinador: hace todo lo que puede para que sus clientes pasen rápidamente a alcanzar la felicidad en el más allá. En este papel, el comediante John Early saca a relucir el humor de Ryan, pero también la veta de soledad melancólica que subyace a la tarea de ayudar a otros a conseguir lo que él no tiene. “Ryan se centra en el volumen; para él, es una competición de números, cosa que no podría importarle menos a Anna”, dice Randolph. “Pero Anna y Ryan también tienen su propio pasado, y John lo saca a la luz con maestría, gracias a su gran talento como comediante e intérprete”.

Early añade: “Tuve que poner toda la carne en el asador porque la gestualidad cómica y la dinámica corporal de Da'Vine eran propias de dibujos animados. Es evidente que sus interpretaciones tienen una enorme sutileza y que sabe aportar un gran peso dramático. ¿Pero quién sabía que era tan divertida?”

Para su interpretación, Early se apoyó en los aspectos burocráticos de su personaje, siempre dispuesto a complacer. “Me encantó interpretar a Ryan como el típico funcionario, porque hay una parte de mí en la vida real que es Tracy Flick [la incontenible aspirante a presidenta de la clase de instituto interpretada por Reese Witherspoon en Election, de Alexander Payne] y fue catártico burlarme de ese lado de mí mismo”, afirma Early. “Pero también soy consciente de que Ryan tiene un trabajo importante en este mundo, y lo respeto. La gente llega a El Cruce completamente desorientada y parte del trabajo de un coordinador es ayudar a las personas para que acepten lo que ha sucedido y piensen en la eternidad como algo real”.

El hecho de que Luke se haya negado a pasar a su propia eternidad ha sido una frustración para Ryan, y eso añade un aura de trascendencia a ambos personajes. “Lo que los coordinadores han ido aprendiendo es que normalmente es mejor no esperar tanto tiempo a tus seres queridos”, explica Early. “Es mejor seguir adelante y elegir esa vida de ensueño. Ryan realmente espera que con la llegada de Joan, Luke finalmente abandone su lista y avance a la eternidad que elija”.

Mientras que Ryan se empeña en la idea de que Luke y Joan estén juntos para siempre, Early, por su parte, considera que Larry tiene muchas posibilidades en el complejo triángulo amoroso que se encuentra en el centro de Eternity. “¿Prefieres elegir una fantasía idealizada salida de tu imaginación o la realidad, con todas las alegrías y penas imperfectas acumuladas a lo largo de la vida?”, resume Early. “Ese es el quid filosófico de la historia. Pero creo que si Joan eligiera a Luke, él también acabaría volviéndola loca. Puede que sea un héroe de guerra guapísimo, pero también tiene sus rarezas, y eso siempre acaba saliendo a la superficie”.

Por su parte, Freyne quedó impresionado por los matices melancólicos que subyacían a los exabruptos que intercambian Randolph y Early. “Son muy divertidos y han sabido recrear la sensación de una relación de décadas entre Anna y Ryan. Han sido capaces de elevar la película a una verdadera obra coral”. El primer día que Teller, Olsen, Turner, Randolph y Early estuvieron juntos en el plató marcó un punto de inflexión importante para el director. “La química entre todos ellos fue simplemente eléctrica”, recuerda Freyne. “En ese instante me di cuenta de que si funcionaban todas estas relaciones, podría funcionar todo el conjunto”.


Allá arriba, en El Cruce
En la visión que Freyne tenía para Eternity, la vida terrenal es natural y cálida, pero El Cruce es llamativamente artificial, un entorno completamente manufacturado a partir de efectos ópticos, telones de fondo dibujados y pinturas mate etéreas. Este es un mundo que no tiene una ubicación definida, construido con la notoria intención de hacer que los humanos se sientan más cómodos con el hecho de que ya no están vivos, mientras se les vende la idea más arrebatadora de la eternidad.

Freyne veía este mundo onírico como un lienzo en blanco abierto a la exploración. El director aprovechó la creatividad de un equipo de expertos, entre los que se encontraban el director de fotografía Ruairi O'Brien, que rodó Dating Amber, de Freyne; el diseñador de producción Zazu Myers (Mi yo adulta) y el diseñador de vestuario ganador de un Óscar Angus Strathie (Moulin Rouge, Deadpool), que colaboraron con él en la creación de ese mundo onírico. El esfuerzo del equipo creativo aportó profundidad, textura y tangibilidad a un mundo suspendido a medio camino entre la fantasía y el caos burocrático cotidiano de un lugar de trabajo terrenal.

Antes de la producción, Freyne creó un catálogo repleto de imágenes que era un compendio de sus películas favoritas. “Tenía en mente la combinación ideal de El apartamento, de Billy Wilder, y A vida o muerte, de Powell y Pressburger, con un toque de Cantando bajo la lluvia por lo que pudiera pasar, pero visualmente la situación cobró vida propia. Mike Nichols, Agnes Varda y Jacque Tati se convirtieron en importantes referentes”, dice Freyne. “Para El Cruce, imaginé una estructura circular brutalista con ventanas que dan a acantilados pintados y con un sistema de altavoces a través del cual suena el canto de los pájaros. Es un mundo absolutamente artificial, orientado por completo a la venta. El caos y la disparatada variedad de anuncios responden a un propósito; desde las fantasías desfasadas hasta lo más mundano, todo está orientado a recibir y despedir con rapidez a los recién fallecidos, a mantener el constante flujo operativo del más allá”.

La forma específica de diseñar la película fue un proceso natural para Freyne, que había estudiado diseño de producción para su máster, pensando que esa sería su vía de acceso al cine. “Me encanta contar historias a través de los decorados”, confiesa Freyne. “Así que trabajar con alguien tan brillante como Zazu Myers en Eternity fue mi propio paraíso personal”.

Por su parte, Myers tomó el catálogo de imágenes Freyne y se puso manos a la obra. “El catálogo me permitió comprender instantáneamente qué tenía David en mente”, recuerda Myers. “Su visión romántica del cine clásico de Hollywood se convirtió en el hilo conductor de todo el diseño”.

Myers comenzó con una lista de películas que incluía no solo a los favoritos de Freyne, como Wilder, Sturges y Lubitsch, sino también El graduado, de Mike Nichols; Charada, de Stanley Donen; Solo el cielo lo sabe, de Douglas Sirk, y el documental sobre la Costa Azul francesa Du Cote de la Cote, de Agnes Varda.

A partir de ese punto, Myers comenzó a conceptualizar El Cruce como un lugar con su propia razón de ser distintiva y palpable. “David había dicho que El Cruce era una construcción brutalista de los años 60 que albergaba una estación de tren, un recinto ferial y un hotel, todo en uno. El reto para mí fue averiguar cómo hacer que todas esas cosas encajaran en una sola estructura de una manera que resultara coherente y natural”, indica Meyers. “Teníamos que hacernos una idea de cómo funcionaría este lugar en cuanto que máquina burocrática: cómo se organizaría el panel de salidas de trenes, cómo sería el directorio de eternidades. Incluso hicimos cálculos reales sobre el número de personas que podrían pasar por El Cruce cada semana, para que nuestros diseños reflejasen esa escala”.

Una vez que Myers y Freyne encontraron la estructura general, el diseño del decorado tuvo que materializarse a un ritmo vertiginoso. “Construimos el decorado principal en un plazo de siete semanas, principalmente con gomaespuma y materiales reciclados, lo que resultó respetuoso con el medio ambiente y supuso un ahorro de costes”, dice Myers. “Se necesitó un montón de gente, un montón de horas y un montón de cuidado y energía, pero el resultado tuvo un nivel de detalle que espero que parezca real”.

En marcado contraste con El Cruce, crear el hogar terrenal de Larry y Joan fue una propuesta mucho más amable. “El suyo es el tipo de amor que solo puede desarrollarse a lo largo de toda una vida, y eso se convirtió en nuestro principio inspirador”, dice Myers. “La casa que elegimos pertenece a una pareja de noventa y tantos años que crio a toda su familia en ella durante muchos años, por lo que ya tenía esas capas de tiempo y recuerdos que no pueden describirse con palabras”.

De vuelta a El Cruce, el director de fotografía Ruairi O'Brien equilibró los estados de ánimo más alegres y más sombríos de la historia aportando una belleza lírica al bullicio a través de su trabajo con la cámara.

“Empezamos realizando numerosas pruebas con la cámara para ver cómo quedarían las diferentes opciones de abordar la fotografía, y nos decantamos por un estilo cinematográfico con un contraste muy alto”, dice Freyne sobre su colaboración con O'Brien. “Decidimos utilizar lentes anamórficas para el más allá, a fin de conseguir ese estilo cinematográfico tan distintivo, mientras que en la Tierra optamos por lentes esféricas. En contraste con los colores vibrantes que imprimimos a El Cruce, para nuestra Tierra optamos por un colorido más atenuado, como una película de los años 90. Mi gran referencia fue la brillante Daytrippers. En todo momento, Ruairi compartió plenamente mi visión de la película”.

El ambiente onírico, aunque realista de El Cruce tuvo un efecto fascinante en los actores. “El Cruce fue una auténtica sobrecarga sensorial”, dice Teller. Olson añade: “Era el escenario más asombroso que he visto en mi vida. La belleza, la imaginación y la calidad cinematográfica de la obra nos inspiraron a todos”.


El mercado eterno
Además de ser el centro de transporte que lleva a la humanidad al más allá, El Cruce también cuenta con un enorme mercado que ofrece el último producto que necesitará cualquier persona: su propia idea personal de felicidad eterna. Con infinitas digresiones cómicas, Freyne se lo pasó en grande imaginando las muchas eternidades que ofrece El Cruce, que van desde lo ridículo hasta lo sublime, cada una con sus ingeniosos eslóganes. “Un tema muy importante de la película es la felicidad. No solo cuándo eres más feliz, sino cuál es tu idea de la felicidad. Los distintos anuncios fueron una forma divertida de explorar las ideas más escapistas y extravagantes”, dice Freyne. “Lo que más me gusta cuando veo una comedia es descubrir capas y capas de humor. Quería que las personas que vieran Eternity por segunda y tercera vez se sintieran recompensadas con algún detalle o broma que se les hubiera escapado la primera vez”.

El salón de convenciones Eternity Expo también encendió la imaginación del equipo de diseño de producción. “Cuando David nos dio su divertidísima lista de nombres y eslóganes para la eternidad, nuestro departamento de diseño gráfico elevó el nivel con los correspondientes conceptos publicitarios”, afirma Myers. “Cada eternidad tiene su propia personalidad, estética y gráficos, sin por ello dejar de estar integrada en el diseño global de la película. Parte de la diversión consistía en pensar en cómo lo que la gente desea para la eternidad podría ir cambiando con el paso del tiempo. Algunas eternidades están tan pasadas de moda que han dejado de ofrecerse, mientras que otras son tan populares que tienen lista de espera”.

A medida que el diseño de escenarios suscitaba conversaciones entre el reparto y el equipo, también quedó claro que cada eternidad en particular podía ser el paraíso de una persona y el infierno de otra. “A mucha gente le encantaba la idea del Mundo de las Galaxias” dice Myers, “pero una persona confesó que sería su peor pesadilla para la vida eterna”.

En la película, Luke y Joan se sienten atraídos por el Mundo de las Montañas para realizar en él su prueba de eternidad, con sus impresionantes vistas de lagos cristalinos y cielos. Para lograr esta idílica fantasía alpina, el equipo de producción buscó y eligió una ubicación celestial: Squamish, en la Columbia Británica, con sus vistas gemelas de Howe Sound y las imponentes Coast Mountains. Trasladados al Mundo de las Montañas, la pareja se encuentra instalada en una lujosa pero rústica cabaña sacada directamente de un melodrama de los años 50. “Nuestro objetivo era dar a esas escenas un ambiente après-ski inspirado en la terraza de montaña de Charada”, dice Myers. “Fue muy, pero que muy, divertido”.


El fondo de armario del más allá
Cuando los recién fallecidos bajan de los trenes directos a El Cruce, aparecen con la ropa que llevaban puesta en el momento de su fallecimiento. Algunos llegan con batas de hospital, mientras que otros bajan de los trenes con trajes o paracaídas, lo que significa una muerte accidental. Pero una vez en sus habitaciones de hotel temporales, cada recién llegado descubre un armario de ensueño con toda la ropa favorita de su vida terrenal.

Al diseñador de vestuario Angus Strathie, el reto de diseñar ropa para múltiples épocas y diferentes rangos de edad le resultó apasionante. “La idea principal que subyacía a todo era que todos debían parecer personas reales al llegar a El Cruce recién fallecidos”, dice Strathie. “Gran parte del encanto de la película reside en que los personajes son profundamente humanos en un entorno tan peculiar. Analizamos muy detenidamente quiénes eran Joan, Larry y Luke en distintos momentos de sus vidas antes de llegar a El Cruce.

A lo largo de la historia, Olsen cambió de vestuario más de dos docenas de veces, incluyendo los muchos acontecimientos de su pasado que están reflejados en los Túneles del Archivo. “Joan llega a El Cruce como una mujer de veintitantos años, y luego, en flashbacks, la vemos de niña, de adolescente, de joven cuando conoció a Luke, y como la Joan más calmada de los años 70, cuando conoció a Larry por primera vez”, dice Strathie. “Eso significaba un vestuario recopilado a lo largo de más de 50 años de vida, cosa que utilizamos para reflejar cómo Joan se sentía cada vez más cómoda consigo misma”.

Para el personaje de Larry Cutler, Strathie creó un estilo acorde con su apariencia de padre de mediana edad en el más allá. “Larry es un poco metepatas y neurótico, pero es entrañable y está perdidamente enamorado de Joan, así que todo eso influyó en su estilo”, dice Strathie. “David se había inspirado en el aspecto de Dustin Hoffman en El graduado, lo cual fue un excelente punto de partida, y luego Miles aportó su propio toque personal, centrándose en los padres que aparecen en varias películas de los años 80”.

La elegancia espontánea de Luke contrastaba con el aspecto más desaliñado de Larry. “Luke tiene un aspecto apuesto, juvenil y clásico de los años 50”, indica Strathie, “pero tiene un guardarropa más limitado porque, al igual que Luke está congelado en el tiempo, también lo está su ropa”.

Una de las cosas con las que más disfrutó Strathie fue vestir a los numerosos empleados de El Cruce, en particular, Anna y Ryan. “Los coordinadores del más allá tienen un aspecto muy elegante con sus trajes y faldas al estilo de los años 60”, indica Strathie. “En cuanto a los vendedores de eternidad, los hombres parecen vendedores de coches usados y las mujeres, vendedoras de Tupperware”.


Los toques finales de Eternity
Cuando terminó la trepidante producción de 30 días de Eternity, Freyne se desplazó a Londres, donde mantuvo vivo el frenético espíritu del rodaje en la sala de montaje. Tras reunirse con el editor Joe Sawyer, con quien había trabajado ya en Dating Amber, el dúo estableció rápidamente un ritmo de posproducción. “Joe y yo tenemos una gran conexión y compartimos las mismas pasiones musicales. Queríamos encontrar ese delicado equilibrio entre la gran comedia y las emociones de las historias de amor”, dice Freyne. “Encontramos la forma que queríamos dar a la película con notable rapidez, lo que nos dio más tiempo para trabajar con los efectos visuales, la combinación de colores y la música”.

La exuberante y vibrante banda sonora orquestal de la película, que acentúa el ambiente seductor de la misma, es obra de David Fleming, que recientemente ganó el premio ASCAP Screen Music Award a la mejor banda sonora televisiva del año 2024 por The Last of Us. Freyne, que describe a Fleming como “la próxima gran superestrella de la composición cinematográfica”, buscaba una banda sonora que fuera fantasiosa, pero que también resultara épica, arrebatadora y clásica. “David Fleming es un auténtico narrador con la música; tanto al resaltar el elemento cómico de la llegada de Larry a El Cruce como al subrayar los intensos sentimientos del reencuentro entre Joan y Luke, todo lo que creó tenía como objetivo expresar lo que los personajes estaban experimentando”.

Al final de Eternity, muchos espectadores saldrán del cine preguntándose: “¿Cómo sería mi eternidad perfecta?”. Es algo que al propio Freyne no le cuesta decidir: “Si tuviera que irme prematuramente, elegiría el Mundo de Eternity como mi destino en la otra vida. Ojalá pudiera seguir haciendo esta película para siempre, esa es mi idea de la felicidad.