Chantal Akerman adapta de Marcel Proust "Le Prisonière" ("El Cautivo") para ofrecer una versión contemporánea y femenina, que se centra en la palabra y deja en la periferia el contexto, pues sitúa en nuestra época (en un decorado y con un vestuario de hoy) un texto y unas motivaciones de carácter anacrónico.