La cuestión del cine interactivo

La mayoría de cinéfilos disfrutan de todos y cada uno de los elementos de una película, desde la dirección a la actuación, sin olvidar el guion, la fotografía o el vestuario, entre la infinidad de elementos que componen la obra audiovisual. Sin embargo, ¿quién no ha soñado con decidir el destino de sus personajes favoritos en lugar de dejarlos en manos de sus autores?.

Habrá muchos que digan que esto sería el fin del cine, ya que los autores dejarían su obra en manos de los espectadores, que en cierto modo ya es cierto debido a las distintas interpretaciones y a la crítica, y otros que digan que esa es la labor de los videojuegos, que cada vez son más realistas y parecen, precisamente, películas interactivas. Sin embargo, el mundo digital en el que vivimos gracias al gran desarrollo de las nuevas tecnologías y, como no, de Internet, muchos buscan experiencias interactivas que les sumerjan en sus historias directamente mediante la toma de decisiones.


La interactividad de las nuevas tecnologías
De hecho, el popular Metaverso, al igual que muchos casinos en línea, como podemos ver en su página oficial, ofrecen experiencias de vídeo interactivas incluso en tiempo real, como los recientes conciertos del rapero Young Thug y David Guetta o por el lado del azar, los juegos de ruleta y blackjack. Sin embargo, estas experiencias se alejan demasiado del mundo del cine, ya que no cuentan con una narrativa como tal.

Es aquí donde aparecen plataformas especializadas en cine y series de televisión como Netflix. El gigante de los contenidos visuales a la carta ofrece una infinidad de películas y series y, a pesar de que muchos usuarios lo desconozcan, varias opciones interactivas. De hecho, la plataforma ofrece hasta 21 títulos interactivos de lo más variado. Muchos están basados, como no, en el mundo de los videojuegos u orientados a un público más joven, pero también hay opciones muy interesantes para todos los públicos.


¿Cine interactivo?
Quizá la película interactiva más interesante y más digna de ser considerada como cine es Black Mirror: Bandersnatch, dirigida por David Slade y estrenada en diciembre del 2018. En este caso, nadie puede negar que se trata de una película, no de un videojuego, y el propio concepto distópico de la serie Black Mirror original hace que el concepto funcione a la perfección.



Por otra parte, no se trata de una idea nueva, ya que en los 80 aparecieron títulos como Dragon's Lair, un videojuego ilustrado por un ex animador de Disney que entra dentro de la categoría de película interactivas. En los años 90, la fallida tecnología Laserdisc también ofreció joyas como Mad Dog McCree, un wéstern interactivo, y el también fallido accesorio Sega CD para la popular consola de videojuegos Megadrive cuenta con Night Trap, una película de terror interactiva, entre sus títulos mejor valorados.

Tras el cambio de milenio, la popularidad del DVD también permitió ofrecer experiencias interactivas con películas como Destino final 3 (2006) o, más recientemente, el thriller policíaco Intenciones Ocultas (2017) para PS4. Esta última ilustra precisamente una disyuntiva entre película y videojuego, necesaria para muchos, pero perjudicial para obras infravaloradas por situarse en ese limbo artístico.