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TÁR cartel reducido teaserTÁRDirigida por Todd Field
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Película de Todd Field protagonizada por la ganadora de dos Oscar®, Cate Blanchett, galardonada en el Festival de Venecia por su interpretación de la directora de orquesta Lydia Tár.


Nota del director
“Escribí el guion pensando en una sola actriz, en Cate Blanchett. Si hubiera rechazado el papel, la película no se habría realizado. Mi comentario no sorprenderá a los espectadores, a los cinéfilos y a otros. No cabe duda de que es la gran maestra de su arte. Pero incluso así, la genial habilidad y verosimilitud de Cate nunca dejaron de sorprenderme mientras rodábamos. Podía con todo. Es imposible describir adecuadamente lo que significa tener el privilegio de trabajar con una artista de su calibre. Solo puedo decir que en todos los aspectos, esta película es de Cate.


Notas de producción

El podio
TÁR empieza con Adam Gopnik entrevistando a Lydia Tár durante “The New Yorker Festival”, lo que nos permite saber cuál es su profesión: después de licenciarse entre los más destacados de su promoción en Harvard, la joven polímata estadounidense estudió piano en el Instituto Curtis de Música en Filadelfia antes de doctorarse en Musicología en la Universidad de Viena, especializándose en la música del río Ucayali, al este de Perú, donde pasó cinco años viviendo con el pueblo Shipibo-Conibo. Como directora de orquesta, ha dirigido a las cinco mayores orquestas sinfónicas de Estados Unidos (The Big Five) sin por eso dejar de componer y haber ganado los cuatro premios más importantes del mundo del entretenimiento: Emmy, Grammy, Oscar y Tony, entrando en la lista de los EGOT, por las siglas de esos premios.

Con la ayuda de Eliot Kaplan (Mark Strong), dueño de una empresa financiera y director de orquesta aficionado, Tár fundó Accordion Conducting Fellowship, una asociación dedicada a ofrecer oportunidades profesionales a jóvenes directoras de orquesta. Después de ser directora invitada de la Filarmónica de Berlín, se convirtió en la directora titular de la misma hace siete años.

“Hace mucho tiempo que pienso en un personaje que decidió siendo muy joven cumplir un sueño a través de sus estudios, y una vez conseguido, el sueño se convierte en pesadilla”, explica Todd Field. “La vida de Tár estaba dedicada al arte, pero ahora está a la cabeza de una institución que desvela sus debilidades y propensiones, donde impone sus reglas a pesar de que ella misma las infringe sin darse cuenta. Pero tal como dice Janet Malcolm: ‘Ser consciente de los defectos no los excusa”.

“Al igual que muchas personas en puestos de autoridad que se mueven en el ambiente enrarecido de los titulares de orquestas como las alemanas, Tár es una mujer enigmática”, dice Cate Blanchett. “Me planteó un reto a la hora de encarnar al personaje y encontrar algo que permitiera al público conectar con lo que vive porque se trata de una mujer que no se conoce realmente”.

Lejos del podio de directora, Tár mantiene una relación duradera con Sharon Goodnow (Nina Hoss), la concertino de la Filarmónica de Berlín. Ambas crían a Petra (Mila Bogojevic), su hija adoptiva siria, en un moderno piso de Berlín. Además, Tár es muy amiga de Andris Davis (Julian Glover), su mentor y predecesor, que la ayuda a hacerse con un puesto tan complejo. A su vez, Tár sirve de guía a su joven ayudante Francesca Lentini (Noémi Merlant), que espera dirigir una orquesta en el futuro.

“Es uno de los guiones más asombrosos e inteligentes que he leído en toda mi carrera”, dice la actriz Nina Hoss, que ha trabajado en aclamadas películas del director alemán Christian Petzold. “La tensión se mantiene hasta el final, el personaje no nos permite descansar. Además, está la sensación que produce la música, tanto a nivel emocional como psicológico. Y no hablemos del entorno de la música clásica y de su competitividad. El guion de Todd lo incluye todo mientras sigue una historia con un alma desmesurada”.

Noémie Merlant añade: “TÁR nos lleva a un mundo que no suele verse – el mundo de la orquesta y del director –, pero esta vez, una mujer ocupa la posición central y utiliza a otras mujeres para hablar de este entorno, para explorar la complejidad de las relaciones entre las personas que viven y trabajan en él. La historia es muy moderna por la forma en que examina la dinámica del poder y se interroga acerca de su compleja naturaleza”.

La orquesta está preparándose para la grabación de la Quinta Sinfonía de Mahler para Deutsche Grammophon, que promete ser un logro en la carrera de Tár, cuando aparecen los primeros problemas.

“A las mujeres se les suele encargar la dirección de música de cámara, nunca las grandes sinfonías, y Tár empieza a estar muy harta”, explica Cate Blanchett. “Toma decisiones erróneas porque el sistema la está agotando. Cuando una mujer sube al podio, parte de su esfuerzo está dedicado a apartar el hecho político de que está allí como mujer”.

En la segunda parte, TÁR se convierte en una historia sobre la cambiante dinámica del poder a medida que la orquesta – una institución democrática donde los músicos eligen al director – empieza a verla de otra forma. “La noción de democracia frente a la autocracia está muy presente en la historia que escribió Todd”, sigue diciendo la actriz. Esta idea culmina en una escena en la que Lydia y su hija “juegan a la orquesta” con peluches cuando el poder de la directora se ve amenazado. “No es una democracia”, le dice Tár a la niña, revelando el conflicto latente en el guion de Todd Field.

Un ruido con sentido
Como muchas personas, Todd Field descubrió la música para concierto gracias a Leonard Bernstein (su antecedente musical es el jazz). “Basta con leer las conferencias que Bernstein dio en Harvard en los años setenta del siglo pasado para darse cuenta de que todas las pretensiones fueron sustituidas por cariño”, dice Todd Field. “Deja muy claro que la música clásica es ruido: puede tocarse algo para que suene como la banda sonora de ‘Dragnet’ o como el pianista Charles Ives. Es hora de quitarle las garras, de desmitificar la música clásica, de enseñarla en los colegios. La Quinta de Mahler, que va a dirigir Lydia, es la obra que lo cambió realmente todo. Cuando oímos la banda sonora de una película actual o de los dibujos animados de ‘Bugs Bunny’, estamos oyendo música que ha nacido a partir de esa obra canónica”.

El proceso
TÁR es una película sobre el ensayo, el proceso, y Todd Field quería mostrar la mecánica de dicho proceso. “Al situar a un personaje en este ambiente me preocupaba que las personas que realmente viven en él pudieran tachar la película de falsa y acusarnos de enseñar una versión edulcorada de la tremenda disciplina requerida”, explica el director. Era esencial que el trabajo del director de orquesta tuviera una auténtica importancia en la narración y que no se limitara a ser el telón de fondo para otra cosa. Encontré la solución leyendo el libro de John Mauceri sobre la dirección de orquesta. Me puse en contacto con él y caí bajo el encanto de un verdadero maestro”.

John Mauceri desarrolló un plan de trabajo para Todd Field y los dos pasaron mucho tiempo hablando por teléfono. “John fue de una generosidad pasmosa, me regaló tiempo, energía y conocimientos. Su entusiasmo, similar al de su mentor Leonard Bernstein, es absolutamente contagioso”.

John Mauceri dirigió durante años los conciertos “Movie Nights” (Noches de Cine) en el Hollywood Bowl, llenando noche tras noche y ayudando a legitimar las bandas sonoras ante un público de música clásica. “John tiene conocimientos poco habituales para un director de orquesta”, dice Todd Field, “también entiende la mecánica de una película. Decidimos que lo mejor sería pasarle mis ideas para que viera si eran plausibles y prácticas. El tiempo que estuve con él también me preparó para saber qué preguntas debía hacer a los profesionales de la música clásica en Alemania, que tienen la reputación de hablar literalmente y de ser celosamente protectores de lo que venden, es decir de la belleza y respetabilidad”.

Allí es diferente
Con el fin de ser lo más auténtico posible, Todd Field habló con varios músicos alemanes, entre los que estaba la primera viola de la Filarmónica de Múnich. “Me explicó las dificultades que debió superar durante su carrera, a las que ningún músico hombre tendría que enfrentarse. El universo alemán y austríaco de la música clásica no ha avanzado mucho en este aspecto. Basta con echar un vistazo a las orquestas más famosas, ninguna ha nombrado a una directora. Por eso mismo, esta película es un cuento de hadas”.

Mahler y Elgar
“La Quinta de Mahler es todo un logro, y no me refiero solo a la música clásica, sino también a otros tipos de música. Es muy fácil enamorarse del tercer movimiento”, explica Todd Field. “Durante años me obsesioné con los diferentes matices ofrecidos por diversas grabaciones según la orquesta, el lugar y el director. Hasta el día que me di cuenta de la cantidad de personas que la habían descubierto a través de Muerte en Venecia, de Visconti. Luego, cuando John me preguntó cuál era mi pieza favorita, me convertí en un defensor del Adagietto, pero me regañó: ‘A nadie que le guste realmente la música clásica se comporta como un cínico hablando del Adagietto. Olvídate de Visconti. Constrúyelo todo alrededor de la Quinta’. Y eso hice. Decidí que la historia se centraría en una directora de orquesta, la primera mujer en ocupar el puesto en la Filarmónica de Berlín, que transcurriría en un período de tres semanas durante el que prepara el lanzamiento de un libro suyo en Nueva York, además de una grabación en directo para la Deutsche Grammophon de la Quinta de Mahler.

Una vez decidido esto ya no me asustaron las pretensiones antipopulistas y me otorgué la libertad de seguir con la música que amo profundamente, y una de esas composiciones es el Concierto para Violonchelo de Elgar. Cuando lo compuso, la idea de una chelista era descabellada, y sin embargo la primera en grabarla fue Beatrice Harrison con el propio Elgar dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Londres (entonces compuesta solo por hombres) en el Estudio 1 de EMI (ahora Abbey Road Studios).

Después del concierto cayó en el olvido hasta el año 1965, cuando Jacqueline du Pré volvió a grabarlo con la misma orquesta y en el mismo estudio bajo la batuta de sir John Barbirolli. Acabó tan asociado a la violonchelista que lo incluyó en su repertorio habitual. De hecho, es lo último que grabó antes de que la enfermedad le impidiese seguir tocando, y lo hizo en el mismo estudio a las órdenes de Daniel Baremboim, su marido. En la película, Olga Metkina le cuenta a Tár que esa grabación la empujó a convertirse en violonchelista.

La construcción del personaje
“Cate y yo empezamos a trabajar en septiembre de 2020”, recuerda Todd Field. “Rodó dos películas mientras preparábamos TÁR. Me llamaba cuando regresaba del rodaje, a pesar de las horas de trabajo que aún le quedaban. Aprendió alemán y a tocar el piano – sí, todas las notas de piano en la película salen de sus manos – y se documentó hasta la saciedad. Es una autodidacta de verdad y consiguió más en esos dos años que la propia Lydia Tár en veinticinco. Apenas durmió durante la producción. Después de un día de rodaje, seguía con las clases de piano. Dedicó su ‘día libre´ a ensayar en un circuito de carreras la maniobra que debía realizar en Alexanderplatz en una escena con Nina Hoss, evitando a ocho vehículos conducidos por especialistas. Estaba dispuesta a hacer todo lo que se le pidiera. Subió mucho el listón y todos tuvimos que esforzarnos para estar a la altura”.

Cate Blanchett reconoce que disfrutó con la carga intelectual del guion de Todd Field, pero que su conexión inmediata con la historia fue instintiva, a nivel humano. “Comprendí enseguida que había muchas capas en el fascinante enigma que representa Lydia Tár”, dice. “Todd había creado una criatura única”. También se sintió fascinada por la cualidad musical del guion y el especial enfoque de Todd Field describiendo el personaje.

“Me interesa mucho el idioma, y al leer el guion vi que había varias referencias con las que no estaba familiarizada”, sigue diciendo. “Debía entenderlas a la perfección para que el público creyese que el personaje sabía de lo que hablaba. Es curioso, pero no hace falta que el público tenga en cuenta esas referencias, solo es necesario saber que Lydia es un genio”.

“Me fascinó el retrato de una mujer desmoronándose, pero también me tocó el ritmo musical del guion” añade. “La música es a menudo la llave que me permite abrir a un personaje, un ambiente, conectar con la historia. En ese aspecto, el guion de Todd era un motor turbo”.

Tanto para Todd Field como para Cate Blanchett, poder trabajar juntos antes del rodaje les ayudó a construir la atmósfera, el entorno y el personaje. “Juntos descubrimos cosas que iban más allá del material del que disponíamos”, comenta la actriz. “Todd es el colaborador más intrépido y abierto del mundo. Se me ocurría una idea completamente loca, se la explicaba y me mandaba un mensaje a las dos de la mañana diciendo: ‘Creo que sé cómo podría encajar’. Es la inventiva personificada. A medida que profundizábamos en los personajes, empezamos a hacernos preguntas: ‘¿Qué ES un proceso? ¿Hasta qué punto son relaciones transaccionales? ¿Puede existir la comodidad cuando se intenta trasladar a un grupo de personas a un nuevo entorno? Nos encanta admirar a los grandes, pero ¿también nos gusta verlos caer?’ Estas conversaciones me ayudaron a dar forma a Lydia. Muchas de nuestras grandes narrativas se han desmoronado y me interesan las personas con grandes inquietudes pero que, históricamente, no han tenido acceso a la grandiosidad. ¿Qué pasa si alguien importante quiere volver al pasado y acceder a la grandeza de ese pasado en los pormenores del presente?”

“Cate digirió el guion, lo memorizó de cabo a rabo y luego lo procesó”, dice Todd Field. “Quiso saber de dónde venía todo lo que estaba en la órbita de Tár, y cuando empezó el rodaje, sabía tanto como yo, incluso más. Llegó a corregirme durante los ensayos diciéndome: ‘Es MTT, nada de Michael Tilson Thomas’”.

“Dirigir una orquesta no es fácil y me asombró ver el esfuerzo interpretativo que realizó Cate gracias a todo lo que había aprendido; ha creado a una persona nueva, original, que comunica autenticidad y es totalmente real”, dice la actriz principiante Sophie Kauer, una violonchelista en la vida real que encarna a la joven chelista rusa Olga Metkina.

“Empecé con las clases maestras de Ilya Musin y el desgarrador documental sobre Antonia Brico”, recuerda Cate Blanchett. “Luego miré a Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Emmanuelle Haim y Bernard Haitink para descubrir lo que no es Tár y también qué aspira ser. Dirigir música es un lenguaje, un acto colosal de comunicación creativa. Es algo totalmente idiosincrático y personal. El idioma gestual fue un maravilloso portal para entrar en la mente de una maestra musical y también para descubrir cómo se movía en el mundo”. La actriz ensayó largas horas con la profesora de dirección Natalie Murray Beale, pero añade que “prepararse para este papel requirió aprender a tocar el piano, a hablar un nuevo idioma y a manejar un dialecto, tres cosas mecánicas dentro de las aptitudes del personaje. Sin embargo, no son el personaje. Esta película trata solo de la dirección de orquesta, aunque sea algo esencial para el personaje, como lo es respirar. El auténtico reto para mí, como intérprete, era meterme en la cabeza de una persona ajena a sí misma. Alguien que ha olvidado, que se ha alejado del porqué. Y al buscar un legado, ha roto la conexión con la música. Tár es muy crítica consigo misma, e inconscientemente cree que si logra ser perfecta, nadie ni nada podrá hacerle daño. Pero la perfección es inalcanzable en el arte. El arte está lleno de imperfecciones y zonas grises, ahí está el problema”.

“Entendí, dentro de mis posibilidades, lo que significa dirigir una importante institución cultural”, explica Cate Blanchett, que ocupó el puesto de codirectora artística y codirectora general de la Sydney Theater Company con su marido Andrew Upton durante casi diez años. “Alcanzar ese nivel de responsabilidad cultural y física puede llegar a ser profundamente solitario e ingrato, pero también puede ser el mayor reto de una carrera profesional. Está el edificio, los patrocinadores, la agenda, el público, además de tener que lidiar con la política de la empresa, los recursos humanos y los fondos gubernamentales”. Esa experiencia ayudó a la oscarizada actriz a comprender los entresijos de una empresa artística, así como a un personaje exigente y a menudo volátil que muestra dos caras en una orquesta alemana. “La responsabilidad creativa era nuestra, pero cuando aceptamos el puesto, abandonamos el despacho y hablamos con todos acerca de las decisiones artísticas. Estoy convencida de que muchos – al estar acostumbrados a un enfoque más jerárquico – debieron pensar que no teníamos ni idea de lo que hacíamos”. No habían trabajado democráticamente. En el mundo de la música clásica, como en muchas otras instituciones, no se consulta. Tár, por ejemplo, debe trabajar y decidir sola. Como directora, la música fluye a través de ella, pero no ha habido nadie en su posición hasta ahora. Los únicos ejemplos son los grandes tiranos clásicos como Wilhelm Furtwängler y Herbert von Karajan.

Los otros personajes
El mundo de la música clásica es patriarcal. Sin embargo, TÁR se centra en las mujeres que están en la vida profesional y personal de Lydia, entre las que se encuentra su compañera sentimental y concertino de la orquesta, Sharon, con quien tiene una hija adoptiva; Francesca, la fiel ayudante de Tár, que quiere seguir los pasos de su jefa, y la joven chelista rusa Olga Metkina, cuya juventud y seguridad en sí misma hace que renazca la energía creativa de Tár, complicando su relación con la orquesta y con Sharon.

“La historia gira en torno a una pareja”, dice Todd Field. “Es importante tener en cuenta que desde que Karajan dejó la Filarmónica de Berlín, nadie ha sido nombrado director vitalicio en Alemania. Todas las orquestas alemanas son democráticas y los músicos deciden quién será el director titular; la ‘invitación’ puede ser retirada en cualquier momento. El concertino puede ser desconocido para el público, pero para la orquesta es quien tiene el verdadero poder. Por eso, la relación entre Tár y Sharon es complicada, además de ser muy controvertida cuando la hicieron pública”.

Todd Field conocía el trabajo de Nina Hoss por sus colaboraciones con Christian Petzold y también por haber interpretado a una violinista con TEPT en La audición, de Ina Weisse.

“Ya en mi primera conversación con Nina entendí por qué Petzold escribe muchos de sus guiones pensando en ella. Me habló de una escena y me dijo: ‘Creo que esta escena podría ser algo diferente, no se trata de quién manda, sino de una complicidad’. Ese comentario me permitió hacer cambios y sacar a la luz matices importantes que habrían podido perderse”, reconoce el director.

Para encarnar el personaje, la actriz estudió la Quinta de Mahler y el Concierto para Violonchelo de Elgar con su profesora de violín, Marie Kogge, y hablaron de lo que podían significar para ella, así como del poder que tiene una concertino en la orquesta. “Su poder es diferente al de Lydia. La primera violín debe demostrar su validez a diario porque todos quieren ocupar su silla, nunca está a salvo”, dice Nina Hoss. “Sharon aglutina a la orquesta, ayuda a encontrar el tono desde un punto de vista práctico y ayuda a traducirlo a lo que Tár quiere sacar de la orquesta. También debe tenerse en cuenta lo que tiene de transaccional su relación con Tár dentro y fuera de la orquesta”.

“Sharon nunca me pareció ingenua”, añade la actriz. “Al igual que Tár, tiene planes. Quiere que Tár sea una estrella para mantener su estatuto como pareja poderosa y es capaz de ignorar el comportamiento de su compañera y no hacer ningún comentario. Esta historia habla del poder, de la moneda del poder y de la forma en que las dos guardan dicha moneda. Siempre hay dos partes tratándose del poder. Cualquier relación vive este tipo de tensión, este ir y venir. Las relaciones se rigen por reglas. Y ambas partes son cómplices cuando se imponen o se saltan las reglas. Espero que la película anime a hablar abiertamente de la verdadera naturaleza de las relaciones”.

La dinámica entre Tár y su ayudante Francesca Lentini también es compleja. “Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma, me gustó mucho”, comenta Todd Field. “Me empujó a ver sus otras películas, La banda de las chicas y La vida de Calabacín. Pero lo más importante, al menos para esta película, fue descubrir el talento de Noémie Merlant”.

Francesca es un personaje en plena transición. Al contrario de Tár, procede de una familia burguesa, adinerada y culta. Estudió en el Conservatorio de París, realizó estudios superiores en Yale y obtuvo una beca en la Accordion Foundation, donde conoció a Tár. Su relación llegó a ser íntima, pero ahora es estrictamente profesional. Hace unos años, Tár le pidió que fuera su ayudante en Berlín. Para ambas estaba claro que era un primer paso para acabar siendo directora asistente. Francesca está al tanto de todo lo que su jefa maquina y, lógicamente, no se fía de ella, por lo que prepara un plan de contingencia.

“Al contrario de otros personajes, nunca se ve a Francesca tocando”, dice Noémie Merlant. “Su gran don es su oído, observa, escucha. El reto residía en encarnar su pasión por la música y su profundo deseo de dirigir a través del lenguaje corporal y de la mirada. Admira a Tár y quiere aprender con ella, pero también la teme”.

La joven violonchelista rusa Olga Metkina tiene otra visión del poder de una orquesta. Es un personaje tan seguro de su habilidad e identidad que no pide nada, lo que le permite llenar un vacío en el vida de Tár, un sitio donde la ferocidad del arte se ve oscurecido por la energía que debe gastar para dirigir una institución como esta. Tár se ve a sí misma joven en Olga y eso la lleva a realizar un mal cálculo político, uno de tantos, que acabará ayudando a su caída.

“El director de casting Avy Kaufman y yo sabíamos que la mayor dificultad residía en encontrar a alguien que pudiera interpretar a Olga Metkina, una chelista rusa adolescente que supiera actuar”, recuerda Todd Field. “Idealmente, una combinación entre Lotte Lenya y Jacqueline du Pré. Teóricamente no parecía una petición exagerada y Avy empezó a lanzar sus redes, pero no tardamos en descubrir que especificar el país de origen de Olga reducía mucho las posibilidades y nos abrimos a cualquier nacionalidad”.

Empezaron a llegar cientos de cintas a la oficina de casting, y Brigitte Whitmire, la asistente de Avy Kaufman, empezó a descartar a jóvenes violonchelistas con todo tipo de acento supuestamente ruso. “Tendríamos que recurrir a jóvenes actrices que supieran tocar un poco el chelo o, al menos, que pudieran sostener el arco correctamente. Nos encantó ver a tantos jóvenes talentos musicales, pero no bastaba para el papel”, explica Todd Field. “No solo se nos echaba el tiempo encima, no queríamos doblar ni trucar a una actriz para que pareciera una violonchelista de primera. Siempre nos había parecido importante que cualquiera que tocara en la película lo hiciera de verdad”.

Por fin, durante la última semana de casting, llegó a la oficina una cinta casera. Era de una violonchelista de diecinueve años con una larguísima melena rubia que le llegaba a las rodillas, vestida bastante pudorosamente. “Sophie no tenía nada que ver con el personaje”, dice el director, “pero entonces empezó a actuar y apareció Olga. Cuando la vi, le pregunté de dónde había sacado el acento ruso y me contestó que de YouTube. Ah, y otra cosa, sabía tocar. Sophie es una violonchelista extraordinaria. Pero no lo sabíamos porque era la única que no tenía nada colgado en las redes sociales. También le preguntamos por qué y dijo que no quería que nadie la oyera hasta ‘que estuviera preparada’. Fue la presentación perfecta; demostró su calidad como intérprete musical y actriz durante el rodaje e incluso en la posproducción. Sophie Kauer es una fuerza de la naturaleza”.

Sophie Kauer empezó a tocar el chelo a los ocho años. “Me ofrecieron aprender a tocar el violín, pero dije que no porque hay que tocar de pie”, explica. “Escogí el chelo porque quería estar sentada”. Destacó a los catorce años y obtuvo un beca para estudiar en una academia de música en Suiza con otros jóvenes músicos europeos. “Allí supe lo que quería hacer el resto de mi vida”, recuerda. “Implica mucho sacrificio. Mientras los demás se divierten, te quedas en casa practicando la música de Elgar”.

Todd Field mando el guion a Sophie Kauer, que le contestó inmediatamente. “Me entusiasmó la idea de que quisiera explorar el universo de la música clásica y enfrentarse a los numerosos temas actuales de relevancia”, explica. “Todd es un escritor maravilloso. Por ejemplo, la orquesta acepta interpretar a Elgar en una escena que no ha sido incluida en la película, y describe que los arcos se alzan afirmativamente como ‘un bosque cada vez más denso hasta alcanzar la madurez’.

Con la ayuda de los profesores de idioma Helen Simmons e Inna Resner, la joven Sophie Kauer perfeccionó su acento ruso. “Me ayudaron a encontrar un espacio interpretativo en mi mente y me alentaron a probar cosas nuevas cuando intentaba encarnar a Olga”, explica. “Trabajar el acento me ayudó a desarrollar el personaje. Era muy musical, y mi oído se acostumbró rápidamente”.

Para entender mejor el arte de la interpretación, Sophie Kauer volvió a YouTube donde encontró un vídeo didáctico realizado por Michael Caine. Además, al no haber actuado nunca, pidió permiso para quedarse en el plató aunque no estuviera en la escena para observar a Nina Hoss y a Cate Blanchett. “Siempre estaba en el plató intentando aprender de las mejores”, dice. “Me rodeaban actrices de fama mundial, ¿por qué no iba a aprovecharlo?”

La joven chelista nunca había tocado con una orquesta profesional. “Mi terror era doble”, reconoce. “Muy pocos músicos de diecinueve años tienen experiencia con orquestas. Aquí debía tocar en un rodaje con músicos profesionales. La presión era enorme. Además, debía tocar el chelo como otra persona, no como yo lo tocaría. Todd tenía ideas muy claras acerca del fraseo musical, y Cate dirigía. Debía adaptarme a eso y a los maravillosos músicos de la Filarmónica de Dresde, músicos de primer orden que cuentan con años de experiencia en la orquesta”.

Mark Strong da vida a Eliot Kaplan, un importante financiero cuya pasión es la música clásica. Como director de orquesta aficionado, se ha subido al podio en varias ocasiones gracias a sus contactos y, sobre todo, a sus lazos comerciales con Lydia Tár, otra relación transaccional en la película. Hace diez años, Fondos Kaplan financió la Accordion Foundation, el proyecto más querido de Tár, a través del que ofrece oportunidades a jóvenes directoras. “Mark está entre mis actores preferidos”, dice Todd Field. “Le conocía sobre todo por sus papeles en los escenarios. Su encarnación de Eddie Carbone en ‘Panorama desde el puente’, de Arthur Miller, dirigida por Ivo van Hove, es una de las mejores interpretaciones teatrales que he visto”.

El actor reconoce que el papel le apetecía mucho porque “me ofrecía la oportunidad de encarnar a un hombre que no tiene nada que ver conmigo, algo que siempre busco”.

Julian Glover es Andris David, el predecesor de Tár en la Filarmónica de Berlín. Hablan profesionalmente de forma habitual y es una de las pocas personas en el mundo con la que ella se identifica, lo que es a la vez una bendición y una maldición. Le adora, pero es consciente de que no quiere acabar como él en la tercera etapa de su vida. “La carrera de Julian habla por sí sola”, dice Cate Blanchett. “Es el actor perfecto siempre dispuesto a encontrar el alma del personaje. Cuando rodamos, acababa de cumplir 86 años, y no solo su memoria es impecable, también aportó una riqueza profesional vital para el personaje”.

“Me quedé atrapado en cuanto supe que Todd dirigía la película; acto seguido me asombré al pensar que trabajaría con la brillante Cate. Y para acabar, me quedé estupefacto ante el extraordinario, maravilloso, original y musical guion”, recuerda Julian Glover. “No hace falta ser un genio para entender por qué acepté participar en semejante proyecto”.

Allan Corduner, un pilar de los escenarios británicos y de Broadway, además de ser un conocido actor de cine, sobre todo por el papel de sir Arthur Sullivan en Topsy-Turvy, de Mike Leigh, es Sebastian Brix, el director asistente de la Filarmónica de Berlín. Llegó en 1990 de la mano de Andris Davis y, tal como le dice Eliot Kaplan a Tár, fue “una decisión heredada”. Todd Field y Allan Corduner se conocieron hace más de treinta años cuando ambos eran actores. “Allan es un actor genial”, dice Todd Field. “Y un maravilloso ser humano. Sabía exactamente quién es Sebastian y le encarnó como si fuera un cortesano en un drama de la época isabelina. Fue un placer volver a colaborar con él después de tanto tiempo”.

“Trabajar en TÁR ha sido una de las grandes alegrías y privilegios de mi larga carrera”, dice el actor. “Hace mucho que Todd Field y yo nos conocemos, y nunca he dejado de admirarle por su talento, humildad y rigor. Ama y respeta a los actores, ensaya con ellos en un sitio tranquilo antes de rodar, algo que cada vez se hace menos. Como intérprete, sientes que cuentas con todo su apoyo”.

Entre bambalinas
Artistas procedentes de todo el mundo ayudaron a Todd Field a plasmar el universo visual y sónico de TÁR a través del diseño de producción, la fotografía, el vestuario, el montaje y la banda sonora. Los decorados abarcaron Berlín, Nueva York y el sureste de Asia para recrear las salas de conciertos, hoteles, restaurantes, el casa de infancia de Lydia Tár, su primer piso en Berlín, y el hogar de estilo brutalista que comparte con su compañera y su hija. Todd Field y los jefes de departamento crearon un mundo único para el personaje principal, un mundo refinado y exclusivo que acaba aprisionando a Tár cada vez más mientras lucha por sobrevivir en ese espacio meticulosamente ordenado.

Mucho antes de la preproducción, Todd Field se puso en contacto con el diseñador de producción Marco Bittner Rosser: “Marco aceptó sin pestañear unos tremendos retos. El primero era encontrar una orquesta alemana con una sala de conciertos de ‘estilo viñedo’ o sea, con asientos en terrazas dispuesta a permitir que la invadiera un equipo de rodaje, pero también que la hiciera suya, así como a todos los miembros de la orquesta. Marco y el coproductor Sebastian Fahr-Brix consiguieron al menos que la Filarmónica de Dresde considerara la posibilidad. Reconozco que fue una negociación larga y, en ocasiones, tensa, pero sin Marco, Sebastian y Uwe Schott de X-Films nada de esto habría sido posible”.

“La sala de conciertos de Dresde se había estrenado hacía dieciocho meses cuando llegamos”, sigue diciendo Todd Field. “Como todas las salas de ‘estilo viñedo’, estaba inspirada en Hans Scharoun, el creador de la forma. Solo podíamos rodar en la sala de conciertos, todas las zonas de bastidores y despachos nos estaban vedadas. Esta limitación hizo que Marco diseñara toda esa área, así como los pasillos, espacios públicos, etcétera, siguiendo el espíritu y estética de Scharoun. Marco no solo es un gran diseñador, también sabe mucho de logística y, al igual que los demás jefes de departamento, dirigió a tres equipos diferentes en tres países”.

Para un rodaje que requería mucha rapidez, Todd Field le pidió a Florian Hoffmeister que se encargara de la iluminación. “Había visto el trabajo de Florian en la serie ‘The Terror’, dirigida por Edward Berger y producida por Ridley Scott a partir de una novela de Dan Simmons. La iluminación de Florian, sobre todo en los rostros, me pareció increíble. Antes de empezar a rodar TÁR, realizamos numerosas pruebas de iluminación, de objetivos y cámaras durante unos dos meses. Buscábamos algo neutro y que no fuera ‘mono’. Acabamos inclinándonos por Arriflex, que nos fabricaron objetivos a medida y un sistema de emulsión que ahora han integrado en todas sus cámaras. Florian se dio cuenta inmediatamente de los retos y limitaciones que deberíamos superar, sobre todo en la sala de conciertos, y se esforzó para que nunca tuviéramos que esperar un cambio de luces y para que Cate se sintiera cómoda”.

La diseñadora de vestuario Bina Daigeler, nominada al Oscar (Todo sobre mi madre, Volver), también se unió al equipo muy pronto con el fin de ayudar a Cate Blanchett a encontrar a Lydia Tár. “La relación con la diseñadora de vestuario y las sesiones de prueba tienen un papel importantísimo en la creación del personaje. De ello depende cómo lo verán los espectadores y cómo se mueve en el mundo”, dice la actriz.

La diseñadora también ayudó en la coordinación del vestuario y del atrezo en Nueva York tres meses antes de que empezara el rodaje. “Además de su enorme talento como diseñadora de vestuario, es un genio haciéndose con un decorado y, para ser sincero, con la gente”, dice Todd Field. “Tiene un don especial para crear ambientes que nos empujan a salir de la zona de confort e ir más lejos. Todos los departamentos ganaron algo con su talento y su generosidad”.

Todd Field había trabajado con la montadora Monika Willi en las primeras etapas de una película que al final no dirigió. Conocida por trabajar con directores de la talla de Barbara Albert, Michael Haneke y Ulrich Seidl, tiene la reputación de ser una montadora exigente y rigurosa.

“Cuando empezamos a montar TÁR, Londres estaba de nuevo confinada y no nos quedó más remedio que quedarnos en un convento del siglo XV a las afueras de Edimburgo”, recuerda el director. “Mona tiene una disciplina férrea y un tremendo sentido del rigor, exactamente lo que necesitaba la película. No podíamos hacer mucho excepto montar y pasear por los jardines, y a eso nos dedicamos siete días a la semana. Estábamos lejos de nuestras familias, pero esos momentos difíciles nos confirieron una sensación de compromiso con el material mucho más fuerte que si hubiéramos estado trabajando en Londres. Mona hizo enormes sacrificios personales al estar seis meses lejos de su familia hasta el último día de la posproducción. Tuve mucha suerte de contar con una artista tan dedicada y talentosa”.

La música
La oscarizada compositora Hildur Guðnadóttir (Joker) se enfrentó a la abrumadora tarea de componer una partitura para una película que no solo gira en torno a la música y su creación, sino en la que se interpretan en directo varias obras clásicas. El enfoque de Hildur Guðnadóttir fue evitar a toda costa subrayar la música que ya existía. “Esta película habla de personas que hacen música, y Hildur recalcó desde el principio que no estaba dispuesta a colocar un sombrero encima de otro”, dice Todd Field. “Se centró en su interés por las frecuencias, los ruidos, alejándose de lo que ya estaba en la película. Por eso mismo, su trabajo es sutil y pasa casi desapercibido”.

Hildur Guðnadóttir reconoce que el proceso colaborativo le entusiasmó desde el principio. “Todd siempre está dispuesto a escuchar las ideas de sus colaboradores y tuvimos conversaciones maravillosas”, dice. “Nos reuníamos mientras él buscaba localizaciones, hablábamos del guion, de los decorados, del proceso de composición, de lo que imaginábamos que componía Tár, cuáles eran sus influencias, su tempo… Compuse el cuarteto inicial a partir de estas conversaciones, antes de que se rodara la película”.

Cuatro orquestas de cuatro países diferentes tocan en directo en la película. La primera es la Filarmónica de Berlín dirigida por Tár. “Desde el principio dejamos claro que los músicos nunca debían sentir que eran figurantes. Hicimos un casting de dos días con la orquesta de Dresde para ver si podíamos encontrar a Gosia y a Knut entre ellos. Esperábamos que se presentaran unos diez músicos, pero vimos a cuarenta. Aunque la mayoría eran buenos, Dorothea Plans Casal (Gosia) y Fabian Dirr (Knut) eran notables”.

“Podría haber sido incómodo para ambos ser escogidos entre sus compañeros, pero los músicos, como los actores, están acostumbrados a las pruebas y saben enfrentarse al rechazo de una forma muy sana. Por eso mismo, además de tocar, quisieron participar en la película de otro modo, lo que implicó desplazarse desde Dresde a Berlín para cruzar un pasillo, servirse un vaso de agua o estar en el fondo de una sala ensayando. La entrega de estos músicos creó un ambiente muy especial para los miembros del reparto y del equipo, y supuso una colaboración interdisciplinaria que nos permitió aprender mucho mutuamente”.

El concertino de la Filarmónica de Dresde, Wolfgang Hentrich, hizo todo lo posible para ayudar a Nina Hoss, explicándole en qué consistía ser concertino y convirtiéndose en su compañero durante el rodaje. “Tuvimos mucha suerte de contar con la ayuda de un artista del calibre de Wolfgang”, dice Nina Hoss. “Su puesto en la orquesta no está hecho para una persona pusilánime. No es extraño, por razones prácticas y políticas, que alguien en su posición sea distante y poco abierto. Pero Wolfgang no es así, es un entusiasta, le encanta enseñar. Es el director de la mejor orquesta joven de Alemania – el equivalente de la Joven Orquesta de Moscú de Olga – y siempre estaba dispuesto a ayudarnos”.

“Nunca olvidaré el momento en que Cate empieza a dirigir. Yo tocaba el violín al lado de Wolfgang y, de golpe, formábamos uno con la orquesta. Es un momento muy emocionante si no se está acostumbrada”, añade Nina Hoss. “Los músicos de la Filarmónica de Dresde saben lo que significa crear una música maravillosa noche tras noche. Es posible que haya momentos en la vida en que se olvida la fuerza de la música, como cuando se lleva a los niños al cole, por ejemplo, pero durante el rodaje de TÁR ninguno de nosotros pudimos olvidar lo que significa formar parte de esta profesión, aunque fuera momentáneamente”.

Más colaboraciones
Se habla mucho de la tesis doctoral de Lydia Tár sobre la música del pueblo Shipibo-Conibo, asentado en las orillas del Ucayali en la Amazonia noroccidental. El director y los productores querían mostrar con autenticidad su cultura chamánica y a sus artistas. La primera pieza que se oye en la película es un “íkaro” (canto mágico) cantado por la chamana Elisa Vargas Fernández. El diseñador de sonido de TÁR, Stephen Griffith, mandó a su sobrino Zackiel Lewis-Griffith (licenciado en la Escuela de Estudios Africanos y Orientales de Londres, y etnomusicólogo) al río Ucayali para grabar a mamá Elisa cantando un íkaro original.

También se contrató al fotógrafo shipìbo-conibo David Díaz González para fotografiar un ritual realizado por su familia en el que Tár sería incluida posteriormente.

Otras músicas
Aparte de las obras clásicas y de la partitura escrita por Hildur Guðnadóttir, hay dos piezas de jazz especificadas por Todd Field en el guion: “Los compositores son propensos a escuchar cosas diferentes de lo que componen para cambiarse las ideas”, dice el director.

La primera, “Lil’ Darling”, es un tema que Todd Field tocaba con su grupo en la universidad. Se utilizó una grabación realizada a partir de la composición y arreglos de Neal Hefti para la Count Basie Orchestra. Se oye durante la primera escena entre Tár y Sharon, cuando el corazón de esta se desboca y Tár utiliza el sonido como una especie de base para ralentizarlo todo “a 60 pulsaciones por minuto”.

La segunda, “Here’s That Rainy Day”, de Jimmy Van Heusen, con letra de Johnny Burke, se escucha en la segunda escena en el piso de Sharon y Tár. La grabación concreta requerida por Todd Field proviene del álbum “21 Trombones featuring Urbie Green” y es legendaria entre los trombonistas. Por mala suerte, los derechos no estaban muy claros. “Era exasperante por dos razones. Primera porque me parece un álbum de gran importancia que debería estar al alcance de todos, y segunda, desde un punto de vista egoísta, sabía que era la única música para la escena”, dice Todd Field. “Se grabó en Nueva York en 1967 con los mejores trombonistas del siglo pasado y no es algo que cualquier persona en su sano juicio, y menos aún un trombonista, pueda pensar en replicar”.

Pero Lucy Bright, la supervisora musical de TÁR, encontró a unas personas lo bastante locas como para haberlo intentado, un grupo holandés llamado The New Trombone Collective. Lucy Bright, Todd Field y Monika Willi subieron a un avión con destino a Holanda para grabar a los veinte trombonistas apoyando a un solista. “Pero el solista tenía que tocar como Urbie Green”, se lamenta Todd Field, “y eso equivale a pedir que alguien actúe como Marlon Brando. Da igual lo bueno que sea, solo hay un Brando”.

A Todd Field se le ocurrió llamar a Ben Wolfe, un miembro del grupo en el que tocaba y que durante años había salido de gira con Harry Connick Jr. y Wynton Marsalis, para ver si conocía a alguien. “Ben me dijo que el músico perfecto era mi antiguo profesor Jeff Uusitillo, y supe que tenía toda la razón, pero llevaba años sin hablar con él. Le llamé y descubrí que había abandonado el trombón por el pincel y se dedicaba a la pintura abstracta. Pero Jeff me dijo que el único que podía hacerlo estaba en Canadá y era el gran Al Kay”.

Al Kay aceptó enseguida. Lucy Bright le mandó las pistas grabadas en Holanda y Kay tocó el solo con la misma precisión de Green. “¡Y a la primera!”, exclama Todd Field. “Reto a cualquiera a que note la diferencia entre la grabación de 1967 y lo que grabamos nosotros”.

Álbum conceptual
En julio de 2022, Cate Blanchett, Hildur Guðnadóttir, Sophie Kauer y Todd Field se reunieron en los Abbey Road Studios durante dos fines de semana para grabar un álbum conceptual que nació de las conversaciones entre Hildur Guðnadóttir, Natalie Hayden y Mike Knobloch de Universal Studios, y el equipo creativo de Deutsche Grammophon.

El concepto es doble. El primero tiene que ver con uno de los sueños de Lydia Tár. Bastará con echar un vistazo a la portada para darse cuenta de que en un universo paralelo, Lydia Tár consiguió convencer a Deutsche Grammophon de que crearan un vinilo con su imagen imitando a Claudio Abbado.

El segundo se centra en que el oyente sienta a través de las pistas de audio – como en la película – lo caótico que puede llegar a ser el proceso musical. En este caso se incluye a tres orquestas y a sus directores: Cate Blanchett (como Lydia Tár) ensayando la Quinta de Mahler con la Filarmónica de Dresde; Hildur Guðnadóttir indicándole lo que quiere a Robert Ames dirigiendo a la Orquesta Contemporánea de Londres y, finalmente, Natalie Murray Beale dirigiendo a la Sinfónica de Londres. Ya que a nadie se le había ocurrido producir un álbum semejante, tenía que incluir muchas “novedades”, según Hildur Guðnadóttir.

Una de estas novedades es el debut profesional de Sophie Kauer tocando el Concierto para Violonchelo de Elgar. Como mencionamos antes, la primera grabación fue la de Beatrice Harrison tocando con la Sinfónica de Londres, entonces compuesta únicamente por hombres, dirigida por el propio Elgar. El personaje de Sophie Kauer en la película, la joven rusa Olga Metkina, está inspirado en la trascendental grabación realizada por Jacqueline du Pré. “Para Sophie fue un sueño hecho realidad”, dice Cate Blanchett. “Tocaba en el mismo estudio y con la misma orquesta que Jacqueline du Pré en 1965”.

El disco arranca con Hildur Guðnadóttir cantando el tema de la obra que compone Lydia Tár en el transcurso de la historia, y acaba con Elisa Vargas Fernández cantando un íkaro, supuestamente una grabación realizada en Amazonas por Tár en 1990.

Todd Field acaba diciendo: “A pesar de estar presente en las sesiones de grabación, escucharlas en el álbum me produce una sensación mística. Supongo que por eso dicen que no se puede meter el pie dos veces en el mismo riachuelo. Emociona apartar la cortina y descubrir la energía y el poder creativo de estos artistas. No ocurre a menudo; y sí, es la primera vez. Me hace muy feliz que este álbum tenga vida propia en el mundo paralelo de la película, y aún más en el mundo real. Fue una reunión llena de alegría después de no habernos visto durante seis meses. La película estaba acabada y todos podíamos disfrutar haciendo ruido”.