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Código 46 cartel reducidoCódigo 46(Code 46)
Dirigida por Michael Winterbottom
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Dirigida por el prolífico Michael Winterbottom (Wonderland, 24 Hour Party People, Welcome to Sarajevo), ganador del Oso de Oro en Berlin 2003 por In This World. Dirige a Samantha Morton (Sweet and Lowdown, Minority Report, Morvern Callar, In America) y Tim Robbins (Mystic River, Human nature, Alta fidelidad, Prêt-à-Porter, Cadena Perpetua).

Sección Oficial a concurso del Festival de Venecia 2003. Sección Oficial de la 37 edición del Festival Internacional de Cinema de Catalunya Sitges 2004.

Notas de producción
Código 46 fue tomando forma fruto de una serie de conversaciones entre el director Michael Winterbottom, el productor Andrew Eaton y el guionista Frank Cottrell Boyce, quienes llevaban varios años barajando la idea de realizar un largometraje de ciencia-ficción. Sin embargo, como cabría esperar del equipo responsable de largometrajes como El perdón (The Claim, 2000) o 24 Hour Party People (24 Hour Party People, 2002), no sería una película de ciencia-ficción dominada por ordenadores, decorados futuristas y efectos especiales. Por el contrario, enmarcada en un futuro próximo perfectamente reconocible, donde hay muchos puntos en común con nuestro propio tiempo, combinaría elementos de historia romántica, de thriller a lo film noir, y hasta de la mitología griega, junto con una exploración de las consecuencias emocionales que se derivan de la clonación humana.

Ahora que Código 46 es una realidad concreta, los realizadores todavía se muestran reacios a clasificarla como un simple film de ciencia-ficción. "Si la hubiéramos descrito como una película de ciencia-ficción" -nos explica Michael Winterbottom-, "el público habría estado esperando algo más vinculado a la tecnología o al diseño, o con las diferencias entre nuestro presente y el momento del film. Pero queríamos hacer una historia de amor enmarcada en un futuro cercano, un mundo que queremos muy parecido al actual, pero con los elementos combinados de modo ligeramente distinto. Al mismo tiempo, Código 46 también es una versión puesta al día del clásico film noir con tratamiento de thriller. El detective William (Tim Robbins), viaja a Shangai para investigar un delito y acaba por enamorarse de María (Samantha Morton), que es la autora de la infracción".

La idea de clonación viene a añadir otro nivel de complicación emocional: esa posibilidad de que en un futuro no lejano sea posible conocer y enamorarte de alguien con quien genéticamente estás vinculado. Al tiempo, ello transportó a los realizadores de regreso al clásico mito griego de Edipo: "Nuestra historia se convirtió en una versión más abstracta y mítica de la idea que gira en torno al hecho de no poder evitar amar a quien amas. Lo que resultaba particularmente atractivo era la idea de centrarse en una historia de amor corriente, una que todo el mundo pudiera reconocer y, entonces, llevarla hasta su extremo introduciendo el tabú edípico que prohíbe hacer el amor con tu madre. He ahí lo interesante del elemento referido a la clonación: esa idea de que William pudiera enamorarse de alguien que genéticamente es idéntica a su madre, sin ser consciente del hecho".

Por lo tanto, Código 46 se convierte en una clásica historia de amor imposible, pero con un giro genético esencial. "La idea original" -nos dice el productor Andrew Eaton-, "residía en la intención de narrar un affaire amoroso de tintes trágicos, en el que dos personas se enamoran pero donde existe un poderoso motivo por el que no pueden permanecer juntos. Películas como Breve encuentro (Brief Encounter, 1946), Casablanca (Casablanca, 1942), o El paciente inglés (The English Patient, 1995), tienen ese mismo formato. En este terreno es donde introducimos la idea de la clonación, pues nuestra historia deviene una versión actual del mito de Edipo, en el que el incesto escapa totalmente al control de William y María".

En Código 46, ha influido notoriamente la experiencia de Michael Winterbottom en la realización de: In this World (In this World, 2002), que recogía el duro viaje que afrontaban dos jóvenes afganos desde un campo de refugiados en Peshawar, al noroeste de Pakistán, hasta Londres. "Hay mucho de Código 46 que fue tomando cuerpo a partir de nuestra experiencia en la realización de In This World" -reconoce Winterbottom-. "Un aspecto importante fue la frustración que se derivaba de los pasaportes, visados, y de toda la burocracia que acompaña el acto de viajar a través de distintos estados. El problema de no tener los papeles precisos. Eso se convirtió en parte de la historia: la necesidad de papeles, el bloqueo de las carreteras, la inseguridad, así como las dificultades en general al cruzar las fronteras".

A Samantha Morton le entusiasmó el guión desde el mismo momento que lo leyó: "Mientras leía el guión por primera vez, no podía dejar de llorar. Pensaba: 'La vida puede llegar a ser muy cruel en algunas ocasiones. Qué bella es la vida, y cómo llega a escaparse a nuestro control.' Ésta es una historia de amor sorprendente, una entre un millón. Pero no es sensiblera, como una película de encuentros románticos; es una película adulta acerca del amor. Te recuerda lo que es el amor, cómo amas a tu pareja, y cuán beneficioso resulta estar enamorado".

"María no sabe que va a enamorarse de ese tipo, William. Te despiertas por la mañana y no te das cuenta de lo que está a punto de pasar. Cuando era pequeña, acostumbraba a sentarme en el autobús camino del colegio y pensaba: 'Mi marido podría estar en este autobús y yo no lo sabría.' Ésta es la historia de Código 46; te está diciendo: 'no tienes ni idea de lo que está justo a la vuelta de la esquina'".

Tim Robbins se comprometió con el proyecto muy poco después, atraído hacia Código 46 por su insólita aproximación a una historia romántica tradicional desde la perspectiva de la ciencia-ficción. "Lo que me atrajo de Código 46" -nos dice Robbins, un actor con mucho talento-, "es el emplazamiento de una historia de amor en este entorno futurista, donde la genética, el ADN y la clonación han destruido todo romance. Y como en toda buena historia romántica, subyace la lucha por mantener esa pasión desbocada, por superar todos los obstáculos que pueda haber ante uno".