Olivia y el terremoto invisibleDirigida por Irene Iborra Irene Iborra (Citoplasmas en medio ácido, Clic, Matilda, ¿Qué le pasa al cielo?) adapta la novela 'La película de la vida' (Barco de Vapor, 2017) de Maite Carranza. La producción cuenta con dos de los artistas de stop-motion más reconocidos del mundo, César Díaz y el británico Tim Allen, animadores de Wes Anderson y Tim Burton. Emma Suárez y Jordi Évole son algunas de las voces de los personajes adultos de esta historia
Sección oficial Festival Internacional de Cine de Animación (FIFA) de Annecy 2025.
Esta es la historia de una niña de doce años y su familia, obligados a mudarse del centro a un lugar de la periferia. Eso les llevará a descubrir el poder de la amistad, imprescindible para navegar las aventuras de la vida.
"Contribuir a desestigmatizar los desahucios y la pobreza infantil con una historia tan bonita es una forma muy poderosa, e incluso bella, de compartir este tema tan delicado con los niños", explica Iborra. "El mensaje es esperanzador y está lleno de luz", añade la directora, que subraya la capacidad del stop-motion para abordar, con marionetas y fantasía protectora, la necesidad de construir redes de apoyo ante los terremotos de la vida".
"OLIVIA Y EL TERREMOTO INVISIBLE" es una coproducción entre España, Francia, Bélgica y Chile a través de las productoras Citoplasmas Stopmotion, Cornelius Films, Bígaro Films, Vivement Lundi!, Panique! Production y Pájaro. Cuenta con la participación de Televisión Española, 3Cat, À Punt y Movistar Plus +. Con el apoyo del ICEC (Institut Català de les Empreses Culturals), ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), IVAC (Institut Valencià de la Cinematografia), Ayuntamiento de Barcelona e Ibermedia.
Basada en la premiada novela infantil: "La película de la vida" de Maite Carranza
Olivia y el terremoto invisible es una adaptación del multipremiado libro La película de la vida de la escritora y guionista Maite Carranza, Premio Nacional de Literatura Juvenil 2011 y candidata 2025 al Premio Internacional Andersen de Literatura Infantil.
La novela cuenta la historia de una familia que debe retomar su vida tras un desahucio, narrada desde el punto de vista de la niña protagonista: Olivia. Es un libro que ha arraigado en las escuelas catalanas, donde muchos lectores han tenido la oportunidad de conocer a la autora y dialogar con ella.
Irene Iborra Rizo (La directora)
La primera película de stop motion dirigida por una mujer en España
Irene Iborra Rizo, licenciada en Ciencias Físicas, se especializa en el terreno audiovisual con dos masters, uno en escritura para cine y tv, y otro en dirección y animación stop motion.
Desde hace 20 años, trabaja como guionista, directora y animadora de stop motion. Ha escrito, dirigido y producido obras como Matilda, estrenada en salas francesas dentro del programa "Crecer", "Clic", Què li passa al cel? y Citoplasmas en medio ácido seleccionadas/ premiadas en prestigiosos festivales como Clermont-Ferrand (Francia), Annecy (Francia), Animayo (España), Monstra (Portugal), Stuttgart (Alemania), Animamundi (Brasil), Ottawa (Canadá) y un largo etc.
Para televisión, ha escrito y dirigido la serie infantil Cuentos Celestes (Cap Canal, Francia), premiada en festivales y proyectada en sesiones escolares, además de trabajar como guionista para diferentes producciones de Televisió de Catalunya.
Es coautora, junto con la escritora y guionista Maite Carranza, de la serie de literatura infantil: Los 7 cavernícolas (Planeta). También ha animado publicidad con su productora Citoplasmas Stop Motion y desde hace 12 años imparte clases de guión en el Centro Universitario BAU.
Olivia y el terremoto invisible es su primer largometraje, en el cual ha trabajado como productora ejecutiva, directora y guionista.
Notas de dirección (por Irene Iborra Rizo)
Tenemos superpoderes, pero lo hemos olvidado
Olivia y el terremoto invisible es una película de aventuras, es un largometraje de animación stop motion, y también es un hito, un acto heroico.
En un mundo donde la compasión no está de moda, donde se tiende a ocultar los problemas para no afrontarlos, reivindico el explicar a los niños la complejidad y la belleza de existir, con sus luces y sus sombras. Reivindico la ternura, la amistad y la fuerza de la comunidad en tiempos de división, egos enfermizos y polarizaciones.
La animación stop motion sucede en el espacio real, no dentro de una pantalla. Es cine artesano, en miniatura, con sus ritmos, sus tempos de fabricación propios, su fisicalidad, su propensión al accidente, tan a contracorriente del control, el automatismo y la velocidad actual.
Y sin embargo, lo más complicado ha sido hacer cine de autor, de autora para ser exactos, entre tanta tecnología e industria. No ha sido fácil sostener el alma cinematográfica frente a los imperativos del mercado. No es casualidad que hasta este año 2025 no se hubiera producido ningún largometraje de stop motion dirigido por una mujer en nuestro país. Me siento feliz de romper ese techo invisible con esta película.
De hecho, con ella hemos desplazado muchos límites: técnicos, sociales, autorales, de género... Desde aquí agradezco al equipo inmenso e internacional que ha sostenido este abrir camino.
Deseo que la valentía, la imaginación y la resiliencia cotidianas que muestran Olivia y sus amigos sean contagiosas. Que la confianza en el ser humano nos posea, que todos los terremotos nos cojan con personas amorosas cerca, y que aprendamos a caer y a levantarnos tras ellos. Y como las protagonistas durante sus aventuras, anhelo que recuperemos nuestros poderes, el poder de nuestra mirada sobre las cosas, el de elegir nuestra actitud ante ellas...
Ojalá esta película, con toda sus risas y llantos, con su complejidad y su luz, sea un huracán de esperanza para todas las niñas, los niños, les niñes que la vean. ¡Va por ell@s!.
Notas de construcción (por Eduard Puertas Anfruns, director técnico y coproductor ejecutivo)
El stop motion: Cine en miniatura
Olivia y el terremoto invisible se ha rodado en una nave del barrio de Sant Martí (Barcelona). Ha sido un proceso vivo e intenso, en el que a diario debíamos solucionar retos y problemas inesperados. Eso sí, cada día nos íbamos a casa con la satisfacción de que foto a foto habíamos hecho 10 segundos más de película. El stop motion es una técnica minuciosa y lenta a la par que mágica. En mi caso, tras años realizando spots y cortometrajes, trabajar en un largometraje ha supuesto un cambio muy grande en la forma de pensar y actuar.
Primero tuvimos que adaptar un pequeño local en Gracia (Barcelona), donde empezamos a crear todos los puppets. Diseñamos y construímos a los protagonistas de la película, modelamos sus rasgos, fabricamos su esqueleto, pensamos cómo debían ser sus movimientos, sus caras y gestos, su vestuario, su pelo , tono de piel, etc... siempre proyectándose hacia el rodaje, planeando el mantenimiento y adaptabilidad a las necesidades de la animación y fotografía. Detrás de cada muñeco o prop, se esconde una pieza de ingeniería pensada para ser manipulada durante la animación y dar cabida a todas las exigencias del guión. Mientras en
Barcelona, en Rennes y en Santiago de Chile pasamos un año creando los puppets, en Valencia, nuestros compañeros se encargaban de crear los escenarios en los que se moverían. Los escenarios más grandes tenían un tamaño de 7 metros de largo y 4 de altura.
Un año después, escenarios, puppets y props se unieron en una nave gigante de 1600m2 en Barcelona. De repente, un equipo en principio reducido pasó a convertirse en algo más grande, un equipo internacional de unas 34 personas aproximadamente que darían vida con sus manos y su ilusión a los terremotos y aventuras de Olivia en 14 platós simultáneamente. Cada 10 segundos de peli, cada día, veíamos cómo el sueño se hacía realidad, como Olivia crecía de manera orgánica. Ahora estrenamos la película en el festival de animación más importante del mundo. No podemos estar más contentos.
Notas de producción (por Mikel Mas (Cornelius))
La necesidad de crear un proyecto internacional
Fue en el Festival de Annecy de 2018 que Irene me habló por primera vez de la historia de Olivia y me invitó a participar en ella. Al equipo de Cornelius nos encantó el proyecto desde el principio y el libro de Maite Carranza en el que se basaba: La película de la vida. A la vez, ya conocíamos los trabajos previos de Citoplasmas que encontrábamos de una excelente calidad. Posteriormente, se sumó al equipo Ramón Alós de Bígaro Films (Valencia) y, las tres empresas juntas, decidimos lanzarnos a la aventura de producir un largometraje de stop motion.
Hoy puedo asegurar que no habríamos logrado tal hazaña si no hubiésemos enrolado por el camino a nuestros coproductores Vivement Lundi! (Francia), Panique ! (Bélgica), Nadasdy Film (Suiza) y Pájaro (Chile). La unión de estos cinco territorios ha permitido que hayamos logrado producir una pieza de stop motion con unos estándares de calidad superiores a la media. Este logro también se ha dado por el talentazo de todos y cada uno de los miembros del equipo. Por poner algunos ejemplos, los animadores Tim Allen (Island of dogs, Guillermo del Toro's Pinocchio), Nuria Bataller o César Díaz (Island of dogs, Frankenweenie), el director técnico Eduard Puertas o la jefa de vestuario Alicia Velasco.
Para nosotros es un orgullo haber creado el primer largometraje de stop motion catalán. Pero, al mismo tiempo, nos hemos dado cuenta del porqué hay tan pocos. Un largometraje de stop motion es todo un reto. Por un lado, requiere una técnica muy concreta y artesanal que muy pocos dominan. Hemos tenido que buscar a profesionales de todo el mundo que se han trasladado por unos meses (o más de un año), a Barcelona, ciudad en la que hemos realizado el rodaje de la película. También hemos tenido un equipo local que, pese a tener experiencia en stop motion, la gran mayoría habían participado en producciones de formato corto. Después de estos más de seis años trabajando en Olivia, puedo asegurar que, ahora, en Barcelona hay un equipo humano capaz de producir un largometraje en stop motion con total garantía o sumarse a un proyecto foráneo manteniendo los estándares de calidad requeridos por el sector.