LA GÉNESIS DE TIBURÓN BLANCO. LA BESTIA DEL MAR
Tiburón blanco. La bestia del mar parte de una estampa aterradora: un grupo de hombres flota a la deriva, en silencio, acosados por una amenaza desconocida que acecha bajo la superficie. Al guionista y director Kiah Roache-Turner, gran aficionado a la tensión y sencillez de las historias de supervivencia, esa imagen le sirvió no solo para adentrarse en el género, sino para plantear temáticas mucho más complejas. Este es un filme sobre el silencio y la violencia, el aislamiento y la identidad, el poder y el dolor. Es una historia presentada sin florituras, donde los conceptos de masculinidad, etnia, trauma y mitología conviven en un espacio limitado.
En junio de 2023, el productor Blake Northfield, CEO de Bronte Pictures, preguntó a Kiah si quería rodar algo en un entorno acuático. Ni corto ni perezoso, el director le habló de Tiburón blanco. La bestia del mar, una superproducción que superaría con creces las expectativas de los clásicos thrillers de supervivencia. Bronte Pictures se puso manos a la obra de inmediato. Sería una película de género, pero sería más inteligente, más ambiciosa y con mayor alcance que las propuestas tradicionales. Desde el minuto uno, Kiah tuvo claro que habría pocos diálogos, dándole protagonismo a la introspección en aquellos momentos en los que se adentraba en las situaciones que surgen cuando los hombres se encuentran varados, tanto física como emocionalmente, y se ven obligados a enfrentarse tanto a sí mismos como a sus compañeros.
Chris Brown de Pictures in Paradise se unió al proyecto tras hablar con Bronte Pictures, poniendo sus años de experiencia como productor al servicio del filme. En un principio la película iba a rodarse en unos conocidos tanques de agua en Malta, pero un conflicto de calendario con la última entrega de Parque Jurásico obligó a un cambio de planes. Bronte Pictures tenía claro que no sacrificarían la visión creativa del director, por lo que se lanzaron a la titánica tarea de construir el mayor tanque de agua del hemisferio sur en Queensland. Una proeza extraordinaria. Esta enorme piscina les garantizaba el control creativo sobre todo lo que conllevaría un rodaje acuático tan complejo y, además, aportaba unas instalaciones de primera que podría seguir usando el sector cinematográfico australiano en el futuro.
Los realizadores eran conscientes de que necesitaban documentarse muy bien para que el filme conectara con el público. De ahí que colaboraran estrechamente con varios asesores culturales y con el protagonista Mark Coles Smith para construir la personalidad y la historia de Leo, un soldado indígena de las Naciones Originarias. La película nunca se planteó únicamente como un filme bélico o un thriller de supervivencia, sino como una oportunidad para presentar una perspectiva que rara vez se ha planteado en el cine australiano.
Cornerstone, la agencia de distribución internacional, recibió el guion en septiembre de 2023 y en seguida se interesó por el filme dada la originalidad de la historia, tanto que se unieron al proyecto y empezaron a trabajar en la promoción global. En octubre, Rialto firmó como distribuidor para Australia y Nueva Zelanda. Un mes más tarde Tiburón blanco. La bestia del mar se presentó en el American Film Market en Los Ángeles. A pesar de no contar con metraje final, el proyecto se vendió en 15 territorios internacionales basado en el guion, la presentación y la demo inicial. Recaudó más de 4 millones de dólares en operaciones de preventa, convirtiéndose en un éxito sin precedentes para una producción independiente australiana.
El equipo de Tiburón blanco. La bestia del mar compartía la firme convicción de que podían crear una película de género digna de ser considerada una obra artística y sostenía que el cine de terror podía trasladar un mensaje más profundo. El director de fotografía Mark Wareham, la diseñadora de producción Esther Rosenberg, Formation Effects, The Post Lounge y Folklore Sound se unieron al proyecto, animados por los retos físicos, técnicos y creativos de la producción. De aquella idea suelta surgió una historia muy potente contada desde una perspectiva única y basada en la cultura, el esfuerzo y la colaboración. El resultado va más allá de la película en sí para convertirse en la prueba de que el sector cinematográfico australiano está de sobra capacitado para crear cine de género visionario a gran escala. Tiburón blanco. La bestia del mar tira de innovación para contar una historia única y marcar un hito para el cine independiente australiano.
UNA TEMÁTICA QUE VA MÁS ALLÁ DEL MONSTRUO MARINO
Tiburón blanco. La bestia del mar analiza cómo reacciona la mente de estos siete hombres al verse atrapados en unas condiciones tan intensas. El silencio va dando rienda suelta a los traumas y la identidad se va desmoronando mientras luchan por su supervivencia. Además de enfrentarse a la amenaza del enorme tiburón blanco que los acecha, van viendo cómo constructos tan frágiles como la masculinidad, el poder y la raza se van deteriorando según avanza el tiempo.
El filme se ambienta en el mar de Timor durante la Segunda Guerra Mundial. Un diverso grupo de soldados intenta mantenerse con vida en medio del océano, flotando a la deriva y acechados por un gran tiburón blanco. Los días van pasando y la carga psicológica va haciendo más mella que la propia supervivencia física. Cuanto más tiempo pasa, más importancia va teniendo el control. La clave está en quién lo tiene, quién lo pierde, quién lo oculta y quién lo utiliza como arma.
El protagonista es Leo, un soldado indígena retraído e introvertido cuyo carácter choca con el de sus compañeros blancos, cuya personalidad más abierta se desmorona rápidamente. La suya es una vulnerabilidad marcada por los traumas generacionales, la dislocación cultural y una intuición espiritual tácita. El filme se sirve del personaje de Leo para mostrar la historia bélica de Australia desde un planteamiento relativamente desconocido, el de un hombre aborigen llamado a filas por un sistema que lo considera un ciudadano de segunda.
El tiburón se convierte en más que una amenaza: es una metáfora de la historia, la rabia, el duelo y la violencia que se esconde bajo la personalidad de cada uno de los personajes. Cuanto más intentan controlar su destino, más primitiva y caótica se vuelve la situación. El agua y la comida empiezan a escasear y la esperanza se va desvaneciendo. Así, el filme cuestiona qué significan realmente el liderazgo, la supervivencia y la memoria.
Tiburón blanco. La bestia del mar también analiza la función del aislamiento como elemento transformador. El ego se va minando y la bravuconería no sirve de nada al encontrarse en mar abierto. La película utiliza un planteamiento que no habla solo de convertirse en presa, sino de las heridas invisibles que cada uno de los personajes arrastraba al empezar la guerra y de los silencios que acompañan a los que consiguen volver.
EL TRABAJO DE FORMATION EFFECTS
El principal antagonista del filme es un enorme tiburón blanco de 6 metros, diseñado, construido y operado por Formation Effects, el equipo de animatrónica más importante de Australia. A las órdenes de Steven Boyle, los técnicos crearon un tiburón plenamente funcional, capaz de interactuar con el entorno, de saltar a la superficie y de realizar ataques submarinos.
Para construirlo se utilizaron materiales ecológicos respetuosos con el entorno marino y la estructura se equipó con elementos hidráulicos específicos. Al contar con un tiburón que se operaba directamente desde el plató, los actores pudieron darle a su interpretación un nivel de realismo imposible de conseguir con efectos digitales.
A la hora de diseñar el tiburón, el equipo trabajó siguiendo las intenciones del director: este sería un escualo legendario, inteligente, con el cuerpo curtido por los años y con heridas de guerra. No sería un monstruo de ciencia ficción, sino una fuerza de la naturaleza. Emanaría rabia, pero se movería con un objetivo concreto. El tamaño, el aspecto y los movimientos del tiburón tienen una base física real, por lo que en pantalla luce realista y sobrecogedor.
Resin aportó efectos visuales en los casos estrictamente necesarios. El tiburón impone porque lo vemos en el agua, al acecho, con una presencia que se intuye en cada escena.
EL MUNDO DE TIBURÓN BLANCO. LA BESTIA DEL MAR
El mundo de Tiburón blanco. La bestia del mar es 80 % agua y 100 % real. El equipo técnico, dirigido por el productor Blake Northfield, construyó el mayor tanque de agua existente en Australia hasta la fecha. De hecho, Screen QLD Studios en Brisbane se convirtió en un estudio acuático. Más que un plató, el tanque era un entorno vivo, con máquinas de olas y pantallas LED que el director de fotografía Mark Wareham (ACS) empleó para simular el paso de los días y las nubes cambiantes, además de para mostrar cómo la sensación de calma de la hora dorada daba paso a rostros desencajados y abrasados por el sol.
La diseñadora de producción Esther Rosenberg creó varias balsas, con diferentes grados de desgaste para las diferentes escenas. Las balsas fueron evolucionando con la trama, convirtiéndose en claves narrativas que denotaban el deterioro psicológico y físico de los personajes. Más que ser un elemento de attrezzo, la balsa se convirtió en un personaje.
La diseñadora de peluquería y maquillaje Natalie Stanfield y la diseñadora de vestuario Tracey Rose Sparke trabajaron mano a mano para mostrar el deterioro físico de los personajes. Las ampollas, las quemaduras solares, las manchas de sudor y la sal hablaban de cómo evolucionaba la situación. Con su trabajo crearon una línea temporal del agotamiento físico y mental de los soldados que el público percibía en el vestuario y en los rostros en cada una de las escenas.
El rodaje inmersivo fue muy intenso tanto para el reparto como para el equipo técnico y esa tensión se percibe a través de la pantalla. En aquel tanque de agua no solo se filmó un thriller de supervivencia, sino que se vivió un rodaje de resistencia. Y se nota.
EL REPARTO DE TIBURÓN BLANCO. LA BESTIA DEL MAR
Tiburón blanco. La bestia del mar está protagonizada por Mark Coles Smith ("Mystery Road: Origin", Last Cab to Darwin), Sam Delich (Spiderhead, Diez libras y un sueño), Lee Tiger Halley ("Chico come universo"), Joel Nankervis, Sam Parsonson (Una nueva oportunidad), Aswan Reid (The New Boy), Maximillian Johnson (Miedo en las profundidades) y Tristan McKinnon (Wyrmwood: Apocalypse).
Mark Coles Smith interpreta a Leo, un soldado indígena introspectivo que intenta gestionar el dolor que le ha causado la pérdida de su hermano pequeño. Mark es de ascendencia Nyikina y es uno de los intérpretes indígenas más aclamados de Australia. Su interpretación en "Mystery Road: Origin" fue reconocida con varios galardones, como el premio AACTA a mejor protagonista en una serie dramática y el premio AACTA internacional a mejor actor en una serie. Para preparar su papel en Tiburón blanco. La bestia del mar Mark trabajó con el asesor cultural Wayne Blair y el director Kiah Roache-Turner para darle profundidad e integridad cultural a la historia de su personaje.
Sam Delich interpreta a Des, un chaval volátil a quien le puede la presión psicológica y que con sus amenazas acaba destruyendo la dinámica de grupo y poniendo a los reclutas en peligro. Conocido por su trabajo en Spiderhead, Diez libras y un sueño y Territory, Sam aporta tensión, cualidades más físicas y un estado alterado a la pantalla.
Lee Tiger Halley interpreta a Teddy, un chico que transmite amabilidad y empatía a un grupo cada vez más reducido. Lee ha participado anteriormente en "Chico come universo" y es conocido por su capacidad para infundir realismo y cercanía a sus personajes. Optó a dos premios Logie y se alzó con el premio AACTA a mejor actor de reparto en "Chico come universo". "Han construido un tiburón y ha quedado increíble", ha comentado sobre cómo ha sido trabajar en este proyecto.
Joel Nankervis interpreta a Will, un joven recluta que va dejando de lado sus valores morales según van haciendo mella el aislamiento y el miedo. Se formó en el 16th Street Actors Studio y es una de las grandes promesas del cine independiente. Su interpretación muestra el deterioro gradual del grupo. Kiah Roache-Turner ha comentado que le costó mucho dar con el actor que pudiera dar vida a Will: "Encontrar a alguien que aparente tener diecisiete años y sea buen actor es muy pero que muy complicado. Hicimos pruebas en muchas ciudades porque necesitábamos a alguien que tuviera buena planta, que supiera nadar, fuera deportista y tuviera las dotes interpretativas necesarias para dar vida a un protagonista. Joel es muy inteligente y transmite una energía diferente que me gustó. Por eso me decanté por él. Cuando vino a hacer una prueba se trajo a seis amigos para interpretar a los otros reclutas. Estaba en el agua con ellos, quitándose la camisa y correteando por ahí. Se tomó muy en serio el casting para clavar su interpretación".
Sam Parsonson aporta autenticidad y humor al papel de Thompson. Ha trabajado en Un arduo camino, Gallipoli y Take My Hand. En Tiburón blanco. La bestia del mar consigue combinar humanidad, humor y tensión, lo cual no es tarea fácil. Gracias a su talento y su enorme ética de trabajo, borda el papel.
Aswan Reid interpreta a Archie, el hermano pequeño fallecido de Leo. Aswan saltó a la fama internacional con The New Boy de Warwick Thornton, por la que se llevó un premio AACTA a mejor actor protagonista en 2024. Con Archie ha creado un personaje tranquilo que emociona al público al transmitir inocencia entre tanta carnicería y horror.
Maximillian Johnson interpreta a Stan, un personaje que empieza siendo risueño y acaba destrozado. Su interpretación capta la fragilidad de la vida y cómo se va desvaneciendo la esperanza cuando la supervivencia parece cada vez más lejana.
Tristan McKinnon interpreta a Bobby. Tristan es un gran actor físico con gran presencia en pantalla, que había trabajado anteriormente con el director Kiah Roache-Turner en Wyrmwood: Apocalypse. En esta nueva colaboración crea un contrapunto físico y emocional al resto del grupo.
CÓMO ES TRABAJAR CON KIAH ROACHE-TURNER
Kiah Roache-Turner es conocido por su arriesgada visión cinematográfica, su profundo conocimiento del género y su habilidad para crear un ambiente tranquilo y colaborativo en plató. A lo largo de la última década ha ido estableciéndose como uno de los realizadores más innovadores de Australia gracias a un estilo que combina producciones de género con historias realistas contadas a través de personajes bien elaborados.
Con Tiburón blanco. La bestia del mar da un paso más en su carrera. Roache-Turner ha cambiado la acción cinematográfica y los planos estilizados de películas como Wyrmwood: La carretera de los muertos y Nekrotronic por contención y precisión en su nuevo filme con el objetivo de explorar el silencio, la tensión y la mente humana. Todo sin olvidarse de los sustos y las emociones fuertes que definen sus mejores obras.
El productor Blake Northfield, colaborador habitual de Roache-Turner, ha apuntado que el aspecto psicológico de Tiburón blanco. La bestia del mar diferencia la película de otras propuestas más convencionales de género:
"Si te olvidas del tiburón, sigues teniendo una buena historia de supervivencia, compañerismo y colaboración".
Casi todo el filme se rodó en el mayor tanque de agua cubierto construido para una producción cinematográfica en Australia. Fue todo un reto logístico que Roache-Turner enfrentó con la calma y creatividad que le caracteriza. La colaboración con los montadores Regg Skwarko y Stephen Evans fue clave para darle forma a la película en posproducción: "Regg es un buen amigo y tiene muchísimo talento. Suele hacer una primera criba cuando estamos rodando y luego yo me encargo de lo que me gusta llamar la "versión del director". Cuando le paso esa versión a Regg vuelvo a ponerme en modo director y me siento a su lado mientras trabaja en el montaje final".
Más allá de encontrar la forma de gestionar los escollos técnicos, Roache-Turner ha aportado una sensibilidad cultural especial a los temas que plantea la película. Tiburón blanco. La bestia del mar no es solo un thriller de supervivencia, sino que habla del duelo y del legado cultural. Roache-Turner se estudió a fondo el significado que los tiburones tienen para las comunidades indígenas, especialmente para las comunidades de las Naciones Originarias de Australia Occidental:
"Me documenté a fondo sobre el vínculo de las Naciones Originarias de Australia Occidental con los tiburones. La población indígena considera a los tiburones en general, y los tiburones blancos en particular, como uno de los dioses creadores. Es decir, su idea de estos animales va más allá de que se comen a los humanos. Me interesaba mucho explorar ese concepto".
Esta consideración se percibe en cada escena del filme. El director ha sabido utilizar estos matices para alejarse de una película de género al uso. Tiburón blanco. La bestia del mar habla de psicología y espiritualidad, explora qué pasa con los miedos, la masculinidad, la identidad y las creencias en situaciones de enorme tensión. El resultado es una de las obras más maduras e interesantes hasta la fecha.
