Jafar Panahi fue premiado con la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2025 por “Un simple accidente”, subrayando la trayectoria de uno de los pocos cineastas que ha conquistado los tres máximos galardones: Cannes, Venecia (León de Oro por “El círculo”) y Berlín (Oso de Oro por “Taxi Teherán”). Este reconocimiento da valor a un cine que se expresa como forma de resistencia política y testimonia el poder del arte para enfrentar la censura. Su obra, entre la poesía y el desafío, se mezcla a menudo con su propia biografía, motor de películas profundamente humanistas. “Un simple accidente” se suma a “Los osos no existen” como un nuevo un acto de liberación creativa que resuena globalmente, y ratifica el cine independiente como camino de contestación y denuncia.
Entrevista con Jafar Panahi
Realizada por Jean-Michel Frodon. Traducción del persa: Massoumeh Lahidji.
P: ¿Qué ha pasado en su vida desde su película de 2022 Los osos no existen?
R: He entrado en una nueva etapa como cineasta. Desde mi primera película, El globo blanco en 1995, hasta Offside, me concentré en mis problemas como director. Había presiones en el entorno, por supuesto, pero podía centrarme en encontrar soluciones a los problemas cinematográficos. Después de mi primer arresto en 2010, cuando se me prohibió viajar o hacer películas, mi enfoque se desplazó hacia mis propias circunstancias. Antes, mi cámara estaba dirigida hacia afuera, pero desde entonces se ha vuelto hacia adentro, hacia lo que yo estaba viviendo -como puede verse en las películas que hice, desde Esto no es una película hasta Los osos no existen. Ahora que esas restricciones se han levantado, he sentido la necesidad de volver a mirar hacia afuera -solo que de forma distinta esta vez, marcada por todo lo que he vivido, incluyendo una segunda condena de prisión entre julio de 2022 y febrero de 2023. Así que sí, la cámara vuelve a girarse hacia el exterior, pero con un punto de vista diferente al de antes.
P: ¿Diría que sus dos condenas de prisión marcan la evolución de su obra?
R: Sí, pero no de la misma manera. La primera vez que estuve encarcelado, me pusieron en confinamiento solitario durante 15 días y luego en una celda con solo dos o tres personas. Apenas veía a nadie. Pero durante mi segunda condena, estuve con muchos otros prisioneros -personas de orígenes muy diferentes. Tuve largas conversaciones e intercambios con ellos durante los siete meses que estuve detenido. Cuando me liberaron tras mi huelga de hambre, me sentí desorientado. No sabía cómo existir en el exterior. Estaba dividido entre el alivio de ser libre y mi apego a los que había dejado atrás. Y esa tensión se ha quedado conmigo. Todavía no puedo quitármela de encima.
P: Cuando dice que las restricciones fueron levantadas, ¿significa que es oficial?
R: Sí, la sentencia que me prohibía hacer películas, escribir, conceder entrevistas y viajar ha sido oficialmente anulada. Pero en la práctica sigo estando en los márgenes: por ejemplo, no tendría sentido enviar el guion de esta película a las autoridades para su aprobación, así que no tengo más remedio que seguir trabajando fuera del sistema.
P: ¿Diría que Un simple accidente nació directamente de su segunda encarcelación?
R: Absolutamente. Desde el principio, mis películas han tratado sobre lo que ocurre en la sociedad y en mi entorno inmediato. Así que, naturalmente, pasar siete meses en el contexto muy específico de una prisión tenía que encontrar su camino hacia mi cine. Cuando me arrestaron por primera vez en 2010, mi interrogador me preguntó: "¿Por qué haces este tipo de películas?". Le respondí que mis películas se basan en lo que yo estoy viviendo. Así que lo que estaba experimentando en ese mismo momento inevitablemente aparecería en una película, de una forma u otra. Eso es exactamente lo que ocurrió en Taxi Teherán, especialmente en la conversación con la abogada Nasrin Sotoudeh. Pero la segunda experiencia carcelaria dejó una huella aún más profunda. Cuando salí, sentí la necesidad de hacer una película para las personas que había conocido entre rejas. Les debía esa película. Aunque hablo desde una experiencia personal, conecta con lo que ocurría en la sociedad iraní de manera más amplia -especialmente con la revolución "Mujer, Vida, Libertad" que comenzó en otoño de 2022. Mucho ha cambiado desde entonces.
P: ¿Cómo se transforma una experiencia así en una película -esta película, en particular?
R: La idea inicial surgió rápidamente: me pregunté qué pasaría si una de las personas que había conocido en prisión fuera liberada y se encontrara cara a cara con alguien que lo había torturado y humillado. Esa pregunta desencadenó un proceso de escritura con dos amigos guionistas, Nader Saeivar y Shadmehr Rastin. Empezamos a esbozar posibles desarrollos, pero pronto me di cuenta de que lo más importante era la autenticidad de las historias sobre la vida en prisión y las distintas formas de contarlas. Involucré a alguien que había pasado mucho tiempo en la cárcel, y que lamentablemente ha vuelto a estar allí: Mehdi Mahmoudian. Él ayudó con los diálogos, basándose en lo que realmente ocurre en detención, y en cómo las personas lo relatan de manera diferente una vez fuera.
P: ¿Diría que personajes como Vahid, Shiva, Hamid, etc. representan a individuos específicos?
R: Son ficticios, pero las historias que cuentan se basan en hechos reales vividos por prisioneros auténticos. Lo que también es real es la diversidad de estos personajes y sus reacciones. Algunos se vuelven muy violentos, movidos por el deseo de venganza. Otros intentan dar un paso atrás y pensar en caminos a más largo plazo. Algunos estaban muy politizados -o lo llegaron a estar. Otros no lo estaban en absoluto y fueron arrestados casi por casualidad. Ese es el caso de Vahid, el personaje principal: era un trabajador que simplemente reclamaba el pago de su salario. El régimen no distingue entre estas personas. Cada uno de los otros personajes representa a uno de los muchos grupos de oposición, organizados de manera más o menos laxa. Estos grupos a menudo chocan, incluso entre rejas. Todos coinciden en oponerse al régimen, pero más allá de eso... Desde la muerte de Mahsa Amini y el auge de "Mujer, Vida, Libertad", el rechazo al régimen se ha generalizado. Muchas veces, la gente no sabe con qué reemplazarlo. Hoy se ve claramente -por ejemplo, muchas mujeres aparecen en público sin el hiyab. Ese tipo de desobediencia civil masiva era impensable hace apenas unos años. Pero las escenas de la película, rodadas en las calles con actrices sin velo, reflejan la realidad actual. Son las mujeres iraníes quienes han impuesto esta transformación.
P: ¿Pudo rodar abiertamente esta vez, o tuvo que filmar en secreto, como en sus obras anteriores?
R: Como no solicité permisos oficiales -que de todos modos no me habrían concedido-, tuve que recurrir a los mismos métodos clandestinos que en películas anteriores. Justo antes de terminar el rodaje, aparecieron unos agentes vestidos de paisano que exigieron todo el material. Me negué. Siguieron presionándonos, amenazando con arrestar al equipo y detener la producción. Al final, desistieron. Hicimos una pausa en el rodaje durante un tiempo, luego lo retomamos. No ocurrió nada más.
P: ¿Es importante saber dónde se desarrolla la película, en qué ciudad o región fue rodada?
R: No. Se rodó en Teherán y alrededores simplemente porque era lo más práctico. Pero podría haber sido en cualquier lugar.
P: ¿Quiénes son los actores?
R: Vahid Mobasseri, el actor que interpreta a Vahid, es azerí [*de la región noroeste del país, de donde proviene Panahi y donde se ambienta una de sus películas anteriores]. Trabaja en la televisión local de Tabriz y anteriormente interpretó al hombre que me alquiló una habitación en Los osos no existen. Cuando no actúa, conduce un taxi. Maryam Afshari, que interpreta a Shiva, no es actriz: es árbitra de kárate. Hadis Pakbaten, que interpreta a la novia, es actriz de teatro. El novio, Majid, es mi sobrino, que también apareció en Taxi Teherán. Mohamad Ali Elyasmehr, que interpreta a Hamid, es carpintero y además estudió teatro. Salar, el hombre mayor de la librería, es interpretado por Georges Hashemzadeh, actor y director. El único actor profesional de cine es Ebrahim Azizi, que interpreta a Eghbal -pero solo trabaja en películas fuera del sistema y se niega a participar en producciones aprobadas por la censura.
P: ¿Hubo improvisación?
R: No, todo estaba escrito. Cuando seleccioné a los actores, invité a cada uno a mi casa, les di el guion y les pregunté si estaban dispuestos a participar en un proyecto potencialmente arriesgado. Una vez que se estableció la confianza mutua, trabajamos a partir de ese compromiso compartido.
P: Desde el punto de vista estilístico, Un simple accidente es bastante diferente de sus películas anteriores. ¿Planeó sus decisiones de dirección con antelación o surgieron durante el rodaje?
R: Al principio quería rodar en un estilo convencional, con planos claros y limpios centrados en la acción. Pero durante el rodaje sentí que la dirección debía ser más expresiva. A medida que los personajes se encontraban y se acercaban, quise que hubiera más libertad en el encuadre y en la duración de los planos. La idea era que, a pesar de todos sus conflictos, acabaran compartiendo el mismo encuadre. También me pregunté cómo filmar a Eghbal y si debía encuadrarlo en una escala diferente. Me aseguré de que siempre apareciera solo en el plano, nunca con los demás. Pero al final, cuando se da cuenta de lo que ha hecho, comparte el encuadre con Shiva.
P: Las películas iraníes que critican abiertamente al régimen suelen omitir los nombres del reparto y el equipo en los créditos. Pero no esta vez.
R: Si alguien me hubiera pedido que dejara su nombre fuera, lo habría hecho. Pero todos querían que sus nombres aparecieran. Y la mayoría viajó conmigo a Cannes.
P: Hablando de sus viajes a los festivales ¿no existe el riesgo de que luego no puedas regresar a Irán?
R: Ni siquiera lo he pensado. No puedo vivir en otro lugar. Muchos de mis compatriotas iraníes han elegido -o se han visto obligados a- emigrar. Pero yo no puedo hacer eso. ¡No tengo el valor! No sirvo para vivir fuera de Irán. Ya veremos qué pasa. En cualquier caso, esta película tenía que hacerse. La hice, y aceptaré las consecuencias que puedan venir.
Biografía de Jafar Panahi
Jafar Panahi (Mianeh, Irán, 1960) es director, guionista y montador, considerado una de las voces más influyentes del movimiento de la Nueva Ola iraní. Tras estudiar en la Universidad de Radiodifusión de Irán y realizar cortometrajes, documentales y películas para televisión, trabajó como asistente de Abbas Kiarostami en A través de los olivos (1994). Su debut en el largometraje, El globo blanco (1995), coescrito con Kiarostami, se estrenó en la Quincena de Realizadores de Cannes y obtuvo la Cámara de Oro, marcando el inicio de una trayectoria internacional reconocida por su mirada humanista hacia la vida en Irán, en especial la de mujeres, niños y trabajadores.
Le siguieron obras fundamentales: El espejo (1997), Leopardo de Oro en Locarno; El círculo (2000), León de Oro en Venecia, prohibida en Irán por su retrato de la condición femenina; y Sangre y oro (2003), premiada en Un Certain Regard de Cannes pero igualmente censurada en su país. En 2006, Offside le valió el Oso de Plata en la Berlinale, narrando el desafío de jóvenes mujeres que querían asistir a un partido de fútbol.
Su carrera se ha visto marcada por enfrentamientos con el régimen iraní. Arrestado en 2009 y nuevamente en 2010, fue condenado a seis años de prisión y a 20 años de prohibición de dirigir, escribir o conceder entrevistas. Pese a ello, Panahi halló formas clandestinas de continuar filmando: Esto no es una película (2011), un diario filmado en su apartamento, llegó a Cannes escondido en un pendrive dentro de una tarta. Más tarde, Closed Curtain (2013), codirigida con Kambuzia Partovi, ganó el Oso de Plata al Mejor Guion en Berlín.
Con Taxi Teherán (2015), filmada por sí mismo en las calles, obtuvo el Oso de Oro en Berlín y el Premio FIPRESCI, alcanzando un impacto cultural sin precedentes dentro y fuera de Irán. En 2018 presentó Tres caras en Cannes, donde ganó el Premio al Mejor guion, y en 2022 recibió el Gran Premio Especial del Jurado en Venecia por Los osos no existen, mientras cumplía otra condena de prisión.
Liberado en 2023 tras una huelga de hambre, Panahi regresó en 2025 a la competición de Cannes con Un simple accidente, con la que obtuvo la Palma de Oro, sumándose así a la escasa élite de cineastas que han conquistado los máximos galardones de los tres grandes festivales europeos (Venecia, Berlín y Cannes). Su cine, siempre en tensión entre la poesía y la resistencia, sigue siendo en 2025 un referente internacional del poder del arte frente a la censura y la opresión.
Filmografía de Jafar Panahi
2025 - Un simple accidente - Palma de oro en el Festival de Cannes. Mejor película en el Festival de Sídney.
2022 - Los osos no existen - Gran Premio Especial del Jurado, Festival de Venecia.
2018 - Tres caras - Premio al Mejor guion, Festival de Cannes.
2015 - Taxi Teherán - Oso de Oro y Premio FIPRESCI, Festival de Berlín.
2013 - Closed Curtain - Oso de Plata al Mejor guion, Festival de Berlín.
2011 - Esto no es una película - Fuera de competición, Festival de Cannes.
2006 - Offside - Oso de Plata al Mejor Director, Festival de Berlín.
2003 - Sangre y oro - Premio del Jurado, Un Certain Regard, Festival de Cannes.
2000 - El círculo - León de Oro y Premio FIPRESCI, Festival de Venecia.
1997 - El espejo - Leopardo de Oro, Festival de Locarno.
1995 - El globo blanco - Cámara de Oro, Festival de Cannes.
Elenco artístico
Vahid Mobasseri, Maryam Afshari, Ebrahim Azizi, Hadis Pakbaten, Majid Panahi, Mohamad Ali Elyasmehr, Georges Hashemzadeh, Delmaz Najafi, Afssaneh Najmabadi…
Críticas
"Una vibrante lección de cine (…) una reflexión sobre el círculo de odio que atenaza su país en la que es su película más directa, más enérgica y más libre" - Luis Martínez: EL MUNDO.
"Demoledora fábula moral (…) rotunda y poderosa (…) Panahi logra una película política tan cristalina en su forma como oscura y terrible en su fondo" - Elsa Fernández-Santos: EL PAÍS.
