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Tideland cartel reducidoTidelandDirigida por Terry Gilliam
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De la novela al guión
En 2001, Terry Gilliam encontró la novela Tideland de Mitch Cullin en su despacho, entre un montón de libros sin leer. Desde la primera página se sintió atraído por el argumento y el material, que le pareció "gracioso, conmovedor y perturbador al mismo tiempo. Encontré a cuatro o cinco personajes increíbles que son el corazón de la película y cuyas situaciones se vuelven cada vez más extrañas. Lo que más me gustó fue que era un mundo infantil, un mundo que tenía ganas de explorar a través del cine".

Gilliam llamó a su amigo y guionista Tony Grisoni, con quien había colaborado en Miedo y asco en Las Vegas. Como recuerda Gilliam, «en aquel momento buscábamos algo que fuera algo más comedido y un poco más modesto que Quixote, no una película descontrolada de enorme presupuesto». Ambos habían trabajado recientemente en The Man Who Killed Don Quixote.

En palabras de Grisoni, "el libro trataba a todos los personajes con autenticidad. Era una novela maravillosa, una parábola oscura. También se veía muy, muy claro cómo podía convertirse en un guión".

Gilliam sabía a qué productor tenía que mostrar el libro. Ese productor era Jeremy Thomas, quien llevaba mucho tiempo deseando colaborar con Gilliam. Como afirma Thomas, "he querido hacer una película con él desde que le conocí, hace 20 años, así que la cosa viene de antiguo. Leí el libro y en él encontré un relato extraordinario que parecía haber sido escrito para Terry, porque estaba lleno de cosas que sabía que le fascinarían y que me parecieron muy intrigantes. Entonces supe que la historia de una niña en un mundo de fantasía se convertiría en manos de Terry en una película extraordinaria".

Con Thomas a bordo, el viaje empezó. Gilliam escribió por correo electrónico a Cullin interesándose por los derechos de producción. Por aquel entonces, al escritor nunca se le había pasado por la cabeza que se adaptara su novela al cine. "Ni en un millón de años se me habría ocurrido que Gilliam querría hacer una película con ella, o que podría interesarle en ese sentido". Fue entonces cuando Thomas adquirió los derechos.

Según afirma Grisoni, "no había forma de adaptar la novela sin comunicarse con Mitch Cullin, porque es un libro muy auténtico". Cuando se puso en contacto con el autor, le preguntó si al escribir el libro utilizó algún sistema que le ayudara a entrar en el estado mental adecuado, y entonces recibió fotografías de la granja donde Cullin vivió y algunas imágenes de hombres de barro que tenía en su estudio, junto con una selección de lo que él denomina "música de Tideland".

"El mayor cambio consistió en abandonar la narración en primera persona. En el libro, la historia la cuenta Jeliza-Rose, pero no queríamos que nuestra heroína nos llevara de la mano por la historia mediante una voz en off —comenta Grisoni—. Al perderse la apacibilidad que nos da la voz en off, aparece instantáneamente la ansiedad de presenciar las tribulaciones de la niña. ¿Sobrevivirá o no? ¿Y qué le pasará después?".

Con el guión en marcha, Thomas se dispuso a buscar financiación. Sabía que sería una empresa difícil porque iban a hacer "una película muy atípica y extraordinaria, como no se ha visto antes". Pero también creía que era el tipo de película que llegaría al público y se haría muy popular, como él mismo explica: "Contiene temas muy apreciados en el cine. La historia de una niña en apuros es universal, algo con lo que todos podemos simpatizar".

Thomas es un productor al que no asusta hacer películas que puedan considerarse polémicas. "Quiero que haya una gran diversidad de gustos a mi alcance y al de los demás porque crecí con un cine así, que te permitía ver muchas, muchas películas. Hoy día la oferta es mucho más reducida. Se hace mucho de lo mismo, por lo que es agradable encontrar algún que otro oasis donde saciar la sed". En Tideland, reconoció un oasis.

Thomas explica que asumir proyectos de enorme riesgo es "unirse a la imaginación de otros para hacer posible un sueño que puede gustar a muchísima gente". Y añade: "Los mayores éxitos que he tenido en mi vida fueron rechazados al principio. Por ejemplo, con El último emperador, que terminó obteniendo diez premios Oscar y mucho éxito, me lancé a la producción sin ninguna participación estadounidense destacada. Esto fue porque no se ajustaba a una caja de predistribución y promoción".

Durante el proceso de desarrollo del proyecto, Gilliam hizo un paréntesis para dirigir El secreto de los hermanos Grimm. Aunque Thomas tenía plena confianza en Tideland, la búsqueda de financiación seguía resultando difícil.

Teniendo en cuenta el plan de trabajo de Gilliam, Thomas sabía que tenía que acelerar el proceso, y pensó que la mejor forma de hacerlo sería buscar una coproducción. Este planteamiento le llevó hasta Gabriella Martinelli, con quien había colaborado en El almuerzo desnudo, de David Cronenberg.

Sobre su reacción ante el proyecto, Martinelli comenta: "Era uno de los guiones más provocadores que había leído jamás. Me pareció un guión casi perfecto en cuanto a la estructura y el argumento". Aun reconociendo que no era una película de masas, estaba segura de que el material calaría hondo entre el público. "La gente quiere encontrar autenticidad en las películas, y de eso hay mucho en esta película, en el sentido de que presenciamos la vida de una niña, su mundo interior y exterior, y eso es algo que atraerá a la gente".

Martinelli se ilusionó con la idea de volver a colaborar con Thomas, y Gilliam era un director al que admiraba mucho. "Sería la primera vez que trabajaría con este director genial. Al principio me intimidaba pensar 'madre mía, ¡voy a trabajar con Terry Gilliam', pero él enseguida nos tranquilizó a todos. Es muy generoso y elegante. Creo que una cosa que se puede decir de Terry es que se encuentra fuera del ámbito de nuestro cine estándar. Nos sentíamos como si nos hubiéramos embarcado en un viaje".


El diseño de producción
Sobre el aspecto visual de la película, Gilliam afirma: "Cuando leí Tideland, la imagen que me vino a la mente fue la de Christina’s World, un famoso cuadro de Andrew Wyeth con una casa de madera alzándose a lo lejos y una niña que parece arrastrarse hacia ella".

Cuando Gilliam se reunió por primera vez con la diseñadora de producción Jasna Stefanovic, ella le mostró diferentes imágenes. "Jasna abrió un libro con algunas imágenes, y eran raras y extravagantes, diferentes en cierto modo de las imágenes de Wyeth, pero me gustaron mucho y decidimos hacer una mezcla de las dos cosas. Me atraía un paisaje que no tuviera nada más que el horizonte en 1000 millas a la redonda. Tenía que ser un mundo exterior muy simple con un gran espacio. Buscaba una sensación de agorafobia por fuera cuando por dentro todo es oscuro, agobiante y claustrofóbico, abigarrado y desordenado. Estos dos mundos son los que se contraponen en la película".

Como apunta Stefanovic, "Terry tiene una visión muy clara sobre las cosas, pero también es abierto y flexible a nuevas ideas y no se aferra al guión. Por eso supuso un gran proyecto para mí".

Hubo un cuadro de Wyeth que influyó a Stefanovic en particular: "Terry y yo estábamos examinando los cuadros y había uno con un anciano tumbado en la cama y envuelto en una vieja colcha de colores. Acabamos metiendo a Noah en una colcha casi idéntica. Y debido al entorno, a que estábamos en las praderas, al final eso resultó ser muy fiel a Wyeth".

La otra influencia de Stefanovic fue el mundo mágico de Alicia en el país de las maravillas que Gilliam quería incorporar a la película. "Podríamos haber empleado los impecables efectos especiales de Hollywood, pero Terry no quería eso. Para la madriguera por la que cae Jeliza-Rose, quería cosas inocentes, que fueran como objetos infantiles: 'Que sea un mundo de niños —me dijo—. Hay que verlo a través de los ojos de una niña'".

"Terry era capaz de infiltrarse en ese mundo infantil. Creo que a veces está más cerca de Jeliza-Rose de lo que él cree. De vez en cuando le pillas riéndose por lo bajo con un destello en la mirada, como si hubiera metido la mano en la caja de las galletas, y ves jugar al niño que lleva dentro".