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Demonlover
Dirigida por Olivier Assayas

Entrevista - Olivier Assayas (director de Demonlover)
Viniendo después de la película de época "Les Destinées Sentimentales", ¿"Demonlover" indica un deseo de renovación, de ampliar su relación con el cine?
Tras rodar un drama histórico, tenía ganas de hacer algo completamente moderno. Acababa de completar "Les Destinées Sentimentales" en la que llevaba mucho tiempo trabajando. Pensaba que había sido un éxito y que era quizás la última que haría de este tipo. Por fin estaba libre y tenía ganas de escribir. Tenía la impresión de haber llegado al final de una exploración autobiográfica que había comenzado con "Finales de agosto, principios de septiembre". Entonces tenía que empezar desde cero. Era un reto pero también algo muy emocionante. Necesitaba un proyecto que no quedaría eclipsado por "Les Destinées Sentimentales" y empecé a pensar en lo que más me interesaba del cine contemporáneo. Me pregunté cuáles eran los elementos más esenciales del cine moderno y cómo podía aprovecharlos para explicar el mundo actual.

En "Demonlover" se nota que se inspiró más en el mundo exterior que en las consideraciones personales que inspiraron sus películas anteriores.
Buscaba abrirme todo lo posible a los aspectos de la modernidad que me habían afectado. Leer las novelas de Don De Lillo fue tremendamente importante porque me enseñaron la posibilidad de establecer nuevas conexiones entre los distintos elementos del mundo contemporáneo y explicar la nueva realidad que nos rodea.

El guión también es muy diferente. Tiende más hacia la acción, los diálogos se reducen al mínimo y no son nada literarios. ¿Cómo desarrolló el guión?
Desde el principio había imaginado una película que explorara la relación del poder y el sexo entre mujeres que trabajan para una gran empresa. Del primer borrador salió una película experimental, muy abstracta, y - en caso de rodarse - no estaba seguro de que la gente la entendiera. Con el clima actual del cine francés me parecía imposible. Le pasé el guión a Jacques Fieschi, que a su vez se lo enseñó a Xavier Giannoli. Después de hablar con Edouard Weil y Xavier Giannoli, y de escuchar lo que tenían que decir, me di cuenta de que valía la pena intentarlo. Hice otro borrador, cambié la estructura y profundicé en los personajes y sus relaciones. Pensaba que podría ser una especie de "Irma Vep", que conseguí rodar con muy poco dinero. El guión se iba enriqueciendo y me dieron la libertad de incluir todo lo que quisiera tratar: nuestra relación con las imágenes, las emociones que transmiten, la forma en que influyen no sólo en nuestra imaginación sino en nuestro comportamiento profesional, social, personal, erótico....

Más incluso que en la cuestión de su poder, la película se centra en la creación y difusión de las imágenes. Se parece algo a "Les Destinées Sentimentales", que exploraba la industria del coñac y de la porcelana...
Es cierto. La gente que trabaja para el Grupo Volf no es muy diferente de los empleados de Bamery de principios del siglo pasado. Incluso hay una escena en el estudio del manga que es literalmente idéntica a otra de la fábrica de porcelana en "Les Destinées Sentimentales". Me divertía rodarla de la misma forma. También es verdad que desde "Les Destinées Sentimentales" me he obsesionado con la forma en que se venden y se distribuyen las cosas. Fue difícil recrear el funcionamiento de una empresa como Volf o de una estudio de animación japonés porque sabía muy poco acerca de ellos. Fue un gran trabajo de investigación porque mis conocimientos de las artes gráficas y la animación eran muy limitados. Todos los figurantes eran profesionales de la animación y además tomaban muy en serio los ensayos.

Diane (Connie Nielsen) entra en este universo virtual, violento y sexual, creyendo que puede controlarlo. Pero al querer controlar la producción y la circulación de estas imágenes se convierte inconscientemente en su víctima.
Me gustaba la idea de que Diane, y otros personajes también, fuesen influenciados por las reglas que ellos mismos establecen pero que al final les superan. De alguna manera el mundo de las imágenes es nuestro inconsciente colectivo. Quería hacer una película que se moviera entre el mundo real y el mundo de las imágenes, que nos permitiera pasar libremente del uno al otro, aunque no sin peligro.

Cuando Diane ve la figura del guerrero que aniquila a todos sus enemigos, parece identificarse con él. Esto nos conduce al misterio de un personaje que parece "programado" pero que sin embargo fracasa.
Se podría decir lo mismo de Elise (Chloë Sevigny) cuando la vemos con el videojuego. Para mí los personajes están contaminados por las imágenes que reflejan las fantasías que tienen de sí mismos. El personaje de Diane cobró forma poco a poco. Empecé con una idea imprecisa, una sensación sin clarificar. La descubrí mientras escribía pero conservé el misterio que presenta para sí misma y para los demás. Es un personaje onírico al que no conocía al principio. Sin embargo, y especialmente en esta película, la verdad de un personaje es determinada en gran medida por el actor. Cuando conocí a Connie Nielsen inmediatamente tuve la inquietante sensación de haber conocido a mi personaje.

¿Por qué optó por un reparto internacional?
Según iban cobrando vida los personajes tuve la impresión de que no iba a poder hacer el filme con actores franceses. Estaba preocupado porque sabía que me harían preguntas sobre sus personajes, los motivos de su comportamiento, su psicología etc. y no estaba seguro de saber las respuestas. Muchas actrices tendrían miedo de interpretar a Diane y Elise. Muy rápidamente me di cuenta de que Diane asumiría otra dimensión si la interpretara una actriz del centro neurálgico del cine, es decir Hollywood. Les di el guión a Scott MacCaulay y a Robin O'Hara, los productores del director Harmony Korine. Comprendieron enseguida la historia y lo que yo quería hacer y me ayudaron a organizar un casting en Estados Unidos. No estaba completamente convencido pero fui de todas formas. Todos los actores a los que conocí entendieron perfectamente la historia, algunos mejor que yo. Fue muy estimulante sentirse comprendido y animado. Para muchos quedaba el problema del idioma. Ahí es donde entró Connie Nielsen. Su identidad es difícil de definir, lo cual la hacía más interesante para mí. Tiene una estupenda filmografía hollywoodiense, habla perfectamente el francés, pero es de Dinamarca. Tiene la autoridad natural de una estrella de cine pero al mismo tiempo da la impresión de haber salido de la nada - exactamente las cualidades necesarias para el personaje de Diane. En cuanto a Charles Berling, no pensaba en él al principio porque su personaje es muy físico, muy primitivo, y tiene una presencia muy inquietante. Sin embargo, he descubierto que Charles tiene una enorme capacidad de transformación y puede dar vida a cualquier tipo de personaje.

Chloë Sevigny - un verdadero icono del cine independiente americano - procede de un mundo distinto. Su presencia añade otra dimensión más a la película...
Pidió el guión y tenía muchas ganas de intervenir en la película. Cuando nos conocimos me pregunté qué papel podría interpretar. Elise era sin duda alguna francesa y Chloë no habla ni una palabra de francés. A pesar de todo decidí que era el momento apropiado de hacer una película con ella. Tiene una increíble presencia cinematográfica que pronto la hará inaccesible para mí. Tuve que cambiar todo acerca del personaje de Elise. Tenía miedo pero me alegro de haberlo hecho. Chloë literalmente reinventó el personaje y acabó invadiendo toda la película, lo que la ha hecho más interesante.

La música tiene una presencia dominante en "Demonlover" y va más allá de la idea que se suele tener de las bandas sonoras. ¿Cómo llegó a trabajar con Sonic Youth?
Les conocí en Nueva York cuando se estrenó "Irma Vep". Les gustó mucho la película y simpatizamos inmediatamente. Después me dieron una composición para "Finales de agosto, principios de septiembre". Normalmente no me entusiasma mucho la creación de las bandas sonoras y prefiero usar música que ya existe. El último músico con quien colaboré fue John Cole en "Paris s'eveille". En "Demonlover" sabía que la música, especialmente el rock, tendría que ocupar un lugar privilegiado porque fue en gran parte lo que me había inspirado. Quería que la música se fundiera con el diseño de sonido de la película. Fue posible lograrlo con Sonic Youth, cuyos trabajos son a menudo experimentales. Su música ha dado una textura sonora única a la película. Durante el rodaje les mandaba los rushes y ellos me enviaban sonidos o melodías. Les gustaba esta forma de trabajar. Normalmente los músicos intervienen una vez terminada la película pero en este caso el uso de la música era mucho más orgánico, el sonido tenía la misma importancia que la imagen. Surgió una verdadera osmosis entre las imágenes y la música y comprendieron perfectamente lo que quería conseguir.

Además, ciertas secuencias son casi el equivalente visual de la distorsión o la retroalimentación....
Sí. ¡Es que el guitarrista Thurston Moore y yo hablamos exactamente el mismo idioma!

"Demonlover" explora un universo sofisticado, impregnado de tecnología, de lo virtual. Sin embargo, al dirigir la película, ha preferido adoptar un planteamiento físico de los personajes y un tratamiento agresivo de la acción con un movimiento constante de la cámara.
Como empecé con una idea abstracta y conceptual necesitaba que la película fuera más física, que cobrara más cuerpo. Quería conseguir un estilo directo que equilibrara los aspectos especulativos del guión. En primer lugar para hacerlo más accesible pero también porque me gusta el cine que no tiene miedo, que no duda en ser franco, brutal o incluso grosero. El cine francés es a menudo cohibido y tiene miedo de ser juzgado y castigado por arriesgarse. Para mí rodar una película es como saltar por la borda. Me encanta el elemento de "pintar la acción", ¡à la Jackson Pollock!. (risas).

No obstante, más que en sus películas anteriores, "Demonlover" manifiesta una fuerte conexión con el cine de género, el thriller, el cine de espías....
Para mí el espía es el personaje más cinematográfico de todos. La idea de que alguien no es lo que parece, que está interpretando un papel, es muy emocionante. Además creo que demuestra una verdad humana: de alguna manera u otra todo el mundo es un espía en su propia vida. Todo el mundo quiere ser otra persona. Todos somos capaces de identificarnos con los espías. Volviendo a la cuestión de género, tengo que decir que nunca me ha gusta la cinefilia y me gusta aún menos hoy. El cine que sólo hace referencia a sí mismo, que obedece códigos establecidos hace cincuenta años, me deja frío. El género es interesante únicamente cuando se reformula de acuerdo con temas de interés actuales. Vemos esa reinvención en los trabajos de cineastas americanos cuyas películas tienen una relación fuerte aunque oblicua con lo genérico, sea el thriller o la fantasía. Lo me interesa de los géneros es el contrato básico que ofrece al espectador. Creo que el público de hoy está preparado para seguir toda clase de historias siempre que honren el contrato original. Los elementos de los géneros son indicadores necesarios pero el público está dispuesto y capaz de ir mucho más allá de lo que se pudiera pensar.
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