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Enron: Los tipos que estafaron a America cartel reducidoEnron: Los tipos que estafaron a America(Enron: The Smartest Guys in the Room)
Dirigida por Alex Gibney
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Documental sobre el mayor escándalo financiero de la historia de los Estados Unidos nominado al Oscar. Dirigido por Alex Gibney y basado en el best seller homónimo de Peter Elkind y Bethany McLea (prestigiosos periodistas de la revista Fortune).

Distinguida por el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos como Mejor Documental de 2005.

La prensa ha dicho
"Una fascinante crónica de avaricia y arrogancia" - THE NEW YORK TIMES
"Un documental lúcido, incisivo y muy entretenido" - THE NEW YORK OBSERVER
"Una película de terror para adultos" - LOS ANGELES TIMES

Manifiesto del director
Como casi todo el mundo, yo era sólo un espectador lejano del escándalo Enron. Hasta que leí The Smartest Guys in the Room.

El libro de Bethany y Peter me hizo ver que la historia de Enron era mucho más que un escándalo financiero. Era un drama humano del calibre de una tragedia griega, pero teñida del humor más negro que se pueda imaginar. Cuando decidí hacer la película, pensé que sería una oportunidad para explorar aspectos muy extendidos en la cultura americana, como la crueldad de nuestro sistema económico y lo fácil que resulta manipularlo en beneficio de los poderosos.

Me fascinó descubrir hasta qué punto los ejecutivos de Enron eran como directores de cine trabajando en una película de ciencia ficción: sencillamente, se lo habían inventado todo. Y hay que reconocer que hicieron un buen trabajo. Crearon una historia tan convincente que todo el mundo quería creer en ella. Esta campaña de intoxicación estuvo dirigida por Jeffrey Skilling, entonces presidente de la empresa. También en esto hay un toque de humor negro: en el argot de Enron, "beberse el kool-aid" era sinónimo de tragarse la historia de Skilling.

Como dice en la película Mimi Swartz, coautora de un libro sobre el tema (Power Failure: The Inside Story of the Collapse of Enron - Fallo de poder: la historia interna del desplome de Enron), Skilling y Lay se comportaron como actores que representaban a la perfección sus papeles como miembros de la empresa. Esto se hace especialmente evidente en dos momentos de la película. En uno de ellos, Skilling dice a sus empleados que el artículo de Bethany (el primero verdaderamente crítico con Enron) no era en realidad más que un intento de Fortune de ser "originales", ya que Business Week había publicado un informe positivo sobre la empresa. En el otro, Lay declara: "nuestras acciones podían seguir subiendo indefinidamente", y no cuesta ningún trabajo imaginárselo repasando catálogos de agencias inmobiliarias para comprarse una casa nueva en Aspen.

Me sorprendió mucho que casi todo el mundo creyera la historia de Enron. Periodistas, analistas financieros, profesores universitarios de economía… ¡incluso Alan Greenspan! Es muy probable que en ello influyera el hecho de que las mentiras de Skilling y Lay estuvieran cubiertas por un manto ideológico en el que toda la comunidad empresarial americana estaba deseando creer: todo irá bien si no hay ninguna regla. Era como si se guiaran por los lemas de Gordon Gekko ("La codicia es buena") y Alfred E. Neuman ("¿Preocupado? ¿Yo?").

Teniendo en cuenta la cantidad de analistas y periodistas que no vieron ninguna señal de fraude en Enron, sentía mucha curiosidad por conocer a los pocos que sí intuyeron lo que iba a ocurrir. En cierto modo, esas personas (en especial el columnista Jim Chanos y la periodista de Fortune Bethany McLean) fueron como detectives privados que olieron la verdad detrás de la mentira.

Ask Why
Hay algo irónico, cómico y curiosamente honesto en el eslogan publicitario de Enron: "Ask Why" ("Pregúntese por qué").

En el contexto de sus surrealistas anuncios, el eslogan sirve para alabar la capacidad de Enron para cuestionar ideas convencionales. Pero, teniendo en cuenta todo lo que ahora sabemos de Enron, "Pregúntese por qué" suena casi como un reto inconsciente dirigido a los observadores externos: pregúntese por qué Enron tiene tanto éxito. Me recuerda a los grandes criminales que siempre dejan pistas para los detectives, como si quisieran jugar con ellos al gato y el ratón.

Desde un punto de vista más amplio, "Pregúntese por qué" es la moraleja de la película: no hay que dar nada por supuesto, hay que cuestionarlo todo. Estuve a punto de titular la película Enron: Ask Why, pero me di cuenta de que sólo funcionaría después de ver la película. Quienes no la hubieran visto se sentirían como si les estuviera soltando un sermón.

The Smartest Guys in the Room funciona porque es al mismo tiempo directa y tremendamente irónica. Lo que cuenta es que estos tipos se consideraban tan listos que creyeron que podrían burlar todas las normas. Si se llega al punto de pensar que las normas son una "afrenta" al "libre mercado", un fraude como el de Enron pasa a ser una simple "evasión de impuestos", una forma de derrotar al sistema con sus propias armas. Mientras sus más que bien pagados asesores refrendaran todo lo que se hacía en la empresa, Enron podía decir que cumplía las normas por mucho que, para un observador imparcial, resultara obvio que sus ejecutivos habían llevado a cabo un fraude de proporciones colosales.

En mi opinión (y en la de Bethany y Peter), el fraude de Enron no fue premeditado. Se trató más bien de un proceso gradual, lo que hace que sea aún más peligroso. Por eso Skilling puede seguir pensando que no hizo nada malo.

La cultura empresarial que Skilling implantó en Enron se basaba en una mala interpretación del famoso libro que Richard Dawkins escribió en 1976 sobre la evolución, El gen egoísta (The Selfish Gene). Skilling parecía convencido de que todo iría perfectamente si todo el mundo fuera tan codicioso como pudiera. Este sistema de valores sin valores alcanzó su apoteosis en California, donde los inversores de Enron se dedicaron a defraudar al sistema con auténtico fervor. Según las reglas del ideólogo del libre mercado, el hecho de que los inversores de Enron engañaran al sistema de California demostraría que el sistema desregulador del estado era "defectuoso" y le obligaría a corregirse. Desde su punto de vista, tenían la tranquilidad de estar "del lado de los ángeles", por usar las palabras de Jeff Skilling. ¡A largo plazo, defraudar a California sería bueno para el estado! Como suele decirse, "no pain, no gain", sin dolor no hay beneficios. Así que hicieron un "experimento" con el pueblo de California, creando enormes problemas económicos mientras ellos ganaban millones.