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La buena voz cartel reducidoLa buena vozDirigida por Antonio Cuadri
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Película dirigida por Antonio Cuadri (La gran Vida, Eres mi Héroe), protagonizada por Jose Luis Gómez, Pilar Velázquez y Biel Durán.

El film, rodado en Bilbao, narra la historia de Pepe y Rosa, un matrimonio maduro que nunca tuvo hijos. La vida transcurre con monotonía hasta que aparece Begoña, una antigua amiga de Rosa que revelará un secreto guardado por casi 30 años.

La película, cuyo nombre rinde homenaje a un poema de Antonio Machado, invita a la reflexión sobre el amor, la rutina, la traición, el apego a la vida y el perdón.

Gestación de la película (Por Claudio Crespo)
Carita Boronska quería hacer un cortometraje a través de la historia de un matrimonio, taxista él y ama de casa ella, con hijos y nietos, que al llegar el momento de la jubilación decidían hacer un viaje a Santiago de Compostela. En el transcurso de ese viaje, él tenía un infarto. En esos momentos críticos, la amistad de un chico hindú les impulsaba a ver la vida de otro modo. El título para ese corto era POR PRIMERA VEZ.

Con estas premisas, Antonio Cuadri me propuso convertir en guión aquella historia inicial. Tras los primeros esbozos, me di cuenta que tenía que dar con el conflicto, con el problema de una pareja que si sigue junta, es precisamente por la paciencia de ella. El personaje de Rosa, nacida en la posguerra, lleva consigo esa carga tan pesada, que siempre se le había asignado a la mujer: la de ser ama de casa y la de oír, tuviera razón o no, la voz de su marido. He de reconocer que a partir de esta fuente educacional, se pudo ir prefigurando la personalidad de Rosa. Se me ocurrió que escondía en su alma una frustración, la de no haber podido ser madre. Todas esas cosas almacenadas en las soledades, en las galerías de su alma, me llevaron hasta Antonio Machado y nacieron los personajes de Jordi, el hijo homosexual, Begoña la amiga que la traiciona, y pensé en la encrucijada de emociones y de sentimientos que podían desatarse entre ellos.

Parece que la muerte envuelve con sutileza a los protagonistas de la historia. Sin embargo, esa misma presencia hace que los personajes se vean como frente a un espejo imaginario y tengan que aceptarse tal como son. Ese era mi principal empeño. Quería ver cómo reaccionarían ante esa prueba de fuego Rosa, Pepe, Jordi y Begoña.

Tenía muy clara la transformación que deseaba en cada uno de ellos. El “machismo” de Pepe, su “mala educación”, tenían que dar paso al hombre bueno que había en él. Debía pasar por una “catarsis”. En cuanto a Rosa, tenía que sacar todo lo que había callado y pugnaba por salir al exterior. Ella siempre ha necesitado alimentarse del amor. De ahí, ese vínculo extraordinario que sostiene con Jordi. Respecto a Jordi, la prueba era compleja: aceptar a su padre biológico y luchar contra una enfermedad que gravita peligrosamente sobre él. Por último, Begoña, que debe confesar la verdad por una cuestión de moral, de respeto hacia ella, hacia su hijo, hacia su amiga y hacia su antiguo amante. Todos ellos tienen que oír, lo quieran o no, LA BUENA VOZ.

El rodaje
En las primeras reuniones con los distintos departamentos, la producción de La buena voz supo transmitir al equipo algo básico para que el rodaje saliera adelante. Que teníamos entre manos una producción independiente y de presupuesto limitado para un guión intimista. Situación que en principio parece poco alentadora para el equipo, pero que en el caso de La buena voz jugaba a nuestro favor. Antonio Cuadri tenía muy claro que los decorados debían ser localizaciones naturales, que la iluminación tenía que ser sencilla, minimalista y realista, que los protagonistas de este trabajo debían ser los propios actores.

Un mayor presupuesto no habría cambiado las localizaciones naturalistas, ni la iluminación de vivienda modesta. José Luis Gómez que habría seguido luciendo sus dos únicas camisas y su cazadora de ir a trabajar, como todos los días…

Si el equipo entendía y compartía esta premisa, podíamos hacer La buena voz. Así fue, porque el equipo estuvo cada día más convencido de los resultados. Sin ese entusiasmo, la película hubiera sido irrealizable.

"Desde el primer día el productor se empeñaba en transmitirnos que quería algo distinto, algo de verdad. Y llegó el director y lo corroboró. Quería llegar lo más lejos posible con esta historia. Quería hacer que Bilbao fuese un protagonista más de la película, además de los actores. Quería que nos echásemos a la calle. Sobre todo, necesitaba a un equipo pequeño y ágil que se lanzase a la aventura. Y nos lanzamos, vamos que sí nos lanzamos… ¡Pero cómo no nos vamos a lanzar, si te plantean que quieren una foto distinta, y se empeñan en ello, y lo consiguen! Que se ruede sin cortes entre toma y toma, todo seguido, para conseguir “robar” la mejor interpretación de los actores… Y se consigue. Vamos que sí se consigue!", comenta Joseba Salegi, ayudante de dirección.

La mayoría del equipo ya venía acostumbrado al ritmo de trabajo y a las dificultades que te encuentras en capitales como Madrid, en las que rodar algo empieza a ser un problema de casi imposible resolución. Bilbao, sin embargo, jugaba también a nuestro favor en este sentido: sigue siendo ciudad virgen para el cine. Así que la actitud de los bilbaínos fue encantadoramente participativa. Por supuesto, cuando los treinta pelmas de un equipo de rodaje se tiran una semana filmando en un mismo apartamento, hasta el vecino más paciente puede perder los nervios. Invades no solo a la comunidad del edificio: que si los trípodes y cuarzos en la escalera, que si la lámpara y la mesita que no entran en este plano y molestan para colocar la cámara al descansillo, que si la mitad del equipo fuera del piso que no cabemos todos… No hubo consecuencias.

Y no sólo la ciudadanía, todas las autoridades se volcaron. Tuvimos una ayuda absolutamente desinteresada por parte de todos ellos. En ocasiones tuvimos que improvisar lo que no está escrito, y aun así, todo eran facilidades.

El factor meteorológico no estuvo a nuestro favor. ¡Mira que llueve en el norte! Y era lo que buscábamos, pero no. Solo llovió el primer día. El resto de los exteriores no pudimos hacerlos bajo la lluvia. Consolémonos pensando que quizá La buena voz pase a la historia como la primera película bilbaína en la que no llueve.

"Todos juntos disfrutábamos de todo lo que hacíamos. Pero sobre todo porque veíamos crecer La buena voz. Crecer por la planificación. Crecer por lo que conseguíamos con los decorados. Crecer por la foto que, lo veíamos en el combo, recogía nuestro esfuerzo. Ver cómo se transformaba José Luis Gómez en un taxista más de Bilbao con el solo hecho de vestirle y despeinarle" añade Gaizka Bourgeaud, director de fotografía.

"¿Y todo esto por qué? Por el simple hecho de que las dos partes determinantes para que el equipo pueda trabajar bien (la producción y el director) se creían lo que estaban haciendo. No estaban haciendo un producto más para conseguir una serie de derechos televisivos y/o subvenciones. Estaban haciendo una película porque querían contar una historia que tenía para ellos mucho que decir. Y lo hicieron desde la pasión.

Desde la pasión de involucrarnos a todo el equipo como si de redescubrir el cine se tratara. Si de agradecer se trata… gracias por creeros lo que hacéis, porque seguiros es tan fácil como satisfactorio"
comenta Axier Pérez, director de producción.