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Yo cartel reducidoYoDirigida por Rafael Cortés
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Entrevista a Rafa Cortés y Alex Brendemühl
Rafa Gallego: Como espectador, y como crítico, "yo" me parece una película inclasificable. De todas maneras, y por agarrarnos a alguna etiqueta, quizá estemos cerca del "thriller", ¿un "thriller rural"?

Alex Brendemühl: Es cierto que nos movemos en un entorno rural, aunque considero que toda historia localista tiene algo de universal. Pero no podemos obviar esos toques de humor absurdo que van acompañando a la trama.

Rafa Cortés: A mí, el término thriller se me queda un poco grande. Creo que nos falta esa sensación de permanente peligro que suele acompañar a los personajes de este género. De todas maneras, supongo que es una etiqueta que no vamos a poder evitar; las etiquetas parecen ser necesarias.

R.G: Volviendo un poco a lo que comentaba Alex, en la película quedan reflejados localismos, costumbres, ciertos elementos atávicos, que no impiden, sin embargo, que se traten temas universales como la inseguridad, las dificultades para adaptarse al medio, la vergüenza...

R.C: Hay que tener en cuenta que la acción transcurre en un pueblo aislado por las montañas y el mar, en medio de una isla que es Mallorca; una isla dentro de una isla. La verdad es que hemos intentado despojar a la historia de sus referencias geográficas, evitar al menos lo geográfico entendido como político; el hecho de que se haya rodado en Mallorca no debe interferir en lo esencial.

A.B: Sí, en ese sentido, me parece más determinante el aislamiento mental del protagonista, que el lugar concreto donde se desarrolla la trama.

R.G: De todas maneras, sí me parece importante la contribución de la morfología del pueblo -Estellencs- a la atmósfera angustiante que se consigue crear...

A.B: No se utiliza el pueblo en su conjunto; no hay un solo plano general en toda la cinta, no se utiliza el paisaje de manera esteticista. Lo que sí es cierto es que tanto los interiores como los exteriores acaban cobrando una textura que contribuye a subrayar la trama.

R.C: Es una cuestión de perspectiva; nuestra mirada ha convertido un lugar idílico en un laberinto.

A.B: El máximo exponente de lo que estás comentando es el pozo (de la casa donde se aloja el protagonista); cómo metáfora de un lugar que no te deja salir.

R.C: Creando espacios tan cerrados hemos probado con un lenguaje que a priori no es aconsejable. Sólo hemos utilizado planos medios y primeros planos... Aunque sentimos que lo pedía la historia...

A.B: A todos los elementos se les otorga la misma importancia. De esa manera es el espectador el que debe fijarse en los detalles, no se lo damos hecho... Luego hay curiosidades difíciles de apreciar, por ejemplo, el hecho de que toda la cinta esté rodada desde el perfil derecho del personaje...

R.C: Pensamos que si lo hacíamos así, al cambiar de perspectiva íbamos a conseguir un cierto efecto...

A.B: Cuando el personaje empieza su "metamorfosis"...

R.G: Como en la escena de las matanzas...

R.C: Así es.

A.B: He de decir que esa regla, la de rodar siempre desde la misma perspectiva, me generó bastantes problemas. Me pasé todo el rodaje negociando mis movimientos con el director de fotografía.

R.C: La verdad es que para mí, suponía un reto que el equipo acatase esas condiciones; me puse muy pesado los primeros días con "las reglas del juego". Luego me sentía absurdo en la intimidad. Para mi sorpresa, cuando ya se había entrado en la dinámica de rodar así, fueron los mismos actores y los técnicos los que no me dejaron salirme.

R.G: Después de ver dos cortos de Rafa ("Cómo ser Federico Fernández" y "La leyenda del Sevillano") y "yo", percibo cierta obsesión por el tema de la identidad, por aquello de querer ser otro. ¿A qué se debe?

R.C: Quizás no me guste cómo soy... Está claro que hay una fijación, y yo creo que viene del convencimiento de que toda persona puede dividir en su vida en dos partes, verse como dos personas. Sólo hace falta un punto de inflexión. A mí me ocurrió cuando salí de Mallorca y me fui a vivir a Barcelona, por ejemplo.

A.B: Yo añadiría que tanto en el trabajo de realizador como en el de actor siempre se da un desdoblamiento. Las personas que nos dedicamos a esto acabamos siendo entes poliédricos, capaz de crear o dar vida a infinitos personajes.

R.G: Hablando de personajes, veo algunas similitudes entre el protagonista de "yo", Hans, y el que también interpretaba Alex en "Las horas del día". Ambos son retraídos, aparentemente tranquilos, pero también capaces de convertirse en alguien inesperado, en seres violentos.

A.B: Creo que mi estilo interpretativo funciona en personajes herméticos, que se mueven entre la cotidianeidad y el secretismo. Lo cierto es que tanto en Hans como en el protagonista de "Las horas del día" encontramos patología bajo la normalidad.

R.C: Para mí la similitud está en Alex Brendemühl. Tal como plantea su trabajo es imposible que no impregne a sus personajes. No obstante, creo que en "yo" ha tenido la oportunidad de transformarse dentro de la misma historia lo cual nos ha regalado un Brendemühl "inédito".

R.G: Uno de los aspectos que me atraen de la película es ese interés en sugerir la violencia sin llegar a explicitarla...

R.C: El cine actual nos ha acostumbrado a esperar que ocurran ciertas cosas, y la verdad es que nos planteamos ofrecer el tipo de catarsis final que quizá muchos estén esperando...

A.B: Fíjate que "yo" se basa en la historia real de un alemán enfermo que decide recluirse en el pueblo y que acaba autolesionándose y protagonizando brotes de violencia hacia sus vecinos...

R.C: Fue también en Estellencs, donde yo veraneaba de niño. Fui testigo de su más espectacular exabrupto, el que precedió a su desaparición del lugar. De todas maneras, y sin destripar la trama, me interesa más sugerir el conflicto, más violento si quieres, que libra Hans en su interior.

R.G: También me atrae el recurso de la falta de información sobre el protagonista.

R.C: Creímos que iba a interesar más un personaje misterioso. Por otra parte, de esta manera Hans evoluciona con el espectador, ambos saben lo mismo y se enteran de las cosas al mismo tiempo.

A.B: El personaje es una hoja en blanco, es como si naciese al inicio de la película.

R.C: Es curioso, pero el hecho de no ofrecer información previa sobre él da pié a muchísimas elucubraciones y todas válidas; ¿Es un asesino? ¿Es un expresidiario? ¿Es amnésico? Lo mismo nos pasa con otras de las intencionadas lagunas de la trama. El espectador completa la historia, cada uno desde su forma de entender las cosas...

R.G: Otra lectura para el título de la película... Me interesa la atmósfera que se consigue, ese ambiente ambiguo que tejen los personajes secundarios, la gente del pueblo.

A.B: Ahí jugamos en el límite entre la hostilidad del entorno, que no es tal, y la lectura que Hans hace de ese entorno.

R.G: ¿Teméis que ciertos localismos que adornan la película no funcionen fuera de nuestro ámbito más próximo?

R.C: Esa es una cuestión de prisma; probablemente, fuera de España, la película se perciba de una manera más dramática. Y está claro que será en Mallorca donde según qué guiños se entenderán mejor. Lo que a unos les puede suscitar un interés antropológico a otros les podrá causar empatía.

R.G: ¿Como has trabajado con esa parte del reparto poco o nada acostumbrada al cine? ¿Cómo has conseguido que entrasen en la dinámica que te interesaba?

R.C: La verdad es que no lo llegué a conseguir del todo. Pero funcionó, y en parte fue porque fuimos nosotros quienes nos adaptamos, aprendimos a improvisar, a pillarles por sorpresa, fue una especie de juego...

A.B: Los actores más acostumbrados al teatro amateur únicamente tenían por escrito sus secuencias, estaban instalados en el desconcierto. Eso evitaba que jugasen con las emociones ajenas.

R.C: Y en algunas ocasiones, ni siquiera tenían texto.

A.B: Se trabajó de manera diferenciada con cada uno de ellos; desde los jóvenes -más técnicos o académicos- hasta los de la vieja escuela del teatro, pasando por intérpretes consagrados como Heinz Hoenig.

R.C: Ese trabajo en varios niveles nos creó ciertas dificultades. Si una toma se repetía siete veces, las instrucciones eran distintas en las siete ocasiones; lo hacía así para desubicar a los actores menos técnicos y de esa manera neutralizar sus "vicios". Aunque eso obligaba a Alex a hacer una síntesis de lo que veía para luego dar su réplica y que ésta funcionase en el contraplano. Para mí, la mayor dificultad estuvo en unificar el tono.

R.G: Rafa, supongo que te sientes identificado con esa nueva hornada de directores españoles que intentan abrirse paso con historias "diferentes", apelando a la originalidad de las tramas. Me refiero a jóvenes realizadores como Sánchez Arévalo, Alberto Rodríguez, Roger Gual, Julio D. Wallovits, Jaime Rosales...

R.C: Todos ellos ya llevan más camino recorrido pero la verdad es que sí. Todos estamos aquí luchando por contar nuestras historias, por ofrecer algo distinto o por lo menos inhabitual a pesar de la industria.

R.G: La búsqueda de esa originalidad no está reñida con el reconocimiento de ciertos referentes. ¿Se puede identificar alguno de ellos en "yo"?

R.C: En un principio, nos fijamos en el guión de "El quimérico inquilino", de Roman Polanski, entre muchas cosas porque no sabíamos escribir guiones. Pero en el resultado final apenas queda rastro, aparte de algún elemento temático quizá... En cuanto a la puesta en escena, se hizo a partir de las necesidades de la historia sin plantearnos referencias. Las habrá seguro, el subconsciente actúa, pero por el momento no las hemos sabido detectar.

R.G: ¿Qué es lo que os gustaría que la película provocase en el espectador?

A.B: Yo creo que la cinta está ahí para que cada uno la absorba como quiera. Quizá invite a reflexionar sobre los fantasmas, los miedos, las inseguridades, quizá provoca dudas metódicas y luego sugiera una cierta catarsis...

R.C: Y en el fondo, hay una voluntad un poco "terrorista"; creo que rompemos con un tabú ético, y es que ser uno mismo no tiene porque ser necesariamente bueno...

A.B: Quizá lo original no esté en ser uno mismo, sino en decidir no serlo en una sociedad que exalta los valores del individualismo como signos de autenticidad...

R.C: Visto así, casi se puede entender como un acto de humildad.


Rafa Cortés (Director y guionista)
Nacido en Mallorca, España, en 1973, Rafa Cortés trabajó como ayudante de dirección durante varios años, tanto en cine como en publicidad. Ha dirigido dos cortometrajes: "Cómo ser Federico Fernández" y "La leyenda del Sevillano", así como varios spots y videoclips. Junto con el actor Alex Brendemühl, ha escrito "yo", su primer largometraje.