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La huella cartel reducidoLa huella(Sleuth)
Dirigida por Kenneth Branagh
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Remake de La Huella, película dirigida por Joseph L. Mankiewicz en los años 70. Michael Caine protagonizó esa versión junto a Laurence Olivier. Ahora hace el papel de Olivier dejando el suyo para Jude Law.


Acerca de la producción
La Huella se rodó en Bedfordshire y en los estudios Twickenham durante los meses de enero y febrero de 2007.

La película ha sido producida por Jude Law, Simon Halfon, Tom Sternberg, Marion Pilowsky, Kenneth Branagh y Simon Moseley, y coproducida por Ben Jackson, socio de Law en Riff Raff Productions. La producción ejecutiva ha corrido a cargo de Martin Shafer, de Castle Rock.

El equipo de La Huella está integrado además por el director de fotografía Haris Zambarloukos (El Intruso y Venus de Roger Michell) y antiguos colaboradores de Kenneth Branagh, como el productor artístico Tim Harvey (La Flauta Mágica, Hamlet, Mucho ruido y pocas nueces), la diseñadora de vestuario Alexandra Byrne (Hamlet) y el editor Neil Farrell (Hamlet, As You Like It). Patrick Doyle (Harry Potter y el Cáliz de Fuego, As You Like It, Gosford Park, Hamlet) ha compuesto la banda sonora original.

Como amantes del cine y amigos de toda la vida, Jude Law y su colega, el productor Simon Halfon, se reunían a menudo para compartir ideas de proyectos que les gustaría realizar juntos. Law debutó ya como productor en Sky Captain y el mundo del mañana, mientras que a Halfon, diseñador gráfico de éxito, le tentaba la idea de tantear el terreno. Durante una de sus conversaciones, Halfon sugirió hacer una nueva versión de La Huella (Sleuth), la obra de Anthony Shaffer premiada con un Tony en 1970 y que, más tarde, se convertiría en película.

"Simon había visto La Huella y me lo describió como una obra que, en el fondo, se centra en una idea muy sencilla", explica Jude Law. "Aunque la obra original se ejecutó de forma brillante, pensó que podría evolucionar para convertirse en algo moderno, que había bastante territorio por descubrir en el meollo de la historia. Así que estuve germinando la idea en la cabeza durante un tiempo, pero lo que realmente puso las cosas en marcha fue cuando alguien me preguntó qué proyectos tenía en mente y surgió el nombre de Harold Pinter."

Por aquel entonces, Harold Pinter no había recibido aún el Premio Nobel de Literatura, pero su prestigio como uno de los dramaturgos más originales e influyentes del siglo XX hacía que la idea de abordarle para que reescribiera la popular obra de Shaffer pareciera un tanto ingenua. La formidable reputación de Pinter habría desanimado a cualquier otro productor en ciernes, y Law admite alegremente que parecía ‘una posibilidad remota y absurda’.

"Pero como la pieza le iba muy bien, también parecía una oportunidad de escribirle", explica Law. "Quedamos a comer, una comida muy larga y divertida, y le dije que la esencia de la historia era dos hombres en una habitación, uno mayor, otro más joven, luchando física y psicológicamente por una mujer que jamás conoceremos. Si no recuerdo mal, Harold dijo: Llevo haciendo eso 40 años. Aceptó en el acto."


Pinter había visto algunas actuaciones de Jude Law, tanto en pantalla como en escena, y le agradó tener la oportunidad de trabajar con él. "Jude es un hombre muy inteligente; anda con mucho ojo", dice. "Tiene un gran entusiasmo e integridad."

Con Pinter a bordo, la excelente idea de Halfon y Law adquirió mucho más interés y Castle Rock aceptó financiar la elaboración del guión y el desarrollo del proyecto. "Una vez que Harold entró a formar parte", dice Law, "pasó de ser un remake intrigante a algo completamente distinto, algo con mucha más seriedad, mucho más peso. Cualquier cosa que pueda tentar a Harold se convierte de pronto en mucho más importante porque es toda una figura en el mundo literario. Sabíamos que, en manos de Harold, el guión iba a ser de primera."

A lo largo de los años siguientes, el equipo se puso manos a la obra. "Es un enfoque completamente novedoso", afirma Harold Pinter. "No había visto ni leído la obra, ni había visto la película adaptada, así que no sabía nada de ella. De modo que me la leí y creo que está completamente transformada. He mantenido uno o dos elementos de la trama porque hay que hacerlo, pero, aparte de eso, creo que la he hecho mía."

"Es casi increíble pensar que es algo que no creó Harold", dice Law. "En cierto modo, estamos hablando de una obra en la que dos hombres están luchando por una posesión, una mujer, en este caso, que ambos desean poseer, pero en realidad trata sobre dos hombres que luchan y los motivos por los que luchan los hombres. Se convierte en una obra en torno al ego masculino y el afán de superioridad: casi se olvidan de precio. Trata acerca de la rivalidad, de vencer a la persona a la que uno se enfrenta que es algo que, evidentemente, a Harold le interesa, tanto en su obra como en sus opiniones sobre el rumbo que está adquiriendo el mundo en estos momentos."

Armados con el guión de Pinter, Law y Halfon fueron en busca de fuentes adicionales de financiación. "Debido al estilo con el que escribe Harold (y hay que recordar que todo ello fue antes del Premio Nobel) lo cierto es que fue bastante difícil que la gente consiguiera leer entre líneas. Era un guión muy poco denso", explica Law. Parecía constituir una amenaza para muchos financieros. Reconocían la gran calidad del diálogo, pero no llegaban a ver su potencial como película. Pero nuestra confianza llevó el proyecto adelante."

Law había propuesto la idea a Michael Caine algunos años antes, y Caine estuvo de acuerdo en principio en que sería divertido hacer otra película de La Huella, esta vez en el papel interpretado por Laurence Olivier en 1972. Con el nuevo guión acabado, Law se puso en contacto con Caine.

"Me fascinó toda la idea desde el comienzo", declara Michael Caine, "pero, sobre todo, cuando vi el guión de Pinter. Aunque la trama básica es la misma y el título también, la obra de Pinter es completamente distinta de la de Anthony Shaffer. No es la misma película."

Con Michael Caine fichado para participar en el guión de Pinter, Law admitió que había llegado el momento de encontrar un director que "guiara al equipo y convirtiese todos nuestros enfoques en uno solo". Entre los directores que barajamos se encontraba Kenneth Branagh, quizás más conocido por sus adaptaciones de la obra de Shakespeare.

"Mi manager me llamó un día y me dijo: Hay una nueva versión de La Huella producida por Jude Law y protagonizada por Michael Caine, con guión de Harold Pinter", recuerda Kenneth Branagh. "Parecía una combinación de gente muy, pero que muy emocionante. Conocía y me gustaba la película original, y también la obra de teatro, que vi unos años antes cuando estuvo de gira, y en la que un amigo hizo el papel de Milo".

"Después leí el guión y no podía dejarlo. Lo que ya consideraba una unión perfecta, ahora tenía esa sensibilidad cómica más oscura y profunda de Pinter. Seguía conservando la capacidad de intrigar y mantener la tensión del original (no debe olvidarse nunca el fantástico trabajo que hizo Anthony Shaffer), pero el guión parecía suficientemente distinto para convertirse con seguridad en una película nueva. Comparten la idea central y los personajes tienen los mismos nombres, pero cambia mucho desde el primer momento, visualmente y en cuestión de atmósfera, en cuanto a los personajes y, a medida que uno avanza, en cuanto a la trama".

"De alguna manera, Pinter retoma la observación de lo que resulta familiar y la elabora, a veces con humor, otras con peligro, otras con gran poesía. En La Huella, toma una obra con una maravillosa mecánica teatral y cinematográfica y, sin esfuerzo alguno, le infunde su propia fascinación por lo que también trasciende en la obra de Shaffer: su drama psicológico, la lucha épica a golpe de testosterona entre dos hombres sofisticados e inteligentes, aunque cada uno a su modo. Parecía una forma fantástica de disfrutar de un thriller apasionado y un esclarecimiento de las vulnerabilidades y las poses de estereotipos aparentemente masculinos y casi machistas en su lucha por una mujer. Imagino que simplemente intuí que iba a ser una pasada."

Tras un proceso que recuerda como ‘inusualmente civilizado’ en todos los sentidos, se contrató a Branagh para que se encargara de la dirección. "Ken vio el potencial", explica Jude Law. "Vio que lo que yacía tras las líneas de Pinter era una película en la que el tercer protagonista era la propia casa, y la atmósfera que ésta creaba. Asimismo, admitió el valor de simplemente relajarse y escuchar un diálogo fantástico en lugar de trastear con la obra y andar complicándola demasiado. Entiende muy bien el punto medio entre texto e interpretación. Como sucedió con la implicación inicial de Harold y la aceptación de Michael, Ken era otro participante lógico. Los cuatro éramos como cuatro generaciones de actores y directores británicos y nos sentíamos un grupo muy feliz, un tipo perfecto de grupo."

Pinter describe la aportación de Branagh al proyecto como ‘enorme’. "Ken aportó una nueva inteligencia al proyecto", declara. "Es muy habilidoso, tiene mucho criterio. Le admiro muchísimo, como actor y como director; creo que su película Enrique V fue fabulosa, y él mismo es un actor como la copa de un pino. Fue un proceso extremadamente estimulante de principio a fin."