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History boys cartel reducidoHistory boysDirigida por Nicholas Hytner
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History Boys ha sido escrita por Alan Bennett, quien se ha basado en su obra galardonada con varios Premios Tony, y está dirigida por Nicholas Hytner, que primero había llevado la historia al escenario del Teatro Nacional de Londres, donde ocupa el puesto de director.

Al igual que en la producción del Teatro Nacional, el reparto de la película está encabezado por los ganadores del Tony Richard Griffiths y Frances de la Tour; y cuenta con Stephen Campbell Moore; con Samuel Barnett, Dominic Cooper, James Corden, Jamie Parker, Russell Tovey, Samuel Anderson, Sacha Dhawan y Andrew Knott que repiten sus papeles de los ocho diferentes alumnos de historia; con Clive Merrison y con la presentación de Penelope Wilton, que da vida a la profesora de arte, la señora Bibby; de Adrian Scarborough, que interpreta al profesor de Educación Física, el señor Wilkes, y con Georgia Taylor como Fiona, la seductora secretaria del Director.

History Boys ha sido producida por Kevin Loader, Nicholas Hytner y Damian Jones; financiada por DNA Films y BBC TWO Films, y distribuida por Fox Searchlight Pictures.

En mayo de 2004, la provocadora obra de Alan Bennett sobre la anarquía de la adolescencia, la finalidad de la educación y la naturaleza de la historia, "The History Boys", se estrenó en el Teatro Nacional de Londres bajo la dirección de Nicholas Hytner. Causó sensación nada más ponerse en escena. Rebosante de malicioso ingenio, de energía juvenil y de insistentes preguntas sobre absolutamente todo, desde por qué hay alguien que lee poesía hasta el mismo cogollo de la ética sexual, la obra registró un sinfín de llenos y acaparó numerosos premios, entre los que figuran los Premios Lawrence Olivier a la Mejor Obra Nueva, al Mejor Director y al Mejor Actor, así como los premios del Evening Standard y del Círculo de Críticos a la Mejor Obra. A una gira mundial de enorme éxito la siguió un temporada triunfal en Broadway. A pesar de su ambientación evidentemente británica, el argumento le llegó al público estadounidense con tanta fuerza como al de su país de origen, llegando el New York Times a calificar la obra como "locamente divertida y cautivadora". Barrió en los Premios Tony, logrando los correspondientes a seis categorías, incluidas las de Mejor Obra, Mejor Director, Mejor Actor Protagonista y Mejor Actriz Destacada.

Aun antes de que la obra llegara a Broadway, la gigantesca avalancha de entusiasmo provocada por sus temas y personajes no dejó duda de que Hytner y Bennett – que anteriormente habían colaborado en La locura del Rey Jorge, película candidata al Oscar® e igualmente basada en una producción del Teatro Nacional – deberían pensar en llevar el argumento a la pantalla. Decidieron trabajar a la velocidad del rayo para mantener esa chispa mágica que se había encendido en el escenario, rodando la película en sólo cinco semanas, aprovechando un breve intervalo entre la temporada del Teatro Nacional y el comienzo de la gira mundial. Optaron por la rapidez con toda intención.

"La obra había sido ensayada en profundidad cuando la escenificamos por primera vez y, pasado poco más de un año, realizamos la película", explica Hytner. "Las películas pueden exigir años, y más años y todavía más tiempo, y, en ocasiones, cuando por fin se finalizan, toda la pasión se ha consumido. Pero Alan escribió la obra rápidamente, en un relámpago de inspiración, y nosotros nunca perdimos nuestro entusiasmo por ella. En el proceso de trasladarla del escenario a la pantalla – de volver a pensar en cómo contar la historia, de concebirla de nuevo, de revisualizarla – ni por un momento levantamos el pie del acelerador".

Aunque Hytner y Bennett habían decidido anteriormente realizar una película basada en History Boys, no revelaron sus intenciones ni procuraron activamente la participación de nadie más hasta que hubieron terminado el guión y elaborado un calendario completo de producción. Querían estar listos para entrar en acción en un instante. Sabían que era necesario moverse a toda velocidad – se les presentaba una limitadísima oportunidad antes de la gira mundial y durante las vacaciones en Inglaterra, que les permitiría rodar en un auténtico colegio cerrado durante el verano. Lo que era más importante, ellos sabían que cualquiera con el que realizaran la película tendría que estar de acuerdo en utilizar precisamente el mismo reparto de la producción del Teatro Nacional, muchos de cuyos miembros eran jóvenes primerizos sin experiencia cinematográfica – pero que ya se habían metido por completo en sus personajes, habiéndolos ensayado rigurosamente y representado cientos de veces en escena.

"No sucede muy a menudo que una obra tenga un reparto perfecto desde cualquier punto de vista", afirma Hytner. "Cuando eso ocurre, un material que ya es rico y resonante se enriquece todavía más. La combinación de las partes tal y como aparecen escritas en el papel y lo que cada noche recrean unos actores imaginativos que se meten en la piel de lo que representan, mantiene todo más que vivo. De ninguna manera íbamos a realizar esta película sin el reparto con el que habíamos estado trabajando durante los 12 meses anteriores".

Al enfrentarse con la adaptación cinematográfica, Alan Bennett se ciñó en gran medida a la producción escénica. Bennet, uno de los narradores teatrales y cinematográficos más populares de Inglaterra, se había inspirado para escribir la obra en su propia experiencia como un joven que hizo cuanto pudo para aprobar los exámenes de ingreso en Oxford y Cambridge, pero que ansiaba conocer a uno de esos míticos profesores consumidos por una ardiente pasión de saber y aprender por el mero hecho de aprender.

"Si hubiera tenido a alguien que hubiera podido infundirme un entusiasmo tan evidente como Hector era capaz, entonces me habría quedado más claro el objetivo", reflexiona Bennett. "Hay personas que lo hacen pero, en todos mis años de estudiante, sólo conocí a uno. Justo al final de mis estudios en Oxford, tuve un tutor que enseñaba historia medieval. La historia medieval es, dicho con moderación, una asignatura muy marginal pero él lograba que pareciera que ella y sólo ella era lo que hacía la vida que mereciera la pena. Todavía hay profesores de esa clase, que sobreviven aun en las terribles condiciones de la enseñanza actual, pero yo nunca tuve uno cuando era un muchacho y supongo que por eso intenté darle vida a uno".

Bennett ambienta su relato en los años ochenta, en un colegio de segunda enseñanza donde se palpa la tensión entre la cultura pop y la superior, el lugar idóneo para plantear preguntas sobre cómo resolvemos la lucha entre estilo y substancia en la vida, y cómo enseñan y son mutuamente enseñados los seres humanos. Lo hizo creando a dos convincentes profesores opuestos por el vértice: Hector, el profesor de "Ciencias Sociales", excéntrico y amante de la diversión, e Irwin, el pulcro profesor de Historia que se guía por los resultados.

Si bien el personaje de Hector – delicado, sabio y de contorno tan amplio en su persona como en su vibrante pasión por el saber – da en ocasiones la impresión de ser un héroe nada convencional y desamparado, también está lleno de enormes fallos que Bennett trató con emotiva honestidad en su obra.