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Gabrielle cartel reducidoGabrielleDirigida por Patrice Chèreau
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Copa Volpi a la mejor actriz (Isabelle Huppert) en La Mostra de Venecía 2005.

Notas del director
Buscaba un argumento para una película sin buscarlo realmente. Fue un periodo de lectura voraz. Me encontré con una colección de relatos cortos de Joseph Conrad que se acaba de publicar. Cuando llegué a uno que se llama El regreso, me pareció por un momento que era una buena idea para una película, pero tampoco puedes estar siempre leyendo con la vista puesta en convertir lo que lees en un guión, así que seguí con el libro y me olvidé del asunto. No fue hasta diciembre de 2003 que volví a leer la historia y me convencí. Es la descripción de un hombre perdido, que desparece al final, hay una mujer enigmática, de pocas palabras, de una fuerza indómita. Una sola frase suya me fascinó: "De haber sabido que me amabas, no hubiera vuelto". Entonces le mencioné el libro a Anne-Louise Trividic por primera vez.

Poco después llamé a Isabelle Huppert para decirle que tenía un papel para ella. Habíamos estado en contacto un tiempo. Lo primero que le pedí fue que no leyera la historia de Conrad, en la que todo está contado desde el punto de vista del hombre. Está contado por él, son sus sentimientos. Isabelle fue paciente y esperó a que su personaje fuera tomando forma y renaciera al mismo tiempo que se iba escribiendo el guión. Mientras, le pasé la historia a Pascal Greggory para que la leyera.

Anne-Louise sugirió pronto que no solo había que rehacer el personaje femenino sino que había que redefinir la relación entera. También comenzó a buscar la respuesta a la película que subyace en toda la película: ¿por qué vuelve la mujer?. Fue un ejercicio de crítica literaria de la historia de Conrad. ¿Qué dice sobre las relaciones que aun es válido? Anne-Louise me envía un montón de textos, de material y de ideas, y entonces comenzamos a cribar hasta que nos quedamos con lo indispensable y con aquello con lo que más pueda conectar. Después empezamos a unir las piezas. Después de Intimidad y El hermano, esta es la tercera película que construimos de este modo.

Hacer un que una película exista, imaginarla, soñarla, es un trabajo colectivo. Para Gabrielle todo empezó con Anne-Louise, seguido por un montón de trabajo de Isabelle y Pascal, y después con Eric Gautier antes de la producción para pensar en cual sería la iluminación ideal. En cada etapa, es como darte la oportunidad para que algo nuevo emerja, algo que te dirija hacia un lugar nuevo cada vez. Puede que sea un principio mío, el no hacer dos veces la misma cosa.

Con Gabrielle, puedo decir honestamente que pensé que luchaba por una causa perdida. Es decir, por supuesto tras unos meses, teníamos un gran guión, bien estructurado, pero los diálogos eran demasiado paradójicos e inusualmente sustanciales. Rodé esta película muy rápido, sin pensar las cosas dos veces, pero con una sensación de "pánico" intensa.

Durante mucho tiempo no pude conectar con Isabelle. Entonces, la escena en el baño, en la que se sincera a su criada desbloqueó la situación. Isabelle se acercó y fui capaz de ver por lo que estaba pasando. En ese momento puede atisbar mi película. Isabelle posee una amplitud de registros enorme, es como una máquina perfecta de actuar. Al mismo tiempo le pedí a Pascal cosas que nunca antes le había pedido y tuvo algunas ideas hermosas.

En esta película he tenido la oportunidad de usar abiertamente todo lo que el teatro me ha enseñado. Desde ahora, creo que me he "liberado" del teatro, de lo que la gente me dice sobre que "hacer cine no tiene absolutamente nada que ver con el teatro", me siento libre para ser un director de cine y de teatro. Me ha tomado tiempo, pero por primera vez he disfrutado el flirtear con mi pasado en el teatro, el soñar una película corta, rigurosamente formal y que siempre imaginé como intensamente estilizada. Una película en la que pudiera mostrar las costumbres de una tribu exótica: los ricos y poderosos del París de 1912.

Quería sentir el lujo impersonal y estirado de principios del siglo XX, como la tumba que un hombre ha excavado para enterrar a alguien vivo, su esposa. Quería mirar con el ojo desnudo, como un experimento químico con dos estupendos ejemplares, con la belleza de sus trajes, su elegancia y la del decorado, y con la música siempre presente, mientras un mundo (el de él) se colapsa y otro (el de ella) nace y crece dolorosamente. A veces un montón de diálogo, a menudo mucho silencio.

Me gusta el diálogo en la película. Puede presentar situaciones misteriosas más que explicarla. Me gusta Bergman, por supuesto, pero también esas grandes películas americanas de Coppola, Scorsese, Cimino y Leone, que se atreven a basarse en el diálogo. En Francia, probablemente nos hayamos ido asustando del diálogo, de ser teatrales, de alejarnos demasiado de lo natural.

Un elemento final y decisivo en Gabrielle fue trabajar en la fotografía con Eric Gautier y en el montaje con Francois Gedigier. Una película ambientada en la "Belle Epoque" tenía que ser digna de tal nombre. Investigamos usando fotos de época e intercambiando ideas constantemente. Entonces empezamos a hacer un montón de pruebas con diferentes sets de iluminación. Eric me habló de los cuadros de un pintor llamado Frantin-Latour, en los que emplea un tipo de luz que raramente se ve en las películas de hoy en día (toda la luz proviene de arañas). Desde el principio le dije que quería experimentar con algunos principios estilísticos: empezar la película en blanco y negro y pasar de repente al color, volviendo al blanco y negro ocasionalmente, sin temor a utilizar algunas técnicas formales como la cámara lenta, planos congelados o hacer comentarios sobre la acción con títulos entremezclados o puestos en tarjetas que podrían ser usados para resaltar ciertas líneas de diálogo. Intentamos todas estas cosas con Francois y el resultado es un cine en su forma más pura, y que me lleva de vuelta a las raíces del teatro y el drama.

Estoy encantado de que Gabrielle haya sido seleccionada para la Mostra de Venecia. Es la primera vez que una de mis películas va a Venecia. Además coproduje la película junto a Roberto Cicutto en Italia y la música fue compuesta por Fabio Vacchi, así que parecía natural que la película "volviera" a Italia.

Me gustaría que la película no fuera solo sobre una mujer en esa época, sino que tuviera un sentido universal. Una mujer que vuelve a su hogar porque el amor no vive allí y un hombre que lo abandona porque no hay vida en él. Me gustaría que la película respondiera a una cuestión válida en cualquier época, capturar algo que tiene un elemento de lo intangible, de los secretos de las caras y las acciones. Todo está en la manera de explorar, de una manera rígida, la violencia amortiguada en esta guerra civil de dos personas, de esta cárcel dorada en la que dos seres se rebelan y se odian. Para entender como se ruedan estas cenas-fiesta, este mundo cargado de obligaciones, convenciones y charlas insustanciales y permitirnos comprender cuan significativa es para nosotros la locura de la mujer y la toma de poder por la mujer. Dos seres que nunca se han tenido el menor afecto, que en diez años de matrimonio, nunca habían soñado con ser una pareja y que han llegado a olvidar que tenían un cuerpo.