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La spettatrice cartel reducidoLa spettatriceDirigida por Paolo Franchi
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Notas de dirección
Observar el curso de la vida de un desconocido. Seguirla de repente lejos de casa, siguiendo un impulso irrefrenable. Quedarse cerca como una sombra que no se deja rozar. ¿Se le puede llamar amor a esto? ¿O patología de una afirmación amorosa? Quizás sólo se trate de incapacidad de salir del proprio mundo interior, miedo de enfrentarse a una realidad que se desentiende de las expectativas, demasiado a menudo.

Un sentimiento evidentemente romántico, que parece pertenecer totalmente a la historia de Valeria, la espectadora. Y también a Massimo, que a su manera, es un personaje romántico. Idealista. Abandona Turín para vivir en Roma, tras haber renunciado a ventajas económicas, con el único apoyo de su pasión por la investigación científica y por su proprio futuro. Un futuro que para él lleva el nombre de Flavia. Cree en la posibilidad de construir una relación con esta mujer y actúa con las mismas expectativas de quien quiere ver florecer lo que está convencido que ha sembrado. A tal punto que el choque con la realidad de una Flavia reacia e indiferente no merma su sueño romántico.

Y si ella ya no puede ser la protagonista, entonces el sueño se alimenta lentamente de la presencia de la joven Valeria. Un sueño sostenido quizás por aquellas extrañas circunstancias que, de manera casi inapreciable, han llevado a la chica ante sus ojos. Valeria se hace amiga de la compañera de Massimo. Se frecuentan, se comparan, permitiendo al espectador descubrir los lados que parecen asemejarlas.

Valeria sola, Flavia irremediablemente solitaria. Valeria enamorada de un hombre que no está. Flavia enamorada de un hombre que ya no está. La amistad que se instaura entre las dos mujeres se alimenta fatalmente también de la mentira. Para Valeria es inevitable esconder su propia identidad, su misterioso propósito, que es el de mantenerse como simple espectadora, sombra fiel de la pareja Massimo y Flavia, para ella ideal.

La historia está salpicada, tanto de eventos imprevisibles como de nexos casuales dirigidos a enlazar las vivencias de estos tres personajes solitarios con una relación cuyo fondo está falseado respecto a la realidad. Las dos primeras escenas del prólogo se abren justamente sobre una singular coincidencia.

Una serie de encuentros fugaces y descuidados dejan igualmente un rastro en el corazón de Massimo. Y no obstante, el entorno existencial de Valeria es tal que condiciona fuertemente sus elecciones, incluso las más atrevidas. Las expectativas de Massimo sobre su relación con Flavia son explicitas, tanto como lo son las resistencias de ésta frente a su cumplimiento.

Y entonces, de repente, los tres protagonistas de la película hacen uno sólo con la historia que se está contando. Una historia que quiere implicar al espectador entorno al destino de este “absurdo” amor suspirado por Valeria y a su resultado inconcebible. Una historia de sentimientos que, paradójicamente, reconducirá a todos a sus más auténticos solitarios destinos.

Massimo se encontrará solo en esa nueva ciudad con un futuro afectivo totalmente incierto. Flavia, entre los muros de su casa, con la novela de su marido desaparecido que jamás podrá concluir. Y Valeria, la espectadora, que huye, llevando quizás a cabo una sufrida educación sentimental.

Paolo Franchi
Estudiante de letras modernas con orientación a historia del arte contemporáneo, Paolo Franchi realiza su primer cortometraje con diecinueve años, Pagine di un diario personale [Páginas de un diario personal].

Asistente de dirección junto a Nanni Loy, Francesco Maselli, Peter Del Monte, cursa unos estudios en el colegio de cine de Bassano del Grappa “Ipotesi cinema” [Hipótesis cine], cuyo director es Ermanno Olmi. A continuación obtiene el diploma de director de cine en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma.

En 1994 realiza el ensayo de diploma La storia che segue [La historia que sigue] seleccionado para la Muestra de arte cinematográfico de Venecia. El cortometraje participa en numerosos festivales internacionales como los de Clermont Ferrand, Annecy, Mónaco de Baviera.

En 1996 realiza el mediometraje Frammenti di sapienza [Fragmentos de sabiduría] en selección para la Muestra de arte cinematográfico de Venecia. La película recibe numerosos premios y reconocimientos, participando en numerosos festivales mundiales.

En los últimos años se ha dedicado al estudio del arte electrónico (realizando algunos documentales y reportajes) y al guión de su primera película La spettatrice [La espectadora].


Ficha artística
Barbora Bobulova - Valeria
Andrea Renzi - Massimo
Brigitte Catillon - Flavia
Matteo Mussoni - Andrea
Chiara Picchi - Sonia