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El intercambio cartel reducidoEl intercambio(Changeling)
Dirigida por Clint Eastwood
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La Sra. Collins relató su historia claramente, y declaró desde el principio que estaba segura de que el niño no era su hijo desaparecido. El juez Schweitzer, presidente del tribunal, la sometió a un riguroso interrogatorio y acabó por preguntarle qué había pasado poco antes de que la ingresaran en el hospital del condado. "Me llevaron ante el capitán Jones", explicó. "Delante de otros policías, me dijo: ‘¿Qué intenta, hacernos pasar por tontos? ¿No será que no quiere cumplir con sus obligaciones de madre y prefiere que el Estado se haga cargo de su hijo? Pobre loca’". Los Angeles Times, 17 de octubre de 1928 - Reportaje sobre la Sra. Christine Collins testificando ante la Comisión Policial.

CLINT EASTWOOD (Million Dollar Baby, Sin perdón, Cartas desde Iwo Jima) dirige a ANGELINA JOLIE (El buen pastor, Un corazón invencible, Inocencia interrumpida) y a JOHN MALKOVICH (Relaciones peligrosas, Beowulf, Quemar después de leer) en un drama basado en unos acontecimientos reales que transformaron la ciudad de Los Ángeles. EL INTERCAMBIO cuenta la historia de una mujer con una fuerza indomable que no se rindió ante un corrupto departamento de policía e hizo posible una nueva época de dignidad e igualdad.

La producción corre a cargo del director CLINT EASTWOOD, del oscarizado BRIAN GRAZER, de Imagine Entertainment (American Gangster, Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar, Una mente maravillosa), del también oscarizado RON HOWARD (Frost/Nixon, Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar), y de ROBERT LORENZ, nominado por la Academia, (Cartas desde Iwo Jima, Million Dollar Baby, Mystic River).

El reparto, encabezado por ANGELINA JOLIE y JOHN MALKOVICH, incluye a JEFFREY DONOVAN (la serie "Burn Notice") en el papel del capitán J.J. Jones, el jefe de la unidad de investigación de menores encargada de encontrar a Walter; MICHAEL KELLY (Broken English) como el detective Lester Ybarra, el agente que relaciona la desaparición de Walter con una oleada de crímenes; COLM FEORE (Chicago) como el jefe James E. Davis, al frente del corrupto departamento de policía; JASON BUTLER HARNER (la miniserie "John Adams") en el papel de Gordon Northcott, un asesino en serie que quizá tenga la clave de la desaparición de Walter, y AMY RYAN (Adiós pequeña adiós) como Carol Dexter, otra presa inocente que ayuda a Christine durante su encierro en el ala psiquiátrica del hospital del condado.

El equipo técnico está formado por varios colaboradores habituales de Clint Eastwood, como el director de fotografía TOM STERN (Million Dollar Baby, Banderas de nuestros padres); el diseñador de producción JAMES J. MURAKAMI (Cartas desde Iwo Jima, Raíles y lazos); el oscarizado montador JOEL COX (Sin perdón, Million Dollar Baby); el montador GARY D. ROACH (Cartas desde Iwo Jima, Raíles y lazos); la diseñadora de vestuario DEBORAH HOPPER (Million Dollar Baby, Mystic River), y el supervisor de efectos visuales MICHAEL OWENS (Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima). El guión es de MICHAEL STRACZYNSKI (el próximo estreno They Marched Into Sunlight).

Los productores ejecutivos son TIM MOORE (Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima) y JIM WHITAKER (American Gangster, Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar).


Un legado de amor materno: Recordando a Christine Collins
La historia de Los Ángeles está marcada por sensacionales relatos de corrupción, encubrimientos y asesinatos durante los años que siguieron a la fundación de la ciudad. Desde el juicio por violación y asesinato de la joven actriz Virginia Rappe por Roscoe "Fatty" Arbuckle en 1921, pasando por el secuestro del evangelista Aimee Semple McPherson en 1926, hasta el asesinato de la Dalia Negra en 1947, el escándalo ha formado parte de la vida diaria de la ciudad, envolviendo a sus personalidades políticas en un aura negativa.

Pero fue la casi olvidada lucha de una mujer de clase trabajadora para encontrar a su hijo desaparecido lo que, casi 80 años después, haría posible la unión de algunos de los cineastas mejor considerados de Hollywood para contar su historia. Nadie recordaba la increíble batalla librada por Christine Collins hasta que un ex-periodista la redescubrió por casualidad.

Los enormes sótanos del Ayuntamiento de Los Ángeles albergan casi cien años de historia en sus archivos, entre los que se encuentran decenas de miles de páginas con los informes sobre Christine Collins y las sesiones del Consejo Municipal de Bienestar Social a finales de los años veinte del siglo pasado. Cuentan la historia de la desaparición de Walter, su hijo de 9 años, y las enrevesadas maquinaciones del Departamento de Policía de Los Ángeles durante y después de la más que deficiente investigación.

Hace unos cuantos años, el guionista J. Michael Straczynski, que había trabajado para Los Angeles Times, The Herald Examiner y Time, entre otras publicaciones, descubrió la asombrosa historia de la mujer que detuvo la maquinaria política de la ciudad. Ya se sabe que un periodista depende de su fuente, y Michael Straczynski sabía que había algo interesante cuando un viejo contacto suyo se puso contacto en él.

El guionista recuerda: "Una fuente que tenía en el Ayuntamiento me llamó para decirme que estaban quemando archivos viejos y que debería echar un vistazo a uno antes de que acabara en la incineradora. Me fui allí corriendo y leí la transcripción de la vista oral que celebró el Consejo Municipal de Bienestar Social para el caso de Christine Collins. Empecé a leer el testimonio y lo primero que pensé fue: ‘Esto no puede haber pasado, debe haber un error’, y me quedé enganchado".

En el año 1928, Los Ángeles estaba en manos de una infraestructura política despótica a cuya cabeza se encontraba el alcalde George E. Cryer, respaldado por el jefe de policía James E. "Dos pistolas" Davis (a menudo fotografiado adoptando una postura de matón con sus dos pistolas) y su grupo de policías pistoleros que aterrorizaban la ciudad. Pero el reinado del alcalde y del jefe empezó a hacer aguas cuando Christine Collins, una madre soltera que criaba a su hijo de 9 años en un barrio obrero denunció la desaparición del niño. Después de meses de búsqueda, la policía solo había obtenido una creciente publicidad negativa.

Cuando se encontró a un chico en DeKalb, Illinois, que decía ser Walter, Christine y todos los que participaban en la búsqueda contuvieron la respiración. Después de ver las fotos, las autoridades estaban convencidas de que el caso estaba resuelto. Christine reunió el dinero necesario para traer al niño y la policía de Los Ángeles organizó un auténtico montaje mediático para el reencuentro entre el niño y la desesperada madre. Estaban convencidos de que distraería la atención del público y alejaría la presión a la que empezaban a estar sometidos por su incapacidad para resolver este caso (y la mayoría de casos) y que además haría olvidar los numerosos escándalos de corrupción.

Pero el problema fue que el niño en cuestión no era Walter.

A pesar de que Christine Collins declaró inmediatamente y en repetidas ocasiones que el niño no era su hijo, el agente encargado del caso, el capitán J.J. Jones, según lo que ella contó en la vista ante el Consejo Municipal, le dijo que "probara el niño un par semanas". Confundida y desorientada, aceptó.

Y el caso se cerró.

A las tres semanas, Christine Collins volvió con el niño diciendo que no era Walter por mucho que dijera la policía. El capitán Jones no estaba acostumbrado a que cuestionaran sus decisiones, y menos una mujer. Con la aprobación tácita de Davis, el jefe de policía, sometió a Christine a una campaña difamatoria y la hizo ingresar en el ala de psiquiátrica del hospital del condado para no reconocer su equivocación. Allí estuvo encerrada cinco horribles días bajo un "Código 12" reservado para personas difíciles, normalmente mujeres, a las que se ingresaba en el ala psiquiátrica sin orden judicial.

El niño que dijo ser Walter acabó reconociendo que tenía 12 años y que se llamaba Arthur Hutchens (también usaba el alias de Billy Fields), un chico del Oeste Medio que se había escapado de su casa y que quería llegar a Hollywood para conocer a Tom Mix, su actor favorito. Cuando oyó a alguien en un bar de carretera de Illinois decir que tenía un parecido asombroso con el chico Collins, se le ocurrió entregarse a las autoridades locales y hacerse pasar por Walter para que Christine le pagara el billete de autobús a Los Ángeles, le alojara y alimentara. Sin saberlo, su plan desencadenaría una serie de acontecimientos que cambiaría para siempre el comportamiento de la policía de Los Ángeles.

Lo que al principio era una historia interesante no tardó en convertirse en un relato absorbente para J. Michael Straczynski a medida que iba descubriendo más detalles. Dedicó un año a seguir el complicado itinerario que recorrió Christine Collins durante siete años para descubrir qué le había pasado a su hijo. Pero lo que descubrió en los polvorientos archivos era mucho más grave que la farsa ideada por el joven Arthur Hutchens. Había una historia paralela, la de Gordon Northcott, un hombre depravado que alternativamente reconocía y negaba haber matado a Walter, y la del terrible y violento poder que ejercían las autoridades de Los Ángeles en la época.

El guionista también descubrió que un ministro presbiteriano llamado Gustav A. Briegleb había ayudado a Christine Collins. Como una auténtica espina clavada en el costado del sistema, el activista alentaba a la gente a luchar contra la corrupción desde su programa de radio y sus sermones. Trabajó con Christine y su abogado para que el caso de Walter no se enterrara y para desvelar el tratamiento inhumano al que había sido sometida en el ala psiquiátrica. Consiguieron que varios líderes políticos dimitieran y desenmascararon la corrupción que había invadido el departamento de policía.

Christine Collins murió en 1935 sin saber lo que le había pasado a su hijo. El guionista J. Michael Straczynski habla de su legado: "Todo se basa en el deseo de Christine Collins por descubrir lo que pasó, en que nunca se rindió, pasase lo que pasase. Nunca abandonó su búsqueda. Su tenacidad le dio fuerzas para soportar cosas que habrían roto a cualquiera, pero ella nunca dejó de luchar. Quería rendirle un homenaje".

Hablando del guión, dice: "Mi intención era muy simple, quería honrar a Christine Collins. Por lo tanto, debía contar la historia con la mayor honradez posible, dejar patente que nunca perdió la esperanza y siguió buscando a su hijo. Su simple pregunta: ‘¿Dónde está mi hijo?’ consiguió desmoronar toda la estructura municipal de Los Ángeles". Para hacer más veraz la historia, el guionista incluyó frases sacadas del testimonio de Christine y de otras personas.

Una vez escrito el guión, J. Michael Straczynski empezó a buscar a los cineastas y a la actriz que estuvieran a la altura de esta pionera de la defensa de las víctimas. Los encontró en Clint Eastwood, Imagine Entertainment y Angelina Jolie.


Un equipo formado por Eastwood, Imagine y Jolie: EL INTERCAMBIO obtiene la luz verde
Esta sorprendente historia basada en hechos reales llamó la atención de los oscarizados productores Brian Grazer y Ron Howard, a los que siempre se les ha dado muy bien llevar historias verdaderas a la gran pantalla. Basta con recordar éxitos como American Gangster, Una mente maravillosa, Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar, Friday Night Lights y Apolo 13.

"Me entusiasma trabajar con historias reales", dice Brian Grazer. "Me gustó el tema de EL INTERCAMBIO; me fascinó la época en que se desarrollaron los acontecimientos, a pesar de que en muchas ocasiones ocurrían cosas repugnantes. El hecho de ser real da mucha fuerza emocional a la historia".

Conscientes de que al director y productor Clint Eastwood también le gustaba trabajar con material basado en la realidad, le llamaron para hablar del guión. "Me lo llevé porque me iba a Berlín", recuerda el director. "Lo leí durante el viaje de vuelta y me gustó mucho. Llamé a Brian y a Ron nada más llegar para decirles que lo haría, y me dijeron que Angelina Jolie lo había leído y quería hacer el papel. Contesté: ‘Estaría genial, me gusta su trabajo’. Y así fue, simple y directo".

Rob Lorenz, el socio productor de Clint Eastwood, también estaba entusiasmado con el guión. "Al llegar a la página 15, me di cuenta de que era una historia real. Joe se había molestado en insertar recortes de prensa de la época cada 15 ó 20 páginas para recordarnos que todo había ocurrido. No sólo me pareció una historia asombrosa, también me sorprendió muchísimo que nadie la conociera".

Con un guión al que Clint Eastwood describió como "más extraño que la ficción", su socio Rob Lorenz y él decidieron unirse al equipo de Imagine Entertainment para rodar esta cautivadora historia. Todos querían que la oscarizada Angelina Jolie encarnase a la madre cuya misión en la vida es buscar a su hijo desaparecido. El director dice: "Angelina es única. Me recuerda mucho a algunas actrices de la era dorada de los años cuarenta, Katharine Hepburn, Ingrid Bergman, Bette Davis, Susan Hayward. Todas eran únicas, tenían mucha presencia. Es una actriz tremenda".

Ron Howard y Brian Grazer también querían a Angelina Jolie. "Conseguí mi primer sueño, que Clint Eastwood dirigiera la película", dice Brian Grazer. "A continuación, pensamos en Angelina Jolie. Era perfecta para el papel. Sabe comunicar emociones, se mete en la piel de los personajes".

A pesar de la calidad de los cineastas, la actriz no estaba convencida de querer interpretar el papel de una madre a la que le secuestran a su hijo. Era comprensible, ya que acababa de interpretar el conmovedor papel de Marianne Pearl en Un corazón invencible. Pero estaba dispuesta a leer el guión, y la historia de J. Michael Straczynski le hizo cambiar de parecer.

"Es una historia extraordinaria", dice la actriz. "Cuando empecé a leerla, no podía parar. Christine Collins fue una mujer admirable, pero como actriz había muchas cosas en la historia donde no quería meterme. No quería hacer una película acerca de un niño desaparecido porque creo que puede ser peligroso dejar entrar ciertas cosas en mi mundo, mis pensamientos. Pero me convenció la fuerza que demostró tener esa mujer. Me gustó mucho la historia porque expone la corrupción de los que están en el poder".

Los cineastas debían buscar a los hombres y mujeres que acompañarían a Angelina Jolie en su encarnación de Christine Collins.


Polis, predicadores y asesinos en serie: El reparto
Durante la larga búsqueda de Christine Collins, en la que debió enfrentarse a una opinión pública cambiante, policías incrédulos y grupos de pistoleros, aparecieron partidarios y detractores. Entre los primeros estaban el reverendo Gustav Briegleb, pastor de las iglesias presbiterianas de Saint Paul y Westlake en Los Ángeles, y el abogado S.S. Hahn, conocido por defender casos criminales. Entre los segundos, y durante los siete años que duró la investigación, estaba el capitán J.J. Jones. El guionista J. Michael Straczynski mantuvo los nombres de los personajes reales siempre que fue posible y reunió en uno a varios personajes típicos de Los Ángeles de la época.

El reverendo Briegleb era considerado como un activista intrépido que actuaba de perro guardián contra la desbocada corrupción de la municipalidad y la industria del cine. El reverendo no dudaba en decir a sus conciudadanos que se dejaban engañar demasiado fácilmente por la policía, y que ya era hora de mirar más de cerca el comportamiento de las fuerzas del orden. Gustav Briegleb, interpretado por el conocido y gran actor John Malkovich, sabía muy bien cómo funcionaba el mecanismo político municipal y tuvo un papel de gran importancia en la búsqueda de Christine Collins, hasta el punto de salvarle la vida (en la película).

Angelina Jolie explica que su personaje y el del reverendo tuvieron "una amistad maravillosa" en la realidad. Dice: "Era un hombre conocido en la época; la ayudó y la guió. Le comunicó a Christine una sensación de fuerza como sólo consigue una persona con autoridad. El reverendo le dijo: ‘No está loca, esa gente no es buena. Puede que sean la autoridad, pero no se merecen su respeto. Debe cuestionar sus actuaciones’. La ayudó a encontrar su propia voz".

El director y productor Clint Eastwood ya había trabajado con John Malkovich en la dramática En la línea de fuego, y tenía ganas de volver a hacer algo con el actor. "Hace mucho que me gusta el trabajo de John", dice el director. "Me pareció que sería interesante en ese papel. John siempre aporta una cierta desestabilización, un toque de extrañeza, es un camaleón".

John Malkovich tenía ganas de meterse en la piel de este cruzado de la justicia. Hablando del activismo del reverendo, comenta: "Diría que está entre los primeros ejemplos de cómo se puede hacer presión a través de los medios. Briegleb tenía un programa de radio y daba sermones. Se concentró en la policía de Los Ángeles y en lo que le parecía un comportamiento vergonzoso".

En opinión del reverendo Briegleb, la policía de Los Ángeles en la década de 1920 era la fuerza más violenta y corrupta "a este lado de las Rocosas". El actor cree que su personaje era un hombre que defendía la justicia incluso cuando no era bien visto y podía ser peligroso. Dice: "Me asombró leer la frase del jefe de policía Davis que repite mi personaje: ‘Juzgaremos a los pistoleros en las calles de Los Ángeles. No me los traigan vivos, los quiero muertos. Cualquier agente que muestre la menor compasión merecerá una reprimenda’". Es posible que la presión ejercida por el jefe de policía explique por qué intentaron resolver el caso Walter Collins cuanto antes, sin tener en cuenta que el chico que habían entregado a la madre no era el desaparecido.

El legendario letrado S.S. Hahn, interpretado por GEOFF PIERSON, se encargó del caso Collins y preparó el camino para la prohibición de los encarcelamientos realizados bajo el famoso "Código 12". Era miembro de una prominente familia de Los Ángeles, de la que destacaremos al famoso supervisor del condado de Los Ángeles, Kenneth Hahn, y al penúltimo alcalde de la ciudad, James Hahn.

El actor Jeffrey Donovan encarna al despiadado capitán de policía J.J. Jones, que obliga a Christine Collins a aceptar al niño. A pesar de que la mujer demandó a la ciudad y ganó el pleito, por lo que el municipio debía indemnizarla con 10.800 dólares, nunca cobró un centavo.

El actor se sintió fascinado por el hecho de que su personaje fuera real y por el enorme poder que ostentaba. "Lo que le hizo a esa mujer es impensable", dice. "Cuando mi personaje decidió ingresarla en un manicomio, le bastó con chascar los dedos, ni se molestó en pedir una orden".

La retorcida historia de un carismático pederasta llamado Gordon Stewart Northcott se mezcla con la desaparición de Walter Collins. En 1928, Sanford Clark (EDDIE ALDERSON), el sobrino de 15 años de Gordon Northcott (Jason Butler Harner), llevó a la policía a la granja de pollos de su tío situada cerca de Wineville, California. Los agentes, liderados por el detective Lester Ybarra (Michael Kelly), hicieron un horrible descubrimiento: los cadáveres de varios niños matados a hachazos y enterrados. Sanford Clark afirmó que uno de ellos era Walter, pero nunca se pudo demostrar.

La investigación sacó a la luz la espeluznante vida que llevaban los Northcott en su "granja de la muerte" y consiguió resolver algunos casos de niños desaparecidos en la región. Se descubrió que Northcott, de 24 años, y su madre Sarah Louise Northcott, habían secuestrado, torturado y matado a niños en su propiedad. El asesino en serie fue condenado y ejecutado por la muerte de cuatro niños, aunque se estima que mató a muchos más. El homicida, un narcisista amante de la publicidad, jugó con Christine Collins hasta el día de su ejecución cambiando constantemente de versión acerca de lo que le hizo a Walter. La madre de Northcott fue condenada a cadena perpetua en la prisión de San Quentin.

Cuando buscaba al actor para encarnar a Northcott, Clint Eastwood se quedó asombrado ante el parecido entre Jason Butler Harner y el infame asesino: "Es irónico", dice, "se parece al asesino en serie. Una vez maquillado, el parecido es asombroso. Además, Jason es un actor estupendo".

Siempre es difícil interpretar a un psicópata, pero el retorcido comportamiento de Northcott con Christine Collins lo hacía aún más complicado, tal como comenta el actor: "Desde el momento en que Gordon la ve en el tribunal, empieza a jugar al gato y al ratón. La trata con cierta familiaridad porque ella también sale en los titulares. Para él, son almas gemelas".

DENIS O’HARE da vida al Dr. Jonathan Steel, el médico que gobierna brutalmente el ala psiquiátrica del Hospital del Condado donde ingresa Christine Collins bajo el famoso "Código 12". El actor explica que "era una excusa para castigar a cualquiera que discrepase, protestase, causase problemas o pusiese objeciones a los métodos de la policía, lo que abarcaba a mucha gente, sobre todo mujeres".

Una de las pacientes forzosas del Dr. Steel es Carol Dexter, una prostituta cuya relación con un policía acabó mal. Debe aguantar el tratamiento vejatorio del personal del manicomio, y se convierte en una inesperada ayuda para Christine después de su ingreso. Le explica los mecanismos del lugar e intenta evitar que sufra los mismos ultrajes por los que ha pasado. Para hacer de "paloma sucia" (así llamaban en la época a las chicas de mala vida), el director escogió a Amy Ryan, nominada por la Academia.

Después de su aclamada interpretación en Adiós pequeña adiós, la actriz tenía ganas de entrar en otro periodo de la historia de Estados Unidos. "Carol le dice a Christine: ‘Si estamos locas, no hay que hacernos caso’. Si una mujer tenía una opinión y se oponía a las autoridades, debía estar loca. Por lo tanto, había que encerrarla", dice la actriz.

Angelina Jolie interpretó a una paciente en un hospital psiquiátrico en Inocencia interrumpida (por lo que ganó el Oscar en 1999), y dice: "La última vez que estuve en un hospital psiquiátrico en una película, mi personaje era parecido al de Amy. Era la más dinámica, la más divertida".

Para dar cuerpo a la historia, el guionista reunió a varias personas en un solo personaje. El productor Robert Lorenz dice: "Joe hizo un trabajo excelente a la hora de ordenar los hechos y de crear personajes compuestos por varias personas para empujar la historia hacia delante. Es increíble ver lo bien que encajan porque partió de la realidad". Entre estos personajes está el detective Lester Ybarra, que resuelve el caso Northcott y establece una posible relación con Walter Collins. También imaginó la vida del jefe de policía James E. Davis (interpretado por Colm Feore), que habría preferido que Christine Collins desapareciese.

Por último mencionaremos al joven actor GATTLIN GRIFFITH, que encarna a Walter a los 9 años, y a DEVON CONTI, que da vida a Arthur Hutchens, el chico de 12 años que intenta suplantarle.


La recreación de Los Ángeles en la década de 1920: Las localizaciones y el diseño
Con más de 30 películas en su haber, Clint Eastwood ha aprendido a rodar sin despilfarrar y se considera un director influenciado por lo que haría como actor. Suele limitar el número de ensayos para conseguir una mayor autenticidad durante el rodaje. Tampoco le gusta hacer un sinfín de tomas. "Todo lo que hago cuando ruedo se basa en lo que me gustaría hacer como actor", dice. "Es algo que he aprendido con los años. Por mucho que se planee todo, siempre pasa algo. Me entusiasma transformar esa pequeña pila de papel en algo vivo".

Todo el reparto está de acuerdo con él. "Clint es extraordinario", dice Angelina Jolie. "No tengo palabras para elogiarle. Como director es muy decidido. Es un líder nato que valora a cada uno de los miembros del equipo artístico y técnico, por eso todos queremos darle lo mejor. Se toma tiempo para reflexionar. Ahora mismo no quiero hacer otra película sin él".


Los decorados
En EL INTERCAMBIO, la bulliciosa ciudad de Los Ángeles sirve de telón de fondo para la historia de la búsqueda de Christine Collins. Desde las primeras imágenes de una familia feliz en una modesta casa de un barrio obrero a las afueras de la ciudad, pasando por la central telefónica donde trabaja Christine, hasta los cientos de personas que se manifiestan delante del Ayuntamiento después de enterarse de lo que le han hecho a Christine, el rodaje recorrió todo el sur de California.

Fue necesaria una localización muy diversificada para encontrar los decorados y las imágenes típicas de finales de la década de 1920 y de principios de los 30. Muchos edificios han sido demolidos; las calles, sustituidas por autovías, y barrios enteros han desaparecido, incluso donde vivía la familia Collins. La zona es totalmente irreconocible si se comparan fotos actuales con otras de hace ochenta años.

La tarea de encontrar y reconstruir Los Ángeles de antaño recayó en el diseñador de producción James Murakami y en el director de localizaciones PATRICK MIGNANO. El primero ya había trabajado con Clint Eastwood en Cartas desde Iwo Jima, y estaba familiarizado con la estética del realizador y el estilo del director de fotografía.

Fue todo un reto, pero el equipo encontró edificios intactos en San Dimas, San Bernardino y Pasadena. El departamento artístico construyó decorados en el recinto de Universal para las escenas clave. También se contó con el buen hacer del supervisor de efectos visuales Michael Owens para recrear el aspecto general de la ciudad y los populares tranvías de color rojo de la época.

"Tuvimos mucha suerte al encontrar el decorado de San Dimas", dice James Murakami. "Esa zona de la ciudad apenas ha cambiado. Rodamos una prueba y era una maravilla. Siempre preferimos decorados de gran simpleza. Evitamos los colores fuertes y chirriantes. El departamento de decoración se concentró en los detalles en cada uno de los decorados".

Era vital incluir los emblemáticos tranvías que iban de un lado a otro de la ciudad, desde Pasadena a las playas de Santa Mónica. Por suerte, el tranvía rojo que sale en la película tenía motor para que pudiera ir por las calles de Los Ángeles.

Clint Eastwood, hablando de los cambios que ha sufrido Los Ángeles, dice, riendo: "Tengo ventaja porque soy mayor que Rob y los demás. Recuerdo muchas cosas de cuando era niño. Llegué a Los Ángeles en los años 50, entonces era muy diferente. Los tranvías aún funcionaban y eran muy populares en aquella época".

Para rodar la pequeña granja de los Northcott, el equipo se desplazó a las afueras de Lancaster, a unos 130 kilómetros de Los Ángeles. En su empeño de ser fieles a la realidad, el diseñador de producción y su equipo se desplazaron a la granja original. "Se nos puso la piel de gallina", recuerda, pero era necesario visitarla para poder recrear la granja.

El Ayuntamiento de Los Ángeles se terminó de construir en 1928, pero había que tener en cuenta los edificios colindantes y los cambios debidos al paso del tiempo. De nuevo, el equipo de efectos visuales tuvo que recrear el mundo de hace 80 años.


El vestuario
Después de trabajar en dos películas situadas en la década de 1940 (Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima), Deborah Hopper conocía todas las casas de ropa de época desde Los Ángeles a Canadá. Hizo uso de su experiencia para conseguir la ropa (exterior e interior) y los zapatos para cerca de mil hombres, mujeres y niños empleados durante el rodaje.

"Encontrar ropa de época siempre es un reto", dice la diseñadora. "Sobre todo de esa época, porque las telas eran de mala calidad y no duraban. Recorrimos todas las tiendas del país para conseguir la ropa necesaria".

Generalmente hablando, tanto para las mujeres de clase trabajadora como para las de la alta sociedad, la moda de la época era la misma: vestidos de talle bajo, abrigos ribeteados con piel, sombreros de campana para subrayar cortes a lo paje y peinados ondulados, y guantes de lana. El estilo era muy formal, conservador.

Deborah Hopper diseñó un vestuario adecuado para Angelina Jolie después de estudiar fotografías de la época. "El vestuario me hizo dar los primeros pasos hacia Christine", recuerda la actriz. "Hay algo en el estilo de los años 20 que llega al alma. La ropa me hizo sentir más vulnerable, más delicada, más escondida. Me ayudó muchísimo".

Uno de los artículos incluidos en varias escenas de Angelina Jolie como supervisora en la compañía telefónica es un par de patines atados a los tobillos con tiras de cuero. Christine Collins los llevaba con tacones... La actriz tuvo que aprender a usarlos, gracias en parte a las fotos de la época que documentan este medio de locomoción realmente único.

"Moverme en patines con tacones es posiblemente lo más divertido que he hecho en toda mi carrera", dice Angelina Jolie, riendo. "Pero me parece genial que se haya incluido en el guión porque es un perfecto ejemplo de las locuras que se hacían en los años veinte".