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Transylvania cartel reducidoTransylvaniaDirigida por Tony Gatlif
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Acerca de Tony Gatlif
Nace en Argel el 10 de septiembre de 1948, y como muchos otros, se marcha de Argelia en los años 60. Descubre el cine en el colegio, cuando su profesor compra un proyector 16mm, y todas las semanas proyecta películas en clase para después discutir acerca de ellas. "Veíamos películas de Jean Vigo, John Ford, Chaplin... Aquel fue mi primer contacto con el cine".

Cuando llega a Francia sin nada, se convierte en un vagabundo y experimenta la delincuencia y los correccionales juveniles. De día, se refugia en los cines de los Grands Boulevards para dormir. Una noche de 1966 decide ir a ver a su ídolo, el actor Michel Simon, que actuaba en una obra de René de Obaldia "DU VENT DANS LES BRANCHES DE SASSAFRAS". Al final del espectáculo, se cuela en el camerino del actor, y Simon le escribe una carta de recomendación para su agente.

Tony Gatlif consigue entrar en un curso de arte dramático. Cinco años más tarde, se sube al escenario del TNP para actuar en una obra de Edward Bond, dirigida por Claude Régy. Es en aquella época que Tony escribe su primer guión basado en su experiencia en los correccionales, LA RAGE AU POING. En 1975, dirige su primera película, LA TÊTE EN RUINE, que nunca llega a estrenarse en Francia. Tres años más tarde, dirige LA TERRE AU VENTRE, que trata de un colono argelino-francés y sus cuatro hijas que luchan en la guerra de Independencia. "En aquella época de mi vida", recuerda el director, "estaba fascinado por la historia de Andreas Baader y rodé esta película sobre la Revolución de Argelia pensando en él". En 1981, rueda en España CORRE GITANO, en la que actúan gitanos de Granada y Sevilla. Esta película tampoco llega a estrenarse en Francia. "Era la primera película que se hacía sobre la condición gitana". Pero es con LES PRINCES que Tony Gatlif se da a conocer. Aclamada por la crítica, LES PRINCES trata sobre gitanos que intentan asentarse en los suburbios de París. La intención de Gatlif era que fuera realmente contundente. Con esta película conoce al productor Gérard Levovici, que se convertirá en un amigo de por vida.

"Al final de una proyección me dijo que le haría desdichado si no le dejaba ocuparse de mi película." Entonces se la hizo ver a Guy Debord, líder del Movimiento Situacionalista, que fue el responsable de los slogans "Les Princes no son traidores" con los que cubrimos los muros de las calles de Paris".

Poco después, Lebovici le propone hacer una película sobre Jacques Mesrine, pero Gatlif la rechaza. Lebovici le da entonces carta blanca, y el director ve su oportunidad de escribir y dirigir RUE DU DÉPART. La película trata sobre una adolescente que se fuga de su casa, en busca de la imagen de su padre.

PLEURE PAS MY LOVE demuestra que el único interés de Gatlif no son sólo los personajes marginados - tal y como decían sus detractores. Después, dirige GASPARD ET ROBINSON, una comedia social juvenil sobre la amistad, que abarca también el tema del desempleo.

En 1992 Gatlif produce LATCHO DROM, un homenaje a la música gitana. Con un equipo reducido, sigue los pasos de los gitanos a través de un viaje musical que le lleva, durante todo un año, de Rajasthan a Andalucía, Egipto, Turquía, Rumanía, Hungría, y Francia. Es presentada en la categoría "Un Certain Regard" en el Festival de Cine de Cannes y tiene una buena acogida.

MONDO, su siguiente película, es inspirada por el encuentro del director con el escritor Jean-Marie G. Le Clézio. Trata de un niño huérfano de 10 años que un día aterriza en Nice. "MONDO es a la vez una perla y un cuchillo. Es una joya frente a un montón de puñales."

En 1997 realiza GADJO DILO (EL EXTRANJERO LOCO), el retrato de un joven "Gadjo" ("extranjero" en rumano) que llega a un poblado gitano de Rumanía en busca de una cantante desaparecida. La película es aclamada por la crítica y por el público, tanto en Francia como en el extranjero.

Un año después, Gatlif vuelve a reunir a la pareja de GADJO DILO (EL EXTRANJERO LOCO) - Romain Duris y Rona Hartner - en la película libertaria JE SUIS NÉ D'UNE CIGOGNE.

En el año 2000, el conocido bailaor Antonio Canales debuta como actor en VENGO, una historia sobre la rivalidad entre dos familias andaluzas, un homenaje al Flamenco y a Andalucía. "La concebí como un himno al Mediterráneo".

Un año más tarde, dirige SWING en el Este de Francia, que cuenta el encuentro de Max, un niño que aspira a ser un gran guitarrista "como Django Reinhardt", y Swing, una niña gitana.

Luego llega EXILS, catorceavo largometraje de Tony Gatlif, donde vuelve a trabajar con Romain Duris y con la cual Gatlif gana la Palma de Oro al Mejor Director en el Festival de Cannes del 2004.


Entrevista con el director

P: Se nota una evidente conexión entre tu universo y la personalidad de Asia Argento, como si estuvierais destinados el uno al otro...

R: Es cierto que me había fijado en ella hace tiempo. La conocí un día en un restaurante y pasé mucho tiempo mirándola y escuchándola. Me pareció que tenía un magnetismo increíble. Es realmente la actriz con la que tenía más ganas de trabajar.


P: Efectivamente, ella tiene un carisma muy natural, alejado de toda pose. ¿Es algo que buscas especialmente en tus actrices?

R: Sí, es alguien que no se miente y que dice las cosas como las piensa en el momento en que las piensa. No disfraza nada, ni de su personalidad ni de su manera de ir por la vida. Tener a alguien como ella en una película es un verdadero regalo. Sabía que ella le daría a la película no sólo su profesionalidad como actriz, sino una verdadera implicación personal, que sería una cómplice. Me encanta ese momento en que los actores se convierten en creadores, cuando dejan de ser marionetas y aportan algo de su personalidad a la película.


P: Se adivina una gran libertad en tus rodajes. Concretamente, ¿como sucede? ¿Hay espacio para una cierta improvisación?

R: No es improvisado para nada, todo lo contrario, pero mis técnicos y yo tenemos una manera de rodar que se libera de todo lo superfluo y lo manierista del cine para estar más cerca de lo real. Pero es un estilo que exige mucho trabajo.


P: Por ejemplo, ¿cómo preparaste la escena de la fiesta popular, que parece casi rodada en directo?

R: Es una fiesta que existe en Rumanía, la fiesta de Herodes, un momento en que la población evoca la matanza de los inocentes vistiéndose de diablo con máscara. Esta fiesta tiene lugar a finales de enero, pero, como yo comencé a rodar en diciembre, tuve que reconstruirla. Así que encargué las máscaras 6 meses antes, las hice hacer para los lugareños y la fiesta se organizó para la película. Vinieron 2000 personas entre las que intercalé a los actores.


P: ¿Hasta que punto el guión evolucionaba a medida que avanzaba el rodaje?

R: Me gustan muchos los "accidentes" y las sorpresas de rodaje, como un personaje que no estaba previsto en la película pero que se impone por casualidad. Por ejemplo, en Transilvana, ese hombre que dice que nunca ha visto una zíngara en bicicleta, ¡me lo dijo de verdad! Es un músico muy pobre con el que contacté, que vive en una casita y al que quería dar trabajo. El problema es que era un músico muy malo. Me dije que no iba a sacrificar un trozo de película que tendría que cortar de todos modos, pero de golpe lo metí en el film y rodó una semana con nosotros. Este es el tipo de libertad que me gusta, y que es posible porque no hay barreras en nuestros rodajes: siempre les pido a los que controlan el tráfico que dejen pasar a la gente y sólo paren los coches, para que el sonido (que se toma en directo) sea apropiado. Como nuestros rodajes son abiertos, siempre puede pasar cualquier cosa.


P: La película evoca una búsqueda del amor absoluto. ¿Por eso que has rodado en Transilvana, tierra del vampirismo en su vertiente más romántica?

R: Es porque Zingarina es una supersticiosa, constantemente sumida en situaciones amorosas extremas: ella ama mucho y muy fuerte. Y no tiene palabras para explicar qué es lo que no funciona en sus amores: ella lo explica más bien por la superstición y lo irracional, así que ella va en búsqueda de la tierra de la superstición y lo irracional, Transylvania. Todo el mundo practica la magia allí, y Asia también. Ella es muy supersticiosa, como yo: es esa ósmosis la que nos ha llevado a Transylvania.


P: Muestras las fábricas abandonadas y las centrales fantasma que forman el paisaje de Transylvania. ¿Era importante para ti romper con la visión romántica de esta región, la de los castillos de Drácula?

R: Los castillos de Drácula tal y como los conocemos en los álbumes los reemplazó el comunismo por fábricas abandonadas y, personalmente, ¡eso me da más miedo que Drácula!


P: ¿Querías también mostrar la difícil vida de los rumanos en esa tierra?

R: La comunidad rumana está mal en todas partes, en todos los países del mundo. Incluso si están un poco mejor en los países del sol, están mal alojados y mal considerados. En París es igual, hay mucho rechazo y desprecio: cuánto más bajos están, más se les pisotea, ¡es indignante! En lo que concierne a mi película, he querido más bien mostrar hasta que punto nunca se ponen de rodillas. Permanecen en pie y orgullosos a pesar de los golpes, por eso Zingarina se les une: es como ellos.


P: La música está una vez más ligada intrínsecamente a la película. Compones una gran parte: ¿lo haces antes del rodaje para poder rodar con música?

R: No, no ruedo con música. En cambio, cuando pienso la película, pienso también la música. Es la columna vertebral del film y comienzo a buscarla al tiempo que escribo y busco las localizaciones. Para Transylvania, pasé un año visitando todos los pueblos y buscando una música un poco especial, que fuera interpretada por músicos de allí con instrumentos que aquí no existieran, como la zangora, una guitarra de cuatro cuerdas. Luego trabajamos la música en función del personaje: Zingarina, cuando conoce a su músico, se da cuenta de que está enamorada de la música, y no del hombre. A partir de ahí la música se convierte su alma y habla en lugar del personaje. Así que era importante que estuviera bien trabajada.


P: ¿Qué te atrajo de la escena del exorcismo?

R: Que está en el terreno de lo irracional: cuando se está afectado por un desengaño amoroso, cuando las cosas no van bien, uno se pregunta qué ha pasado y busca la cura por todos los medios. He visto a mujeres abandonadas confesarse a su barman. En un caso así, se habla con todo el mundo, se buscan pistas, se va a ver a un hipnotizador o a una pitonisa... Queremos encontrar la respuesta en lo irracional porque no es algo no comprensible intelectualmente. Y como es irracional, necesitamos un exorcismo, queremos sacar lo malo que hay en nosotros. Es poesía, es de antaño lo que me dijo el pope que me explicó como se practicaba un exorcismo: el que busca ser desposeído sólo pide creer.


P: ¿Podemos decir que "tibio" es una palabra que no existe en tu vocabulario?

R: Es cierto, ni tibio ni término medio. ¡Conmigo siempre hay mucho frío o mucho calor!


P: Exils marcó una etapa importante en tu vida, con la vuelta a la tierra de tu infancia, Algeria. ¿Qué sacaste de aquello?

R: Ahora hablo de una mujer y de su búsqueda del amor. Por primera vez, hablo de un individuo y no de una etnia o un pueblo. No he cambiado de rumbo, pero es un verdadero enriquecimiento, una etapa que ya he cumplido. Y estoy feliz de haberla pasado con Asia Argento.

Matilde Lorit