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Chéri cartel reducidoChériDirigida por Stephen Frears
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Sección Oficial, Festival de Berlín 2009.

Basada en la novela homónima de Colette.

Christopher Hampton, el guionista galardonado con el Oscar por Las amistades peligrosas, estaba trabajando en la redacción de un guión acerca de la ilustre escritora francesa Colette, seudónimo de Sidonie Gabrielle Colette (1873-1954), cuando decidió hacer una adaptación de su novela más famosa, Chéri. Escrita en 1920, cuenta la historia de la relación amorosa entre Léa de Lonval, una de las más famosas cortesanas de su época, y Chéri, hijo de una vieja colega y rival.

"Es la historia de dos personas que no entienden la fuerza de su relación, que no entienden cuánto se aman", dice Hampton de los protagonistas de la película. "Lea piensa que está educando al joven para el amor y que lo está haciendo un hombre; por su parte, Chéri cree que la bellísima cortesana se ocupará de él hasta que llegue su momento. Ambos son muy conscientes de que su relación tendrá un final. Sin embargo, cuando éste llega no pueden dejar de sentirse abatidos y tristes porque en lo más íntimo saben lo dolorosa que será su separación".

Naturalmente, 1900, el período histórico en el que está ambientada la película, ha sido otro elemento de atracción para el guionista. "Es un período histórico muy fascinante que llega a su momento cumbre a finales del siglo XIX y que se estaba encaminando hacia su decadencia, en la época en que se desarrolla la historia", dice Hampton. "Las cortesanas fueron una clase social que supo enriquecerse y gozar de buena salud. Muy unidas entre sí, en vista de cómo se las consideraba y se las trataba socialmente, tenían vidas muy interesantes, porque eran mujeres refinadas y cultas, que se diferenciaban de sus contemporáneos. Eran muy modernas, en la medida en que representaban la vanguardia de la mujer emancipada".

Si bien la traducción del texto original francés le dio a Hampton cierta libertad para la selección de los diálogos que iba a utilizar, el hecho de que la novela no sea el clásico relato tradiconal supuso un desafío creativo mucho más estimulante. "Colette era una impresionista, en la novela se encuentran estallidos de diálogos y figuras retóricas", explica Hampton. "Es capaz de utilizar veinte páginas para describir una sola escena, pero pueden volar tres meses en un solo párrafo. Al principio, yo hice un esbozo de guión que superaba en extensión a la novela misma. Así que tuve que recortar sin piedad".
Pero, para la puesta en marcha del proyecto a finales de 2007, fue fundamental la incorporación del director Stephen Frears, que se sentía atraído en parte por el guión de Hampton y en parte porque suponía una oportunidad para explorar un período histórico alejado cien años de la película The Queen. "El guión de Christopher era magnífico, y Colette es una escritora brillante. En mi opinión, la historia es muy interesante", dice el director. "Es una hermosa historia, frívola pero también trágica y melancólica, llena de significado, porque Colette era una soberbia escritora, una impresionista. La historia es una serie de impresiones y sensaciones, y unirlas con un hilo conductor es un hermoso reto. Es la película más extrema que he hecho y la historia más original acerca de dos personajes que viven en un sueño. Las cortesanas eran muy poderosas y tenían muchísima influencia, pero vivían en una sociedad cerrada que las soportaba de mala gana. No es casual que Léa le diga a Madame Peloux que sólo pueden entenderse y ayudarse entre ellas. Naturalmente, también son muy conscientes del fin que tendrán cuando su belleza se marchite".

Frears, un director que dice encontrar grandes dificultades en hacer películas, se ha ganado la admiración de todo el equipo, tanto artístico como técnico. Hampton dice: "Me encanta trabajar con él. Me he dado cuenta de que no es usual que un director pueda contar con la presencia del guionista en el set; es mucho riesgo tener alrededor a un pesado sabihondo que siempre tiene alguna cosa que agregar o alguna pega que poner, pero con Stephen ha sido distinto. Hay una gran intensidad y generosidad en la forma en que colabora. Cuando una escena no funcionaba o era demasiado larga, él ha tendido a asumir una aproximación muy sutil o ingeniosa. He aprendido a fiarme de ese instinto. Muy a menudo busco lo que me ayuda a completar la armonía de una escena en las palabras y en la sencillez, pero sobre todo en la atmósfera que se crea. En este sentido, Frears es muy intuitivo".


La búsqueda de los actores
La búsqueda de la actriz que tenía que interpretar el papel de Léa de Lonval fue un auténtico reto. Los productores sabían muy bien que había muy pocas actrices con las cualidades necesarias para interpretar el papel de una mujer en el umbral de los cuarenta años, que todavía fuera bella y con un gran carisma erótico. Sólo había un nombre que reuniera todos esos requisitos y además había trabajado ya con Frears y con Hampton, Michelle Pfeiffer, cuya evocadora interpretación en Las amistades peligrosas le supuso su primera candidatura al Oscar en 1989 y cuyas recientes intervenciones en Hairspray y Stardust habían recibido el consenso del público y de la crítica mundial. "Pfeiffer te perturba", dice Frears. "Estuvo magnífica en Las amistades peligrosas. Me di cuenta desde el momento que nos conocimos, y también en esta película llega a provocar una gran turbación emotiva. Es inquietante hasta qué punto ser tan bella lleva consigo cierta fatalidad trágica".

Michelle Pfeiffer comenta: "Lo que me encanta de los textos de Colette es que Léa no es la caricatura de cómo una cortesana habría vivido y actuado en esa época. Es inteligente, tiene un gran sentido del humor y es amable. Es una mujer con clase y muy elegante, que se siente feliz con su vida. Las cortesanas del estilo de Léa estaban muy emancipadas y eran independientes, mujeres muy hábiles con los negocios y siempre viajando con la aristocracia. Pero de pronto llega a su vida un joven inmaduro y guapísimo, Chéri, y ella pierde la perspectiva de su racionalidad y cae presa de su corazón por primera vez en su vida. Pienso que ella añora no haberse dejado llevar nunca en el amor, pero siempre lo ha justificado como una consecuencia de las elecciones que ha ido haciendo a lo largo de su vida. Quizá siente que ésta podría ser su última oportunidad. Al fin y al cabo está afrontando esa fase de la vida en la que una mujer ha superado el umbral de los cuarenta años... Trabajar con Stephen siempre es un reto. Es una persona fantástica, que da vueltas por el set con aire arisco, pero en el fondo es un hombre muy divertido e inteligente, y ha sido un verdadero placer poder trabajar con un director de su nivel".

La búsqueda del actor que interpretara a Chéri fue otro desafío. Los productores querían un actor que pudiera interpretar de forma convincente a un joven de diecinueve años al comienzo de la película y que pudiera ser igualmente convincente en el papel de un hombre mimado y egoísta por el que el público podría sentir simpatía.

Frears hizo audiciones para distintos actores estadounidenses, pero fue el inglés Rupert Friend quien lo convenció para el papel de chico viril pero sensible, presuntuoso pero vulnerable, un chico inmaduro que se va convirtiendo gradualmente en un hombre y que se da cuenta de lo importante que para él es su amor hacia Léa.

"Cuando empieza la historia", dice Frears, "es un joven despreocupado, presuntuoso y sin problemas. Es un joven inmaduro, y su madre sabe que necesita aprender las cualidades que le podrán ayudar en el futuro: refinamiento y saber moverse en los salones sociales. Léa tiene muchos años de experiencia en ese campo y puede enseñarle muchas cosas. Pero su relación cambia después de seis años, cuando Léa se entera del matrimonio concertado con Edmée. Cuando lo descubre, se siente traicionada. Y Chéri no sabe qué hacer: si quedarse con Léa o afrontar un matrimonio convencional que le garantizaría respetabilidad".

Para Rupert Friend fue complicado interpretar el papel de Chéri. "El personaje de Chéri tiene mucho de esquivo", confiesa el actor, "y también una profunda apatía, es muy abúlico, y todo ello hace muy difícil comprender al personaje, tratar de entender lo que nos impulsa a avanzar y tener la certeza de que la respuesta es prácticamente nada. Es arduo asumir un personaje así, pero cuando lo logras la satisfacción es doble".

Para encontrar inspiración, Friend releyó la novela original de Colette: "Es una grandísima escritora, que logra transmitirnos emociones incluso con una sola frase, poniendo en evidencia ese detalle en concreto que acerca al personaje o que te permite tener el panorama completo de la escena".

En cuanto a la oportunidad de trabajar con actores de tanto talento, Friend dice: "Mentiría si dijera que no he sentido respeto y temor de trabajar con Michelle Pfeiffer y Kathy Bates, pero cuando empezamos a trabajar se convirtieron en Madame Peloux y Léa de Lonval. Yo tenía que pensar en ellas en tales términos, porque de otro modo no habría podido levantarme tranquilo cada mañana antes de ir al rodaje. Pero tengo que decir que, a pesar del miedo, trabajar con actores de ese nivel siempre es estimulante y apasionante. Han sido muy profesionales y muy generosas conmigo".

En relación con el director, Rupert Friend afirma: "Poder trabajar con Stephen Frears ha sido muy satisfactorio para mí porque es la persona ideal para hacer la versión de la novela de Colette en la medida en que los dos tienen una perspicacia increíble y un gusto por el humor sin excesos. Los dos buscan una perspectiva irónica. El mundo que se representa en esta película está cargado de juegos de palabras y en él las cosas cambian de improviso; es decididamente voluble y en esto también lo es Stephen".

Para el papel de la madre de Chéri, los productores contactaron con Kathy Bates, que enseguida se sintió atraída por la posibilidad de interpretar a la exagerada Madame Peloux, que se ha convertido en una mujer de mediana edad ácida, pero cómica, a causa de su maldad gratuita.

El director comenta: "En cuanto surgió el nombre de Kathy, tuve la seguridad de que tendría el sentido del humor necesario para acertar con ese papel. Para hacer una película hay que reunir a un grupo de personas que pueden mezclarse y encontrar la mejor manera de hacer la película para que todos vayan en la misma dirección. Estaba seguro de que Kathy estaría perfecta".

"Esas cortesanas se han vuelto muy poderosas, influyentes y ricas", dice Kathy Bates. "La historia está ambientada en la época en que se está acabando su época dorada y, como muchas de sus colegas, Madame Peloux se ha retirado y, por consiguiente, es muy cuidadosa con el dinero que gasta. Sabe muy bien que no tiene otro modo de vida que no sea el de gestionar con habilidad sus bienes. Esto ha hecho que se convierta en una manipuladora, que lo usa todo y a todos para su beneficio personal. Utiliza a Léa, con la que siempre ha mantenido una feroz rivalidad, e incluso a su propio hijo, para obtener aquello que quiere, es decir, más dinero".

Como explica Michelle Pfeiffer, la relación entre Léa y Madame Peloux nace de la necesidad más que de un afecto sincero. "Aunque eran mujeres independientes, estaban aisladas y eran juzgadas por el resto de la sociedad. Por ello hay una relación entre Léa y Madame Peloux. Como en todas las profesiones, sólo los que son del mismo sector pueden simpatizar entre sí. Sin embargo, también hay un límite para su relación, más allá del cual entra en juego la competición, en el pasado probablemente a causa de algunos hombres y entonces a causa de Chéri. Madame Peloux quería que alguien se ocupara de su hijo, pero sospecho que debía de haber una gran rivalidad respecto a él entre las dos mujeres. Madame Peloux no era una madre perfecta. En general, las cortesanas esquivaban tal categoría porque en cierto modo los hijos les iban marcando su edad. A menudo viajaban durante uno o dos años en compañía de un archiduque o un príncipe y dejaban a sus hijos al cuidado de amigos o del servicio doméstico, por lo que es fácil entender que la infancia de Chéri debió de ser muy solitaria y carente de recuerdos felices. Ha estado a la deriva durante mucho tiempo, no ha tenido ejemplos que seguir y nunca ha sabido quién es su padre. En mi opinión, es un joven un poco salvaje que no se siente unido a nadie. Es libre pero no sabe qué hacer con esa libertad. Madame Peloux está preocupada por él, porque es joven y desperdicia todo su tiempo bebiendo y despilfarrando su precioso dinero. Por ello, decide ponerse de acuerdo con Léa para su instrucción y su mantenimiento. Léa lo apartará de problemas y le preparará para el matrimonio, dándole así cierta respetabilidad".

A diferencia de Léa de Lonval, que sí ha sabido adaptarse a los cambios que la cultura y la sociedad francesa estaban atravesando, Madame Peloux ha permanecido firmemente anclada en el pasado. Incapaz de aceptar el paso del tiempo, la mujer se rodea de objetos llamativos para hacer ostentación de su bienestar. "Su casa es un museo de todos los regalos que ha ido reuniendo a lo largo de los años, entre los que se cuentan los trofeos de sus numerosos amantes", dice Bates. "Me sentí en el séptimo cielo cuando supe que Stephen iba a dirigir esta película", agrega. "No hice ninguna prueba. El día en que llegué al set hice una prueba de vestuario y al día siguiente ya estábamos filmando. Prefiero hacer una prueba general y una preparación, pero en este caso no sabía nada de lo que me rodeaba ni cómo moverme con esos vestidos, así que me tuve que fiar de Stephen para que me dijera si daba con el tono justo. Y siempre ha estado allí, justamente debajo de la cámara. Es una persona humilde, muy agradable, divertido, único y siempre dispuesto a cuestionarse las cosas. Ha aportado a la película esa clase, inteligencia, sentido del humor absurdo y seco que distingue a los ingleses. Ha sido divertido trabajar con él".

La actriz Felicity Jones interpreta el papel de Edmée, la joven esposa de Chéri, decidida a que su matrimonio funcione de la mejor manera posible. Iben Hjejle es Marie-Laure, cortesana con el corazón de hielo y madre de Edmée. Anita Pallenberg interpreta a una cortesana retirada que dirige un fumadero de opio.


Recreación del período histórico
CHÉRI es la primera colaboración entre el director de fotografía Darius Khondji, ganador de un Oscar, y Stephen Frears. "Stephen es un director con un gran sentido visual", dice Khondji, "sabe lo que es acertado o erróneo para valorar el ambiente de la película y, a diferencia de otros directores, no habla de encuadres o posiciones de la cámara. Con Stephen lo que importa es lo que la película expresa. Hablamos mucho del período histórico, de la ambientación y del aspecto, de las sensaciones que la película tenía que despertar. Nuestros comentarios se concentraban en los trabajos de Max Ophuls, Jean Renoir y El conformista, de Bertolucci, así como en los retratos de los impresionistas, aunque de un período distinto".

La película está ambientada en 1906, cuando Europa estaba atravesando una etapa de transición hacia el comienzo de la época contemporánea. Khondji ha jugado mucho con este punto. "Madame Peloux está anclada en el pasado, mientras que Léa, por el contrario, mira hacia el futuro. Este contraste entre esos personajes ha influido en la utilización de una iluminación distinta según cuál de ellas dominara la escena. Por ejemplo, en la casa de Léa las tomas son luminosas, suaves, ágiles. Por el contrario, en la casa de Madame Peloux, mucho más oscura y opresiva, repleta de objetos muy caros pero muy vulgares, las tomas son estáticas y pesadas".

Alan MacDonald, con el que Frears había trabajado en The Queen, se ha ocupado del vestuario. Se documentó acerca del período en el que se sitúa la película y encontró inspiración para crear los contrastes entre el mundo de Léa y el de Madame Peloux. "Me he dado cuenta de que estábamos abordando un período de grandes innovaciones y cambios", dice MacDonald. "Solemos pensar en nosotros como innovadores, pero hace cien años la sociedad de aquella época abordó cambios radicales, como por ejemplo el desarrollo de la red ferroviaria, de la electricidad, de la fotografía y más tarde de los automóviles y del teléfono, sólo por citar algunas de las grandes innovaciones que cambiaron para siempre la vida del hombre. Madame Peloux no acepta el cambio y lo rechaza. Sin embargo, Léa, mujer ecléctica y resuelta, entiende su fuerza y lo recibe de buen grado".

MacDonald crea los dos aspectos visuales más importantes de la película sobre la base de un contraste muy acusado entre las dos mujeres, la fotografía y los impresionistas como referente para la casa de Léa; los postimpresionistas y la pintura simbólica como referentes para la casa de Madame Peloux. Mientras que la casa de la ávida Madame Peloux es un himno al siglo XIX, en la que cuesta incluso respirar, la de Léa es elegante y refleja su exquisito gusto por el arte y el diseño moderno.


Las cortesanas
A finales del siglo XIX, las cortesanas eran las mujeres más a la moda de París. Conocidas en todo el mundo por su belleza, perspicacia y viveza de ingenio, estas mujeres eran el centro de la vida política y social parisiense. Entretenían a poderosos hombres de gobierno, reyes y artistas, pero sin embargo permanecían excluidas de la socidad y relegadas a su propio mundo.

Influyeron sobre la moda y vivieron con estilos de vida siempre en el límite que demostraban el poder de sus amantes y hasta qué punto eran requeridas por la rica aristocracia europea, que no dudaba en competir entre sí con tal de asegurarse sus favores.

Entre las cortesanas más famosas de la época, puede citarse a Apollonie Sabatier, cuyo salón recibía a grandes intelectuales como Baudelaire y Flaubert; Marie Duplessis, que inspiró a Alexandre Dumas el personaje de Marguerite Gautier para su novela La dama de las camelias; Esther Pauline Lachmann, que tomó el sobrenombre de La Païva y que se casó con el conde Henckel von Donnersmark, y finalmente Cora Pearl, de origen inglés, entre cuyos amantes figuró el príncipe Napoleón, primo del emperador Napoleón III.