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El abogado del terror cartel reducidoEl abogado del terror(L'Avocat de la terreur)
Dirigida por Barbet Schroeder
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Premios
Premio Cesar’07 al Mejor documental


Ficha artística
Jacques Vergés
Magdalena Kopn
Klaus Barbie
Anis Naccache


Prefacio
Jacques Vergès es insultado por muchos por defender 'lo indefendible': terroristas, torturadores y dictadores cuyas atrocidades y excesos han ultrajado a gente civilizada alrededor del mundo. Quizás nosotros vemos a Vergès también como culpable por asociación, pero este hombre nos desafía recordándonos que no hay "monstruos", sino gente que comente actos monstruosos.

Vergès se deja llevar por una sensibilidad profunda hacia la injusticia y la hipocresía, y es esto lo que sustenta sus defensas relativistas de individuos como Klaus Barbie.

¿Qué nos da el derecho, pregunta Vergès, a juzgar a Barbie, cuando nosotros en conjunto, como una sociedad o una nación, somos culpables de crímenes similares?

Independientemente de lo que pensemos sobre el terrorismo, Vergès nos obliga a preguntarnos que podría hacer que un individuo o un grupo de individuos nos odien tanto que hagan explotar bombas en nuestro territorio en nombre de su causa, preguntas que tienen una cierta relevancia en nuestra sociedad de hoy, atrapados como estamos en la llamada "guerra contra el terror".

¿Es sincero Jacques Vergès? Su odio al Imperialismo Occidental y a sus sistemas de valores seguramente lo son, y los motivos para ello se pueden encontrar fácilmente en cualquier estudio sobre sus orígenes y su vida. ¿Es demasiado vehemente este viejo revolucionario al defender la máxima “el fin justifica los medios”? Usando en muchos casos a sus clientes como vehículos para asaltos contra el sistema, ¿ha traicionado Vergès los intereses de sus clientes por sus propias convicciones sociopolíticas? Muchos que lo critican lo creen.

Sus opiniones políticas, a menudo bastante extremas, han jugado siempre un papel significativo en sus opciones como abogado.

Revolucionario por naturaleza, un autodenominado Maoísta, Vergès ha declarado en muchas ocasiones que el terrorismo es una actividad absolutamente justificable – bajo circunstancias concretas. Defiende que un país que usa aviones y bombas con objetivos políticos no es moralmente mejor que un grupo que no puede permitírselos, y por tanto secuestra aviones para convertirlos en bombas.

Básicamente, esta conducido por un odio profundo y continuo al racismo e imperialismo, un odio claramente alimentado por sus experiencias como Euroasiático que ha crecido en un ambiente colonial.

En un giro paradójico, desde luego, muchos de sus críticos lo acusan de antisemitismo, atribuyendo su defensa de luchadores por la libertad árabe "o terroristas" y ex-Nazis a algún odio profundamente arraigado hacia los judíos.

De lo que no cabe duda es que Jacques Vergès sabe lo que se siente al ser excluido socialmente por motivos de raza o color. Hijo de padre criollo y madre vietnamita, con toda certeza él no se considera como un Francés blanco.

La pasión de Vergès por el proceso legal es palpable, casi rozando lo epicúreo. Habla de ello en términos literarios: " Un juicio criminal es también una obra de arte, imprevisible y misteriosa. Pero a diferencia de una novela, que contiene la solución a su misterio, muchos juicios comienzan con certeza y acaban en misterio ".

Algunos observadores sostienen que desde su reaparición en 1978, después de un periodo desaparecido de casi ocho años, Vergés se haya motivado más por el deseo, o la necesidad, de molestar que por la racional cólera de sus años más tempranos.

La cólera permanece, desde luego, pero aparece a veces templada por una necesidad evidente de mostrarse a la galería, de entretener. ¿Se ha hecho el viejo agitador una parodia sobre si mismo? Jacques Vergès es seguramente un maestro de la propaganda a través de la desaprobación popular y se deleita en su estado de " el hombre que a todos les gusta odiar ".

Sin embargo, aunque sea brillante, provocador y audaz, incluso divertido, no debe olvidarse que Vergès es un hombre que difícilmente gusta.

¿Cómo puede a alguien gustarle un hombre que se puso de pie ante un tribunal para defender a Klaus Barbie, tranquilamente demoler el terrible y conmovedor testimonio de tantos hombres y mujeres que sufrieron en las manos de este nazi? ¿Cómo se puede admirar a un hombre que siente que la muerte de personas inocentes en atentados terroristas es, en algunos casos justificable?

EL ABOGADO DEL TERROR destaca por las entrevistas y discusiones con el astuto, enigmático y peligrosamente manipulador abogado, combinado con un material de archivo copioso. El apartado musical se refleja en el hombre: multicultural, eléctrico.

Veremos varios aspectos de la vida de Vergès: actuales y antiguos clientes, amigos y enemigos.

Carlos, Anis Naccache, Siné, Yacef Saadi... historiadores y activistas políticos, todo montado para dar luz al viaje de este hombre extraordinario, ofrecer un análisis serio de él y su relación con las más polémicas personalidades y acontecimientos de la historia reciente.


Jacque Vergès (Notas bibliográficas)
Jacques Vergès nació en Tailandia (entonces Siam) en 1925, hijo de padres no casados, su padre era criollo francés y madre vietnamita. Oficialmente, tenía un "hermano gemelo", Paul: en realidad, se llevaban un año de edad entre uno y otro.

Su padre trabajaba en aquel momento en el Servicio Exterior francés, donde hicieron la vista gorda a su situación familiar hasta que anunció su intención de casarse con la madre de Vergés y fue despedido. Cuando los gemelos tenían tres años, su madre murió.

Vergès se crió en la isla de Reunión, una colonia francesa en el Pacífico, rodeado por el racismo y la hipocresía inherentes a las sociedades imperialistas, lo que no le era fácil para un mestizo.

A los quince años, se unió al Partido Comunista local, la única organización política en la isla que se aceptaban miembros que no fueran blancos.

En 1942, a los diecisiete años, los gemelos Vergès navegaron a Inglaterra a través de Sudáfrica para unirse a las fuerzas Francesas Libres del General de Gaulle. El mismo Vergès estuvo en los combates en del norte de África y Europa, sobre todo en la campaña italiana, como un joven artillero.

Su hermano Paul sirvió como paracaidista y, en 1945, fue a juicio por el asesinato de un político rival de su padre.

Al igual que muchos jóvenes idealistas de esa generación, que creían que luchaban por un mundo mejor, Vergès se desalienta por la rapidez con la que se regresó a las condiciones de statu quo de la pre-guerra.

Preocupado ya por el comportamiento de las fuerzas francesas armadas en la parte ocupada de Alemania, se indignó profundamente por la brutalidad que demostraron en la represión de la insurrección argeliana en Constantina, en mayo de 1945, donde se estima que 40.000 manifestantes fueron masacrados. La cifra oficial que se presentó en Francia fue de 1.500.

Vergès decidió dedicarse al derecho tras asistir al juicio de una mujer joven que había sido novia de un amigo suyo, y al que le había matado.

Fué afeitada públicamente y humillada por la Resistencia por "relacionarse" con los soldados alemanes durante la Ocupación.

A medida que avanzaba el juicio, Vergès se encontró cada vez menos interesado en el caso de su amigo y más interesado en la mujer y su motivación para matarlo. A su juicio, la clave para entender su crimen residía en la humillación que había sufrido la mujer después de la Liberación.

Se dió cuenta que creía en la dignidad humana en contraposición a lo que comúnmente se afirma como derechos humanos, un credo que ha dado forma a sus actos desde entonces.

Como estudiante en la Sorbona en 1949, Vergès fue nombrado líder militante de AEC (Asociación de Estudiantes Coloniales). Un compañero de Camboya, estudiante de Física de radio, se convertiría en un gran amigo suyo. Era Pol Pote.

La poderosa personalidad y el afán de provocación de Vergés impresionó fuertemente a sus superiores del Partido Comunista y en 1950, fue ascendido y enviado a Praga como jefe de una organización internacional Comunista juvenil. Entre las figuras que conoció durante este periodo estaba Stalin. Viajó por gran parte del Tercer Mundo, estableciendo lazos y relaciones leales.

Vergès se graduó en la Universidad de Derecho con las mejores calificaciones en Francia. A mediados de los años 50, dejó el Partido Comunista por posición favorable la guerra de Argelia, y comenzó a ganar gran notoriedad en Francia, defendiendo a luchadores por la libertad de Argelia o, como el Gobierno francés y el sistema tituló, a terroristas.

Vergès desarrolló una nueva táctica de defensa, que denominó "estrategia de ruptura". El objetivo de esta "estrategia de ruptura" era minar la legitimidad del tribunal y generar el mayor impacto publicitario sobre la causa del demandante.

El juicio que realmente hizo infame a Jacques Vergès a los ojos del Establishment fue el de Djamila Bouhired, que con sólo veinte años de edad fue acusada a pena de muerte por poner bombas en dos cafés frecuentados por colonialistas franceses.

Este suceso fue dramatizado en la película de Pontecorvo La batalla de Argel. Vergès fundó su defensa en Bouhired pregutándose que podría hacer que una mujer joven odiara tan ferozmente a los franceses como para tomar acciones letales. Él listó las atrocidades cometidas por el Ejército francés, la policía en Argelia y las injusticias fundamentales del sistema colonial. La ferocidad de Vergès tanto en ataque como en defensa no impidió la imposición de la pena de muerte a Djamila, pero sedujo a la prensa y comenzó una campaña para conmutar la sentencia.

En 1960, con la guerra Argelina en su gran apogeo, Vergès empleó sus técnicas feroces de contra-interrogación para conseguir una confesión en la sala del tribunal de Paul Teitgen, Jefe de Policía en Argel, reconociendo que la tortura era usada a menudo con los sospechosos durante las interrogaciones.

La consiguiente protesta pública contribuyó a obligar a los gobiernos de París a abrir la mesa de negociaciones para llevar la guerra a su fin.

Vergès fue expulsado durante un año por "insultar a un juez" y exiliado por representar una amenaza para la seguridad nacional. Pasó su exilio en Suiza y luego en Marruecos como asesor jurídico para el gobierno. Coincidió por aquél entonces con Nelson Mandela, que se encontraba en Marruecos para solicitar armas y ayuda para el antiapartheid y la lucha de gobierno mayoritario en Sudáfrica.

Vergès prometió su ayuda a este gran luchador sudafricano, pero Mandela fué detenido y encarcelado de por vida por terrorismo y traición a su regreso a casa.

Djamila Bouhired fue puesto en libertad en 1962 tras servir durante cinco años. Al año siguiente, Vergès dejó a su familia, se trasladó a Argelia, se convirtió al Islam y se casó con la mujer que había salvado. Fueron de luna de miel a la China comunista, donde Vergès se reunió con Mao Tse Tung. Regresó a Francia como maoísta comprometido y se convirtió en editor de la radical revista Revolución.

Fué Vergès quién envió al joven periodista Régis Debray a Bolivia para encontrar a Che Guevara, lo que posteriormente supuso la detención y el juicio de Debray como guerrillero de Guevara.

Al final de 1960 Vergès se centró en la causa para la liberación Palestina. En 1969, fue abogado defensor de uno de los PFLP (Frente Popular por la Liberación Palestina) en uno de los primeros juicios por secuestro.

Empleó entonces una vez más su "estrategia de ruptura ", alegando que el secuestro era más bien un acto político que un delito y que Israel, no los que luchaban por la libertad Palestina, era en última instancia responsable de la muerte de los pasajeros del El-Al.

La defensa del PFLP fue financiado por François Genoud, un banquero suizo, Nazi confesado y reconocido por ser el banquero de la supuesta red de Odesa, descrita por Federico Forsyth en su novela el Archivo de Odesa.

Vergès dijo a los periodistas en un momento dado que un contacto en el Servicio Secreto Francés le había advertido sobre los planes del gobierno francés para asesinarlo por sus "antipatrióticas" actividades desarrolladas durante la Guerra de Argelia: su nombre se dijo que era el segundo en una lista secreta.

El primer hombre en la lista fue asesinado, pero el Presidente de Gaulle, se negó a asesinar a Vergès porque había luchado codo con codo en el Libre Tratado de las fuerzas armadas francesas en WW2.

Desde entonces, al menos un espía francés corroboró que Vergès estuvo en los planes de lo que los americanos llaman en lenguaje militar “terminación con extremo perjuicio”, es decir, una orden de asesinato.

En 1970, Jacques Vergès ya era uno de los más formidables y famosos - o infames- abogados defensores en el mundo. Llevado por su odio a la injusticia, la hipocresía y el Imperialismo, cada caso nuevo que asumía significaba un día excepcional para los medios de comunicación. Y entonces desapareció.

Las teorías abundan: Los espías franceses le hicieron desaparecer

El Mossad le había asesinado; estaba luchando con el Vietcong;

Estaba con Khmer Rouge ayudando a su viejo amigo Pol Pot a tomar Camboya y masacrar a la población;

Estaba con uno de los grupos terroristas ultra-izquierdistas europeos como la Brigada Roja o la Facción del Ejército Rojo;

estaba en Libia; estaba en Siria.

Hasta el día de hoy, sigue siendo un misterio. Nadie lo dice, y menos aún Vergès, quién solo repite: "Tengo demasiado respeto por la gente con la que estaba para exponerlos ahora ".

Vergès fue asaltado por un periodista mientras compraba comida en el centro de París. Preguntando por donde había estado durante casi ocho años, Vergès respondió: "Soy un hombre discreto… Me adentré en nuevas areas a través de un aprendizaje. Apunta esta frase porque es la correcta: He vuelto curtido en batallas y optimista.”

Después de su reaparición, Vergès volvió rápidamente a ejercer como abogado. Durante los siguientes cinco años, defendió a diversos terroristas a través del espectro político, desde secuestradores armenios a bombarderos Neo-Nazis.

Mientras el caso fuera político y siempre y cuando sus clientes estuvieran en contra del establishment francés- o, al parecer, Israel - Vergès estaba dispuesto a involucrarse.

Una cosa permaneció constante, sin embargo: su bajo ratio de absoluciónes. Cada caso terminaba en sentencia de muerte para los clientes de Vergès: su apodo en aquel momento era Monsieur Guillotina.

Pocos se sorprendieron cuando Vergès aceptó la defensa de Klaus Barbie, el ex oficial de la Gestapo conocido como "El Carnicero de Lyon", extraditado de Bolivia para ser juzgado en Francia por crímenes contra la humanidad. Con excepción del juicio a Eichmann en Israel en 1961, este iba a ser el juicio más notorio de los realizados a los Nazis de Nuremberg, monopolizando los titulares de todos los medios de comunicación del mundo durante meses. Para Vergès, supuso una oportunidad para escartar en oscura y reciente historia de Francia, en relación a los derechos humanos; poner el propio país en juicio.

Un acto especialmente inspirado de Vergès fue el nombramiento de un equipo de defensa compuesto enteramente por Negros, Árabes y Asiáticos, cada uno de los cuales representaba a un país donde Francia había cometido atrocidades como potencia colonial.

La mayor ironía era que un grupo de “Untermensch” (término nazi utilizado para definir a gente “inferior”) defendiera a un miembro de la Master Race (movimiento que sostiene que los germanos y nórdicos són la raza pura), como el nazi Barbie se consideraba a sí mismo. Este es un hecho que los observadores no pasaron por alto.

"En este juicio organizado en nombre de la humanidad", Vergès anunció, "Es importante que la Defensa comprenda los colores del arco iris humano: negro, blanco, marrón y amarillo.” Si hay una cosa que no le falta a Vergès, es el sentido del humor, un humor sin embargo, que no va al gusto de todos: el abogado indignado por muchas cosas reveló que él y Barbie a menudo cantaban una vieja canción de amor francesa juntos: Parlez-moi d'amour.

El razonamiento de fondo en el caso de Vergès fue lineal y simple: mientras Barbie había estado involucrado probablemente en el asesinato y deportación de cientos de civiles franceses, incluidos los Judios, ¿cómo podía Francia, habida cuenta de sus propios crímenes contra la humanidad, justificar moralmente el juicio a Barbie? Vergès perdió el caso y Barbie fue condenado a cadena perpetua, pero como Vergès dice, el objetivo nunca fue ganar.

La defensa de Barbie fue financiada por François Genoud, quien ya había financiado la defensa del PFLP en 1969, utilizando supuestamente los fondos de las cuentas saqueadas a los judíos. Durante el juicio propiamente dicho, Vergès fue acusado de grave antisemitismo después de desestimar pruebas cruciales que vinculaban a su cliente con la deportación de niños judíos - los condenados "Niños de Isieu" - como parte de un complot sionista destinado a justificar la existencia de Israel.

Sus brutales y difíciles contra-interrogatorios a los testigos que declaraban sobre sus experiencias con Barbie también causaron furia y repulsión.

Como consecuencia del juicio de Barbie, Vergès volvió a ser el hombre más vilipendiado en Francia. Imperturbable, indefectiblemente cortes, sereno, siempre fumando sus característicos cigarrillos, su imperturbable y enigmática media sonrisa en los labios, el abogado parecía deleitarse en el odio de sus críticos.

Al mismo tiempo, Vergès también defendió a Georges Ibrahim Abdallah, líder y fundador de las FARL (Facción Revolucionaria Armada del Líbano) y antiguo combatiente de las PFLP, acusado del asesinato en 1982 de Lt-Col Charles Ray, ayudante de los militares Estadounidenses en París. Abdallah, fue condenado a cadena perpetua en 1987, sigue siendo amigo y admirado de Vergès, quién le visita con regularidad.

En 1994, el terrorista internacional conocido como Carlos el Chacal cayó en manos francesas. Cuando se le pidió quién quería que fuera su abogado, Carlos contestó: "¡ Jacques Vergès, él es más terrorista que yo! ". Durante la preparación del juicio, las autoridades francesas dijeron que habían encontrado unos archivos secretos de la Stasi en la antigua República Democrática Alemana, que identificaban a Vergès como miembro activo del grupo terrorista de Carlos y proclamando su presunta implicación en un complot para volar un reactor nuclear francés.

Vergès respondió que la acusación era parte de una campaña de difamación del Establishment. En cualquier caso, Carlos despidió a Vergès antes del juicio, implicando a su ex - asistente Isabelle Coutant-Peyre,con quién se casó a posteriori.

Recientemente, Jacques Vergès ha seguido buscando controvertidos casos políticos. En 1999, demandó a Amnistía Internacional en nombre del Gobierno del Togo después de que la organización de derechos humanos acusara al régimen militar del Togo de desapariciones y ejecuciones extrajudiciales. En 2002, se presentó en La Haya, pidiendo representar a Slobodan Milosevic contra los cargos de crímenes de guerra, una reclamación que los partidarios de Milosevic posteriormente han negado.

En agosto de 2003, Vergès fue designado a representar al antiguo Vice Primer Ministro Tarek Aziz y en marzo de 2004, veinticinco miembros de la familia de Saddam Hussein le pidieron que defendiera al dictador aunque, de modo intrigante y conforme al talento natural de Vergès para cortejar a la controversia, las hijas de Saddam designaran a otro abogado.

En 2005 Vergès aceptó representar a su viejo amigo Khmer Rouge y antiguo Presidente camboyano Khieu Samphan en el último juicio sobre cargos relacionados con el genocidio.