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Centurión cartel reducidoCenturiónDirigida por Neil Marshall
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Acerca de la producción
En la ribera de un río nevado de las Tierras Altas de Escocia, en lo más crudo de una intensa ola de frío, unas ateridas tropas se reúnen para presenciar la decapitación de un soldado romano, que huye de un sanguinario grupo de guerreros en plenas montañas caledónicas. Los espectadores observan cómo los caballos rodean a la víctima y un jinete descabalga armado con una intrincada daga cuando, en ese preciso instante, el timbre de un teléfono móvil resuena en las Tierras Altas.

El culpable, teléfono en mano, va vestido con una armadura romana, salpicada de sangre y con desperfectos causados por batallas anteriores, con una flecha profundamente clavada entre los omóplatos. Se deshace en disculpas, mientras las cámaras se ven obligadas a parar de rodar. "Perdonadme todos", exclama, claramente avergonzado. Bienvenidos a la brutal y excitante producción de la última aventura de Neil Marshall para la gran pantalla: Centurión.

El origen de Centurión
Neil Marshall se crió en uno de los extremos del muro de Adriano, en Newcastle upon Tyne, y trabajó muchos años en el otro extremo, en Cumbria. Recuerda pasar muchas horas conduciendo por las viejas calzadas romanas que todavía discurren en paralelo al muro. Fue aquí donde el realizador de películas como Dog Soldiers y The Descent empezó a darle vueltas a la idea de elaborar una historia en torno a esta extraordinaria estructura creada por el hombre. "Alguien me contó la leyenda de la 9ª Legión, esa legión romana que marchó hacia las nieblas de Escocia y se desvaneció sin dejar rastro, dejando a su paso un gran misterio", comenta Marshall. "Esa idea de todo un ejército romano marchando sobre Escocia para desaparecer, evoca de inmediato imágenes de elementos sobrenaturales. Pero lo cierto es que no quería ir por ese camino. Quería averiguar que podría haber pasado en realidad, si de verdad desaparecieron". ¿Qué empujaría a un imperio tan poderoso a construir un muro tan vasto e impenetrable? ¿De qué demonios se estarían protegiendo?

Marshall imaginó que las legendarias y poderosas tribus conocidas como los pictos, que se cree que habitaban las montañas caledónicas en torno al siglo I después de Cristo, podrían haber tendido una emboscada a la legión. Empezó a desarrollar el concepto en torno a esta premisa. Marshall centró la historia en un solo miembro del ejército romano, que podría haber sobrevivido al ataque inicial y tenía que abrirse paso luchando por territorio enemigo para volver a casa.

El productor Robert Jones describe Centurión como una película de persecución centrada en los personajes, en la línea de películas como La presa y Apocalypto. Marshall concuerda con él. También ve la película como un homenaje a los clásicos 'westerns' de caballería de John Ford, con romanos en lugar de la caballería y pictos en lugar de apaches.

Este uso de un género moderno en un entorno antiguo ha dotado a la película de un aire inconfundible. David Morrissey, que interpreta a Bothos, uno de los supervivientes romanos, comenta: "El guión no se parecía a nada de lo que había estado recibiendo. Tenía mucha más acción y diálogos". Dominic West, que interpreta al carismático jefe de la legión, el general Virilio, se muestra de acuerdo con él: "Cuando leí el guión, pensé que era mucho más animado y vibrante y atrevido en cierto modo que la mayoría de los guiones que había leído. No sé cómo diablos calificarlo, pero tiene mucha y buena acción, y muchos y buenos personajes".

Pero el premio a la concisión corresponde sin duda a Paul Hyett, encargado del diseño de efectos especiales de maquillaje, que resume la película del siguiente modo: "Es una especie de 'La jungla de cristal' con romanos", afirma con una convicción inquebrantable, algo que el equipo necesitó en grandes dosis para soportar el inclemente tiempo escocés a lo largo de los dos meses de rodaje.

Sangre y tripas...
Una cosa es segura: Centurión es una típica película de Neil Marshall. Eso significa personajes claramente definidos, acción vertiginosa y, en palabras del productor Robert Jones, "Sangre y tripas, más sangre y tripas, y todo regado con otra generosa ración de sangre".

La responsabilidad técnica de recrear las muertes y las heridas sufridas en combate recayó en el diseñador de prostéticos Paul Hyett. Hyett quedó encantado al recibir el guión y encontrarlo salpicado de elementos que precisarían de un considerable apoyo por su parte y por parte de su equipo de efectos especiales.

"Parecía que en todas las escenas había algo de trabajo para mí", comenta Hyett entre risas. "... Gargantas rajadas, brazos cortados, decapitaciones, cabezas hendidas por la mitad, flechas atravesadas en cuellos, hachas clavadas en cuellos, gente achicharrándose y siendo aplastada, cabezas siendo machacadas. Todo tipo de violencia desatada, la verdad".

Hyett ilustra lo sangrienta que es la película al calcular la cantidad total de sangre falsa que se empleó durante el rodaje. "Empezamos con unos 200 litros de sangre y, a mitad de rodaje, creo que nos quedaban unos 20 o 25 litros". El uso de bombas que pasaban por extremidades prostéticas o partes de torsos supuso que apenas hubo un día en el que Hyett, su equipo y su "camioneta de la muerte" no estuvieran aparcados junto al plató, cargados de cabezas de mentira, cuerpos quemados y cubos llenos de sangre.

"Cada vez que salta un chorro de sangre gastas un litro por aquí, un litro por allá, así que, después de echar un vistazo a la sangre, pienso: 'Dios mío, ahí van unas 500 libras en sangre'", comenta Hyett. "Pero sabía que iba a ser una 'película bélica de Neil Marshall', así que iba a haber sangre a borbotones". Marshall admite que no se corta lo más mínimo cuando se trata de derramar sangre en pantalla y, sobre todo, comenta, cuando se trata de gente liándose a tajos unos con otros. "Me dije, vamos a representarlo como probablemente fuera, que es algo brutal y desagradable", explica.

La logística de organizar una producción cargada de efectos ladera arriba de una montaña en plena oscuridad de un invierno escocés no fue ni mucho menos sencilla. Transportar y preparar los complicados efectos técnicos ante las inclemencias del tiempo exigió resistencia y, en algunos casos, pura determinación. "Paul conoce esa sensibilidad y la aporta al rodaje", comenta Marshall de la inquebrantable determinación de Hyett por ofrecer los mejores efectos posibles en las condiciones más implacables. "Creo que fue un trabajo muy duro para él, intentar hacer en mitad de una montaña cosas que normalmente se harían en un estudio, subiendo a rastras todos esos cadáveres y bombas de sangre y vete a saber qué más hasta la cima de una colina, para filmar una escena en la que a alguien le cortan la cabeza. Fue duro para él, pero hizo un gran trabajo".

Hyett describe una escena típicamente complicada de rodar: la guerrera picta Etain, interpretada por Olga Kurylenko, decapita a un soldado romano. "Cuando Etain le corta la cabeza a un tipo en un río, hablamos de hacerlo en una sola toma, así que teníamos un aparejo de cuerpo completo, teníamos a una actriz que cortaba la cabeza, teníamos los aparejos de sangre con sus bombas y estábamos pelándonos de frío en Escocia, en unos 60 cm de agua, con corriente".

Hyett tuvo que combinar una meticulosa preparación antes de rodar, con flexibilidad durante el rodaje. Hyett y su equipo ya habían creado para los actores principales y el resto del reparto muñecos a medida y cabezas falsas de silicona, y habían decidido cómo crear sus heridas. Con todas esas réplicas, el equipo podía filmar al actor hasta el momento mismo de la muerte del personaje, para sustituirlo entonces por el muñeco o la cabeza falsa. En el caso de personajes menores, era imposible ajustar con tanto detalle el muñeco al aspecto físico del actor. "Nunca sabíamos quién iba a ser la víctima hasta un par de días antes", recuerda Hyett. "Solía ser un especialista o un extra, así que teníamos todo tipo de cabezas de forma genérica y básicamente cogíamos a un tipo y decíamos: 'Muy bien, tú'. Preparábamos rápidamente un muñeco y pedíamos al departamento de maquillaje que lucieran el mismo aspecto".

Cuando no podía lograr el efecto completo que buscaba valiéndose únicamente del maquillaje, Marshall recurría a los efectos especiales generados por ordenador, lo que suponía emplear nuevas técnicas que el director no había usado nunca.

"Hay una escena concreta en la que ejecutan a alguien y utilizamos uno de los muñecos de Paul para que le cortaran la cabeza", explica Marshall con desconcertante regocijo. "Pero la cara del muñeco se reemplaza en pantalla por el rostro de uno de los especialistas, que básicamente recreó toda la escena e hizo todas las expresiones. Así que cogimos su rostro, se lo pusimos al muñeco y ahora no se distingue dónde acaba uno y empieza otro. Parece que le están cortando la cabeza. No había hecho eso antes en una película, así que me resultó interesante seguir ese camino".

Héroes de acción a raudales...
Junto al desafío técnico que planteaba al equipo de efectos especiales se encontraba el desafío físico que suponía para los intérpretes. Michael Fassbender, que interpreta a Quinto, el centurión que da nombre a la película, explica: "Son un puñado de romanos que sólo quieren huir para salvar sus vidas, que intentan volver a la frontera. Es una historia muy física; con esgrima, equitación…".

Los dos primeros días de rodaje se realizaron en un pico, cerca de Inverness. El equipo necesitó la ayuda de motos de nieve adaptadas ex profeso del Ejército noruego que los transportara hasta la cima del nevado monte, a temperaturas bajo cero, con los actores vestidos con auténticos atuendos romanos y unos simples abrigos como única protección ante las inclemencias del tiempo.

El productor Robert Jones recuerda cómo ese primer día de rodaje ya tuvieron ocasión de comprobar cómo serían los desafíos físicos que tendrían que afrontar.

"El primer día de rodaje de los actores fue seguramente el más duro. Tuvieron que marchar con 60 cm de nieve, con endeble calzado romano, en la cima de una montaña, a mil metros de altura. Al final del día, sus caras decían: '¿en qué me he metido?'", comenta Jones riendo. "Pero lo llevaron muy bien".

Para poder rodar a semejante altitud, el equipo de producción tuvo que reducirse al mínimo. "Subíamos la montaña en unos vehículos llamados Haglund, que eran una especie de tanquetas", explica Fassbender. "De lo contrario, no hay otra forma de llegar hasta allí, que yo sepa. Teníamos una especie de unidad especializada de rodaje, con solo lo mínimo imprescindible. Y el primer día de rodaje estábamos de nieve hasta las rodillas, así que hacía mucho frío, pero sabías que lo que se iba a ver en pantalla iba a quedar impresionante".

El paisaje desempeña un papel importante en la película, al agravar el suplicio de los invasores romanos en su huida. Las brutales condiciones en los exteriores formaban parte del plan. Con temperaturas que bajaron hasta los 18 grados bajo cero el primer día, los actores se dieron pronto cuenta de la presión a la que estaban sometidos. La dirección de la primera escena a rodar de la producción exigía al reparto principal que se abrieran paso corriendo por 60 cm de nieve y se acurrucaran para combatir el frío.

"No hubo mucha actuación por parte de los actores", asegura Marshall. "Allí estaban, con sus uniformes romanos, con los brazos al aire, así que estaba claro que estaban absolutamente helados. Así que estaban de verdad muy pegados para mantenerse calientes; es real, que es lo que yo quería".

Al utilizar la nieve de las montañas de Aviemore y las zonas verdes de los valles de altitudes inferiores, el rodaje podía fingir el paso del tiempo y las distancias recorridas por los hombres en su huida. Confiar en contar con las condiciones climatológicas adecuadas en el momento justo también era una estrategia arriesgada. "Hubo un ligero problema cuando fuimos de viaje de reconocimiento de exteriores la semana anterior al comienzo del rodaje", recuerda Marshall. "Había tanta nieve que nos quedamos todos aislados en el hotel. Fue increíble pero, si hubiera seguido así durante el rodaje, creo que nos habría fastidiado de verdad. Por suerte, cuando llegó el momento de filmar, fue perfecto".

Para captar el efecto completo del entorno y las condiciones, Marshall había dado instrucciones a su director de fotografía, Sam McCurdy. Resultaba vital que el equipo captara la imponente grandeza del paisaje escocés. El único comentario de Marshall sobre el aspecto de la película a McCurdy fue que quería que 'se notara el frío'.

"Quería asegurarme de que los espectadores sintieran lo que los actores sienten en la pantalla", explica Marshall.

A pesar de los desafíos físicos de las condiciones extremas, los exteriores dejaron una huella positiva en Fassbender. "La verdad es que disfruté mucho el tiempo que pasamos en Escocia. Era precioso. Fuimos a lugares bastante remotos, cerca de Aviemore. Allí hay unos paisajes sensacionales, es una hermosa parte del mundo".

Hacer frente a las inclemencias del tiempo era un aspecto de la actividad física. Pero, además, el reparto tuvo que adquirir nuevas habilidades. Olga Kurylenko interpreta a la guerrera picta Etain, descrita en el guión como una guerrera, claramente cómoda montada a caballo y empuñando mortíferas armas con pericia. Recuerda cómo tuvo que aprender a luchar de forma convincente con una lanza, un cuchillo y un hacha. "Se trata de armas que no había usado anteriormente en ninguna de mis películas", señala. "Era algo nuevo que tenía que aprender. Practicamos mucho las peleas. Fue divertido. Me encantó".

Marshall tenía sumo interés en que todas las secuencias de acción fueran lo más realistas posibles y, lo que es más importante, que el reparto se mostrara cómodo y con una habilidad natural en el manejo de ese armamento arcaico.

"Ese tipo de cosas son vitales siempre que trabajo en una película así", explica. "Si alguien va a coger un arma en una película, tendrá que saber cómo usarla, o parecer que sabe usarla, como si fuera una extensión de sí mismo. Esos soldados se criaron con esas armas, así que no puede parecer que las empuñaron ayer por primera vez".

Marshall dejó muy claro a los actores durante el proceso de selección que se trataría de un trabajo física y mentalmente agotador para todos los implicados. El equipo de especialistas dirigido por el veterano coordinador de especialistas Paul Herbert sometió al reparto a una intensa preparación física como preparativo para todas las grandes secuencias de lucha, que se ensayaron constantemente antes del rodaje para ahorrar tiempo durante el mismo.

"En este trabajo no hay un segundo para respirar", comenta. "Estamos continuamente rodando escenas de acción y, al mismo tiempo, ensayando las escenas del día siguiente", explica Herbert. Como sus compañeros del equipo de rodaje, el enfoque de Herbert combinaba rigurosos ensayos con algo de inventiva de última hora: "Una cosa es ensayar toda la acción pero, cuando llega el momento de interpretarla en el propio escenario en el que estamos trabajando, puede haber cosas que sea necesario cambiar, ya sean simples posiciones o la velocidad de alguno de los movimientos".

"Al empezar a rodar cada día, repasamos la acción y la situación con respecto a las cámaras. Luego aumentamos el ritmo y lo hacemos a media velocidad, mientras nos aseguramos que todo esté en el lugar adecuado. Si veo que algo no está bien y no encaja con el fondo, lo alteramos y ajustamos los movimientos de los artistas para asegurarnos de que todo funcione. Cuando acabamos con esto y todo el mundo se siente satisfecho, empezamos a rodar".

El momento más emocionante del rodaje para el equipo de especialistas y sus nuevos aprendices llegó durante la secuencia de batalla en la que los pictos masacran a los romanos. Para esta escena, Marshall hizo que bolas de fuego salieran rodando de entre los árboles y descendieran a gran velocidad hacia las líneas de la legión atrapada.

La preparación y los ensayos de las peleas resultaron cruciales para lograr representar la escena de manera segura y convincente. "Teníamos a seis miembros del reparto principal luchando junto a nuestro equipo de especialistas y nuestros artistas de apoyo", explica Herbert. "Lograr hacer eso, con poco tiempo y espacio, de modo que fuera seguro pero resultara al mismo tiempo también creíble, fue todo un logro".

En el papel del general Virilio, a Dominic West le tocaba sufrir la acometida de los pictos. "Tiene un aspecto realmente impresionante. Caen rodando bolas de fuego sobre la falange que forma en torno a mí y mi caballo. Es una pasada de escena. Teníamos veteranos en el equipo de especialistas que habían trabajado en Gladiator, y dijeron que este combate era más complejo. Me hizo sentir como Russell Crowe", comenta entre risas.

Crear un mundo picto...
Una vez dominadas las herramientas de su oficio, el reparto estaba listo para meterse de lleno en el mundo que los diseñadores de decorados habían creado para ellos. Simon Bowles y Marshall han trabajado juntos en varias ocasiones anteriores, incluida la película que dio a conocer a Marshall, Dog Soldiers. Bowles y su equipo construyeron un enorme fuerte y una aldea picta en los bosques de Surrey, así como una pequeña pero maravillosa morada en el bosque para el personaje de Imogen Poots, Arianne.

Bowles pasó muchos meses documentándose con datos históricos sobre los primeros colonos de las regiones caledónicas de Gran Bretaña, comparando hallazgos arqueológicos con otros escritos históricos y representaciones artísticas. Marshall quería mantenerse fiel a los registros históricos sobre el Imperio Romano y el pueblo picto, pero poner énfasis en los elementos dramáticos, lo que Bowles describe como "cubos y cubos de lodo, mugre y sangre".

"Me metí de lleno en todo lo romano, incluso visité museos y yacimientos para ver los restos existentes de edificios y objetos, como armaduras, arreos de caballo, utensilios de cocina, cerámica y grabados de la época que mostraran cómo vivían los soldados en su rutina diaria", recuerda Bowles de su proceso de documentación inicial. Bowles se reunió con grupos de recreación histórica que habían consultado anteriormente estas referencias para crear su propio material. Bowles tomó en consideración muchos de los comentarios que realizaron los miembros a partir de sus propios conocimientos de ese periodo histórico.

"Dado que la época romana ha sido objeto de continuo interés por parte del público durante los últimos 100 años, hay muchos libros que cubren el tema, con informaciones y opiniones contradictorias, pero todos ellos constituyen un material de referencia excelente", explica Bowles. "La verdad es que este conflicto de opiniones me dio cierta libertad para crear mi propio estilo. Mi diseño se ha basado en hechos y refleja la mayor intensidad dramática que buscaba Neil, a la vez que se ajusta a las exigencias de una escala de tiempo muy justa".

Lo ideal para Bowles habría sido usar materiales sacados del entorno y herramientas de la época para construir los decorados, pero las inclemencias del tiempo obligaron a Bowles a tomarse cierta licencia creativa.

"Apenas hay constancia de cómo vivían los pictos, fundamentalmente porque usaban materiales orgánicos, como madera, lana y cuero", explica Bowles tras haber pasado meses documentándose sobre la época. "Lo que sí dejaron fue gran cantidad de metales, piedras y huesos tallados y decorados, que representaban a los animales propios de su cultura espiritual. Utilicé estos símbolos en el monolito de tres metros y medio de altura del centro de la aldea, con los mismos diseños empleados por el departamento de maquillaje para los tatuajes de algunos de los guerreros pictos, tanto hombres como mujeres. Más allá de las fuentes históricas básicas, me inspiré en las visitas que realicé a recreaciones de aldeas de casas redondas en Gran Bretaña".

"Al rodar en un invierno con un frío glacial, había cierta preocupación por si las paredes de adobe y cañas pudieran no secarse, así que utilizamos una espuma en espray que se endurece rápidamente, un material que descubrí al crear las paredes de las cuevas en otra película anterior de Neil, The Descent. Esta espuma se empleó para crear paredes prefabricadas moldeadas a partir de una sección de adobe y cañas de verdad y pintadas. Durante el rodaje, se pudo descubrir una de las ventajas de las paredes de espuma: se podía cortar fácilmente una parte de la pared con un cuchillo afilado para que la cámara tuviera acceso a planos más amplios en el interior de las casas, que luego se podía reemplazar sin muchos problemas. La espuma era ignífuga, pero no la paja utilizada en los tejados, así que hubo que rociarlos con un producto químico ignífugo antes de empezar a rodar".

El guión precisaba un fuerte romano a un día de viaje al norte de Carlisle. En principio, se habría tratado de un fuerte de madera hecho a partir de los árboles talados para crear el claro en que se alzara. "Quería que pareciera haber sido construido por un grupo de soldados muy disciplinado", comenta Bowles. "Hombres que habrían levantado ya esta misma estructura muchas veces en otros tantos países que habrían invadido anteriormente".

El fuerte era un cuadrado de 30 metros de lado que albergaba en su interior tiendas de cuero, espacio para caballos y otros animales, una zona para cocinar y una forja de herrero para crear y arreglar armas. Bowles y su equipo encontraron un gran claro reciente en el bosque cerca de Londres que les sirvió como punto de partida. "Utilizar árboles de verdad de 6 m de altura, que habría que enterrar parcialmente en el suelo mediante excavadoras, era algo demasiado complicado para hacer en los plazos previstos, pero llegué a un compromiso mediante una mezcla de madera real y madera falsa, utilizando nuevamente la espuma para moldear los árboles. Resultó ser un proceso muy rápido y seguro, lo que supuso que pudimos crear tres paredes laterales de 30 metros, que formaban un fuerte realmente impresionante e imponente".

"Siempre ayuda contar con un buen decorado", asegura JJ Feild, que interpreta a Thax. "No hay nada mejor que algo real, en lugar de la pantalla verde. Puedes meterte de lleno en el entorno que Neil y Simon han creado".

La admiración de Marshall por la consideración que mostró el equipo de Bowles con las limitaciones de tiempo queda patente cuando se refiere a su habilidad y creatividad como diseñador de producción. "Lo que Simon hace de forma fenomenal es proporcionarme exactamente lo que necesito para poder hacer mi trabajo. No necesitaba un fuerte completo, porque de todos modos siempre habría una dirección que nunca se iba a ver. Así que nos apañamos con tres cuartas partes de un fuerte y empleamos el dinero en otra cosa. Y la verdad es que nos facilitó mucho el trabajo, porque nos permitió meter la grúa para la cámara y cosas así. Averigua lo que necesito, cómo voy a rodar la secuencia, cualquier cosa que sobre se puede reutilizar en otro decorado o en otro elemento de diseño artístico".

Para hacer completamente realidad el hostil mundo de la antigua Caledonia, se prestó similar atención al detalle al vestuario usado, el idioma hablado y el aspecto del reparto, hasta el mismo color de los dientes. "Oh, sí. Dientes amarillos. Dientes sucios. Es maravilloso. Nos encanta", comenta Kurylenko riendo. "Llegas al rodaje y todo el mundo lleva un vestuario asombroso. Keith Madden, el diseñador de vestuario, ha hecho un trabajo increíble. Realmente precioso".

Al igual que con el argumento, Marshall se dejó guiar por la historia real. Luego llenó los huecos con una mezcla de imaginación y conclusiones lógicas. Aunque Marshall reconoce que hay muy pocas referencias históricas sobre los pictos, había ciertamente indicios en la historia de que se trataba de un pueblo sofisticado, con una serie de habilidades avanzadas, como la carpintería, la metalurgia, el tejido y la agricultura.

Como tampoco había ninguna documentación escrita sobre su idioma, Marshall se tomó cierta licencia artística y sustituyó los diálogos en inglés por gaélico escocés. "Pensé: 'bueno, va a ser lo más aproximado que podemos conseguir a lo que podrían haber hablado'", comenta Marshall.

Una y otra vez, Marshall ponía a prueba la coherencia interna del mundo que había creado. Conocía la imagen de los britanos celtas lanzándose al combate a la carrera, con la piel cubierta de tatuajes y tintura azul, que era la que tenía en mente cuando escribió el guión. "Pensé: '¿qué posibilidades hay de que entraran en combate en un gélido día de invierno vestidos únicamente con una especie de taparrabos o algo por el estilo?' Me parecía ilógico. Quizá hicieran eso en pleno verano, pero en invierno serán básicamente como todo el mundo y querrán llevar ropa de abrigo. Así que, bueno, sí que tienen sus tatuajes y sus pinturas de guerra, pero los hemos vestido con pieles que podrían haber conseguido fácilmente en las Tierras Altas: piel de oso, de ciervo".

Siguió un proceso lógico similar para las secuencias a gran escala de la película. La inspiración para la emboscada a la 9ª Legión provino del accidentado paisaje natural. Marshall se planteó cómo podrían haber sacado provecho al entorno de las Tierras Altas. Está bien documentado que los romanos eran superiores como luchadores. Marshall admite que "si los llevabas a campo abierto, era imposible que perdieran".

Marshall echó mano de batallas romanas de algunas de las grandes producciones de Hollywood en busca de inspiración. "Me fijé en Espartaco, con los troncos rodantes", comenta. "Pensé: 'bueno, no podemos lanzar troncos rodando, porque estamos en mitad de un bosque, pero, ¿qué tal grandes bolas de fuego que caigan rodando, hagan pedazos las líneas romanas y proporcionen una ventaja? Entonces podrían enviar a sus tropas de asalto y hacer trizas a los romanos'. La mayor parte de ello no está sacado de ningún tipo de táctica típica de los pictos. Tan sólo me planteé: 'si yo fuera picto, ¿cómo vencería aquí a los romanos?'".

Atribuye todo el mérito de crear un campo de batalla realista al equipo de efectos especiales presente durante el rodaje. "El equipo de efectos especiales hizo un trabajo asombroso con las bolas de fuego. Usaron unas rampas con palancas. Ponían allí una bola, la empapaban en parafina, le prendían fuego, tiraban de la palanca y rodaba colina abajo, estrellándose contra los especialistas del fondo. Con cuatro o cinco bolas de fuego cayendo a la vez, resultaba verdaderamente espectacular".

Michael Fassbender sentía una admiración similar por el equipo técnico. "Era impresionante ver todos los elementos en marcha, todos esos componentes que se juntaban para crear ese producto final".

Aunque Marshall se esforzó por crear un mundo ante la cámara por medio de exteriores, platós y actores especialmente preparados, era inevitable que hubiera un elemento digital y se emplearan avanzados efectos especiales infográficos para ampliar ese mundo.

En lugar de depender de reclutar a varios miles de extras para emular el tamaño y el número de efectivos de toda una legión romana, Marshall pudo aprovechar los avances en efectos digitales para crear la masa de tropas. "Únicamente necesitamos unos 100 hombres. Pensando en los efectos visuales digitales, los hicimos marchar diez veces por el mismo camino, lo metimos todo en el ordenador y vimos cómo hacía que pareciera haber toda una legión. Se extiende hasta donde abarca la vista y, de ese modo, logramos la escala que queríamos".

Ni un segundo que perder...
La velocidad a la que rodaba Marshall suponía que el trabajo avanzaba a un ritmo vertiginoso. Mientras que la mayoría de rodajes de acción llevarían 10-12 semanas, Marshall logró reducirlo a 7 semanas de rodaje de trabajo intensivo para mantener la energía y la sensación de urgencia de la historia.

"Trabajar con Neil es muy emocionante", afirma el coordinador de especialistas Paul Herbert. "Es un tipo que sabe exactamente lo que quiere. Trabaja muy rápido. No te hará repetir algo una y otra vez. Sabe cómo va a montarlo todo, así que no te detienes".

La intensiva preparación con armas y los ensayos de las peleas por los que habían pasado los actores también permitieron a Marshall mantener el ritmo que deseaba. "Cuando llega el momento de rodar, tomamos lo que han hecho, lo metemos en la localización o el plató o lo que sea y ya está. Podemos ponernos a filmarlo".

A eso se añaden múltiples cámaras y el equipo pudo captar las escenas rápidamente sin entretenerse mucho.

Gozar de buena experiencia como montador permite a Marshall saber cuándo tiene su toma. "No me gusta andarme con tonterías cuando estoy rodando", asegura. "Me gusta mantener motivado a todo el mundo, tener a todo el mundo en marcha. Siempre estoy pensando tres o cuatro tomas por delante. Cuando estamos filmando una toma, estoy pensando: 'Luego hacemos esa otra, y luego nos pondremos con ésta'. Si me sale bien en dos tomas, genial, ¿qué sentido tiene hacer tres?"

Dominic West ofrece el punto de vista de los que están delante de la cámara: "Neil es rápido, lo que mantiene a todo el mundo alerta. Consigue que la gente espabile. Nos tiene más atentos. Y así nos sale bien a la primera, normalmente".

Fassbender destaca cómo la forma de trabajar de Marshall encajaba con la historia que trataban de llevar a la pantalla. "Neil avanza a toda mecha, lo que va muy bien con este filme, porque es una película de persecución; vamos a un ritmo bastante frenético, y así esa dinámica queda bien plasmada".

Trabajar a gran velocidad en secuencias de acción no habría sido posible sin un director entendido y hábil.

"Incluso durante la preproducción sabe exactamente lo que quiere y lo que necesita", afirma el diseñador de prostéticos Paul Hyett. "A veces dice simplemente: 'Oh, sólo necesito una cabeza falsa aquí' o 'sólo necesito un tubo de sangre metido en un traje'. Y, bueno, entiende mucho de prostéticos, sabe cómo los hacemos, qué es lo que implica, cómo filmarlos, ya sabes. Dice: 'quizá deberíamos rodarlo desde este ángulo, o ese ángulo, cortamos desde aquí y ya no hace falta preocuparse por eso; para entonces ya estaremos allí'. Algunos directores no tienen muy claro cómo funciona o qué hacer. No quieren preguntar".

El productor Robert Jones resume por qué Neil Marshall es el adecuado para dirigir su propio guión: "Creo que Neil es sin duda el mejor director del país para este tipo de cosas. Está muy dotado para la acción y, además, siente verdadero entusiasmo por este tipo de temática. Comprende perfectamente lo lejos que puedes llevar a los personajes en este tipo de historia. Entiende la importancia de que no sea sólo acción, de que te impliques con los personajes. Además de ser alguien capaz de trabajar rápido, es flexible, es ágil y se entiende bien tanto con el equipo técnico como con el reparto".

Paralelismos modernos...
Dado que la película sigue las dificultades de una fuerza de ocupación que debe hacer frente a una guerra de guerrillas en territorio desconocido, resulta tentador buscar paralelismos con operaciones militares del mundo actual. El productor Robert Jones admite que hay muchas analogías interesantes entre Centurión y las actuales operaciones militares que tienen lugar por el mundo.

"Contar la historia desde el punto de vista de un ejército invasor tiene evidentes paralelismos con lo que sucede actualmente en el mundo", concuerda Marshall. "Tenemos una superpotencia que marcha sobre lo que es básicamente un país del tercer mundo, para verse derrotada por una especie de guerra de guerrillas. Se ven obligados a replegarse, hasta que tienen que crear una línea".

Marshall recalca que tuvo, no obstante, sumo cuidado de asegurarse de mantener un claro equilibrio entre el 'civismo' romano y la 'barbarie' picta.

"No presento a los pictos como si fueran villanos fríos e insensibles. Son un pueblo bien desarrollado con buenas razones para querer a los romanos fuera de su país. Algunas de las atrocidades que nombramos cometidas por los romanos contra ellos justifican plenamente sus actos".

"Los pictos luchan de maneras que superan a los romanos", agrega Jones. "Son sigilosos. No utilizan las formaciones fijas a las que los romanos acostumbran a enfrentarse".

Además, hay individuos que se paran a analizar las intenciones y la forma de operar del ejército romano. Quinto, en concreto, tiene que confrontar las secuelas de su propia postura imperialista a lo largo de la película. "Es alguien que empieza como un tipo de soldado muy patriótico pro-romano, y acaba completamente desilusionado con lo que le ha hecho su propio país", explica Jones.

Pero, en última instancia, Marshall niega toda intención didáctica o de realizar comentarios políticos. "Lo que quería principalmente era contar una historia sobre individuos, y trata de unos cuantos tipos que luchan por volver a casa. Es su historia. Así que no quiero necesariamente que el público elija un bando y decida quién tiene razón y quién no. Se trata de individuos y o bien estás de parte de esos individuos o bien no. La verdad es que es básicamente como cualquier otra historia".


El reparto y los personajes
El director y guionista de Centurión, Neil Marshall, no tenía ideas preconcebidas sobre quiénes podían interpretar los distintos papeles de Centurión antes de empezar con la selección del reparto. Quería concentrarse plenamente en desarrollar los personajes. Aun así, Michael Fassbender se comprometió muy pronto para el papel protagonista de Quinto Dias.

"Nos decidimos por él y él se decidió por nosotros y fue realmente una cuestión de fe por ambas partes", confiesa Marshall. "Yo tenía plena fe en que podía interpretar el papel y él tenía fe en que nosotros lograríamos sacar adelante la película que queríamos hacer".

El papel de Quinto despertó la curiosidad de Fassbender: "Sabemos que el padre de Quinto fue un famoso gladiador que se ganó su libertad en el Coliseo. Me pareció muy interesante: alguien que vive a la sombra de su padre y siente que tiene mucho que demostrar. Básicamente, se ofrece voluntario para el puesto en Britania para demostrar su valía. A medida que avanza la película, se ve ocupando un puesto de mando. Me pareció muy interesante jugar con sus dudas y el viaje que hace como hombre, cómo se hace cargo de la situación y asume el mando. Sabemos al principio que está completamente a favor del espíritu de Roma; cree firmemente en él. A medida que avanza la película, se va desilusionando con el Imperio Romano".

Pero, junto al interesante viaje personal de su personaje, Fassbender también disfrutó con la oportunidad de tomar parte en una película de acción a raudales. "Neil no tiene reparos en inclinarse por ese género o temática de aventuras, que me gusta mucho. No se limita a ceñirse a lo que podría ser una típica película británica. Se deja llevar por su inspiración, que son películas llenas de acción y aventura".

"Michael aporta muchísimas cualidades al papel", asegura el productor Robert Jones. "O sea, es un actor fantástico, como hemos podido comprobar en otras películas, como, entre las más recientes, Hunger, de Steve McQueen, y Malditos bastardos (Inglourious Basterds), de Quentin Tarantino, pero sabe montar a caballo y luchar, así que no está aquí solo por la interpretación. Disfruta con la acción".

"Creo que lo que hace tan estupendo a Michael", explica Marshall, "es que no le tiene miedo a nada. Se atreve a probar cualquier cosa. No teme correr por la nieve medio desnudo, ni nada por el estilo. Nunca se quejó. Fue un completo profesional de principio a fin".

No sólo eso, sino que los propios Marshall y Jones tuvieron que pararle un poco los pies a Fassbender en alguna ocasión. "Tuve que contenerlo, la verdad, para que no hiciera a menudo muchas de sus propias escenas arriesgadas. Quería cabalgar entre las bolas de fuego, quería saltar del precipicio al río, que era una escena muy peligrosa. Siempre decía: 'Dejadme hacerlo. Me encantaría hacerlo'".

A Marshall no le cabe duda de que la fe que depositó en su actor principal se vio recompensada con creces. "Salió bien. O sea, fue una relación de trabajo fantástica y ofrece una interpretación arrolladora".

Director y productor también sabían que el dinamismo de la película dependería de la fuerza de los actores de reparto que encarnaran al resto de los romanos. Marshall reunió a algunos de los actores jóvenes más solicitados y alabados del panorama británico actual. David Morrissey, JJ Feild, Riz Ahmed y Noel Clarke no tardaron en apuntarse al proyecto. Marshall también logró fichar a Liam Cunningham, con quien ya había trabajado anteriormente en Dog Soldiers.

Marshall se deshace en elogios hacia su dinámico reparto, en especial con su viejo amigo Cunningham. "Es un placer trabajar con él. Lo pones a interpretar un personaje así, una especie de soldado veterano, entrecano y duro, y lo borda".

Marshall comenta sobre la elección de Morrissey: "No creí que pudiéramos conseguirlo para esta película. Se metió de lleno. También creo que es la clase de papel que no le ofrecen a menudo, tener la oportunidad de luchar con espadas y cosas así, creo que disfrutó mucho con ese aspecto".

David Morrissey, que interpreta al curtido soldado Bothos, explica: "Lo estupendo de ser actor es que constantemente te piden que hagas cosas distintas y, para mí, ha resultado realmente agradable participar en algo tan lleno de acción. Aprender a luchar, volver a montar a caballo, que es algo que me gusta mucho; he disfrutado mucho con toda la acción".

"Creo que he tenido suerte al conseguir actores que cogen el ritmo muy rápido", asegura Marshall. "Sé que hay actores que no logran meterse de lleno hasta que llevan siete u ocho tomas. Pues bien, yo creo que nunca he llegado a las siete u ocho tomas", comenta entre risas.

Otro factor que contribuyó a la fluidez en pantalla fue la camaradería fuera de cámara entre los actores. Michael Fassbender describe la dinámica del reparto de fugitivos: "Aquí hay una gran variedad de personalidades, pero también mucho talento. Encajamos bien muy rápido. La verdad es que no había mucho tiempo para, digamos, estrechar lazos. Todos asumieron rápidamente su responsabilidad. No hubo choque de egos en el rodaje. Trabajábamos todos juntos, lo que facilita mucho las cosas".

Dominic West, que interpreta al carismático jefe de la 9ª Legión, el general Virilio, contribuyó de manera importante a la energía de la producción, tanto dentro como fuera de la pantalla.

En palabras de Neil Marshall: "Dominic aporta al papel una especie de desparpajo con mucha energía. Estoy seguro de que lo poseyó el espíritu de Oliver Reed. Desde luego, en la primera secuencia, cuando está bebiendo cerveza en un bar, echando pulsos, metiéndose en una gran pelea y cosas así, lo dotó de un auténtico sentido de la escala, de auténtico peso".

Marshall sabía que necesitaba una gran interpretación para este papel. Buscaba un general dinámico, por el que pudiera creer que los hombres estaban dispuestos a dar sus vidas, una fuerza de la naturaleza.

West se entusiasma fácilmente con su papel: "Es estupendo, porque es el general ideal. Sus hombres lo adoran y él adora a sus hombres. Los trata muy bien a todos y bebe y lucha junto a sus soldados. No podría ser más divertido de interpretar, hasta que llegó la parte del frío".

Pronunciar arengas enardecedoras era algo con lo que West se deleitó y en lo que sobresalió a partes iguales. West explica que el papel de Virilio era fundamentalmente animar a sus tropas para que estuvieran dispuestas a seguir a su general a cualquier situación, en palabras de West: "incitarlos a odiar a ese enemigo que no veían ni conocían".

West era todo un payaso y a menudo encontraba algún modo de relajar la tensión a pesar o quizá a causa de los intensos plazos de rodaje. Al ser capaz de meterse en su personaje y salir de él con facilidad, West podía decir sus diálogos con total seriedad y luego soltar algún chiste entre toma y toma que hacía desternillarse al equipo.

Según explica Marshall: "En cuanto dices 'corten', Dominic hace alguna broma o algo por el estilo. David Morrissey era igual. Algunas de sus mejores bromas llegaban nada más decir 'corten'. Decía algo gracioso o hacía algo físico o lo que sea. Tenían a todo el mundo partiéndose de risa constantemente".

Si se presiona a West sobre cuál era, en última instancia, el atractivo del papel del general Virilio, opina: "Bueno, fue el hecho de que tenía una pelea en el barro con Olga Kurylenko lo que realmente me hizo decidir que éste era el tipo de trabajo que debería estar haciendo en esta etapa de mi carrera".

La guerrera picta, Etain, que da caza a los romanos supervivientes, era otro papel muy físico y exigente. En lo que se refiere a nuevas experiencias, uno de los mayores retos para Kurylenko fue aparecer a caballo. Había tenido escasa experiencia hasta la fecha con estos animales, hasta el punto de reconocer que "no había tocado un caballo" en su vida, antes de echarse a reír. "Ni siquiera sabía qué postura adoptar sobre el caballo. Así que fue todo un reto para mí, porque tuve que pasar de no haber montado jamás a caballo a galopar para la película".

Marshall está encantado con la dedicación que mostró Kurylenko y su determinación de adquirir la pericia necesaria para montar a caballo y realizar las secuencias de lucha en un margen de tiempo tan escaso. Marshall confirma que la preparación fue intensiva: "La sometimos de antemano a un régimen bastante riguroso de equitación. Era algo fundamental. Su personaje se pasa la mitad de la película a caballo, así que no tuvo más remedio que hacerlo".

El personaje de Kurylenko, Etain, está movido por una brutal experiencia que sufrió a manos de los invasores romanos. Se explica que le cortaron la lengua y fue violada por los mismos romanos que asesinaron además a sus padres". Sin habla, se define, más que ningún otro personaje, por su capacidad de expresarse físicamente. Marshall entendía que estaba pidiendo mucho de su intérprete. "Esa era la parte más dura", reconoce. "Tenemos un papel increíblemente físico, pero ella no puede decir ni una palabra. ¿Cómo se afronta eso? Olga lo bordó".

"Es la primera vez que interpreto un papel así", admite Kurylenko. "No tienes más que tus sentidos, tu movimiento, tus expresiones faciales. La veía más bien como un animal, no una persona. En cierto momento, los romanos dicen que tiene parte de lobo; es una loba. Creo que es un poco salvaje".

A diferencia de Quinto, que afronta un dilema sobre su papel, Etain tiene una única y clara meta. En palabras de Marshall: "Solamente tiene una cosa en mente, que es matar romanos".

La interpretación de Kurylenko tenía que personificar la resistencia de los pictos a la opresión romana. Al final, Marshall quedó plenamente satisfecho con el trabajo de la actriz. "Tiene un rostro muy expresivo. O sea, cobra vida ante la cámara, a través de sus ojos. Puede verse la pura malevolencia en su mirada".