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Route Irish cartel reducidoRoute IrishDirigida por Ken Loach
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Route Irish trata de una exploración de las secuelas experimentadas por dos ex soldados británicos que se enamoran de la misma mujer y acaban viajando a Irak para trabajar como contratistas privados.

La historia se centra en uno de ellos, Fergus (Mark Womack), que a su vuelta a su tierra natal se ve asaltado por sentimientos de tristeza y amargura, agravados por la muerte de un colega y amigo.

El título de la película alude el peligroso camino que une el aeropuerto de Bagdag con la zona internacional de ésta ciudad.

Sección Oficial de la 63ª edición del Festival de Cannes (2010).


Ken Loach (director)
"El reto siempre es encontrar el microcosmos que sugiere la gran imagen: el conflicto irresuelto, la contradicción que, cuando es explorada, revela el paisaje".

Filmografía (selección)

CINE
1968 - Poor Cow
1970 - Kes
1972 - Family Life
1979 - Black Jack
1981 - Looks and Smiles
1986 - Fatherland
1990 - Hidden Agenda (Agenda oculta)
1991 - Riff-Raff
1993 - Raining Stones (Lloviendo piedras)
1994 - Ladybird, Ladybird
1995 - Land and Freedom (Tierra y Libertad)
1996 - Carla's Song (La canción de Carla)
1997 - The Flickering Flame
1998 - My Name Is Joe (Mi nombre es Joe)
2000 - Bread and Roses (Pan y rosas)
2001 - The Navigators (La cuadrilla)
2002 - 11'09"01 Once de Septiembre (codirector)
- Sweet Sixteen (Felices dieciséis)
2004 - Ae Fond Kiss (Sólo un beso)
2005 - Tickets (codirector)
2006 - The Wind That Shakes The Barley (El viento que agita la cebada)
2007 - It's A Free World (En un mundo libre)
2009 - Looking for Eric (Buscando a Eric)
2010 - ROUTE IRISH


Paul Laverty (guionista)

Filmografía (selección)

CINE
1996 - Carla's Song (La canción de Carla), de Ken Loach
1998 - My Name Is Joe (Mi nombre es Joe), de Ken Loach
2000 - Bread and Roses (Pan y rosas), de Ken Loach
2002 - 11'09"01 Once de Septiembre, de Ken Loach (codirector)
- Sweet Sixteen (Felices dieciséis), de Ken Loach
2004 - Ae Fond Kiss (Sólo un beso), de Ken Loach
2005 - Tickets, de Abbas Kiarostami, Ken Loach y Ermanno Olmi
2006 - Cargo, de Clive Gordon
- The Wind That Shakes The Barley (El viento que agita la cebada), de Ken Loach
2007 - It's A Free World (En un mundo libre), de Ken Loach
2009 - Looking for Eric (Buscando a Eric), de Ken Loach
2010 - ROUTE IRISH, de Ken Loach


Comentarios de Paul Laverty
Nos hemos familiarizado con el ritual del regreso de los restos mortales de un soldado muerto en suelo extranjero: música solemne, la bandera nacional, escoltas y homenajes que son reproducidos por los medios de comunicación nacionales. Los políticos y los mandos militares cubren de palabras de consuelo a los desolados parientes. Pero las cosas no fueron en absoluto así para Deely, la hermana de Robert, un ex paracaidista que sufrió una emboscada en Iraq. Lo trajeron en un vuelo desde Kuwait y llegó al aeropuerto de Glasgow. El empleado de la funeraria le dijo a Deely que en el avión ese día había diez cuerpos, dos de los cuales eran inidentificables. El ataúd de Robert parecía una gran caja de madera para transportar naranjas. No hubo fanfarrias, ni bandera nacional, ni periodistas, ni pregunta alguna. Su muerte, que nosotros sepamos, no fue agregada a ninguna lista, por una razón muy sencilla: Robert ya no era paracaidista, sino uno de los "contratistas privados", o "guerreros empresariales" o "asesores de seguridad". Los iraquíes los llaman mercenarios.

El negocio relacionado con la guerra está siendo privatizado de forma lenta y deliberada ante nuestros ojos. Nos lo dicen tanto el ataúd de madera de Robert como las estadísticas. Patrick Cockburn, un reconocido analista, estimaba que hubo aproximadamente 160.000 contratistas extranjeros en Iraq en el momento culminante de la ocupación, muchos de los cuales ―quizá unos 50.000― eran personal de seguridad fuertemente armado. El curso de la guerra, y la ocupación subsiguiente, habría sido imposible sin la aportación de esas fuerzas. Gracias a Paul Bremer, designado por Estados Unidos director de la Autoridad Provisional de la Coalición, todos y cada uno de los contratistas gozaron de inmunidad ante las leyes iraquíes en virtud de la Orden 17, que fue impuesta al nuevo Parlamento iraquí y que estuvo en vigor desde 2003 hasta comienzos de 2009.

No hay nadie interesado en contar a cuántos civiles iraquíes han matado o herido los contratistas privados, pero hay una serie de datos que sugieren que hubo un abuso generalizado. La matanza de diecisiete civiles en medio de Bagdad por parte de Blackwater fue el incidente más notorio, pero se produjeron muchos más de los que no se informó. Un contratista veterano me confió que un sudafricano le había dicho que matar a un iraquí era como "matar a un infiel". Otros contratistas más serios, orgullosos de su profesionalidad, me dijeron cuánto les asqueaba la violencia de los "cowboys". Si un contratista se veía involucrado en un incidente que hubiera causado un escándalo, su empresa se los llevaba rápidamente del país: impunidad por decreto.

Mientras los contratistas más modestos se jugaban la vida en la Route Irish, los directores generales de esas mismas empresas se enriquecían. David Lesar, director general de Halliburton (de la que Dick Cheney fue consejero delegado), ganó casi 43 millones de dólares en 2004; Gene Ray, de Titan, más de 47 millones entre 2004 y 2005, y J. P. London, de CADI, 22 millones. La clave está en los detalles. Los contratistas privados cobraban al Ejército estadounidense hasta cien dólares por la colada de un solo soldado. En un informe oficial de enero de 2005, Stuart Bowen, Inspector General Especial para la Reconstrucción de Iraq, reveló que más de 9.000 millones de dólares habían desaparecido debido al fraude y la corrupción, y que eso sólo sucedió durante un periodo muy corto de la Autoridad Provisional. También impunidad financiera.

Como me dijo un contratista, "aquel sitio apestaba a dinero". No es sorprendente que muchos soldados mal pagados y miembros de las Fuerzas Especiales se incorporaran a esas corporaciones militares privadas, porque en ello veían la oportunidad de su vida para "forrarse".

Pero esos hombres no sólo se forraban de dinero sino que se iban cargando de muchas cosas más. Ahora ya nos hemos acostumbrado a ver imágenes de matanzas, "allí". Nos hemos acostumbrado a las historias de miles de millones de dólares desaparecidos, de avaricia empresarial, de abusos, tortura y cárceles secretas. La revista The Lancet hace una estimación de 654.965 muertos hasta junio de 2006 que es casi imposible asimilar. Ahora todo eso parece lejano en el tiempo y el espacio. Se nos dice que nos está afectando el síndrome de la "fatiga iraquí". Pero ese "allí" vuelve a casa, porque Iraq está en el interior de las mentes de "nuestros chicos". Me quedé atónito cuando me enteré, a través de la ONG Combat Stress que trabaja con ex soldados que sufren trastorno de estrés postraumático (TEPT), de que esta dolencia tarda en manifestarse un promedio de 17 años. Esta organización, así como en el propio Ejército de Estados Unidos, se está preparando para un aumento considerable de casos en los próximos años.

Norma, una amable enfermera que está a punto de jubilarse y que ha pasado años entre ex soldados, me dio el punto de partida para esta historia cuando me dijo: "Muchos de estos hombres están de luto por los seres que ellos habían sido". Un ex soldado me mostró un retrato que había hecho de sí mismo: "Sólo quiero volver a ser el que era".

Aunque la Orden 17 haya sido revocada en Iraq, su espíritu sigue imperando: el hedor a impunidad, las mentiras, el desprecio por las leyes internacionales, la erosión de las convenciones de Ginebra, las cárceles secretas, la tortura, el asesinato... los cientos de miles de muertos. Mientras me imagino a los autores intelectuales de todo eso: Bush, Blair, Rumsfeld y compañía, recogiendo sus millones después de discursos de sobremesa y creando sus fundaciones ecuménicas, no puedo por menos que acordarme de las enfermeras de Faluya que asisten partos de bebés que nacen con dos cabezas y la cara deformada gracias a las bombas químicas que cayeron sobre esa ciudad, nuestro regalo para el futuro.

Así que nos preguntamos qué pasará cuando la Orden 17 vuelva a casa.

Paul Laverty
mayo de 2010