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El páramo cartel reducidoEl páramoDirigida por Jaime Osorio Márquez
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Notas del director
La existencia de un enemigo único y discernible en los mitos no sólo purga a la sociedad de sus pecados sino que a través del miedo crea una necesidad de control y autoridad, y un conformismo acérrimo dentro del sistema establecido. En EL PÁRAMO, es justamente en este punto donde el espanto y la guerrilla coinciden, y es también en este punto donde el mito se convierte en algo actual.

EL PÁRAMO, al ser una película de género que se mueve dentro de algunos parámetros clásicos del cine de terror, busca no sólo causar una reacción inmediata en el espectador sino invitarlo a esta reflexión: el espanto y la guerrilla son equivalentes y se transforman en símbolos del miedo y la paranoia reinantes en la actualidad.

Partiendo de este punto, la historia evoluciona en dos frentes. El primero, puramente narrativo, es el paso paulatino de una película de guerra a una de terror. El segundo, a un nivel mucho más psicológico, es como los hombres se ven obligados a enfrentarse a sus propios fantasmas en la medida en que el enemigo predeterminado por la sociedad se diluye por la incertidumbre.

Hablemos del primero. EL PÁRAMO se afirma al principio como un film de guerra, para sumergir progresivamente al espectador en un inesperado universo fantástico y terrorífico, donde las certezas planteadas inicialmente se desbaratan frente a las dudas sobre la existencia de lo sobrenatural. La situación y los personajes presentados al inicio le son familiares al espectador: un grupo de experimentados soldados que luchan juntos hace bastante tiempo afrontan una nueva misión. La cinematografía no debe generar en el público ninguna duda sobre lo sobrenatural sino, por el contrario, afianzar esta seguridad. Debemos lograr que el espectador se sienta sobre terreno seguro para que el suspenso se desprenda naturalmente del drama y de la descomposición de los personajes.

Un estilo hiperrealista no sólo hará que la audiencia tome como reales las situaciones y los personajes planteados, sino que, al rechazar de plano las estilizaciones típicas del cine de terror, creará una inquietante similitud entre lo racional y lo irracional.

La mayoría de los elementos del suspenso como el encierro y la niebla, están dispuestos abiertamente desde el principio como elementos benévolos pero, en la medida en que el miedo y la paranoia crecen, se convierten en los fundamentos mismos del terror. El cambio de género no se da a partir de un brusco giro dramático sino a la constante acumulación, tanto para los protagonistas como para el espectador, de preguntas

sin respuesta y de cabos sueltos que inclinan lentamente la balanza hacia lo irracional.

El segundo punto que se desarrolla en la historia, el psicológico, es a mi juicio el más interesante ya que sobrepasa los límites tradicionales del género para explorar las reacciones individuales al enfrentar a los protagonistas a un enemigo contra el que no están preparados para luchar.

Los personajes atraviesan un viaje en el que el encierro, la pérdida de los líderes, la constante amenaza de un ataque, y finalmente la convicción de la presencia de una bruja, los despojan primero de su calidad de militares para convertirlos enseguida simplemente en hombres atemorizados y finalmente en animales crueles y despiadados capaces de todo por sobrevivir. El proceso de los personajes no es un cambio sino una constante degradación que termina por exponer libremente lo más oculto y real dentro de cada uno de ellos. Gran parte del peso de esta exploración recae sobre un aspecto fundamental de la realización: la actuación.

Si bien EL PÁRAMO es una película coral, cada uno de los personajes se revela como un ser individual y único.

Junto a los actores identificaremos los dos extremos en la naturaleza de cada personaje, el aparente y el subyacente, para a partir de ahí construir el camino que conducirá a la imposición del Tánatos sobre el Eros.

Partiremos de la introspección para llegar a la transformación. Transformación no sólo psicológica sino física, de manera que la gestual evolucione al igual que la psiquis de los personajes. Así, los hombres que el espectador verá en la pantalla al inicio del film serán diferentes de los que verá al final de éste. El caso de Fiquitiva es por supuesto el más flagrante, pero esta transformación deberá ser palpable incluso en aspectos tan sutiles como la mirada de los personajes.

La localización
EL PÁRAMO, a medida que encierra a los personajes espacialmente, los divide unos a otros, haciendo que sus fantasmas personales y sus rencillas mutuas tomen lentamente el paso sobre la cordura y la lucidez. En este sentido, la localización se revela también como uno de los protagonistas de EL PÁRAMO. La idea del huis clos en un lugar abierto puede parecer paradójica pero es en fin de cuentas este encierro no tanto físico sino psicológico el que termina por dar cuenta de la razón de los personajes. La niebla, la lluvia, el frío, la escasísima vegetación, y la casi absoluta ausencia de los sonidos de la naturaleza, le confieren a los páramos un carácter no sólo desolado sino que crean una profunda sensación de pérdida de referencias y por lo tanto de reclusión. Esta reclusión toma una fuerza visual y conceptual inusitada en EL PÁRAMO, ya que se materializa sencillamente por un espeso manto de niebla a simple vista fácil de franquear. El aislamiento de los personajes, tan utilizado en el cine de horror, no tiene como objetivo en este caso hacer de ellos presas fáciles sino enfrentarlos a sus más profundos temores para que se despojen poco a poco de lo que los hace seres sociales y los convierta en manojos de pasión y crueldad.

El fuera de campo
EL PÁRAMO es finalmente una película sobre el miedo y la sugestión. El miedo primero ante la inminencia de un ataque que no ocurre y poco a poco ante el convencimiento de que lo que se esconde tras la niebla no tiene un origen terrenal.

A todo lo largo de la película la historia genera dudas y preguntas, y se encarga de desechar cualquier tipo de certeza o conclusión a la que lleguen los protagonistas o el espectador. Lo que sucede fuera de campo y cómo es percibido por ambos es lo que permite que una historia de guerra desemboque en una de suspenso y terror.

El fuera de campo se presenta en dos grandes niveles. El primero, llamémoslo narrativo, es el que engloba todo lo que está virtualmente presente dentro de la historia pero que sólo se revela de una manera implícita. El asesino permanece siempre oculto tras la niebla generando siempre la posibilidad de que efectivamente se trate sólo de la guerrilla. Ni los personajes ni el espectador son nunca partícipes del momento en que suceden los asesinatos, pero se ven confrontados a la incertidumbre que éstos generan. La historia empieza de hecho fuera de campo, con un ataque que nadie presenció y con la extraña desaparición del pelotón que custodiaba las antenas. A partir de ahí, gran parte de los elementos de la narración se presentan sencillamente como incertidumbres que terminan por socavar la cordura de los protagonistas y las convicciones del espectador.

El segundo nivel es puramente cinematográfico. Que se ve y que se oye. Tanto la imagen como el sonido están absolutamente asociadas a las percepciones de los protagonistas. El campo visual y auditivo del espectador es tan estrecho como el de los personajes haciendo que éste no tenga ninguna respuesta ni indicio adicional.

En la medida en que la sugestión de los soldados se acentúe, la percepción de los sonidos y las formas (que como dije hace un momento están expuestas libremente desde el inicio de la historia) tomarán matices cada vez más lúgubres e inquietantes. De esta manera, por ejemplo, las siluetas de los frailejones entre la niebla se percibirán al final como sombras tétricas y amenazadoras. El fuera de campo en la imagen se basa en la imposibilidad de ver más allá del espeso manto de niebla que cubre la montaña, y en la absoluta e impenetrable oscuridad de la noche. En EL PÁRAMO, lo que no se ve no es dictado por un afán artificioso de crear terror sino por los elementos inherentes al drama y la localización.

La imagen
Ya que lo que buscamos en el fondo es una identificación con las pulsiones de los personajes para a partir de ahí sumergir al espectador en la naturaleza del terror, la obtención de un retrato realista e íntimo se afirma como una necesidad. Para lograrlo, debemos alejarnos tanto como podamos del imaginario estilizado y gótico típico del cine de terror y enfocar nuestra búsqueda en una imagen cruda y sin concesiones que nos permita ahondar en el universo mental de los protagonistas.

En EL PÁRAMO no existe una cámara omnisciente que vea lo que no ven los protagonistas. La cámara es un soldado más del grupo. Ésta no es una película de movimientos estilizados de grúas ni de inusitados posicionamientos de cámara que contribuyan a crear una atmósfera terrorífica. Ésta es una película cruda y realista que hace que el espectador se remueva de su silla y se lance de cabeza dentro de una trinchera para impulsarlo a realizar el mismo viaje que afrontan los personajes. Películas como Black Hawk Down (Black Hawk: Derribado) o Saving Private Ryan (Salvar al soldado Ryan) pueden darnos una buena idea de lo que será el aspecto visual de EL PÁRAMO. El hiperrealismo del que hablé hace unos instantes se impone como una necesidad debido a varias razones. La más importante de ellas es que desarma al espectador frente a lo que está viendo y lo sumerge en un universo que acepta como real donde no hay cabida para lo sobrenatural. De esta forma, las incógnitas que plantea el guión no serán acogidas enseguida como prueba de lo paranormal sino que generarán incertidumbres y resquebrajarán cada una de las certezas a las que el espectador haya llegado. Así, el espectador deberá responderse a cada segundo a la pregunta fundamental que se le plantea: ¿Se esconde realmente algo sobrenatural entre la niebla?

El sonido
Así como la fotografía enfatizará la ausencia de colores de la localización, exploraremos la casi total ausencia de sonidos ambientales en el páramo, creando un mundo completamente aislado y desolado, en el cual prosperarán fácilmente la obsesión y la sugestión de los personajes. Al contrario de la mayoría de las películas que requieren de música para establecer una atmósfera, EL PÁRAMO requiere de silencio para que el espectador se sumerja en la desolación que provoca la localización. Es vital que el espectador sea partícipe de cada una de las respiraciones de los protagonistas, y que como él agudice el oído a cada momento para intentar discernir lo que apenas se escucha entre la niebla. EL PÁRAMO no necesita de música. Necesita de un insoportable silencio que haga que retumben en la cabeza del espectador cada una de las preguntas sin respuesta a las que se ve enfrentado.

Jaime Osorio Márquez


Jaime Osorio Márquez (director y coguionista)
Colombiano, nacido el 30 de octubre de 1975, entre los años 1995 y 1999 cursó el Deug, la Licence, y La Maitrisse en Arts du Spectacle Mention Études Cinématographiques en la Universidad de Rennes II, en Francia. Durante sus estudios, dirigió el cortometraje J’attends y el cortometraje de no ficción basado en textos de Godard titulado A Deux Mains. También en Francia dirigió la obra de teatro Woyzeck de Buchner, y participó en la puesta en escena de L’inspecteur Général basada en la obra El inspector, de Gogol.

Desde su regreso a Colombia en el año 2000 ha trabajado como director de anuncios comerciales para Teleset, República Films, y desde hace dos años para Rhayuela Films, y Los Sopranos en Venezuela.

Ha dirigido importantes campañas publicitarias para clientes como Avianca, Chevrolet, Coca-Cola, Yoplait, Alpina, Mc Donalds, Nestlé y Newell Sanford, y ha sido galardonado en los festivales Nova y del Caribe.

En Colombia es reconocido por su manera de imprimirle tensión y dramatismo a la imagen. Los spots publicitarios han sido un caldo de cultivo para su exploración visual y narrativa que parte de la sutileza de la actuación y la estilización de la imagen para crear universos dramáticos y realistas.

EL PÁRAMO es su primer largometraje.


Ficha artística
Elkin Córdoba - Robledo
Nelson Camayo - Fiquitiva
Sabrina Garciarena - Mujer