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La llave de Sarah cartel reducidoLa llave de Sarah(Elle s'appelait Sarah)
Dirigida por Gilles Paquet-Brenner
¿Qué te parece la película?

Entrevista con el director Gilles Paquet-Brenner

- P: ¿Qué le impulsó a adaptar la novela de Tatiana de Rosnay, La llave de Sarah para la gran pantalla?

R: La idea se me ocurrió unos tres meses antes del estreno de UV, que me tenía muy preocupado. Quería volver a los temas más serios y fue entonces cuando me encontré con la novela de Tatiana de Rosnay. El argumento me cautivó por completo, la historia sobre la redada de judíos en un París ocupado por los nazis y los campos de concentración en Francia, todo visto desde un ángulo muy contemporáneo. Y tras descubrir un inquietante secreto familiar, una periodista estadounidense afincada en Francia empieza a ver la historia de su país de adopción desde otro punto de vista, hasta el punto de que un suceso que en un principio no tenía nada que ver con ella acaba transformando su vida por completo. La historia también explora áreas difusas que muy pocas películas tratan, como la actitud de la gente corriente ante una redada, sin encasillar a nadie en los papeles de colaboradores o miembros de la resistencia. La gran mayoría guardó silencio, miró hacia otro lado e intentó salvarse a sí mismo, como los Tezac, que no hicieron nada mal y no tienen ningún sentimiento de culpa. O los Dufaure, que se convierten en héroes muy a pesar suyo. No se hace un planteamiento del bien contra el mal, están los hechos y están las consecuencias para las generaciones futuras, pero estamos a años luz de los atajos y simplificaciones más comunes. Además también tiene reminiscencias a mi propia historia familiar.


- P: ¿En qué sentido?

R: Soy de origen judío y los hombres de mi familia sufrieron esta época. Unos franceses delataron a mi abuelo, un músico judío alemán afincado en Francia, y murió poco después de llegar al campo de concentración. En la película le rindo un pequeño homenaje a través del violinista que tiene el anillo con veneno para poder decidir por sí mismo cuándo quiere morir. Mi madre no me contó su historia hasta que ya estábamos en la fase de preproducción de la película, y esto me hizo recordar algunas cosas. Naturalmente yo no estaba cuando deportaron a mi abuelo, pero sí vi cómo afectó a mi abuela y a mi madre y sus hermanas. El libro me devolvió estos recuerdos, los de los vivos que deben aprender a vivir con los que han muerto.


- P: ¿Fue difícil convencer a Tatiana de Rosnay para que cediera los derechos para la película?

R: Quise hacer la película incluso antes de acabar la novela. Al preguntar, me enteré de que Tatiana y Serge Joncour, coguionista de UV, se conocían y eran amigos. Serge le comentó que yo quería adaptar su novela para el cine y nos pusimos en contacto con la editorial. Fuimos los primeros en solicitar los derechos, porque afortunadamente leí la novela muy poco después de que se publicara. Tras el éxito que tuvo no pararon de llegarles peticiones de derechos, sobre todo desde Estados Unidos, pero para ella su palabra es vinculante y conservó su fe en nuestro proyecto.


- P: En la adaptación que escribió junto a Serge Joncour, ¿hizo algún cambio esencial en la historia?

R: No, nos mantuvimos muy fieles, excepto en un aspecto esencial. En el libro, el hermano pequeño de Sarah se esconde en el armario por sí mismo cuando llega la policía para arrestarles. En la película es Sarah quien le dice que se esconda, lo que acaba alterando su personalidad y sentido de culpabilidad. El otro gran cambio fue solucionar un aspecto que sabíamos que molestaba a muchos lectores, yo incluido, y que es el hecho de que el libro abandona a Sarah después de que reencontremos a su hermano. Para la película, Serge y yo desarrollamos el personaje de Sarah como adulta. No fue muy difícil de adaptar, porque el libro estaba perfectamente estructurado. Los únicos problemas que tuvimos fueron a la hora de cambiar de una época a otra, de 1942 al presente, sin que la película superara los 120 minutos. ¡El primer borrador de Serge tenía más de 250 páginas! Pero en cuanto tuvimos el borrador definitivo y lo pasamos para leer, las reacciones fueron muy positivas.


- P: Y aún así fue difícil encontrar fondos...

R: Por supuesto, debido a mi errática carrera cinematográfica. Para serte sincero, creo que muchos se sintieron traicionados después de Les jolies choses. Hice Gomez vs Tavarès para divertirme, y fue un gran éxito, pero nubló un poco la opinión que la gente tenía de mí. El estreno de UV me puso de pies en el suelo de golpe. Es muy raro hacer una película de que la quedas muy satisfecho y ver que el resto del mundo la odia. Pero ya pasó. A mucha gente le encantó el guión de La llave de Sarah, aunque no les encantó el que yo la dirigiera. Mi productor Stéphane Marsil, demostró ser tenaz y fiel a mí, una cualidad poco frecuente en éste negocio, ya que su propia credibilidad quedaba en entredicho. Pero tanto Stéphane como lo que la gente recordaba Les jolies choses fue lo que salvó la película. Frédérique Dumas de Studio 37 también nos apoyó, porque le gustó mi primera película. Y esto fue definitivo, pero no nos salvó de tener que aguantar algunos momentos muy humillantes, y no exagero cuando digo que mucha gente intentó ponernos trabas durante el rodaje. Pero Stéphane no se rindió. Muchas veces durante el desarrollo de la película pensamos que se había acabado. Y muchas veces la situación se solucionó del modo más inesperado.


- P: ¿Por qué eligieron a Kristin Scott Thomas para interpretar a la periodista que escribe un artículo sobre la redada de judíos de 1942 en París y que acaba investigando sobre Sarah y lo que le ocurrió?

R: En la vida real, Kristin se parece muchísimo al personaje de Julia Jarmond. De hecho incluso se asustó un poco, porque jamás había interpretado a nadie que se le pareciera tanto. Stéphane Marsil conocía bien a Kristin, porque había producido Arsène Lupin y se acababa de estrenar Hace tanto que te quiero junto cuando terminamos el guión. La película creó tal vínculo entre ella y el público francés que enseguida le enviamos un guión, pero no obtuvimos una respuesta inmediata, porque estaba trabajando en una obra en Broadway, en aquel momento. Las elecciones presidenciales de los Estados Unidos estaban a la vuelta de la esquina y yo quería estar presente. Conocí a Kristin el día que Obama ganó las elecciones. Y ella, tal vez por las ganas de poder contar esa historia o por la euforia que se desencadenó en su país, dijo que sí. El compromiso de Kristin era fundamental para nosotros, no sólo por el tema económico, sino también por lo que podía aportarnos como actriz. En La llave de Sarah la vemos tal y como es de verdad, carismática, moderna, una mujer de su época. Su sobria interpretación y su clase consiguen alejar la película del sentimentalismo más puro. Como dice ella misma en la película, su personaje hace de consciencia del público: comprometida, pero con un inequívoco sentido de la propiedad.


- P: ¿Cómo buscaron al resto de actores?

R: Queríamos evitar ir de nombre en nombre por una lista de famosos. Buscamos al mejor actor o actriz para cada papel, pero sin buscar grandes nombres, por lo que acabamos con una increíble mezcla de figuras establecidas e incipientes talentos. Encontramos a actores extranjeros y a otros que hablaran yidis. Queríamos que todo fuera real, auténtico, y superar la artificialidad del cine.


- P: ¿Porqué quisieron que Niels Arestrup interpretara al granjero que acoge a la pequeña Sarah después de que huya del campo de concentración?

R: Niels tiene la personalidad y aspecto físico áspero que buscábamos para un hombre de la tierra. Su frialdad aparente fue un maravilloso contrapunto a su valentía y generosidad. Leyó el guión en dos días, aceptó tomar un café conmigo y dijo que sí. Como Kristin, Niels fue esencial para mantener el equilibrio en la película. Su discreta interpretación, en un papel en el que habría podido regodearse mucho más, es esencial y perfecta. A veces parecía que no daba sufriente de sí, durante el rodaje, pero entonces te dabas cuenta de que debes confiar en las personas que saben más que tú. Trabajar con gente del talento de Kristin y Niels te devuelve un poco de humildad.


- P: ¿Cómo encontraron a Mélusine Mayance, la actriz que interpreta a Sarah cuando era niña?

R: Creo firmemente que la guerra hace madurar mucho más rápido a los niños y los hace más resistentes a todos, y por eso buscaba tanto al personaje adulto como al infantil. y cuando vi Ricky supe que quería trabajar con Mélusine. Fue una de las tres niñas que preseleccionamos para los ensayos y pruebas de pantalla. Queríamos conocerlas mejor, calibrar su madurez y ver cómo reaccionaban ante un tema tan duro como el de la película. Nos quedamos con dos, una niña con mucho instinto y Mélusine, que era mucho más profesional y, por lo tanto, fue la elección más lógica. Estaba hecha para la película y nos dejó sorprendidos a todos. Es perfectamente consciente de lo que está transmitiendo y tiene una especie de sexto sentido para la cámara que hace que siempre acierte sin ningún titubeo ni nada. Como dijo François Ozon, «Mélusine no es una niña, es una actriz.» Teniendo en cuenta la complejidad del papel y su edad, tuvimos mucha suerte de encontrarla.


- P: También es una agradable sorpresa encontrarnos a Aidan Quinn, compañero de Brad Pitt en Leyendas de pasión, que interpreta al hijo de Sarah, algo que descubrimos gracias a la investigación de Julia. ¿Cómo llegaron hasta él?

R: A veces Tatiana resume su novela como la historia de un hombre que consigue descubrir quién fue su madre. Para el papel de William buscaba una personalidad y un carisma concretos... Es crucial para la historia, porque le da significado al viaje de Julia. Buscamos mucho hasta dar con el actor adecuado, pero aunque el nombre de Kristin nos abrió muchas puertas, los agentes estadounidenses nos ignoraban educadamente cuando explicábamos que sólo teníamos tres días para rodar y no mucho dinero. Algunos actores dijeron que sí, pero a un precio que no podíamos permitirnos. Y entonces, un día, la directora de reparto en Estados Unidos nos llamó y nos dijo que esperaba una respuesta de Aidan Quinn. Me sorprendió mucho, pero era como un sueño hecho realidad, un actor cuya cara reconoce cualquier aficionado al cine, pero que puede dar vida a propia a tu personaje. Y encima Aidan es una magnífica persona, muy generoso y algo peculiar, que se sumergió totalmente en el personaje. Su interpretación es excelente.


- P: Y tras reunir a tanto talento, ¿cuál fue el principal objetivo al empezar el rodaje?

R: Queríamos conseguir una película familiar, accesible y para todos los públicos, pero que llevara a la reflexión. Quería volver a los principios básicos a las formas clásicas. Y quería demostrarme a mí mismo que podía hacerlo.


- P: ¿Con qué enfoque estético pretendían conseguirlo?

R: Al principio mi principal preocupación era cómo separar las dos épocas en que transcurre la historia y cómo contener la historia, sin perder el punto de creatividad. Pero también quería mostrar los dos mundos opuestos en los que viven Sarah y Julia: el caos de la guerra y la ocupación, en contraposición con la acomodada vida que lleva Julia. Decidí rodar todas las escenas de 1942 cámara en mano y con objetivos cortos, para estar siempre cerca de los personajes y de la acción, y entremezclarlo con escenas más líricas, como la de la fuga de Beaune-la-Rollande, para que la película respirara un poco. Para la acción del presente, opté por un enfoque más clásico, reduciendo las escenas para que todos los primeros planos y los movimientos tuvieran más significado. Intenté que el público pudiera seguir la historia sin que mi estilo directorio les distrajera de la acción. Aunque obviamente debía ser algo presente.


- P: ¿Cómo enfocaron y resolvieron el problema de recrear el Velódromo de invierno, el estadio en el que encerraron a los judíos tras la redada?

R: Me reuní con algunos supervivientes y lo único que recordaban era el sofocante calor, los ruidos, el hedor y la gente amontonada. Sus relatos me llevaron a un enfoque aún más intenso, e intenté capturar estos aspectos de un modo casi impresionista, más que buscar una recreación del estadio. Pero luego vi El otro sr. Klein y me di cuenta de que Losey rodó parte de la película en el velódromo Jacques Anquetil en Vincennes, cerca de París, que conserva la misma estructura de acero inspirada por la Torre Eiffel que tenía el velódromo de invierno. Y supe que podíamos rodar allí, sobre todo cuando el equipo de efectos especiales confirmó que podíamos colocar un techo al velódromo descubierto. Rodamos allí las escenas y la gente de MacGuff hizo un excelente trabajo posterior. Al final sólo hay cuatro tomas con efectos especiales en toda la secuencia. Para el resto, separé las escenas para lograr el efecto de tumulto sin tener que contratar a más de 500 extras que llenaran la pantalla. Quería que el público experimentara la inmensidad del velódromo, sin ser muy obvio, porque temía que los efectos especiales eclipsaran lo que yo pretendía contar, a expensas del realismo de la situación. También abandoné la idea de un plano definitorio, que sólo se habría podido rodar desde fuera, porque quería que el público entrara en la acción. Todos los planos del velódromo son desde el punto de vista de Sarah.


- P: ¿No siente algún tipo de responsabilidad hacia el contenido histórico en momentos así?

R: Estaba aterrorizado. Mientras escribía el guión no pensaba mucho en todo esto, porque afrontaba los problemas uno a uno, pero cuando leí La petite fille du Vel d’Hiv de Annette Müller, sobre cómo escapó del velódromo cuando era una niña algo más pequeña que Sarah, me acordé de todo de golpe. Fue entonces cuando me di cuenta de que yo también iba a inmortalizar aquel suceso. Y aún me preocupé más cuando volví a ver La lista de Schindler y me pregunté a mí mismo dónde me estaba metiendo con sólo 35 años.


- P: ¿Hay alguna escena en concreto que le preocupara más que el resto?

R: La escena en la que separan a los niños de sus madres. Sobre todo porque cuando empecé a rodarla Annette Müller estaba junto a mí.


- P: ¿Le pidió que estuviera presente?

R: No, fue ella. Vino con su hermano, Michael, que pasó por el mismo trauma que ella en 1942.


- P: ¿Cómo se sintió al recrear una escena tan horrible?

R: Estaba como en una burbuja. No quería que la emoción de la escena me afectara. Coloqué la cámara a una cierta distancia para ver cómo se movían los extras, que fueron excepcionales. Algunos incluso se desmayaron. Luego fui acercando la cámara, gradualmente. Por la mañana fui incapaz de capturar lo que presenciaba, aquella horrible barbaridad, y empecé a frustrarme. Le pedí al cámara que se colocara entre los actores con un objetivo de catorce milímetros, incluso aunque los extras chocaran con él y movieran el plano. Recibió algunos golpes, pero en cinco tomas logró capturar el caos que se percibe en pantalla.


- P: Con La llave de Sarah usted se convirtió en el primer director en rodar una película en el museo-monumento al Holocausto de París.

R: Exacto, el monumento no había aparecido en ninguna otra película. La escena en la que el personaje de Kristin va al museo era muy arriesgada, porque habríamos podido acabar con una escena muy política. El hombre que conoce allí resume su misión como «alejarse de las cifras y las estadísticas y dar un rostro y una realidad a todas estas vidas.» Estas palabras definen mi objetivo real para la película. Hasta hoy, las películas sobre el holocausto habían buscado explicar la Historia, en mayúscula, un objetivo muy lógico y necesario. Pero yo no me sentía cómodo, porque ya se había hecho demasiadas veces y para mí, nada puede superar a La lista de Schindler. Y me pregunté qué podía hacer yo para aportar mi granito de arena, y lo que se me ocurrió fue intentar que la gente experimentara la tragedia dejando de lado las palabras especializadas y buscando la historia más humana, para que el público entrara en contacto con los sucesos, independientemente de su opinión u origen. El personaje de Kristin es estadounidense y no judío, por lo que la historia de Sarah y la del holocausto no son sus historias, pero la tocan indirectamente. Le puede pasar a cualquiera.


- P: En vista de esto, ¿qué expectativas tiene para la película?

R: La llave de Sarah es una obra de ficción, pero la novela sobre la que se basa está muy bien documentada en referencia a los hechos históricos que describe, hasta los detalles más pequeños. Al rodar la historia de Sarah, Julia, William y el resto he hecho una película con la que todos podemos identificarnos, una película que nos acerca la historia sin una voluntad paternalista o moralizadora.


Biografía del director Giles Paquet-Brenner
Gilles Paquet-Brenner es un director y guionista francés, nacido en París, en 1974. Su primer largometraje, Les jolies choses, se estrenó en noviembre de 2001, y recibió el apoyo inmediato de público y crítica. La película, con un guión adaptado a partir de una novela de la corrosiva novelista francesa Virginie Despentes (Baise Moi, Teen Spirit) recibió numerosos premios, entre los que destaca el de la MPAA (Asociación Cinematográfica de Estados Unidos) al mejor guionista joven francés, que Gilles arrebató de las manos a Jack Valentí, en el Festival de Cine estadounidense de Deauville.

Studio Magazine apuntó hacia «el nacimiento de un autor», Le Figaro lo cualificó de «poesía moderna, una delicada mezcla de vulgaridad y belleza» y Premier afirmó que se trataba de «un complejo guión sobre la búsqueda de la identidad, con un interesante e innovador tratamiento visual», y eso sin mencionar que incluso siete años antes de recibir el Oscar por su papel en La vida en rosa, Variety ya descubrió un «diamante en bruto en Marillon Cotillard» que consiguió su segunda nominación a los premios Cesar como mejor actriz revelación. Les jolies choses es la película que ayudó a descubrir el excepcional talento interpretativo de Marillon Cotillard.

Dos años más tarde, con Gomez & Tavares, Gilles intentó atraer al público general con una película comercial. Se trata de una comedia de acción, homenaje a las series televisivas y películas que le gustaban de niño, y que fue un éxito tan rotundo que cinco años después se rodó la secuela. Le Parisien la cualificó de «humor, acción y bellas mujeres: una mezcla espectacularmente eficaz», y para Variety fue «una magnífica película de acción con excelente reparto, y un trasfondo de misterio con una dosis perfecta de sorpresas, peleas y maravillosas escenas de acción».

Para su tercera película, UV, el joven director se encontró de nuevo en terreno desconocido. La historia, un thriller psicológico con una atmósfera sofocante, bebe de la influencia de Moravia y del cine francés e italiano de principios de los años sesenta, y plantea un cínico y discreto enfrentamiento ente el legendario Jacques Dutronc y la estrella emergente Nicolas Cazalé. Aunque el público quedó algo desconcertado, para L’Express se trató de «una obra ejecutada a la perfección», Elle destacó «la peculiar e inquietante calma que permite fijarse en los espléndidos personajes y el maravilloso reparto», y aVoir-aLire resaltó que se trataba de «una feroz sátira social».


Entrevista con Kristin Scott Thomas

- P: ¿Había leído la novela de Tatiana de Rosnay antes de que Gilles Paquet-Brenner le ofreciera un papel en la versión cinematográfica?

R: No, pero mi hija sí y estaba entusiasmada.


- P: ¿Qué le hizo querer formar parte de esta aventura?

R: Conocí a Giles en Nueva York, donde actuaba en una obra de teatro, la noche en que Obama ganó las elecciones presidenciales. Había leído el guión y lo encontré increíblemente interesante, porque aborda de frente el complicado tema de cómo vivir con el pasado y seguir adelante con nuestras vidas, con la memoria llena de dolorosas historias que nos provocan sentimientos de culpabilidad y vergüenza. Son cuestiones que mucha gente ha llevado dentro durante muchos años. También me gustó el hecho de que La llave de Sarah trataba sobre la redada de judíos de 1942 en París, que es algo casi tabú, pero desde un punto de vista diferente, fijándose en la consciencia moderna de una tragedia que la mayoría han olvidado. En aquel momento Francia se dividía entre los héroes y colaboradores por un lado, y la inmensa mayoría que sólo quería salvarse, por el otro. Es bueno y liberador poder tratar estos temas.


- P: ¿Cómo se prepararon usted y el director para la película?

R: No nos vimos mucho antes del rodaje, porque yo estaba ocupada con otras películas y no pudimos quedar. Justo antes de empezar, Gilles me enseñó las escenas de 1942 que se acababan de rodar y eso me ayudó mucho. En el rodaje, lo que más me sorprendió fue su actitud frente a los problemas. Cuanto más difíciles se ponían las cosas, más claras y precisas eran sus indicaciones y decisiones. Eso nos daba mucha tranquilidad.


- P: ¿Fue complicado entrar en el personaje de una periodista estadounidense casada con un francés que hace un reportaje sobre la conmemoración de la redada?

R: No mucho, porque mi personaje es muy cercano a mí, socialmente. Tengo muchos amigos periodistas, como Julia. Yo podría ser ella perfectamente, por lo que me fue muy fácil identificarme con su vida. Además, leí la novela de Tatiana de Rosnay antes de rodar y eso me ayudó a concretar aun más el personaje. Pero es importante entender que el personaje del libro no es el mismo que el de la película.


- P: ¿Investigó sobre esta tumultuosa parte de la historia francesa?

R: No, porque decidí enfrentarme a los hechos al mismo tiempo que lo hacia Julia. Obviamente sabía cosas sobre esa época, porque creo que todos debemos conocer qué les sucedió a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, pero jamás había visitado el monumento conmemorativo al holocausto, por ejemplo, y decidí no ir antes del rodaje, para experimentar la situación igual que lo haría Julia. No quería que mis propias preconcepciones se impusieran a las del personaje, sino que preferí construirlo todo desde cero. Quería compartir el viaje de esta mujer que se deja llevar por sus emociones cuando se da cuenta de que los acontecimientos del pasado están afectando su vida personal y las importantes decisiones que debe tomar. Por supuesto la idea de experimentar todo esto durante el rodaje también me atrajo a aceptar el proyecto.


- P: ¿Qué recuerdos tiene de cuando rodaron la escena en el monumento de conmemoración del Holocausto?

R: No me resultó muy extraño porque mi suegra ha participado activamente en acciones para que esta tragedia no se olvide jamás. Formó parte de un comité que luchaba por colocar placas en las escuelas con los nombres de los niños judíos deportados. Cuando las ves, o cuando entras en el museo del holocausto, y te enfrentas cara a cara con todos estos recuerdos, tu percepción de las cosas cambia. Como dice mi personaje en la película, cuando profundizas en el tema, te das cuenta de que es muy fácil imaginarse la importancia de ver como se llevaban a estos niños sin que pudieras protegerlos. Mi reacción al monumento al holocausto fue muy intensa, la misma que habría tenido mi madre.


- P: Su interpretación en aquella escena fue muy reservada y contenida. ¿Se buscó deliberadamente el alejarse del sentimentalismo?

R: Teníamos que evitar esta trampa a toda costa, la del sentimentalismo excesivo. No hay que olvidar que el objetivo de la película es demostrar que la vida sigue y que el ser humano tiene esta capacidad de recuperarse ante la peor de las tragedias. Incluso después de todo lo que sufre, Sarah deja atrás a sus propios hijos. Era importante no centrar toda la atención en emociones inútiles, incluso si a mí, personalmente, me afectara profundamente. Mi personaje debe superar sus emociones. No hay que olvidar que Julia es una reportera de investigación que tiene en cuenta los hechos desde un punto de vista profesional. No empieza a sentirse afectada e indefensa hasta que su investigación la lleva hacia Sarah y su historia. Y luego se da cuenta de que, tras haber perdido toda esperanza, está embarazada, pero su marido le pide que aborte. Todos estos elementos minan su personalidad y hacen que se sienta más vulnerable, pero mi interpretación no podía ser muy exagerada, porque la parte de la película que transcurre en 1942 ya es lo bastante sobrecogedora, y habría sido contraproducente exagerar las emociones en la parte moderna de la historia. De hecho, la comparación de las dos épocas nos demuestra que aunque las personas lograron superar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, Julia siente que su mundo se derrumba cuando intenta hacer frente a situaciones mucho más simples.


- P: ¿Hubo alguna escena que le preocupara más que las otras durante el rodaje?

R: Creo que en este caso me lo tomé todo paso a paso, sin preocuparme de las complicaciones futuras. Pero tuvimos mucha suerte, porque rodamos en orden cronológico, y acabamos con la última escena, y eso te ayuda mucho a construir tu personaje.


- P: Usted tiene una conmovedora escena de reencuentro con el personaje de Aidan Quinn ¿que es lo que más le gusta de el como actor?

R: Su sencillez. Como aficionada al cine he sido fan suya desde hace años, y fue una sorpresa ver lo profesional que es y lo poco estrella de Hollywood que es. Fue una maravilla trabajar con el, porque todo fue muy natural.


- P: ¿Le hizo ilusión reencontrarse con Frédéric Pierrot, compañero suyo en Hace tanto que te quiero que interpreta al marido de Julia?

R: También fue una maravilla y de hecho fui yo quien le sugirió para el papel. Frédéric tiene un gran talento y es fascinante ver con qué facilidad se mete en un personaje tan complejo y multifacético: padre de familia, hijo enredado en asuntos turbios del pasado, marido y empresario.


- P: ¿Es difícil salir del personaje cuando acaba un rodaje?

R: No. El rodaje fue complicado porque, como ya he comentado, tuve que interpretar a esta mujer que se lo guarda todo dentro. Julia quiere desentrañar todo el misterio del pasado mientras una nueva vida se gesta en su interior. Es una contradicción muy compleja de interpretar y que requirió una gran concentración.


- P: ¿Cómo se sintió la primera vez que vio la película?

R: ¡Me encantó! Durante el rodaje jamás tuve una idea completa de la fuerza de la película. Lo que no se veía en el guión, y lo que Gilles logró a la perfección durante la fase de edición, fue la increíble mezcla entre presente y pasado. Gilles consiguió enlazar de un modo muy bien definido los dos periodos, y por eso al final, como espectadores, estamos tan enganchados a la investigación de Julia como a la fuga de Sarah. Y esto tuvo que ser un reto.


Entrevista con Mélusine Mayance

- P: ¿Que te hizo querer ser actriz?

R: Mis padres siempre me han llevado a ver todo tipo de películas. Tenemos una videoteca llena de DVDs. Vi Parque Jurasico con ellos cuando sólo tenía tres años y me encantó. Y aunque trabajan en el mundo del cine, jamás me empujaron a actuar. Eso sucedió por casualidad cuando un cazatalentos me vio fuera de mi colegio y me invitó a participar en una audición para Ricky de François Ozon. Fui y me cogieron.


- P: ¿Y cómo llegaste a trabajar en La llave de Sarah?

R: Me llamaron para una audición que se hizo en tres partes con tres escenas diferentes. La primera vez estaba sola, y luego me hicieron actuar junto a la niña que interpreta a la chica con quien Sarah huye.


- P: ¿Cómo te sentiste al leer el guión?

R: Intente leerlo para la audición, y me encantó. Me entusiasmo la historia, mi personaje... todo. No sabía mucho sobre la Segunda Guerra Mundial, y aprendí un montón mientras me preparaba para el papel.


- P: ¿Y cómo te preparaste?

R: Parte del trabajo de mi padre es trabajar con los actores durante el rodaje, y se convirtió en mi preparador particular. Trabajó el papel conmigo, para ayudarme a aprenderme mi texto y entender los sentimientos. Después todo me pareció más sencillo. Leí la novela de Tatiana de Rosnay con mi madre, y le hice muchas preguntas y buscamos información por Internet para saber más cosas sobre esa época. También leí La petite fille du Vel d’Hiv de Annette Müller. Y cuando acabé su novela intenté descubrir si seguía viva, porque quería conocerla, no para hacerle un montón de preguntas, sino para darle un gran abrazo, porque su historia me hizo llorar mucho. Curiosamente Gilles lo había organizado todo para que yo pudiera conocerla justo antes de rodar la escena en la separan a las madres de sus hijos antes de que se los lleven a los campos de concentración. Después, mi madre me preguntó qué le había dicho, y le contesté «nada, solo le he abrazado y he llorado.»


- P: ¿Cómo te afectaron las escenas más duras de la película, como la de la separación?

R: Fue como cuando rodé Ricky. Me sentí como la pequeña Sarah, cuando la separan de su madre, y sentí lo mismo que ella al pasar por aquella situación. Pero no es que confunda realidad con ficción. Después de cada escena volvía a ser yo misma, sin ninguna preocupación. No quede traumatizada ni nada...


- P: ¿Qué tal fue trabajar con Gilles Paquet-Brenner?

R: Maravilloso. Siempre encontraba el modo de ayudarme a entender lo que quería. Fue genial trabajar con él y se que luchó para que me dieran el papel a mí. Es increíble saber que tenía tanta confianza en mí.


- P: ¿Quieres seguir siendo actriz?

R: Sí, por supuesto, y en todo tipo de películas. Sueño con hacer muchas cosas diferentes: comedias, trabajar con Jean-Pierre Jeunet, Tim Burton... Es un trabajo maravilloso. Siempre me siento algo triste cuando acaba un rodaje, y cuando pasa mucho tiempo entre dos películas, porque lo hecho de menos. Siempre disfruto con los nuevos proyectos.


Unas palabras de Tatiana de Rosnay
Para un escritor es muy duro aceptar la visión de un director sobre su novela, pero yo decidí confiar en Gilles Paquet-Brenner desde el principio. Cuando me explicó su punto de vista sobre mi Sarah, me encantó ver el entusiasmo que ponía en el proyecto. Y luego estaba Serge Joncour, un gran amigo y escritor de talento, y sabía que la nueva Sarah nacería a través de sus ojos.

Leí el guión y me gustó. Hay que decir que cualquier escritor cree que un guión es un texto demasiado árido, y que le faltan descripciones y matices, pero eso es porque no contamos con la interpretación del actor. Yo aún no lo sabia, pero vi que Gilles y Serge habían respetado mi novela y no habían hecho ningún gran cambio.

Y entonces empezó la aventura del rodaje. Conocer a Mélusine Mayance, que interpreta a Sarah, fue inolvidable. Todavía puedo verla mientras se me acercaba, con una estrella amarilla en el pecho y su carita y brillantes ojos. Mi Sarah! Fue un intenso momento, totalmente irreal. Y más tarde conocí a Kristin Scott Thomas, que es Julia Jarmond. Participe como extra en una de sus escenas, que es otro momento mágico que jamás olvidaré. Y luego el día que vi la película finalizada por primera vez, con Serge. Estaba asustada, temía que me decepcionara y que no consiguiera reconocer a «mi Sarah». Los diez primeros minutos son como una neblina, porque no podía sacarme mi novela de la cabeza. Pero de repente entré en la película y me enamoré. Y al final, con la última escena, me invadió una increíble emoción y empecé a llorar. Sí, lloré.

La película es muy comedida, como mi novela. No busca la emoción y la lagrima fácil. La interpretación de Kristin Scott Thomas como la periodista que busca la verdad a cualquier precio es excepcional. Michael Duchaussoy es perfecto y maravilloso como Edouard Tezac. La Mamé de Gisèle Casadesus me encandilo; Niels Arestrup y su áspero Jules Dufaure es perfecto; La intensa mirada de Aidan Quinn es sobrecogedora. Todos los actores tienen su lugar en la película, Frédéric Pierrot, Dominique Frot, Natasha Mashkevich, y también en el corazón de esta escritora, porque se han convertido en la representación de mis propios personajes.

Gilles Paquet-Brenner logró capturar la emoción que quise compartir con mis lectores cuando escribí la novela. El retrato de una mujer que abre la caja de Pandora. La desgarradora imagen de una niña pequeña a la que le destrozan la vida. Y de un hombre que no sabía nada de su madre. Es una historia sobre el tabú que aún rodea uno de los momentos más duros de nuestra historia, sesenta años después. Gracias, Gilles.

Tatiana de Rosnay

Le Voisin (Editions Heloise d’Ormesson) y Boomerang (Le Livre de Poche) se acaban de publicar en Francia, pero las novelas de Tatiana de Rosnay ya son éxitos internacionales. Según la revista Bookseller en 2009 Tatiana de Rosnay fue la autora francesa que más vendió en toda Europa.

También es la novelista francesa con más lectores en los Estados Unidos, con más de un millón de copias vendidas de La llave de Sarah y 64 semanas en la lista de superventas del New York Times.

Poco antes del estreno de la película, las cifras de ventas de La llave de Sarah eran las siguientes:
Ventas en Francia: más de 400.000 copias, entre las varias ediciones.
Ventas internacionales: alrededor de 2.200.000 copias.