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El pasado cartel reducidoEl pasado(Le passé)
Dirigida por Asghar Farhadi
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Premio a la Mejor Actriz para Berenice Bejo en el Festival de Cannes 2013. Farhadi cosechó éxito de crítica y público con su anterior película; “Nader y Simin, una separación”, siendo una de las películas más premiadas del 2011, obteniendo el Oscar® a la Mejor Película de Habla No Inglesa.

Alabada por la crítica especializada, la nominada al Oscar® Berenice Bejo, agradeció el galardón a su director: "sacó lo mejor de mí".


Entrevista con Asghar Farhadi

P: Entre Nader y Simin, una separación y EL PASADO se habló de otra película. ¿Qué ocurrió?

R: Así es. Escribí otro guión después de A propósito de Elly, durante una estancia en Berlín, antes de rodar Nader y Simin, una separación. El distribuidor francés Alexandre Mallet-Guy leyó ese guión, le gustó y decidió producirlo, o bien en Alemania o en Francia. Después de varios viajes me incliné por París y empecé a trabajar en serio en el proyecto. Un día, charlando en un café, de pronto dije que tenía otra historia en la cabeza. Solo era una sinopsis, pero al contar la idea me di cuenta de que algo empezaba a tomar forma, me había cruzado con otro relato. Poco a poco nos inclinamos por esa nueva historia. La desarrollé y enseguida escribí un primer tratamiento. Así nació EL PASADO. París seguía teniendo un papel: si se quiere hacer una película que habla del pasado, hay que desarrollarla en una ciudad como París. No habría podido situarla en cualquier parte.


P: Sin embargo, el París histórico no tiene cabida en la película.

R: Tuve mucho cuidado de no abusar de la dimensión histórica de la arquitectura de París para no hacer una película turística. Decidí muy pronto que la casa del personaje principal, donde transcurre la mayoría del relato, estaría en las afueras. París está, pero es una presencia discreta, en segundo término. El peligro de cualquier realizador que decide rodar una película fuera de su contexto de origen es incluir lo primero que le llama la atención. Por eso quise hacer lo contrario. Ya que me fascina la arquitectura de París, he querido ir más allá y buscar otra cosa.


P: ¿Cómo fue la escritura del guión, cómo construyó la historia?

R: Nunca escribo una historia lineal. No hay un punto de partida ni uno de llegada. Siempre cuento varias historias que nacen de forma independiente y que acaban convergiendo hacia una situación común. En este caso, un hombre que lleva varios años separado de su mujer viaja a otra ciudad para formalizar el divorcio. Y otro hombre debe ocuparse solo de su hijo porque su mujer está en coma. Estos fragmentos de historias cogen cuerpo paralelamente y acaban tomando la misma dirección. Escribo de forma intuitiva, pero en cuanto acabo la sinopsis, empiezo a hacerme preguntas acerca de lo poco que conozco de la historia. Si sé que ese hombre viene para divorciarse, me preguntaré por qué se fue hace cuatro años. Y si vive en la casa de la mujer, me preguntaré qué ha pasado.


P: ¿Su observación de la vida en Francia está reflejada en el guión?

R: Me hice muchas preguntas sobre las diferencias: ¿Qué cambiaría si la historia trascurriese en Irán? En mis películas, los personajes tienden a expresarse de forma indirecta. Es una actitud habitual en mi cultura y un recurso dramático que utilizo a menudo. Noté que en Francia no es tan habitual. Todo es relativo, pero los franceses se expresan, generalmente, de modo más directo. Por lo tanto, debía adaptar el desarrollo de mis personajes franceses a ese nuevo parámetro. Fue un proceso delicado y largo.


P: Sin embargo, es el personaje iraní el que hace hablar a los demás.

R: De hecho, es un catalizador, alguien que permite a los demás hablar para que salgan a la luz cosas que no se han dicho en mucho tiempo. Pero creo que no lo controla, no lo hace a propósito. Me esforcé para que la nacionalidad no definiera a los personajes. Su comportamiento se ve definido por la situación, y en una situación crítica, las diferencias empiezan a borrarse.


P: Uno de los actores ha dicho que la idea de la película le surgió al ver a alguien en coma…

R: No, no fue así. Fui a ver a pacientes en coma para documentarme. Desde siempre, y sin la menor experiencia personal de una situación similar, asocio la idea del coma a un espacio dudoso, ¿se está en la vida o en la muerte? ¿Cómo se considera a la persona en coma, muerta o viva? Toda la película se apoya en la noción de duda. Los personajes se enfrentan a un dilema constante, están en una encrucijada. En Nader y Simin, una separación, el protagonista se encuentra en una situación algo compleja, pero común: Debe escoger entre el bienestar de su padre y el de su hija. EL PASADO plantea algo diferente: ¿Debe privilegiarse una cierta lealtad hacia el pasado o renunciar a él para lanzarse hacia el futuro?


P: ¿Cree que este dilema se ve aumentado por la complejidad de la vida actual?

R: Probablemente. Creo que se tiende a pensar que el futuro es impreciso porque se desconoce. Pero el pasado me parece aún más opaco. Actualmente tenemos numerosas huellas palpables del pasado, y debería ser más cercano que antes. A pesar de las fotografías, de los correos electrónicos, de todo, el pasado es aún más oscuro. Es posible que la vida actual tienda a ir hacia delante y a ignorar el pasado. Pero la sombra del pasado siempre está presente y nos tira hacia atrás. Me parece que ocurre en Europa y en el resto del mundo; por mucho que nos esforzamos en propulsarnos hacia delante, el peso de los acontecimientos pasados sigue frenándonos.


P: ¿Qué le hizo escoger a Bérénice Bejo para el papel de Marie?

R: Conocí a Bérénice durante un viaje a Estados Unidos, donde había ido a promocionar The Artist. Mi primera impresión fue que era una persona cálida y sincera. Es fácil entablar una conversación, un intercambio con ella. Viéndola en The Artist me quedé convencido de era una intérprete inteligente. Para mí son dos cualidades necesarias que debe poseer un actor: ser una persona inteligente y comunicar una energía positiva en la pantalla. En otras palabras, ser una persona interesante y atractiva con la que el espectador quiera estar.


P: Dice que, el primer día de pruebas, buscaba algo en su rostro…

R: Sí, la duda, algo muy palpable en Marie. Pero Bérénice no es una mujer que duda. Sin embargo, enseguida me demostró que era capaz de interpretar a un personaje que duda.


P: El personaje de Marie hace que la situación vaya hacia delante…

R: Marie está decidida a ir hacia delante y deshacerse del pasado. Pero no sé si lo conseguirá… El pasado representa un lastre mayor para los personajes masculinos. La última vez que vemos a Marie en la película, se acerca a la cámara, Ahmad está detrás, y ella le dice: "No quiero volver atrás". Entonces, se vuelve y da la espalda al pasado, a la cámara, y a nosotros, los espectadores. En ese aspecto puede describirse como el personaje más progresista. Pero no sé por qué las mujeres tienen ese papel en mis películas… Como en Nader y Simin, una separación.


P: ¿Cuáles son las cualidades de Tahar Rahim, que interpreta a Samir?

R: En Irán vi Un profeta y supe inmediatamente que era un actor diferente, que poseía una capacidad interpretativa excepcional, que podía adaptarse a papeles muy complejos. Por eso quise trabajar con él. Una de las características más preciadas de Tahar, en mi opinión, es su vertiente de niño. Ha conservado algo de las emociones y reacciones de la infancia.


P: Háblenos de Ali Mosaffa.

R: Ali tiene algo muy especial como actor y como persona: es una persona comedida en sus expresiones, en sus movimientos. Da la impresión de que su mundo interior es muy rico. Atrae a los demás, dan ganas de saber más acerca de él. Me parece que estos rasgos se desarrollaron en Ahmad después de que escogiera a Ali para el papel. Necesitábamos a un actor iraní que hablara francés, lo que restringía mucho la selección. Cuando me decidí a hacer venir a Ali, me costó creer que sería capaz de dominar el francés en unas cuantas semanas, pero fue impresionante. Todos los que le conocieron al llegar y le oyeron el primer día de rodaje se quedaron atónitos.


P: En una versión del guión, el personaje de Ahmad tenía un vínculo con el cine, como si aún mantuviese la función de dialoguista de los otros personajes.

R: Sí, en una primera etapa imaginé que podía estar ligado al cine. Poco a poco me di cuenta de que no quería definir su profesión, era mejor saber poco sobre ese hombre. Nos gustaría conocerle mejor, saber de dónde viene, pero nunca llega el momento idóneo para que se presente de modo más concreto. Incluso cuando intenta justificar su ausencia y su regreso a Irán, el otro personaje no le deja hablar. Puede que haga películas, documentales, fotos… Al no saberlo, todo es posible. Pero creo que su profesión le obliga a estar en su país, por eso dejó Francia.


P: ¿Es más intelectual que Samir?

R: Ahmad es de esos hombres que hacen cosas. Cuando llegan a alguna parte, reparan algo, o cocinan, pero hacen algo concreto. Son personas que se sienten fatal fuera de su elemento, porque no estar en su entorno les condena a la inmovilidad, a la inactividad. Para Ahmad, la inactividad es sinónimo de sufrimiento, por lo que se entiende que haya sufrido una depresión a causa de la pasividad impuesta por el contexto.


P: ¿Cómo ha dirigido a la joven Pauline Burlet en el papel de Lucie, uno de los ejes del relato?

R: Vi a muchas chicas de su edad antes de escoger a Pauline, y la elegí después de ver una prueba filmada. Supe que tendría la fuerza necesaria para el papel. La clave de su interpretación está en la motivación. Al igual que Ahmad, Lucie es secreta, reservada. La introversión de ambos les acerca. También en la realidad, Pauline tiene algo misterioso en la mirada. Aunque en el guión, Lucie no es la hija de Ahmad, era importante que dieran la impresión de parentesco, de ser padre e hija, de estar en connivencia. Lucie es la que más echa de menos a Ahmad desde que se fue; no solo perdió al marido de su madre, sino a un padre.


P: François Truffaut decía que los niños no saben mentir en el cine y ofrecen una verdad diferente de los actores adultos. ¿Está de acuerdo?

R: He llegado a la conclusión de que soy incapaz de hacer una película donde no haya niños, aunque es difícil trabajar con ellos. Pero tengo la sensación de que su presencia abre el ambiente de la película a las emociones y a los estados afectivos. Insuflan sinceridad a la historia. Y, efectivamente, en mis películas, los niños no mienten si los adultos no les obligan a hacerlo.


P: En esta película, ¿los niños son a la vez testigos y víctimas de los adultos?

R: Hay un niño al que nadie ve en esta película, el que Marie lleva en su seno. Antes de su nacimiento, los demás ya han decidido su destino. Me pregunto lo que le contarán de su pasado, de los acontecimientos que precedieron su nacimiento.


P: Nader y Simin, una separación es una película rodada cámara en mano, pero aquí, la cámara es mucho más pausada. ¿A qué se debe este cambio de estilo?

R: Cuando la historia empezó a cobrar forma y fui a ver los decorados, entendí que esta película exigía una mayor estabilidad, una cámara más fija, menos nerviosa. En Nader y Simin, una separación todo ocurría en el momento, ante la mirada del espectador. En EL PASADO solo contemplamos las consecuencias de acontecimientos pasados y cómo afectan a los personajes. Al ser una película más interiorizada, la cámara debía moverse menos.


Asghar Farhadi (Realizador y guionista)
Nació en 1972 en Ispahán (Irán). Pronto descubrió sus inclinaciones artísticas, lo que le empujó a escribir y a sumergirse en el mundo del teatro y del cine. Después de estudiar en el Instituto del Cine Joven, se matriculó en la Universidad de Teherán, donde se licenció en Realización en 1998. Durante los diez años que duró su formación, realizó seis cortometrajes, dirigió dos series de televisión y escribió varios guiones.

En 2001 coescribió con Ebrahim Hatamikia el largometraje Ertefae Past (Alturas bajas), muy bien acogido por la crítica y el público. En 2003 estrenó su primer largo, Raghs dar ghobar (Bailar con el polvo), que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Fajr (Teherán), y el Premio al Mejor Actor y el de la Crítica en el Festival de Cine de Moscú.

Un año después, Sha-re ziba (La bella ciudad) fue galardonada en el Festival de Fajr y en el Festival Internacional de Cine de India, además de ganar el Premio a la Mejor Película en el Festival de Varsovia.

Chaharshanbeh suri (Fiesta del fuego), su tercera película, se estrenó en 2006 y obtuvo tres premios en el Festival de Fajr, Mejor Realización entre ellos, y fue galardonada con el Hugo de Oro a la Mejor Película en el Festival de Chicago y con el Premio al Mejor Guión en el Festival de los 3 Continentes de Nantes.

Director y guionista prolífico, ha sabido rodearse de un grupo de actores y actrices fieles, de los que destacaremos a Taraneh Alidoosti, con la que trabajó por tercera vez en A propósito de Elly, donde interpreta el papel principal. Esta película de suspense psicológico con un reparto coral sedujo al público iraní y causó una fuerte impresión en la 59 edición de la Berlinale, donde obtuvo el Oso de Plata al Mejor Director, y en el Festival de Tribeca (Mejor Película).

Con Nader y Simin, una separación volvió a rodar con algunos de los actores de A propósito de Elly, como Peyman Moadi. Después de ser galardonada con los más prestigiosos premios en el Festival de Fajr, ganó el Oso de Oro a la Mejor Película y el Oso de Plata a la Mejor Interpretación Femenina y Masculina (ex-aequo a todos los actores de la película). Esto fue el comienzo de una larga lista de premios, setenta en total, entre los que destacaremos el Globo de Oro y el César a la Mejor Película Extranjera, así como el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa. La película se vendió en todo el mundo con recaudaciones inéditas hasta la fecha para una producción iraní.

EL PASADO, galardonada con el Premio MEDIA de la Unión Europea, se ha rodado íntegramente en francés en París.

FILMOGRAFÍA
2013 - EL PASADO
2011 - NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN - Oso de Oro (Mejor Película) y Oso de Plata (Mejor Interpretación Masculina y Femenina), Festival de Berlín 2011.
2009 - A PROPÓSITO DE ELLY – Oso de Plata (Mejor Dirección), Festival de Berlín 2009
2006 - CHAHARSHANBEH SURI (Fiesta del fuego)
2004 - SHA-RE ZIBA (La bella ciudad)
2003 - RAGHS DAR GHOBAR (Bailar en el polvo)


Una entrevista con Bérénice Bejo

P: ¿Cuál fue su primera impresión al recibir el guión de EL PASADO?

R: El guión me llegó al cabo de un mes de espera. Hablé con Asghar, me fui de vacaciones y esperé a que me mandara el guión o me dijera si me daba el papel. Cuando por fin lo recibí, fue como tener un objeto de mucho valor entre las manos. He vuelto a encontrar todo lo que me había gustado en sus películas anteriores. Una atmósfera, personajes que no son de un solo color, que siempre mantienen algo misterioso, y una historia compleja que nos obliga a cambiar de opinión a medida que la seguimos. Estaba encantada cuando acabé de leerlo.


P: ¿Cómo fue el primer encuentro con Asghar Farhadi?

R: Quedé con él dos horas antes de salir hacia el aeropuerto. Nunca había hecho una prueba como esa… Él intentaba encontrar algo en mi rostro, pero no sé qué. Me puso algodón en la boca, me hizo fruncir el ceño, me cambió la forma de los labios. Incluso llegué a decirle a la maquilladora: "Si quiere cambiarme de cara, más vale que busque a otra". Apenas hablamos, un poco del personaje y nada más. Cuando me despedí, no sabía nada.


P: ¿Qué decía al hablar del personaje?

R: "Es una mujer que tiene dos hijos, está enamorada de un hombre con un hijo y debe divorciarse de otro". Me preguntó si tenía hijos. Le contesté que dos míos y dos de mi compañero, por lo que era madre de cuatro hijos cada dos semanas. Era mi forma de decirle: "Entiendo lo que me cuenta, lo vivo y puedo apoyarme en esto para que funcione en la pantalla".


P: Asghar Farhadi es conocido por sus ensayos minuciosos antes del rodaje. ¿Cuánto duraron?

R: Dos meses. Quedábamos entre tres y cuatro veces cada semana, incluso el sábado, y ensayábamos unas cuatro o cinco horas. Nunca lo había hecho. Supongo que debe parecerse a lo que hacen los actores de teatro. La primera media hora hacíamos ejercicios, andábamos, corríamos, incluso hacíamos abdominales, según lo que decía Asghar. Era el jefe, de eso no había duda. Después leíamos el guión, improvisábamos un poco. Y debíamos quedarnos todos aunque no apareciésemos en la escena.

Empecé a impacientarme. Tenía ganas de rodar, sobre todo porque Asghar empezó a pedirme cosas cada vez más precisas.


P: ¿Le asustaba la precisión que podía exigirle durante el rodaje?

R: Sobre todo me asustaba cansarme del texto, de la historia. Y cuando por fin empezamos a rodar, tenía la impresión de que ya había actuado en esa película. Los actores de cine tienen miedo de carecer de espontaneidad, pero me he dado cuenta de que cuanto más se trabaja el papel, mayor es la espontaneidad. Conocemos a fondo al personaje y nos relajamos.


P: ¿Cómo fue el rodaje?

R: Con Asghar todo es fácil. Encarnar a Marie apenas suponía un esfuerzo porque la conocía muy bien. Aun así, hubo momentos de duda, segundas y terceras tomas, pero viví los gestos, las escenas desde dentro. A veces, al terminar, pensaba: "No lo entiendo, tengo la impresión de que he estado demasiado natural", pero es exactamente lo que buscaba Asghar. No quería que intelectualizara al personaje, sino que lo viviera.


P: ¿Marie se le parece?

R: Para nada. Nunca habría reaccionado como ella. Es genial para una actriz interpretar con tanta facilidad a un personaje totalmente opuesto.


P: ¿Qué sabía de Marie al empezar los ensayos? ¿Construyó un pasado para el personaje?

R: Sabía que era farmacéutica y que trabajaba en París, a pesar de vivir en las afueras. Decidí que la farmacia no era suya, que era una empleada. Durante los ensayos, imaginamos su relación con Ahmad, cómo se habían conocido. También hablamos de cómo era su primer marido, con el que tuvo dos hijos. De cómo habían roto Marie y Ahmad, imaginamos que fue por Skype. Un día, Ahmad se fue diciendo que volvería, pero no volvió. Incluso llegamos a imaginar cómo era la mujer de Samir, al que interpreta Tahar Rahim.


P: En el guión se menciona que hubo momentos complicados, cuando Ahmad sufrió una larga depresión. ¿Imaginaron esos momentos?

R: No. Asghar nos habló a menudo de los inmigrantes. Decía que la cultura iraní es muy diferente de la nuestra, que muchos iraníes no consiguen adaptarse a la vida en Francia y acaban regresando a su país. Puede que eso le pasara a Ahmad. Intentó integrarse en otra sociedad, se enamoró sinceramente, pero le costó demasiado y prefirió volver a casa. Marie lo entiende, pero no le perdona no habérselo dicho a la cara. En las películas de Asghar se nota que cree más en las mujeres que en los hombres.


P: Es una historia universal, pero ¿dice algo de la Francia actual?

R: No especialmente. Habla del mundo actual, de las complicadas relaciones entre seres humanos, de las situaciones en las que se encuentran, que pueden llegar a ser absurdas. Asghar disfruta planteando preguntas, colocando a las personas en situaciones difíciles, pero no debemos esperar que nos dé respuestas. Por eso sus películas son tan buenas.


P: En cierto modo, su personaje se encarga de provocar emociones, mientras que los hombres son más huidizos, o quizá más cobardes…

R: Sí, Marie siempre actúa. Hace preguntas molestas y quiere respuestas. Pero como actriz, no me di realmente cuenta porque el método de Asghar es muy particular, meticuloso. Fue un rodaje muy largo, había días en que solo filmaba cinco planos, mientras que en otras películas se llega a quince. Todo es diluido y preciso al mismo tiempo.


P: ¿Cómo se consigue mantener el personaje trabajando por fragmentos?

R: Para eso están los ensayos. Además, me fiaba totalmente de Asghar. Puede llegar a ser extremadamente preciso, algunas escenas están coreografiadas como un ballet. Por ejemplo, a veces decía: "Mira, Bérénice, vas a hacer esto y lo otro, irás hasta este punto, entonces hablarás. Y tú, Tahar, cuando haya hablado, te colocarás aquí". Repetía nuestros diálogos, nos indicaba qué gestos hacer. Al principio era un poco perturbador. Pero al poco tiempo comprendí que Asghar solo indica el camino, no cómo recorrerlo. Me gustó mucho trabajar así. Es un manipulador, de acuerdo, pero sin perversidad.


Una entrevista con Tahar Rahim

P: Debía rodar otra película con Asghar Farhadi, ¿de qué trataba?

R: Asghar había visto Un profeta y me dijo que tenía ganas de trabajar conmigo. Me habló de un proyecto que trataba de una mujer y un hombre que se enamoraban a través de Internet. Pero el problema era la utilización de la webcam. Quedamos en vernos tres semanas después, y entonces me contó la historia de EL PASADO en líneas generales. Le pregunté por la otra película y contesto que prefería rodar esta, la historia era más cercana.


P: ¿Por qué le escogió?

R: No estoy seguro, pero me parece que Asghar escoge actores "modelables". Le gusta transformar a la gente. No le interesa pedirle a un actor que vuelva a hacer lo que ya ha hecho, y tiene razón. Es más, quiso "limpiarme" de cualquier papel previo, vio todo lo que había hecho varias veces. Por ejemplo, me puse una chaqueta y dijo que me la cambiara, ya la había visto en una película.


P: ¿Cómo definiría el personaje de Samir?

R: Como un hombre cansado de la vida. Está atrapado en la culpabilidad, entre un amor que permanece y un nuevo amor, entre una vida pasada y las ganas de una vida futura. Creo que es presa de una depresión constante, pero no la exterioriza. Se agarra, lo que demuestra su madurez. Es algo mayor que yo, tiene treinta y pico años, la vida le ha golpeado. Asghar me cambió añadiendo unos toques grises a mi cabello y me esforcé en tener un andar algo más pesado, menos rápido que el habitual.


P: ¿Vio a su personaje así desde el principio?

R: Al principio le imaginé un poco más sonriente, un poco más espontáneo, pero Asghar no estaba de acuerdo. Hablamos mucho. Para él, se parecía al padre en El ladrón de bicicletas, y me pidió que viera la película. Quería que entendiese la relación casi de adultos entre el padre y el hijo. Por naturaleza, me inclinaba hacia alguien más alegre, pero Asghar tenía razón.


P: ¿Había participado en ensayos tan largos anteriormente?

R: Ensayé mucho para la película de Jacques Audiard, pero era diferente, buscábamos al personaje para construirlo. Asghar traza el camino a seguir; quería moldear a los actores para que se fundieran con sus indicaciones.


P: ¿Qué le aportaron los ensayos?

R: Me ayudaron a entender mejor al personaje, a adaptarme al rodaje, al método de Asghar; también a hablar de puntos importantes, como la relación entre los personajes, a descubrir cómo el guión, la historia en sí, se sublimaría gracias a la realización. Durante los ensayos surgieron cosas que no estaban en el guión, especialmente en torno a las relaciones emocionales entre los personajes. Todo empezó a ser más complejo de lo que permitía entrever la lectura.


P: ¿Imaginó un pasado para Samir con Asghar Farhadi?

R: Sí, hemos trabajado bastante en eso. Recuerdo un ejercicio en el que Asghar me preguntaba cómo había conocido a mi mujer, cómo era físicamente. Me pareció muy interesante porque no teníamos nada preparado. También aprendimos a ver a los otros. El joven actor que hace el papel de mi hijo y yo nos mirábamos durante 30 segundos, nos volvíamos y debíamos describir lo que llevábamos puesto. Son ejercicios que Asghar empleaba en el teatro. Conocer e integrar los elementos de la vida de mi personaje me sirvió para no pensar en ellos durante el rodaje. Me permitieron arraigarme en otra vida.


P: ¿También imaginaron cómo se habían conocido Marie y Samir?

R: Sí, fue muy sencillo. Samir va a la farmacia a comprar medicinas para su mujer enferma. Y vuelven a verse en la tintorería del barrio.


P: ¿Le costó adaptarse a la meticulosidad de Asghar Farhadi en el plató?

R: Me adapté. No puedo impedir que, en un momento dado, mi energía se disperse. Soy incapaz de permanecer siempre en el mismo estado. Tiendo a relajarme entre toma y toma. Pero recuerdo un detalle que demuestra la precisión de Asghar. En una de las últimas escenas se ve a Samir a través de una pequeña ventana recortada en una puerta. Para la composición, tuve que subirme encima de dos tablas. Luego había un contraplano en el que se me veía de espaldas. Ya no necesitaba estar subido a las tablas y, además, Asghar me pidió que diera dos pasos hacia atrás para que la perspectiva fuera exacta. Nadie se habría dado cuenta, excepto él.


P: ¿Cuál es el principal sentimiento de Samir, la tristeza, la culpabilidad?

R: Los dos, me parece, también la indecisión. Y además, el amor. Si no hubiese amor, todo sería mucho más fácil. El amor puede dar pie a situaciones complejas como esta.


P: ¿Qué papel tiene el personaje de Ahmad en la historia?

R: Es un catalizador. Une a Marie y a Samir. A veces se vive en medio de la niebla y hace falta un electrochoque para seguir adelante. Un elemento exterior puede restablecer un diálogo que parecía imposible.


P: Samir no demuestra la menor animadversión hacia Ahmad, pero tampoco demuestra su afecto por Marie.

R: Es lo que me pidió Asghar. Y tenía razón en cuanto a la situación de Samir: está con una persona enferma con la que ya no puede comunicarse, solo le queda esperar, pero eso le impide alcanzar la felicidad. Nunca había trabajado con un cineasta tan exacto como Asghar. Por primera vez, gracias a él, he reunido el trabajo exterior con el interior. Con exterior me refiero a la escenografía, a movimientos precisos, casi coreografiados. A veces, Asghar me recuerda a un marionetista que quiere insuflar vida a sus muñecos.


Una entrevista con Ali Mosaffa

P: ¿Cuándo conoció a Asghar Farhadi?

R: La primera que vi al Sr. Farhadi fue cuando vino a hablar de un guión con mi esposa Leila Hatami. Había seguido su carrera y conocía su cine. Los dos trabajamos en Irán.


P: ¿Cuál ha sido su recorrido?

R: Hace veinticuatro años que trabajo como actor en Irán, pero empecé por casualidad. Alguien me propuso un papel mientras estudiaba en la universidad. El cambio me apeteció, y de pronto me convertí en actor. Mi primer papel fue en una película muy comercial. A partir de la tercera película, dirigida por Dariush Mehrjui, la palabra "interpretar" empezó a cobrar sentido. Hasta entonces me había divertido. Pero Dariush Mehrjui me ayudó a tomarme en serio el cine.


P: ¿Cómo obtuvo el papel?

R: Hice varias pruebas. Faltaba un mes para el comienzo del rodaje y todavía no sabía si tenía el papel. Había que hablar francés, y sigo diciendo que no hablo francés. Pero siempre lo han hablado a mi alrededor. El francés es como una enfermedad crónica para mí; lo estudio, dejo de estudiarlo, vuelvo a estudiarlo… Además, mi esposa habla francés con nuestros hijos en casa. Desde hace unos años, ese idioma ocupa un lugar cada vez más importante en mi vida.


P: ¿La interpretación cambia al ser en francés?

R: Hablando de una película que rodó en Japón con actores a los que no entendía, Abbas Kiarostami dijo que había perdido una herramienta esencial en la dirección, pero había dado algo único a la actuación. El texto ya no podía engañarle, percibía de forma profunda la calidad de la interpretación. La misma idea es válida para un actor. Al usar otro idioma, perdemos una herramienta, el idioma materno. A menudo nos apoyamos en el idioma para compensar ciertas debilidades, basta una inflexión en el tono. Recurrimos a un dominio adquirido desde la infancia para rellenar lagunas en la actuación. Pero al no disponer de esa herramienta, solo queda usar elementos primarios como, por ejemplo, la mirada.


P: ¿Cómo definiría a Ahmad?

R: Es un extranjero en Francia. Por muy familiarizado que esté con la cultura, aunque haya vivido en el país 4, 15 ó 20 años, no importa, sigo viéndole como un extranjero. Y, como muchos orientales, se expresa de forma indirecta. Esa diferencia entre franceses e iraníes puede dar pie a numerosos malentendidos. En cuanto a sus otros rasgos, no tengo por costumbre intentar entender toda la complejidad de un personaje antes de encarnarlo.


P: ¿Construyó un pasado para Ahmar con Asghar Farhadi, cómo conoció a Marie…?

R: Forma parte del método del Sr. Farhadi, habla del pasado del personaje. En lo que a mí respecta, no quiero saberlo todo de mi personaje ni preguntar al realizador y al guionista acerca del tema. Intentar explicar el comportamiento de un personaje a través de su pasado solo puede llevar a resolver las contradicciones actuales. En mi opinión, hay que aceptar dichas contradicciones para que el personaje sea real. Intentar hacerlas desaparecer me parece contraproducente. Empeñarse en entender el comportamiento del personaje no ayuda al actor a interpretar el papel.


P: ¿La función del personaje de Ahmad es ayudar a los demás?

R: Los demás importan demasiado a Ahmad para que no se preocupe por sus problemas. Pero me da la impresión de que tampoco se implica mucho en la vida de los demás. No se siente capaz de resolver los problemas de los otros. Se implica por afecto, y es una de sus contradicciones. Si tanto le importa Marie, ¿por qué la dejó? En ese aspecto, me parece bastante representativo de toda una generación en Irán. Son personas sinceras que se interesan por los demás y quieren ayudarles, aunque la época no les incite a hacerlo. Desean ayudar, sí, pero ¿hasta qué punto? Quieren resguardarse, a pesar de que les han inculcado el altruismo desde su más tierna infancia.


P: Ahmad se expresa con gran dulzura…

R: Puede que hable lentamente por el francés. Aunque también hablo suave y lentamente en persa. La lentitud es parte de mi ser. Me parece que los franceses hablan muy deprisa. Cuando me encuentro entre actores que tienen rasgos homogéneos, intento ser diferente. Cuanto más deprisa hablan, algo me empuja a hablar más lentamente, incluso si me conozco el texto al dedillo y puedo vocalizarlo rápidamente.


P: ¿Su personaje es el portavoz del director? ¿Es la mirada de un iraní sobre una pareja francesa?

R: No creo que Asghar Farhadi necesite un portavoz. En la medida en que le conozco, creo que haría cualquier cosa antes de incluir un personaje que le representara en una de sus películas. O rodar una película que pueda parecerse a un manifiesto.


P: ¿Un rodaje francés difiere mucho de un rodaje iraní?

R: Los principios son muy parecidos. Hemos pedido prestado mucho al cine francés, pero en Francia todo es más formal, más consistente.


La prensa ha dicho
Una película magnífica. LA RAZÓN

Una valiosa alfombra de revelaciones cuidadosamente orquestadas que llevan a verdades humanas mucho más profundas. Variety

Un drama magníficamente escrito, dirigido e interpretado. Una historia que gira en torno a la familia a la altura de Michael Haneke. The Hollywood Reporter

El pasado es la confirmación de que Asghar Farhadi es un soberbio director de actores. Screen Daily

El pasado es la representación perfecta de lo que debe ofrecer el cine: emoción, suspense y, sobre todo, mucho amor. Sublime. aVoir-aLire.com *****

Una película tremendamente humana que plantea preguntas acerca del amor, el duelo y la filiación. Metro *****

Farhadi ha firmado una de las más impresionantes películas de su carrera. Un largometraje absorbente y conmovedor. Studio Ciné Live *****

Una película que impresiona, conmueve y brilla hasta el último plano, con una belleza, delicadeza e intensidad asombrosas. TF1 News *****