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Samba cartel reducidoSambaDirigida por Olivier Nakache, Eric Toledano
¿Qué te parece la película?

Entrevista con los directores

P: ¿Cómo nació la idea de construir una película alrededor de un inmigrante clandestino y una víctima de desgaste profesional?

Eric Toledano: "Samba" se construyó por etapas. A Olivier y a mí nos rondaba desde hacía tiempo la imagen de esos trabajadores con mandil a los que se ve fumando a la puerta de los restaurantes. Africanos, asiáticos, esrilanqueses tomándose unos minutos de descanso. Antes de rodar "Intocable", escribimos un guión de una decena de páginas sobre el tema. Al principio, lo que nos inspiró fueron las imágenes: las imágenes cuentan vidas, destinos.

Olivier Nakache: En este sentido, la aventura de "Intocable" nos puso en contacto directo –sin sufrir por ello, al contrario– con lo que podía ser el fenómeno del desgaste profesional, del agotamiento, de la falta de horarios y fines de semana. Empezamos a documentarnos sobre este fenómeno cada vez más frecuente. Sobre las mujeres y los hombres que se desploman bajo la presión de los resultados; aquellos para los que el trabajo devora todo lo demás…


P: De ahí a provocar la colisión entre estos dos personajes…

Eric Toledano: Eso surgió de forma natural: en realidad es el mismo tema: nuestra relación con el trabajo, de lo más bajo a lo más alto del escalafón. Por un lado está Samba, un trabajador clandestino que se fue de su país y que ahora intenta regularizar su situación para poder cumplir con una oferta de trabajo que ha recibido. Por otro lado, Alice, una ejecutiva que lo tiene todo para ser feliz, pero que está sobrecargada de trabajo y ha reventado. El trabajo es el valor supremo para ambos, pero cuando se conocen van a descubrir nuevos horizontes e intentar encontrar un camino hacia la felicidad distinto del que impone el mundo del trabajo y del éxito social. ¿Es el trabajo el sentido último de la existencia? Nos gustaba mucho la idea de plantear esta cuestión abiertamente.


P: También se inspiran ustedes en el libro de Delphine Coulin "Samba pour la France" (1)…

Olivier Nakache: Nos sirvió de base. Nos hicimos con él y lo que aportamos fue el personaje de Alice, que en la novela no existe. En "Samba pour la France", una narradora –Delphine Coulin– cuenta la historia de Samba a través de su experiencia en una asociación que se ocupa de ayudar a los inmigrantes. Nosotros quisimos definir mejor este personaje: Eric y yo deseábamos llevar a la pantalla una auténtica pareja de cine, cosa que nunca habíamos hecho antes.


P: Con la descripción del descenso a los infiernos de Samba, plantean ustedes un problema social delicado…

Eric Toledano: En realidad lo que hemos hecho es ponerle un rostro a las estadísticas. Abordar el aspecto político del problema no es nuestro trabajo, como tampoco lo es comunicar un mensaje. Lo que sí permite el cine es que el espectador descubra, a través de unos personajes y de su vida cotidiana, un mundo que en muchos casos sólo conoce a través del debate público y de los medios de comunicación. Y a partir de ahí, esto puede dar pie a reflexionar de otra manera.

Olivier Nakache: Esta historia nos ofrecía la ocasión de mostrar un mundo por el que el cine francés no se ha interesado mucho hasta ahora: andamios, obras, centros de separación de residuos, fondos de cocinas, imágenes de esos jóvenes de los andenes de Aubervilliers que esperan a las cinco de la mañana a que los jefes de las obras les contraten para la jornada… Hemos querido filmar a estos trabajadores invisibles de ahora en sus ambientes.


P: "Samba" está muy bien documentada…

Eric Toledano: Sí, hemos hecho prácticas en asociaciones, hemos visto documentales y hemos leído mucho. Cada personaje de la película se corresponde con alguien a quien conocemos o es una mezcla de varios.


P: La escena en la que Samba sale del centro de internamiento e inmediatamente le piden que abandone el territorio francés antes de 72 horas es especialmente divertida…

Eric Toledano: Es absolutamente realista, y resume la hipocresía de un sistema que a pesar de todo necesita de esa mano de obra: es evidente que un trabajador clandestino al que le costó dos años llegar a Francia no va a abandonar el país por decisión propia, comprando un billete de ida. Pero decidimos convertir eso en una escena cómica. Es una forma menos didáctica de comunicarse con el espectador, más ligera. Sea cual sea la situación, nosotros nunca cerramos la puerta al registro cómico. Cuando una escena tiene mucha carga dramática, nosotros no dudamos en salpicarla con un poco de humor. Es el arma más eficaz. Repito, no tenemos vocación de transmitir un mensaje.


P: ¿Es verdad que hay víctimas de "burn-out" [desgaste profesional] que acuden a asociaciones solidarias para tratar su problema, como hace el personaje de Charlotte Gainsbourg?

Eric Toledano: Por lo menos cabe imaginarlo. A principios de siglo, el médico que inventó la expresión "burn-out", después de haber padecido este síndrome en sus carnes, cuenta que se fue a África a curar leprosos. Para él fue el modo de recuperar la sensibilidad por el mundo exterior y de encontrar de nuevo un sentido a la vida. Eso es lo que encarna, con brillantez, el personaje de Charlotte Gainsbourg: ella intenta volver a sentir, recuperar la empatía, la sensibilidad hacia los demás, hacia el mundo exterior…

Olivier Nakache: Cuando te enteras de que para aliviar a las personas afectadas por esta enfermedad, a veces se las pone en contacto con caballos o ponis, y que les hacen acariciarlos, también eso lo adoptas: ahí hay una escena cómica.


P: Samba se ve obligado a cambiar de identidad continuamente, a jugar con su aspecto físico, hasta el punto de no saber ya quién es realmente…

Olivier Nakache: Tiene que echar mano de toda clase de estratagemas para reducir el riesgo de que lo detenga la policía: evitar las estaciones de tren, confundirse con la masa vistiéndose de ejecutivo, pasearse con un maletín de cuero… aunque esté vacío. Se disfraza, cambia de nombre y de aspecto, y al hacerlo se separa poco a poco de sí mismo. ¿Cómo puede uno saber quién es cuando vive en la clandestinidad? Ya verán, en la película se descubren muchas cosas sobre los lectores de "Cheval Magazine".

Eric Toledano: Adopta una mentalidad de actor, y eso es algo que forma parte del gran teatro de la vida: el abogado se pone una toga para defenderlo, Samba lleva una gorra para parecerse a su tío, cuya identidad adopta en un momento dado. Esto no es una farsa ni una comedia de premisa. Esto es la realidad, y el cine aspira a representarla.


P: En la película, el cambio de tono es continuo: navegan ustedes constantemente entre dos aguas.

Eric Toledano: Sí, como en la vida real… Es lo que nos gusta ver en el cine, y lo que siempre intentamos reproducir. A imagen de la vida, en nuestras películas buscamos esa transición perpetua entre el humor y la emoción, entre los momentos de felicidad intensa y la aventura más trágica, entre la comedia y el drama. Y en cierto modo esa mezcla de géneros es una forma de sorprender, y eso es algo fundamental para nosotros como espectadores, y más aún cuando se es director.


P: En sus largometrajes anteriores, reivindicaban ustedes la influencia de la comedia italiana de los años sesenta y setenta…

Eric Toledano: Y aun más en el caso de "Samba". El cine de Ettore Scola, de Dino Risi y de Mario Monicelli tenía el talento de abordar temas auténticos con una emoción, una empatía y una gracia extraordinarias, y siempre sostenido por unos actores muy grandes. Tenemos la sensación de que después de este cine, la comedia se ha visto un poco denigrada, y que el cine auténtico se ha vuelto más serio. Un poco como si las dos ramas se hubieran separado.

Hemos explotado esta veta y la de la comedia social inglesa. Nosotros, a imagen de éstas, bebemos de lo real y luego lo transformamos.


P: En "Intocable" enfrentaban ustedes a un gamberro de barrio con un rico empresario discapacitado; en "Samba" reúnen a un inmigrante sin papeles con una joven ejecutiva psíquicamente frágil. ¿De dónde les viene ese afán de reconciliar los extremos?

Eric Toledano: Reconciliar, quizá no, pero hacer que se conozcan y ver qué pasa, ¡sí, es verdad! A lo mejor algún día nos hacemos un psicoanálisis para entender la razón de ese afán… ¿Es porque la sociedad nos parece cada vez más dividida, más crispada, cada vez más comunitarista? Y además, esos encuentros inesperados son tesoros de humor y emoción para el cine. No tenemos por qué dar el monopolio de la palabra al discurso del odio. Y además, la última vez que llevamos a la pantalla ese mensaje de reconciliación, nos dimos cuenta de que mucha gente lo necesitaba, que se identificaban con él.


P: Mezclar generaciones también parece gustarles, sobre todo en las escenas de los voluntarios de la asociación.

Olivier Nakache: Las personas que trabajan en esas asociaciones lo hacen de forma desinteresada, no están por los resultados. En ellas encontramos jóvenes en prácticas que han terminado un ciclo de estudios, jubilados… En la película hay muchos personajes que sirven para el recurso cómico, pero también hay bastantes que están en activo y que aprovechan una temporada de descanso para implicarse y hacerse útiles. El mundo del voluntariado nos resulta familiar: siempre nos hemos sentido cómodos en él.

Eric Toledano: Es un mundo que nos dice algo, y que por lo tanto describimos: como en la escena en la que cada uno de ellos, todas las generaciones incluidas, formula un deseo y baila al ritmo de Bob Marley. Y sin duda también hay una afinidad entre esa clase de ambiente y nuestra forma de hacer cine. En los rodajes nosotros también lo hacemos todo juntos, y siempre hay setenta personas sentadas a la mesa. Asumimos totalmente ese deseo y esa necesidad de grupo.


P: Los inmigrantes sin papeles que describen ustedes no son precisamente unos ángeles: Samba traiciona a su amigo Jonas, al que ha conocido en el centro de internamiento, acostándose con su novia…

Olivier Nakache: ¿Y por qué tienen que ser unos ángeles? Si no es posible concebirlos únicamente como una amenaza, tampoco cabe idealizarlos. Son historias de la vida. Samba es, ante todo, un hombre con debilidades, defectos y tentaciones. Convertirlo en un santo habría sido reducirlo a una única dimensión, la del inmigrante que trabaja para enviar dinero a su familia. No, él también vive, y bien que hace. Lo flipante es el contexto en el que conoce a Jonas en el centro de internamiento, eso ya estaba en el libro de Delphine Coulin, y era una de las muchas cualidades de su escritura, su realismo, en un momento dado se impone la vida. Samba hace una tontería y lo paga caro.


P: El doble final de la película sorprende mucho…

Eric Toledano: Es que necesitábamos mantener hasta el final esa mezcla de comedia y drama que la caracteriza. No podíamos acabar sobre una nota única, no habría sido nuestra película. Por eso hay un final dramático y otro con más carga de esperanza. Omar Sy está formidable en el papel de Samba…

Olivier Nakache: Vuelve a demostrar que es un gran actor. Cuando uno ha nacido en Trappes, interpretar a un trabajador clandestino es todo un trabajo de composición. A Eric y a mí nos impresionó: ha ganado peso, ha trabajado el acento y se ha entregado al personaje.


P: ¿Supieron desde el principio que él iba a formar parte de la aventura o temían que les reprocharan el hecho de recuperar al actor del éxito de "Intocable"?

Olivier Nakache: Aparte de nuestra amistad y de los lazos personales que nos unen, nuestras ganas de trabajar con Omar permanecían intactas.

Eric Toledano: Tanto más cuanto que al recoger su César, Omar, con el que siempre hemos tenido una relación muy púdica, declaró públicamente, mirándonos directamente a los ojos, que esperaba que nuestra colaboración continuara. Unos días después nos volvimos a ver en una cafetería y le dijimos: "Si tú estás dispuesto a hacer otra película, nosotros también". A partir de entonces, lo que nos interesó fue saber con quién lo íbamos a emparejar. Omar es un actor de reacciones. El personaje de Samba es muy distinto de Driss, el de "Intocable", es más sensible, más tímido, más frágil. Tenía que estar rodeado de delicadeza y sutilidad. ¿Y quién mejor que Charlotte Gainsbourg para encarnar esas dos cualidades de forma palmaria?


P: ¿También pensaron en ella desde el principio?

Olivier Nakache: Nos apetecía mucho trabajar con ella. Eric y yo planeamos nuestros repartos y hablamos con los actores antes de empezar a escribir nuestros guiones: "Y si escribiéramos sobre este tema, ¿cómo reaccionarías?".


P: A Tahar Rahim no le habíamos visto nunca en un personaje cómico. ¿Por qué pensaron en él para el papel de Wilson, ese argelino que se hace pasar por brasileño?

Eric Toledano: Le conocíamos personalmente y sabíamos que era muy distinto de esos personajes tan tenebrosos que ha interpretado hasta ahora en el cine. Tahar es una persona luminosa, es muy divertido, se mueve, sabe bailar. Y como todos los grandes actores, sabe interpretar todos los registros.


P: Dan muchísima importancia a los personajes secundarios, como siempre.

Olivier Nakache: Nos gusta crear familias de cine totalmente originales, renovar los carteles. Aunque en "Samba" también hay dos personajes protagonistas, nuestras películas siempre las concebimos como corales. Juntar a Izïa Higelin con Omar, Charlotte y Tahar ha sido magnífico. Ella tiene la fuerza de esos jóvenes que contemplan la violencia del mundo por primera vez y que sólo tienen un deseo: cambiarla. Ese personaje nos permite reavivar ese ideal en nosotros mismos; por desgracia, todos tendemos a resignarnos, y con el tiempo nos acostumbramos a las injusticias, a las desigualdades. También fue una suerte que Hélène Vincent aceptara un papel de voluntaria. Su carácter, su imaginación y su libertad impregnan la película desde su aparición.

Eric Toledano: Para el papel del tío de Samba entrevistamos a muchos actores. Y al final nos inclinamos por Youngar Fall, un no profesional. Llevaba treinta años trabajando en las cocinas del pub Renault, en los Campos Elíseos, y acababa de jubilarse. Lo interpretamos como una señal del destino. Ha aportado una intensidad increíble al personaje. Con su presencia, la realidad se traslada al set de rodaje.


P: Delphine Coulin, la autora del libro, y su hermana, Muriel Coulin, firman el guión de "Samba" junto a ustedes. Es la primera vez que colaboran con alguien en la escritura de un guión…

Olivier Nakache: Ellas están muy lejos de nuestro mundo y tienen una trayectoria muy personal. El punto de encuentro entre ellas y nosotros fue muy interesante.

Eric Toledano: Hasta ahora, Olivier y yo habíamos proyectado nuestras neurosis y nuestra escritura sobre personajes masculinos. Delphine y Muriel han aportado una parte femenina y nos han permitido abordar el personaje de Charlotte con más serenidad.


P: Y después de llamar a Mathieu Vadepied, el director de fotografía de Jacques Audiard, para "Intocable", han reclutado a Stéphane Fontaine, que ha firmado la fotografía de la mayor parte de las películas de Arnaud Desplechin…

Eric Toledano: Después de "Intocable", calculamos el margen de mejora que teníamos para el trabajo de dirección y la atención que podíamos dedicar a la imagen y a los decorados. Para alcanzar este objetivo, resultar creíbles sin perder ligereza, necesitábamos un auténtico virtuoso, y Stéphane Fontaine lo es, igual que Mathieu Vadepied. Con Olivier siempre hemos observado el trabajo del operador. Hacemos fichas y dedicamos casi tanto tiempo a convencerles para que trabajen con nosotros como el que pasamos con los actores. Son decisiones muy meditadas. Lo que nos guía es nuestro amor por el cine y las ganas de hacer una película bonita, en el sentido estético del término.


P: Después de un éxito como el de "Intocable", que reunió 51 millones de espectadores (y que ahora se declina en términos de remake y de espectáculos en todo el mundo), ¿se han sentido más vulnerables en alguna fase de la película?

Eric Toledano: Estamos al principio de nuestra carrera, no somos deportistas, no aspiramos a batir récords, sino a intentar mejorar en nuestro arte. Sabíamos que no podríamos evitar las comparaciones con "Intocable", pero éramos conscientes de que no podíamos convertirnos en prisioneros de ella. Teníamos que avanzar, y siempre con espontaneidad y entusiasmo. Lo que más deseábamos era sorprender de nuevo.

Olivier Nakache: Ahora, si esos 51 millones de espectadores quieren ir a ver "Samba", ¡por nosotros perfecto!


P: "Intocable" suscitó un gran debate a su estreno. Algunas asociaciones de ayuda a los discapacitados se abalanzaron sobre el tema. ¿Creen que con "Samba" se producirá la misma reacción?

Eric Toledano: No es ése nuestro objetivo, pero si pasa, no vamos a quejarnos. Y si además de distraerles, "Samba" hace que algunos espectadores sientan que conocen un poco mejor a los desconocidos con los que se cruzan en el metro o por la calle, pues nos encantaría. Sea cual sea el recibimiento que nos reserven, el reto es que "Samba" no deje indiferente a nadie.

(1) "Samba pour la France", Éditions du Seuil


Entrevista con Omar Sy

P: "Samba" marca su reencuentro con Eric Toledano y Olivier Nakache…

R: Y lo mágico es comprobar que el éxito de "Intocable" no ha cambiado nada entre nosotros. El primer día de rodaje nos pusimos a trabajar como si nos hubiéramos visto la víspera, con la misma alegría que en las películas anteriores. Todo estaba en su sitio.


P: Hacía tiempo que hablaban de hacer juntos una película sobre un inmigrante sin papeles.

R: Antes de "Intocable" ya habíamos hecho alguna mención al tema. Pero Eric y Olivier no encontraron el ángulo desde el que tratarlo hasta que descubrieron el libro de Delphine Coulin. El proyecto no era más que un esbozo.


P: En realidad "Samba" se escribió para usted. ¿Abordó con inquietud la lectura de las primeras versiones del proyecto?

R: Eric y Olivier son dos escritores tan agudos que me parecía imposible que algún día no fuera a gustarme alguno de sus guiones. Con "Samba" se han superado a sí mismos en el arte de dosificar los cambios de tono, entre los momentos dramáticos y los humorísticos. Toda la poesía de estos hombres reside en esa forma que tienen de contar lo grave con ligereza. Nunca caen en lo patético y nunca sermonean.


P: ¿Cómo trabaja con ellos en esa fase de la película?

R: Es una especie de recorrido común. Me gusta el personaje, me gusta el guión, mido el equilibrio entre escenas y, conociendo su forma de trabajar, reconozco el potencial de la historia que tengo entre manos. Me tomo mi tiempo para impregnarme de ella.

Eric y Olivier son enormemente cohesionadores, y no sólo conmigo, sino con todo el equipo. Despiertan el deseo mucho antes de entrar en fase de rodaje. Realmente, antes de llegar al set ya hay una emoción en la palabra. Y eso es lo que da esa energía tan especial a sus películas.


P: ¿Cómo preparó el papel de Samba?

R: Viendo varias veces "La pirogue", de Moussa Touré, el periplo de un grupo de senegaleses que intentan llegar a España junto a otros inmigrantes guineanos. Quería comprender lo que mueve a esas personas que emprenden un viaje sin estar seguros de llegar a buen puerto. He visto otras películas y también he leído libros.


P: En la película tiene usted acento africano.

R: Lo conozco porque lo he oído mucho a mi alrededor. A veces lo uso para hacer reír a la gente, pero esta vez se trataba de estar serio. El problema era contenerlo, y bajarlo uno o dos grados para hacerlo creíble. Es lo primero que trabajé al preparar "Samba". Ese acento era la clave para sacar adelante el personaje, para darle su credibilidad, su verdad. O para cargárselo. Con Eric y Olivier como audiencia, yo probaba cosas nuevas y luego volvía a trabajarlas en mi rincón. Fue todo un reto. ¡En esos días también visité mucho a mis tíos!


P: Háblenos de su personaje…

R: Es un hombre digno y valiente, que se ve obligado a avanzar a cualquier precio. Si no lo hace, todas las personas que dependen de él, es decir, la familia que se ha quedado en su tierra, caerán con él. Sólo vive para el trabajo, como tantos inmigrantes, y lo único que le mueve son los demás y el honor. En Francia hay mucha gente que vive así, pero que a sus parientes les dice que todo va bien. Pero en un momento dado, Samba empieza a hacerse preguntas, a pensar en sí mismo y a tomar decisiones que van en contra de todos los valores en los que ha sido educado. No sólo tiene que luchar contra el infierno de la burocracia, también está atrapado en un sistema que le asfixia: para poder ayudar a los demás hay que encontrarse bien uno mismo...

Cuando comparo la vida de alguien como Samba con la mía, mido el abismo que nos separa. Esos tíos se juegan la vida cruzando una frontera. Yo viajo con pasaporte, tengo un visado para Estados Unidos que me da derecho a trabajar allí, voy a donde quiero y lo único que me pregunto al bajar del avión es si me estará esperando un taxi: qué suerte.


P: Cuanto más intenta salir adelante, menos sabe quién es él mismo…

R: Como todos los trabajadores clandestinos, su vida es una puesta en escena continua: tiene que estar siempre cambiando de aspecto físico, haciéndose pasar por otro, hasta el punto de que llega a dudar de su propia existencia… Y todo ello con el único fin de seguir trabajando. Lo que le va a permitir levantar cabeza es conocer a Alice, el personaje que interpreta Charlotte Gainsbourg, que sufre el síndrome del desgaste profesional.


P: El personaje de Alice también plantea la misma problemática: la de nuestra relación con el trabajo.

R: Sí, independientemente de la clase social a la que se pertenezca, todos corremos detrás del trabajo para ganarnos la vida, y al final nos olvidamos de existir. A mí me gusta la idea de ese encuentro improbable. Parece que lo que hay entre ellos no puede salir bien de ninguna manera. Y al final, en contacto el uno con el otro, se encuentran a sí mismos y se curan.


P: Es la primera vez que le vemos formando pareja en el cine.

R: Para Eric y Olivier también ha sido una novedad. Nunca habían hecho una historia de amor. Charlotte Gainsbourg me gustaba como actriz, pero con ella tenía los mismos reparos que con François Cluzet en "Intocable": como él, ella representa lo que yo llamo el auténtico cine. Sobre todo me asustaba la escena del beso.


P: ¿Y cómo transcurrió esa escena?

R: ¡Con mucho miedo! Y lo siento por Charlotte, porque creo que le transmití mi estrés. Como yo me sentía incómodo, ella también lo estaba. Pero estuvo adorable, y creo que en cierto modo esa incomodidad fue buena para la escena. Hace aún más conmovedora a esa pareja: son torpes, no saben comportarse, es una calamidad, pero por otro lado, así son exactamente las cosas en la vida real. Charlotte es una mujer increíble, de una generosidad y un tino extraordinarios. Caí bajo el hechizo.


P: Es usted coproductor de la película. ¿Para tener derecho de supervisión?

R: Para mí es la forma de formalizar el equipo que formamos con Eric y Olivier desde el principio. Llevamos ya tiempo colaborando estrechamente, y es como si cada una de las citas que tengo con ellos fuera una etapa a superar, una nueva apuesta que asumimos juntos, compartiendo el riesgo. Yo no estaría haciendo las películas que hago ahora si no hubiera tenido la suerte de conocerlos a ellos. Con Eric y Olivier me iría a la guerra con los ojos cerrados. Sólo siento respeto y amor por ellos.


P: Hasta "Intocable" decía usted que no se consideraba un actor…

R: Me veía como un impostor. Fue el trabajo que hice en esa película el que me permitió tomar conciencia de que me había convertido en un actor, y esa fue la actitud de Eric y Olivier cuando me ofrecieron el papel de Driss. "Queremos que te aceptes como actor", me repetían.


P: ¿Cómo se trabaja con dos directores en un rodaje?

R: Yo me formé con Eric y Olivier. La pregunta sería más bien: ¿cómo es que te dirija un solo director?


P: O también: ¿quién hace qué en el set de rodaje?

R: A esa pregunta no puedo contestarle. Para mí, Eric y Olivier funcionan como un dragón de dos cabezas. Son una sola entidad. En el set no me fijo si es Eric u Olivier quien me da una indicación, recojo la información y me lanzo. Fuera son distintos, claro, cada uno tiene su personalidad, pero en el trabajo forman un binomio ultraequilibrado y complementario. Pero a lo mejor yo no soy buen juez: yo también procedo de un dúo. Si te pones a cuantificar lo que aporta cada uno, te mueres.


P: Se nota que volver a encontrarse los tres le produce una alegría casi infantil…

R: ¡Pues claro! Somos como niños dispuestos a lanzarse a la aventura. Hasta en el trabajo nos reímos. Nos concentramos mucho, pero para conseguir eso también hace falta echarse unas risas.


P: ¿Improvisan mucho?

R: Sí, y eso es lo que me gusta del cine de Eric y Olivier: que no se aferran a lo que han escrito, aunque escriben muy bien, y que tienen la humildad de seguir probando, no paran nunca. Y supongo que en la mesa de montaje hacen lo mismo. Por eso, cuando ruedo con ellos probamos cosas juntos, y eso me gusta.


P: ¿Es verdad que hablan a los actores mientras ruedan?

R: Sí, y a mí nunca me ha importado. Cuando me parece raro es cuando ruedo con un director que no lo hace.


P: ¿Ruedan muchas tomas?

R: Sí, pero no importa. Cuantas más hacemos, más seguro me siento. Yo funciono un poco como un motor diésel, para empezar a sentirme bien, antes necesito calentar. Cuando trabajo con un director que se conforma con dos tomas, me siento frustrado, porque siempre pienso que podría haberlo hecho mejor. Es uno de los puntos que tengo que trabajar: aprender a hacerlo bien a la primera toma, familiarizarme con otros modos de trabajar.


P: En "Samba" hay muchas escenas de acción.

R: Eric y Olivier se reían: "Ya ves, nosotros también somos un poco hollywoodienses". Era la primera vez que rodábamos juntos esa clase de escenas: la de los cristales, la persecución por los andamios, la carrera por los tejados de París, las coreografías de las peleas en el canal Saint-Martin… Otra etapa que atravesamos los tres juntos.


P: No ha servido de precedente… En "Samba" no baila usted.

R: A Eric, a Olivier y a mí nos pareció interesante que después de haber bailado en todos los platós del mundo para la promoción de "Intocable", mi personaje apareciera sentado, en una fiesta, moviéndose de la forma más torpe posible.


P: Háblenos de sus otros dos compañeros de reparto, Tahar Rahim e Izïa Higelin.

R: Tengo la suerte de conocer a Tahar fuera del trabajo. Es un chico luminoso y chispeante, en las antípodas de los personajes que le hemos visto hacer hasta ahora en el cine. Por fin vamos a descubrir el potencial cómico de este actor. En cuanto a Izïa, tiene una energía increíble. El dúo que forman da a la película sus momentos más distendidos. Realmente, para mí la formación del reparto de "Samba" ha sido un proceso muy rico en descubrimientos personales.


P: "Samba" es una película muy distinta de "Intocable", es más grave.

R: Cuando la vi terminada me quedé sin palabras. Yo llegué muy pronto al proyecto, durante el rodaje estuve en el set casi todos los días, y han conseguido sorprenderme: a diferencia de las películas presuntamente serias, que te hacen sentir culpable durante dos minutos, pero que se olvidan en cuanto se acaba la sesión, y precisamente a causa del sobresalto que provoca al oponer drama y comedia en todo momento, "Samba" plantea cuestiones esenciales. Sin ofrecer respuestas –¿quién las tiene?–, empuja a buscar soluciones. Divierte –lo cual es el primer objetivo del cine– a la vez que informa. Y a mí eso me parece muy noble.


P: En 2014 vuelve a ser usted una de las personalidades preferidas por los franceses. ¿Ello le hace sentir una responsabilidad especial?

R: No. Es una cosa simpática, no una carga.


P: ¿Piensa usted, o espera, que su popularidad pueda llegar a influir, gracias a esta película, en la visión que tienen los franceses de los trabajadores clandestinos?

R: Yo he aceptado la idea de ser actor. Hago películas para divertir a la gente. Pero si con ello doy pie a que descubran dos o tres realidades de la vida, para mí eso es un orgullo. Yo creo en la esperanza, en lo positivo de la vida, intento compartir esa fe de la forma más amplia posible, porque es algo que creo que falta en nuestro mundo. Y si por eso parezco tonto o un poco sentimental, me da igual.


P: ¿Por qué decidió vivir en Estados Unidos después de "Intocable"?

R: Necesitaba tomar distancia, alejarme un poco, tener tiempo para mí mismo. La montaña era tan grande que necesitaba mirarla con algo de distancia para que me pareciera más pequeña. Era consciente de la enormidad de lo que estaba pasando –un éxito como ese sólo se da una vez en la vida- y estaba decidido a aprovecharlo. También tenía miedo de acabar creyéndome el mejor y el más guapo. Ese es el peligro, cuando te lo repiten todos los días: dejarte convencer, aunque sepas que no es cierto.


P: ¿Ha tenido que presentarse a castings como cualquier debutante?

R: Claro. Y ha sido estupendo. Ha sido volver a empezar de cero, cuando en Francia lo tenía todo, y ha sido una buena forma de mantener los pies en el suelo, como una cita conmigo mismo. Me decía: "¿Qué vales tú aquí? No hablas el idioma, no te conoce nadie, se supone que eres actor, venga, demuéstrales lo que sabes hacer". Fue un desafío, como una confianza que tenía que recuperar.


P: ¿Y la ha reconquistado?

R: Por completo, incluso después de encajar rechazos, porque mira que he encajado. Gracias a eso conseguí un papel en "X-Men". Un papel muy pequeño, pero para mí una victoria increíble.


P: ¿Tiene la sensación de haber progresado como actor?

R: He descubierto otras formas de enfocar este trabajo. Yo soy más bien un actor intuitivo, interactúo mucho con los demás actores. En "X-Men", y también en "Jurassic World", he llegado a tener delante una pelota de tenis en lugar de un compañero de reparto: es otra forma de trabajar, hay que aprender a desarrollar la imaginación. Me ha hecho tomar conciencia de mis lagunas, aprendo que tengo cosas que aprender.


P: ¿Siente que ha cambiado?

R: Sí, porque la vida te hace cambiar constantemente. El éxito de "Intocable" me ha cambiado, me ha hecho crecer, mi vida en Estados Unidos me ha cambiado. En contacto con otra cultura y otras personas, necesariamente se aprenden cosas. Viviendo allí voy un poco a la compra.


P: ¿Cómo ve su futuro?

R: Yo soy una persona optimista. Me veo entre los dos países, o también en otros, a lo mejor. El año pasado trabajé con un director danés. Si mañana me llama un director coreano, también voy. No pongo límites a lo que me pueda pasar, lo acepto todo.


Entrevista con Charlotte Gainsbourg

P: Háblenos de cómo conoció a Eric Toledano y a Olivier Nakache…

R: Me sedujo su original método de trabajo. Vinieron a verme con mucha anticipación para comunicarme que deseaban trabajar conmigo. Eric y Olivier tuvieron la amabilidad de hacerme partícipe de sus reflexiones desde el primer momento. Me sentí muy afortunada de verme tan integrada en el proyecto.


P: Al bascular continuamente entre dos registros, el humorístico y el serio, despliega usted una gama de emociones amplísima.

R: Había que intentar que sus reacciones no se pudieran anticipar. A veces, Alice es de una franqueza muy inoportuna, que hace que salte la sorpresa.


P: Es la primera vez que rueda con Omar Sy. Háblenos de su trabajo con él…

R: Es un actor al que adoro, es magnífico como pareja cinematográfica. Omar se metió en la piel de Samba y ya no la abandonó. Pero una parte de él no podía resistirse a hacer reír al equipo. En el plató se notaba que tenía plena confianza en Eric y Olivier. Ellos ejercían de barrera de contención. Al principio tenía miedo de no estar a la altura en el aspecto cómico. Si se ponía a improvisar, ¿sería yo capaz de reaccionar? Yo soy muy "capaz" de improvisar, pero no soy divertida necesariamente. Le confesé mis temores y él me tranquilizó desde las primeras lecturas. Era consciente de mi inhibición y me ayudó mucho.


P: Usted ya había hecho comedia.

R: Sí, y siempre con los mismos miedos.


P: En un rodaje ¿se trabaja de otra manera con dos directores?

R: Tienes dos miradas sobre ti en lugar de una, y eso es muy enriquecedor. Yo ya había vivido una experiencia similar en "Il sole anche di notte", de los hermanos Taviani. Pero la forma de operar de Paolo y Vittorio Taviani no tenía nada que ver con la de Eric y Olivier. Ellos habían establecido un principio: por la mañana repasaban juntos el día que tenían por delante y después uno de los dos, por turnos, trazaba un plan sobre el que el otro no podía opinar. Eric y Olivier, si bien tienen cada uno su personalidad, dos formas distintas de expresarse y de trabajar con los actores, hablan con una misma voz, casi como si formaran una sola persona. Sentir esa complicidad, esa comunicación, era muy tranquilizador.

En el rodaje, para mí la auténtica novedad fue lo mucho que improvisamos. Empezábamos rodando la escena que estaba escrita en el guión y después tirábamos por otro camino basándonos en la toma anterior, explorábamos nuevas ideas cómicas. Es magnífico eso de probar direcciones distintas, no mantenerse siempre sobre una misma vía. Es algo que da una libertad enorme. Yo, paradójicamente, sólo he trabajado de esa forma con Lars von Trier. Toma a toma, se exploran nuevas posibilidades. Ésa es su originalidad en la dirección de actores.


P: Los personajes de "Samba", tanto los inmigrantes sin papeles como los voluntarios de la asociación, irradian una increíble energía vital…

R: Eso es así gracias a la humanidad de los actores. El señor mayor que interpreta al tío de Samba, un no profesional, irradia una verdad que resulta fascinante. A Eric y a Olivier les preocupó mucho eso a la hora de elegir a los actores. Además, a la mayoría de los figurantes los sacaron del mundo del voluntariado.


P: ¿Calificaría usted "Samba" como una película comprometida?

R: No es una película con mensaje, no es un drama, no es exactamente una comedia, pero sí que es todo eso a la vez. Los problemas de los inmigrantes sin papeles, el drama de vivir clandestinamente en un país, son temas demasiado graves para tratarlos a la ligera. Es una película sentimental sin serlo demasiado.


Entrevista con Tahar Rahim

P: Nunca le habíamos visto en una comedia…

R: Hasta ahora no había hecho ninguna, pero me apetecía. Cuando Eric y Olivier me dijeron que tenían pensado un papel para mí en "Samba", no vacilé. ¡Cuando esos dos vienen a buscarte, aceptas! Había visto sus películas y me parecían muy buenas, fue una alegría inmensa.


P: Con ocasión del estreno de "El pasado", de Asghar Farhadi, declaró usted en una entrevista: "Yo soy más bien de carácter alegre, pero me gusta el cine sombrío".

R: Es verdad, desde hace tiempo me inclino por ese registro, pero siempre he querido enfrentarme a otros mundos, a otros registros. Desde pequeño me gustan todos los géneros cinematográficos.


P: ¿Cómo reaccionó al descubrir el guión de "Samba"?

R: Tenía presentes las películas de Eric y Olivier y sabía que los pasajes que podían parecerme dramáticos acabarían tirando hacia la comedia. Desde el principio vi una buena historia que conciliaba cine de autor y popular, realismo y humor. Y para los directores, abordar este tema también suponía un riesgo. La idea de compartir ese riesgo me atrajo mucho.


P: ¿Conocía bien la situación de los inmigrantes sin papeles?

R: Cuando llegué a París conocí a bastantes de ellos: hacíamos los mismos trabajos precarios. La película describe la realidad tal como es, sin reinventarla ni magnificarla. Sin traicionarla, vamos.


P: ¿Qué clase de trabajos?

R: Un poco de todo: grabé DVDs, fui ayudante de cocina…. Cuando era adolescente también limpié cristales: me ponía con mi cubo y mi rasqueta a un lado de la calzada y con eso me ganaba mi dinerillo. Nunca he separado basura, como el personaje de Omar en la película, pero sí metales. Es la misma clase de curro miserable.


P: ¿Estaba al tanto de los problemas a los que se enfrentan esas personas?

R: Hablaba mucho con ellos, sobre todo en la época en la que trabajaba de ayudante de cocina. Nos reuníamos en la trastienda del restaurante, pero no sé si en ese momento era consciente de la magnitud de sus problemas. Recuerdo a un negro de unos sesenta años, llevaba años trabajando en el local y los jefes le obligaban a hacer horas extra sistemáticamente, sin que pudiera quejarse ni hacer valer sus derechos. Como no tenía papeles, los patronos hacían lo que querían…


P: Eric Toledano y Olivier Nakache dicen que para el personaje de Wilson, el argelino que se hace pasar por brasileño, se han inspirado en el hombre que es usted en la vida real…

R: Wilson y yo tenemos puntos en común, sí. En la vida real me río mucho más de lo que se ha visto hasta ahora en las películas. Me gusta poner un punto de humor a las cosas, que ya están bastante negras, ¡así que mejor vivirlas con alegría! Cuando leí el guión también me gustó mucho ver que mi personaje era el polo opuesto de todo lo que había hecho hasta el momento. Y por consiguiente, también más parecido a mí.


P: En "Samba" también luce usted un look muy diferente del que le conocemos…

R: Los directores me pidieron que me dejara crecer el pelo. Me habían visto con el pelo planchado y les interesaba que luciera ese estilo seudomediterráneo que también gasta mi personaje. A continuación era imprescindible que pillara el acento brasileño. Primero trabajé con una coach francesa que ha vivido mucho tiempo en Brasil y que conoce perfectamente la musicalidad de ese idioma. Más tarde le pedí que me presentara a un brasileño que llevaba poco tiempo viviendo en Francia, pero que dominaba el francés. E hice una mezcla de los dos. A continuación grabé unas pruebas de voz que les envié a los directores. Y así, a fuerza de probar, de subir y bajar el cursor, acabamos encontrando un equilibrio.


P: Háblenos de la escena en la que canta y baila en una barquilla mientras se desnuda delante de las mujeres de una oficina de una torre de la Défense en la que se supone que su personaje y el de Omar Sy están limpiando los cristales.

R: Bailar la samba es muy difícil –yo tuve que dar clases de baile–, pero la auténtica dificultad consistió en bailar delante de 25 personas entregándome a fondo. Había que desinhibirse, no tener miedo al ridículo, reventar los candados. Pero lo disfruté mucho, claro.


P: En la película hay auténticas escenas de acción, entre las que destaca una persecución por los tejados…

R: Yo nunca había rodado ese tipo de escenas. Me recuerdan a la época dorada de las películas de Jean-Paul Belmondo. Eric y Olivier no se privan de nada, esto es realmente una mezcla de cine de autor y popular al mismo tiempo, algo que para mí es lo más difícil de lograr.


P: ¿Diría usted que el tándem que forma con Omar Sy tiene un punto buddy movie [película de colegas]?

R: ¡Claro! Los directores quisieron recrear una de esas parejas de cine que están muy ancladas en la realidad, que tienen audacia, pero que a la vez poseen una dimensión burlesca.


P: Háblenos de su trabajo con Omar Sy…

R: Nos conocíamos y nos apreciábamos, pero en este rodaje nos hemos hecho amigos. A mí me daban miedo las escenas de humor, pero él me tranquilizó. Omar siempre apuesta por la generosidad y la benevolencia, conoce perfectamente su oficio y nunca engaña. Me galvanizó.


P: ¿Qué consejos le dio?

R: "No pienses mucho, escucha a Eric y a Olivier, avanza, suéltate y sigue el ritmo". Confiaba más en mí que yo mismo.


P: ¿Aceptar un papel secundario le supuso un problema?

R: Ni por un momento. Todavía veo a Eric y Olivier dudando si ofrecérmelo: "Oye", me dijeron, "estamos escribiendo un personaje, hemos pensado en ti, pero no es un protagonista y puedes rechazarlo". Lo que a mí me atraen son los guiones, los directores y los personajes. Si me gustan, que el papel sea secundario me da lo mismo, yo me lanzo. Lo que importa no es la longitud del papel, sino la intensidad del personaje.


P: Eric Toledano, Olivier Nakache y Omar Sy son muy amigos desde hace tiempo. ¿Es fácil entrar en ese clan?

R: Eric, Olivier y Omar son de las personas más agradables que he conocido en mi vida y en esta profesión. Con ellos, la idea de familia cobra un sentido real. Cualquier actor que pase un día en un rodaje suyo se va a sentir a gusto. Lo que me preocupaba más bien era el hecho de hacer mis primeras armas en la comedia.


P: ¿Y eso cómo lo vivió?

R: Desde hacía mucho tiempo pensaba que era capaz de hacerlo. Así que me fui para allá como si fuera al colegio. Recuerdo que les dije: "A ver, chicos, me habéis pedido que sea más o menos como soy yo en la vida real, me fío de vosotros, me lanzo, ¡guiadme!". Sobre la marcha fui comprendiendo cómo funcionaba aquello, y me gustó. No es fácil, reconozco que a veces sufrí un poco para alcanzar los objetivos, pero empiezas a disfrutar enseguida. Es verdad que de lo que se trata es de desinhibirse, de tener un sentido del ritmo, de confiar. Además, hace poco he vivido los primeros pases públicos de "Samba". Para mí, eso de escuchar una reacción física inmediata del público ante una escena, una interpretación, es algo nuevo. Además, acabo de rodar otra comedia, "Le père Noël", de Alexandre Coffre, que se estrena a finales de año.


P: ¿Cómo se trabaja con dos directores?

R: Eric y Olivier tienen dos visiones distintas del cine –a veces incluso se contradicen–, pero lo bueno que tienen es que no se les nota. Les he observado mucho, son dos entidades diferentes, pero es como si estuvieran fusionados, es algo mágico. Esos dos nacieron para conocerse y hacer cine juntos. No los imagino haciendo películas cada uno por su lado.


P: "Samba", como las películas anteriores de estos dos directores, es un hábil cóctel de humor y emoción. ¿Lo comprendió así en el momento del rodaje?

R: No me di cuenta de hasta qué punto era así hasta que terminaron el montaje. Es muy fuerte: ellos no imponen nada al espectador, no le obligan a reír ni a llorar. Como si, al saltar de un humor a otro, de una atmósfera a otra, le permitieran tomar un camino emocional sin "forzar la mano": se le invita, pero no se le dirige.


P: Eric Toledano y Olivier Nakache aluden con frecuencia a la comedia italiana. ¿Usted es fan de ese tipo de cine?

R: Veo muchísimo cine, pero la época dorada de la comedia italiana la conozco mal. Me pidieron que viera algunas, y tienen una fuerza increíble. En "Samba" también reivindican la influencia del cine social inglés, sobre todo de las películas de Ken Loach. Para mí, en Francia son los únicos que pueden reclamar esa filiación con alguna de esas cinematografías.


P: ¿Tiene la sensación de haber encontrado una nueva familia?

R: Aunque la palabra esté un poco degradada, sinceramente, sí.


Entrevista con Izïa Higelin

P: "Samba" representa su segunda incursión en el cine, después de "Mauvaise fille", una película que le valió un César a la mejor actriz revelación en 2013.

R: Siempre me había apetecido hacer cine. De adolescente quería ser actriz e hice cursos de teatro. Después de empezar en la música llevaba mucho tiempo acariciando la idea del arte dramático.


P: ¿Por qué cree que Eric Toledano y Olivier Nakache recurrieron a usted para "Samba"?

R: Creo que buscaban una personalidad determinada, y sin duda mi temperamento les atrajo. Creo que Eric y Olivier me eligieron porque les gustó la imagen que proyecto: una chica dinámica, un poco agresiva, que se pone el mundo por montera.


P: ¿Recuerda su primer encuentro con ellos?

R: Yo venía de hacer mi gira y aún no había ganado el César. Conocía sus películas, pero lo que más me gustó fue su forma de ser. Son muy divertidos y simpáticos; con ellos todo es fácil, se puede hablar. Tenía la sensación de estar en terreno conocido. Nos parecemos.


P: ¿Qué fue lo que la sedujo de "Samba"?

R: Yo he sido militante durante mucho tiempo. No estaba al tanto de la magnitud de los problemas a los que se enfrentan los voluntarios de las asociaciones, ni mucho menos, pero el tema me tocaba de cerca. Y también me gustaba el concepto de los cuatro destinos que confluyen. Por otra parte, son muy pocas las películas francesas que abordan esta clase de temas. Y eso me interesaba.


P: Háblenos de su preparación.

R: Para familiarizarme con mi personaje pasé un tiempo en la Cimade, una asociación que ayuda a los inmigrantes, a los refugiados y a los solicitantes de asilo. Vi personas que no entendían ni jota de lo que les decían, que estaban completamente desvalidas. Conocí a otras que hablaban francés tan bien como yo, y que tenían un oficio y un trabajo. Y todos tenían problemas de lo más complicados, se encontraban perdidos en un laberinto burocrático. Y aun así me encontré a gusto entre esos voluntarios que entregan su tiempo y sus competencias a los demás desinteresadamente.


P: En la Cimade, ¿conoció a estudiantes en prácticas?

R: Claro, pero no exclusivamente. Había muchos treintañeros y muchos jubilados. Esa asociación es un hervidero de gente. Y hablar con ellos es apasionante. Están archiconcienciados, pero también se les nota quemados, porque se dan cuenta de que por mucho que trabajen, las cosas no avanzan como ellos quisieran. "Samba" también es un homenaje a su lucha.


P: Describa a su personaje…

R: Es una chica de mi edad que vive completamente entregada a su misión. Conoce a todo el mundo, domina a la perfección los resortes de la administración y está bregada en toda clase de situaciones. Yo la veía muy dura en apariencia y muy tierna por dentro. Y también se nota que cuando le da consejos a Alice sobre la manera de comportarse respecto a la distancia que hay que guardar con los inmigrantes sin papeles, en realidad se los está dando a sí misma. Muy segura de sí misma, pero también desencantada. Una buena representante de las jóvenes de mi generación.


P: ¿Intentó construirle un pasado?

R: Habría sido inútil. Es un personaje fácil de comprender. Es una mezcla: noble, franca, impulsiva, muy rockera, casi un poco rasta.


P: ¿Cómo es usted en un set de rodaje?

R: Funciono por instinto. No soy actriz. Cuando ruedo no tengo la sensación de estar haciéndome una carrera cinematográfica. Aunque ya me la estoy haciendo, y eso quizá suponga menos presión para mí.


P: ¿Le imponía la idea de dar la réplica a Charlotte Gainsbourg, Omar Sy y Tahar Rahim?

R: Un poco, cómo no, pero Charlotte, Omar y Tahar son actores muy curtidos y sobre todo son seres humanos. Fueron tan majos conmigo, tan pacientes y comprensivos… Además, la fama nunca me ha impresionado. Yo me crié en una familia de artistas.


P: Jacques Higelin, su padre, también trabajaba en el cine. ¿Le habla usted de sus proyectos?

R: No. Está muy contento y orgulloso de lo que hago. Durante su carrera él siempre supo aprovechar las oportunidades cuando se presentaban, y yo hago lo mismo. No me rompo la cabeza.


P: ¿Cómo es la experiencia de trabajar con dos directores?

R: Eric y Olivier son increíblemente complementarios, y tienen un método de trabajo que a mí me gusta mucho: nunca cortan una escena en el momento en que se está rodando, por ejemplo. Empezamos una toma, se les ocurre una idea, la proponen, acabamos lo que hemos empezado, todo es muy fluido, todo pasa en el momento.


P: ¿Le pidieron que leyera o visionara determinados títulos antes del rodaje?

R: No, sólo que llegara puntual al rodaje. Querían que mi personaje se pareciera a mí.


P: "Samba" juega constantemente con los cambios de tono. ¿Eso fue un problema para usted?

R: Durante el rodaje no me di cuenta de eso. No descubrí hasta qué punto se solapaban la comedia y el drama hasta que vi la película terminada. Y eso le da una fuerza y una singularidad extraordinarias.


P: ¿Qué reacciones espera usted de los espectadores?

R: Que se sientan interpelados y que se hagan preguntas. Si la película consigue apartar a la gente de los tópicos y los estereotipos, no estaría mal.


P: Actualmente rueda usted "La belle saison", de Catherine Corsini, con Cécile de France. Para alguien que no quiere hacer carrera en el cine…

R: La interpretación me apasiona, pero para mí no hay nada como el placer de hacer música y de cantar en un escenario. Cuando actúo ante miles de personas que han venido especialmente para verme, me abandono por completo. Ya no pienso en nada, me da igual la cara que tenga, todo es amor, placer y el momento presente, soy dueña de mi destino.