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En cuerpo y alma cartel reducidoEn cuerpo y alma(Teströl és Lélekröl)
Dirigida por Ildikó Enyedi
¿Qué te parece la película?

Ganadora del Oso de Oro en la 67ª edición del Festival de Berlín.

Película dirigida por Ildikó Enyedi, es el primer largometraje de la cineasta húngara en 18 años, tras títulos como "Simon Mágus" (1999), premio a la mejor dirección en la semana del cine húngaro y en los premios de la crítica cinematográfica de Hungría, y la ganadora de la Cámara de Oro de Cannes "AZ en XX" (1989).


Comentarios de la directora y guionista (Ildikó Enyedi)

LA CONDICIÓN HUMANA
En todos mis proyectos, la historia es lo menos importante. Esta película, como todas las demás, nace a partir de un fuerte deseo por mi parte de compartir mi modo de ver la condición humana, de cómo vivimos nuestras vidas. Además, también buscaba mostrar una vívida y apasionada historia de amor de la manera menos vívida y apasionada posible.

Como persona reservada que soy, sé lo mucho que puede haber oculto tras una fachada plácida y gris. Cuánto dolor, anhelo, pasión - ese es el heroísmo de la vida diaria. Mientras camino por la calle, me fijo en los rostros de la gente y sé que incluso detrás de los que resultan más aburridos o estúpidos puede haber algo maravilloso. De algún modo quería compartir este sentimiento: nada en la superficie, pero, chico, ¡muchísimo en el interior!

PREMISA, SITUACIONES Y PREGUNTAS
La idea principal de la trama vino de golpe: ¿qué pasaría si un día conoces a alguien que sueña las mismas cosas que tú por la noche? ¿Qué harías? ¿Estarías emocionado o asustado? ¿Te parecería gracioso, intrusivo... o quizá romántico? Situaciones así, que funcionan como premisa de toda una película, son lo mejor. Son situaciones que generan preguntas cuyas respuestas te mueres por conocer, para luego abrir más preguntas si cabe: si te pasara a ti, ¿qué harías con esa información? ¿Abrirías tu corazón a esta otra persona? Pero, ¿y si no eres una persona romántica? ¿Y si te estremecen este tipo de movidas esotéricas? ¿Y si, ya de por sí, tuvieras problemas para lidiar con tus propias emociones? ¿Cómo encararías el día siguiente a la noche en la que has compartido estos delicados sueños? Durante el día, ¿intentarías propiciar la misma atmósfera de intimidad y afecto que has vivido en tus sueños? ¿Y si no funciona? ¿Qué pasaría si no fueras capaz de tener una primera cita en condiciones? ¿Y si la segunda fuese catastrófica y la tercera especialmente desagradable? ¿Te rendirías? Y, si te rindieras, ¿lo soportarías? ¿Podrías soportar el hecho de saber que tu alma gemela en sueños sigue siendo un completo desconocido durante el día? ¿No te morirías por dentro? Todas estas preguntas nos llevan hasta el final porque, incluso al final, hay una pregunta de la que esperar tener una respuesta.

HERIDAS EN EL PUESTO DE TRABAJO MODERNO
El matadero de la película no es simplemente un lugar arcaico y sangriento. Es un lugar aséptico, bien organizado y moderno, adscrito a todo tipo de regulaciones. Es el espejo de nuestra sociedad occidental. Tras deshacernos (o casi) de la religión como pilar fundamental para dar sentido a nuestra vida, nos encontramos en un momento en el que no sabemos cómo lidiar con los momentos más importantes de nuestra vida: el nacimiento, el amor y la muerte. Antes, el ritual, la conciencia de pertenecer a un instante sagrado, contribuía a vivir esos momentos de una forma plena. Al perder este esquema sólido, la sociedad ha tratado de dar sentido a estos momentos vitales de una manera pragmática. Ello os convierte a ti y a los tuyos en meros objetos. Lo sé porque he dado a luz a tres niños en el hospital. A uno de ellos lo perdí debido a un error médico que tuvo mucho que ver con este pragmatismo inhumano. Acompañé a mi padre en el laberinto del sistema sanitario durante sus últimos tres meses de vida. Todas estas experiencias duelen en lo profundo de mi interior. Ver a los animales llegar al matadero en camiones me hace pensar no sólo en su inminente muerte, sino en la vida que han vivido. Una vida pobre y restringida, completamente desprovista de la realización de la llamada de sus instintos.

Mis dos héroes, Endre y Mária, no son sólo personas introvertidas. Están heridas por dentro. Su obstáculo son las señales que denotan su delicada salud mental. Reaccionan a un entorno (no ya el matadero, sino la sociedad entera) que no están hecho para ellos -ni para nadie.

EN EL MATADERO
Grabamos en el matadero durante una semana (y, naturalmente, estuvimos allí varias veces durante la pre-producción). El dueño es un hombre hecho a sí mismo, empezó trabajando como carnicero y de ahí prosperó. Él mismo diseño el edificio. También se ocupa personalmente de entrevistar a los nuevos empleados. Todo nuestro equipo se conmovió por la natural y respetuosa forma con la que los trabajadores trataban a esos animales. Cómo les acariciaban, hablaban con ellos. Tras su llegada, el ganado pasaba un día entero en el matadero antes de morir.

Lo que más nos partía el corazón no era el momento de matarlos y triturarlos, ese proceso complejo en el que se transforman en objeto en unos pocos minutos, sino ver a los animales, aún vivos, sentarse apaciguados, en silencio, esperando su muerte. Sus ojos. Lo que vi allí, esa fraternidad tácita, esa alianza entre asesinado y asesino, entre los empleados y los animales, se parecía al conocimiento adquirido por las cultura tribales: cazaban animales, los mataban y daban gracias por la comida. Le daban las gracias al animal por hacer que siguieran vivos.

UNA IMPORTANTE LECCIÓN VITAL
Fue un gesto especialmente valiente por parte del dueño el recibirnos, se arriesgaba a recibir ataques de muchas direcciones. Fuera del horario de trabajo, nos podíamos mover libremente por allí. Tres días a la semana mataban animales y el resto hacían el procesado de la carne, pero siempre que pasábamos por allí desinfectaban después. Era obligatorio llevar ropas sanitarias y cubre-zapatos.

Pero también dejó claro que no iba a tolerar tonterías en lo que respectaba a sus animales. Por ejemplo, no iba a permitir que el ganado tuviera que repetir el proceso de salir de los camiones y bajar la rampa. Tuve respeto por este hombre en el momento en que le conocí. Después, cuando vio cómo trabajábamos, surgió una gran amistad entre su equipo y el nuestro.

Tras el viaje nos sentamos todos y hablamos cara a cara sobre la experiencia. Mate Herbai, mi director de fotografía, y yo fuimos allí varias veces pero muchos miembros del equipo era la primera vez que veían un lugar así. Para redondear la experiencia vivida, comimos en un restaurante cercano, también propiedad del dueño del matadero. Allí comimos estofado de carne procedente de animales del propio matadero -animales que habíamos conocido. Creo que fue una importante lección vital para todos el ver cómo esa suculenta comida llega a nuestros platos. Sabiendo eso, cada uno toma la decisión de qué comer, qué comprar y de cómo vivir su vida.

ALEXANDRA BORBÉLY como MÁRIA
Muchas de las personas que conocen a Alexandra del teatro no la reconocen mientras ven la película. "¿Quién es esta increíble actriz joven? ¡Nunca la había visto!" suele ser la reacción. La película muestra su amplio rango de interpretación. En la vida real, ella es una exuberante, extrovertida, dinámica y sexy mujer. No sé por qué pensé en ella para el papel -quizá por la confianza plena de saber que es una gran actriz. No sólo tiene talento sino que es una de estas actrices que llevan la interpretación en lo profundo. Para encarnar a Mária, se preparó a fondo y creó un personaje de la nada. He tenido la suerte de trabajar con grandes actores y actrices en mi carrera (por ejemplo, los dos actores más queridos por Andrei Tarkovsky han trabajado conmigo) pero ver trabajar a Alexandra fue algo que nunca había experimentado.

Esta película, de apariencia simple, resultó ser la más delicada y vulnerable de todas las que he hecho. Cada persona implicada, desde el utillero hasta el mandamás, tuvo que dar el máximo de concentración cada segundo. Alexandra sabía que no podía cometer ningún error. Sus escenas más complicadas eran las que salía ella sola, ya que no podía apoyarse en la energía de un compañero actor. El personaje de Mária sufre una gran transformación, un arco de aprendizaje tanto emocional como sensual. Corre el riesgo y se tira al vacío. Se adentra en un peligroso proceso mediante acciones de lo más simples: tocar un puré de patatas, ver porno, etc. Era tarea de Alexandra conseguir que estas escenas tuvieran las dosis correctas de sensualidad, tensión y humor. No puedo expresar mi agradecimiento hacia ella en palabras y sólo espero que esta película sirva para mostrar su enorme talento a un público más amplio.

GÉZA MORCSÁNYI como ENDRE
Nuestro protagonista masculino, Geza Morcsanyi, es muy conocido en Hungría, mas no por sus dotes in terpretativas. Geza ha tenido un papel fundamental en la cultura literaria del país al ser el director de la editorial más importante de Hungría durante 20 años. Ha sabido gestionar con gran conocimiento, tacto, gusto, autoridad y sabiduría las carreras de sus autores. Ha trabajado y ha sido buen amigo de los nombres grandes húngaros, como Imre Kertész (Premio Nobel de Literatura en 2002) o Peter Esterhazy. Una persona fuerte y carismática que comparte muchos atributos con Endre. La elegancia, la integridad, el humor sobrio y una fuerte personalidad. Tenía todas las papeletas para convertir a este viejo y pausado hombre, que ha dedicado su vida a un trabajo nada glamuroso, en nuestro héroe. Una vez leí a un productor de Hollywood enunciar las características necesarias para ser una estrella del cine: fortaleza y vulnerabilidad (pensad en Humphrey Bogart, por ejemplo). Bien, Geza tiene ambas.

Quería contar una apasionada historia de amor, para lo cual se necesitan héroes con los que conectar de una manera profunda y compleja. Nuestros dos protagonistas lo consiguieron con métodos diametralmente opuestos, puesto que ambos venían de forjar vivencias muy distintas. Para mí, ambos consiguieron su objetivo.

En apariencia, Geza me recuerda a Clint Eastwood en Gran Torino -un tipo que decide que es demasiado viejo para seguir en el juego y que luego demuestra que aún tenía cartas que jugar al salvarle la vida a un joven-. Nuestro Endre toma una gran decisión al salir de su miserable zona de confort, la del círculo "trabajo + comida rápida + dos cervezas viendo la tele". Al abrirse a Mária, se muestra ridículo, perdiendo las últimas migajas de su auto-estima.

UNA GRAN HERRAMIENTA SOCIABILIZADORA
Me siento profundamente conectada con esta película. Yo soy Mária, o, mejor dicho, lo fui una vez. Tras convertirme en madre y tener la oportunidad de vivir junto a mis hijos una infancia mucho menos introvertida que la que yo viví, mi vida se volvió mucho más relajada. Soy hija única. De niña, era delgada, callada y buena para los estudios. Me gustaban las clases y no me gustaba suspender. Muy mala en cambio para las relaciones sociales, horrible para las conversaciones triviales. Pero, tan pronto como encontré un cometido, mis habilidades comunicativas aparecieron de la nada. Me convertí en una líder de manera natural, sin ser autoritaria, y me fue muy bien. Para mi, hacer películas es una ocasión irremplazable para ejercer vida social. En un rodaje, la gente trabaja de un modo muy interdependiente. Se percibe como rápidamente uno se olvida de salarios, de los problemas cotidianos y cómo todo el mundo se concentra a muerte en un solo objetivo: crear algo que llegue al corazón de personas desconocidas de todo el mundo. Si tuviera que explicarle a un marciano cómo funciona la humanidad, cómo podemos conseguir con un poema tanto como viajando a la Luna, le llevaría a un set de rodaje. Allí, la gente saca lo mejor de sí, su lado más generoso y, a la par, efectivo. Todos compartiendo con el propósito de avivar la imaginación de alguien. De hacer realidad sus sueños.

UNA RELACIÓN MÍTICA
Creo que la vida misma en una mezcla de sueños y realidad. Cada día uno experimenta una constante mezcolanza de ambas cosas. Por ello, no es gratuito que las escenas oníricas de nuestra película sean tan realistas. Madera real, con sonido invernal real, con animales de lo más reales. No son ciervos sacados de los cuentos de hadas. Hacen lo que los ciervos suelen hacer normalmente: rumiar, buscar comida, beber agua de los arroyos,... La vida en vigilia se presenta algo más abstracta, con cierta estilización. Tanto el matadero como los dos apartamentos conforman localizaciones de lo más emblemáticas, estados de la construcción de una relación mítica.

QUÉ HAGO CUANDO NO HAGO LARGOMETRAJES
Estaría bien poder decir que durante estos años en los que no he rodado largometrajes me he dedicado a escalar el Everest o a encontrar una vacuna contra la malaria o algo así, pero la verdad es que mientras no hago películas no pienso en otra cosa que no sea hacer películas. No hay un solo día que no trabaje en ello, bregando, planificando, imaginando o preparando una película nueva.

Tengo cinco guiones escritos. De todos ellos me ha llegado muy buen feedback, por lo tanto nunca ha habido razón para abandonarlos. Hubo un momento en que, debido a muchos factores, se hizo patente que nadie iba a financiarlos. Fue un periodo bastante desesperante. A pesar de que daba clases en la universidad, de que me gustaba y me gusta enseñar y de que fueron saliendo proyectos pequeños, aprendí qué se siente al ser un desempleado, qué frustrado puede llegar a sentirse uno, qué destructivo puede llegar a ser no sentirse querido a pesar de derrochar ganas y energía para ponerse a trabajar. Entonces fui contratada por un gran estudio y me sentí muy feliz. Los últimos cinco años he trabajado para HBO Europa. Para mí ha sido un proceso reparador. Este ha sido el primer trabajo que me han delegado en toda mi vida (un reboot de la serie "En Terapia"), por lo que en parte temía no contar con la suficiente confianza, libertad y medios para crear algo que valiera la pena. Fue una experiencia inmensamente positiva, muy similar en su valor al trabajo teatral. Estoy muy agradecida a la ejecutiva de HBO por dejarse guiar por su instinto profesional a la hora de contratarme y permitirme trabajar con libertad.


Ildikó Enyedi
La primera película de Ildikó Enyedi, "Mi siglo XX", ganó la Camára de Oro en el Festival de Cannes y fue elegida como una de las doce mejores películas húngaras de todos los tiempos, así como una de las diez mejores películas de 1989 para The New York Times. Aparte de sus más de cuarenta galardones internacionales como directora, también ha recibido reconocimiento como guionista (Gran Premio del Certamen de Guionistas Hartley Merrill al Mejor Guion Europeo).

Comenzó su carrera como artista conceptual y de nuevos medios. Formó parte del colectivo de artistas Indigo así como del Balázs Béla, el único estudio independiente en Europa de Este antes de 1989. Fue entonces cuando se pasó a la dirección y a la escritura de guiones. Su película de 1999 "Simón, el mago" ganó el Gran Premio del Jurado en Locarno. En 1997, su película "Tamas y Juli" ganó el Gran Premio del Festival de Belfort.

Enyedi ha dirigido "Terápia" para HBO Europa, versión húngara de la serie "En Terapia". Es miembro de la EFA, la Academia de Cine Europeo, y ha recibido la Medalla al Mérito por parte de la Presidencia de la República. Madre de dos hijos, vive entre Budapest y Renania del Norte-Westfalia, Alemania.

Filmografía
2017 - EN CUERPO Y ALMA
2012-2016 - TERÁPIA (Serie de TV)
2008 - FIRST LOVE (cortometraje)
2004 - EUROPE (película de episodios)
2000 - GESHICHTEN IN GESICHTEN (documental)
1999 - SIMÓN, EL MAGO
1997 - TAMAS Y JULI
1995 - MAGIC HUNTER
1991 - WINTER WAR
1989 - MI SIGLO XX