La Comisión Europea confirmó ayer su autorización a la fusión entre las divisiones musicales de Sony y Bertelsmann para crear la empresa conjunta Sony BMG al concluir que la operación no crea ni refuerza una posición dominante colectiva de las grandes casas discográficas en el espacio económico europeo que les pueda permitir coordinar subidas de precios.
Sony y Bertelsmann ya habían recibido la autorización en el 2004 y habían avanzado en el desarrollo de la unión, pero dicha decisión fue revocada por la Corte de Primera Instancia, el segundo tribunal más importante de la UE, tras apelación de la competencia.
Dicha sentencia había impactado en la industria musical y pudo haber quebrado la alianza entre Sony y BMG, los que subsecuentemente apelaron ante el más alto tribunal de la UE.
La Comisión fue obligada a llevar adelante una nueva investigación, que inició en enero de este año y podría haber provocado el final de la sociedad. También señaló en su declaración que había reevaluado la fusión a la luz de las actuales condiciones del mercado, considerando los desarrollos ocurridos desde el 2004, como el crecimiento en las ventas de la música por internet.
La decisión es problemática para los sellos independientes, que temen a la concentración del mercado porque podría dañar a la diversidad dentro de la industria de la música y atentar contra las preferencias de los consumidores.
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