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La red social cartel reducidoLa red social(The social network)
Dirigida por David Fincher
¿Qué te parece la película?

Dirigida por David Fincher. El guión es de Aaron Sorkin. Basado en el libro "Multimillonarios por accidente" de Ben Mezrich. Producida por Scott Rudin, Dana Brunetti, Michael De Luca, y Ceán Chaffin. El productor ejecutivo es Kevin Spacey. El director de fotografía es Jeff Cronenweth, ASC. El director de producción es Donald Graham Burt. Los editores son Angus Wall, A.C.E. y Kirk Baxter. La diseñadora de vestuario es Jacqueline West. La música es de Trent Reznor & Atticus Ross.

La red social ha sido clasificada para mayores de trece años por la Asociación Cinematográfica de América por contenido sexual, uso de alcohol y drogas y lenguaje soez.


El planteamiento del cineasta
El guionista Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca, La guerra de Charlie Wilson) nunca dijo "sí" más rápido a un proyecto que con La red social. Todo comenzó cuando recibió una propuesta inicial para el libro Multimillonarios por accidente, de Ben Mezrich, un resumen de catorce páginas que instantáneamente motivaron su propia investigación intensiva sobre la historia de Facebook. A Sorkin le cautivó la vertiginosa trayectoria de los personajes, principalmente la del cofundador de Facebook, Mark Zuckerberg, quien, prácticamente de la noche a la mañana, pasó de ser un pirata informático anarquista a Director Ejecutivo y un emprendedor web que ha definido toda una era.

A Sorkin también le interesaba un tema tan definitivamente americano como es la invención, así como la oportunidad de diseccionar las amistades, rivalidades, y maniobras sociales de jóvenes iconoclastas que aparentemente surgen en cada era para crear un asombroso y novedoso artificio que altera fundamentalmente nuestro día a día.

En generaciones previas había sido la radio, el teléfono, el coche, la televisión, y el ordenador. Hoy, es la red social.

Asegura Sorkin: "Los temas de la película son tan viejos como la propia narración de historias: lealtad, amistad, poder, dinero, envidia, estatus social, celos. Si Esquilo estuviera vivo hoy, habría escrito esta historia; Shakespeare la hubiera escrito; Paddy Chayefsky la hubiera escrito. Afortunadamente para mí, ninguno de ellos estaban disponibles, así que me tocó a mí escribirla".

Cuanto más descubría acerca de los orígenes tan disputados de Facebook, más le intrigaba a Sorkin comprender cómo parecían proporcionar un retrato nítido y en primera plana de este momento tan específico de la vida americana – a la vez que hablan de temas tan humanos y perdurables como la genialidad, el poder, y el vacío. Porque estos jóvenes advenedizos, por muy conocedores de los estilos de vida digitales y por muy brillantes que sean tecnológicamente, según el retrato de Sorkin también son impetuosos, se enfadan con facilidad y nunca están del todo satisfechos emocionalmente.

"La construcción de la película es tal que te permite ver todos los aspectos multifacéticos de Mark Zuckerberg que hicieron de él un éxito y los percibes de formas totalmente diferentes dependiendo de con quién te identifiques en la historia", comenta Sorkin. "A Mark le motiva bien la fuerza o la debilidad, el temor o la valentía, la visión o la conveniencia – y la película continuamente transita en la delgada línea que separan estos conceptos".

"Mark es un anti-héroe que se convierte en un héroe trágico al final de la película porque paga un precio en ese camino. Él es fundamentalmente un pirata informático y los piratas son, por naturaleza, anarquistas. Se trata de burlar el sistema, de destruir lo que consideras que se entromete en tu camino. ¿Hacia quién se rebela Mark? Son las personas que de alguna forma construyen el mundo que le hacen infeliz. En el caso de Mark, su concepto de autoestima se ha transformado en ira, ira explosiva. Pero para él la ira es un combustible, y entonces se le ocurre una idea, ¡Eureka!, y su vida parece hecha. Pero lo último que quiere hacer, y ésta es una parte importante de la película, es asesinar a Facebook a través de convertirlo en un bien de consumo que genera dinero y que no sea anarquista. Esa es la historia de la película, el viaje desde pirata informático a director ejecutivo. El viaje del filme no es nada menos que una historia de Horatio Alger, pero nuestra versión es la de un chaval solitario en su residencia universitaria que en muy poco tiempo se convierte en una figura muy importante en el mundo en el que vivimos" explica el guionista.

La historia de Facebook comienza en febrero de 2004, cuando la rúbrica social de la vida cotidiana sufrió una alteración con el lanzamiento de lo que se conoció entonces como "thefacebook.com" en la universidad de Harvard, un sitio programado por Zuckerberg, quien por aquel entonces tenía sólo 19 años. En su primer mes de vida, más de la mitad de los alumnos de Harvard se registraron y en diciembre de 2005, el sitio tenía 5,5 millones de alumnos usuarios, que publicaban sus detalles personales más íntimos, desde sus canciones favoritas a las personas con las que salían y mucho más, todo a la vista de todo el que quisiera verlo.

Tras extenderse más allá de las universidades al resto del mundo, Facebook se alzó como el ámbito global digital de los comunes, una red masiva e irradiada de conexiones y relaciones que representan las interacciones sociales de más de 500 millones de usuarios (si Facebook fuera un país tendría actualmente más de 1,5 veces la población de los Estados Unidos, y sería el tercer país más poblado del mundo.)

En apenas seis años, Facebook se ha convertido en una fuerza cultural en sí misma, una nueva forma de hacer amigos en un mundo cada vez más aislado, y es una gran influencia en una generación que ha desbancado antiguas definiciones de la privacidad. Facebook ha ayudado a forjar un valiente mundo nuevo de vidas en línea en el que todo el mundo conoce los asuntos de los demás y las personas construyen sus identidades para el consumo público, un mundo en el que muchos usan Facebook como un archivo de toda su existencia. Como otras grandes revoluciones tecnológicas anteriores, Facebook ya ha sido celebrada y denostada por su impacto, aunque ni siquiera los analistas sociales más hábiles son capaces de cuantificar todas sus consecuencias ya que aún es muy pronto para saber su impacto.

Crece a un ritmo desenfrenado y con gran parte de su potencial sin explotar, la empresa, aunque es privada, se valoró recientemente por encima de los 25 mil millones de dólares, y algunos en Wall Street estiman que su valor es considerablemente mayor.

Pero incluso cuando creció, la empresa tuvo que hacer frente a demandas importantes y a conflictos entre sus fundadores. Desde sus orígenes Facebook dio lugar a una fascinante serie de luchas por la titularidad y el reconocimiento. Un grupo de antiguos compañeros de clase de Zuckerberg en Harvard, entre ellos los hermanos Winklevoss, alegaron que Zuckerberg les había robado la idea de una red social; mientras que Eduardo Saverin, el que fuera el socio empresarial de Zuckerberg y el cofundador de Facebook, alega que Zuckerberg le sacó de la empresa tras financiar su crecimiento en un primer momento.

Para aprender más acerca de todos estos hechos y conocer nuestra comprensión popular de (y la reacción a) Facebook, Sorkin lanzó su propia página web pidiendo las impresiones de la gente y recibió alrededor de 10,000 visitas antes de cerrar la página web. Estudió todos los apuntes de Ben Mezrich (aunque no el libro de éste, ya que se escribió simultáneamente al guión y no se completó hasta que Sorkin prácticamente terminó el guión) y llevó a cabo su propia investigación, estudiando numerosos casos legales y entrevistas con muchas de las personas que aparecen en el filme (y muchas que estuvieron presentes en los eventos descritos, aunque en algunos casos no salen en la película), poniendo de relieve el claro contraste entre los distintos puntos de vista de los primeros días de vida de Facebook.

Todas estas fuentes, integradas de forma panorámica, forman la columna vertebral que da estructura al guión. A Sorkin le denegaron acceso a Zuckerberg, lo cual no fue una sorpresa para el guionista, así que utilizó muchas fuentes públicas, entre ellas artículos y casos legales, para incorporar la perspectiva de Mark. "Facebook es muy protector con Mark, y con razón", dice Sorkin, añadiendo: "Estoy seguro que Facebook hubiera preferido que contáramos toda la historia desde el punto de vista de Mark, pero esa no era la película que queríamos hacer".

Cuando comenzó a escribirlo, Sorkin se dio cuenta de que aunque había documentado el guión cuidadosamente, estaría haciendo malabarismos con una serie de "narradores poco fiables" a partes iguales, cada uno tiene una versión diferente de los sucesos y años después ninguno de los que estuvieron implicados directamente se han podido poner de acuerdo sobre lo ocurrido, así que cada narrador tenía que integrarse en la historia para poder forjar una visión más amplia.

"Ya que habían relatos encontrados, antes que decidir cuál sería el ‘verdadero’ pensé que sería más emocionante literalmente dramatizarlos todos – y dramatizar el hecho de que son relatos enfrentados", explica Sorkin. "Me interesaban mucho más los tonos grises que lo blanco y lo negro. Además, la idea de una serie de posibles escenarios, posibles realidades, realidades incluso que parecen tener a primera vista mucho más que ver con Facebook en sí – lo que es Facebook en realidad – más que una trama sencilla. Para mí uno de los aspectos más atractivos de Facebook es el número ilimitado de posibilidades que ofrece para reinventarse y fabricar, y presentar una idea muy subjetiva de la ‘verdad’ acerca de tu persona – así que me resultó emocionante y provocativo reflejar esa idea en la construcción de una historia de cómo se creó".

Esa era la forma de Sorkin de revelar toda la fricción y la enemistad incipiente que llevó a la creación de la red social más poderosa del mundo. Hizo que funcionase enfatizando el descubrimiento de las intenciones individuales y los objetivos encontrados de cada uno de los personajes.

Asegura que: "Esta es una película que siempre que puede, hace girar el prisma para mostrarte otro lado de la historia. Creo que la señal de una buena película es que puedes argumentar distintos lados, pero la base de mi capacidad de argumentar coherentemente es la enorme investigación que hay detrás. Sin ella, sin estar fundada en los hechos, todo sería ficción, y esto no es ficción".

A Sorkin le intrigaban particularmente las contradicciones internas de Mark Zuckerberg: un hombre joven que muestra cierta torpeza social y sin embargo idea una forma brillante de transformar las bases del impulso social humano en un código informático pionero. Incluso en un momento en el que era un desconocido en Harvard, el concepto inicial de Zuckerberg era crear un modelo matemático de lo que él mismo ha definido como el "gráfico social", los vínculos irradiados y sustentadores que cada persona tiene con todas las personas que conoce.

"El hecho de que alguien con una enorme y casi incoada torpeza social cree una visión para esta red de interacción social, un terreno público y común en el que básicamente las personas no tienen que estar en la misma habitación para comunicarse, sencillamente es irresistible", explica Sorkin. "Además, para mí existe una idea tremendamente dramática que hace que Mark sea no sólo creador sino también destructor – y es un tema fascinante sobre el cual escribir ya que la mayoría de nuestros mayores creadores también son de alguna forma destructores. Nuestros creadores visionaros frecuentemente son igual de adeptos destruyendo lo que les precedió como lo que está delante de ellos cuando empiezan a darse cuenta de lo que supone hacer realidad su visión. Hay muchísimos ejemplos: es un gran tropo de lo que quiere decir la gente cuando describen ‘el carácter americano’. Mark es como una iteración del siglo XXI de un personaje como Fitzgerald o Dreiser. ¿Cuándo volvería a encontrarme con un personaje así?"

Para Sorkin, la primera escena de la película era clave para establecer el tono. "Sabía que quería que empezara con un chico y una chica en un bar", asegura, "sin pirotecnia, sólo dos personas, Mark y su novia, y al final de la escena ella lo va a dejar. Después él se irá a su habitación, empezará a beber, a bloguear, y a crear el sitio web llamado Facemash. Facemash adquiere un efecto viral y entonces cortamos a la declaración en la que las primeras palabras que salen de la boca de Mark son: ‘Eso no es lo que ocurrió.’ Ese momento, ese corte, esencialmente te da la clave a la estructura de la película".

Esa estructura choca intencionadamente con la naturaleza de la verdad como una construcción subjetiva, algo que sólo ha sido magnificado en la era de Internet, en el que una comunicación instantánea e indeleble puede transformar un rumor y una insinuación en un hecho globalmente aceptado. Es como lo que le dice uno de los personajes del filme a Zuckerberg: "La Internet no está escrito en lápiz, Mark. Está escrita en tinta".

"Actualmente una afirmación se acepta como verdadera con cierta facilidad", dice Sorkin. "Al comienzo del filme Mark, tal vez condescendientemente, hace uso de esto al crear Facemash, el precursor de Facebook que clasificaba las fotos de las alumnas – pero al final, él mismo se convierte en su víctima".

Al final, el guión de Sorkin desafía la idea de que pueda haber una única verdad y su intención es provocar un debate. Resume el guionista: "Estaré encantando si la gente lo discute en el aparcamiento del cine. Con La red social, cogimos una serie de hechos y construimos una verdad. De hecho, para ser más específicos, construimos tres verdades. Si imaginas que los hechos que no están en desacuerdo son puntos que tienes que unir, nosotros hemos unido esos puntos y hemos hecho una imagen. Pero entre esos puntos hay a) un personaje y b) el hecho de que tú eres el que decide lo que es verdad. No te decimos ‘ésta es la única verdad que hay,’ sino que proponemos un puñado de verdades para intentar conseguir una verdad mayor: las condiciones que hicieron que fuera posible".


El director
Al darle vida al guión de Sorkin nos encontramos a un director que marca un punto de partida: David Fincher, tal vez más conocido por ser el deslumbrante estilista visual que forjó los mundos atmosféricos de El curioso caso de Benjamin Button, Zodiac, Seven y El club de la lucha, pero quien en La red social centra la cámara más íntimamente en la naturaleza humana de jóvenes y realistas anarquistas que se unieron y después se dividieron – al poner en marcha el fenómeno Facebook.

Al principio Fincher no estaba seguro si le atraería la historia pero cuando leyó el guión, esa duda se disipó de inmediato. "Scott Rudin y Amy Pascal me decían ‘tienes que leer esto, es una historia asombrosa y un guión brillante,’" recuerda el director. "Cuando finalmente lo leí lo que realmente me gustó es que se adentra en el tejido de un mito que sólo tiene un par de años de vida – y eso me intrigó bastante".

Prosigue con su explicación: "En cierto sentido La red social es una historia antigua – una batalla clásica sobre qué contribuciones a una invención se deberían de valorar. Pero lo que la hace tan interesante es que evita ponerse de parte de una persona a toda costa. Eso no se consigue intentando recrear cada detalle. Se consigue enfocando los eventos desde distintos puntos de vista – desde el punto de vista de la persona que estaba equivocada y desde el punto de vista de la persona ganadora. Esa es la magia de hacer algo que está basado en hechos reales que han ocurrido en este mundo – y todo el tema Rashomon me resultó muy interesante. Lo importante es que la película trata de cómo un grupo de personas se proponen hacer lo correcto todos juntos, y hacer lo correcto en base a una idea, y cómo al final deciden que no pueden, que no van a completar este camino juntos. Nuestra tarea era coger esos hechos y construir una verdad en base a ellos, o más bien, tres verdades".

Fincher, al igual que Sorkin, percibió que el filme operaba en un terreno gris en el que los héroes y los anti-héroes se intercambian de lugar unos con otros a medida que estos jóvenes universitarios que apenas se están formando se convierten casi de la noche a la mañana, en los innovadores que todo el mundo está mirando. Él dice que la "verdad" es un concepto resbaladizo cuando tratas con tantos recuerdos divergentes, motivaciones engañosas y personalidades fuertes.

"No sé si la verdad se puede conocer", dice Fincher, "pero lo que sí sé es que hay muchas personas que han hecho el esfuerzo de explicar su versión de la verdad – y que sentía como verdaderas la conducta y las reacciones de las personas en el guión de Sorkin".

Se sumó al proyecto a sabiendas de las consecuencias de adentrarse en territorio disputado. "Sabía que si hacíamos nuestro trabajo, si le hacíamos justicia a la historia, todas las personas implicadas en la historia probablemente la desheredarían", comenta el director.

El planteamiento de Fincher en la película estaba enraizado en la creación de los mundos de los advenedizos de las escuelas de la Ivy League y del Silicon Valley en los que Zuckerberg, Saverin, Parker y los gemelos Winklevoss se mueven cuando se lanzó Facebook y comenzó a crecer algorítmicamente hasta convertirse en el gigante que es actualmente.

"El momento y el espacio tenían que ser palpables", asegura. Y especialmente la residencia de Harvard en la que Zuckerberg escribió el código original para Facebook, que además es el lugar donde tomó su carácter viral. "Es un mundo fascinante el que permite que un crío entre en una habitación con una caja de Red Bull y salga un par de días después con algo que de inmediato estará en 500 ordenadores y unos pocos años después, en 500 millones de ordenadores. Sabía que tenía que conseguir que todos los detalles del entorno – dónde se encuentran estas personas, la ropa que llevan puesta – encajaran en Harvard, y encajaran con estos críos y con sus conocimientos. Lo divertido fue no sólo encontrar un puñado de actores brillantes y divertidos de ver, sino también forjar un mundo a su alrededor que les hiciera parecer la clase de críos que realmente dirían esas cosas. Hace crecer el contenido dramático – la inevitabilidad del hecho de que un día estos chavales van a tener que repartir el botín – al ver este lugar
y de dónde vinieron todos, con la mala calidad de los muebles prefabricados, las sábanas que pican y las alarmas contra incendios en el centro de la pared y las chimeneas que no funcionan"
.

Aunque no procede de ese mundo Fincher podía ver claramente elementos de sí mismo en las actitudes disidentes de los personajes y en su ambición juvenil. "Me podía identificar con estos grupillos creativos y la forma en la que forjan momentos íntimos entre amigos que pronto serán ex amigos. Podía identificarme con tener 20 o 21 años y hacer todo lo posible por venderte y vender tu visión a la gente que te rodea para conseguir el dinero que necesitas para hacer que tu idea sea lo más grandiosa posible, y todo ese rollo condescendiente de tener que pedirle permiso a los adultos porque eres demasiado joven para hacerlo por ti mismo y toda la frustración que todo esto conlleva", explica. "En cierto sentido lo que hace Mark no dista mucho de lo que es dirigir un filme: haces crecer un proyecto, y tu trabajo es hacerlo crecer bien y asegurarte que otros lo mejoran y lo cuidan. Ese es el tema de la película. Y si tienes que herir los sentimientos de otras personas para protegerlo entonces es lo que tienes que hace
r. Es una responsabilidad. También me identifico con Zuckerberg en que nunca intentó complacer la visión de otra persona sobre quién debería ser – y me identifico con la irreverencia de estos personajes y su desdén por la autoridad porque sin eso ni siquiera estaríamos contando esta historia".

Prosigue el director: "Yo he sido Mark Zuckerberg – hay momentos en mi vida en los que me he comportado así. Hay momentos en mi vida en los que he sido Eduardo Saverin – en los que he montado un numerito y luego lo he lamentado, en los que he estado con las emociones a flor de piel y me he sentido estúpido. Y hay momentos en los que me he sentido moralmente superior y me he comportado así".

Fincher sabía que crear esos momentos en la pantalla requeriría un reparto muy encajado y compenetrado capaz de colaborar y chocar de formas interesantes y reveladoras. "Mi esperanza al crear el reparto era tener a personas que pudiesen mostrar ambos lados de los personajes y que hicieran que las relaciones fueran completamente reales", explica. "Para que esto funcionase todos tenían que ser, a partes iguales, parte de la colisión de estas bolas de billar. Tenían que ser muy diferentes el uno del otro pero también ser capaces de trabajar bien juntos. Quería encontrar el lado humano de todos y jamás concebí a Mark o Sean o los gemelos Winklevoss como el villano. No veo la ausencia de imaginación de Eduardo como villanía. Los miro a todos y pienso, son críos, van a cometer errores. Van a involucrarse en lo correcto por razones correctas, y van a salirse de lo correcto por razones incorrectas. Así que la cuestión era encontrar a personas que estuvieran dispuestas a experimentar, a no saber lo que iban a hacer.
Quería ser capaz de llevarlos al borde de un precipicio y tirarlos para que pudieran encontrar otra cosa que no fuera la idea preconcebida de lo que son"
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El proceso de casting fue intensivo. "Primero corrimos la voz y le pedimos a la gente que nos enviara sus pruebas con sus móviles o en cintas", explica. "Después empezamos a recibir gente y a preguntarles cuál era su trasfondo. Cada miembro del reparto tuvo que venir y leer varias veces. Buscábamos formar un conjunto, y cada faceta tenía que trabajarse para apoyar a los demás".

Antes de comenzar la producción Fincher comenzó a ensayar con el reparto en grupos pequeños durante varias semanas, para dejarles entrar en el ritmo de la forma de hablar única de cada personaje y para que habitaran sus relaciones con relajado naturalismo. Fincher pidió de sus actores una flexibilidad poco corriente, rodando hasta 200 tomas diferentes de una misma escena, para agitarlo todo un poco y después tener múltiples opciones a la hora de editar. Trabajó el afilado diálogo de Sorkin hasta que fuera totalmente orgánico para los actores.

Comenta Sorkin del estilo de dirigir de Fincher: "Esa clase de repetición reduce el instinto de actuar de forma operística. Hizo que el diálogo se sintiera de forma más casual y natural. Al usar muchas tomas, David consiguió resultados realmente buenos. Asumió por completo que el guión y su lenguaje lo llenan todo, y añadió un estilo visual inquietante que realmente hace crecer el guión, cosa que no hubiera sido posible si lo llevara un director con menos talento. Además, David comprendía bien cómo conseguir lo mejor de cada actor. Me encantó el número de tomas que hacía – a veces 70, 80, o 90 – sólo para sacarles a golpes la actuación del cuerpo y que naturalizaran el lenguaje. Por ejemplo hay una escena con Mark y Eduardo en la casa de Palo Alto, en la que Eduardo llega a media noche a San Francisco y se están gritando el uno al otro. Comenzamos a eso de las siete de la tarde pero a David realmente no le convenció hasta pasada la media noche cuando Jesse y Andrew estaban exhaustos, y de pronto, la escena cobró vida".

Añade Fincher: "Quería llevar a los actores al punto de que estuvieran hablando con la rapidez y naturalidad de la vida real, en la que las cosas se solapan y la gente habla a la vez. También considero que esa híper indignación moral que sienten los personajes en muchas escenas requería una velocidad y un ritmo específico. En la primera escena de la película vemos a una chica que le dice a Mark, "Me cuesta mucho seguir lo que me estás contando". Así que evidentemente él tendría que estar hablando muy rápido; de otra forma no tendríamos ningún respeto por esta chica, y de hecho la respetamos mucho porque ella es la que luego vuelve y pone las cosas en orden".

Para asegurar que la tensión fuera una constante en las escenas Fincher frecuente e intencionadamente formaba líos. Hablaba con cada actor en privado antes de rodar y decía cosas como: "tú eres el que tienes la razón". Aclara Fincher: "Por ejemplo, al dirigir las escenas de la declaración, literalmente le decía a los que estaban sentados a un lado de la mesa, ‘Esta comadreja os ha timado y está sentado en la silla en la que tú deberías de estar y sin ti, él no es nada.’ Y luego me dirigía a los que estaban sentados al otro lado de la mesa y les decía, ‘¿Realmente crees que Facebook tendría un valor de 15 mil millones de dólares si no te hubieran aceptado en Harvard? Mira a esos miserables. No hay nada, ningún botín que repartir, si no fuera por el duro y brillante trabajo de Mark Zuckerberg. Míralos, ahí están con sus trajes de Brooks Brothers, petulantes y con aires de suficiencia, procurando sentarse a tu mesa.’"

Aunque los actores eran plenamente conscientes de que estaban interpretando a personas que existen en la vida real y son sus coetáneos, Fincher no quería que las actuaciones fueran miméticas. "Siempre sentí que eso sería demasiado constrictivo. Cada actuación tenía que ser una impresión sin ser una imitación. Hubiera sido fácil ir a Youtube y ver clips de Mark Zuckerberg hablando, pero eso no se podía reconciliar con la mejor forma de dramatizar lo que ocurrió entre estas personas y captar el espíritu de su inventiva y sus relaciones. Si quieres que una película tenga personalidad, no lo puedes forzar. Tienes que permitir cierta aspereza" explica el director.

Es precisamente esa aspereza, esa rugosidad y crudeza de ciertos detalles los que forman parte de la intrincada humanidad de la película. Concluye Fincher: "Las perspectivas múltiples eran esenciales a la hora de contar esta historia. No había otra forma de hacerlo. Aaron y yo hablamos mucho de la idea de que ‘ninguna persona es sólo una cosa.’ Y toda la estructura de la película se convirtió en una forma de decirlo".


Entrevista con David Fincher

P: Esta película, al menos a primera vista, supone un nuevo rumbo para ti. En tus películas anteriores no has trabajado con personas cuya forma de expresión primaria sea verbal. ¿Te gustó eso?

DAVID FINCHER: Estuvo bien, pero sinceramente no sé qué es lo que se supone que tienen que hacer los directores si no es otra cosa que lo que el guión pide. Así era el guión, y eso era lo que se necesitaba. ¿Se supone que tienes que aferrarte a tu esquina del tablero del Monopoly? ¿Se supone que tienes que decir, Yo soy Park Place y esto es lo que hago? Eso me parece bastante aburrido.

El lenguaje es lo que está delante, pero lo que apoya ese lenguaje es la boca de donde sale, la ropa que lleva el cuerpo de la boca que habla, las casas y las habitaciones donde habitan esos cuerpos. Para mí lo fácil sería coger un par de sillas Aeron y unos cuantos ordenadores, y que los chicos escupan el diálogo como tengan que hacerlo. Pero lo complicado es intentar insertar al espectador en el mundo de la película, y hacerlo de tal forma que le resulte lo más natural posible. Yo sabía que tenía que lograr todo el entorno: dónde se encuentran estas personas, qué llevan puesto, todos esos detalles, todo tenía que encajar en Harvard, y tenía que encajar con estos críos y con sus conocimientos. Lo divertido fue no sólo encontrar un puñado de actores que fueran brillantes y divertidos de ver y que supieran decir el diálogo, sino también forjar todo un mundo a su alrededor que les hiciera parecer la clase de críos que realmente dirían esas cosas.


P: Un mundo en el que los sucesos de la historia son posibles.

DAVID FINCHER: Sí, pero también un mundo en el que son esenciales. Inevitables. Quieres construir el drama -- la inevitabilidad del hecho de que estos chavales no pueden ser amigos o el hecho de que van a tener que repartir el botín – al mostrar el lugar del cual todos provienen, con la mala calidad de los muebles prefabricados, las sábanas que pican, las alarmas contra incendios en el centro de la pared y las chimeneas que no funcionan. Mucha gente cree que Harvard es como Camelot o Hogwarts – pero no es así. Claro que Harvard es antiguo y señorial, pero físicamente es un lugar muy raro, colonial, medio remodelado, donde cada 10 o 15 años ponen más conductos en las paredes y poco a poco se va cayendo a trozos. Visualmente, estos chicos en cierto sentido vienen de la nada. Independientemente de cómo habrá sido su contexto familiar – y estoy seguro de que los Winklevoss vivían bien – lo que procuras es encontrar un terreno llano donde todos se puedan encontrar. Todos están observando las fortalezas y los déficits personales de los demás pero tú realmente no estás al tanto de eso. No ves a los Winklevoss en un anuncio de mostaza Grey Poupon. Y eso era estupendo, pensé.


P: ¿Al leer el guión supiste en seguida que éste sería tu planteamiento? ¿Sabías cómo lo harías desde el principio?

DAVID FINCHER: No. Insisto, no es que "sepas" cómo hacerlo—yo no tengo un mapa que me diga cómo llegar, no tengo necesariamente que conocer el camino por el bosque – pero sí sé a dónde quiero llegar. ¿Sabes lo que quiero decir? No es como si lo vieras y dijeras, Vale tengo que dirigirme hacia el este y luego recortar—esa es la realidad que te encuentras en el día a día – pero puedes ver el monte Kilimanjaro en la distancia y puedes saber más o menos dónde está. Puedo ver y sentir que conozco a estos chavales – parte de mí es como este, hay otra parte de mí que es como este otro. Conozco a gente así y sé lo que es estar tan enfadado con alguien que has conocido durante mucho tiempo y sé lo que es tener esa conversación en la que dices, Hasta aquí hemos llegado. Cualquier director que diga que ve toda la película en su cabeza es un mentiroso.


P: A diferencia de otras películas que has hecho anteriormente llegaste a esta película cuando el guión estaba prácticamente terminado – y sin embargo es muy evidente que es una película de David Fincher. ¿Cómo lo conseguiste?

DAVID FINCHER: Yo veo mi trabajo, en primer lugar, como el de un intérprete. Coges la palabra escrita e intentas que tenga sentido en términos de dónde se sitúan ciertas personas en el espacio, dónde están en el cuadro, dónde están enfocados. No lo veo como Dios mío tengo que encontrar un guión en el que el protagonista sea del condado de Marin y se haya criado en los años 70. Sería igual de aburrido para los actores hacer sólo lo conocido. Creo que cuando llegas a una situación como ésta dices: Aquí está esta situación y está este grupo de personas – ¿qué sé yo y qué entiendo yo de todo esto? ¿Qué puedo aportar yo a esta situación en concreto? Yo he sido Mark Zuckerberg – hay momentos en mi vida en los que me he comportado así. Hay momentos en mi vida en los que he sido Eduardo Saverin – en los que he montado un numerito y luego lo he lamentado, en los que he estado con las emociones a flor de piel y me he sentido estúpido. Y hay momentos en los que me he sentido moralmente superior y me he comportado de otra manera. Ves el conjunto y formas como una colcha de patchwork con aquellas cosas con las que te puedes identificar – el aspecto que tenía algo, la sensación que daba aquella otra cosa en un momento concreto – y sobre eso empiezas a construir. Y luego te metes en ello y consigues un buen grupo de gente que aporte su parte y lo encajas todo. No creo que haya forma de no poner tu estampa en una película porque básicamente estás editando formas de comportarse. Ese es tu trabajo. Básicamente estás respondiendo a ciertas conductas, diciendo Eso me lo creo o eso no me lo creo – así que es inevitable, vas de alguna forma básica, a influenciar cómo se comportan las personas.


P: Como director, ¿es eso lo que hace que cada película sea personal para ti– o es algo único a esta película?

DAVID FINCHER: Mira, lo que hace Mark no dista mucho de lo que es dirigir una película – es lo que hago yo todos los días para ganarme la vida. Creces un proyecto, y tu trabajo es crecerlo bien y asegurarte que otros lo mejoran y lo cuidan. Ese es el tema de la película. Y si tienes que herir los sentimientos de otras personas para protegerlo entonces es lo que tienes que hacer. Es una responsabilidad.

Quieres ser capaz de querer a cada personaje de la película. Quieres ser capaz de comprenderlos. Quieres ser capaz de ver lo que son, ver su humanidad. Quieres poder identificarte con ellos. Pero como director, inevitablemente relacionas el comportamiento de los personajes con momentos de tu propia vida. Ves tu trabajo y dices, Puede que sí sepa de lo que va esto.

Yo he sido el joven enfadado. He sido Elvis Costello. Sé lo que se siente. Sin duda sentí que podía identificarme con la ira – la idea de tener 21 años y tener una idea bastante clara de lo que quieres hacer o lo que quieres decir y encontrarte después con toda este gente que te dice, Ah bueno, nos encantaría, nos encantaría que lo intentaras. Enséñanos lo que quieres hacer. Es todo ese rollo condescendiente de tener que pedirles permiso a los adultos porque perciben que eres demasiado joven para hacerlo por ti mismo. Y por eso comprendí la frustración de Mark. Tienes una visión de lo que debería ser y todos te dicen: Ah bueno eres joven. Ya verás.


P: La película, en cierto sentido, es un testamento a la ética de trabajo de Mark – su implacable capacidad de ejecutar esa visión.

DAVID FINCHER: Exacto. Lo que hace Mark es lo que no hace nadie más en la película y él es el que cosecha la recompensa – pero también paga el precio. Él era el que decía ¿Publicidad? No sé yo – esa es una forma de hacerlo pero no sé si es la única. Y estoy totalmente de acuerdo con eso.


P: ¿Qué dice la película acerca del éxito? ¿Tal vez algo relacionado con el momento en el que tu fantasía del éxito coincide con el éxito verdadero?

DAVID FINCHER: El simple hecho de imaginar la clase de éxito de la que habla la película me cuesta bastante.


P: Pero tú tuviste éxito de joven.

DAVID FINCHER: Lo asemejo un poco a la fraternidad del forastero que existió en un momento puntual con una empresa comercial que comencé cuando tenía 25 años. Ese sí que era un grupo de personas que se juntaban porque no lograban encontrar representación, porque no podían hacer el salto de ser directores de videos musicales a ser directores de anuncios publicitarios por esa pescadilla que se muerde la cola: No lo puedes hacer hasta que no lo hayas hecho. Pero hasta que no lo hagas no lo has hecho. Nadie nos iba a dar nuestra oportunidad. Era un momento en el que estábamos con Propaganda, en ese momento en el que los videos musicales crecieron en popularidad hasta convertirse en parte de la cultura general, y los publicistas buscaban el look MTV. Sin duda hubo un momento en el que todos pensamos, Nadie en Pepsi nos va a decir que lo que estamos haciendo no va a vender discos o refrescos o zapatillas de deporte. Vamos a seguir haciendo lo que estamos haciendo hasta que el mundo gire y nos rueguen que vengamos a hacer anuncios de televisión para ellos. Aunque el ímpetu para estar en MTV era que nadie nos contrataría para hacer anuncios de televisión. Así que comprendo lo que es intentar asegurarse un puesto cuando estás al margen, esperar que el sol ilumine tu parte del mundo. Y creo que hay un poco de eso en Mark – él vio que si vinculaba todas estas cosas la gente podría tener esta especie de conexión inmediata, igual que lo hicieron los móviles. Eso es lo que es – es la inmediatez de un móvil y la fabricación de la imagen propia. Esto no es lo que soy. Esto es lo que yo quiero que veas y pienses que soy. Es Narciso.


P: ¿Tu experiencia con Propaganda te motivó a querer hacer esto?

DAVID FINCHER: Sin duda me ayudó a la hora de comprender a Mark y a esos chavales – pero fue antes que eso. Me gradué del instituto en 1980 – y durante tres años todos se pasaban los fines de semana viendo películas en cintas BetaMax y VHS. Tenías esas pequeñas fraternidades de personas que son los cineastas del futuro o los aspirantes, todos veían películas con la tecnología que existía en ese momento, todos pensaban No tenía que haber hecho eso, tenía que haber hecho esto otro. Aquí lo hizo mal y lo malo de la historia es esto, y por eso está fatal la iluminación y por esto otro esta idea pudo ser genial pero no lo fue. Cuando eres joven vas y haces todas esas cosas. Y luego finalmente te llega tu oportunidad. Llega tu turno. Así que me podía identificar con esa idea, pero yo no fui a la universidad. No he tenido la experiencia de vivir en la universidad. No he tenido la experiencia de estar en una fraternidad. Pero sí que he tenido mi propia residencia y mi propia fraternidad.

En mi vida he sido parte de muchos grupos creativos, todos muy diferentes, compuestos de jóvenes que tenían ideas tecnológicas, o de cine, o de contar historias. Yo conocía ese mundo, y sentía que este proyecto también se adentraba un poco en ese terreno. Me pareció que también hablaba bastante acerca de la tecnología en la era de la información, y a dónde nos ha llevado en cuanto a la innovación se refiere. Estamos hablando de un mundo que ya no requiere que mano de obra ni una fábrica para lanzar un producto. Alguien se puede meter en la habitación de su residencia universitaria con una caja de Red Bull y salir un par de semanas después con un beta de algo que estará en seis cientos ordenadores en nueve días, y en seis cientos millones en seis años.


P: Mark, por ejemplo, va de estar al margen a estar en la corriente mayoritaria.

DAVID FINCHER: Él es el dueño de la corriente mayoritaria. Él es la corriente mayoritaria. Él es el portal a la corriente mayoritaria.


P: Sí, no se puede llegar a la corriente mayoritaria sin él. ¿Eso es bueno para él? ¿Qué quieres que sintamos nosotros al respecto?

DAVID FINCHER: Yo no quiero sentir nada al respecto. No creo que sea necesario para la historia. Creo que es irónico. Creo que es irónico que la creatividad tenga que producirse al margen. Tiene que producirse al margen. El cambio creativo ocurre al margen de todo. Siempre está al límite, al margen, y luego lo adopta la manada. Y creo que es irónico que un chaval al que aparentemente le cuesta comunicarse con los demás haya inventado una de las más grandes herramientas para comunicarse con las personas.


P: ¿La incapacidad de comunicarse es la que motiva a Mark? Mark dice Yo he creado esto y no me voy a deshacer de él – y nunca estará terminado. ¿Qué hay detrás de eso?

DAVID FINCHER: Creo que hay ira o la sensación de no ser apreciado—o más bien ira por no sentirse apreciado, o por lo menos por los motivos correctos o por no sentirse tan apreciado como Mark siente que debería sentirse. Y creo que eso es muy humano y todos lo sentimos. Todo el mundo piensa, Sabes, no sé si mis padres me apreciaron lo suficiente. No sé si mis hermanos me apreciaron lo suficiente. No sé si mis amigos me apreciaron lo suficiente. Esta historia muestra una visión un poco más exagerada de ese sentimiento, pero—como se relaciona con la noción de Mark de nunca querer terminar algo – creo que esa simplemente es la realidad de la invención en la era de la información. Nada puede salir de la línea de producción y ser la responsabilidad de otra persona sino que va a residir en un ordenador y proporcionar una relación continuada con ese usuario y esa base de usuario y creo que Mark brillantemente comprendió esa realidad que pocas personas han podido comprender. En la era de la información Steve Jobs tiene una relación no sólo con sus diseñadores de producto sino también con todas las personas que compran su producto por mucho más dinero que otras versiones competidoras. Y eso se debe a la relación que él tiene con el diseño – la relación que tiene con todo el mensaje, la relación que tiene con el empoderamiento de ser el dueño de estas cosas. Steve Jobs es un ejemplo de esto y Bill Gates no lo es. Y creo que eso es lo que Zuckerberg quiere ser, y creo que eso es en lo que Zuckerberg se ha convertido.


P: ¿Paga Mark algún precio por aquello en lo que se convierte?

DAVID FINCHER: Creo que el precio que paga Mark es que, con cada montaña cada vez mayor que ha sido capaz de escalar -- de 500 adoptantes en un primer momento a 500 millones de adoptantes más adelante – tiene la obligación de entender la asombrosa responsabilidad de que tus sueños se hagan realidad. Aprende que – si quieres ser realmente bueno en algo – en la próxima etapa del maratón tienes que rebajar unos cuantos segundos, tienes que estar un poco más delgado, tienes que ponerte un poco más fuerte. Y eso es lo que Mark hará – al final, ves a un chico que tiene un millón de usuarios, pero eso significa que él se tiene que quedar hasta tarde cuando todos los demás se han ido a celebrar. Está solo. Consiguió lo que quería – pero al final sigue igual de solo que en la primera escena de la película.


P: ¿Cuáles son los ‘segundos’ que consigue rebajar Mark -- Eduardo y Sean y los Winklevoss?

DAVID FINCHER: Creo que de todas las personas que conoce Mark, Sean es el que más se acerca a su alma gemela respecto a lo que Mark intenta conseguir, pero creo que ninguna de esas personas que mencionas están dispuestas a trabajar tan duro, a pensar tanto tiempo, o a pensar con la profundidad y dedicación sin interrupción como lo hace Mark – y por eso él es Mark Zuckerberg.


P: ¿El simple hecho de tener la visión excusa tu comportamiento?

DAVID FINCHER: Sólo si tienes razón. Una de las cosas que siempre me impactaron de este material es que trata de alguien que persigue su propia idea de la excelencia o su propia idea de propósito. Es Galileo, pero Mark es el único que lo ve. Tal vez sus propios déficits sociales hacen que de alguna manera tenga que creer que hay un futuro en el que puedes conectar con gente de esta manera diferente—pero también creo que en cierta forma la vida frecuentemente te dice que la cosa que te va a matar es precisamente aquella que hace que seas quien eres.


P: Precisamente esa es la pregunta - ¿la brillantez conlleva ciertos derechos?

DAVID FINCHER: Sí, de alguna forma—pero también conlleva una responsabilidad increíble, y eso es lo que descubre Mark.

Mark se toma muy en serio la responsabilidad que tiene con su creación, pero también la responsabilidad que tiene consigo mismo – algunos dirán que no se tomó con suficiente seriedad la responsabilidad que tenía con los demás. Pero tenemos tantos artículos que dicen: Es ridículo pensar que Eduardo y yo éramos mejores amigos como artículos que dicen lo contrario.

Claramente la película no dice que Mark piensa que Eduardo es su mejor amigo. La película sí dice que eso es lo que Eduardo cree que piensa Mark de él. Nunca queda claro que es mutuo. Si Eduardo se olvidara de lo que dice la gente y se concentrara en lo que hacen, se daría cuenta que realmente no importa mucho lo que ninguno de los dos digan de su amistad. El hecho es que eran chicos jóvenes que intentaban alcanzar la misma meta en el mismo momento en la misma habitación, independientemente de las responsabilidades que tuvieran el uno con el otro, en algún punto su camino se bifurcó. Es traumático porque uno de ellos se queda atrás.


P: ¿Quién traiciona a quién en la película? ¿Traiciona Mark a Eduardo o acaso es Eduardo el que traiciona a Mark?

DAVID FINCHER: Creo que ambos se traicionan el uno al otro – nunca lo vi tan claro que fuera Mark el que sega la hierba bajo los pies de Eduardo. Creo que Eduardo es incapaz de imaginar. No puede imaginar que esta cosa pueda valar mucho o incluso ser rentable si no vende publicidad, y creo que en ese momento se bifurcó su camino. Fue por la incapacidad de imaginación de Eduardo. Y respecto a los Winklevoss, nunca se incorporaron, se quedaron en el carril de aceleración.


P: Existe todo un tropo de películas americanas en las que los Winklevoss son los héroes y Mark el villano – y en cambio en esta película Mark es el héroe y los Winklevoss son los villanos.

DAVID FINCHER: Lo único que puedo decir es esto: a la hora de dirigir las escenas de la declaración, literalmente le decía a los que estaban sentados a un lado de la mesa, Esta comadreja os ha timado y está sentado en la silla en la que tú deberías de estar y sin ti, él no es nada.

Y luego daba la vuelta y me dirigía a los que estaban sentados al otro lado de la mesa y les decía, ¿Realmente crees que Facebook tendría un valor de 15 mil millones de dólares si te hubieran aceptado en el Harvard Connection? Mira a esos miserables. No hay nada, ningún botín que repartir, si no fuera por el duro y brillante trabajo de Mark Zuckerberg. Míralos, ahí están con sus trajes de Brooks Brothers, petulantes y con aires de suficiencia, procurando sentarse a tu mesa.


P: Pero haces todo lo posible por decir que Mark no está en esto por el dinero -- ¿si no es por eso entonces por qué?

DAVID FINCHER: Creo que Mark está en esto para realizar su sueño, que es construir un aparato que le permita conectarse con el mundo de una forma en la que es incapaz de hacer en su propia vida. La gente habla de que Mark está en el límite de tener el síndrome de Asperger, de su horrible estilo de relaciones públicas, pero creo que Facebook necesitó a alguien con esas limitadas habilidades sociales. Si vas a crear un aparato como Facebook, tienes que comenzar con alguien capaz de comprender lo difícil que es comunicarse. Esa es la progresión.


P: ¿Qué piensas de alguien que diría que no es justo hacer una película de este chaval que hizo todo esto a los diecinueve años cuando todavía no tenía criterio para comportarse mejor?

DAVID FINCHER: No lo sé. Mira, no creo que nadie que haya estado involucrado en esto jamás haya pensado que estábamos afilando los cuchillos para lazárselos a Mark Zuckerberg. Creo que pensábamos que era un personaje impactante e interesante para una película – al igual que lo es Travis Bickle y al igual que lo es Rupert Pupkin, y el narrador de El club de la lucha.


P: Y también podrías decir Charles Foster Kane.

DAVID FINCHER: Sí, exacto. Y lo diría. Creo que los dos son correlativos. Lo que pudimos recoger de los vídeos de YouTube y las entrevistas de 60 Minutos es que Mark Zuckerberg es un hombre joven, era un hombre muy joven en el momento en que esto realmente explotó. Pero indudablemente no es un chico que hace todo lo posible por congraciarse con los demás. Así que no sé cuánto de lo que se ve realmente es él. No sé cuánto es juventud y no sé cuánto se debe a una carencia de socialización.


P: Entonces, ¿es la tormenta perfecta? ¿Esta necesidad cultural de Facebook, la necesidad empresarial, y la visión de un chaval de diecinueve años que de alguna forma se encuentra tipificando la experiencia de un incipiente usuario de Facebook, todas colisionando al mismo tiempo?

DAVID FINCHER: Yo no oí hablar de Facebook en sus comienzos, cuando era un rumor, o un susurro furtivo. Cuando yo me enteré de Facebook se había convertido en una inevitabilidad. Así que no puedo hablar de ello como uno de los primeros adoptantes. Cuando yo lo conocí ya estaba por todas partes, como las tiendas K-Mart.

Pero ahora hay muchos portales en tu vida – hay puertas y ventanas que te permiten salir de tu habitación y asomarte al exterior, y la facilidad de esta tecnología ha progresado al punto de que tienes acceso a una ventana y una puerta nueva, y no te permite ver solamente tu propia parcela, sino una parcela en Uzbekistán. Te permite ver la puesta de sol en Egipto, y es asombroso, el hecho de que con tanta facilidad puedas tomar en ese instante una foto con tu móvil, que siempre está contigo, y momentos después, se lo puedas enviar a alguien que está en la otra punta del planeta y decirle: Ésta es mi experiencia ahora mismo. Sin esa chispa, no tendrías el fuego que es Facebook. Pero la relación que pueda tener eso con gente que dice: Dios mío, ya ni me acordaba de ti, éramos vecinos en segundo de primaria, pues aún no lo sé.

Con todos esos ingredientes y la vorágine de la colisión de esas fuerzas, sí que creo que Mark descubrió algo – y no cabe duda de que en cierta manera está vinculado al narcisismo americano: la necesidad de estar en la portada de tu propio Rolling Stone.


P: ¿Crees que Facebook tiene valor?

DAVID FINCHER: ¿Qué si creo que vale 25 mil millones de dólares?


P: No, ¿que si crees que Facebook es fundamentalmente algo bueno o malo?

DAVID FINCHER: Creo que, como cualquier cosa que sea tan flexible y poderosa, obviamente tiene de los dos – es corriente alterna, sesenta veces por segundo. Es como el teléfono móvil. ¿Los móviles son buenos o malos? Pues no – gracias a Dios que los tenemos, pero ¿pasamos demasiado tiempo al teléfono? Crean la impresión en mentes que no quieren profundizar mucho que de alguna forma todos estamos conectados por todas partes, cuando en realidad lo único que hacemos es conducir y llenar nuestras vacías vidas con, "¿Ey, qué ha pasado?" "Nada". "Vale, te llamo luego" "¿Qué haces?" "Nada, y ¿tú qué haces?" "Nada". Tenía un amigo que dijo una gran frase. Le pregunté, "¿Ya tienes una dirección de email?" y contestó: "Qué va, a mí no me va mucho el Internet". Y le dije: "¿Por qué?" Y respondió él: "No me gusta el radio de banda ciudadana que se teclea". Y pensé que ésa era una forma interesante de verlo: radio de banda ciudadana que se teclea.


P: ¿Pero acaso no está utilizando Mark el ordenador de un modo que va más allá de eso? ¿Te podías identificar tú con el elemento de piratería informática?

DAVID FINCHER: Para ser sincero, no me identifico necesariamente con eso – realmente no conozco a ningún pirata informático – pero yo veía a Mark como Banksy. Yo lo veía como un desconocido artista de grafiti. Alguien que se veía a sí mismo como una amenaza para la sociedad, de manera casi divertida. Comprendo que haya gente que se fije en la intrusión y la difusión y otras ideas así pero realmente yo no me identifico con eso, más bien me identifiqué con la idea de un artista de grafiti.

Mucha gente ha hecho películas acerca del Internet. Existen un montón de pelis malas de ordenadores que aspiran a alguien y les pone la vida patas arriba – hay mucha tontería de esa clase. Creo que la única forma de hablar de esta idea del emprendedor web es hablar contundentemente del coctel molotov del pirata informático. El primer acto de nuestra historia es un chaval que programa un facebook en Harvard y dice: Espera un momento, a la gente le atrae esto – y lo lanza y comienza algo totalmente diferente que se convierte en algo tan omnipresente como el Big Mac. Ahora yo creo que la programación y la piratería es parte de la historia pero creo que no es esencial – es esencial si estamos hablando de Mark Zuckerberg, creo que es esencial cuando hablamos de Sean Parker. Pero creo que por seguro no tiene nada que ver con los Winklevoss.


P: ¿Ni con Eduardo?

DAVID FINCHER: Correcto. Creo que Eduardo dijo: Démosle a la gente lo que quiere. Y creo que Mark es el que dice: Me interesa hacer algo así, y dio por casualidad con algo que podría querer la gente, y fue capaz de verlo como el siguiente paso. Mientras que el chico que sólo pensaba en darle a la gente lo que quería no fue capaz de verlo.


P: Y como consecuencia Mark se reinventa a sí mismo así como lo hizo Sean Parker -- entonces, ¿cuál es la diferencia entre Mark y Sean?

DAVID FINCHER: Yo veía a Sean Parker como un veterano de todo el mundo de inversiones de riesgo. Es un veterano que ha sufrido los abusos de los que financian tus sueños. Es el hermano mayor que ha lo ha vivido antes. Yo lo veía mucho más como Wally que como Eddie Haskell. Lo veía como el hermano mayor de tu amigo cuando eras pequeño, aquel a quien tú admirabas porque te decía: No te preocupes por esto ni por aquello. Esto es lo importante.


P: ¿En cierto sentido sirve Sean Parker de advertencia para Mark? En otras palabras, todas las cosas de Sean que lo llevaban continuamente a intentar destruirse, es lo que vemos que Mark no hace.

DAVID FINCHER: Es el nacimiento del gen del director ejecutivo en Mark. Pero yo veía a Sean como un chaval – tal vez no sea una dependencia química – pero sin duda la debilidad de Sean es que le gusta el buen comer, el buen beber, una buena amistad. Yo lo veía como Jedediah Leland. Lo veía como el tipo que tienes que tener a tu alrededor, ese que te dice: No, se fiel a ti mismo. Y por eso de ser fiel a sí mismo, se convierte un poco en una carga.


P: Una de las cosas de la película que hace que simpaticemos con Mark es que el mundo a su alrededor va demasiado deprisa. Es incapaz de mantenerse al día con lo que ha creado. ¿Cómo lograste esa sensación visceral de que todo se mueve a un ritmo tan implacable?

DAVID FINCHER: No sé si conscientemente cogí todo lo que estaba pasando frente a la cámara en cuanto al comportamiento y lo superpuse al acelerado mundo en el que vivimos. No puedo decir que lo haya utilizado conscientemente como el papel cuadriculado en el que dibujo.

Para mí se trata de lo rápido que puedas ir siempre que la audiencia comprenda de lo que estás hablando. Ese es Frank Capra. La idea es: No seamos aburridos. Si tienes que hacer eso de los gemelos de Tú a Boston y yo a California – que es lo que hicimos con los Winklevoss – parte de lo que crea la impresión de que son dos personas diferentes es el grado en el que son capaces de terminar las frases que comienza el otro y cómo se interrumpen. No es tanto la proximidad entre ellos sino más bien cómo la forma de hablar de uno encaja harmoniosamente con la idea del otro por lo familiarizados que están con el dialecto del otro. Rápidamente se dan cuenta a dónde se dirige la frase del otro y pueden pasar al próximo tema, saltando por encima del otro. Para mí eso tenía algo que ver con la velocidad. El efecto del texto, y esta híper indignación moral, requerían un ritmo y una velocidad. En la primera escena de la película vemos a una chica que le dice a Mark, Me cuesta mucho seguir lo que me estás contando. Así que evidentemente él tendría que estar hablando muy rápido; de otra forma no tendríamos ningún respeto por esta chica, y de hecho la respetamos mucho porque ella es la que luego vuelve y pone las cosas en orden.


P: ¿Qué tal la experiencia de dirigir a chavales de esta edad? ¿Cómo se diferencia de dirigir a Cate Blanchett, Brad Pitt o Ed Norton?

DAVID FINCHER: Es muy divertido. Por supuesto, tiene mucho mérito tener los recursos adecuados y las capacidades necesarias que vienen de haber hecho 15 o 20 películas y que Hollywood gire alrededor de ti. Tiene mucho mérito que alguien aporte todo eso, pero también hace que la situación para esa persona sea muy diferente y haya más presión, cuando cuentas con alguien en tu película que hace que la película avance. El día a día de un actor así es muy diferente que para un actor que tiene que ser considerado parte de un reparto. Es como American Graffiti – ves la película y dices, No creo que Richard Dreyfuss haya estado alguna vez mejor, pero en ese momento y en ese lugar Susanne Somers nunca había estado mejor. Ron Howard nunca había estado mejor. Es genial encontrar personas que están en ese cruce de caminos donde ya no son chavales, y están intentando encontrar su camino y definirse a sí mismos. También diré otra cosa que resulta muy interesante: yo entré en esto diciendo: pase lo que pase, no pienso contar con ninguno de esos críos de Disney, y resulta que todos son críos de Disney, ¡y todos son geniales! Gracias a Dios por los críos de Disney porque son alucinantes. Gracias a Dios por los Justin Timberlake y las Brenda Songs del mundo, y Joe Mazello, quienes se han criado en sets de películas. ¡Y Jesse! Y Andrew. Andrew actuó en su primera película cuando tenía unos nueve años o algo así. Más o menos me había dicho a mí mismo: No voy a ir por los mocosos malcriados del cine ni de la televisión – pero ahora tengo que decir que estaban tan preparados. Lo hicieron de maravilla. Sabían trabajar y punto. Quieres tener gente que lleguen a esto y digan: Ya sé lo que hacer con esto, y luego quieres tirarlos por la colina. Quieres llevarlos al borde y tirarlos para que encuentren otra cosa que no sea la idea preconcebida de lo que son. Y sin embargo, la razón por la que escogimos a Andrew, por ejemplo, es porque además de su increíble capacidad, es muy humano. Es un chaval que se hiere, es un tío al que realmente le importan las cosas – así que sea como sea que fuéramos a perder nuestro camino, él es chico que lo sentiría. Y lo mismo ocurrió con Justin. Mi mayor problema con todos los actores que consideramos era que pensaba: Necesito a alguien que comprenda el mundo como lo hace un agente, o como lo hace un productor de música – que sepa lo que es unir a dos personas y saber que va a ver una anualidad. Eso se lo podrás repetir y repetir a un actor, pero si no lo capta, si no tiene ese brillo en los ojos de saber aquí se puede ganar dinero, que esas dos personas se tienen que llevar bien y que ahí está el fruto de mi esfuerzo – jamás lo comprenderá.

Normalmente no me suelo preocupar demasiado con el aspecto físico, pero queríamos ser más o menos fieles a las personas reales de carne y hueso – pero sobre todo, para mí valía más la sensación que me daban. Y en cuanto a dirigir a veinteañeros, Dios mío, fue fantástico.


P: Parece que todos, en cierto sentido, están interpretando por lo menos algún que otro aspecto de sí mismos.

DAVID FINCHER: Quería encontrar algo humano en cada uno de ellos y jamás concebí a Mark como el villano. No veo a Sean como el villano. No veo a los gemelos Winklevoss como los villanos. No veo la ausencia de imaginación de Eduardo como villanía. Los miro a todos y pienso, son críos, van a cometer errores. Van a involucrarse en lo correcto por razones correctas, y van a salirse de lo correcto por razones incorrectas. Sencillamente ocurre así. Así que la cuestión era encontrar a personas que quisieran trabajar, que estuvieran dispuestas a divertirse y experimentar, a no saber lo que iban a hacer. Una vez que decidimos lo que íbamos a hacer, supimos que no tendríamos más opción que ser diferentes, arriesgar y jugárnosla.


P: ¿Así ocurrió con Trent? ¿Podrías contar cómo surgió esa colaboración?

DAVID FINCHER: Bueno, yo conocía a Trent de mucho tiempo atrás y habíamos hablado de la idea de trabajar juntos. Y bueno, sé cómo suena esto y lo digo en broma, pero todas las bromas tienen algo de verdad – realmente veía a esta película como el Ciudadano Kane de las películas de John Hughes y en mi cabeza escuchaba la música como si viniera de una de las películas de John Hughes. Lo escuchaba como una especie de payasadas de sintetizador. Pensé que el sintetizador sería el instrumento perfecto para el mundo del Internet – su murmullo, su zumbido, su neumática y el encendido, y todas cosas que tienen ruidos tan extraños. Y luego me puse a pensar acerca del crujido de eso interactuando con algo que haces tantas horas al día – pensar en el aspecto que tienen tus ojos y tu piel cuando has estado tanto tiempo sentado frente al ordenador. Sientes esa sensación muerta e irradiante y pensé que el único que yo conocía que podría comprender eso y saber cómo utilizar sintetizadores y hacer que fueran operáticos – y también entender la excitación de ser el nerd desconocido– era Trent Reznor. Así que lo llamé y me dijo que no – pero seguí insistiendo y finalmente le dije: Por algo tengo la fama de ser pesado. Tienes que venir y dejar que te enseñe algo de la película para que comprendas lo que es esto, porque una cosa es leer el guión y una cosa es discutirlo, y otra cosa es verlo. Así que vino y le enseñamos un par de escenas y al final dijo: Cuenta conmigo – comprendo de lo que habláis. Creo que también estaba cansado en ese momento y pienso que sentía que de alguna forma tendría que llevarlo – y creo que cuando vio las secuencias pensó: Vaya, sólo tengo que interpretar el envoltorio sónico de esto. Necesito ayudar. No tengo que hacer el pastel – sólo tengo que decorarlo.


P: Pero en otro nivel, la música es totalmente inesperada. Hubiera sido fácil imaginar para esta película un pulso musical a lo Phil Glass y no lo habéis hecho así.

DAVID FINCHER: Así es. Tangerine Dream. Lo discutimos pero al final sinceramente no conocía a nadie que tuviera más talento que Trent. La gente no se da cuenta de que tiene un sentido del humor alucinante y que es increíblemente irónico y yo pensé que él comprendería la ironía de su participación.


P: Lo que más llama la atención de su participación en la película es su primera pista. Llevar ese viaje desde la ruptura hasta Facemash y hacer que ese viaje básicamente describa la soledad en vez de la energía es una decisión enormemente audaz y valiente.

DAVID FINCHER: Sí, y tiene de ambas cosas. Tiene esa especie de aullido por debajo que te deja saber que alguien se está llenando de odio e insultos y a la misma vez proviene de un lugar diferente. Esa pista no se escribió para ese momento – básicamente escribió quince o dieciséis fugas de ocho o nueve minutos cada una y nosotros las cogimos y las empezamos a mover de un lado a otro diciendo: Bueno, esto parece encajar aquí y eso encaja allí. Él había visto la película y conocía la sensación del filme y sabía de lo que hablábamos – así que simplemente se puso a escribir y a reaccionar al material. Fue gestual, fue empático. Atticus Ross y él nos empezaron a enviar cosas y nosotros lo probábamos aquí y allí. Y esa pieza en el piano que nos envió – recuerdo cuando la envió por email – y fue un gran boom. Fue escucharlo y decir: ¿Dios mío, qué es esto? Esto tiene que ir delante y ésta tiene que ser la pista de Zuckerberg – esto es él. Claro que intentábamos evitar ponerlo en la secuencia del título porque tenía una pieza de Elvis Costello que quería poner para eso pero es que era tan evidente que la pieza era exactamente lo que necesitaba la secuencia. Tenía una especie de corriente de ira y venganza y oscuridad y encima un piano intenso, infantil, simple y solitario.


P: Creo que ese es el momento en el que la estás viendo y piensas: Qué gran película– me pregunto si la llevarán hasta el final.

DAVID FINCHER: Y sólo llevas nueve minutos de película. Una escena con esos dos planos en nueve minutos. Es la sensación que tienes con la pista que acompaña la conducción al comienzo de El Resplandor, y la elección de usar a Ligeti en ese instante – te dice inmediatamente que ahí hay algo más que un hombre que viaja en carretera a un hotel. Sabemos que algo se está tramando.


P: La pregunta que permanece, que de alguna forma ha permeado toda la conversación es: ¿es verdad la película?

DAVID FINCHER: Creo que puedes intentar recrear c