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Viajeros y Magos cartel reducidoViajeros y Magos(Travellers & Magicians)
Dirigida por Khyentse Norbu
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Viajeros y Magos es la primera película rodada en el reino de Bután y dirigida por Khyentse Norbu (La Copa). Este director es también conocido como "Su Eminencia Dzongsar Jamyang Khyentse Rinpoche". Uno de los más importantes Lamas encarnados de la tradición budista tibetana y miembro de una de las familias más influyentes de Bután.


Acerca de la producción
El 29 de septiembre de 2002, las cámaras empezaron a rodar la primera película realizada en la prístina belleza del reino de Bután, en el Himalaya.

Más de 108 personas del reparto y del equipo vinieron a la vez –desde Bután, Australia, Alemania, India, Canadá y Estados Unidos- para trabajar junto al galardonado director de cine Khyentse Norbu en su primera película en su tierra natal. El escritor y director de The Cup (La Copa) emparejó a profesionales cinematográficos internacionales con experiencia con los directores de cine en cierne de la propia ciudad de Bután, brindándoles así experiencia e inspiración para producir futuras películas butanesas.

Al igual que en la primera producción cinematográfica de Khyentse Norbu, La Copa, no se han contratado actores profesionales. El reparto procede de todo el país e incluye al jefe regulador de las instituciones bancarias y financieras nacionales, un coronel entre los escoltas del Rey, un monje formado en matemáticas puras, un investigador de alto rango del comité de expertos en planeamientos estratégicos del gobierno, empleados de la empresa local de radiodifusión, un director de escuela, alumnos, agricultores y gomchens (ermitaños profesionales que se dedican a la meditación).

Viajeros y magos se rodó completamente en el dialecto Dzongkha, lengua oficial de Bután. Durante el rodaje del film en casa del director de casting, se creó el primer diccionario oficial del dialecto Dzongkha. Debido a que únicamente algunos de los actores del reparto hablaban la “nueva” lengua nacional, se les facilitó un profesor de diálogos en plató.

En cuánto a mantener las costumbres del país, el mo, un antiguo método de divinización representado por monjes especialmente hábiles, determinó muchas de las grandes decisiones de producción. El mo determinó los personajes principales del reparto, el equipo y hasta el primer día de rodaje.

Siguiendo la línea de las creencias budistas del director Khyentse Norbu, durante la producción del film se llevaron a cabo ceremonias religiosas especiales conocidas como pujas, las cuales sirven para eliminar obstáculos, sofocar demonios locales e incrementar la armonización, el bienestar.

Viajeros y magos fue rodada con un film Kodak a color usando un pack de cámara Super 16mm de una Aaton XTR Prod Kodak y una Aaton A-Minima (steadycam) .El negativo se procesó en un destacado laboratorio de Bangkok que hizo posible que los copiones de telecine estuvieran disponibles en Bután a una hora razonable de acuerdo con el cambio horario. La postproducción se realizó en Australia y fue la primera película del país rodada completamente en formato digital.


Acerca de Bután
Desde siempre, Bután ha sido un país que ha fascinado al mundo, tal y como lo ha hecho la inspiración para la ficticia Shangri-La de la novela Horizontes Perdidos de James Hilton. El país y la gente, aislados por su geografía y su prudente política gubernamental, han conservado, de manera impecable, su belleza natural. Su tamaño se acerca al de Suiza, pero con una población de aproximadamente 700,000 habitantes. Está encajonada entre las naciones más pobladas de la Tierra: la India y China.

Por primera vez en la historia cinematográfica, la producción de Viajeros y magos abre una ventana a este diminuto reino budista anidado en el Himalaya. En la película se retrata de manera hermosa y sensible el singular enfoque vital de los butaneses. Bután es un país en que el cabeza de Estado es el mismo rey, la gente viste el traje nacional por ley y, por decreto, se valora la Felicidad Nacional Bruta por encima del Producto Nacional Bruto.

Hasta los años 60, Bután no tenía ni divisa financiera, ni carreteras, ni electricidad, ni teléfonos, ni escuelas, ni hospitales, ni servicio de correos ni turistas. La población gozaba de una vida sencilla, desplazándose a cualquier lugar o bien a pie o bien a caballo, intercambiando bienes y viviendo felizmente desconectada de los cambios tecnológicos que invadían el resto del mundo.

Hace tan sólo 40 años que el Rey decidió que, como parte de su plan para unificar el país mayoritariamente rural, debía caracterizarlo con una lengua nacional. De entre la docena, o más, de dialectos, escogió el Dzongkha, hablado por una cuarta parte de la población. Era, al igual que cualquier dialecto de un país, una lengua únicamente oral y el primer movimiento del gobierno fue crear su correspondiente forma escrita. Filmada en Dzongkha, Viajeros y magos representa un paso importante en la maduración de este proceso.

El país tiene más monjes budistas que soldados y, de acuerdo a la legalidad, las áreas forestales de Bután se mantienen, en todo momento, por encima del 60% de su territorio. En la confusión social y medioambiental del mundo actual, Bután es una piedra preciosa.


Acerca de Khyentse Norbu
Viajeros y magos es la continuación de Khyentse Norbu de su internacionalmente exitosa película, La Copa, de 1999. Después de realizar su estreno a nivel mundial en el festival de Cannes, La Copa recibió grandes elogios de la crítica y premios de distintos festivales alrededor del mundo. Asimismo, se distribuyó en más de 40 países. El periódico The New York Times nombró a Khyentse Norbu: “un director de cine nato” y el London Evening Standard le denominó: “uno de los nuevos directores con talento más atractivo”.

La Copa es un relato semiautobiográfico de un grupo de monjes obsesionados con la final de la liga mundial de fútbol. El impacto internacional sorpresa ayudó a humanizar la imagen de los monjes tibetanos, retratados, en demasiadas ocasiones, como santos unidimensionales. Filmada en una colonia de refugiados tibetanos en el Himalaya, en las estribaciones del norte de la India, La Copa se realizó con un reparto y un equipo compuesto, en su gran mayoría por monjes y novicios. Asombrosamente, la media de escenas requirió únicamente tres tomas, cosa que el director Khyentse Norbu atribuyó a sus poderes de meditación.

Dejando aparte sus credenciales como realizador, Khyentse Norbu es también conocido como “Su Eminencia Dzongsar Jamyang Khyentse Rinpoche”. Es uno de los más importantes lamas encarnados de la tradición budista tibetana y miembro de una de las familias más importantes de la nobleza de Bután. Nacido en un área remota del este del país en el Año del Buey de Metal (1961), es hijo de un maestro budista contemporáneo, Thinley Norbu Rinpoche, y nieto de Lama Sonam Zangpony H.H. Dudjom Rinpoche, ambos lamas de yoga tántrico.

A la edad de siete años, se reconoció a Khyentse Norbu como la tercera reencarnación de Jamyang Khyentse Wangpo, el transigente y erudito santo, principal lama del Monasterio Dzongsar del Tíbet. El Monasterio Dzongsar es célebre por ser un centro de comprensiva erudición y contemplación, habiendo formado a muchos de los mejores maestros budistas tibetanos, ilustrados y profesionales del último siglo.

Criado en monasterios budistas estrictos e instituciones en Bután y Sikkim, Khyentse Norbu fue entrenado por algunos de los mejores maestros, aún con vida, del budismo Vajrayana. Ha continuado su legado a través de la fundación de centros de retiro, escuelas de filosofía y fundaciones caritativas en todo el mundo. Cuando no está filmando películas, se dedica a enseñar filosofía budista por todo Asia, América del norte y del sur, Europa y Australia. A pesar de que su horario de trabajo requiere estar viajando constantemente, él pasa bastantes meses de retiro al año en estricta meditación.

El primer contacto de Khyentse Norbu con el mundo del cine fue como monje a los 19 años de edad. Un día, mientras iba de su casa a la universidad, vio unos segundos de una película épica de Bollywood en la televisión de una estación de tren de la India. Poco después, Raymond Steiner (quien, en aquel entonces, dirigía películas infantiles en la India) le dio su primera clase de fotografía. Khyentse Norbu continuó sus estudios budistas, pero su interés por el cine nunca menguó. Empezó a viajar y a enseñar, abriéndose camino hacia la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Estudiaba durante el día, pero las salas de cine de Londres fueron sus verdaderas aulas.

A principios de los años 90, se hizo amigo del productor Jeremy Thomas, quien, en aquella época, formaba parte de la preproducción de la película de Bernardo Bertolucci: El pequeño buda. Inspirado por sus conversaciones, Khyentse Norbu se inscribió en un curso de cuatro semanas en la Academia de Cine de Nueva York. Thomas fue quien presentó a Khyentse Norbu y Bertolucci, quien añadió a Khyentse en la lista de consultants para el film El Pequeño buda y le hizo una prueba para un pequeño papel. Mientras trabajaba en el film, Khyentse Norbu prestó mucha atención a Bertolucci, absorbiendo todo lo que él tenía que enseñarle. “Es casi como mi gurú de cine”, dijo Khyentse Norbu. Ambos, Bertolucci y Thomas, animaron a Khyentse Norbu a realizar sus propias películas. Como productor ejecutivo, Thomas fue la causa instrumental para aumentar los fondos para el film La Copa.

La extensa filmoteca de Khyentse Norbu de su casa en Paro, Bután, revela su gusto ecléctico. Asesinos Natos está archivada junto a la película de arte chino: Warm Water Under The Bridge. Dirty Dancing lo está junto al film de Kurosawa: Dodeskaden.

Entre sus directores favoritos se encuentran: Tarkovsky, De Sica, Ozu, Satyajit Ray y la nueva ola de directores de cine iraníes. Siempre lleva consigo un folleto de la cartelera de cine de cualquiera de las ciudades en la que se encuentre en ese momento.


Comentarios del escritor y director Khyentse Norbu

Orígenes
Cada vez que viajo del oeste al este de Bután, veo a esta gente esperando a coches. Esta visión es algo que evoca muchos sentimientos en mí y siempre he pensado que escribiría una historia acerca de ellos. Izuni Odoriko, una historia escrita por el autor japonés Yasunari Kawabata, también me dio algunas ideas. La historia trata de un grupo de viajeros y del enamoramiento de una bailarina y un estudiante. Gran parte de la historia de Viajeros y magos es una adaptación de una fábula budista sobre dos hermanos, en la que uno de ellos aspira a convertirse en mago.

Es una historia dentro de otra historia. Me gustó esta estructura porque se adecuaba a los personajes. Esta clase de viajeros tienen mucho tiempo y, para hacer el trayecto más ameno, relatan muchas historias. Creo también que otorga cierto interés a la película.

El personaje de Dondup representa un cierto desasosiego, rasgo característico de algunas juventudes butanesas.

Buscando el equilibrio entre la realización del film y el budismo
La gente pregunta: “Usted es un monje budista ¿Por qué hace películas?” Esta pregunta es un poco desconcertante. Esto me da a entender que hay algunas posturas que caracterizan el hecho de trabajar en un film casi como un sacrilegio, como si se violara algún tipo de ley sagrada. A la vez, lo comprendo. La gente asocia automáticamente el cine con el dinero, el sexo y la violencia, puesto que existe una cantidad inexorable de películas que muestran estos elementos, originales tanto de Hollywood como de Bollywood. No obstante, si se tuviera acceso a películas como las de Ozu, Satyajit Ray o Antonioni, la gente entendería que la realización de películas no tiene por qué conllevar todo lo mencionado anteriormente. De hecho, es una herramienta. El film es un medio y el budismo una ciencia. Uno puede ser un científico y, al mismo tiempo, un director de cine.

El concepto de reencarnación
Supongo que el concepto de reencarnación y las leyes de ciudadanía y naturalización no son compatibles. A mí se me ha reconocido como una reencarnación de uno de los grandes maestros tibetanos –aunque siento que, por primera vez en la historia del karma, el karma se ha equivocado. En cualquier caso, en esta vida soy butanés. Y, en muchos sentidos, estoy orgulloso de ello. Pero mi enseñanza budista proviene de la tradición tibetana y, por ello, soy muy leal y comprensivo con la cultura y la población tibetanas. Aunque no soy ciudadano del Tíbet, he asumido la responsabilidad de varios monasterios y escuelas tibetanos por dos razones. En primer lugar, por seguir la ley natural budista, la cual, hablando en términos generales, hoy en día se conserva gracias a que los monjes tibetanos siguen basándose en ella como forma de vida. Y, en segundo lugar, porque soy la reencarnación de este maestro tibetano y se me ha confiado continuar su trabajo.

Más énfasis en la sabiduría
Entre la ética, la moral y la sabiduría, el budismo siempre ha puesto más énfasis en el saber. La sabiduría supera la conducta. Algunas de las generaciones más conservadoras arquearían las cejas al observar lo que hago y oír lo que digo. Lo que han olvidado estas generaciones es que su expresión “es lo correcto” y sus adoradas tradiciones fueron una vez muy modernas y progresistas. A menudo he oído que alguna gente siente que estoy occidentalizado, supongo que se debe, en parte, a mi asociación con occidentales, pero discrepo totalmente. Puedo ser algo moderno, es cierto, pero, cuando se trata de la enseñanza budista propiamente dicha, me opongo completamente a personas que intentan adaptar el budismo al mundo oeste o al mundo moderno. No es necesario. El budismo siempre ha estado a la última. Desde el momento en que Buda empezó a enseñar la filosofía budista, la esencia de dicha enseñanza no ha variado y no debería hacerlo.

Un poco de influencia budista
No es que el budismo, al igual que otras religiones, esté en contra de la idolatría. Durante los últimos siglos, el budismo ha adoptado el método de la exposición de estatuas y representaciones artísticas para expresar mensajes de compasión, amor y sabiduría. El cine puede verse como una thangka [una pintura budista tradicional] moderna. Dicho esto, no estoy afirmando que cualquiera de mis películas sean espirituales, pese a que, debido a mi conocida procedencia, pueda encontrarse un poco de influencia budista en ambos trabajos.

Amor por el cine
Hago películas porque amo las películas. Amo todo el concepto en sí mismo - el contar una historia con imágenes, el encuadre, el ritmo, el sonido, el diálogo. Me gusta el hecho de que en un film se puede mostrar lo que uno ve a través del ojo de su mente. Uno mira la imagen en general, pero la mente ha escogido centrarse en una sola cosa –digamos, por ejemplo, los ojos de esta persona- y se puede manifestar esta elección, esta visión entre las cuatro esquinas del cine. El cine es uno de los medios más poderosos que tenemos actualmente.

Trabajar en Bután
Dejando aparte el verdadero proceso de la realización de un film, esta vez hubo algo de lo que verdaderamente disfruté. Por primera vez, el tuve la oportunidad de trabajar con la gente ordinaria butanesa - sentarme con ellos, comer con ellos, viajar con ellos. He experimentado tantas cosas que nunca pude experimentar antes en Bután, como, por ejemplo, aprender cómo las mujeres se ponen un kira (vestido tradicional, largo hasta los pies, llevado por las mujeres de Bután). Esto ha significado mucho para mí.

La juventud Butanesa
Estamos alejando a nuestra gente de la ley divina usando lo mismo de lo que ellos intentan huir. Veo a esos jóvenes que quieren encontrar su camino, pero nadie les guía. Todo lo que reciben son símbolos y cuerdas bendecidas. Hoy en día, la gente no se queda satisfecha con eso y bien que hacen. El budismo es mucho más que un símbolo o santiguarse. La celebración de una ceremonia preciosa y todo eso está muy bien, pero tales cosas pueden ser obstáculos disfrazados de tentación. Crean un gran vacío entre la gente y yo. Con lamas como yo, aparte de las habituales bendiciones (poner mis manos sobre sus cabezas) y audiencias, hay poca comunicación, y el intercambio filosófico es prácticamente inexistente.

En Occidente, los estudiantes sufren menos ese vacío. Expresan lo que quieren expresar. Preguntan. Lloran frente a mí, ríen frente a mí, y yo me acerco a ellos. Ven tanto mi parte mala como mi parte buena y, para mí, es muy importante tener esa clase de relación.

Me gustaría poder sentarme al lado de jóvenes butaneses y dejarles hablar de cualquier cosa –drogas, sexo, dinero- cualquier cosa de la que deseasen hablar. Esto es por lo que no dudé ni un momento cuando me invitaron a una discoteca en Thimphu. Si no hubiera sido por la horrenda música, me hubiera quedado más tiempo.

Los jóvenes de Bután son tan abiertos y tan vivaces. A pesar de que puedan carecer de una amplia educación budista, el simple hecho de haber nacido y crecido en un país budista ya significa que la energía está ahí.

Cambiando Bután
El cambio es inevitable. La población de Bután debe darse cuenta de ello. Pero Bután debe cambiar a su manera, adoptar su propia personalidad. La modernización de Bután es buena, pero mi preocupación es que los contiguos e influyentes países vecinos puedan asolar la cultura Butanesa. Mientras los encargados de preservar la cultura butanesa probablemente ocupan su tiempo preocupándose por la invasión de la cultura occidental, no se dan cuenta de que la cultura de Bollywood ya se ha insinuado a Bután. La llegada de ZTV, un canal de deportes que muestra solamente cricket. Culebrones hindúes que tienen lugar en comercios de Thimphu – eso es preocupante. Es fácil que un turista que viene dos semanas a Bután quede fascinado por el lugar, ya que la gente se siente como si estuviera en la Época Medieval, pero es muy peligroso para los butaneses caer en esa trampa. El turista no tiene por que quedarse ahí, pero los butaneses deben seguir adelante y enfrentarse al siglo XXII.

Los Valores de los Butaneses
Aunque los butaneses viven rigiéndose por valores que, en la mayoría de los casos, concuerdan con sistemas universales y morales, también existe un seguido de valores únicos, particulares de Bután, que no son propios de ningún otro país asiático. Un claro ejemplo es el hecho de que, en muchas partes de Bután, el tema del sexo no es algo tan tabú como en China, la India o incluso el Tíbet. Mientras que un tibetano, un chino o un indio puritanos piensan que los butaneses son primitivos con respecto a ver genitales pintados sobre paredes y colgando allí y aquí, de lo que éstos no son conscientes es que la inexistencia de tal inhibición puede ser una bendición. Otras culturas han perdido este sentido de libertad o franqueza, convirtiéndose, sucesivamente, en sociedades sexualmente reprimidas. La denominada “sofisticación” puede haber hecho que uno limite su mente y la bloquee, privándose de una fuente de felicidad. Desafortunadamente, es probable que la gente butanesa esté aprehendiendo esa vergüenza.

Los films Butaneses
Teniendo en cuenta que Bután es una nación sin ninguna escuela de cine o ningún tipo de escuela para las artes audiovisuales, y sin acceso a equipos cinematográficos o incluso buenas películas, debo decir que estoy muy impresionado. Ahora, los directores de cine de Bután tienen que acordarse de crear y mantener su propio estilo. Pero deben trabajar muy duro. Existen muchas películas nefastas en muchos sentidos y la culpa recae, de hecho, en la audiencia, porque eso es lo que quieren. La audiencia debe demandar mejor.

Los futuros films
Tengo varias historias más que he escrito particularmente para Bután. Una de las que espero poder rodar es una sencilla historia de amor. Me doy cuenta de que muchas de las películas de Bollywood y Hollywood sensacionalizan el romance hasta un punto inaudito y no tiene por qué suceder así. El amor puede ser simple, ordinario y en algunos momentos, sentimental, pero, al mismo tiempo, significativo, como el añorar a alguien.

No me veo cambiando mi profesión a director de jornada completa, pero lo que sí se seguro es que haré algunas películas más. La realización del segundo film supuso mucha presión puesto que, mientras que la primera película es una especie de novedad, la segunda es el verdadero examen de un director. Espero que el público no haya se haya creado demasiadas expectativas.