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Jamie Cullum

En abril del 2003, Jamie Callum firmó, a sus 23 años, un contrato discográfico con Universal/Verve. Salió en todos los periódicos: ¿cómo este jovenzuelo, un pianista-cantante de Wiltshire, que aún actuaba a la hora de comer en el Soho Pizza Express, era el destinatario de un contrato de un millón de libras de uno de los más famosos sellos de jazz del mundo? Cullum tenía de la noche a la mañana 1.000.000 de libras en el banco. No está mal para un chico al que le habían pagado sólo 1.600 libras por sus dos primeros álbumes. Como si fuera por arte de magia, y de la promoción, Jamie Cullum se convertía en la joya del futuro del jazz.

Esa cifra mágica del millón de libras se basa en la cantidad de dinero que Universal pagará para ayudar a Cullum a grabar varios discos en los próximos cinco años. En el contexto del jazz representa una inversión sustancial. La mayoría de los álbumes de jazz se graban en cuestión de días, y por no mucho dinero.

Jamie Cullum solía ser malísimo al piano. Odiaba estudiarlo, no entendía la teoría, no estaba seguro de en qué tonalidad estaba, suspendió los exámenes de cuarto y, después de tres años, lo dejó. Tenía once años. Pero a su alrededor todo era música. Antes de nacer Jamie, su padre dirigía un grupo de música, The Impacts. Con su madre como cantante, su padre a la guitarra rítmica, un tío como guitarra solista y el abuelo al saxo, recorrían los pubs locales tocando Burt Bacharach, los Beatles y pop de los años sesenta. "No era un grupo para hacerse famoso", dice Cullum.

Unos años más tarde, después de que los Cullum se mudaran de Essex a Wiltshire, a su hermano mayor Ben, presa del entusiasmo por el grunge y el heavy metal, le regalaron una guitarra elétrica cuando cumplió trece años. En un año había aprendido solo a tocar mágicos y vigorosos riffs y poderosos acordes en el instrumento. El joven Jamie compartió el entusiasmo de Ben por Nirvana y Soundgarden. Pronto los hermanos Cullum estaban los dos enamorados de las guitarras. Aprendieron solos algunas de las bases del blues y estudiaron a los maestros modernos del instrumento. Jamie Cullum dio sólo una clase de guitarra. Le enseñaron a tocar el tema de Deliverance, y se habló de que la próxima clase sería Heartbreak Hotel. No quedó muy impresionado. "¡Yo sólo quería aprender a tocar el solo de Eddie Van Halen de Thriller!".

Su tío los introdujo a la bossa nova, pero más que la música misma, lo que más les gustaba eran los acordes. Luego encontraron en casa un disco de Oscar Peterson. Y luego uno de Miles Davis. Y luego más músicos de jazz. Naturalmente, orgánicamente incluso, Cullum volvió a tocar el piano.

"Los tipos del jazz en aquellos elepés eran tíos majos con traje que eran buenos intérpretes. La inconografía también me atrajo. Por entonces, siendo un quinceañero, estaba leyendo Kerouac y Hemingway. Sí, era un poco demasiado precoz, probando cosas un poco fuertes", sonríe Cullum con este recuerdo de su adolescencia. "¡Estoy al día, créeme! ¡Puedo fumar cigarrillos!". Empezó a leer sobre las noches en la Calle 42 de Nueva York en los años cincuenta, con los músicos y los clientes saltando de club en club hasta las seis de la mañana. Pero también estaba empezando a conocer a Portishead y Roni Size, y tocaba los teclados en grupos de instituto que estaban locos por la percusión y los bajos y el trip hop.

Su amor por el jazz era cada vez más profundo. Estaba claro que sabía que los adolescentes del Wiltshire rural no iban a interesarse realmente por el jazz. ¿Y cuándo surgió el club de jazz The Fast Show? "¡Me pareció desternillante! Porque estaba totalmente de acuerdo con él. Pero aunque el mundo de los aficionados pudiera ser una cosa así, descubrí que el mundo real del circuito de jazz profesional no era eso en absoluto".

Después de la reválida, Cullum empezó a tocar en serio en el circuito de jazz de Wiltshire. Andaba con músicos de sesenta y setenta años, "y fueron los tipos más majos, más duros y más sinvergüenzas que he conocido nunca. Fue una época divertida". A los viejos profesionales les gustaba el entusiasmo de este mozalbete y el hecho de que a menudo no supiera qué acorde había de tocar. "Aprendí mi oficio no en la clase, sino en los escenarios. En el jazz se valora mucho la perfección técnica sobre cualquier otra cosa. Pero aunque yo quería ser técnicamente bueno y seguía esforzándome por conseguirlo, no era a lo que yo aspiraba".

Cullum fue a la Universidad de Reading a estudiar Cine y Literatura Inglesa. Empezó a componer y a tocar su propia música para acompañar los cortos que hacía como parte de su curso. Seguía dando conciertos y una tarde grabó un disco, Hear It All Before. Vendió 700 copias a diez libras cada una en los conciertos. Invirtió el dinero y lo que le quedó de su préstamo estudiantil en hacer otro álbum, Pointless Nostalgic. El corte principal era una canción de su hermano: Cullum sentía que se lo debía, una réplica a la gente que esperaba que sería esclavo de Sinatra, los años cincuenta, las big bands y el pelo lacio peinado hacia atrás. No lo era. Jamie Cullum tenía el corte de pelo estudiante indie que le correspondía.

El álbum también incluía una canción de Jamie Cullum titulada I Wanna Be A Pop Star (Quiero ser una estrella del pop). Fue escrita en la época de Pop Idol, y reflejaba la frustración de Cullum por la facilidad con la que esas jóvenes se convertían en estrellas de la noche a la mañana. Pointless Nostalgic ocupó también una portada, una versión jazzística de High and Dry de Radiohead.

"La recuerdo de mi infancia. Crecí con ella. Para mí es un clásico. Igual que Wind Cries Mary [de Jimi Hendrix]. La he tocado en la guitarra desde que tenía doce años. Pensé que la melodía sonaría de maravilla al piano. Alguien en mi página web pensó que debería hacer Hotel Yorba. Me encantan The White Stripes, pero es un poco demasiado pronto. Pensé que sonaría un poco demasiado forzado".

Pointless Nostalgic se publicó en un sello de jazz pequeño, Candid. Y luego, después de todo ese tiempo ganando experiencia, Universal se mostró interesada. Después de ocho años de trabajo duro, Jamie Cullum estaba a punto de convertirse en un éxito fulgurante.

Parkinson ayudó: el rey del chat show oyó Pointless Nostalgic y llevó a Cullum a la tele ese año. Y el Príncipe Carlos ayudó: vio a Cullum en Parkie y lo invitó a tocar en la fiesta de cumpleaños de la reina en el Palacio de St James. Allí estaba, con Ronnie Corbett, Penelope Keith, Alan Rickman, Maureen Lipman, con todos ellos haciendo sus pequeños sketchs cómicos para Su Majestad. Cullum conoció luego a toda la familia real. Incluso Paul Weller ayudó. Cullum ayudó a Modfather en Hyde Park en su condición de teclista para el ya difunto grupo de rock Taxi. "Siempre estaré envuelto en otras cosas y otros tipos de música, ya sea como un músico contratado o algo más", dice. "Me mantiene fresco para tocar jazz".

Cullum actuó durante tres semanas en las famosas Algonquin Rooms de Nueva York, el primer europeo en hacerlo. Siempre soñó con tocar en Nueva York. Y no se puso demasiado nervioso. Desde los 15 años, Jamie Cullum ha tocado más de mil conciertos. No es extraño que no se sintiera incómodo o extraño enfrente de una multitud, no importa que fuera grande o pequeña, de rock o de jazz, gente normal o principesca.

"Eso viene de ir a conciertos de jazz y encantarme la música pero aburrirme. Uno de los primeros festivales de jazz a los que fui fue el Festival de Jazz de Bath, y pensé: ‘¡Dios mío! ¿Qué están haciendo en el escenario?’ Son intérpretes extraordinarios, pero no parecen querer entretener. No podía entender qué estaba pasando. Entonces me fui a ver a The Wedding Present". Sí. The Wedding Present. Cullum no es otra cosa que ecléctico en sus gustos, "y fue una experiencia totalmente diferente. Quería intentar reconciliar esos dos mundos".

Lo que es más importante, Cullum desarrolló un repertorio cambiante. "Soy muy consciente de no venir como El Jovencito que Canta Viejas Canciones. Quería venir como El Jovencito que Canta Viejas Canciones con una Nueva Mentalidad". No puede cantar y no lo hará, por ejemplo, Stardust. Piensa que es una de las canciones más hermosas jamás escritas, pero la letra -‘y ahora el anochecer púrpura del ocaso atraviesa los prados de mi corazón’- "¡ese no soy yo! Quizá pueda cantarlo dentro de quince años, pero tengo 23 años y me sigue gustando salir con gente de 23 años".

"Hay que elegir las canciones con mucho cuidado. Por supuesto que valoro la poesía y la belleza de los standards, pero para cantar y tocarlos como es debido también tengo que sentir que las palabras "significan algo" que sale de mi boca. Como I Get A Kick Out Of You: habla de ‘El champán no me da placer, la cocaína no me da placer’, todas esas ideas que resuenan con mi vida. La siento como una canción que podría escribirse ahora, y a la que le puedo hacer justicia".

I Get A Kick Out Of You es una de las 14 canciones del primer álbum de Jamie Cullum para Universal. Titulado Twentysomething (Veintitantos), se grabó el verano de 2003 durante ocho semanas en Londres con el productor Stewart Levine (BB King, George Benson, Herb Alpert, Simply Red y un número incontable de otros artistas).