Premios
Berlin international film festival 2004
Glass bear spetial mention best feature film
Más de 500.000 espectadores en Francia
Entrevista al director (Extracto)
P: ¿En qué se basa la historia?
R: Es un cuento imaginario, inspirado en la historia del arca de Noé, de la cual sólo hemos mantenido las imágenes poéticas y el tema universal: el aviso de una nueva inundación, con cuarenta días y cuarenta noches de lluvia continua. A esto, he añadido una historia o, mejor dicho, varias historias de algunos animales extraordinarios y de algunas personas normales.
El tema central es el mito original, basado en los grandes miedos ancestrales. Es decir, La profecía de las ranas es un cuento sobre una tragicomedia social que trata sobre tolerancia, la ecología, las dificultades de convivir todos juntos y del tormento de una dictadura. Pero también es una bonita historia sobre el amor entre dos niños.
P: ¿Cómo fue el proceso de creación de la historia?
R: Primero, escribí una historia totalmente literaria. Después, junto con Iouri Tcherenkov (quien se hizo cargo también de los gráficos) y Antoine Lanciaux (que ya había trabajado anteriormente como animador en numerosas películas de Folimage), desarrollamos el guión. El proceso duró casi dos años. Me gusta trabajar con gente de este nivel. Para mí, compartir el trabajo creativo no hace que éste pierda calidad. Al contrario, te obliga a superarte constantemente y a mantener tu ego en su sitio. El final resulta ser mejor. Es el fruto de tres imaginaciones diferentes, y al mismo tiempo reduce el riesgo de confusión.
P: ¿Cómo creasteis los personajes animados?
R: Intentamos ir atrás en el tiempo y hurgar en nuestros recuerdos, principalmente aquellos de nuestra infancia. Por ejemplo, el personaje de Ferdinand, el brusco, barbudo y barrigón marinero se parece un poco a mi primer profesor, Pépé Germain. Como él, Ferdinand es de palabra fácil, de aspecto muy sano, fuerte y poderoso. Un error en la tabla de multiplicar suponía al instante una tremenda ráfaga de insultos, que viajaban a través del edificio de mi colegio de primaria hasta los bancos donde los chicos mayores se sentaban. Ferdinand es también fruto de mi imaginación de niño, la cual estaba llena de exploradores, bucaneros y piratas, personajes de gran colorido, que escalaban por las sogas de algún galeón. El Capitán Haddock es uno de los mejores ejemplos; incluso ahora, algunas veces vuelvo a releer sus batallas con un grupo de papagayos en El Tesoro de Red Rackham con el mismo placer de siempre.
También está mi tío Claudien, un granjero humilde de Saône-et-Loire, sentado en su tractor, con su gorra girada hacia atrás y dando la impresión de que el mundo entero le pertenecía.
Ferdinand me permitió recuperar estas memorias y emociones de mi infancia, y poco a poco, diálogo tras diálogo, a construir el personaje de ese viejo hombre que me había fascinado en sueños.
P: ¿Cómo dirigisteis la animación?
R: Intento fiarme de mi intuición y de expresar emociones sencillas: una mano acariciando suavemente la cara de alguien, coger tiernamente a un niño dormido para colocarlo en tus rodillas, un imperceptible cambio de pie cuando caminas, una silla que se cae al suelo por error o un dolor en un hombro.
Por encima de todo, no busco las proezas visuales que a veces enmascaran la debilidad de los sentimientos. Al contrario, gracias a que el equipo al completo es abierto de miras, intentamos distanciarnos de los estilos clásicos. La tendencia natural es dirigirse a una interpretación tridimensional de unos dibujos que fueron imaginados casi planos. Hayao Miyazaki afirma que "durante miles de años, los japoneses se han representado a sí mismos mediante líneas y contornos, mientras que los americanos lo hacen mediante el volumen". Sin deseo de criticar el estilo de nadie, mis sentimientos se acercan más a los de Miyazaki's. También me siento muy conmovido por el trabajo de Paul Grimault y de Iouri Norstein. En términos prácticos, intento a mi manera, alejarme de cualquier globalización del tipo Disney.
P: ¿Cómo se consigue exactamente que el trabajo de dirección de un proyecto como éste funcione?
R: Me baso en el principio de que los sentimientos deben anteponerse siempre a la tecnología. Esto es algo que siempre me han puesto fácil, ya que los artistas con los que he trabajado han sido unos técnicos fantásticos. La mayoría de mi atención como director se centra en grabar las voces, la interpretación y el entorno musical. Además, el director artístico, el diseñador de producción y el responsable de la paleta de colores me ayudaron muchísimo a la hora de supervisar los gráficos, los colores y la luz. La enorme dificultad, en la producción de un largometraje, es tratar al mismo tiempo con muchas tomas que se encuentran en etapas diferentes del proceso de realización. Llegó un momento en el que, durante la producción, estábamos trabajando en más de mil tomas simultáneamente. ¡Eso es algo horrible de ver! Cuando sabes que hay entre veinte y cuarenta piezas importantes en cada una de las tomas y consigues salir airoso, es fantástico. Sólo hay una cosa que puedes hacer: alejarte de ello de forma que no pierdas lo esencial, el sentido de la historia y tu propia frescura. Con esta actitud, a veces te arriesgas a mezclar un poco tus pinceles, pero afortunadamente sin gravedad alguna.
Trabajar en más de mil proyectos de forma simultánea es totalmente inhumano. Me pregunto si sería capaz de hacerlo de nuevo. En total, hemos necesitado dos años de duro trabajo para transferir los gráficos originales y libres de Iouri Tcherenkov a la película, con la ayuda de algunas técnicas digitales potentes. Muchos han dicho que las imágenes parecen ilustraciones en movimiento, lo cual es un logro.
P: ¿Cómo definiría el grafismo de la película?
R: Iouri Tcherenkov creó el universo gráfico de la película tal y como yo se lo pedí. Es un gran artista que también ha trabajado como director (La Grande Migration), lo cual facilita mucho las cosas. Han pasado diez años desde que este ucraniano, afincado en Francia, se cruzó en su camino con Folimage. Su obra es alegremente melancólica, tal y como es la imagen de su creador. Los últimos retoques los realizó con su compañera Zoïa Trofimova, y han conseguido una humanidad que realmente te impacta. Iouri sabe exactamente cómo alejarse de la realidad en la justa medida para encontrar la poesía.
Jean-Loup Félicioli, el diseñador de los fondos, ha añadido aún más alma a los gráficos de Iouri, hasta rozar las fronteras de la desestructuración (desorganización de una estructura).
Los colores van desde Vlaminck hasta Monet, expresando fuertes sentimientos y una gran cantidad de ternura, sin ningún miedo a mostrarse a sí mismos.
Una vez más, las sensibilidades están combinadas de forma armoniosa para incrementar la fuerza de la imagen y reforzar el texto. En La profecía de las ranas, los universos individuales de Jean-Loup y Iouri, tan distantes uno del otro al primer vistazo, han encontrado un lugar en el que juntos, se convierten en sublimes.