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Rosalie cartel reducidoRosalieDirigida por Stéphanie Di Giusto
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Dirigida por la cineasta francesa Stéphanie Di Giusto (La bailarina, 2016), ROSALIE tuvo su premiere mundial en la sección "Un certain regard" del Festival de Cannes. La historia se inspira en la figura de Clémentine Delait, la mujer barbuda más famosa del siglo XX, a la que da vida la ganadora del César 2023 como Mejor Actriz Revelación Nadia Tereszkiewicz (Mi crimen, 2023; La gran juventud, 2022). Le acompañan en el reparto el también ganador del César al Mejor Actor en 2022 y 2023 Benoît Magimel (Pacifiction, 2022, De sont vivant, 2021) junto a Benjamin Biolay, Guillaume Gouix, Gustave Kervern y Anna Biolay.

ROSALIE es una producción de Trésor Films, Gaumont, Laurent Dassault Rond-Point y Artemis Productions.


NOTAS DE PRODUCCIÓN (Stephanie Di Giusto)
Después de dirigir mi primera película quise tomarme un tiempo para escribir. Para mí, el proceso de escritura es el mejor de la creación, es el momento en el que todo es todavía posible, en el que aún somos libres. Un día me crucé con una persona extraordinaria llamada Clémentine Delait, una mujer barbuda que saltó a la fama a principios del siglo XX. Aquel rostro femenino con barba me fascinó. Encontré fotos, una mirada y un misterio que explorar. Leí un primer texto sobre ella, algo similar a un biopic, pero necesitaba ir más allá. Supe que ella se había negado a convertirse en un fenómeno de feria y que quiso vivir y ser una mujer. En ese momento, me interesé por otras mujeres con hirsutismo (así se llama científicamente este trastorno), la mayoría de las cuales acabaron solas, en ferias o reducidas a fenómenos vulgares. Después de una larga búsqueda, quise seguir la verdadera historia de estas mujeres, buscar la esencia de lo que me conmovía y empecé a imaginarme la vida de una de ellas. Cuando me quise dar cuenta, ya tenía un personaje de película, con su fascinante presencia física pero también con su secreto, su gracia y la promesa de un destino romántico que consistía en conquistar el mundo como ella misma. Así nació Rosalie.

Rosalie es una mujer libre que debe enfrentarse a la mirada de los demás y afirmar su singular feminidad frente a los prejuicios de una época. ¿Debería someterse? ¿Afeitarse para encajar en una "norma"? ¿o por el contrario buscar la forma de asumir lo que es? ¿Cuál es el deseo de una mujer como ella? Y lo que aún es más fascinante ¿es deseable una mujer como ella? Disfruté filmando el rostro y el cuerpo de esta mujer, ese erotismo sin precedentes entre la delicadeza y la animalidad. Rápidamente sentí su corazón latir. Rosalie se estaba convirtiendo en una joven que se buscaba a sí misma y que también se buscaba en los ojos del hombre que ama. Rosalie y su marido Abel se domarán el uno al otro con el tiempo. Hay una crueldad, una cierta cualidad de emoción modesta y a la vez violenta en el destino romántico de un ser tan singular. Rosalie atravesará verdades humanas que toda persona sensible conoce: el miedo al abandono, el deseo de amar y de ser amado a pesar de la crueldad, el rechazo a ser víctima, la rebeldía, la animalidad y la delicadeza de los sentimientos, el problema de la mirada del otro sobre uno mismo. Quería imponer un personaje solar mientras le dicen que se esconda, una mujer joven cuya fuerza vital se desborda. Se esconde para sufrir, pero tiene ese pudor y esa rabia de vivir. Rosalie es una mujer enamorada, pero el romance banal no es para ella. Ella no tiene derecho a querer. Cuando eres como ella, un ser "aparte" del que algunos se empeñan en hacer un monstruo, el amor se convierte en mucho más que amor.

Por otro lado está Abel. Él lucha por canalizar su violencia. La guerra le marcó mucho. Ya no es capaz de amar. Ya no cree en nada. Rosalie lo pondrá a prueba. Ella quiere que él la ame tal como es. Es la emoción de esta lucha la que quiero capturar, la forma en que nacen los sentimientos a través de un deseo que se les escapa.

Me costó mucho encontrar a la actriz protagonista. Hice muchas pruebas de vestuario, con barba por supuesto, pero de esta manera conseguía una percepción completamente diferente y bastante sorprendente de la actriz. Conocía a Nadia Tereszkiewicz desde mi primera película, ya que la había elegido como joven bailarina en la compañía de Loïe Fuller. Nos encontramos por la calle un día, por casualidad, y le pedí que viniera a hacer una prueba. Cuando llegó al casting, era una de las pocas actrices que no le tenía miedo a la "coquetería de actriz" interpretando a una mujer barbuda. La mayoría se miraba en el espejo todo el tiempo angustiadas, otras se rascaban constantemente, pero Nadia inmediatamente se sintió cómoda con la barba. Yo tampoco tuve dudas cuando la vi jugar con el vestuario. Tiene una energía actoral muy pura, el entusiasmo natural que yo necesitaba para el personaje. Incluso con la barba destilaba una sensualidad inquietante. Su pasado como bailarina la hizo sufrir mucho, su cuerpo era constantemente juzgado. Por eso tiene esa fuerza, pero también cierta fragilidad.

Creo que el personaje de Rosalie también le conmovió al tener que aprender a vivir con un cuerpo que duele.

Cada mañana había que pegar uno a uno los pelos en el cuerpo de Nadia. No quería engañar y plantear un simple "peinado" pues la actriz también necesitaba creérselo. Este trabajo minucioso y obsesivo le permitió poseer al personaje por completo. Por mi parte, trabajé en el cuerpo de Rosalie como una escultura extraña pero también deseable. La idea era crear una "segunda piel" que la actriz se pusiera todos los días para sentir ese agobio.

Pero nada sería posible sin Abel y sin el milagro de la presencia de Benoît Magimel. A través de sus ojos captamos la emoción de Rosalie. Sabía que iba a ser difícil y valiente para un actor aceptar esta exposición. Sólo Benoit me parecía capaz de conseguir esa encarnación sensible y animal, interior y física. Desde nuestro primer encuentro, entendió todo sobre Abel y estaba listo para correr este riesgo. Es tan implicado, entregado a la dirección, a la película y a los demás. Es pura emoción todo el tiempo. No puede hacer algo que no sienta, por lo que siempre encuentra el gesto adecuado, las respiraciones adecuadas, la "música" adecuada.

Para mí era muy importante que mis dos actores no se conocieran antes de rodar y por ello filmamos en orden cronológico. Quería que se descubrieran a lo largo de la película para crear poco a poco sentimientos como en la historia. Realmente construimos la película juntos.

Los decorados son un personaje más en la película. Encontré una antigua fragua en el centro de Bretaña, todo un pueblo, aislado, vacío, bien cuidado por sus dueños desde finales del siglo XIX. Sin este escenario natural, no habría habido película pues yo no tenía los medios para construir tal conjunto. Es todo un mundo, una historia, que nace de estas piedras y estos edificios. Todos los días, los extras eran los mismos, para poder conocerlos mejor y por lo tanto filmarlos mejor. La idea era recrear el microcosmos más realista posible alrededor de Abel y Rosalie para sumergirlos por completo en la historia. El café, por ejemplo, era importante para que Rosalie creara conciencia y libertad de expresión. Es un lugar en el que las vidas se cruzan, donde la sociedad se busca a sí misma, une a las personas y hace circular los sentimientos. Los cafés han sido pintados por muchos impresionistas para sublimar las escenas más simples y banales de la vida. Darle vida a este teatro de la vida me fascinaba, capturar esos momentos verdaderos y creer en ellos. Pero la libertad de Rosalie era también su desgracia. Rosalie no encaja en la norma, por lo que es necesariamente un peligro potencial para la sociedad. Después de adorar su barba, toda la comunidad se une contra ella y se convierte en la víctima elegida, en la responsable de los disturbios. Es vista como la causa del "poder maligno". El trasfondo de esta historia de amor muestra la naturaleza destructiva del hombre cuando alguien es diferente.

Mi película tiene que ver con el amor y con la libertad de aceptar ser uno mismo. Muy pocos se conceden esta libertad, sin duda, conscientes del precio a pagar. Pero el personaje de Rosalie no aspira a nada más que a ser ella misma. Saca a relucir el amor, como un último mensaje que acabe con el odio y la diferencia. Ella creerá en la vida y Abel estará allí.