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(Cinco veces dos)
Dirigida por François Ozon

François Ozon (director) | Valeria Bruni Tedeschi (actriz principal) | Stéphane Freiss (actor principal)

Entrevista - François Ozon (director)
Cinco Veces Dos es una historia contada al revés. ¿Fue este tu punto de partida?
No, mi primera idea era hacer otra película sobre una pareja, un tema que ya había tratado en Gotas de Agua sobre Piedras Calientes, una adaptación un tanto subjetiva de una obra de teatro que escribió cuando tenía 19 años, mostrando una visión adolescente, algo cruel y de algún modo desilusionada, de en qué consiste una pareja. Así que, Cinco Veces Dos es una vuelta al mismo tema, escrito por supuesto con más experiencia, pero sin caer en algo excesivamente lleno de explicaciones. Básicamente siento que es fácil decir que la rutina diaria es lo que aleja a una pareja. Esta rutina puede hacer que las cosas funcionen peor, pero sólo es la parte visible del iceberg, las verdaderas divergencias están ocultas. Las verdaderas razones que hacen que una pareja se aleje son mucho más profundas, y esto es para mí lo interesante. Quise reflejar sólo los momentos más significativos de una relación, sin tener que incluir el día a día en la historia.

¿Cómo decidiste contar la historia al revés?
Me di de bruces con "Two Friends" de Jane Campion, un drama televisivo que cuenta al revés la historia de una amistad. Las dos chicas se separan al principio y la película va retrocediendo hasta su primer encuentro. Este tipo de historias que se cuentan al revés, a menudo crean una especie de suspense: te quedas enganchado esperando el final. En este caso la única revelación era que estas dos mujeres no pertenecían al mismo entorno social. Hubo algo que de verdad me tocó la fibra sobre la visión de la amistad. Ver la historia al revés significa que casi olvidas que los dos personajes estaban destinados a alejarse. Tienes un margen dentro del cual esperas que la ruptura no se lleve a cabo después de todo, lo que es una manera perfecta de contar una historia de amor.

¿Por qué?
Cuando una historia de amor acaba e intentas recordar los momentos más destacados, los únicos que te vienen a la cabeza son los más recientes, aquellos que llevaron a la ruptura. Así que, empezar por el final y retroceder hasta el primer encuentro parece una buena forma de lograr una explicación de cómo una pareja era en el primer lugar que coincidieron. Cuanto más retrocedes, más suave y más idealizado está todo. Quería que el público experimentara las diferentes emociones que una pareja puede tener a lo largo de su vida, incluyendo la indiferencia, la repugnancia, el miedo, los celos, la competitividad, la unión, la atracción, ... También tenía la necesidad de que cada episodio de la película perteneciera a un género diferente del cine. El primer episodio es un drama psicológico. El segundo es mucho más social, como un clásico francés. Para el de la boda me acerqué más a las películas americanas y en la parte en que se conocen me fijé en las películas veraniegas de Rohmer. Quería que la película fuera cambiando en sus 90 minutos de proyección de tal manera que el tono y el tema variaran de un capítulo a otro. Fue divertido empezar la película con las escenas más fuertes y ver como la progresión dramática seguía funcionando según íbamos retrocediendo. Siempre bromeaba en el rodaje diciendo que el principio era como Ingmar Bergman, y el final como Claude Lelouch.

Como en Irreversible, el punto de partida es una ruptura y retrocedes hasta la felicidad inicial. Pero en la película de Gaspard Noé, ese sentido de felicidad universal se destruye a causa de un acontecimiento externo, mientras que en tu película parecer ser a causa de algo intrínseco a la propia existencia.
Si, por eso no puse mucho énfasis en los momentos decisivos de la vida. Cuando hay un acontecimiento significativo para la historia en sí, como cuando Marion se acuesta con el americano o cuando Gilles no asiste al nacimiento de su hijo, intento tratar esos momentos de tal manera que el público no piense, "Éste es el motivo por el que rompen". El filme tiene que mantenerse abierto, para que así su estructura no caiga en una especie de explicación. El público tiene que rellenar los huecos que quedan entre un episodio y otro a través de su propia experiencia.

Quieres decir que necesitabas dar detalles al público pero sin que fueran demasiados para que la historia fuera de alguna manera universalmente relevante. ¿Cuándo decidiste qué incluir y de qué prescindir?
Durante la escritura, el rodaje y el montaje. Lo principal era que el diálogo fuera fácil de seguir. En la escena de la cena, por ejemplo, originalmente, Gilles estaba en paro mientras que su mujer estaba trabajando, así que él se quedaba en casa cuidando de su hijo. Pero esto era un poco duro para el personaje, parecía deprimido en contraste con la energía que irradiaba su mujer. Parecía explicar su ruptura y era demasiado específico para los personajes. El reto era utilizar esta técnica de contar la historia al revés pero sin caer en los factores psicológicos obvios. El truco está en hacer que el público sienta que está continuamente aprendiendo un poco más de los personajes, cuando de hecho lo que está pasando es que se están volviendo cada vez menos familiares, casi abstractos. Lo que a toda costa quería evitar era que se pensara que "era muy posible que acabara mal". Por supuesto la relación acaba pero no estoy seguro de que esto importe mucho. Lo importante es haberla experimentado. Incluso quise que la última escena hiciera que el público pensara que la relación se podía reanudar. Esta paradoja es especialmente convincente: si cuentas una historia al revés, se vuelve sombría y a la misma vez va progresando hacia un final luminoso y optimista. O eso parece.

Una separación, una cena con amigos, un nacimiento, una boda, un primer encuentro... ¿La naturaleza de cada una de las diferentes secciones se pensó desde el principio?
Por un lado me preguntaba si necesitaría una sexta parte, entre la boda y el nacimiento, un momento de felicidad antes de que un hijo cambiara la vida de pareja. Pero, me di cuenta de que el momento de felicidad plena había ocurrido antes de la boda. Fue en la escena del baile. Y la verdad es que la felicidad disfrutada como pareja no era algo que encontrara especialmente inspirador. Es duro para mí escribir este tipo de escena sin darle un toque oscuro.

¿Y tener una canción italiana como paso de una escena a otra?
Al principio la película se iba a llamar "The Two of Us", un título irónico que a la vez da nombre a una revista francesa. Iba a utilizar algunas portadas de esta revista en la primera secuencia de créditos. Al final no lo hice, pero necesitaba algo para compensar la oscuridad de algunas de las escenas y pensé en incluir canciones italianas, que es casi como un cliché de sentimentalismo. En la película, es el hombre el que más sufre, por eso elegí canciones cantadas por hombres. Las canciones italianas más bonitas y conmovedoras a menudo son interpretadas por hombres, a diferencias de las francesas.

Empezaste a rodar y después paraste durante cinco meses hasta que retomaste el rodaje del resto de las secciones. ¿Por qué? Es un lujo, algo que me podía permitir. Empiezas a trabajar, paras, trabajas un poco más en lo que ya has empezado a rodar, haces cortes en lo que ya tienes y sigues rodando. Es un método muy bueno y con esta película era el más apropiado, ya que escribí las tres primeras partes muy deprisa, después me quedé bloqueado, especialmente en el encuentro. Cuando rodé la primera parte tenía la idea de que cuando se conocieran, Marion estaría llorando por su novio. Pero poner algo así al final cambiaría la forma de ver toda la película. Tomándome ese descanso en el rodaje pude evitar ese tipo de soluciones fáciles que el guión tenía, a la misma vez que daba tiempo a los actores a cambiar físicamente para que parecieran más jóvenes.

Ya habías utilizado este método de dividir el rodaje en dos partes con Bajo la Arena...
En la segunda parte de Bajo la Arena, sentía que necesitaba explicar la desaparición de Bruno Kremer. Pero cuando rodé la primera parte, me di cuenta que Charlotte Rampling era una presencia lo suficientemente importante como para no poder permitirme esa desaparición en absoluto. Todo lo que tenía que hacer era buscar ciertas explicaciones y sin profundizar en ellas permitir que el público encontrara su propia explicación en el misterio que reflejaba la cara de Charlotte.

Cinco Veces Dos, de alguna manera, funciona en una línea muy similar: desde el mismo momento en que Valeria Bruni-Tedeschi y Stephane Freiss son considerados una pareja, sólo les vemos en circunstancias cotidianas. Este procedimiento era vital. Ellos tenían que conducir la película, o yo no hubiera podido llevar la segunda parte de la película a algo más sencillo y sobreentendido

¿Cómo fue el casting?
Mi primera idea fue buscar grandes estrellas, pero me di cuenta que necesitaba actores que fueran menos familiares para el público o no se identificarían con ellos. Lo que realmente quería era encontrar a la pareja perfecta. Tenía que ser todo obvio; su experiencia común tenía que parecer del todo creíble, con una verdadera unión y familiaridad. En realidad es fácil: pones a dos actores juntos y piensas, "funciona". Hice la prueba con una escena de Ingmar Bergman de Secretos de un Matrimonio, en el que el personaje de Liv Ullman llama a su marido para firmar los papeles del divorcio y en ese momento discuten. Cada uno tiene una aventura por su lado. El está enfermo. Ella a punto de marcharse. Pero hacen el amor una vez más, vuelve la unión, todavía están muy unidos el uno al otro. Es una escena fascinante, porque lleva a los actores a mostrar una serie de sentimientos muy profundos y variados.

¿Alguna de las películas que han interpretado te ayudó para elegir a Stephane Freiss y a Valeria Bruni-Tedeschi?
Ví a Stephane en una obra de teatro de Yasmina Reza. Cuando le hice la prueba inmediatamente me di cuenta que tenía una gran calidad en pantalla. Como persona tiene un aspecto muy masculino pero en pantalla su imagen es mucho más frágil, hay algo infantil en sus ojos. Y con respecto a Valeria, descubrí que a pesar de la apariencia de vulnerable que muestra en las películas que ha hecho, puede proyectar también fuerza. Era interesante probar a mostrar estos dos aspectos de su naturaleza. Ha participado en muchas películas en las que se infravaloraba su feminidad, su belleza; esto requería que adoptara posturas neuróticas, andara desgarbada, con el pelo tapándole los ojos. En esta película, quería que se abriera físicamente, que se sintiera guapa.

En la última escena, el tiempo parece que se detiene, tal y como lo hace en Bajo la Arena...
Hay acción, pero la escena adquiere una carga simbólica. Quería una escena que recordara las revistas francesas para adolescentes como "Nous Deux" en las que siempre ves a los amantes mirando fijamente una puesta de sol. El resto de las película evita este tipo de imagen. El final es como un cliché, como si saliera de una fotonovela, de tal manera que todo lo que la audiencia ha visto hasta el momento desaparece, y ven la escena de forma diferente. También, es importante el hecho de que esta última escena sea lo suficientemente larga como para que el público tenga tiempo para retroceder en la historia y así ponerla en orden.


Entrevista - Valeria Bruni Tedeschi (actriz principal)
Cinco Veces Dos está basado en cinco momentos de la vida de una pareja, Marion y Gilles, contada hacia atrás. ¿Qué significan esos cinco momentos para ti?
Son las diferentes etapas de una historia de amor. Y en cada una de estas etapas siento como François sabe llevarnos a la esencia de lo que realmente importa; lo que verdaderamente significa conocer a alguien, casarse, tener hijos y separarse. Stephane Freiss y yo interpretamos a seres humanos que a la vez son arquetipos. El es un Hombre. Yo soy una Mujer.

¿Cómo consigue uno interpretar a un personaje que es en sí un arquetipo?
Lo podría haber sentido de alguna manera como algo abstracto porque no nos dieron muchos detalles sobre la vida de nuestros personajes, sobre sus pasados. Pero, realmente, sentí que éramos Hombre y Mujer. Sentía que tenía que trabajar para eliminar las impurezas. François me pedía que cambiara tanto física como psicológicamente, como si en cada una de las etapas sólo hubiera unas pocas notas de la melodía que se pedía.

¿Cómo conociste a François Ozon?
Dijo, "Quiero ofrecerte el papel, pero necesito preguntarte si aceptas tener un aspecto hermoso. Esa es la condición." Era un poco extraño, un poco dura como pregunta, pero no me importó. Ser hermosa significaba permitirse la licencia de serlo. No esconderse. No avergonzarse. No mirar hacia abajo. Mantenerse erguida al andar. Yo siempre había interpretado a personajes que de alguna manera se sentían victimas de los hombres. François le dio la vuelta. Yo no iba a ser una víctima en esta película. Iba a ser una mujer, con las necesidades humanas normales en una mujer y muchas ganas de felicidad. Sentí esto con una gran intensidad en las pocas páginas que François nos dio al principio. Es lo que verdaderamente me hizo querer hacer la película. La música era la adecuada, era la que yo quería oír. Quería hacer la película en la misma medida que Marion quería la felicidad.

¿Te mostraste aprehensiva?
Sí, eres aprehensiva porque es algo que no has hecho antes, algo a lo que no estás acostumbrada, pero Cinco Veces Dos es una de las películas en las que no he dudado en absoluto a la hora de aceptarla. Podría haber pensado que François creía que era fea ya que me había pedido que perdiera peso y que me tiñera el pelo. Pero no lo hice porque me miraba afectuosamente. Me veía de una forma que me hacía sentir bien. Sentía hasta que mis defectos eran interesantes y mis sentimientos bien recibidos. Me dieron un espacio en el que estar. Ni demasiado grande ni demasiado pequeño, pero mi propio espacio, lo cual le venía bien al personaje y también a la película. François tiene una visión muy particular que le permite rodar la vida cotidiana sin superficialidad. Para mi esto es muy agradable. Me gusta como enfoca las escenas. Cuando ví Bajo la Arena estaba buscando un cámara y un director de fotografía para mi propia película. Enseguida quise contactar con el director de fotografía de François. El problema era que él enfoca sus propias escenas. Normalmente no me fijo en como están enfocadas las escenas, pero cuando ves una película de Françóis te das cuenta que las escenas tienen vida propia. Como actriz me sentí muy bien en las escenas, como si estuviera en un cuadro.

¿Es muy estricto como director u os permite buscar vuestro propio espacio dentro de cada escena?
Las dos cosas. Nos deja encontrarnos a nosotros mismos en el rodaje, encontrar nuestro lugar. Pero también necesita encontrar el suyo. Cada uno nos tenemos que adaptar al otro pero sin sentirnos arrinconados.

¿Habías visto sus otras películas?
Si, me interesaba su trabajo. Me di cuenta que cada película debería ser diferente, arriesgada, casi peligrosa. Me gusta la forma en que trabaja con los actores, la forma en que su cámara mira a la gente. Permitió que Charlotte Rampling expresara algo profundamente humano. Me identifico totalmente con ella en las películas de François.

¿Y la idea de tener canciones italianas en la película?¿Es como un homenaje a tus orígenes?
En realidad no. No puedo pedirles eso. Hay algo romántico y a la vez irónico en esas canciones. Le da a la película un toque de humor, y a la vez un toque diferente. También hay mucha esperanza en esas canciones, un deseo de amar y ser amado. Ese deseo de amar es otra de las razones por las que acepté el papel. Desde el principio se percibe que Gilles y Marion se casaron porque físicamente encajaban muy bien, no por aburrimiento o como algo oportunista: se enamoraron, como cualquier pareja, soñando con un futuro. No son cínicos. A pesar de las experiencias negativas que aparecen en la relación, la película refleja que es correcto tener una visión utópica del amor, pensar que esta unión puede funcionar. La película no tiene nada que ver con esas que tratan las historias de amor que van mal. Esta es sobre historias que empiezan bien.

Hubo un parón de cinco meses en el rodaje ¿Cómo te sentiste?
Me dio tiempo a adelgazar y cambiar físicamente. Me dejó tiempo para tener un aspecto diferente. Los cambios fueron tan grandes que no podría haberlo hecho en dos meses. Sin embargo si fue un poquito largo. Tenía miedo de perder la inspiración del personaje, que mi vida cambiara o que mi mente se centrara en algo diferente.

¿Viste la primera parte antes de empezar a rodar la segunda?
No, no me apetecía. Incluso aunque estuviera trabajando en cambiar mi apariencia, la alteración era mental. Ahora he hecho mi propia película, y tuve que pasar cuatro meses mirándome desde los diferentes ángulos en la mesa de montaje. He tenido tiempo para sentirme bastante cuerdo viéndome en pantalla. Pero no lo he hecho con ningún propósito.

¿Te pidió François Ozon que vieras alguna película para inspirarte?
Vimos la boda de Meryl Streep en El Cazador y un trozo de Erase una vez en America con Robert de Niro. Pero François realmente no nos dijo que viéramos nada. En este sentido no es autoritario. No es su estilo. Sin embargo, yo, no se por qué, pasé mucho tiempo pensando en las mujeres que aparecían en las anteriores películas de François. Para mí son las mujeres más hermosas del mundo. Son sexys y a la vez reales. Así que a veces hacía como si estuviera en una de esas películas.

¿Era la primera vez que interpretabas de nuevo después de haber dirigido tu propia película?¿Marcó eso una diferencia?
Sí, hizo que fuera todavía más placentero. Disfruté del lujo de estar allí sólo para actuar. Como actriz mi trabajo no fue diferente al anterior, pero si fui más consciente del lado divertido de la interpretación. Y la energía que François desprendía era también una parte divertida.

¿Y que tal fue trabajar al lado de Stephane Freiss?
Nos hicimos amigos de la misma forma que la gente se enamora. Estábamos encantados de vernos cada mañana. Cuando teníamos algún problema lo discutíamos e intentábamos ayudarnos. Ya habíamos trabajado juntos en un drama de la televisión dirigido por Alain Tasma hace unos años, pero realmente no nos conocíamos. En Cinco Veces Dos nos hicimos íntimos muy rápidamente, como si ya nos conociéramos de hace tiempo. Nos puedes ver en la calle, paseando o en coche, o tomando un café y puedes pensar que somos una pareja de verdad. O dos personas que se llevan muy bien. Es misterioso.

¿Es esa la razón por la que François Ozon os cogió como pareja en Cinco Veces Dos?
Sí, creo que había algo bastante obvio en las pruebas de pantalla que hicimos de una escena de Secretos de un Matrimonio de Ingmar Berman. Nos pidieron que interpretáramos a un matrimonio enfadado, pero todavía unido por un pasado en común y una larga historia de amor. La pareja está en plena guerra, en medio de un proceso de separación, y aún así, todavía tienes la impresión de que quizás no deberían separarse. Esto también aparece como una realidad al principio de la película de François.

Gilles parece más frágil que Marion. ¿Crees que esto ocurre de verdad en la mayor parte de las parejas?¿Es algo relacionado con nuestra época?
No puedo contestarte a eso. No se como generalizar y no entiendo mucho del funcionamiento de las parejas. Por mi propia experiencia, quizás los hombres si son más cobardes que las mujeres, más cobardes y menos capaces de tomar la iniciativa, de coger el toro por los cuernos, de enfrentarse a las cosas, de hablar y de estar ahí cuando las cosas van mal. Es verdad que los hombres tienen la mala costumbre de huir. No me siento muy bien diciendo esto, tengo la impresión de que estoy diciendo lo que se supone que tengo que decir, pero por otro lado no estoy muy segura. En realidad mi forma de trabajar no va por esa línea, no tengo en cuenta consideraciones teóricas de la vida. Me entrego totalmente a la historia siguiendo una premisa básica: que Marion quiere ser feliz. Ese fue mi punto de partida.

Cuando viste la película ¿cómo reaccionaste?
La película resultó más sentimental y melancólica de lo que esperaba. Mis interpretaciones tienen sentimiento, pero no sabía que François era tan sentimental como yo. Pero lo es, y esta película, al igual que Bajo la Arena, muestra esa faceta suya.


Entrevista - Stephane Freiss (actor principal)
Cual fue tu reacción la primera vez que leíste Cinco Veces Dos?
Para serte sincero, si no hubiera sido una película de François Ozon no le hubiera hecho ni caso. El guión tenía cuarenta páginas como mucho, sólo había escrito tres episodios de los cinco que tiene. De hecho, en aquel momento, todavía no estaba claro el número de capítulos que tendría la historia, ni la dirección que ésta tomaría. Lo importante para mí era junto a quien iba a trabajar. Estaba François y estaban sus películas, así que tenía una idea de lo que estaba aceptando. Por otro lado estaba Valeria. Eran dos personas realmente importantes para mí. Empezamos la película siguiendo el mismo orden que tienen la escenas en pantalla y tengo que reconocer que mi trabajo no hubiera sido igual si hubiera estado trabajando con otras personas.

La escena del hotel, como tu dices, es la parte más difícil...
En el guión, la escena tiene muy pocas líneas. Decía que hacíamos el amor, pero luego cambió. François tiene una forma de tratar las cosas serias con un aparente toque de luminosidad. Tienen una cierta inocencia y frescura pero considero que están hechas con verdadera inteligencia, con una especie de instinto animal. Normalmente, cuando empiezo una película, tengo información de mi personaje: de donde viene y a donde va. Leo la historia mil veces y cada escena me ayuda a construir toda la historia. Siempre trabajo de esta manera. Pero en Cinco Veces Dos, tuve que abandonar este método. Tenía que vivir al día experimentar lo que era estar junto a una persona sin saber realmente quien es esa mujer que está a mi lado, ni como la he conocido. Teníamos que mirarnos, escucharnos, poner todos nuestros sentidos en funcionamiento. Aprender a crear nuestro personaje en el momento, junto a esa persona con la que estás, alrededor de ese personaje y no contra él.

¿Básicamente es improvisación?
Si y no. Respetábamos la historia, pero poníamos cuerpo y alma en los diálogos y los silencios. Nunca había trabajado así. François es uno de esos directores que encuentra lo que está en el interior de sus actores. Se mantiene lúcido, a la vez que afectuoso en las relaciones personales. Pero más allá de todo eso hay cosas más violentas y más problemáticas. El actor desde esa afectuosidad intenta buscar dentro de sí para lograr encontrar las emociones. Después de la escena del hotel, François dijo, "me cogiste por sorpresa, no esperaba que dieras tanto", lo cual al principio nos hizo reír. Pero creo que realmente quiso decir lo que dijo. Esa es su fortaleza. El pone los ingredientes y los pone a punto de ebullición. Como los magos, sabe que no todo está bajo su control. Por este motivo es por lo que todo lo que produce tiene ese aspecto tan de la vida misma.

¿Es justo decir que Cinco Veces Dos es más identificación inmediata que interpretación?
Es un poco de las dos. La primera reacción de la gente es identificarse con cada una de las diferentes etapas. Pero creo que también empiezan a preguntarse que es lo que pasó entre una etapa y otra. Valeria y yo siempre nos preguntábamos si una determinada sección tenía la suficiente fuerza para transportar al público hasta la siguiente. ¿No faltaba nada? Al leer el guión, el significado de determinados gestos no es aparente. Parecen bastante comunes. Pero al terminar la película, ese significado está claro. Las consecuencias de una escena sólo aparecen en términos de lo que no está en la escena anterior, según los espacios que quedan entre las escenas. Cada escena está hecha con lo que ves y el espacio en blanco que precede.

¿También hay un problema de tiempo que pasa entre una escena y otra?¿Cómo se puede mostrar el hueco de tres años que en realidad no aparece?
En el teatro ésta es una cuestión que a menudo sale a la luz. Pero en esta película pronto dejé de preguntármelo, dejé de preocuparme. Me dije a mi mismo que François sabía lo que hacía. Le gustaba trabajar cerca de la gente de maquillaje y peluquería. Solíamos intercambiar pensamientos y eso era suficiente para tranquilizarme.

Cinco Veces Dos se rodó en dos partes. ¿cómo te sentiste?
En las tres partes que se rodaron la primera vez, me sentí tan fuerte como nunca antes me había sentido en toda mi vida. Trabajar de una forma diferente me dio energía. Quería demostrarme a mi mismo lo que podía hacer. Dependía de dos personas a las que adoraba y eso me dio libertad. Cuando nos marchamos al final del primer rodaje la despedida fue muy dolorosa. No quería separarme ni de ellos ni del resto del equipo. Iba a ser para dos meses y al final fueron cinco. Fue mucho tiempo. En ese intervalo rodé The Big Part de Steve Suissa, todo lo contrario a Cinco Veces Dos, un melodrama sobre un explicito y preciso conjunto de circunstancias. Esta película me llevó de vuelta a otra forma de trabajar, a otro contexto y a otra gente. El papel no era fácil. Interpretaba a un hombre que había perdido a su mujer a causa del cáncer. Cuando regresé a Cinco Veces Dos estaba un poquito menos optimista. Pero las dos últimas partes trataban de la felicidad, mientras que las primeras eran sobre la separación y por tanto mucho más oscuras. Estas eran sobre la alegría de conocer a alguien y por tanto eran menos intensas. Excepto para Valeria, que tuvo que trabajar mucho para cambiar su físico y que ahora estaba radiante. Sin embargo, lo recuerdo como una época feliz. La armonía era mucho más fuerte.

¿Te importó no haber visto lo rodado la primera vez antes de empezar a rodar otra vez?
En general, este material es importante porque te hace darte cuenta de lo que estás haciendo y te ayuda a refrescar la memoria, te lleva hacia lo que estabas haciendo. Pero aquí, como la historia no era común, ver el material sólo me habría reafirmado que la pareja funcionaba, que no estaba interpretando tan mal y que mi personaje no era tan horrible. Pero François no estaba dispuesto a enseñárnoslo.

¿Cómo fue trabajar con Valeria Bruni-Tedeschi?
Había hecho ya un drama televisivo con ella hace quince años. Habíamos estado un mes juntos pero no habíamos intimado mucho. Quizás no era el momento oportuno para conocernos. Pero en Cinco Veces Dos la química fue instantánea, gracias a François, por supuesto, porque ninguno del los dos estaba seguro de hacia donde nos dirigíamos. El hecho de que la película no estuviera estructurada hacía que todo fuera mucho más emocionante.

Inconscientemente, podíamos haber sentido que si no dejábamos de lado nuestras inhibiciones y nos entregábamos por completo a la curiosidad mutua, no habría habido esa química. Bajo mi punto de vista, los dos nos abrimos completamente y verdaderamente sentí que estaba ante una de las mujeres más conmovedoras de todas las que había conocido en mi vida. Valeria es una persona a la que admiro, tanto en lo bueno como en lo malo. Es una mujer que cuando está mal, de repente busca fuerzas y en un segundo se muestra vital otra vez.

¿Qué sensación tienes de tu personaje?
Antes de hacer la película y al final de cada capítulo François nos hacía una entrevista. Solía preguntarnos por nuestro personajes, quienes eran, adonde iban y de donde venían. Para sintetizar todas las cosas en las que tenía que pensar, imaginé que Gilles no estaba seguro de su sexualidad, que su fracaso con Marion, al igual que sus fracasos anteriores, mostraban que estaba esforzándose por conocer mujeres cuando en realidad era un hombre lo que el debería estar buscando. Estaba convencido que mi hermano había descubierto su homosexualidad mucho antes de que yo lo hiciera.

¿Te viste influenciado por el hecho de que la película fuera de François Ozon?
Quisiera decirte que no pero no estoy seguro. François es impredecible. Todo lo que aporta a la historia conlleva un cierto misterio en términos de las relaciones de unos personajes con otros. Cuando François me dijo que Gilles violaba a Marion en el hotel, me confirmó lo que había leído. "Gilles se enfrenta cara a cara con su verdadera sexualidad y le muestra a Marion que él no es el hombre que ella pensaba." Me estaba liberando de mi vida heterosexual y estaba encontrando los primeros signos de mi nueva vida que sería homosexual. Era algo que había tenido guardado por mucho tiempo. No fue hasta la última entrevista que le dije a François "Creo que me he equivocado. Es lo que pienso aunque no estoy seguro. Esperaré a ver la película.

¿Y ahora que la has visto?
Ahora veo que lo que el personaje hace lo hace con una gran angustia, de esa forma que uno a veces tiene que hacer cosas que no le gustan en absoluto. Gilles es frágil y Marion fuerte, lo contrario a una pareja clásica y ortodoxa e incluso así muestran una idea universalmente válida de lo que es ser una pareja. Hasta donde yo sé, esa es la clave del éxito de la película. No es ni lineal ni convencional en el diseño, ni tampoco convencional en las soluciones que ofrece. Me encanta la película. No desprecio en absoluto todo lo que se refiere a la sexualidad de Gilles. Me ha dado mucha fuerza para poder interpretar el papel. Gilles es un hombre débil pero no es un calzonazos. Ve que su matrimonio va mal y que no se puede hacer nada para solucionarlo. Como muchos hombres, le duele.

La noche de bodas y la escena del nacimiento de su hijo son momentos cruciales en el matrimonio de Gilles y Marion que experimentan por separado.
Interpretar las escenas del nacimiento del bebe fue un poco inquietante. Nunca habría hecho lo que Gilles hizo. Pero el instinto y el subconsciente siempre ganan. Todos hacemos cosas inexplicables que luego no entendemos. No hay nada mas que decir sobre ello. La cobardía de Gilles en el hospital y la infidelidad de Marion en su noche de bodas son una muestra de muchos de los otros errores que se cometen y que no hemos tenido tiempo de ver en la película. François tiene una visión bastante oscura de cómo es la vida en común. Pero vivir juntos no lo soluciona todo. ¿De algún modo, dos personas que deciden vivir juntas están por encima de dos personas que no? Esta pregunta surge en el contexto de una sociedad que está cambiando, en la que vivir juntos no es la única manera. Es solo una elección.

¿Crees que la película cambiará la visión que el público tiene de ti, ayudándoles a dejar de verte como un Romeo?
Afortunadamente, mi imagen de Romeo ha cambiado mucho en los últimos años. Les Chouans ya tiene quince años y la imagen que tenía en ella ya está pasada de moda. Desde entonces he hecho muchas obras de teatro. François me vio en el teatro. Quizás pudo ver cualidades más complejas, ambiguas y contradictorias que estaban escondidas muy dentro de mí y que otros no se habían preocupado en observar. También, apostó por mí. Se lo agradeceré de por vida. Hizo que volviera a trabajar en el cine.
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