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Confidencias muy íntimas
Confidencias muy íntimas
Dirigida por Patrice Leconte

Patrice Leconte | Sandrie Bonnaire | Fabrice Luchini | Eduardo Serra

Entrevista - Patrice Leconte
Háblanos del génesis de tu nuevo proyecto
El productor Alain Sarde y Christine Gozlan me sugirieron que leyera algo que Jérôme Tonnerre estaba escribiendo. Eran unas treinta páginas de una historia que realmente me entusiasmó. Me dio la impresión que era el comienzo de un thriller sentimental. La historia empezaba con una identidad confusa y evolucionaba hacia algo que estaba entre el misterio y el deseo. La historia realmente me habló. En ese momento empecé a trabajar con Jérôme en su adaptación. Los dos queríamos ir en la misma dirección.

¿Qué fue en concreto lo que te atrajo de la historia?
Es un encuentro poco habitual que es íntimo y asombroso a la vez. Los dos personajes principales se van descubriendo despacio, muy poco a poco. Esto es especialmente así con Anna, el personaje interpretado por Sandrine Bonnaire. Me gusta que queramos saber quién se esconde detrás de esta joven mujer. ¿Consiste simplemente en que no es feliz?¿Se siente engañada? Cualquier cosa es posible, podría estar en peligro o podría estar simplemente manipulando a William. Dirigir una película y a un grupo de actores teniendo esto en mente es un ejercicio fascinante. Tienes que jugar con las apariencias, dejar sitio para la duda.

Mientras que estabas escribiendo el guión, ¿ya habías pensado en los actores que querías?
No, nos imaginamos a William y a Anna sin saber quien los interpretaría. Por supuesto barajamos varios nombres pero dejamos la elección para más adelante.

A veces los actores son una fuente de inspiración, pero en esta película escribimos basándonos en los personajes, no en los actores. Lo que sí que fue fantástico es que una vez terminada la película nos dijimos, "¿quien si no Sandrine Bonnaire y Fabrice Luchini podrían haber interpretado estos papeles? Se impusieron por encima de nosotros, y le dieron todo a sus personajes.

¿Qué fue lo que te llevó a ellos?
Conocía a Sandrine Bonnaire desde que hicimos Monsieur Hire y estaba esperando lo oportunidad adecuada para volver a trabajar con ella. En cuanto que terminamos el guión, ella era una elección obvia. Aceptó el papel inmediatamente. Anna le ofrecía un registro diferente, más ambiguo y a la vez más crudo. Era una oportunidad para descubrir a esta actriz de una manera diferente. Con Fabrice Luchini fue distinto. Yo sólo le conocía desde el punto de vista del espectador. Alain Sarde y Christine Gozlan sugirieron su nombre y me pareció una idea estupenda.

Este papel es algo totalmente nuevo para él, más profundo, más expuesto...
En esta película no es muy diferente a como es en la vida real, pero sí que revela una cierta humanidad, fragilidad, y sentimientos bastante inesperados. Hasta donde yo sé, nunca antes hemos visto a Sandrine o a Fabrice tal y como se presentan aquí. Cuando Sandrine, interpretando a Anna, dice cosas tan duras, con tanta confianza, y con esa especie de calma casi angelical, es algo muy fuerte. Actúa de forma perturbadora. No se supone que él tenga que oírlo, pero al hacerlo su mundo se vuelve del revés y empieza a cuestionarse todo. Camina por un territorio desconocido, donde él ya no es el maestro: el mundo de los secretos femeninos. Este es uno de los aspectos que encontré fascinantes de tratar en la película.

Sandrine Bonnaire y Fabrice Luchini sorprenden como pareja. ¿Qué tal trabajaron juntos?
Tenía en mente a una pareja de opuestos. Son dos actores de familias diferentes que simplemente no están hechos para estar juntos. Si no hubiera entrado por la puerta equivocada, nunca se habrían conocido. Ese es el tema de la película. Anna nunca habría conocido a William y Sandrine nunca habría conocido a Fabrice. Se tienen mucho respeto el uno al otro pero cada cual va al son de su propio tambor. En la película hay momentos en los que tocan juntos pero de repente empiezan a desafinar como resultado de su propia naturaleza. Para un director esto es como un regalo.

La película muestra a los dos personajes esperando...
Esto es lo que yo creo que hace de la película un thriller sentimental. El misterio, la incertidumbre, el miedo, la duda y el suspense, todo ello girando en torno a las emociones. No me atrevo a decir que es una historia de amor, porque hay mucha más perversión, es más atípica y a la vez platónica. Disfruto creando expectativas.

Para mí lo más bonito de la película, la parte más conmovedora, es el preludio, lo que "viene antes de". No es una cuestión de vergüenza virginal, es una cuestión de ser atento, de respetar, de retrasar "el momento en el que..." En este caso una especie de deseo flota sobre sus cabezas, una especie de conflicto del que van siendo cada vez más conscientes, poco a poco. Adivinamos cuando están empezando a enamorarse. Cuando captas esto de los actores, es muy molesto de filmar.

Hay muchos papeles secundarios importantes
Ya había trabajado con Michel Duchaussoy en La Viuda de Saint Pierre y estaba encantado de trabajar con él de nuevo. Se divirtió mucho interpretando el papel de psiquiatra. La que más me gusta es Anne Brochet. Su personaje, Jeanne, no era fácil de hacer. Si hay una persona a la que no se le escapaba nada de esta aventura, esa era ella. Es una mujer realmente increíble. Helena Surgere interpreta a Madame Mulon, la fiel y buena secretaria que "pasa de padre a hijo", que conoce la casa como la palma de su mano. Da a su personaje la correcta nota maternal.

El personaje interpretado por Gilbert Melki, muy importante porque Anna siempre está haciendo referencia a él, solo tiene dos escenas en las que verdaderamente destaca. No hay suficiente espacio para que el personaje haga movimientos en falso. Gilbert Melki estuvo ejemplar. Recuerdo que hubo un momento en que su expresión era oscura, profunda, terrible y de repente en tan solo un instante mostró una total fragilidad.

¿Hay alguna imagen que permanezca contigo desde el rodaje?
Hay muchas y las más importantes suelen ir unidas a los actores. He tenido mucha suerte por haber trabajado a menudo con actores tan buenos que han hecho un extraordinario trabajo. Y, una vez más, trabajar tan de cerca con Sandrine y Fabrice ha sido una maravilla. Su generosidad, su habilidad para acertar realmente no me sorprendió.

El encuadre de las películas lo decido yo y estoy convencido que esto incita a los actores a dar mucho más de sí mismos. Se establece un entendimiento casi sensual. Cuando estoy organizando el rodaje me siento como un personaje de la película, como un actor virtual. Cuando grito "corten" ligeramente inclinado para ponerme cara a cara con las personas que están llevando a la vida la historia... eso no tiene precio.


Entrevista - Sandrie Bonnaire
¿Cuándo tuviste las primeras noticias de este proyecto?
En Julio de 2002 estaba rodando una película para la televisión, The House of Children, y cuando llegué a casa tenía una carta de Patrice. De inmediato reconocí su característica forma de escribir con tinta roja. Desde que hicimos Monsieur Hire nos habíamos visto en algunas ocasiones. Tuvimos una charla sobre un proyecto pero al final no salió. Estaba encantada de que Patrice me hubiera tenido en cuenta otra vez para uno de los papeles. Quedamos y me dio el guión para que lo leyera. No dijo ni una palabra más. Lo leí muy rápido y debo decir que me enamoró. Jérôme Tonnerre es un excelente guionista, refinado y divertido. Sabe como conmover sin miedo a ser mordaz. Agradecí la belleza de sus diálogos y mi papel era muy apetecible, muy divertido de interpretar.

Nunca antes habías trabajado con Fabrice Luchini. ¿Qué tal fue todo?
Sólo habíamos coincidido en algunas ocasiones. Mi hermana, diseñadora de vestuario, había hecho cinco películas con él y me había contado muchas cosas. Verdaderamente sentí que ya le conocía un poco incluso aún siendo alguien que le gusta complicar las cosas y jugar con las apariencias.

Rápidamente me di cuenta de lo estupendo que era como compañero. Nos divertimos mucho juntos.

¿Cómo desarrollaste el lado misterioso de tu personaje?
Era uno de sus aspectos esenciales. Cuando estaba leyendo el guión, me preguntaba quien era esa chica, si era perversa o simplemente estaba perdida. Con Patrice, tratamos esto desde los dos ángulos. En primer lugar había un aspecto juguetón y manipulador. Pero también hablamos mucho sobre el deseo. Su marido ya no la desea y de repente se encuentra ante un hombre al que está seduciendo. Esto se muestra como algo válido para ella y por tanto se aprovecha de ello. Un poco más tarde es cuando ella pierde el control, arrastrada por sus propios sentimientos. Con este cambio, pude establecer una cierta distancia con el subtexto, una distancia que me ayudó a crear el misterio que Anna conlleva. A pesar de su ambigüedad, Patrice quería que Anna fuera un personaje que gustara. Era importante sentir su fragilidad, casi infantil, para justificar que William quisiera escucharla y acudir en su ayuda.

Su ambigüedad evoluciona junto a la intriga de la historia. ¿Nos podrías contar algo sobre esto?
Todo lo que encontramos en su actitud revela su viaje interior. Ella evoluciona. Esto se traduce en la manera en que ella se sostiene a sí misma, en la manera en que viste, en su comportamiento. Cuanto más se involucra en esta relación, mucho más se abre y florece. Lleva colores más vivos, se quita los guantes, se ajusta la gabardina... Se descubre a sí misma.

El aspecto ritual de sus encuentros también era importante. En cada uno de ellos tenían que transportarse a otro nivel, a la vez que se iba avanzando en la intriga de la historia. En cada encuentro se ponía en juego una cosa determinada.

He interpretado muy pocos personajes emocionalmente desequilibrados que fueran inquietantes, a excepción del de La Ceremonia de Claude Chabrol. En esta película era importante que tuviéramos miedo de Anna y que no supiéramos cuales iban a ser sus reacciones.

Cuando ella dice, "Esto es muy molesto. Tú sabes todo de mí y yo no se nada de ti. Te mataría," rinde un pequeño homenaje a mi papel en Monsieur Hire, justo cuando digo, "Mr Hire, podría denunciarle." Ella realmente podría haberlo hecho. Quizás tuviera una pistola en su bolso.

¿Te ayudó el rodaje en orden cronológico?
Mucho. Me ayudó a construir el personaje. Venir siempre al mismo lugar era tranquilizador. Creo que ese es el motivo por el que me gusta trabajar en un estudio. Es como alquilar una casa por poco tiempo. Todos teníamos asignados nuestros camerinos. En este escenario, un día estaba sentada en un sofá y al día siguiente al lado de la ventana... Me orientaba muy bien y eso es importante para mí.

El papel exigía un equilibrio constante. Tenía que mantener la chispa sin perder ninguna de las emociones. La esencia de este encuentro es universal. Muchas mujeres de todas las edades se pueden identificar con Anna. Rodar la intriga en orden cronológico me ayudó a avanzar sin malgastar energías y sin perder la esencia de mi personaje. Se desarrolla de una manera lógica y coherente.

A veces Anna provoca a William. ¿Está buscando una reacción?
Aunque él no es psicólogo, ella está experimentando una especie de terapia. Pero también ocurre lo contrario. William también se está curando al conocerla a ella. Anna, que se siente muy sola en la vida, se descubre a sí misma como una causa, como un instrumento por encima y más allá de sus propios problemas. A veces, su brusquedad es una forma de ayudarle a él. Al principio todo está muy estudiado, es verdaderamente una manipulación, una forma de seducción por parte de ella. Ella sabe que él está un poco encaprichado con ella. Pero más tarde, a ella la cogen en su propia manipulación. En una escena, él le pregunta, "¿Te resulta peligroso enamorarte?" y ella contesta, "Primero tengo que conocer al hombre." Ella no puede ser del todo inocente con una respuesta así. No está siendo sincera, pero ese es precisamente su problema, y ella entonces se ve obligada a ponerse manos a la obra para esconder la verdad sobre sus sentimientos.

Tu personaje habla mucho, a veces de manera muy directa, a menudo utilizando un lenguaje muy vulgar. Este es un registro totalmente nuevo para ti
Desde que leí el guión supe que el papel sería difícil de interpretar. No estoy acostumbrada a utilizar ese lenguaje tan vulgar y tenía miedo de ponerme colorada. Pero el texto estaba escrito para impactar. Lo que es más, Anna a menudo tan solo hace referencia a su marido. Su personaje se alimenta con este contraste. Ella es bastante ingeniosa y modesta a la vez.

¿Fue una buena experiencia interpretar este papel al lado de Fabrice Luchini?
Es verdad que en esta película Fabrice siempre aparece en lugares insospechados. A menudo es alguien que está escuchando, desplazado, actuando desde un lugar muy interior. Es muy conmovedor. Nos entendimos muy bien. Fuimos mucho más allá de la imagen preconcebida que teníamos el uno del otro para descubrir nuestra verdadera esencia. Esa era la historia de la película. El me veía como una chica seria, muy comprometida y con un punto melodramático. Y de repente me oyó gastando bromas. Ese es el momento en el que empezamos a trabajar de manera diferente. Pero este tipo de unión no tiene lugar cuando estamos actuando porque él era muy reservado. Es muy tímido, todo lo contrario a la imagen que proyecta. Una vez que dejamos de rodar, la complicidad aparece de nuevo muy rápidamente.

Había un juego entre nosotros muy interesante. Nos ayudábamos el uno al otro para mantener el tono de nuestros personajes. Era recíproco. Realmente interpretábamos los papeles como si de una partitura se tratara, los dos juntos.

¿Qué tal fue el trabajo con Patrice Leconte?
Tenemos la misma forma de funcionar. Patrice no es el típico que te suelta un discurso. Trabaja más basándose en su instinto. Sabe como ser preciso sin tener que analizar las cosas durante horas. Comparte su entusiasmo y posee una gran capacidad para "saber cómo". Sabe exactamente qué puede pedir a sus actores. Su gran talento consiste en organizar encuentros entre los cómicos y sus papeles a la vez que entre éstos y otros cómicos. Y encima sabe cómo filmar todo esto.

¿Sabes que es lo que se quedará contigo de esta película?
La diversión y el optimismo de esta experiencia. Incluso aunque sea demasiado pronto para juzgarla, creo que la película ofrece mucha luz y esperanza. Es una película muy fresca. Una película de renovación y descubrimiento. Hay algunas tomas donde gracias a la visión de Patrice y al uso de la luz de Eduardo Serra algo estupendo surge. Incluso hicieron de mí algo así como el gran primer plano. El tema de la película permitió una aproximación tan íntima que resultó bastante complicado.

Anna será siempre un papel importante para mí. Al final del rodaje estaba un poco triste por tener que decir adiós a este personaje. Me sentía muy bien con él y también con William.


Entrevista - Fabrice Luchini
¿Cómo fue tu llegada a este proyecto?
Jérôme Tonnerre me había leído unas treinta páginas de su guión. La idea era buena pero era muy pronto para poder decir algo. El personaje femenino por error había cruzado la puerta equivocada, eso era todo. De una versión a la otra, el guión evolucionó hacia algo que era totalmente diferente a la idea original. Entonces Patrice Leconte apareció de nuevo. No tenía miedo de involucrarse en el proyecto siempre y cuando se quitara todo aquello que pareciera pintoresco. Al tener el coraje de ser extremadamente austero, el guión se volvió mucho más voluptuoso. Al ser extremadamente riguroso, consiguió una libertad increíble y al tener un estilo al dirigir tan ajustado, produjo algo bastante notable.

¿Qué opinas de la película?
No podría decirte pero he visto a Sandrine Bonnaire. La película tiene éxito de la misma manera que lo tienen las de acción con las persecuciones de coches, los tiroteos o las escenas de sexo. Hay todo tipo de cosas sin embargo nadie hace nada. Confidencias Muy Intimas es tan emocionante como un thriller y tan erótica como si todos los actores estuvieran desnudos todo el tiempo. La gran cualidad de esta película es que mantiene un aire de misterio constantemente sin ser opaca. Sandrine Bonnaire nunca aparece desnuda pero es constantemente deseada. No tenemos escenas de sexo pero siempre hay una especie de deseo.

¿Te sorprendió ver el guión de forma diferente cuando ya estuviste trabajando junto a Sandrine Bonnaire?
Nunca me cuestiono esas cosas. El trabajo de un actor no consiste en pensar. Si uno se para a pensar, la interpretación desaparece. Patrice guía a los actores basándose en una visión que para mí, al menos mientras estaba actuando, era increíblemente buena. Cuando proyectamos la película me resultó extremadamente generosa. Pensé que la fuerza de la película residía en su minimalismo, que después se transformó en densidad.

¿Qué tal fue tu trabajo junto a Sandrine Bonnaire?
Tuvimos intercambios auténticos. Es una gran actriz. Su intuición muy grande y da mucho cuando está actuando. Realmente ilumina a su compañero de escena. La película consiste al cien por cien en un encuentro cara a cara, no hay escapatoria. Teníamos que apoyarnos el uno en el otro. Es muy divertido porque en la vida real no podría decirte que tenga una cierta complicidad ni con Patrice Leconte ni con Sandrine. Pero desde un punto de vista exclusivamente profesional, el trabajo era mucho mas importante que nuestras identidades. Patrice hizo la película con una actriz excepcional y con un papel que era un maravilloso regalo para cualquiera. Todo el mundo quería saber más sobre estas dos personas, sobre su futuro, hay algo milagroso en su encuentro particularmente porque trata del entendimiento hombre / mujer desde una perspectiva muy íntima. Patrice ha explorado un tema que no es para nada intelectual, pero al explorarlo toca la parte sensible de una relación amorosa. Huyendo de cualquier tipo de efectos, el director rodó lo que estaba pasando tal y como pasaba.

Al ver la película olvidamos quién interpreta cada uno de los papeles y nos vemos completamente absorbidos por el encuentro entre estas dos personas. ¿Cómo ocurrió esto?
Con respecto a este punto, Sandrine Bonnaire realmente me sorprendió. Se lo digo muchas veces. Conseguir ese tipo de elegancia es muy raro. Pero, si lo dices muy a menudo, la palabra pierde su fuerza. No creo que podamos hacerle ni una sola crítica. Estamos ante una actriz que es básicamente sublime.

Hasta donde alcanzo a recordar, estoy interpretando un papel que es completamente diferente a lo que normalmente hago. Hasta ahora me he visto en papeles que requerían una cierta verborrea o humor pero esta historia es totalmente diferente. Me divertí con el papel porque estaba haciendo mi trabajo. Estaba interpretando junto a una actriz.

Parece que minimizas tu papel. Esta película trata de un encuentro. Si uno de los personajes no está listo para ello, entonces el encuentro no habrá tenido éxito
La película fue un regalo precioso. Me dio la oportunidad de interpretar un papel que requería básicamente escuchar.

En esta película, Leconte captura mucho más que el simple trabajo de una buena o mala actriz. No tengo ninguna teoría para esto. Trabajar en el teatro o en el cine me ha llevado a tener un punto de vista muy pragmático. ¿Quién es esta persona?¿Qué deberíamos resaltar?¿Qué debe ser un actor, su personaje o su verdadero yo? Tanto para Sandrine como para mí, sin lugar a dudas era el personaje. Sandrine y yo nos dedicamos completamente a trabajar en nuestros personajes y Patrice simplemente lo filmó.

Tus trabajos en el teatro con textos tan diversos y en los diferentes espectáculos que has hecho tanto en Francia como en el resto de Europa en los últimos veinte años te han aportado una gran experiencia. ¿Cómo compararías todo esto con una película y en particular con esta?
La cámara nos ayuda a resolver el problema de la distancia, lo que es totalmente diferente al teatro, que irónicamente se supone que te acerca más al tema en sí.

El sentirte liberado de la idea de proyectarse uno mismo en el escenario para un público que está en la sala ofrece un placer muy diferente al que te da el teatro.

¿La historia lo permitía?
Esta historia es magnífica porque trata el encuentro de dos personas, dos almas. Por tanto, nos olvidamos de Leconte, de Bonnaire y de Luchini.

¿Y ahora ya sabes lo que esta película significa para ti?
Se que es importante...


Entrevista - Eduardo Serra
Patrice y yo hemos hecho nueve películas juntos. Cada una de ellas ha sido un placer para mí. Pero mi carrera la he desarrollado también al lado de otros directores. Él no me llama sistemáticamente para todas sus películas. Nuestras colaboraciones están basadas en la elección no en el hábito. La primera vez que Patrice me habló de Confidencias Muy Intimas fue, como es normal en él, muy concreto. Nos conocemos lo suficientemente bien como para confiar el uno en el otro y en cuanto que me ofrece una película, estoy listo para empezar. Incluso cuando no tenemos el mismo enfoque con respecto a un tema, lo resolvemos en un tiempo record porque tiene un perfecto conocimiento técnico del cine. Para un director de fotografía, su primer deber es traducir lo que el director dice. Patrice sabe perfectamente lo que quiere. Con tan solo tres o cuatro ideas que él expone, sé que puedo compartir lo que pienso sin miedo a ser malinterpretado. Para esta película ambientar la escena era esencial. Ésta definía a los personajes, su estado emocional y su evolución. Hablábamos sobre que hora del día sería la ideal para que la historia tuviera lugar, naturalmente basándonos en el guión. Todo esto también era importante para determinar el empuje dramático de la historia. El personaje de Fabrice Luchini era muy esquemático. El primer encuentro ocurre a última hora del día, cuando ya está anocheciendo y el resto eventualmente se desarrollaron a la luz del día. Sin embargo, paralelamente, el papel de psicólogo que interpreta Michel Duchaussay aparece por primera vez en pleno día y poco a poco va cambiando hasta el anochecer. Hay dos ejes dominantes que varían mucho el uno del otro. Trabajar en un estudio ayudaba a controlar la luz, que para una película como ésta era indispensable. Intentamos crear un movimiento de luz que apoyara y subrayara el movimiento de las emociones. El problema de la luz se resolvió desde el principio y por lo tanto no tuvimos que abordarlo nunca más. Estamos en la misma onda. Tenemos fe el uno en el otro. Patrice no intenta ponerme la zancadilla ni yo intento engañarle a él. Patrice siempre intenta evitar todo tipo de banalidades cuando está rodando una escena. Además, desde que sabe utilizar una cámara, él mismo hace los encuadres de las escenas, lo que no es normal. También es sorprendente la forma en que su imaginación aparece al escribir cada una de las escenas, pero también la sensibilidad que le da a la película cuando empieza a encuadrar cada una de las escenas. Deja las cosas en el aire listas para lo inesperado, la imaginación y lo accidental. Una vez me pidió que cogiera una cámara y no tenía ni idea de qué hacer. Estuvo un buen rato explicándome exactamente lo que quería que hiciera con ella. Es a la vez una persona que concibe y el vehículo de ejecución y de concepción. Ha desarrollado una aptitud técnica a la vez que un verdadero amor por el trabajo. Se dedica por completo a la cámara pero sin dejar a un lado a los actores. Está siempre muy cerca de ellos, lo que es algo raro en un director de fotografía. Después de todos estos años, todavía me sorprende ver la relación que tiene con los actores. Esta película en particular fue un reto en diferentes niveles pero sobre todo a la hora de crear un escenario dinámico para explotar el alma del lugar al mismo ritmo que los sentimientos de los protagonistas. Esto ya se consiguió en El Marido de la Peluquera. Pero en esta película se muestra un encuentro, el enfrentamiento de dos almas. Era esencial acompañarlos con la luz adecuada de tal manera que a turnos ellos nos fueran iluminando a nosotros...
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