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Maroa cartel reducidoMaroaDirigida por Solveig Hoogesteijn
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Solveig Hoogesteijn (productora, directora y guionista)
Filmografía
2005 MAROA (guión, dirección y producción ejecutiva)
1996 Santera (guión, dirección y producción ejecutiva)
1986 Macu, la mujer del policía (guión, dirección y producción ejecutiva)
1982 Alemania puede ser muy bella, a veces (guión, dirección y producción ejecutiva)
1980 Manoa (guión, dirección y producción ejecutiva)
1977 El mar del tiempo perdido (guión, dirección y producción ejecutiva)

Notas de la directora
¿Una niña marginal del barrio El Guarataro fascinada por Mozart? Inverosímil... Su alimento cotidiano es la telenovela Delirio de amor, la grosería incesante de la vecina que se busca la vida vendiendo crack, la alegría de la salsa y las guarachas que se escuchan en todo el barrio, las lisonjas procaces de los hombres, recostados en las esquinas, con su cerveza en la mano. Y en las noches el chasquido de los tiros, los disparos reflejados en las despersonalizadas estadísticas que cuantifican de 95 a 120 muertos, cada fin de semana, en las barriadas de Caracas.

Son niños y jóvenes provenientes de este ambiente los que habitan los reformatorios. Cuando escuché por primera vez a la orquesta de una de estas instituciones, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. La cicatriz que atraviesa desde la oreja hasta el mentón el rostro del flautista contrasta con el orgullo chispeante de su mirada mientras domina, como virtuoso de su instrumento, la difícil pieza. La carita seria de una niña de ocho años, que intenta tapar la huella de una quemadura salvaje en la mejilla con un mechón de sus cabellos, que amenaza con enredarse en las cuerdas de su violín. La mirada agresiva y desdeñosa de la violonchelista quinceañera, cuyas manos negras empuñan el violonchelo como si fuese un arma. Todos niños de extracción humilde, que atienden con concentración a la batuta del director, mientras recorren un repertorio sencillo y festivo. Sus miradas nerviosas se cruzan con nosotros, su público, quieren reconocimiento, lo esperan y finalmente lo reciben con atronadora emoción.

Es una experiencia que deja huella, una experiencia que debe darse a conocer con las herramientas infalibles del cine, capaz de transmitir el hecho mismo, la emoción y el sueño que subyace en la historia: la desesperanza derrotada a través de la música. Era necesario seguirle la pista, descubrir cómo son los individuos que, con paciencia de monjes, se enfrentan diariamente a la imposible tarea de transformar vidas echadas a la alcantarilla en jóvenes capaces de sentir alegría de vivir.

¿Qué sucede en el interior de una niña que creció en el rudo ambiente del barrio y el abandono de la calle, cuando escucha o toca a Mozart? ¿Qué piensa? ¿Por qué le fascina esta música? ¿Cómo sucede la transformación? De esta experiencia nació MAROA.

Yorlis Domínguez es Maroa
A sólo un mes del inicio de rodaje, y después de hacer un casting de 250 niñas sin encontrar esa mezcla de inocencia, sensualidad, violencia y genio musical que debía ser MAROA, ella apareció, muy cinematográficamente, sorprendente, inesperada, caminando con sus padres por una calle cualquiera. Como Maroa, la heroína de la película, Yorlis Domínguez conoce las tentaciones y peligros de los barrios de la gran urbe latinoamericana. Como en los guiones con trucos para hacer llorar, venía del psicólogo, quien le había recomendado a sus muy humildes padres que la llevaran a un casting, porque la actuación podía ayudarla a superar sus problemas. Su primera paga como actriz costeó una nueva casa para la familia de siete personas. Tal vez por todo eso su primera vez frente a una cámara es tan auténtica. Se apodera de su personaje de manera espontánea y certera, imprimiéndole su frescura y la fuerza de su mirada a cada escena.

Solveig Hoogesteijn