Cinemanía > Películas > 44 inch chest > Comentario
Destacado: Llega a las salas de cine 'Cazafantasmas: Imperio helado'
44 inch chest cartel reducido44 inch chestDirigida por Malcolm Venville
¿Qué te parece la película?

Ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Dirigida por el debutante Malcolm Venville, 44 Inch Chest es un tenso y asfixiante thriller que reúne un reparto de grandes actores. Ray Winstone (Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, Beowulf, Infiltrados), Ian McShane (Los pilares de la tierra, Deadwood, Death Race), John Hurt (New York I Love You, Hellboy I y II, Los crímenes de Oxford), Tom Wilkinson (El escritor (The Ghost Writer), Duplicity, Michael Clayton), Stephen Dillane (Savage Grace, King Arthur (El Rey Arturo), Las horas), y Joanne Whalley (Un buen hombre en África, La noche de los cristales rotos) se enfrentan cara a cara en esta original historia de los guionistas de Sexy Beast: Louis Mellis y David Scinto.


"Si piensas en el título, 44 INCH CHEST (pecho de 111 cm), se refiere a la masculinidad", comenta Ray Winstone, que interpreta a Colin Diamond. "Es una película que suena muy de macho, y de eso precisamente se trata. Llevamos al personaje de Colin hasta el límite como hombre. Es un tipo muy viril, y mostramos cómo se viene abajo. Su mujer pretende abandonarlo y se encuentra en ese momento en el que alguien de quien estás sumamente enamorado te dice que no te corresponde en esos sentimientos. Eso puede destruir a distintas personas de distintas maneras. Podría decirse que la película se desarrolla como un minucioso análisis de un desmoronamiento".

El actor nacido en Londres lleva ligado al proyecto desde el primer momento; tanto él como su coprotagonista, Ian McShane, tomaron parte en el éxito de culto de los guionistas Sexy Beast. "Louis Mellis y David Scinto son unos guionistas fantásticos", prosigue Winstone. "Escriben historias de amor de muchas maneras y, en cierto modo, eso es lo que es esta película. La verdad es que no es nada fácil encajarla en una categoría concreta. ¡Es simplemente una película cojonuda!"

El productor Richard Brown concuerda con Winstone: como el propio título sugiere, se trata de una película que explora la naturaleza de la masculinidad. "Es un título cómico y provocativo, pero creo que es producto de una trasnochada idea machista de la masculinidad, estos hombres son casi anacrónicos en nuestro emasculado mundo moderno", explica. Cuando la mujer de Colin, Liz (Joanne Whalley), le dice que ha conocido a otro y ya no lo ama, la reacción de él pasa por una amplia variedad de emociones, que culminan en un arranque de ira que da lugar a una agresión física. "Colin es un hombretón, grande y fuerte, pero aun así vamos a verlo recorrer todo el espectro de emociones, desde el dolor a la ira, pasando por la melancolía, el autoengaño y una descomunal autocompasión", prosigue Brown. "Es algo fascinante, la escala, la dimensión del papel; es una auténtica exhibición emocional".

"Su mujer lo abandona, se marcha. Él intenta convencerla para que no lo haga y quiere saber cómo se llama su novio. Entonces es cuando estalla la violencia. La ataca. Ella atraviesa una ventana; tiene miedo y salta literalmente para tratar de escapar. Se lanza con el hombro por delante y desaparece. Es en ese momento cuando Colin empieza a darse cuenta de que ha arruinado su vida, en este fugaz instante de locura. Ahora es un hombre destrozado. Hay un momento clave en el guión, en el que dice: 'Me vienen oleadas... por momentos... puede que la quisiera demasiado'".

"Se ahoga en autocompasión. La historia se convierte entonces en un accidentado viaje por la noche, mientras Colin intenta decidir qué hacer. Si mata a Loverboy, ¿qué significa eso? ¿Servirá de algo la venganza? ¿Cuáles son las consecuencias de la venganza? Intenta comprender las consecuencias que acarrearía vengarse. ¿Cómo puede recuperar a su mujer? Sus amigos, mientras tanto, lo azuzan".

Winstone se muestra de acuerdo. "Considera que es todo culpa de ella. Se lo dio todo, pero lo que no ha sido capaz de darle es lo que ella necesita. Cuando ella se va, decide llamar a su amigo Archie. Se viene abajo mientras habla por teléfono y su querido amigo Archie, a quien se describe en el guión como un poco torpe (es un tipo afable que todavía vive con su madre), no sabe muy bien qué hacer. Así que Archie llama a otro amigo, Meredith, y así se va reuniendo un grupo de hombres, que todos se conocen, seguramente por haberse criado juntos en el mismo barrio".

Una vez reunidos, y con Loverboy atrapado y encerrado en el armario, los cuatro hombres esperan a que Colin tome su decisión. ¿Piensa matar al amante de su mujer? Como en Sexy Beast, los guionistas utilizan la espera para incrementar la tensión. "Tiene gracia", comenta Winstone. "En Sexy Beast, esperábamos a que apareciera alguien. Aquí supongo que Colin espera que su mujer vuelva a aparecer, después de haberla agredido. Espera que vuelva, pero también estamos esperando a que se desate la violencia contra ese tipo, Loverboy. La gran diferencia es que, mientras en Sexy Beast el protagonista era Ben Kingsley, en esta ocasión son Meredith, Archie y los demás. Son los cuatro amigos de Colin, que se pasan el tiempo intentando forzarlo a actuar".


Una banda de cuatro...
A Meredith (Ian McShane) y Archie (Tom Wilkinson) se suman Old Peanut (John Hurt) y Mal (Stephen Dillane). Cada uno de estos personajes llega con sus propias idiosincrasias. "Los hombres de esta historia no han cambiado o no pueden cambiar, a pesar de que el mundo haya cambiado a su alrededor", explica Richard Brown. "Lo que David y Louis tienden a hacer es escribir acerca de subculturas, mundos dentro de otros mundos. Si se sacara a estos personajes del contexto en el que los conocemos, resultarían casi absurdos".

Entre estos cuatro interesantes personajes destaca Meredith, un homosexual dinámico, calculador y aparentemente duro, interpretado por el coprotagonista de Winstone en Sexy Beast, Ian McShane. "Son un grupo único", asegura McShane. "Está Peanut, que representa a la vieja escuela, con su estilo de venganza tipo Viejo Testamento. Su mujer está en casa, donde le corresponde. Archie es un fiel amigo, que quiere encajar, pero todavía vive en casa, con su madre. Mal es maligno y malicioso, es el que no teme hacer uso de la violencia. Fastidia todo lo que toca. Meredith es gay y un obseso del control que ha organizado el mundo que lo rodea para evitar cualquier tipo de enredo o complicación, un eterno hedonista".

"Y, por lo que respecta a los amigos de Colin", prosigue McShane, "a su entender una mujer lo ha destrozado, se ha portado mal con él, y él debe responder. Sus amigos le entregan a Loverboy, pero Colin está emocionalmente hecho polvo. ¿Qué piensa hacer con él? ¿Es el miedo más fuerte que el amor o puede el amor imponerse al miedo?".

"Tengo toda una escena con él en la que hablo de ello: 'Yo que tú lo echaría a cara a cruz. Si sale cara, lo desollas vivo, si sale cruz, bueno, eso es lo difícil. Entonces lo soltaremos'. Pero, ¿piensa soltarlo? Esa es la historia. Es una cuestión de amor, de cómo la gente afronta el amor, los celos, el dolor y la sexualidad. Es lo mismo que hace que Sexy Beast funcione. Y los diálogos son sencillamente sensacionales en este guión".

Para John Hurt, que interpreta al viejo y criticón Peanut, de lengua viperina, el guión le pareció pura poesía desde el principio. "Me interesó interpretar este papel desde el momento en que leí mi primera línea de diálogo", asegura. "Archie pregunta: '¿Dónde está el puto Old Peanut?', y mi entrada es: '¡Aquí, joder! ¡Aquí estoy! ¡Coño!' Es una entrada magnífica. Creo que es poética, aunque con un vocabulario muy fuerte. Está maravillosamente escrito".

"Creo que los guionistas han hecho un trabajo increíble, la verdad, al ser capaces de tomar un tema muy viejo, la infidelidad, y darle un enfoque extraordinario y visceral", prosigue Hurt. "Ofrece una mirada llena de fuerza de este aspecto de la vida, y la mujer aparece y recibe todo el odio y la cólera de esos hombres".


Su lenguaje; su castigo
Al explorar temas universales como la traición y la venganza, los realizadores han retratado un mundo muy singular, caracterizado por un lenguaje no menos singular. Los protagonistas se mueven casi exclusivamente en un único espacio y su forma de hablar está cuajada de un vocabulario muy basto. "Tengo una teoría al respecto", explica sonriendo Richard Brown. "Puede que haya robado esta teoría pero, básicamente, si utilizas ciertas palabras, como coño, una sola vez en una frase, resulta ofensivo. Si la usas diez veces en una frase, entonces puede convertirse en poesía. La cuestión es que no son simples palabrotas. Es una forma de hablar".

Ciertamente, la dureza del lenguaje refleja la dureza del guión, en opinión de Winstone. "Cuando tienes tres páginas de diálogo seguidas y hablas con alguien que no te contesta, como actor, ves eso y te puede parecer un completo desbarajuste. Pero en este guión, nuestra forma de hablar tiene cierta musicalidad y, cuando la dominas, es fácil de decir. Te viene dado. Una cosa es escribir historias, cualquiera puede escribir historias, pero escribir buenos diálogos, puedo asegurarlo, es de lo más difícil que hay".

Con el intercambio de diálogos entre los cuatro miembros de la banda, la mujer de Colin, Liz, se ve sometida a un riguroso escrutinio. Joanne Whalley, que interpreta el papel, comenta que, mientras los hombres se desahogan verbalmente, su personaje conserva cierto control.

"Habrá quien piense a primera vista que el guión es un poco misógino porque se comete un acto de violencia contra una mujer", comenta Whalley. "A lo que yo respondo que simplemente porque la película trate de personajes que puedan ser misóginos no significa que la película sea misógina. En todo caso, el filme es anti-misógino, porque la mujer es la voz de la razón de toda la historia. Los demás, los hombres, son más absurdos. Ella es la que no pierde los papeles".

"En una determinada escena, ella aparece y les baja los humos a todos y cada uno de ellos. Es imponente y autoritaria, y todos se muestran de repente nerviosos ante su presencia. Rodeada de todos esos tipos malos y duros, es como si no supieran comportarse ante una mujer porque, en última instancia, a todos les asustan las mujeres, al menos, así lo interpreto yo. Incluso, por lo visto, el personaje de Ian McShane, Meredith, que es gay".

McShane concuerda con su punto de vista. "Acababa de trabajar en The Homecoming en Broadway, que fue un placer. En esa obra, una mujer llega a una casa con cinco hombres y, al final, los pone a todos firmes, los tiene dominados. El padre de la historia se parece mucho al viejo Peanut. Al final acaba temblando como un flan. Creo que la mayoría de la gente que sabe algo del tema sabe perfectamente que, al final, es la mujer quien controla la situación. El hombre puede creer que es él quien lo hace, pero es únicamente porque ella se lo permite".


Una mirada hacia el interior...
Si la película cuenta con una jerga un tanto especial, no es menos especial su aspecto visual. Dado que la historia ahonda en el estrecho funcionamiento de la mente masculina, resulta hasta cierto punto apropiado que la cámara apenas salga de la lúgubre casa londinense en la que Colin y sus amigos retienen a Loverboy. Para el director de la cinta, Malcolm Venville, la gama de colores resultaba clave.

"El mayor reto para mí fue dotar a la película del aspecto y la atmósfera adecuados. No quería simplemente una serie de fotos en las que pudiera verse a gente hablando. Necesitaba conseguir cierta profundidad. Las influencias son complejas. La película goza de muchos puntos de referencia, desde el cine europeo al americano, a Hitchcock, al Último tango en París de Bertolucci, y quería que pareciera algo más compleja que una simple obra de realismo social".

"Esos son los valores fundamentales del guión. Es shakesperiano, duro y rico, y su aspecto visual debe reflejar todo eso". No siempre resultó sencillo. "Lidiar con todos estos actores increíbles en un espacio tan pequeño suponía todo un reto. Pero me encantaba el guión y tenía que hacer esta película. Los guionistas son fantásticos; Sexy Beast me causó un gran impacto. Me encantó el uso que hicieron los guionistas de los diálogos, y creo que hay ciertas similitudes entre ambas películas. En ella pueden percibirse muchos elementos de este filme; si se observa la relación entre el personaje de Ray Winstone y su mujer en esa película, aquí está más o menos corregida y aumentada".

A pesar de tratarse de un director novel, los realizadores tenían total fe en su capacidad. "Tiene carácter", explica Winstone. "Demuestra una gran comprensión. Sabe cómo hablar con los actores. Conoce sus planos y sabe enseguida lo que está viendo y cómo rodar las cosas, el encuadre y cómo se mueve o no se mueve la cámara. Dudo que pudiéramos estar en mejores manos".

"La verdad es que la historia parece escrita para el teatro, pero Malcolm opina que solamente es una producción teatral si quieres rodarla así, y creo que la ha rodado de la forma adecuada. Resulta cinematográfica. Transmite ciertas vibraciones".

En opinión del productor, Richard Brown, optar por un director novel resultó ser todo un acierto. "Malcolm se entregó en cuerpo y alma al proyecto, se hizo cargo de él y no lo ha dejado un momento. Es una persona muy apasionada y entusiasta, y ha sido genial verlo dar sus primeros pasos como director de cine. Ninguno de sus padres oía y tuvo que aprender a expresarse visualmente. Ha tenido que superar muchos obstáculos para llegar donde está y no acepta un no por respuesta".