La bomba del LiceoDirigida por Carles Balagué Un proyecto con la participación del escritor Eduardo Mendoza ('La ciudad de los prodigios'), el novelista Francisco González Ledesma o el historiador Lluís Permanyer, entre otros. Completa su cuatrilogía histórica iniciada con 'La Casita Blanca, la ciudad oculta', y continuada con 'De Madrid a la Luna' y 'Arropiero, el vagabundo de la muerte'.
Carles Balagué habla de la película
La bomba del Liceo es el proyecto que completa la trilogía histórica iniciada con La Casita Blanca, y que sigue con De Madrid a la Luna y Arropiero, el vagabundo de la muerte.
Los cuatro documentales se erigen en la crónica social, política y humana de las luces y sombras de más de cincuenta años de la historia de nuestro país. Desde los efectos de la posguerra -tomando como referente la Barcelona de los cincuenta-, hasta el largo e intempestivo camino del final del franquismo.
Llegados a este punto, puede preguntarse el espectador sobre la necesidad de resucitar el caso de La bomba del Liceo, arrojada el 7 de noviembre de 1893 por el anarquista Santiago Salvador Franch, con un saldo de veinte muertos. ¿Qué relación puede tener con nuestra actualidad un hecho aparentemente tan lejano en el tiempo? ¿Cómo se puede extrapolar un suceso ubicado en Barcelona durante el trienio de las bombas? Más bien parecía ser la obra aislada de un anarquista visionario y contradictorio, como dejan entrever los periódicos de la época que recogen su detención y ejecución.
Pero una información reciente vino a cambiar mi óptica y me llevó a deducir que en política existen aspectos cíclicos que de nuevo afloran a la superficie, quizás de forma distinta y si se quiere menos pulsional, pero conteniendo en el fondo el eterno germen de la lucha de clases. Así, el 25 de noviembre de 2005, un grupo de cien personas irrumpen en el Gran Teatro del Liceo, antes de la representación de Semiramide, de Gioacchino Rossini paradójicamente, la bomba de 1893 fue lanzada durante el segundo acto de Guglielmo Tell, de Rossini-, con el objetivo de protestar contra la especulación urbanística que, a su juicio, padece el distrito de Ciutat Vella, en Barcelona.
Tras una primera protesta en el vestíbulo, los jóvenes logran acceder a la sala y escenifican su particular performance y dos de sus integrantes despliegan en el patio de butacas una pancarta que reza "expropiem el Liceu", y otro suelta unos gallos en medio del alboroto generalizado.
De forma espontánea, los dos acontecimientos se solaparon en mi memoria como génesis para tender un imaginario puente entre finales del siglo XIX y principios del XXI, con un mismo espacio de representación: La platea del Liceo. Todo ello nos llevó a un trabajo de investigación y de búsqueda de familiares de las víctimas, con nombres tan ilustres de la burguesía catalana como los Figueres y Caballé, Formiguera, Riu y Salvado, Cardellach, Alfruns, Moreu y Bory.
Muchos de ellos siguen conservando su localidad del Liceo, e incluso fueron testigos de la pequeña "invasión" con una irónica sonrisa, mientras comentaban: "son cosas de jóvenes". Otros, ajenos al suceso, reclamaban el comienzo del espectáculo y aunque también sabían de las circunstancias de la bomba de 1893, siempre las atribuyeron al convulso tiempo que vivía la ciudad.
Curiosamente, los argumentos de los grupos antisistema no estaban muy lejos de los repetidos por Santiago Salvador y otros anarquistas de la época como José Codina, Mariano Cerezuela o Paulino Pallás -todos ellos ejecutados-, que se explayaban en la necesidad de golpear el corazón de las clases dominantes en su propio territorio, tomando como referencia el "Sanctasanctorum" del Liceo.
Pensé que era el momento de explicar los sucesos de 1893 desde diferentes puntos de vista, de entender que el movimiento anarquista, que tuvo un notable predicamento en Barcelona, había intentado responder a un momento histórico de cambio. Mientras Madrid se inclinaba por las doctrinas socialistas, el anarquismo había encontrado un excelente caldo de cultivo en Barcelona con la llegada de una serie de teóricos italianos, entre ellos Giuseppe Fanelli, discípulo de Bakunin, que no sólo atrae la atención de un reciente proletariado industrial, sino también de un emergente grupo artístico conocido por Modernismo. Culto a un simbolismo que rompe la simetría de las formas, y una arquitectura que busca en sus líneas la armonía imposible de los sueños de ricos y pobres.
La Bomba del Liceo necesitaba de un cierto punto de inflexión que me permitiera distanciarme de los dos grupos antagonistas y recurrir a un personaje coetáneo con una cierta perspectiva sobre los hechos. Santiago Rusiñol había estado presente en el juicio celebrado contra un grupo de anarquistas por la Bomba del Liceo, y dibujó a carboncillo la cabeza de veintiocho encausados. En un principio, la obra se llamó "Retrato de anarquistas presos con motivo de las bombas del Teatro del Liceo", para adoptar después un título más acorde con el interés de los dibujos: "Cabezas de anarquistas". Pese a que Rusiñol representaba la burguesía que había intentado extinguir las acciones anarquistas, su mujer Luisa -de la que llevaba separado algún tiempo-, e incluso su hermano Albert, estaban en la lista de heridos como consecuencia del suceso.
Los dibujos no están exentos de un cierto modernismo poético, y buscan una convivencia entre el retrato frenológico y el artístico. Ninguno de los rostros lleva nombre que lo identifique, sólo un número, y dejan entrever que Rusiñol busca huir a la condena del anarquismo hacía la prensa dominante.
Prácticamente los tres pilares del proyecto estaban sobre la mesa: los hechos del Liceo de 1893 representados por los descendientes de aquellas víctimas, la relación del modernismo con el movimiento anarquista y, finalmente, un debate con los grupos antisistema centrado en la ocupación del Liceo el 25 de noviembre de 2005.
El director, Carles Balagué
Ensayista y crítico de cine, a lo largo de su trayectoria profesional, Carles Balagué ha escrito varios libros, entre otros: François Truffaut, Las mejores películas de cine negro o el último, Películas clave del cine musical, coescrito con Rafel Miret.
Desde hace 14 años programa los Cines Méliès de Barcelona, dedicados a la difusión del cine de autor contemporáneo y galardonados con el Premio Sant Jordi en 1996.
Productor, guionista y director de cine, ha sido el responsable del guión y la dirección de cuatro cortometrajes y once largometrajes.
El film La Casita Blanca. La ciudad oculta (2002), que ha escrito y dirigido, ganó el Premio Ciutat de Barcelona y es uno de los documentales con mayor éxito de taquilla de los últimos años.
Arropiero, el vagabundo de la muerte obtuvo el Primer Premio -Plácido-del Festival Internacional de Cine Negro de Manresa, y también participó en la SEMINCI 53, y en Toulouse, Cinespaña. Próximamente se estrenará en París.
Durante cuatro años Carles Balagué ha presidido el Col·legi de Directors de Cinema de Catalunya, y posteriormente permaneció, durante más de cuatro años, como presidente del PAC (Productors Associats de Catalunya).
Filmografía reciente
2008 "ARROPIERO, EL VAGABUNDO DE LA MUERTE"
Guionista, director y productor.
Premio Plácido del Festival Internacional de Cine Negro de Manresa.
Presentada a la Seminci 53, Festival de Cine Documental de Jaén, y Festival de Cinespaña, Toulouse.
2006 "DE MADRID A LA LUNA"
Co-guionista y director.
Coproducida con ELS QUATRE GATS AUDIOVISUALS, S.L.
Estrenada en el Festival de Cine de Valladolid, se presentó al Festival de Málaga de Cine Español-Estrenas Documentales 2006, al Festival de Las Palmas 2007, al Memorimage 2007, y al MUCES 2007.
2002 "LA CASITA BLANCA, LA CIUDAD OCULTA"
Guionista y director.
Premio Ciudad de Barcelona. Festival de Cinema de Valladolid. Secció "Temps dhistòria", setmana de Cinema Espanyol "Spanish Cinema Now", Film Society of Lincoln Center, NewYork.
Entrevistas
Roger Alier
Josep Camprubí
Antoni Dalmau
Joan de Déu Domènech
Martí Gomez
Quim Iborra
González Ledesma
Miguel Lerin
Pere Maragall
Dolors Marin
Guillem Martínez
Eduardo Mendoza
Enid Negrete
Lluis Permanyer
Ferran Rodriguez
Jaume Tribo