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El último bailarín de Mao cartel reducidoEl último bailarín de Mao(Mao's last dancer)
Dirigida por Bruce Beresford
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El último bailarín de Mao fue rodada en localizaciones de China, Estados Unidos y Australia.

Todo empezó cuando, hace seis años, la productora Jane Scott leyó el libro Mao's Last Dancer, la exitosa autobiografía de Li Cunxin.

El libro se mantuvo entre los diez más vendidos en Australia durante más de año y medio, y actualmente se encuentra en su trigésima segunda edición. El libro, que se ha publicado en más de veinte países, ha ganado el premio Book of the Year en Australia, el Christopher Award en Estados Unidos y estuvo preseleccionado para el National Biography Award. El guionista Jan Sardi fue quien recomendó el libro a Jane Scott. Él y Jane habían colaborado con éxito en dos películas, la oscarizada Shine: El resplandor de un genio y Love's Brother.

"Tras leer las primeras quince o veinte páginas, supe que había algo mágico en aquella historia, así que llamé a Jane Scott y le dije: 'Corre, ve a comprarte este libro'. Los dos nos apresuramos a devorarlo, pero antes incluso de llegar a la mitad, sabíamos que queríamos hacer una película", recuerda Jan Sardi.

"Enseguida vimos que era un libro ideal para llevarlo a la pantalla —añade Jane Scott—, aunque creo que la calidad literaria de un libro no significa necesariamente que pueda hacerse una buena película de él. Pero en el caso de Mao's Last Dancer, Li había escrito un libro maravilloso, y con un estilo bellísimo, y por supuesto su historia es fascinante".

"Jan Sardi era el guionista ideal, porque tiene un don para simplificar las historias en un estilo visual, o al menos en un estilo que el director puede usar como materia prima para recrear su propia visión —prosigue Scott—. Además, Jan no deja que la calidad literaria se interponga en el proceso. Bruce Beresford era el director perfecto para la película por la misma razón, porque es muy bueno interpretando historias".

Para Bruce Beresford, el guión era irresistible: "Podría describirse como otra historia más de superación, de las que abundan en la historia del cine. Pero el caso de Li Cunxin es más extremo, porque él provenía de un mundo de grandes privaciones en un país con un régimen totalitario, y esforzarse por salir de ese mundo y adquirir fama internacional como bailarín es tremendamente difícil, pero él lo consiguió contra todo pronóstico".

El primer reto de adaptar el libro Mao's Last Dancer consistió en partir de una historia muy diversa y que abarca muchos años (desde la infancia de Li Cunxin en la China rural hasta su interpretación ante el presidente de los Estados Unidos), trazando a la vez un viaje emocionalmente satisfactorio desde el punto de vista cinematográfico.

Como explica Jan Sardi, "Uno de los primeros instintos que tuve para contar la historia fue visualizar el pueblo en el que nació Li, porque él lo había descrito de una forma muy vívida en su libro. Fue la primera imagen que me vino a la cabeza para la película. Y también tenía la imagen de lo que sería el final de la película. Eso era lo único que tenía claro cuando acabé de leer el libro, y pensé: 'Ahora sólo tengo que rellenar lo de en medio'. Había un material fantástico de donde elegir, y siempre es difícil tomar ese tipo de decisiones, seguir una línea emocional y hacer sentir al espectador durante dos horas que está viviendo esa vida".

Sardi, que escribió el memorable guión de Shine: El resplandor de un genio, basada en la vida del pianista David Helfgott, dice que, cuando cuenta una historia real sobre la vida de alguien, siente "una gran responsabilidad por hacerlo bien. Tienes que tomarte ciertas libertades a la hora de fundir personajes y comprimir el tiempo, porque es la única manera de resumir la vida de alguien en dos horas, o incluso en veinte horas. Por eso el objetivo es encontrar un estilo cinematográfico y poético que embarque emocionalmente al espectador en un viaje de ida y vuelta tras el cual se sienta transformado".

El segundo gran reto de llevar Mao's Last Dancer a la pantalla fue elegir al actor que interpretaría a Li Cunxin.

"La primera vez que leí el guión pensé que no podría encontrar a nadie que pudiera hacer de Li —explica el director Bruce Beresford—. Obviamente, teníamos que buscar a un bailarín de ballet de primera, o mejor dicho, fuera de serie: tenía que ser joven y atractivo, y debía ser capaz de interpretar un papel muy complicado en dos idiomas, mandarín e inglés. Yo pensé: '¿Existirá alguien así?'. Entonces nos pusimos manos a la obra y encontramos a Chi Cao, del Birmingham Royal Ballet".

Al final, se eligió a tres actores para hacer de Li: Chi Cao, que interpreta a Li de adulto, Chengwu Guo, que lo interpreta de adolescente, y Huang Wen Bin, que hace de Li niño.

"Al principio del proyecto, Bruce me dijo: 'Por supuesto, si no encontramos a los actores-bailarines adecuados, no haremos la película'. Por eso era importante encontrar a las personas adecuadas, estuvieran donde estuvieran, y supongo que ésa es la razón de que, aunque suene extraño, acabaran apareciendo. Es evidente que para nosotros era una gran oportunidad contar con Chi Cao, y creo que para él también lo ha sido encarnar a este extraordinario personaje. Al niño, Huang Wen Bin, lo encontramos en China, y también tuvimos la suerte de conocer a Chengwu Guo, un bailarín chino que trabaja en el Australian Ballet, en Melbourne. Vimos a Chengwu bailar cuando se graduó en la Australian Ballet School, le hicimos una prueba y resultó ser perfecto para interpretar al Li Cunxin adolescente", recuerda Jane Scott.

"Imaginaba que iba a ser difícil conseguir que los bailarines pudieran abandonar sus obligaciones para la película, y aquello me preocupaba un poco, pero tengo que decir que las compañías de ballet nos han prestado un apoyo extraordinario —prosigue Scott—. En primer lugar, el Australian Ballet fue muy generoso: su director artístico, David McAllister, estaba tan entusiasmado que puso a nuestra disposición a cualquier bailarín que quisiera estar en la película si lo necesitábamos. Fue fantástico. En la película también aparece parte de la producción de El lago de los cisnes del Australian Ballet, y poder mostrarlo fue maravilloso. El Birmingham Royal Ballet y el Hong Kong Ballet nos han ayudado también mucho, por lo que al final no hubo tantas dificultades como yo pensaba".

El tercer gran reto de la película fue rodar en China.

Jane Scott conoció a la veterana productora china Geng Ling y la invitó a participar en El último bailarín de Mao como coproductora.

Jane Scott: "Sabía que para rodar en China íbamos a necesitar un coproductor chino, y yo necesitaba uno que me inspirara respeto y que entendiera el proyecto. Geng Ling era sin duda la persona ideal para trabajar conmigo en esta película. Le di el guión para que se lo leyera, y le encantó. Y para mí fue una suerte, porque ella consiguió cosas que de otra manera habrían sido imposibles, como elegir las mejores localizaciones y a miembros clave del equipo técnico".

En China se eligió a los actores de varios papeles importantes, así como a cientos de extras, entre ellos bailarines jóvenes de todo el país. Se eligió un equipo técnico chino que trabajaría con el equipo internacional de Australia, México, Europa y los demás países.

"Hemos trabajado con algunos de los mejores expertos de China. Nuestro primer ayudante de dirección chino, Zhang Jinzhan (conocido como 'el General'), ha colaborado con directores como Ang Lee, Zhang Yimou y Chen Kaige; y Li Hai Bin, responsable del casting en China, ha trabajado con directores como Quentin Tarantino", explica Scott.

Bruce Beresford, además, había trabajado previamente tanto con el director de fotografía Peter James como con el diseñador de producción Herbert Pinter en doce películas anteriores.

"En esta película era muy importante contar con la gente adecuada. Peter y Herbert son muy, muy buenos, y muy formales, y sabía que con ellos íbamos a poder cumplir los plazos del rodaje", comenta Beresford.

Jane Scott, Bruce Beresford, Geng Ling, Herbert Pinter y Peter James viajaron por toda China en busca de localizaciones: "El pueblo natal de Li Cunxin fue una localización muy difícil de encontrar, porque cuando llegamos al lugar en el que Li se había criado, había quedado absorbido por la ciudad de Tsingtao. Todas las casitas habían sido demolidas, y habían realojado a la gente en bloques de pisos. Entonces encontramos un pueblo en las montañas, aproximadamente a unos 100 kilómetros de Beijing, que era muy pintoresco. Aunque también estaba más o menos abandonado, era justo lo que necesitábamos para la película, y gracias a algunos retoques por parte del departamento artístico, quedó transformado en el pueblo natal de Li", recuerda Beresford.

El departamento artístico, encabezado por Herbert Pinter, recreó la casa de Li y la escuela del pueblo usando mampostería tradicional china. En la película el pueblo aparece durante un duro invierno, cubierto de nieve, y durante la primavera con los cerezos en flor, ambos efectos creados por el equipo de Pinter.

La otra localización importante en China era la academia de danza de Beijing a la que enviaron a estudiar y a vivir a Li Cunxin cuando era niño. El equipo encontró una escuela de baile abandonada en las afueras de Beijing y la convirtió en un mini-estudio cinematográfico, con decorados para las clases de danza, la residencia de estudiantes, el teatro y las escenas en las que aparecían los alumnos comiendo.

Cientos de miembros del equipo artístico y técnico se reunían a diario antes del amanecer para dirigirse en autocares al lugar de rodaje: "La película tenía unas tremendas exigencias logísticas. Trasladar a todo el mundo a una localización en lo alto de una montaña y encontrar alojamiento para todos fue muy difícil, por no hablar de los 85 camiones que necesitamos para trasladar el equipo y los efectos personales de todo el mundo. Y montar un tremendo campamento con comida china preparada por cocineros chinos y comida occidental para el equipo europeo y americano fue una tarea descomunal, pero, no sé cómo, al final los equipos técnico y de producción lo consiguen, con una estrategia casi militar, y todo eso es perfectamente posible, siempre que cuentes con la gente adecuada para hacer que las cosas funcionen", explica Jane Scott.

"Tuvimos que traer a Beijing autocares llenos de niños a los que teníamos que alojar y que tenían que estar acompañados por sus padres, tutores o profesores, y había que respetar sus horarios de ensayos diarios y preocuparse de que se mantuvieran en forma, bien alimentados y cuidados. El periodo de ensayos y preproducción fue casi tan extenso como el propio rodaje: había que trasladar a todo el mundo en autocares a los estudios de danza, que no siempre estaban cerca de los hoteles, sino a varias horas de carretera. Así que teníamos a niños de 10 u 11 años ensayando en una calle que estaba a una hora de carretera en una dirección, y a los chicos de 18 en otra dirección, y luego a otros bailando en un estudio que habíamos encontrado en el sótano de un hotel, y locuras por el estilo. Fue increíble".

"Para rodar en las afueras de Beijing estaban el equipo internacional, cientos de miembros del equipo chino y cientos de extras y actores —prosigue Scott—, y todos ellos tenían que estar en un lugar concreto y a una hora concreta, y probablemente pasar antes por vestuario, desayunar y ocupar su posición. Al llegar al lugar de rodaje, podía encontrarme fuera del estudio centenares de zapatillas de ballet puestas a secar, o un montón de camisetas que habían teñido la noche anterior, y entonces me daba cuenta de cuánta gente había que movilizar y trasladar a cada localización... y entonces, cuando llegabas al escenario, te encontrabas a todos ya vestidos y listos para empezar a las 7.30 de la mañana".

El proceso de casting de El último bailarín de Mao atravesó continentes: Chi Cao, que interpreta a Li Cunxin de adulto, hizo las pruebas para el papel en Inglaterra, donde trabaja con el Royal Birmingham Ballet. Chi es hijo de un profesor de danza de Beijing, y, aunque su infancia urbana fue bastante distinta a los orígenes rurales de Li, dice que se siente muy identificado con su historia.

"Hay muchas semejanzas entre mi vida y la de Li, sobre todo en lo que respecta a nuestra carrera. Los dos nos formamos en la misma escuela, la Academia de Danza de Beijing, y yo tuve que dejar a mi familia a los 15 años para ir a Londres a incorporarme a la Royal Ballet School. Los dos nos trasladamos a Occidente muy jóvenes y sin conocer el idioma, y tuvimos que ir descubriendo poco a poco cómo funcionaban las cosas", explica Chi Cao.

Joan Chen, que ha interpretado papeles de importancia en películas como El último emperador (The Last Emperor) y series como "Twin Peaks", creció en Shangái, pero ahora reside en Estados Unidos. Joan fue elegida para el papel de madre de Li. El papel de padre lo interpreta el aclamado actor chino Wang Shuang Bao, que trabajó en Balzac y la joven costurera china (Xiao cai feng) y Blind Shaft (Mang jing). La historia de Joan también comparte ciertas similitudes con la de Li Cunxin, ya que ella abandonó China siendo adolescente para estudiar en Estados Unidos. Por aquel entonces, Joan ya era muy conocida en su país como estrella infantil.

En palabras de Joan Chen, "Li y yo partimos hacia Estados Unidos en la misma época. Podía entender cómo se sentía, la emoción de encontrarse ante una gran oportunidad y al mismo tiempo el dolor de echar de menos tu hogar, al que quizá nunca regreses. Por eso me sentía muy, muy identificada con su historia. Yo fui muy criticada. Era una joven estrella que estaba en todos los calendarios de todos los escritorios del país, pero el gobierno chino era muy orgulloso, y de algún modo consideraban una traición el hecho de irte al extranjero. Aquello fue muy duro, sobre todo porque no sabía si alguna vez podría volver. Es muy doloroso. Lo que hace la película interesante, en mi opinión, es que enseña que tienes que pagar un precio muy alto por tu pasión".

Otros de los papeles principales están interpretados por Kyle MacLachlan, famoso por sus trabajos en Terciopelo Azul (Blue Velvet), "Mujeres desesperadas", "Twin Peaks" y "Sexo en Nueva York"; Bruce Greenwood, a quien hemos visto en Star Trek, El dulce porvenir (The Sweet Hereafter), Doble traición (Double Jeopardy) y Trece días (Thirteen Days); Jack Thompson, que ha trabajado en Medianoche en el jardín del bien y del mal (Midnight in the Garden of Good and Evil), Australia, El asesinato de Richard Nixon (The Assassination of Richard Nixon) y Consejo de guerra (Breaker Morant); Amanda Schull, que ha actuado en El ritmo del éxito (Centre Stage); Aden Young, que ha trabajado en Manto negro (Black Robe) y La prima Bette (Cousin Bette); Camilla Vergotis, solista del Hong Kong Ballet; Madeleine Eastoe, solista del Australian Ballet; Chengwu Guo, originario de China pero actualmente miembro del Australian Ballet; y Steven Heathcote, que ha sido primer bailarín del Australian Ballet.

Tras varias semanas en China, la producción se desplazó a Houston, Estados Unidos, y a Sídney, Australia. Algunas de las secuencias más complicadas de rodar fueron las de Li Cunxin bailando con el Houston Ballet. Las escenas de danza de la película (desde las aulas de danza de Beijing hasta la gala ante el presidente de Estados Unidos, George Bush padre, fueron coreografiadas por la leyenda de la danza australiana Graeme Murphy, antiguo director artístico de la Sydney Dance Company y uno de los más destacados coreógrafos de su país.

"Aunque sólo aparecen secuencias cortas de los ballets sobre el escenario, había que montarlas como un ballet completo. Tenían que ser producciones profesionales convincentes —explica Jane Scott—. Para rodar El lago de los Cisnes, por ejemplo, tuvimos que trasladar toda la producción desde la Sydney Opera House. Eso supuso cargar un autobús lleno de 'cisnes', y transportar previamente todos los decorados, y todo el mundo tenía que ensayar antes. Había que grabar secuencias cortas, en lugar de todo el ballet de principio a fin, y hacerlo desde varios ángulos. Después casi te olvidas, por suerte, de lo duro que fue en su momento".

"Como productora, hay momentos inolvidables —prosigue—. Recuerdo uno de ellos durante el rodaje de Shine, cuando estaba en mitad de una orquesta que estaba tocando a Rachmaninov, y pensé que aquella era una de las experiencias más maravillosas de mi vida. Y creo que estar a un lado del escenario con un ballet en plena danza es lo mismo: una experiencia extraordinaria, que, además, sólo suelen vivir los bailarines o los músicos de la orquesta".

El director de fotografía, Peter James, describe así la estética de El último bailarín de Mao: "Cada película tiene sus problemas y oportunidades particulares, y el guión es lo que te dice cómo va a ser la estética de la película. Ésta es una película en tres partes: los primeros años en China, las escenas de ballet en Estados Unidos y el drama de la embajada china y la historia de amor. Creo que estamos ante una historia brillante que deja espacio a la variación, y eso para cualquier fotógrafo es una fantástica oportunidad de hacer un buen trabajo. Para las escenas de China, en vez de usar todo el negativo usé el 50%, para que al ampliar la imagen quedara granulada y tuviera un aspecto de época. Para las secuencias rodadas en Houston, usamos un formato completo, que es el que se suele usar en la fotografía actual. El ballet quedó muy luminoso y fastuoso, con hermosos colores y un vestuario precioso".

El compositor, Christopher Gordon, empezó a trabajar en la película meses antes de que empezara el rodaje. Escribió tres piezas originales de ballet, orquestó piezas de repertorio como Giselle y El lago de los cisnes, y también dirigió la orquestación durante el rodaje.

"Teníamos que grabar antes del rodaje la música que se iba a bailar, por lo que al principio del proyecto me reuní varias veces con Graeme Murphy y Bruce Beresford para hablar de lo que hacía falta desde el punto de vista de la danza, y por lo tanto desde el punto de vista musical. Cuando ya supimos lo que queríamos, me metí en el estudio de grabación con una orquesta, y también grabé varios solos de piano con Simon Tedeschi [eminente pianista australiano]", explica Gordon.

"La música es consustancial a esta película —añade—, y debido a que participé en el largo proceso de preproducción y a que pasé tanto tiempo en el rodaje, cuando llegó la hora de componer la música tenía la película metida en las venas. Trabajar con gente tan musical como Bruce Beresford, Jane Scott y Graeme Murphy es un sueño para cualquier compositor. No puedo imaginar nada mejor".