Pepe & RubianesDirigida por Manuel Huerga PEPE RUBIANES, UNO DE LOS NUESTROS
A mí me llaman el negrito del Batey
Porque el trabajo para mí es un enemigo
El trabajar yo se lo dejo todo al buey
Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo.
A mí me gusta el merengue apambichao
Con una negra retrechera y buena moza
A mí me gusta bailar de medio lao
Bailar medio apretao
Con una negra bien sabrosa.
El negrito de Batey (Son cubano)
Pepe Rubianes Alegret (Villagarcía de Arosa, 1947), actor galaico-catalán (gallego porque nació en Galicia, aunque casi nunca vivió allí y catalán porque siempre vivió en Catalunya aunque nunca nació allí) fue uno de los cómicos más polémicos e inclasificables de nuestro país. Tremendamente popular por su trabajo de actor y sus famosas entrevistas un género en sí mismas, Rubianes fue muy querido también por su estilo de vida independiente, descarado y anárquico. Rubianes era lo que todos hubiéramos querido ser de mayores: la persona libre, fiel a sí misma, que vive la vida a grandes sorbos sin preocuparse por el mañana ni el qué dirán.
Tras iniciarse en el teatro con la compañía Dagoll Dagom, descubrió durante uno de sus viajes a Cuba sus dotes innatas para el monólogo. Un descubrimiento que le cambió la vida y le hizo tremendamente popular en Catalunya, donde estuvo, con su penúltimo espectáculo, Rubianes solamente, más de diez años en cartel en el teatro Capitol.
Para muchos espectadores "ir a ver a Rubianes" se convirtió en una costumbre, en un rito colectivo que se repetía cada cierto tiempo. ¿Por qué? Porque el genial Pepe se atrevía a decir lo que muchos pensaban con un lenguaje directo y sin tapujos, pero siempre con una sonrisa pícara en los labios. Sus espectáculos se convirtieron en una catarsis saludable donde la crítica más acerada se mezclaba con la vivencia más personal.
¿Dónde terminaba la persona y dónde empezaba el personaje? Todos sospechábamos que no había diferencia entre uno y otro. Y este documental, que no esquiva los momentos más delicados de su vida (el conflicto por sus declaraciones en TV3 o la manera en que afrontar la enfermedad que le llevó a la muerte), es la prueba fehaciente de que Rubianes fue, y sigue siéndolo en la memoria de todos los que disfrutamos de su arte, un artista honesto, sincero, que lo dio todo sobre el escenario y fuera de él.
Notas del director
Posiblemente la atracción hacia el personaje de Pepe Rubianes pueda venir del hecho de que nos muestra sin tapujos ese espíritu libre que muchos llevamos dentro, el auténtico yo, el que no hace trampas jugando al solitario, el que dice lo que piensa y hace lo que dice, caiga quien caiga. Su osadía crea admiración y tal vez envidia por hacer eso que nosotros no somos capaces de hacer.
Rubianes hizo del relato de su vida su mayor espectáculo, no sólo por estar en los escenarios de forma ininterrumpida durante tantos años, sino también a través de las frecuentes entrevistas televisivas con los comunicadores más populares. Su sola presencia en estos programas ya era garantía de entretenimiento, sin que dicha presencia estuviera justificada por ninguna noticia o acto de promoción. Iba, literalmente, a estar de charleta con el entrevistador, normalmente amigo personal, y a contar anécdotas y chistes, y, por qué no, a improvisar saltándose el protocolo convencional, repartiendo ideas deliberadamente provocadoras y políticamente incorrectas a diestro y siniestro, que ejercían un efecto liberador en la audiencia, excepcionalmente condescendiente y permisiva con ese lenguaje extralimitado.
Jugó tanto con los límites de esta tolerancia que, en los últimos años de su vida, se topó de frente con los enemigos de la libertad, haciéndole la vida imposible con amenazas de muerte, denuncias y juicios. Aquel desgraciado episodio le debilitó física y moralmente; se podría decir que su tabaquismo casi militante hizo el resto.
Un personaje tan irrepetible y atípico que merece un acercamiento documental que no persiga inútilmente la cuadratura del círculo. Rubianes se explica por sí mismo, ya que ha dejado horas y horas de legado televisivo y de sus espectáculos. Para llegar a Pepe, es decir, a la persona que hay detrás del personaje, con sus luces y sus sombras, era necesario acceder a su círculo de amistades cercanas, aquellas que han compartido con él vida, amistad y amor.
Tratándose de los amigos de Pepe Rubianes, hubiera sido casi un despropósito plantear el documental como una reconstrucción biográfica, bajo la forma convencional de entrevistas a unos y a otros, especialmente, cuando esta vida ha sido relatada, exagerada y, en algunos casos, inventada o reinventada por su propio protagonista. Estos amigos, como no podía ser de otro modo, forman el selecto club de Las viudas de Pepe Rubianes y comparten la forma de ver la vida, el sentido del humor y, sobre todo, un montón de recuerdos con los que invocan la figura de su compañero desaparecido. Quedan para cenar y, cómo no, han contribuido decididamente, por ejemplo, a poner el nombre de Pepe a una calle del barrio de Gràcia.
Así, decidimos poner varias cámaras alrededor de una cena y dejamos que la figura de Pepe fuera cogiendo formas caprichosas, a veces tiernas, a veces contradictorias, inéditas, sorprendentes, incrédulas, pero siempre divertidas y transgresoras, como las de sus amigos.
La idea no era hacer un ejercicio de nostalgia plañidera. Nadie es bueno o malo. Rodar en blanco y negro nos ayudó a ver la esencia de lo que comparten los comensales, más allá de la propia cena. A veces se entrevé lo que están pensando mientras se escuchan los unos a los otros. El color da vida de nuevo a los momentos más celebrados del artista galaico-catalán.
Manuel Huerga.
Pepe Rubianes y los comensales
Lucila Aguilera
Joan Lluís Bozzo
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Joan Manuel Serrat