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Un feliz acontecimiento cartel reducidoUn feliz acontecimiento(Un heureux événement)
Dirigida por Rémi Bezançon
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Un diálogo entre RÉMI BEZANÇON, VANESSA PORTAL y ÉLIETTE ABÉCASSIS
Estaba montando mi película anterior cuando Isabelle Grellat, mi productora, me habló de una novela de la que acababa de comprar los derechos. Se trataba de Un feliz acontecimiento, de Eliette Abécassis. Me pidió que la leyera sin compromiso, ya que para la adaptación buscaba a una realizadora que hubiera sido madre. Leí la novela, la llamé inmediatamente y le dije: "No quieres a una realizadora con hijos, sino a un realizador sin hijos, pero que quiere tenerlos".

Comparto mi vida con una mujer que también escribe. Cuando estaba escribiendo el guión de la película El primer día del resto de tu vida, Vanessa trabajaba en otro proyecto, pero cada vez que me quedaba atascado, y con la excusa de tomarnos un café, le pedía ayuda. De hecho, descubrí que era muy agradable no estar solo, poder presentar mis ideas a alguien para ir más lejos. Era estimulante. Por eso me pareció natural proponerle que escribiera Un feliz acontecimiento conmigo.

Rémi Bezançon: Debo tener mucha suerte porque las dos me dijisteis que sí. Éliette, enseguida aceptaste que adaptara tu novela; y tú, Vanessa, tampoco tardaste mucho en decidirte a escribir el guión conmigo.

Vanessa Portal: Bueno, unos segundos. Adaptar significa arriesgarse a traicionar, ya se sabe.

Éliette Abécassis: Podéis traicionarme cuando queráis. Viví la adaptación como un viaje al pasado, fue algo extraño.

RB: Sabíamos que era una novela muy personal, por lo que su adaptación era muy delicada.

VP: Ahora ya puedes decirlo, Éliette. Eres Barbara, ¿verdad?

Una historia personal
EA: Barbara y yo estamos muy próximos, es verdad. Cuando me convertí en madre, me sorprendió la diferencia entre el discurso habitual acerca de la maternidad y lo que yo sentía. Tuve la impresión de que no se me había dicho la verdad, que se me había ocultado lo que realmente pasa cuando se tiene un hijo. Tenemos una imagen tópica del acontecimiento feliz. Durante el embarazo, imaginamos al bebé en una cuna de color rosa, los felices padres contemplando al recién nacido, etcétera. Pero lo que me ocurrió no tenía nada que ver. Bueno, sí tenía que ver, pero había muchas otras cosas. Para una mujer, ser madre es una auténtica revolución, una desmembración de su identidad; incluso llega a poner en entredicho a la pareja. Todo debe redefinirse, la unión cambia, las apuestas ya no son las mismas. La maternidad es una aventura extraordinaria, emocionalmente muy poderosa, arrolladora.

VP: Al empezar a escribir el guión, Rémi y yo nos documentamos: leímos mucho, entramos en páginas web dedicadas a la maternidad, en foros de mujeres y no tardamos en darnos cuenta de lo que le ocurría a Barbara. Se trataba de una conmoción personal y de una conmoción de la pareja, pero muy pocas mujeres se atrevían a tocar el tema por miedo de ser tachadas de malas madres.

Una conmoción secreta
EA: Efectivamente, es un verdadero tabú. Puede que la maternidad sea uno de los últimos tabúes de nuestra sociedad. Tener un hijo es maravilloso y punto. Es una fábula primitiva enfocada a la perennidad de la especie humana, un cuento de hadas que se ofrece a las mujeres y que carece de las claves necesarias para hacer frente a la conmoción emocional que produce realmente. Quise mostrar el anverso de la medalla y acabar con este tabú. Escribí la novela día a día, describiendo lo que me ocurría, lo que sentía: un amor desenfrenado mezclado con una pérdida total de referencias. Obviamente, creé personajes ficticios, pero se parecen a algunas personas que me rodean. Por eso no negaré que Barbara tiene algo de mí; al menos es mi verdad. Y tú, Rémi, ¿qué te empujó a querer adaptar el libro?

RB: Ofrecías una visión muy particular de un tema que me inspira mucho, me refiero a la familia. Toqué el tema en mi película anterior, pero se trataba de una obra coral, con cinco papeles protagonistas. Me apetecía una historia contada en primera persona. Cuando leí Un feliz acontecimiento, Barbara me cayó bien inmediatamente; era el tipo de heroína moderna que me apetecía rodar. Más aún, tu novela era perfecta para una adaptación al no ser muy larga, lo que me evitaría cortar demasiado, y muy rica en comentarios filosóficos.

VP: Era ideal para nosotros porque tu libro es, ante todo, una introspección literaria que nos permitía inventar, crear acciones y situaciones para que nuestra Barbara viviera.

RB: Por eso le propuse a Vanessa que escribiera el guión conmigo, porque necesitaba el punto de vista de una mujer. Me pareció muy importante que me acompañaras mientras me zambullía en el corazón del universo femenino.

Un retrato de mujer
EA: Puede que los hombres sean los que mejor hablen de las mujeres cuando saben hacerlo, como Guy de Maupassant en Una vida, o Henry James y Tolstói.

RB: He acabado por comprender que el sexo del personaje no importa realmente, pero para darle vida hace falta entender sus intereses y la línea narrativa. Aunque la maternidad sea un tema eminentemente femenino, también hablamos de paternidad, de una pareja que se convierte en una familia. Dimos un papel más importante al personaje masculino, a Nicolas, el compañero de Barbara.

VP: Cuando decidimos adaptar la novela, tuvimos que encontrar nuestro propio ángulo. Escogimos dar mayor importancia a la doble mirada sobre la llegada del niño.

EA: Es un procedimiento de cajas chinas bastante interesante para la pareja, ¿no os parece?

RB: Suelo escribir solo, y reconozco que fue apasionante trabajar a cuatro manos. El hecho de conocernos muy bien nos facilitó la tarea. Para esta colaboración, mezclamos la esfera profesional y la privada: interrogamos a nuestras aspiraciones personales, nos proyectamos como padres potenciales, exploramos nuestros deseos, pero también nuestros miedos más profundos.

El vértigo de la pareja
VP: Al mirar a nuestro alrededor, nos dimos cuenta de que numerosas parejas convertidas en padres no tardaban mucho en separarse. Es un tema del que se empieza a hablar, pero que no se ha llevado a la gran pantalla. Se estima que el 25% de las parejas se separa después de tener el primer hijo, lo que me parece demencial. En tu libro tocas el tema del enfrentamiento de la pareja con la llegada del primer hijo, del "babyclash". La pareja no peligra por el mero hecho de tener un hijo, sino por no saber medir los cambios que implica y por no esforzarse en buscar un nuevo equilibrio.

EA: Sí, suele creerse que tener un hijo estrecha los lazos de la pareja, pero no es así para nada. Al contrario, si ya hay problemas, resentimientos, cosas que no se dicen, lo más seguro es que aumenten; si hay fisuras, se convertirán en abismos. Criar a un hijo requiere mucha energía y se tiene menos tiempo para la pareja. Es mejor saberlo y prepararse con antelación, en vez de pensar que todo se arreglará con la llegada del bebé. Además, el papel del recién nacido no es solucionar los problemas.

Una metamorfosis
RB: Me interesaba la diferencia entre lo que uno se imagina y la realidad. Barbara es una mujer joven que tiene tendencia a vivir en una burbuja, en una abstracción, en las altas esferas de la metafísica. Lo sabe todo en teoría, pero carece totalmente de práctica. Con la llegada del bebé, se verá obligada a dejar de lado sus certezas filosóficas para enfrentarse a la realidad de la que no se habla en los libros.

VP: Se reconecta con su lado animal, vuelve a ser una hembra. Se ve arrastrada por el torbellino de la vida. Los acontecimientos, el acontecimiento, la hacen cambiar.

EA: Dar a luz cambia la vida, pero los cambios empiezan durante el embarazo, tanto a nivel físico como psíquico, debido al cambio hormonal. Por ejemplo, soy vegetariana, pero recuerdo que durante el embarazo, estaba obsesionada por comer carne. Me hacía gracia, pero también me desestabilizaba, no me reconocía. Es una transformación radical, una auténtica metamorfosis. De hecho, tanto el libro como la película empiezan con una parodia de La metamorfosis, de Franz Kafka.

Doble reflejo
RB: La película se compone de dos partes muy distintas, antes y después del parto. La imaginación y la realidad del feliz acontecimiento separadas por un filtro, un paso: el parto. La primera parte es muy onírica; entramos en la subjetividad de Barbara, lo que siente, lo que imagina, el sueño del amor perfecto, el idealismo de la maternidad. La puesta en escena es más tranquila, está más encuadrada y cuidada estéticamente, con movimientos de cámara muy fluidos, colores brillantes. Con la llegada del bebé, la cortina de ensoñación se desgarra brutalmente, el caos de la vida se apodera de todo. Barbara pasa por diferentes fases: la aprensión de los primeros días, el cansancio causado por noches sin dormir seguidas por un amor desbocado, un éxtasis inesperado, hasta acabar completamente desorientada. La vida no deja de sorprendernos. El tratamiento de la segunda parte es más realista; la luz se hace más cruda, los colores menos fuertes. Está rodada cámara en mano y las imágenes son más rápidas, más movidas, los planos son más cortos, la puesta en escena es más intimista.

VP: El juego empieza desde el principio de la película, en la escena en que Barbara se mira en el espejo. Casi está fuera de cuentas y tiene la tripa tan grande que le cuesta moverse. Ya ha empezado a ver que sus sueños no se corresponden del todo con la realidad; no sabe lo que le espera. Comienza a ser consciente de que sus imaginaciones quizá solo fueran un reflejo deformado de la realidad y que está a punto de pasar al otro lado del espejo. Jugamos mucho con esta idea cuando escribimos el guión. Muchas escenas de la primera parte se repiten en la segunda, pero están transformadas, ha habido una evolución, incluso una revolución. Luego llegaste hasta el final durante el rodaje.

RB: Hablé con Antoine Monod, el director de fotografía, y decidimos cambiar la emulsión del negativo entre la primera y la segunda parte. Pasamos de un negativo que satura los colores a otro más sensible, que amortigua los contrastes, más blanco, más realista. Un poco como si pasáramos de Gauguin a Caillebotte, por ejemplo. Puede que el espectador no vea tanto el cambio, pero espero que lo sienta.

Una estética carnal
EA: El lado carnal también se expresa en la película. Enseñas los cuerpos amándose, uniéndose, separándose. Desnudas el cuerpo de Barbara de un modo inédito. Como si la madre no pudiera ser mujer. Pero has enseñado todo lo contrario a base de sensualidad, de esteticismo de los cuerpos, de explosión de los sentidos. Enseñas que la mujer embarazada es sexual, ya que si no, no sería madre. Su cuerpo está aún más presente, su vientre y sus pechos desbordan; no come, devora; vive en una especie de sobresensualidad. Louise Bourgoin ha sabido encarnarlo de maravilla.


Un diálogo con LOUISE BOURGOIN
Para interpretar el personaje de Barbara, necesitaba a una actriz dispuesta a que la desnudara, tanto en el sentido real como en el figurado. Cuando hablé con Louise Bourgoin, le dije: "Tendremos que fiarnos el uno del otro". Y añadí: "La confianza es el cemento invisible que lleva un equipo a la victoria". Esto último no es mío, sino de Bud Wilkinson, una leyenda del fútbol americano. Pero Louise me dijo que se fiaría de mí y eso me bastó.

Rémi Bezançon: Louise, ¿qué pensaste cuando leíste el guión?

Louise Bourgoin: Pensé que era un proyecto que no podía dejar pasar. Es un gran papel, de los que hay pocos en el cine. Barbara no es un personaje estático: evoluciona, se transforma, pasa por una auténtica metamorfosis. Al ser madre, la intelectual "lunar" se ve obligada a ver la vida de otro modo; pasa de la metafísica a la materialidad; se hace más pragmática, más responsable. La maternidad la saca de una zona cómoda y de los conceptos filosóficos para enfrentarla a la verdad cruda y dura de la vida. De paso, toma conciencia de su propia mortalidad. Como actriz, era un reto que no podía rechazar.

RB: El hecho de que aún no tuvieras hijos era un plus para mí. Al escribir el guión, utilicé la experiencia de Éliette Abécassis, y lo que cuenta en la novela era bastante rico para nutrir la historia. No me parecía necesario otro testimonio. Barbara es primeriza, carece de experiencia como madre. Todo lo que le ocurre es nuevo. Era necesario que pudieras interpretarlo así, mostrar el miedo a lo desconocido.

LB: Efectivamente, nunca he estado embarazada. Tenía muchas ganas de hacer el papel, pero también me daba mucho miedo. Y no dejé de tener miedo durante todo el rodaje.

RB: El miedo puede servir de motor, y era interesante utilizarlo para el personaje.

LB: Tenía muchas dudas por mi falta de experiencia. Cada vez que me encontraba con una embarazada, la hostigaba a base de preguntas. Creo que casi vuelvo loca a Sandrine (la maquilladora, embarazada de siete meses durante el rodaje). Pero las prótesis me ayudaron mucho. Cuanto más diferente soy de mi aspecto habitual, más fácil es meterme en la piel del personaje. Además, el tiempo requerido para colocarme la tripa y los pechos falsos me servía para concentrarme en el personaje. Madrugaba mucho. El equipo de maquillaje tardaba cinco horas en colocarme las prótesis y pintarlas con espray. No podía sentarme por miedo a arrugar el látex, por lo que empezaba a rodar bastante cansada y un poco colocada por los efectos de los disolventes de la pintura de efectos especiales. Me venía muy bien para interpretar a una mujer embarazada, agotada por los cambios hormonales y el peso de la tripa.

RB: También me dijiste que habías tenido muy poco contacto con recién nacidos. Me pareció una ventaja porque era importante que el mundo de los bebés fuera un descubrimiento para Barbara.

Adaptarse a los bebés
LB: Estaba tan perdida como mi personaje. Al principio creí que no lo conseguiría. Era muy difícil interpretar con un bebé en brazos que me daba en la cara con la mano o no paraba de hacer ruido. Pero poco a poco nos hemos domesticado mutuamente. Me quedaba con los bebés entre las escenas, jugaba con ellos para que se acostumbraran a mi presencia.

RB: Había que adaptarse a los bebés, tenían prioridad. Me hacía gracia ver a un equipo de cincuenta personas siguiendo un plan de trabajo adaptado a las siestas y a los biberones.

LB: Hubo momentos mágicos, como las escenas donde doy el pecho, cuando sentía al bebé mamar. No tuve que interpretar, estaba realmente emocionada.

RB: Al escribir el guión, no nos dimos cuenta del significado de estas palabras: "Barbara da el pecho". No sabía lo que implicaban, sobre todo porque quería algo muy realista, tanto en las escenas donde amamanta como durante el alumbramiento. El equipo de efectos especiales hizo auténticos milagros.

LB: Un parto en una película siempre es arriesgado. Además, era "la escena". Si fallaba, toda la película se caía porque ya no sería creíble.

La exigencia del realismo
RB: Éramos conscientes de lo que nos jugábamos, y nos habíamos preparado antes del rodaje. El director de fotografía y yo rodamos partos auténticos con el permiso de los padres. Queríamos impregnarnos de realismo, sentir la emoción, decidir los encuadres de antemano. Es impresionante y nos ayudó mucho cuando rodamos el parto de la película.

LB: Fui a clases de preparto con mujeres embarazadas para aprender a respirar. También estuve con una comadrona en una clínica de París que me dejó asistir a unos diez partos. Desde luego, impresiona. La sangre, la placenta, las secreciones. Vivimos en una sociedad bastante aséptica, no estamos acostumbrados a ver algo así. Sin embargo, es lo más natural del mundo.

RB: ¿Te ayudó que hubiera una comadrona en el plató y que el papel del ginecólogo lo interpretara un ginecólogo auténtico?

LB: Sí, sus consejos, sus miradas, sus gestos me tranquilizaban. Para mí era importante saber cómo se grita, cómo se respira, cómo duele. El rodaje del parto duró dos días. Fueron dos días muy intensos, tumbada en la mesa, con los pies en los estribos, atada a las prótesis, al micro, a un gotero falso, con los focos en la cara, en la atmósfera de un estudio, con todo el mundo alrededor. Tenía calor, me ahogaba, y después de soplar durante horas, empecé a hiperventilar y acabé desmayándome.

Alumbrar a una emoción
RB: Mantuve el plano en la película. Estás muy pálida y dices: "Voy a desmayarme…" Y te desmayas. Todos me acusaron de torturador aquel día.

LB: Para nada. Puedes estar muy tranquilo, no se maltrató a los actores durante el rodaje. Eres lo opuesto a un torturador, diriges con mucha dulzura, das muchas indicaciones; nunca me llevabas la contraria, más bien me guiabas hacia otra cosa o me hablabas de algo que me permitía emocionarme. También fue de gran ayuda haber asistido a varios partos. Todas las mujeres, a pesar de la situación, del dolor físico, del equipo médico, mantenían la dignidad. Hice lo mismo que ellas cuando les colocan el bebé encima por primera vez. Aunque estén agotadas, observan al bebé con atención, asegurándose de que todo va bien.

RB: Pero hubo un momento en que lloraste.

LB: Es verdad, cuando me volví hacia Pio y vi que estaba llorando, también me puse a llorar. Me conmovió, me pareció maravilloso.

RB: Habíamos ofrecido a Pio Marmaï que asistiera a algunos partos, pero no quiso, prefería llegar "virgen" al acontecimiento.

Trucos
LB: Pio es un actor instintivo, físico, con un gran dominio del espacio, de su cuerpo y de la interpretación. Hace mucho deporte; es una persona sólida, muy sana, y que infunde seguridad. Me enseñó muchos trucos. Por ejemplo, para la escena en que estoy borracha, me hizo dar vueltas sobre mí misma hasta que me mareé justo antes de empezar a rodar.

RB: ¿Por eso te tragaste la pared cuando dije: "Motor"?

LB: Exacto, pero ¿a que tenía pinta de estar borracha perdida?


Un diálogo con PIO MARMAÏ
Me encantó trabajar con Pio Marmaï en mi película anterior. Me apetecía profundizar y me pareció natural ofrecerle el papel de Nicolas. No suelo escribir un guión pensando en un actor, pero reconozco que en este caso, enseguida nos vino Pio a la mente.

Rémi Bezançon: Bueno, Pio, ¿qué te hizo aceptar el papel?

Pio Marmaï: Pero si me dijiste que lo habías escrito para mí.

RB: Ya, pero habrías podido rechazarlo.

PM: No, no tenía elección. Me diste mi primer papel en el cine. ¿Qué pasa, quieres que vuelva a decirlo? Vale, te lo debo todo… No, en serio, cuando me hablaste del proyecto, me intrigó tu idea. Se suele ver la maternidad, no solo en el cine sino en la sociedad actual, con una mirada bastante ingenua. Es maravilloso, lo mejor que puede pasarle a una pareja y nunca se ve qué ocurre después, cuando se lleva el bebé a casa.

RB: ¿No te entraron ganas de tener hijos?

PM: Pues no… Puede que un día, pero ahora no. Nicolas, mi personaje, debe cambiar de trabajo, encontrar algo más estable y hacer ciertos sacrificios. Para tranquilizarse y asegurarse de que no se ha hecho viejo, también se comporta como un adolescente. Es una paradoja; aparentemente, la paternidad representa el paso a la edad adulta y, a la vez, conlleva una forma inevitable de regresión.

Ser padre
RB: En tu opinión, ¿cuál es el papel de un padre?

PM: Había una escena en la película en que el pediatra le explicaba a Barbara, entonces en absoluta fusión con su hija, que el equilibrio de la pareja cambia con la llegada de un bebé, los papeles evolucionan y cada uno debe encontrar su lugar. Creo que concluía diciendo que el papel del padre es interponerse entre la madre y la hija, algo con lo que estoy de acuerdo. Pero cortaste la escena durante el montaje.

RB: Me pareció demasiado explicativa. Prefiero sugerir a explicar. Siempre he pensado que los espectadores son inteligentes y no necesitan explicaciones acerca de lo que ya han entendido.

PM: Pasa lo mismo con un actor. No hace falta ser muy explicativo a la hora de interpretar. La sobreactuación equivale a falta de confianza.

La preparación del papel
RB: Me dijiste que para preparar el papel, habías estado trabajando seis meses en un videoclub. No me lo creo, dime la verdad.

PM: Bueno, pero sí me preparé. Louise y yo ensayamos mucho porque íbamos a dar vida a una pareja. Debíamos conseguir que existiera una relación entre los dos, la noción de pareja en el día a día, la complicidad, las pequeñas manías, los recuerdos en común. No es fácil hacer trampa en estas cosas. Nos pareció importante pasar tiempo juntos, conocernos. Algunos amigos tuvieron la amabilidad de dejarnos a sus bebés unas horas para que nos ocupáramos de ellos, los sacáramos de paseo.

RB: Es verdad, parecías estar muy cómodo en el plató con los bebés.

PM: Puedo pasarme horas mirando a un bebé. Pero cuando llega el momento de interpretar, se limita a vivir. Ríe cuando le apetece, vomita cuando quiere e igual llora durante dos horas seguidas. De pronto, 50 personas dejan de trabajar y hacen todo lo posible para calmarle. De hecho, ya no estábamos pendientes de la cámara, sino del bebé en el plató. No pedías silencio antes de rodar una escena, sino cuando llegaba el bebé. Todo debía estar tranquilo, en calma. Si el bebé se ponía nervioso, podía empezar a chillar. Y si le daba por subir los decibelios, era peor que una moto sin tubo de escape.

RB: No te creía capaz de comparar un bebé a una moto. Ya sé que lo tuyo son las motos, pero no tienen nada que ver.

PM: Tienes razón. La moto basta con apagarla. Al bebé no hay quien le apague.

RB: Los bebés se te daban tan bien que hubo que repetir algunas escenas para que lo hicieras peor…

PM: Ya. Como el día que cambié al bebé. Se suponía que habría una mezcla de yema de huevo y aguacate en el pañal, pero me habíais dejado el auténtico material sin avisarme.

RB: Fue muy realista.

PM: Qué gracioso.


Un diálogo con JOSIANE BALASKO
Creo que Josiane Balasko es una de las mejores actrices cómicas francesas. Basta con ver su filmografía. Asimismo, es muy respetada por sus interpretaciones dramáticas. También es realizadora, por lo que es muy fácil dirigirla; enseguida nos entendimos.

Una familia rock 'n' roll
Rémi Bezançon: ¿Te reconociste en tu personaje, en Claire? ¿En qué te sentiste próxima a ella?

Josiane Balasko: Me gusta su franqueza, ese lado un poco duro, rugoso. Crió sola a sus dos hijas y tuvo que hacer de madre y de padre; no es fácil. Es muy protectora y a veces, torpe con Barbara. Tienen una relación algo conflictiva, consecuencia lógica de la estrecha relación que tuvo con sus hijas y que dejas entrever al final de la película. Expresa claramente las dificultades con las que se enfrenta una madre sola. Pero antes de ser madre, Claire es mujer, y una mujer desinhibida. Me gustó esa faceta suya, la faceta "rock ’n’ roll family". Fue parte de la contracultura, vivió Mayo del 68 con todos sus ideales, viajó a Nepal, tuvo experiencias con las drogas. Incluso la relación con su actual marido es peculiar, ya que le tira una plancha a la cabeza.

RB: Pero es que regalar una plancha en Navidad a alguien que luchó por los derechos de la mujer es bastante arriesgado.

JB: Sí, es verdad. Además, no es nada fácil tirar una plancha donde se debe sin dar a nadie.

RB: Por suerte, no hubo ninguna baja, solo muchas tomas.

La nueva libertad de las mujeres: El equilibrio
RB: ¿Crees que Claire quemó su sujetador en el 68 o es una leyenda urbana?

JB: Creo que eso de quemar sujetadores ocurría sobre todo en Estados Unidos. Pero aunque no lo hiciera, seguro que Claire estaba de acuerdo con el gesto. Es probable que hoy no lo hiciera, pero sigue formando parte de ese grupo de mujeres que trabajan por la liberación de la mujer actualmente, como Elisabeth Badinter, de una forma inteligente. No puede decirse que la liberación de la mujer haya acabado. Sexismo, violencia, desigualdades… quedan muchas luchas por delante.

RB: El feminismo también hizo avanzar a la maternidad. Antes, las mujeres debían decir que el día más bello de su vida fue cuando dieron a luz. Ahora pueden reconocer que duele, incluso con epidural. Las mujeres de los años setenta lucharon por la independencia, la posibilidad de estudiar una carrera, la elección de ser madre o de no serlo. Para las mujeres actuales, es una herencia contradictoria; deben encontrar el equilibrio entre la devoción maternal y una lucidez sin complejos. Quieren trabajar, pero tener el derecho a amamantar si les apetece; conquistar el mercado laboral y formar una familia.
JB: Vaya, ¿no habrás hecho una película un poco feminista?

RB: Puede que sí…


Críticas francesas
20 MINUTES ****
Rémi Bezançon se atreve a enseñar la maternidad en sus momentos de gracia y en otros peores que destrozan cabezas y relaciones.

Elle ****
El realizador se lanza de lleno al tema y dirige con maestría a los excelentes Pio Marmaï y Louise Bourgoin.

Excessif ****
El acontecimiento cinematográfico francés del otoño, ¡descúbranlo ya!

Filmsactu ****
Una película agridulce que deja buen sabor de boca, llena a rebosar de escenas emotivas que llegarán al corazón de los espectadores. Es la película más bonita del otoño.

Metro ****
Rémi Bezançon ha realizado una adaptación ferozmente divertida y auténtica de la novela de Éliette Abécassis.

Télé 7 Jours ****
A menudo hilarante, capaz de esquivar los clichés, una comedia agridulce en la que los padres actuales se verán reflejados.

La Croix ***
La película enseña con sutileza los sentimientos enfrentados y vertiginosos que acompañan a un nacimiento.